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Calor


— Baja la voz o nos van a oír —le indicó NamJoon a su novio mientras lo besaba por el cuello y su mano jugueteaba dentro del pantalón.

Con cada gemido de Jin, NamJoon ya podía anticipar cómo los demás chicos iban despertando uno por uno y terminaban por pillarlos en mitad del acto.

El cómo habían llegado a esto fue por decisión de Jin, aunque parezca al revés. Pero el mayor, en mitad de la noche mientras todos descansaban, movió un poco su cuerpo para acomodarse mejor y algo entre los pantalones de NamJoon chocó con su trasero. Al final, entre el bulto apretando sus nalgas y los pensamientos sucios, terminaron saliendo afuera y, contra el frío metal del vagón contiguo, el castaño enroscó sus piernas alrededor de su novio y comenzaron una batalla de lenguas.

El rubio bajó los pantalones de Jin con algo de dificultad, por supuesto su novio lo ayudó, y cuando su miembro estuvo al descubierto, NamJoon hizo lo mismo con sus ropas. Pasó su palma por el miembro erecto de Jin y lo frotó mientras volvía a sus labios para volver a besarlos.

— Más... más... más rápido —susurró el castaño en su oído, intentando hacer caso cuando éste le había dicho de bajar la voz, y aunque le costaba, lo intentaba.

Dejó el miembro del mayor y se concentró en dilatar su entrada. Tenía ganas de tener su palpitante miembro dentro, caliente y estrecho, amaba esa sensación y ya la echaba de menos.

NamJoon y Jin eran como conejos, lo suyo era cosa de constancia, no había día que no lo hicieran y cuando fallaban un día, era porque claramente no se habían visto. Quizás por un castigo del rubio o por otros motivos sin importancia, pero rara vez fallaban. Desde que hicieron este viaje su calendario había cambiado tanto que su cuerpo pedía a gritos entrelazar sus cuerpos cuando se dirigían miradas o tenían algún acercamiento. Los comía por dentro, pero debían ser pacientes y saber que no estaban solos.

Así es como Jin se calmaba, pero no NamJoon, mientras el castaño se auto controlaba las hormonas, el rubio entraba en una encarecida guerra contra ellas, donde le costaba la misma vida mantenerlas a raya.

El menor de los dos enterró su miembro dentro de Jin y éste gimió fuerte de dolor. "Quizás la preparación no fue suficiente", pensó él, pero ya era demasiado tarde, estaba dentro y no pensaba salir cuando su cuerpo era consumido por el mayor placer que su mayor le proporcionaba.

Entre estocadas algo violentas, los jadeos y los gemidos –que NamJoon ya no podía acallar–, Jin terminó viniéndose mucho antes del tiempo normalizado— ¿Ya? —preguntó algo sorprendido el rubio.

— Lo siento, de verdad estaba muy caliente —NamJoon rió por su comentario y continuó embistiendo para que él pudiera descargarse también. El chico hundió su rostro en el cuello de su novio cuando se vino dentro de él y se dio el respiro de recuperarse. 

— Volvamos dentro —el rubio asintió poniendo a Jin con los pies devuelta al suelo, luego ambos se subieron la ropa y compartieron una mirada en cuanto acabaron—. Me siento sucio.

— ¿Sucio? No te hagas el santo ahora y menos delante mío.

— No, idiota, me refiero a sucio de suciedad.

— Oh. Sí, es un poco asqueroso, pero en cuanto lleguemos a casa de tu madre nos duchamos, y bueno..., lo que surja —acarició su mejilla con la yema de sus dedos y se fue acercándose hasta posar un tierno beso.

— No tenemos remedio —Jin le devolvió el beso entre sonrisas cálidas y agarrados de la mano volvieron al interior del vagón.

Como había ocurrido antes, al abrir el portón algunos cuerpos se movieron por el ruido, pero dejaron de hacerlo en el mismo momento. Los enamorados gatearon hasta quedar junto a los demás y se envolvieron en un abrazo bajo la manta que les pertenecía.

— Buenas noches, bonito —apartó unos mechones de pelo de su rostro haciendo que Jin se ahogara en dulzura. Cuando quería, NamJoon podía ser un chico demasiado dulce y era una pena que pocas personas conocieran esa faceta suya.


[...]

