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Capítulo 5.- Contigo

Hola querido y bello lector💙, disculpa si te llegaron las notificaciones de este capítulo varias veces, wattpad estaba fallandome y no podía subirlo, se atoraba, se subía incompleto, en fin, después de estresarme un montón, creo que ya quedó. Tuve que borrarlo todo y empezar de nuevo. 

Amiga jessinmyworld gracias por tu apoyo aún cuando te despierto con  mis mensajes de madrugada diciéndote que ya escribi algo nuevo, lo aprecio muchísimo. Y a ti, querido y bello lector, muchísimas gracias por tus visitas, divertidos comentarios y hermosos votitos, lo aprecio mucho y te tengo en mi corazón. Esta es una historia completamente distinta a lo que yo escribo, así que espero que la disfrutes tanto como yo. Esta es una nueva y bonita experiencia. 

Espero que este capítulo te guste, te lo dejo con mucho cariño. Se despide dejándote besos y abrazos:

💛💕Di💕💛


Despierto lentamente, parpadeo despejando mi cabeza; por unos momentos pienso que todo lo que pasó lo soñé, no recuerdo haberme sentido feliz nunca, al menos no desde que me arrancaron de mi familia.

Miro a mi alrededor, estoy en una cómoda cama enorme y de sábanas blancas, estoy desnudo pero no tengo frío porque Balton está a mi espalda, tengo dudas en si me está abrazando por querer tener un gesto amable, o solo lo hace para que no vaya a escaparme. Sea cuales sean sus motivos, es agradable, me siento bien.

Miro con atención la habitación, está completamente ordenada, al parecer todo está en su lugar, es un lugar grande y agradable.

¿Qué se supone que debo hacer ahora?

Tal vez solo debo irme. Me muevo despacio, creo que Balton está muy dormido, es ahora o nunca. Me muevo para soltarme de su agarre, pero a penas muevo un músculo, él me aprieta a su pecho y gruñe.

—Ya me voy.

No estoy muy convencido de querer irme, pero tal vez es lo mejor.

Balton no me responde, pero pasa su barba por mi hombro y luego besa y muerde mi cuello. Si empezamos otra vez, no vamos a parar nunca y creo que mi fuerza de voluntad no durará mucho.

El gruñe otra vez y no sé por qué pero es como escucharme a mí mismo y me resulta gracioso, por lo que sonrío ampliamente mientras niego con mi cabeza me pongo de pie. Esto es tan extraño, yo no sabía que podía sonreír y menos así.

Balton me imita y también se pone de pie. Estoy consciente de que ambos seguimos desnudos, pero no me incomoda en lo más mínimo.

—Trae tu culo aquí. —Balton camina hacia mí y me toma de la muñeca, de un tirón me hace caminar con él. Y yo pensando que era el único sujeto brusco en la vida, ahora sé lo que siente Shanik cuando me la paso gruñendo por todo lo que hace.

Juntos entramos a la ducha; ahora que hay tanta luz, admiro la belleza de su rostro. Su mirada verde es como la de un felino, que puede ser apacible y salvaje al mismo tiempo.

—Ya me voy, no tengo por qué hacer lo que se te de tu puta gana.

Mi voz es lo más agresiva posible, pero creo que le vale un carajo, en vez de enojarse me sonríe, abre el agua de la regadera para dejar el agua correr sobre nosotros y con fuerza sujeta mi rostro y me besa salvajemente.

Cuando recobro la fuerza de voluntad lo empujo bruscamente, pero me toma de la muñeca y me hace una llave de forma dolorosa, pasando mi brazo hacia mi espalda. Inmediatamente pone su otra mano en mi estómago aprisionándome más fuerte y siento sus dientes mordiendo mi piel, su barba raspa por el camino de besos salvajes y toscos y mi respiración se vuelve agitada de nuevo.

Después me da la vuelta otra vez y poniendo las manos en mi trasero me levanta del suelo, mis piernas rodean su cadera y su boca arremete contra mi cuello.

Me ha hecho cambiar de opinión con respecto a querer irme. Mierda.










—¿En serio sabes cocinar? —Pregunto tratando de esconder una sonrisa estúpida. Estamos en la cocina. Es amplia y la mayoría de los utensilios y muebles son blancos y negros.

