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Capítulo 36

Al despertar vi todas las hadas volar y jugar felices en el cielo, estrujé mis ojos y cuando intenté levantarme me di cuenta de que no estaba en el suelo, que volaba un poco más abajo de ellos y que había una gran distancia entre el suelo y yo. Miré a todos lados y vi a algunos de los chicos jugando en el aire con las hadas y Andrés estaba alejado de ellos sentado sobre el grifo y me ve sin expresión alguna, característico de él.

Veo un chico pasar cerca de mí y lo llamó.

—¡Ey!, ¿podrías bajarme?— le pregunto algo incómodo y él me da una gran sonrisa.

—¡Claro que sí, capitán!

Frunzo el ceño y me tomó de la mano guiándome al suelo y poniendo mis pies sobre la tierra y le agradezco para luego verlo irse y un grupo de hadas se paran frente a mí.

—Le agradecemos con estas armas por liberarnos de nuestro cautiverio en esa horrible magia oscura— un señor de barba larga chasquea los dedos y frente a mi aparecen diferentes tipos de armas y lo primero que llama mi atención es un cuchillo con una forma muy extraña que tiene una cadena colgando del mango donde se sostiene —Ese es el Kyoketsu Shuge que, con su largo alcance, combinado con la punta cortante, tiene la capacidad de atacar o enredar a un enemigo a una distancia segura. También puede ser usada para enredar en la cadena la espada del oponente y arrancarla de sus manos.

Cómo si fuera hecha para mí la siento más cerca y la tomo en mis manos observándola detenidamente para luego moverla en mis manos y alejarme para lanzarla frente a mí y mientras la sostengo con una de mis manos el aro con la otra muevo la cadena haciendo que gire a mi alrededor y de una manera impresionante que todos me ven con asombro mientras jalándola hacia mi tomo el mango del cuchillo en mi mano sonriendo para luego verlos y acercarme mientras todos aplauden.

—Eso fue maravilloso. Observe estos otros— dice acercando a mí un gran arco —este es un arco, es utilizado también para peleas a distancia, sus flechas son infinitas y van directamente impulsadas a aquel blanco que desees.

Andrés se pone a mi lado y el arma flota hacia él quien la toma y la prueba alzándose en el aire para lanzar una de las flechas hacia un árbol que acaba atravesando y de la nada desaparece y está junto al arco nuevamente, observó a Andrés el cual le da una sonrisa de satisfacción al arco y golpea con su palma el lomo del grifo alejándose, mi mirada volviendo a las hadas frente a mí.

—Por último, están estas— muestra dos cuchillos idénticos —son llamadas Wing Chun o espadas mariposas son de combate a corta distancia, son muy filosas y fáciles de llevar a todo lugar— ellos la extienden a mi junto una bolsa.

—¿Esto que es? — pregunto curioso antes de abrirla.

—Esas son Shuriken, pensamos que sería mejor agregar estos a las espadas mariposas ya que podrían servirle de batalla a larga distancia, solo deben lanzarla a su objetivo el cual si atinan la puntería podrán hacer grandes cortes y heridas con ellas.

Miró a Alex que juega con otras hadas y lo llamó el cual baja con facilidad y se para a mi lado, cuando le entregó eso sonríe y se va a enseñarles a los demás con emoción.

—Les agradecemos a ustedes por colaborar con todo esto.

—Son merecedores— asienten con una sonrisa —si nos disculpan— ellos vuelan alto y yo me quedo en mi lugar observando con detenimiento el arma en mis manos.

—Con que lo lograron— levanto mi mirada para ver a la niña parada frente a mí y se sienta.

—Sí, ¿Dónde estabas? — pregunto curioso.

—Eres muy curioso, solo estaba por ahí.

Noté el tono divertido en su voz y solo asentí acariciando con mi dedo la cuchilla de mi arma viendo cómo empezaba a sangrar y rápidamente sano sorprendiéndome, el rostro de la niña se contrajo en enojo arrugando la frente, pero luego sonrió.

—¿Qué harán ahora? — estaba sonriendo tiernamente, pero se escuchaba impaciente y dudé.

—Tú dime, supongo que debemos continuar con los retos, ¿no?, dinos cuál es— la miro por el rabillo de mi ojo volviendo mi mirada a mi arma.

Ella piensa cómo si intentará encontrar las palabras correctas para hablar.

—Pues...— hace como si pensara mirando a la nada y me mira —debes vencer a Greg.

Al decir eso quedé perplejo, debemos vencer a el rey de este lugar, a quien pudo poner a todas las hadas bajo un domo de magia negra en contra de su voluntad, aquella cosa que debe ser más fuerte que todos nosotros.

—¿Hablas enserio?

Ella asiente y suspiro pasando mis manos por mi rostro con desesperación, los chicos vienen a mi lado mirándonos confundidos y todas las hadas nos rodean.

—¿Qué sucede, capitán?— un pequeño hada se sienta en el aire de piernas cruzadas frente a mí y levanto la mirada.

—Debemos empezar a prepararnos para el último reto— digo en voz alta —este será el más complicado de todos y debemos vencerlo.

—Ustedes ya están listos, vamos, podrán con él— la niña insiste.

—¡Necesitamos practicar con nuestros poderes!— uno entre la multitud de hadas grita en desacuerdo con la niña y ella bufa.

—¡Es cierto!, tenemos años sin usar nuestra magia— otra hada grita y todos empiezan a hablar a la vez.

—Oigan oigan— dije muy alto para llamar su atención —vamos a prepararnos, necesitamos hacerlo— miré a la niña que estaba de brazos cruzados tras mío —debemos fortalecernos y mejorar en lo que hacemos para poder todos juntos vencerlo.

Veo cómo todos se quedan viéndome con atención y luego salen volando para practicar entre ellos su modo de batalla y miró a la niña confundido.

—¿Quieres ayudarnos o arruinarlo todo?— la molestia en mi voz es notable.

—Quiero ayudarlos, pierden tiempo practicando ¿no confías en mí?— ella susurra la pregunta triste.

—Confío en ti, pero ¿qué crees que haces? Debemos reforzarnos para poder vencerlo y poder salir de aquí— susurro entre dientes.

—Lo siento, sólo quería ayudar— dice antes de desaparecer de nuevo.

Pasó la mano por mi cabello antes de mirar a todos luchar y sostengo mi arma para verla unos minutos y luego empezar a practicar con ella.

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