Juegos (Segunda parte)
Con sus manos aferradas al trasero del menor, lo subió al lavabo sin mucho esfuerzo, metiéndose él entre sus piernas y pegando sus cuerpos haciendo que ambos se rozaran y el ambiente se caldeara. Era sorprendente como TaeHyung, sin una pizca de vergüenza, adentraba sus manos bajo la camiseta de HoSeok y acariciaba cada rincón al cual sus brazos le permitían llegar. HoSeok, por supuesto no se quedaba atrás, ya que tenía su boca bien ocupada lamiendo y mordiendo cada centímetro de la piel bronceada del castaño.
— Tae... —nombró al menor, pero éste hizo caso omiso enterrando su rostro en su cuello y continuando con sus caricias— Ta-Tae, e-espera —volvió a llamarlo y seguía sin obtener respuesta alguna por lo que tuvo que separarlo de su cuerpo y hacer que lo mirara a los ojos—. Debemos parar.
— ¿P-por qué? ¿Hago a-algo mal? —preguntó con la respiración acelerada.
— No, no es eso, es que... si continuamos no creo que pueda parar.
— ¿Qué quieres decir, hyung? —HoSeok bajó su vista hasta sus pantalones y el castaño lo siguió, volviendo a subir la vista para luego bajarla nuevamente, así varias veces hasta llegar a comprender a qué se refería su mayor.— O-oh —HoSeok rió al ver el rostro acalorado de TaeHyung tornarse aún más rojo.
— Está bien, habrá tiempo —dio un último beso sobre sus labios y lo ayudó a bajar del lavabo—. Además, no quiero que nos pillen por culpa de tus gritos.
— ¿Mis gritos? ¿Por qué debería de gritar?
— Mejor no preguntes, sólo hazme caso, gritarías —TaeHyung se encogió de hombros y acomodó la ropa del pelinegro para luego hacerlo con la suya también—. Salgamos, creo que ahora me toca seguir teniendo esa conversación incómoda con Jin Hyung —suspiró y TaeHyung le dio algunas palmaditas en la espalda.
— Yo te ayudaré a cubrirnos —TaeHyung alzó su puño y gritó un efusivo "fighting".
[...]
La noche cayó en aquella casa cuando después de una lluvia de preguntas por parte de Jin, había dejado a la nueva pareja hecha polvo y acostados en la cama de la habitación. Ahora la pregunta era: ¿los había descubierto? No realmente, ya que ambos habían resistido bien con la excusa de que TaeHyung había soñado que besaba a alguien y lo confundió todo. Pero, ¿fue creíble para Jin? Claro que no, algo había detrás y conocía a TaeHyung cuando éste mentía y en esa ocasión lo hacía, estaba seguro y no tardaría con dar la verdad de todo aquello.
Él sabía que no tenía por qué actuar tan sobreprotector, pero le era imposible no serlo. Tanto TaeHyung como JungKook, para él eran sus bebés, los cuales tenía que cuidar, porque claramente si él no lo hacía nadie lo haría. TaeHyung era un chico demasiado inocente incluso para su edad, aunque tuviese la misma que Jimin ambos estaban en diferentes niveles; claramente sus mentes no iban a la misma velocidad de razonamiento. Y por otro lado, JungKook sólo era un crío, el cual tenía un hermano inservible y por ello debía ser él quién lo cuidara de todo y de todos.
Esa misma noche llegó el novio de la madre de Jin y los tres salieron a cenar, por lo que NamJoon y YoonGi aprovecharon para salir a tomar el fresco antes de que llegaran. Tantas horas encerrados los estaba volviendo locos y más cuando ninguno de ellos acostumbraba a quedarse más de una tarde encerrados en sus casas. Eran chicos de calle, por lo que era comprensible lo desesperados que estaban por salir al menos un par de horas. HoSeok y TaeHyung aprovecharon para dar una vuelta y así compartir un rato juntos y a solas, mientras que Jimin y JungKook se quedaban en casa a jugar algunos juegos.
— ¡Lo tengo! ¡Es una patata!
— ¿Una patata? ¿Tiene esto pinta de ser una patata? —elevó su papel con el dibujo estampado y lo acercó al rostro del menor— ¡No es una patata!
— Hyung..., eso es una patata.
— Kookie, no es una patata, es una fresa —JungKook permaneció algunos segundos callado hasta que rompió a carcajadas—. ¡No te rías, es una fresa y parece una fresa!
— No insistas, hyung, eso no es una fresa.
— ¿Ah, no? Bien, y según tú, ¿cómo es una fresa? —el menor le arrebató el papel y comenzó a dibujar tal y como debería ser la dichosa fresa.