Balton me mira de soslayo desde donde está cocinando. Lo veo meter una cuchara de madera en la mezcla que tiene al fuego, después acerca la cuchara hacia mi boca, contiene un poco de un guiso de lo que sea que esté cocinando.

—No soy una puta princesa para que me des comida en la boca —reniego y señalo lo que ha dejado en la estufa— ¡Se va a quemar esa madre que tienes en el fuego!

Pero Balton me mira sin moverse de enfrente de mí, solo enarca una ceja y acerca de nuevo la cuchara a mi boca.

—Imbécil. —Aclaro ese punto primero y ya qué, obedezco y abro la boca para probar lo que sea que me está dando. El sabor me agrada, aunque no tengo ni la más remota idea de lo que es; por lo menos creo que no es veneno. Se siente algo así como entre picante y dulce.

Balton me interroga con su mirada, sin necesidad de decir nada. Quiere saber si me ha gustado.

—Puedo comerlo... —Comento y trato de limpiar mi boca, ya que el muy idiota casi me embarró con la cuchara.

Sin previo aviso Balton toma mi rostro con la mano que tiene libre y lame de forma seductora y caliente la comisura de mis labios donde yo me estaba limpiando. Joder, si no fuera por el hambre atroz que tengo, me iría de nuevo con él a la cama. Yo soy la pólvora y él es la jodida chispa que me enciende en menos de un segundo.

Balton no es de muchas palabras, pero no las necesita, puedo notar que confía en mí aunque no entienda los motivos. Sé que es importante entender esto y medir las consecuencias, pero no en este momento, creo que esto es lo más cercano que podré llegar a sentir algo de felicidad, después de todo, el final feliz no se hizo para tipos como yo. Así que solo me queda aprovechar este momento y disfrutarlo lo más que pueda.















Balton me está mirando con curiosidad, supongo que quiere saber qué carajo estoy pensando.

—Estoy pensando en todo y a la vez en nada —respondo tomando el último bocado de alimento, y tiene un rato que estamos en la mesa del comedor juntos y estoy satisfecho; ayer no comí nada, lo olvidé por completo y hoy moría de hambre— Balton hay algo que quiero saber...

Él no me responde, pero alza sus cejas y asiente con su cabeza, poco a poco me voy aprendiendo sus gestos, él habla sin palabras la mayoría del tiempo, sin embargo, esta vez lo haré hablar, hay cosas que realmente quiero saber.

—¿Sabes todas las historias que se dicen de ti? ¿Cómo le hiciste para ganarte el miedo de la gente? ¿Qué tanto es verdad? —Hago todas mis preguntas, con Balton sé que solo habrán dos opciones; la primera es que no me responderá nada, la segunda es que me dirá la verdad. Sé con seguridad, que no me mentirá.

Él se pone de pie en silencio y me señala el camino a su habitación, inmediatamente me pongo de pie y lo sigo, esperando con ansias escuchar su ronca voz.

—Soy un asesino, no lo lamento, soy lo que soy. Eso sabe la gente también, pero no soy un demente, no asesino por diversión. Lo hago por trabajo, por defenderme, no lo hago por placer; sin embargo cuando lo hago, lo hago bien y la mayoría de las veces lo disfruto y mucho.

De un mueble de caoba negro, en la esquina de su habitación, saca dos royos como de tela gruesa y los lleva hacia su cama. Vienen atados con una cinta negra y la suelta extendiendo ambas telas.

Una tiene una variedad de cuchillos y navajas de distintos tamaños, la otra es más pequeña y tiene unas diez jeringas con líquido. Este es el tipo merca que Lance da a Romex para vender a los distribuidores.

—Los cuchillos son lo mío —toma uno de tamaño mediano, sus ojos brillan admirando el filo de la hoja—, yo sé perfectamente cómo causar dolor intenso a una persona y también cómo dar muerte en un solo movimiento.

Después, me mira y me empuja contra la pared más cercana, apoya su cuerpo en mí y el filo del cuchillo está en mi garganta, puedo sentir la adrenalina correr por mi sangre al tener la presión de la hoja filosa en mi piel. Su rostro se acerca al mío, me tiene inmovilizado entre la pared y su mano con el cuchillo.

