~Jeremith~

Estaba tan oscuro que al imaginarme una bombilla se encendió una sobre mi lo cual me hizo frotar los ojos por molestia, frente a mí había alguien, los chicos habían desaparecido no había rastro alguno, ni siquiera algún ruido.

—¿Chicos?— susurré suficientemente alto como para que el que estaba frente a mi levantara la cabeza.

Quedé perplejo, era otro yo y eso me asustaba porque ya he visto dos, pero no lo vi pestañear en ningún momento, traté de retroceder un paso hasta que lo vi avanzar hacia mí, su cabeza se arquea a un lado y en un movimiento rápido forma una bola de fuego en su mano con una mirada retorcida la lanzó hacia mí haciendo que me agaché por instinto viéndolo sorprenderse y tomar más ánimo para combatir.

Intentaba esquivar sus ataques a toda costa, pero era muy rápido y algunos de esos llegaban a darme.

—¿Qué sucede, miedocito?— dijo mientras una bola de agua me empujó hacia atrás.

"No soy miedoso, no le temo a nada" me repetía eso tantas veces intentando convencerme de que era verdad y cada vez me sentía más molesto, mi cuerpo ardía y el otro yo empezaba a saltar emocionado de un lado a otro con su rostro demostrando una impaciencia y emoción nunca vista.

—Vamos, vamos— susurraba dándome ánimos —Quiero que saques todo ese poder "elegido"— dijo lo último con un toque de ironía.

Eso fue la última gota que rebosó el vaso, al decirlo mi ira aumentó y el fuego que transmitía mi cuerpo voló por los aires, pero el lugar donde estábamos parecía un domo y el otro yo formo un escudo para protegerse con otra capa de agua dentro. Lo miro furioso para luego acercarme y empezar a golpear su escudo repetitivamente con intensidad hasta romperlo y golpearlo a él, se volvió de fuego lo cual lastimaba mis manos que luego volví de acero haciendo su cara añicos.

—Eres débil— dijo débilmente, pero con una estúpida sonrisa en su rostro.

Apreté los dientes con fuerza volviendo cuchillos mis manos rasgando todo su cuerpo, destrozando todo, esparciendo su sangre y órganos sobre mí y todo el césped. Hice una pausa sentándome cuando se repente alguien cruza su brazo desde atrás de mi cuello y me contrajo hacía atrás con fuerza.

—Como te dije, débil.

Traté de deshacer su agarre, pero cada vez apretaba más fuerte y su brazo cambiaba de forma maltratando más y más mi cuello, sangre empezaba a salir de heridas de mi cuello me convertí en acero tirando mi cuerpo hacia atrás pero no se inmutó y me hice más grande quedando el colgando de mí, lo sostuve en mi mano poniéndolo frente a mí.

—Estos estúpidos retos me tienen harto.

Cerré con fuerza mi mano haciéndolo explotar para volver a mi forma original y sentarme respirando con dificultad, luego de unos minutos siento unas diminutas manos tapar mis ojos y lo empujé a la defensiva volteándome preparándome para volver a combatir pero ahí estaba Lía, mi pequeña hermana viéndome perpleja por haberla empujado para luego empezar a llorar y luego fue mi turno y lágrimas corrían por mis mejillas creyendo haberla lastimado, no entendí cómo llegó aquí pero cuando limpió sus lágrimas me acerqué a ella para abrazarla esos pequeños ojos azules que tanto extrañaba y ese ondulado pelo de oro que mi madre peinaba con tanta delicadeza se veían tal cual los recordaba.

—Hermanito, me lastimas— ella decía mientras lloraba.

—No, eso no es cierto— le sostuve la cara entre mis manos —sabes lo mucho que te amo pequeña.

—Eres una persona mala— vi lo muy asustada que estaba y empezaba a alejarse.

—¡No!, no digas eso hermanita, yo nunca le haría daño a nadie— negué tratando de tocarla, pero ella se alejaba aún más asustada.

—Es que vi que los mataste— lloro más fuerte —hay mucha sangre, hermanito eres malo.

—No, no, no— repetía una y otra vez.

—¡TE ODIO! — Lía gritó fuerte.

Fue tan chillón que mis oídos empezaron a sangrar y ahí me di cuenta de que no era mi hermana, era otro clon y esta vez fue de mi hermana, sabían que no sería capaz de hacerle daño y de su boca salieron serpientes negras para subirse encima de mí, trataba de quitármelas, pero unas que otras lograban sostenerme y apretar con fuerza. Tenía serpientes sosteniendo mis manos y mis pies y una de ellas subía por mi cuerpo hasta mi cuello para de manera simultánea empezar a apretarme.

Ella se acercaba a mí y golpeaba mi estómago uno y otra vez dejándome sin aliento, sangre goteaba de mi boca y comenzaban a salir mis lágrimas de impotencia, porque a pesar de que sabía que no era mi hermana no me atrevía a defenderme, pero estaba molesto, muy molesto y mi cuerpo se convirtió en fuego haciendo que las serpientes huyeran y ella se alejó un poco mirándome amenazante.

—¿Qué pretendes?— susurré apretando mis dientes con fuerza.

—¿A quién le hablas hermanito?— ella susurró con voz tierna.

—¡Ya basta!— mire a otro lado —esto no es justo.

—¿Qué no es justo?

Voltee a verla y estaba frente a mí, de mí misma altura mirándome fijamente.

—No entiendo porque deben incluir a mi hermana en esto, ¿no es suficiente? — tosí y sangre callo a mi mano y se la mostré.

—Ustedes lo saben y a pesar de eso lo hacen, son unos monstruos.

—Uhm...— se convirtió en mi —¿eso crees?— asentí y mi doble río con sarcasmo.

—Haz descubierto otro universo paralelo— la última palabra la decía separándola en sílabas.

Me intentó tomar del cuello, pero le golpeé la mano y lo tomé de su cuello cayendo al suelo mientras lo ahorcaba cambio de forma a mi hermana y eso me hizo molestar más, lo apreté más fuerte mientras se retorcía en el suelo hasta quedar muerta bajo de mí, me levante y convirtiendo mi mano en un cuchillo le cortó la cabeza y se abrió una puerta, salí y estaba la niña viéndome con emoción y Andrés solo desviaba la mirada mirando a todos lados menos a mí.

Creo que vieron todo...