El traqueteo del tren provocó que todos despertaran, incluyendo YoonGi, el cual de por si costaba lo suyo despertarlo. HoSeok pegó un brinco asustado y se puso en pie de un salto, lo malo que terminó cayendo cuando el tren comenzó a moverse. JungKook, a pesar de lo adormilado que estaba, no pudo evitar echarse unas risas a su costa.

— ¡No te rías, mocoso! —el chico asustadizo se tiró encima del menor y comenzó a molestarlo entre cosquillas y golpes fingidos, que claramente eran suaves. Las risas entre esos dos llenaron el pequeño habitáculo, provocando que otros rieran y uno en concreto, se molestara.

— Bueno, parad ya, ¿no? —las risas acabaron provocando un silencio, silencio que no gustó a ninguno y por ello el castaño se llevó todas las miradas.

— ¿Y a ti qué te pasa? —preguntó HoSeok no muy contento por el tono que había usado.

— Nada.

— Alguien se levantó con el pie izquierdo —comentó YoonGi.

— ¡L-lo digo porque alguien podría oírnos! —exclamó Jimin.

— Sí, al igual que te han podido oír a ti ahora mismo —respondió HoSeok.

— Está bien, entonces callémonos todos.

— Bien.

— Bien.

Ambos chicos bufaron y se apartaron las miradas. Jimin volvió a acostarse y escondió su rostro bajo la manta, en cambio, HoSeok se quedó sentado mirando a un lado como si todas aquellas miradas y la actitud de Jimin no lo molestara. Pero claramente lo hacían.

— Tengo hambre —dijo JungKook entre tanto silencio incómodo. Más que hambre lo que quería era romper con aquel silencio que se sentía como afiladas agujas rodearlos por todos lados.

— Comamos, entonces.

Las horas fueron sumándose a aquel nuevo día, igual no había comenzado muy bien pero para algunos aún había esperanza de que eso cambiara. Mientras los mayores jugaban a algún juego de palabras para matar el tiempo, los tres más pequeños hablaban sobre temas triviales, aunque JungKook, más que hablar, escuchaba.

— No son lo mismo los calcetines normales que los de pelitos, claramente estos últimos son como andar en una nube, suaves y cómodos.

— Sí, Tae, pero te digo que esos no se pueden usar en verano. A menos que quieras que se te derrita el pie.

— Eso sería divertido.

— Tae..., perderías el pie —la divertida mueca de Tae cambió rotundamente en cuanto se dio cuenta de la realidad.

— Eso ya no es tan divertido —Jimin negó rodando los ojos y guardó silencio a la espera de que a su amigo se le ocurra un nuevo tema, aún más estúpido si pudiera—. Por cierto, ¿qué ocurrió con la última chica que se te confesó?

— ¿La qué...?

— Sí, la chica ésta del pelo corto y que está en la clase de al lado, la que se pasa todo el descanso en la biblioteca.

— S-sí, ya recuerdo —Jimin miró de reojo a JungKook, quizás esperando algún cambio en su pequeño rostro, pero para su desilusión no encontró nada nuevo, sólo el mismo gesto apacible desde que habían comenzado a hablar.

— ¡Pero no te quedes callado!

— ¿Qué quieres que te diga?

— Quiero que me cuentes.

— Ay, que fastidioso eres.

—Lo sé —TaeHyung sonrió y apoyó sus codos en sus piernas cruzadas y recargó su barbilla entre sus puños.

— Simplemente le dije que no estaba interesado en ella, le sentó mal y comenzó a llorar. Odio cuando lo hacen, ¿sabes?

— Es que hieres sus sentimientos.

— ¿Y yo qué culpa tengo? No puedo elegir quién me gusta y quién no.

— Buena respuesta... —TaeHyung se quedó un momento pensando antes de volver a soltar palabra— Y a todo esto, ¿quién te gusta?

El monosílabo musitado por Jimin fue lo único que salió de él después de que el ambiente se sintiera recargado y pesado. Él bien sabía que no tenía secretos para su mejor amigo TaeHyung, pero también sabía que no podía decirle que estaba colado por un crío de 13 años y que justo lo tenía a su lado, mirándolo fijamente sin ningún tipo de expresión.