Me besa intensamente, invade con su lengua dentro de mí, tan salvaje como siempre, incluso muerde mi labio inferior saboreándome. Mi respiración se agita de nuevo, no entiendo qué carajo me pasa, esto me gusta cada vez más.

Cuando el beso se termina se desliza hacia mi oído y me muerde otra vez. Necesito que continúe con su historia, si sigue besándome así, enviaré mis dudas a la mierda y follaré otra vez con él.

—Continúa con lo que estabas diciendo. —Mi voz no sale del todo segura, el bulto en mi pantalón me dice que no quiero que se detenga.

Él me sonríe, da un apretón a mi culo y devuelve el cuchillo a su lugar.

—¿Me vas a decir o no? —Me cruzo de brazos y finjo estar molesto o no me va a decir nada.

Luego estira su mano y me aprisiona por la espalda, muerde mi cuello otra vez, cierro los ojos y hago un sonido de placer. El muy cabrón sabe cuánto me gusta. Le patearé el culo... Bueno, tal vez después, por ahora solo quiero que siga besándome. Y así, pegado a la piel de mi cuello comienza a hablar de nuevo, entre que me muerde y chupa mi piel caliente.

—Hace tiempo, un par de hijos de puta incendiaron una cafetería porque los dueños eran unos ancianos que no tenían dinero para pagarles cuota. Los encerraron allí y los dejaron morir entre las llamas.

Su agarre es fuerte, ahora me lleva hasta la cama y estoy boca abajo, toma uno de sus cuchillos como si hiciera dibujos en mi piel. Siento el filo y luego su lengua, estoy muy quieto dejándome llevar por esta nueva forma de sentir placer y pongo atención a su historia.

—Esa pareja daba auxilio a los mendigos de la zona, eran solo unos ancianos que no tenían la gran cosa y tenían una vida muy jodida, pero aun así eran felices. Admiro esa cualidad en las personas, no es común conocer personas acostumbradas a vivir en la mierda y conservar un espíritu noble. Esos ancianos no merecían esa muerte.

Sus palabras me recordaban mucho a mi amiga Shanik, ella es así, siempre buscando el lado positivo a esta jodida vida.

Con sus manos, tira de mi pantalón para quitármelo, es la única prenda de vestir que tenía puesta, me mueve a su gusto y no sé por qué carajo lo permito. Toma la cinta de sus cuchillos y con velocidad ata mis manos a mi espalda, no me dio tiempo a evitarlo.

—Suéltame, idiota.

No me responde, pero escucho su risa erizando mi piel. Así como estoy de espaldas tira de mis manos atadas hacia atrás de forma dolorosa, obligando a mi cuerpo a levantarse y ahora estoy recostado sobre su pecho y el cabrón sigue tirando de mis manos, luego, sin soltarme, una de sus manos se mueve hasta mi carne dura y aprieta de forma exquisita. Joder, cuando empieza el vaivén con su mano en mí y al mismo tiempo tira de mis manos hacia atrás, siento una mezcla desconocida de placer y dolor al mismo tiempo. Me lleva el carajo con este hombre, me hace a como se le da la pinche gana y a mí me gusta. Estoy idiota yo también.

Jadeo, gimo, ya no se qué puto sonido estoy haciendo, los movimientos de su mano son más firmes y rápidos, si sigue así me voy a correr. Entonces sigue hablando, contándome su historia y trato de ponerle atención entre el frenesí que me da todo este placer.

—Enfurecí cuando supe la muerte de los ancianos, busqué a los cabrones responsables, uno a uno y me aseguré de que supieran lo que era el dolor y el miedo antes de respirar su último aliento. Ellos eran seis.

—Creo que hasta yo lo hubiese hecho... —Mi voz es muy baja, tengo que morder mi labio inferior para disminuir los sonidos que quieren salir de mí.

—El punto es, que nadie sabía mis motivos para cazarlos. Así que la gente de Romex pensó que yo lo hacía por simple placer y gusto.

