Mientras él se me acercaba yo retrocedía unos pasos, pero sin aviso alguno saltó hacia mí apuntando con la navaja a mi ojo derecho, lo que reaccioné rápidamente y tomé su mano con dureza para detenerlo, traté de moverla a otro lado, pero la retenía fuertemente acercándola cada vez más a mí.

Estaba tan nervioso que sentía mi sudor gotear por mi cara, cerré los ojos con fuerza tratando te alejarlo de mí y abro los ojos de golpe sintiendo adrenalina, furia y fuerza correr por todo mi cuerpo. Teniendo la navaja entre mis dedos le di vuelta mientras miraba mi mano sangrar y de un rápido movimiento enterré todo el cuchillo en su cara y empecé a moverlo dentro sin piedad mientras él se retorcía de dolor, saco el cuchillo y lo entierro en su garganta para luego darle una patada mandándolo lejos viéndolo desangrarse y sonrío, pero empiezo a entrar en razón mirando el escenario sorprendido, mis manos temblaban mientras goteaba la sangre de ellas.

Estaba perplejo, no podía mover ni el más mínimo músculo de mi cuerpo, mis piernas se debilitaron y caí de rodillas al suelo sosteniendo mi cuerpo con mis manos. No pensaba con claridad y solo lo único que veía era sangre me tape la cara con mis manos en frustración.

—Esto no puede ser cierto, no es cierto, no es cierto— decía una y otra vez clavando mis dedos en mi cabeza —Esto debe ser un sueño, no soy así, este no soy yo.

Abrí los ojos y vi mi rostro en el charco de sangre y aunque yo no lo estuviera en el reflejo veía cómo sonreía de una manera tan sádica y malvada que me lancé hacia atrás rápidamente arrastrándome, mirando a todos lados, pero ya no estaba nada: la sangre, el niño, el árbol. No había nada y estaba todo completamente oscuro.

—¿Dónde estoy?

Me pregunté a mí mismo levantándome débilmente del suelo a los lejos empecé a ver algo que brillaba y caminé a su dirección.

Al acercarme vi que era una llave, pensé que era la llave de la que se trataba para abrir el cofre y cuando me iba a agachar para tomarla se alejó y así pasó unas tres veces más hasta que escuché una tranquila y relajante voz.

—¿Así que eres el elegido?, ya me lo han dicho mis protectores.

Me tumbe al suelo suspirando de cansancio, estaba tan cansado de decir lo mismo y de que me dijeran que lo soy tantas veces, yo no elegí serlo ni quisiera quería. Veo cómo se acerca una señora de la tercera edad, tenía muchas arrugas y un bastón en mano, venía en mi dirección.

—¿En serio eres él?, un niñato sin ninguna especialidad, fuerza alguna y sin cerebro.

La señora al decir todo eso golpea mi cabeza con su bastón de madera, haciéndome gemir de dolor.

—¿Qué le sucede anciana?

Ella frunce el ceño y vuelve a golpearme en el mismo lugar y me quejo.

—Y ni siquiera respetas a sus mayores, ¿no te enseñan eso en casa niño?— empiezo a ver muchas de ella a mi alrededor —¿Qué quieres? — dicen todas al unísono.

—Se supone que estamos buscando una llave— me trato de levantar, pero vuelve a darme con el bastón.

—¿Que abriría? — pregunta con autoridad.

Me quedo viéndola unos minutos y luego sacó el cofre mostrándolo y ella me mira atónita y se acerca lentamente estrechando su brazo hacia mí y muevo el cofre a un lado.

—¿Sabes dónde está la llave?

Me mira mal y hace aparecer la llave, pero vuelve a hacerla desaparecer.

—Si me das el cobre la abro yo misma— me miraba con un destello en los ojos.

—Si no me das la llave en este momento te arrepentirás.

Luego de decir eso vuelvo a sentir calor recorrer mi cuerpo y veo que mi alrededor se ilumina y la anciana me ve nerviosa y pone la llave frente a ella retrocediendo unos cuantos pasos. Camino a donde está la llave para tomarla y en un movimiento rápido ella intenta quitarme el cofre, pero lo que logra es empezar a quemarse mientras chilla de dolor pidiendo ayuda, el fuego la envuelve, al pasar por mi lado golpeó mi hombro haciendo que el cofre caiga y ella empiece a hacerse cenizas.

La miro mientras tomo el cofre y la llave para abrirla, lo pongo en el suelo abriéndolo lentamente y veo cómo un polvo azul oscuro sale junto a muchos puntos blancos y el cielo se llena de un color oscuro y las estrellas lo iluminan, me preguntaba donde estaba la luna, pero luego empezaron a salir más luces blancas que dando vueltas se unieron para formar una radiante luna llena.

Vi cómo los árboles abrieron nuevamente el paso y animales de la noche despertaban para cantarle a la luna junto a aquel hermoso cielo estrellado. Escuchaba la ululación de los búhos, el grillar de los grillos, el croar de las ranas y el aullar de los lobos.

Me dirijo a donde están los chicos y Alex corre hacia mí lanzándoseme encima.

—Me tenías preocupado, ¡¿Cómo nos dejas atrás?!— dice mientras me abraza y hace berrinches.

—No seas llorón, solo fueron unos minutos— sonrió alejándolo de mí, pero no cede —Ya déjame.

—No quiero— se cuelga de mí y miro a los demás.

La chica corre hacia a mi para abrazarme fuerte.

—Te dije que si eras el elegido.

La vi sonreír e hice lo mismo abrazándolos a ambos hasta que escucho a Saturna decir algo y luego lanzarse encima de nosotros haciéndonos caer al suelo para empezar a reír a carcajadas mientras todos se esparcen en el pasto para quedarnos viendo las estrellas, los chicos preguntaron qué sucedió y les conté todo bajo las estrellas.