¡Maldición! ¿Por qué a veces resultaba tan difícil captar las emociones del pequeñajo? ¿Qué significaba esa mirada sin expresión? ¿Qué le decían sus ojos cuando no podía ver nada a través de ellos? Sólo era un niño, y por lo que sabía Jimin, los niños solían tener todo tipo de expresiones. ¡¿Qué niño no las tenía?! Eran fáciles de entender cuando se sentía rodeado por ellos, pero desconcertado cuando se trataba de JungKook.

— No me gusta nadie —terminó por responder. JungKook dejó de mirarlo y volvió su vista al frente.

— Lo dudo —se cruzó de brazos el mediano, pero decidió no preguntar más, pues el rostro de Jimin claramente se veía algo molesto y no quería ser él quien hiciera estallar la bomba.


[...]

El tren se detuvo pasada la hora, y como hicieron la vez anterior, esperaron unos minutos más para evitar posibles problemas; ya que los atraían como imanes. El primero en salir fue HoSeok, mirando a sus costados sin avistar a nadie, el resto lo siguió segundos después. Recogieron todo, y con las mochilas cargadas en sus hombros –como era costumbre ya–, salieron de aquella estación de carga. Al principio les costó, pues ésta, a diferencia de la anterior, estaba aún más controlada. Pero después de haber atravesado un bosque sin orientación y haber sido prácticamente secuestrados y amenazados por unos vándalos, aquello no fue nada.

— Tendremos que andar bastante para llega hasta allí, así que nada de descansos o se nos echará la noche encima —advirtió Jin después de señalarles unos edificios que se veían a lo lejos.

Todos, conformes con las palabras del mayor, comenzaron a caminar bajo aquel abrasador sol, que para cuando recordaron el frío que habían pasado en ese tren, desearon volver atrás en el tiempo. Jimin apartó el sudor de su frente y jadeó cansado, más por el calor que por la caminata, pero como había mencionado Jin, no tenían tiempo de descansar. Alborotó su propio cabello y apartó sus cansados pensamientos de su mente.

— ¿Quieres agua, hyung? —JungKook, quien permaneció a su lado en todo el camino, lo miró algo preocupado.

— Estoy bien, Kookie, pero gracias —Jimin le sonrió y volvió su vista al frente.

— ¿Qué haremos cuándo lleguemos? —preguntó YoonGi.

— He pensado que entraré yo primero y esperaré a que ella salga de la casa para meteros. Si veo que no sale, provocaré que lo haga, no os preocupéis.

YoonGi satisfecho por la respuesta que le habían dado, asintió levemente mientras imaginaba llegar a esa casa y tomarse una buena ducha relajante, luego comer hasta reventar y finalmente dormir en una mullida y cómoda cama. El hecho de que fuera o no fuera a ser así, en ese momento poco le importaba, era feliz con aquellos pensamientos y lo mejor, le daban las energías que carecía para terminar aquel tramo de camino.

— ¡Llegamos! —exclamó TaeHyung clavando sus rodillas en el cemento de la calle.

— ¡Maldito calor! ¡Y lo peor es que aquí hace mucho más! —lo acompañó NamJoon.

— Es normal, nos hemos ido alejando poco a poco de la montaña —aclaró Jin lo evidente—. Busquemos un taxi.

— Un taxi... Nunca creí que esa palabra pudiera sonar tan bien. —YoonGi ayudó a levantar a los que se habían arrodillado y, con todos de pie devuelta, buscaron el bien recibido vehículo.

No más trenes, no más trayectos a pie. Ahora se merecían ese coche, el cual deseaban que tuviera aire acondicionado y que los llevaran a su destino evitando más problemas de por medio. Con la casa de Jin de su lado, se sentían más tranquilos, pues, ¿qué malo podría ocurrir? Ya nada les dejaba con esa incertidumbre, pero hasta el lugar más seguro puede volverse inseguro en cuestión de momentos.

Ninguno sabía qué podría ocurrir, ni dónde o cuándo pasaría, pero la duda ahí quedaba.




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Me he tardado con este, lo sé, pero entre que han venido mis primos, el que me he ido a cenar y la flojera que me ha entrado después de comer... pff jajaja sorry.

Bueno, soy humana y tengo debilidades (?) Y un sueño que ni yo misma me lo creo. Así que doy por terminada aquí la maratón, mi cama me espera *-*

Besitos y dulces sueños a todas/os, os quiero :3 <3

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