Por su historia, creo que empiezo a entender mucho más de él. Mi respiración se acelera tanto que el oxígeno me disminuye entre dolor y placer. Giro mi rostro y Balton aprovecha para besarme. Entonces exploto, sin poder evitarlo me corro en su mano; mi cuerpo hormiguea por su toque, mi piel ansía sus rudas caricias, esto es completamente nuevo para mí. Me deshago y él me rehace de nuevo.

—Lo disfruté Irán. Cada una de esas muertes la disfruté y mis cuchillos también. Y entré a trabajar con Romex en un buen puesto, yo era justo lo que él estaba buscando. Desde entonces, suelo desaparecerme de la vista de todos y la gente por sí misma empieza con sus historias. La gente ve lo que quiere ver Iran.

Balton desata mis manos y me recuesto en la cama, necesito un minuto para recuperarme.

—¿Y estas? —Pregunto alzando levemente con mi mano, a su colección de drogas que están ahora cerca de mí.

—Esas las utilizo muy de vez en cuando. Tengo distintas dosis, como las que usé anoche contigo —sonríe y yo lo miro molesto—, tengo otras que son de relleno y un par que son letales.

—No entiendo para qué las tienes.

Giro y me envuelve entre sus brazos, esta vez me besa de forma suave y lo agradezco, todavía no me repongo del todo.

—Las drogas son más que nada por decoración. —Balton se encoge de hombros— Romex piensa que vivo aquí y de vez en cuando viene a revisar mis cosas cuando piensa que no estoy o que no me doy cuenta, así que los cambio de lugar o de vez en cuando dejo los cuchillos manchados con sangre de algún imbécil con el que ajuste cuentas por ahí, eso alimenta las historias tétricas sobre mí sin necesidad de invertir esfuerzo en ello.

Eso me resulta interesante y me pregunto si podría distraer de alguna forma similar a Lance, para poder buscar a mi mamá.

—¿Entonces esta no es tu casa?

Balton se pone de pie y comienza a enrollar de nuevo la tela para guardar todo lo que me mostró.

—Sí. Esta casa es mía. Pero tengo otras más que nadie conoce. He juntado el suficiente capital para irme de toda esta mierda. Me va bien con Romex, pero ya empieza a ser hora de ir por mi propio camino.

Regresa hasta mí y se recuesta en la cama conmigo sobre él, me inclino a besarlo, no siempre haré lo que él quiera. Beso su cuello y ahora a mi manera, le devolveré todo lo que ha hecho en mi piel.










Después de tener de nuevo un increíble sexo, tomamos otra ducha y ya tengo por lo menos un pantalón puesto. Ahora quiero seguir escuchando cómo ha logrado todo el respeto y libertad que tiene, me urge saberlo, tal vez algo de esto me sirva para encontrar a mi madre. Pero tocan a la puerta y Balton se pone alerta de inmediato.

—Escóndete y no hagas ruido. —Al hablar ya va caminando a toda prisa.

No obedezco y lo sigo con sigilo, me quedo atrás, espiando por una esquina. Veo que Balton abre la puerta y la figura de Romex es lo primero que aparece, pero está todo golpeado, a penas y puede estar en pie.

Es ahí que alguien lo empuja y quejándose cae al suelo. Balton alza la mirada irradiando furia. Sus manos hechas un puño. Él no porta ningún arma y está sin camisa igual que yo, no tiene forma de defenderse y lo sabe, así que con cautela da leves pasos hacia atrás en silencio, mientras los perros de Lance entran a la casa, son muchos, hasta el momento cuento a ocho pero sé que afuera deben de haber más.

Todos apuntan un arma hacia Balton, pero le tienen cierto temor, incluso desde donde estoy puedo notarlo, están nerviosos.

Ahora veo que entra Curtis con un ojo morado y el labio partido, de seguro por los golpes que Balton le dio anoche. Detrás de él, entra Lance caminando con la superioridad que lo caracteriza.

Se detiene frente a Balton y enarca una ceja de forma prepotente.

—Creo que tienes algo que es mío.

Mierda se refiere a mí. Shanik tiene razón, si se entera que soy gay y que tengo algo con Balton, se pondrá como un demente celoso y le hará daño a mi madre. No estoy listo todavía para esto. No tengo más que pistas inconclusas sobre su paradero, no puedo dejar que le haga daño, he soportado tanto tiempo toda esta vida de mierda, como para perderla ahora. No puedo permitir que Lance me encuentre, no así. No me importa lo que me haga a mí, pero si le hace daño a ella por mi culpa nunca voy a perdonármelo.

