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Capítulo 27

~Aniel~

Habíamos despertado y el cielo seguía igual que cuando nos fuimos a dormir, la chica nos dio ropa más cómoda para luego empezar a caminar en busca de las hadas.

—¿Cómo son las hadas?— mi curiosidad empezando a dominarme —¿Son iguales que como nos las pintan los cuentos?

Antes de que la chica dijera algo vi como Alex nos pasaba a paso rápido y sin mirar atrás lo que se me hizo muy extraño y al parecer a los demás igual.

—¡Oye, estúpido! — Jeremith lo llama y él solo nos ve sobre su hombro.

—Me vuelves a decir de esa manera y te mataré, tú y yo no somos amigos— dice sin ninguna expresión formando una bola de fuego en su palma volviéndola a apagar al instante.

Jeremith al igual de confundido que nosotros dijo su nombre, pero la chica lo jalo hacia ella tapándole la boca.

—Ese no es Alex— susurró cerca del oído de Jeremith.

—No podemos dejarlo ir así, podría pasarle algo.

Tomo su mano volteándola a mí —¡Debes hacer algo! — lo señalo mientras lo veo irse entre los árboles.

Ella niega con la cabeza —Ellos volverán, déjenlos— se suelta de mi agarre y sonríe —continuemos— ella empieza a caminar tomando a Jeremith de la mano el cual aún está entre sus pensamientos.

Voy por donde vi a Alex irse tratando de encontrarlo, pero no vi nada, él ya había desaparecido y sentí como alguien puso su mano en mi hombro.

—Vamos hermano, él volverá— escucho la gruesa voz de Andrés y bajó la cabeza —confiemos en ella.

Fuimos con Jeremith y la niña para empezar nuestra búsqueda, estaba preocupado por Alex, yo sé que no era él quien había dicho eso, pero no podía parar de sentirme un poco mal porque Jeremith no se veía nada contento.

—Es un idiota, ¿cómo se atreve? — susurró y fui hacía él hasta quedar a su lado —aún invadiendo su cuerpo, lo está manipulando, Alex está bajo su poder.

Podía ver lo tan molesto que estaba y en base a su fuerte respiración era muy notable que quería hacer algo al respecto, pero no sabía qué o cómo. Andrés llegó a donde estábamos y le dio unos golpecitos en el hombro para continuar caminando, pero unas horas después la chica se detiene de golpe y Saturna se convierte en humana parándose frente a mí en posición de defensa.

—¡Amo, retroceda!— gritó y de entre los arbustos salió un extraño animal.

Era muy inexplicable porque una parte de él parecía ser un hombre lobo, pero sus dientes eran tan largos que no creía posible que pudiese cerrar el hocico, de sus dientes goteaba sangre y sus ojos completamente pintados de un intenso color rojo. Tenía un pelaje del color del sol y cómo había de esperar corrió hacia nosotros lanzándose en el aire, pero Saturna respondió al instante pateando su estómago haciéndolo caer a unos cuantos centímetros de nosotros en sus cuatro patas.

El corrió de un lado a otro tratando de confundirla y desequilibrarla, corrió cayendo encima de ella intentando alcanzar la cara de Saturna con sus dientes mientras ella lo sostenía con fuerza, ver eso me molesto tanto que sin pensar le di una patada en la cara y ella lo lanzó hacia arriba para que al llegar abajo enterrar su mano transformada en una gran espada cortándolo por la mitad. Lo vimos mientras jadeábamos del cansancio y susto.

Saturna se dio la vuelta a mí y sonrió, le devolví la sonrisa, pero al mirar sobre su hombro vi cómo se volvían a unir sus partes dejándome estupefacto, miraba sin parpadear y Saturna me ve confundida.

—Amo, ¿Sucede algo?

Lo vi correr rápido hacia nosotros y lo único que llegué a hacer fue empujar a Saturna con fuerza hacia donde estaba Andrés, caí al suelo con esa cosa sobre mí, mis manos sangraban por sostener el hocico de la bestia con fuerza cortándome con sus dientes. Un gran destello empezó a iluminar el lugar y al mirar de reojo veo a Jeremith acercarse a nosotros y tomarlo del cuello mirándolo fijamente a los ojos, era una mirada fría y llena de odio y molestia que intimidó a la bestia de inmediato haciéndole emitir un quejido como un cachorro pequeño e indefenso.

—Fuera de nuestro camino.

Dijo mientras lo lanzaba lejos y se escurrió entre los arbustos que había salido entonces él me brindó la mano para ayudarme a levantar y la acepté para luego ver lo inmóvil que se quedó la chica sin ninguna expresión en el rostro, volteo a ver a Andrés y Saturna corre a mi abrazándome, tomando mis manos.

—¿Está bien amo?, ¿Le duele mucho?— preguntaba con desesperación y yo solo asentí con una sonrisa fingida tratando de aguantar el dolor en mis manos.

—Dame tus manos— Jeremith las toma pasando uno de sus dedos por mis heridas con un poco de fuerza haciéndome gemir del fuerte dolor que sentía.

Veía correr la sangre en mis manos hasta que deja de doler y me sorprende, el cierra los ojos y de sus manos brota agua que ayuda a limpiarlas y al verlas parece como si nada les hubiese ocurrido, levanto la mirada hacia él el cual ya había abierto los ojos y soltando mi mano, da media vuelta dándonos la espalda.

—Sigamos— dice antes de empezar a caminar seguido de la chica.

Andrés y yo volvimos a mirarnos y él se encogió de hombros empezando a caminar tras de ellos y Saturna me tomó de la mano para caminar a paso rápido para alcanzarlos, estuvimos en silencio todo el camino, nadie se atrevió a entablar alguna que otra conversación y la tensión se esparcía por todo el aire hasta que nos detuvimos frente a una gran oscuridad, no lograba ver ni siquiera los árboles que seguían, lo único que veía era cómo se separaba la luz que nos transmitían la luna y las estrellas de la profunda oscuridad. La niña sacándome de mis pensamientos dijo:

—He aquí, su próximo reto.

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