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Capítulo 2

Al despertar, lo primero que vio fue a Lía saltando sobre su cama.

—Hermanito, hermanito, despierta, despierta, ¡mami, hermanito ya despertó! —Lía gritó tan fuerte que me levanté y la cargué en el hombro como un saco de papas —¡hermanito nooo ¿Qué haces? bájame por favor! —ella reía divertida y pataleaba mientras él la tenía cargada y la lanzó juguetonamente a la cama, comenzaba a hacerle cosquillas mientras ella reía y se movía sin parar.

—Eso les pasa a los niños que despiertan a sus hermanos —Jeremith bromeó riéndose junto a ella y deteniéndose para dirigirse al baño.

—¡Otra vez, otra vez! —Lía agitada e hiperactiva empezaba a saltar delante de la puerta cerrada del baño tocándola con cada uno de los saltos como podía.

—Tengo que bañarme, luego seguimos jugando, hermanita —se sentía tan bien cuando jugaba con ella porque la veía feliz y eso a él le hacía feliz.

La escuchó irse corriendo fuera de la habitación, tal vez porque su madre la había llamado. La madre de Jeremith era esa mujer fuerte y respetada, que ha podido mantenerlos a los dos y su casa en orden por si sola luego de que su esposo falleciera, él lamentaba tanto ver a su madre llorar, fueron tantas veces, día y noche, que le dolía recordar. Sacudió su cabeza evitando malos recuerdos, se bañó e hizo lo que debía en su habitación para bajar a la cocina donde lo esperaba una Lía muy inquieta.

—No logro entender cómo Lía tiene tanta energía siempre y a todas horas —su madre habló frustrada y él la miró con un poco de diversión, pero veía en ella las tan notables ojeras debajo de sus ojos y lo tan agotada que estaba, como si no durmiera bien en años que hizo borrar la sonrisa en cuestión de segundos.

—Mamá, si quieres puedo quedarme con Lía y tal vez llevarla al parque para que descanses —ya mañana será domingo y no tendré clases por lo que podría aplazar mis tareas para algún momento del fin de semana, ella lo miró dudosa —mamá estaremos bien, necesitas descansar.

Insistí y ella asintió rendida, se fue a su dormitorio y cuando me volteó a ver a Lía, quien ya estaba jugando con el desayuno que había tirado sobre la mesa, me apresuró a quitarle el jugo de las manos antes de que también lo derrame sobre la ella misma y todo el lugar.

—Lía, eso no se hace— le reclamé bajándola de la silla —vamos a limpiarlo— cuando limpiamos la mesa ella me ayudó a lavar los trastes y acabamos con la ropa toda mojada.

La bañé y la vestí, la dejé viendo su serie animada favorita creo que es de una familia de cerdos que les gusta saltar en el lodo, que educativo -nótese el sarcasmo- me fui a cambiar la ropa y cuando volví mi dulce hermanita estaba con mi celular.

—Dame eso— le arrebato el celular de sus manos —¿lista para ir al parque Lí? la miré y vi un destello de felicidad en sus ojos.

—Sí, sí, vamos hermanito— saltó del mueble y se agarró de mi mano. Todo el camino estaba preguntándome sobre cosas que veía en el camino o contándome cualquier niñada que pasaba por su cabeza, ya entiendo a mamá y su cansancio.

Cuando llegamos al parque dejé a Lía con unas amigas jugando en los toboganes y me senté a mirarlas en un banco, me distraje pensando sobre el sueño de la noche anterior, era muy extraño...

Escuché a alguien llorar y fui donde estaba Lía —¿Qué pasó? —miré a la niña llorando sentada en la hierba del parque.

—Yo no fui —mi pequeña hermana se encogió de hombros y levante a la niña del suelo, revisé que estuviese bien y cogí a Lía entre mis brazos para cargarla en mis hombros y llevarla a casa.

Cuando llegamos la bajé de mis hombros y fuimos a ver a mamá, ella seguía dormida, fui a bañar a mi hermana y darle algo de comer para que duerma un poco.

—Por fin logré que se durmiera luego de 3 canciones y 5 cuentos —me tiré en la cama —esta niña es más hiperactiva cada día —me bañé y decidí leer un poco mi libro favorito, mientras leía sentía que estaba muy cansado, no podía tener los ojos abiertos así que me fui a la cama a dormir.

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