¿Qué hago?

Estoy pensando tan rápido como puedo y una idea viene a mi mente. Me apresuro y voy de regreso a la habitación, tomo los dos royos de Balton y corro con ellos hacia el baño y cierro la puerta.

Desenrollo cada uno y los miro. Saco uno de los cuchillos y cierro los ojos al momento que rasgo mi muñeca izquierda. Me hago un corte largo que va casi de la muñeca al codo.

Me muerdo los labios con fuerza, soportando las ganas de quejarme por el dolor que corre por todo mi brazo. Mierda, esto duele un infierno.

La sangre escurre por mis dedos y gotea por el suelo. Miro a todos lados, preso del miedo de perder a mi madre. Alzo mi mirada y encuentro mi reflejo en un espejo, entonces me doy cuenta de que no me veo herido para nada. Un simple corte no es lo que "El Sanguinario" haría conmigo. Lance no va a creer en mi farsa y mi madre terminará muerta.

Cierro mis ojos un momento ¡Joder! Siento el dolor hasta el hombro. Mi frente suda y la sangre que gotea ahora mancha mis pies. Así que recuerdo las palabras de Balton: La gente ve, lo que quiere ver.

Con mi mano presiono mi herida y más sangre se derrama al suelo y yo la riego un poco más con mis pies; luego camino hacia los cuchillos y con solo tocarlos, las gotas que caen de mi mano los han manchado, ahora pensarán que Balton estuvo jugando a ser un carnicero conmigo.

Pero no es suficiente, necesito que crea que estoy en reales problemas. Se supone que "El Sanguinario" es letal.

Trago saliva ante lo que mi mente piensa, me detengo frente a la tira de jeringas. Balton dijo que tenía distintas dosis de drogas aquí.

¿Cómo saber cuáles son las letales?, todas lucen iguales para mí.

Escucho ruido y pasos acercándose, es momento de decidir. Las miro un momento más y tomo una de las que están en el centro. Joder, espero no morir.

Ya están muy cerca, no veo otra salida. Si llego a morir, Lance pensará que Balton terminó conmigo, así que no veo motivo para que hiera a mi madre. Solo la lastimaría si supiera que me he hecho daño solo para huir de él.

Bien, está decidido, no tengo más tiempo. Entierro la aguja en una de las venas de mi brazo bueno y presiono el émbolo para que el líquido entre en mí.

El mareo es casi instantáneo, pero no es como anoche, esta vez mi pecho duele como si estuvieran aplastándome. No puedo respirar bien, el oxígeno se vuelve escaso.

Mis piernas fallan y caigo al suelo, jadeo tratando de obtener un poco más de aliento, no puedo hablar, mis ojos se entrecierran y todo empieza a girar.

—¡Pendejo, te dije que no te metieras con el sanguinario! —Veo fugazmente el rostro de Curtis, mueve mi cabeza pero no puedo responderle nada. Mi voz no funciona. Si voy a morir y pudiera hablarle una última vez, le diría que se fuera a la mierda.

El imbécil me levanta del suelo y casi cae junto conmigo, así de inútil es.

—¿Qué le hiciste? —Lance está más que furioso, toca mi rostro y abre uno de mis ojos, creo que se ha dado cuenta que tengo una sobredosis de drogas en mi sistema.

Balton llega detrás, su rostro se descompone de su típica máscara de asesino cruel y despiadado, veo en su mirada algo que podría interpretar como desconcierto, preocupación y dolor. Nadie más lo nota pues van cargando conmigo y yo siento que ya no puedo mantenerme despierto, todo ha empezado a oscurecer.

Balton tenía la razón. La gente ve lo que quiere ver. Ellos ven a un asesino despiadado y yo solo veo a alguien que no desea ningún mal para mí y yo le he fallado.

Cierro mis ojos, el oxígeno dejó de fluir... Ahora vuelvo a donde siempre he pertenecido, la oscuridad es lo único que hay para mí.


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