Capítulo 41
Todos se pusieron alerta, en posición de batalla, pero el monstruo frente a nosotros nos veía aun sonriendo y luego hace una mueca de desagrado.
—No hagan eso, no dan miedo— susurró en burla como si nos diese un consejo para caminar dentro— pueden entrar, son bienvenidos — nos recuerda sus palabras dándose media vuelta para mirarnos y luego continuar caminando.
Empecé a caminar lo suficientemente alejado de él y todos me seguían, y más cerca de mi estaba Dess, alerta para cualquier acontecimiento. Sentía cómo se erizaba mi piel, mi corazón empezaba a latir más fuerte y solo podía ver el monstruo frente a mí.
—¿A que le tienes tanto miedo?— su voz recorría cómo eco toda mi cabeza —estás temblando— sentí cómo me tocó el hombro a pesar de verlo a una distancia prudente completamente recto —Andrés... Andrés...— escuché cómo repetían mi nombre, una voz lejana que de repente se escuchó a mi vera y parpadeé varias veces observando a Aniel.
—Estás pálido, ¿qué te pasa?— arregló sus lentes viéndose preocupado.
Miro al frente como el monstruo camina y miro a todos —estoy bien— susurro para seguir caminando.
Nos detenemos frente una puerta la cual luego es abierta por él.
—¡Bienvenidos sean a nuestro circo!— su voz cambia de ronca y tenebrosa a una alegre y animada —pasen todos, vean todos los actos, vean todas las maravillas y coman todo lo que quieran— suelta unas carcajadas —¡la casa invita!
Miramos el lugar, entrando todos a el luego de ver cómo el monstruo entró, había personas... personas enfermas de alguna que otra cosa. Podíamos observar personas obesas al máximo al igual que delgadas extremas, personas con cortes por toda la piel, pero sonriendo y charlando, otras que le faltaban múltiples extremidades de su cuerpo, había unas cuantas que no paraban de temblar y otras que no podían moverse en lo absoluto, personas con grandes ojeras que no dejaban de mirar a todos lados... había muchas personas regadas por lo que parecía ser un enorme circo.
—¿Qué es todo esto?— Alex preguntó —no es un circo común.
—Ooh... pequeño Alex, pequeño Alex— el monstruo se acercó pasando uno de sus brazos de humo por los hombros de Alex —aquí nada y todo es común.
Miro a Jeremith y él se encoge de hombros.
—¡Oh!, observen esto, ya va a empezar la función— todos tomaron asiento —¡qué emoción, qué emoción! — repitió emocionado —será lo mejor que hayan visto jamás.
El velo se levantó y dejaron ver a un hombre obeso y una chica muy delgada, su acto al parecer era el del hombre comer hasta estallar y el de la chica vomitar y rechazar comida donde le da un infartó al hombre y a la chica se le salen los huesos cortándole la piel haciendo que el velo baje, todos menos nosotros aplauden y silban mientras nosotros nos veíamos el uno al otro asqueado. Cuando este vuelve a subir aparece una pareja teniendo sexo, la mujer atada a la cama, con quemaduras y cortes en la piel, moretones por todo el cuerpo y lágrimas en su rostro estos mueres por infección y se cierra el velo. Miré a todos y estaban aterrorizados, algunos con los ojos tapados y otros miraban el acto boquiabiertos.
—Debemos irnos de aquí— susurré.
—¡Nadie se irá!, es de muy mala educación hablar en los teatros y querer irse antes de que termine el gran espectáculo— el monstruo dijo en un horrible grito y todos nos quedamos inmóviles observando nuevamente.
El velo sube... personas que le faltan extremidades gimiendo de dolor mientras pierden las que les quedan por una persona con muchas extremidades riendo como loco y el velo baja. Gritos de terror de las hadas se empiezan a escuchar y hago una mueca, no podía moverme hasta el que velo volvió a abrirse mostrando al monstruo junto a todos y empiezan los aplausos.
—Tranquilos, aún no terminamos— el monstruo señala a un lado donde una mujer con múltiples operaciones trae una trituradora enorme —el último acto de hoy será este, que empiece la diversión...— dijo animado y pudimos observar cómo todos empiezan a saltar a la trituradora llenándonos a todos en el público de sangre mientras sonaba una música típica del circo, todos quedamos en shock y las personas que había aplaudieron celebrando lo sucedido.
—Están completamente enfermos— susurré para mí mismo.
—¿No ha sido suficiente para complacerlos?— el monstruo nos miró único en el escenario —aún no los he visto aplaudiendo— clac clac, sonaron sus palmas al hacer contacto doble la una con la otra mostrándonos cómo se hacía.
Escuche cómo alguien empezó a aplaudir y continué los aplausos con horror para luego escuchar a todos aplaudir simple y únicamente por temor a que siguiera.
—¡Perfecto! — exaltó entusiasmado —nuestros actores deben se elogiados por su perfecto acto, además han salido de su sufrimiento gracias a este espectáculo— sonrió dejándonos ver mil dientes en su boca feliz y aplaudió haciendo eco por todo el lugar —bueno ya puedes ir a todos los juegos de este lugar, comer lo que quieran y ¡Disfrutar!
Todo dio un cambio drástico, paso de un ser el teatro de un circo a un lugar lleno de juegos mecánicos que, a simple vista, se veían más que defectuosos, oxidados y exageradamente peligrosos; vendían telas de araña como algodón de azúcar, otros vendían ojos, dedos, uñas... era completamente aterrador.
Pero lo más aterrador de todo era que esas personas se veían sin un alma, con los ojos como dos agujeros infinitos que no podías ver absolutamente nada en ellos, no se podía reconocer emoción alguna a pesar de su sonrisa que parecía pegada a su rostro, era solo vacío.
—No entiendo nada— Jeremith dijo mirando a todos lados —¿Cuál es el reto aquí?— hizo la pregunta que todos nos hacíamos y recibió la atención de todos —debemos hacer algo para poder salir de aquí.
Empezó a caminar y lo seguimos, entre todos los monstruos y personas deformadas o vacías hasta llegar a una puerta enorme de hierro evidentemente imposible de mover manualmente.
—Ni siquiera puedo ver a través de ella— una de las hadas se acercó y la toco y de la nada apareció el monstruo a nuestro lado haciéndonos saltar del susto.
—Se supone que el circo y la diversión están por allí— señalo y pudimos ver su cara de enojo la cual cambió a una sonrisa cínica —¿Podrían alejarse de esta puerta?, Por favor— ladeo su cabeza aún con la sonrisa —estoy siendo muy amable con todos.
—¿Qué hay allí dentro?— me atreví a preguntar.
—Créeme, no lo quieres saber, Andrés.
—Sí, realmente sí quiero saberlo— dije firme —ábrela o lo haremos nosotros.
—¿Me estás amenazando?— había sorpresa y diversión vivas en sus palabras —ya veo, no los culpo, ustedes no saben con quién están hablando— hizo un ademán con su mano —dejaré pasar esto, aléjense o no le gustará nada, ni lo qué hay allí ni lo que puedo llegar a ser yo— con esto desapareció por la misma puerta sin necesidad de abrirla.
—Hay que abrirla.
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