— Así —el papel frente a los ojos del mayor lo obligaron a callar cualquier otra queja y tragarse el orgullo que aquella maldita fresa había tumbado. ¡Eso sí que era una fresa!
— ¡Aún así era una fresa! Y como no la has adivinado, gano yo.
— Hyung tramposo... —JungKook hizo un puchero. Sabía que simplemente era un tonto juego y que ganara Jimin no lo mosqueaba en absoluto, pero era tan competitivo que ni por un simple y estúpido juego podía aceptar bien la derrota.
Y más sabiendo que ganó por sus malos dibujos, los cuales no se acercaban a la forma que las tarjetitas pedían.
— Está bien, acepto la derrota —dijo con sus brazos cruzados y sus ojos posados en algún punto que no se acercara al mayor; su pequeño orgullo había sido destrozado por dibujos que hasta un niño de guardería habría dibujado mejor.
— Bien —Jimin, con una sonrisa en los labios, gateó hasta el otro lado de la alfombra que había en la sala y apoyó su espalda contra el sofá—. No vale negarse —advirtió y JungKook simplemente negó con su cabeza—. Quiero verte... sin nada.
JungKook no reaccionó como Jimin habría querido, pues no había entendido claramente a qué se refería, así que avergonzado por no saber qué hacer, mordió su labio y susurró en su dirección— No entendí, hyung —Jimin soltó alguna que otra risa, que más que divertida sonó nerviosa.
— Sin ropa, Kookie, sin nada que te tape —los cachetes pálidos de JungKook no tardaron en tornarse de un fuerte color rojizo.
— ¿Si-sin ropa? —el mayor asintió y le hizo un gesto con la mano para que se acercara— H-hyung, no sé si...
— ¿Te avergüenza que te vea sin ropa? —terminó preguntando, ya que entre los balbuceos de JungKook y sus frases sin acabar, sentía que no llegaba a ninguna parte.
— Un poco —musitó comenzando a morder sus uñas como solía hacer cuando éste estaba nervioso o avergonzado.
Jimin apartó su mano para que dejara ese mal hábito y le sonrió cuando sus ojos conectaron unos segundos antes de que el menor los desviara. Con ambas manos entre las suyas, lo atrajo para que quedara más cerca y no dudó en coger los extremos de su camiseta color rojo y deslizarla hacia arriba, obligando a JungKook a levantar sus brazos para terminar de sacarla.
Suaves y delicados dedos recorrieron aquella hermosa piel a ojos del chico castaño. Era tan suave que Jimin sentía tocar la más costosa y delicada seda bajo la yema de sus dedos, y como aquella delicada piel se erizaba con su contacto, contacto el cual quiso probar desde sus propios labios. Es por eso que acercó su rostro y, con sus ojos cerrados, besó la blanquecina piel del menor. Sin contentarse aún continuó con aquellos delicados besos, subiendo por todo su torso hasta llegar al cuello y dejar un último beso antes de pasar a uno más sucio, uno que al succionar dejó una roja marca.
— ¡Auch! —se quejó el menor llevando su mano a la zona marcada— ¿Qué me has hecho?
— Acabo de poner una advertencia.
— ¿Una advertencia?
— Para que nadie se acerque a lo que es mío.
— ¿Soy tuyo?
— Sólo mío —JungKook permaneció tocando la zona mientras asimilada las palabras, desde la advertencia hasta ser de alguien. ¿Era bueno pertenecer a alguien? ¿No sonaba eso como un objeto? ¿Cómo los juguetes que poseía en su cuarto?
— ¿Soy como un juguete o una mascota?
— ¡No! —sorprendido por la extraña pregunta del menor, no dudó en agarrar su cintura con firmeza y mirarlo directo a los ojos— Kookie, tú no eres ningún juguete, mascota o cualquier otra cosa. Tú eres JungKook, el niño que me ha hecho enloquecer de tal forma que haya retirado mis principios y dejado llevar. Sólo te quiero a ti, a nadie más; no necesito más, sólo tenerte a mi lado. Y quisiera que tú me vieras igual. Es por eso que dije que eres mío, porque no quiero que nadie más te tenga.
— ¿Y mis padres? ¿Y mi hermano? ¿Y Jin hyung?
— Ellos también te quieren... bueno, no sé si decir lo mismo de tu estúpido hermano, pero te quieren, y yo también lo hago, pero no de igual forma.
— Como lo que hablamos en el tren.
— Exacto.
— ¿Entonces hyung también es mío?
— Completamente —JungKook sonrió asimilando todo por segunda vez, porque a pesar de que lo habían hablado, para él no todo quedó demasiado claro, era confuso y no terminaba por comprender algunos términos. "Pero ya aprenderé más", se dijo.
