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Capítulo 17

~ Jeremith ~

Hacía calor...

Mucho calor.

Abro los ojos y la luz me obligó a cerrarlos nuevamente, al adaptarme siento un fuerte dolor en mi estómago y lo miro.

No creía lo que veía, mi estómago estaba completamente abierto, pero aun así no me asuste ni sentía temor porque moriría, no sentía que moriría, o al menos en ese instante. Por el rabillo del ojo veo cómo alguien se acerca, pero no me muevo.

—Tranquilo Jeremith— esa voz... —todo estará bien.

Una chica con una bata blanca se puso a mi lado y acarició mi pelo y sonrió, tenía el pelo negro y piel clara, comenzó a coser mi estómago y yo no hice algún quejido o al menos le dije algo, sentía que la conocida, no sé de dónde, pero algo en ella me resultaba familiar.

—Bien— observo cada uno de los movimientos que hace con atención—ya está, te puedes levantar.

Fruncí el ceño porque no creía que debería levántame de aquí hasta que eso cicatrice un poco, ella al notarme confundido levantó su mano hacía mí y en su rostro vi una sonrisa hermosa que transmitía tranquilidad y confianza, alce mi mano hacia ella y me levante con cuidado, pero no sentía dolor alguno y la mire confundido.

—Necesitamos salir de aquí, rápido— dijo avanzando el paso.

Estaba tan confundido que hacía todo lo que ella decía, era extraño, toda mi confianza estaba sobre ella por alguna extraña razón.

Salimos del castillo y nos adentramos entre los árboles, la suave y fría brisa de la noche golpeaba su pelo hacía atrás, volví mi mirada al camino y cuando al parecer estábamos lo bastante lejos ella se detuvo y me miró directamente a los ojos, sus ojos negros profundos me hicieron perderme por unos minutos hasta que habló.

—Sabes quién soy, ¿no?

—Yo...— dije mirando a un lado solo para evitar su mirada— no estoy seguro solo sé que te me haces conocida, no es como si pudiese darte alguna respuesta.

Ella rio y yo fruncí el ceño.

—¿Por qué te ríes? — dije mirándola con detenimiento.

—Sabes quién soy, solo no te has dado cuenta— dio media vuelta —vamos tenemos que movernos rápido, él puede olernos aun estando ya lejos como ahora.

—¿Él? ¿Olernos? ¿de quién hablas?

—No hay tiempo, bésame.

Su comentario me dejó totalmente sorprendido, su seriedad y preocupación a la vez me asustaba.

—¿Qué dices?, estamos en peligro y solo... ¿quieres besarme? — estaba perplejo, a pesar de todas las cosas que pasaban no creía qué ocurriría algo asi en este lugar tan loco.

—¡Ash! no entiendes nada, ¿cierto?

Antes de que pudiese decir algún comentario ella se acercó y entrelazo sus labios con los míos y algo me hacía sentir ganas de besarla, la besé sin vacilar. Sus labios se sentían suaves y parecían encajar perfectamente con los míos, poseía un sabor inefable que no me permitía alejarme, al cerrar los ojos veía destellos de colores por todos lados como fuegos artificiales, era hermoso y cuando se tornaban las cosas mejor y decidí sostener su cintura por inercia ella se separa mirándome sorprendida, volteé la cabeza rápidamente a mi derecha algo avergonzado y vi que no estábamos en el mismo lugar, entonces supe que con un beso nos transportó a este lugar, volví a mirarla esperando alguna respuesta.

—Este es mi hogar.

Sus mejillas se tornaron rojas y yo sonreí con disimulo para que no notara nada extraño.

—Bien, quiero que me cuentes todo de esa cosa que me tenía allí con mi estomago abierto y extremidades sujetadas.

Me senté en las gramas y ella hizo lo mismo justo en frente, paso sus manos por su pelo lacio negro y luego se abrazó a sí misma. Algo me decía que no iba a ser nada bueno, pero necesito sacar esas dudas de mi cabeza.

—Él es el rey de este mundo— dudó unos minutos antes de seguir hablando —al crear este lugar era el mejor ser del mundo, era un buen Dios, un increíble rey, pero luego sucedieron cosas terribles.

Ella volteó la cabeza a un lado y yo tenía toda mi atención sobre ella y lo que decía, sin mirarme siguió hablando.

—Él hizo algo indebido que molestó a los superiores y le lanzaron una maldición, su cuerpo se volvió cenizas y se va deshaciendo cada vez más con el tiempo, no puede salir en el día, solo en las noches puede tener libertad. Dicen que una persona, el elegido le llaman, podrá deshacer la maldición.

Volvió a mirarme fijamente a los ojos y dijo:

—Tú, Jeremith, eres el elegido.

Me levanté sin creer semejante cosa, comencé a caminar con mil preguntas más en mi cabeza. Cansado de que este lugar solo se trate de un enigma, más grande cada vez que avanzo, este lugar tiene la habilidad de crearme más dudas en lugar de responderme las que ya tenía.

—Jeremith, ¿a dónde vas?

—No lo sé, pero no quiero seguir aquí.

—Pero si no nos ayudas nuestro mundo acabará destruido,— su voz se escuchaba rota y me detuve —por favor, te lo suplico, sálvanos porque eres el único que puede hacerlo.

Me di vuelta y la miré sorprendido, me acerqué a ella lentamente mientras sus lágrimas salían y recordé ese sueño donde la niña lloraba en el bosque y ahí fue donde me di cuenta de lo que pasaba.

—Espera... ¿tú eres? — la miré a los ojos —eres esa niña que aparecía en mis sueños, ¿cierto?

—Si...— dijo sollozando.

Reí con sarcasmos, no podía creer que la pequeña niña de mis sueños sea esta chica y menos eso de que soy el elegido, es que es algo imposible. Me paso las manos desesperadamente por el cabello cerrando los ojos frustrado y miro el suelo pensativo.

—¿Estás segura de lo que me estás diciendo?

Susurro levantando mi mirada en cambio no mi cabeza, esperando una respuesta y ella solo asintió, me sostuve la cabeza con las dos manos, dolía, ya era mucha información y eso de pensar se lo dejo a Aniel y no sé dónde están ninguno de los chicos.

—Se que es mucho y que necesitas pensar, pero querías respuestas y yo te las di, podrías al menos agradecer o mejor... ayúdanos.

—Aunque no quisiera tendría que hacerlo ya que si no lo hago no podría salir de este lugar.

Me senté en el suelo y cerré los ojos tratando de ordenar mis pensamientos.

—¿Dónde están chicos? — dije en un susurro y suelto un suspiro cansado.

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