El menor se inclinó con sus manos apoyadas en los hombros de Jimin y besó sus carnosos labios con movimientos lentos y suaves. Jimin aprovechó aquel acercamiento para continuar recibiendo su premio por haber ganado, empezando por bajar la cremallera del pantalón y bajar hasta sus rodillas, ya que JungKook seguía apoyado en ellas mientras lo besaba. Sin previo aviso llevó su mano directa al pequeño bulto entre las piernas y acarició sobre la tela. El pelinegro dejó de besarlo, separándose un poco para mirar asustado a los ojos rasgados del mayor.
— No tienes por qué temer —dijo delicadamente Jimin acariciando una de sus mejillas—. Te prometo que te gustará.
Obteniendo sólo un asentimiento por parte del pequeño, volvió a acercar su mano a la zona sensible, y con toda su palma sobre el miembro del menor, comenzó un vaivén lento que obligó al menor a fruncir el ceño y cerrar sus ojos fuerte.
— ¿Te gusta? —preguntó dudoso, lo último que quería era obligarlo.
— Mmh —con la sonrisa en los labios del castaño, dejó de producirle placer por unos minutos y bajó la ropa interior de un tirón, dejando al descubierto el pequeño miembro de JungKook—. N-no lo mires ta-tanto.
Jimin rió por el tierno rostro del menor, pues tenía ruborizadas hasta las orejas y tras mostrarle una sonrisa llena de confianza, decidió sacar del todo el pantalón y bóxer, agarrando sus corvas y colocando sus rodillas a los costados de sus propias piernas.
— Eres tan bonito que nunca me cansaría de dejar de observarte.
— Suena muy acosador.
— Entonces seré tu acosador —dio un ligero beso y ambos sonrieron—. ¿Me das tu permiso? JungKook asintió dejando salir una risita tonta que lo obligó a ocultar su rostro en el cuello del mayor.
La mano diestra del castaño reanudó sus caricias sobre el miembro de JungKook, sólo que esta vez el contacto era directamente, sintiendo el calor y cómo con unas simples caricias se puso erecto ante su tacto. JungKook se aferraba a la camiseta de Jimin con fuerza cuando aquellas punzadas en su vientre lo hacían encogerse de placer, un placer nuevo para él. Y nada desagradable.
— H-hyung... —jadeó sobre el cuello del castaño, quien ya tenía sus pantalones bien apretados por culpa del menor— A-ah.
Jimin siguió con sus movimientos, ahora más acelerados, mientras se deshacía bajo aquel delgado cuerpo. Sus gemidos, jadeos y su inocente voz mandaba descargas directas a su miembro, comenzando por dolerle cada vez más, pero hacer disfrutar a su pequeño se hizo prioridad ante todo y no terminaría hasta que el viscoso semen del menor llenara su mano.
— H-hyung, n-no aguanto —Jimin besó la mejilla del menor y susurró las palabras que provocó que JungKook terminara por descargarse.
Pasados los minutos JungKook pudo recuperar su respiración y terminó reincorporado para poder mirar el rostro de la persona que acababa de hacerle una masturbación, pero tan rápido entendió lo que acabaron de hacer, escondió nuevamente su rostro. Sólo que esta vez contra el pecho del castaño. Jimin sonrió ante el gesto y lo obligó a mirarlo nuevamente.
— Está bien, no hicimos nada malo —acunó su rostro entre sus manos una vez las limpió con el papel que usaron para borrar lo que pintaban en la pizarra y besó la punta de su nariz.
El menor se levantó del regazo de Jimin y comenzó a vestirse bajo la atenta mirada del mayor, terminando por levantarse él también e ir al baño de esa misma planta para lavar sus manos con agua y jabón. Al volver, JungKook ya estaba vestido y recogiendo del suelo el juego.
— Kookie —lo llamó y el nombrado giró su rostro—. Nada.
Había tantas cosas que Jimin deseaba decirle que a la vez no encontraba la indicada con la cual comenzar. Igual tampoco tuvo tiempo de planteárselo, pues en ese mismo momento unas llaves entraron en la cerradura de la puerta principal y ambos corrieron con todo hasta la última planta.
Jimin había pasado de atormentarse a disfrutar de su pequeño, y aunque aún no estaba seguro de si hacía bien o no, lo dejaría pasar hasta que el día de su castigo llegara, porque él sabía que en algún momento tendría que pagar por usurpar el cuerpo de un niño, por llenarle de pensamientos que quizás, para su inocencia, aún no estaría listo y, sobretodo, por ser el hermano pequeño e hijo de los Kim.
Nada sonaba bien, pero sí lo que recibía y recibirá hasta que todo termine, pues Jimin lo quería y se lo había susurrado antes de que JungKook se descargara en su mano.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro