Capítulo 4.- Ciego
Entre un torbellino de sensaciones extrañas, lentamente comienzo a recobrar el sentido. La cabeza me sigue dando vueltas... No sé qué me pasó, me siento desorientado y mis ojos arden levemente.
El estruendoso ruido de un disparo me despierta por completo, estoy dentro de un vehículo que se mueve bruscamente de un lado a otro, encerrado en la cajuela; un disparo la atraviesa, la bala pasa tan cerca de mi pierna que trago saliva, aquí dentro no puedo moverme tanto. Palpo mi ropa y no están el par de pistolas que traía en los bolsillos del pantalón.
—¡Mierda!
Me quejo cuando el automóvil gira y me golpeo en el hombro y la cabeza, luego otra bala atraviesa y zumba cerca de mi oído; estiro mi mano hacia mi espalda, con una cinta traigo un arma escondida, la tomo; estos cabrones no me van a matar sin que les dé un tiro primero.
Antes que pueda disparar escucho el ruido de las llantas derrapando sobre el asfalto y la unidad gira bruscamente, el movimiento hace que me golpee de nuevo y de forma violenta el automóvil se detiene y escucho disparos cercanos.
Por uno de los agujeros que dejaron las balas, espío hacia afuera y observo a Balton disparando. Dos autos venían tras él y en uno ya todos están muertos. Los del otro automóvil disparan hacia él pero no parecen muy hábiles, los idiotas se quedaron sin balas.
Balton no lo duda ni medio segundo, a paso firme camina hacia ellos, los tres hombres salen de la unidad y quieren luchar contra él, pero sus esfuerzos son muy patéticos, porque al primero que intentó hacer algo, le lanzó un cuchillo que se incrustó en su frente, sin dejar de caminar va por el otro y con su puño lo golpea en el rostro tirándolo al suelo; de un movimiento brusco gira su cabeza y le quiebra el cuello.
El tercero es un cobarde y huye asustado hacia donde estoy, Balton lanza una pequeña cuchilla que se entierra en su pierna izquierda y cae al suelo con un grito de dolor.
Con rostro inexpresivo Balton viene por él, lo levanta por el cabello y estrella su cráneo contra uno de los cristales de su automóvil, lo sé porque escucho el vidrio crujir y hacerse pedazos.
—¡Espera! —grita el hombre con el rostro ya ensangrentado, Balton lo arroja hacia el asfalto, puedo verlos otra vez.
—¡Nos dijeron que en este auto venía nuestro encargo, pero no sabíamos que eras tú!
—Lo que hay en mi automóvil no es encargo de nadie, imbécil.
—¡Iran! ¡Solo queremos a Iran!
¡¿A mí?! ¡¿Por qué carajo me quieren a mí?! Ni siquiera conozco a estos tipos.
—¿Quién lo quiere?
El hombre no contesta y Balton le da una sacudida que lo aterroriza y comienza a hablar de nuevo.
—Lance.
Responde, pero no conozco a estos tipos, no creo que sean gente de Lance.
—¡Mientes, cabrón!
Al parecer Balton tampoco le cree y no sé de dónde carajo saca otro cuchillo y hace gritar al hombre cuando lo apuñala en el estómago.
—Está bien, te diré...
La voz ahogada del hombre me daría lástima, si no fuera porque venían tras de mí.
—Iran es la mejor arma de Lance, siempre está a su lado y nos elimina como moscas, debemos matarlo...
El hombre cae de rodillas al suelo, Balton lo sostiene de la camisa para que no caiga al suelo por completo.
—Lance se cree el amo de toda la merca, preferimos que Romex se haga cargo del negocio, pero tenemos que eliminar a Lance primero y para eso, tenemos que dejarlo sin armas.
Mierda, no sabía que alguien había puesto precio a mi cabeza, ahora todos los matones que odian a Lance van a querer borrarme del mapa.
—Pierdes tu tiempo —Balton arroja al tipo al suelo—, así que dile a tu jefe, que sus deseos me importan una mierda.
Comienza a caminar, lo veo acercarse más hacia donde estoy.
—¡Si no lo matas ahora, Lance acabará contigo cuando empiece a buscarlo!
Balton se detiene al escuchar la voz del hombre en el suelo.
—¡Mátalo, Sanguinario! ¡Mátalo y acabaremos con Lance! ¡Es la única forma de vencerlo, tienes que matar a su protector!
Veo que Balton tiene otro cuchillo en las manos, sin embargo no se ha movido todavía. Así que el hombre insiste.
—¡Lance sabe que tú tienes a Iran! Yo mismo se lo dije, ahora tienes que matarlo antes que te encuentre con él. Te obligaré a que lo elimines.
Veo la furia recorrer el rostro de Balton, levanta al hombre del suelo y lo arroja sobre su propio automóvil, el hombre se queja de dolor al caer. Balton pone su zapato en la garganta del tipo y hace presión allí.
—En mis asuntos, no permito que nadie se meta, imbécil.
Lo veo presionar su garganta hasta que el tipo deja de moverse. No entendí lo que quiso decir con eso, no sé si el tipo está muerto, lo que sí sé, es que Balton viene hacia mí y no voy a permitir que siga conmigo, si Lance me encuentra con él, esto será una guerra y Lance juega sucio, si se lo propone lo matará y será mi culpa.
Disparo hacia la cerradura, la pateo, abro la cajuela y salgo.
—Aléjate de mí.
—No hemos hablado aún Iran, no puedes irte.
—¡¿Acaso no escuchaste?! ¡Lance va a matarte! No puedo seguir aquí.
—¿Y por qué te importa si viene a matarme? ¿Hay alguna razón en particular por la que te interese que siga con vida?
—No tengo que contestarte nada— tomo otra de las pistolas escondidas en mi ropa y le apunto amenazándolo—. No te acerques a mí o no respondo.
—¿Vas a matarme tú? ¿No quieres dejarle ese privilegio a Lance?
Él sigue caminando hacia mí, me lleva el carajo, no puedo dejar que Lance me vea con él, si aparece aquí, no vendrá solo y dudo mucho que Balton pueda con todos ellos, son demasiados.
—¡Detente o me obligarás a dispararte!
—No.
Definitivo, él es tan testarudo como yo, terco en extremo, no tengo otra opción. Debo detenerlo por mí mismo o Lance le hará daño. Balton acelera sus pasos hacia mí y me siento acorralado, mi respiración se agita y mi pecho duele con la culpa, pero no puedo hacer otra cosa, así que aprieto el gatillo, le disparo en un costado, como la vez anterior, le disparo solo para detenerlo, pero en cuanto mi bala llega a su destino, él cae al suelo.
Yo nunca fallo en mis tiros, no entiendo lo que pasa, Balton está en el suelo y no se mueve, ¡¿Qué hice?! ¿Lo maté?
Mis latidos se aceleran y siento una horrible sensación recorrer todo mi cuerpo, mi frente suda, mis manos tiemblan. Estamos solos, la calle desierta, la noche demasiado oscura y yo aquí, contemplando lo que he hecho, ni mis pies me responden, estoy paralizado.
—¿Balton? ¿Estás bien? —El silencio es mi respuesta, él no se mueve ni un milímetro— ¡Mierda, no quería matarte!
Grito en frustración mientras me muevo, finalmente puedo moverme, yo no quería matarlo, solo quería detenerlo para que Lance no le hiciera daño, soy tan estúpido.
—¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda!
Camino hacia él, guardando mis armas en lasfundas que hay colgando en mi cinturón, cuando estoy a su lado me inclino y toco su cabello; siento culpabilidad y no entiendo el motivo, él es solo otro asesino, no debería de importarme, pero lo hace, no me entiendo a mí mismo, esto es muy confuso.
Mi mirada se dirige a su costado y no veo sangre, pongo mis dedos en donde debería estar la herida y siento la protección de un chaleco antibalas.
—¿Qué carajo....?
—Vine preparado para nuestra pequeña fiesta privada.
El muy cabrón me hizo pensar que lo había asesinado, al momento en el que habla toma una de mis manos.
—Eres un hijo de...
Balton tira de mí y caigo al suelo y él queda sobre mí.
—Quiero respuestas Iran.
Gruñe y su voz amenazante hace que un escalofrío de temor recorra mi cuerpo, sus ojos verdes fijos en los míos, una de sus manos apresando mis muñecas, odio ser tan delgado en este momento, él tiene más fuerza que yo, pero eso no me detendrá.
—No te diré nada.
Estoy furioso porque me engañó, es un idiota, me hizo creer que lo había asesinado. Molesto me empujo hacia adelante y con mi frente golpeo su rostro para aprovechar su distracción y ponerme en pie.
Saco una de mis armas y ahora estamos frente a frente, él con un cuchillo en las manos y yo apuntándole.
—Dime porqué me dejaste vivo la otra vez y te dejaré ir tranquilo Iran.
—No salí contigo para que tú también me des órdenes ¡No tienes ningún derecho sobre mí!
Estoy harto, cansado y hastiado de recibir órdenes una tras otra; la sangre me hierve de coraje y le disparo tres veces más, le disparo al pecho donde sé que lo protege el chaleco antibalas que trae puesto. Sé que no lo mataré, pero aún con el chaleco puesto, las balas duelen como el carajo, incluso dejan moretones en la piel.
Respiro agitado y molesto, tal vez ofendido, no lo sé. No quiero pensar más en esto. Balton se dobla por el dolor en su pecho y me doy la media vuelta.
—Me largo de aquí.
Pero no puedo evitarlo, no sé por qué pero giro levemente para verlo, siento culpa de nuevo por haberle hecho daño, a veces no puedo controlar mis arranques, carajo tendré que disculparme; giro por completo para decirle que lo lamento, pero ya no está donde lo dejé. Tal vez es lo mejor, nuestros caminos fueron opuestos desde siempre. Él y yo no podríamos estar juntos, además lo más seguro es que él quiera matarme ahora ¿por qué querría estar cerca de alguien con tantos problemas como yo?
Salgo de mis pensamientos, cuando un cuchillo golpea mi pistola y por reflejo la suelto, el arma cae al suelo. Lo busco con la mirada y veo que Balton viene caminando hacia mí, su rostro no me refleja nada bueno, es impredecible como yo, me mira con enojo mientras se acerca con una mano en su estómago muy seguramente por el dolor en su cuerpo y la otra mano la trae hecha un puño.
—Mátame o te llevaré conmigo, ya estoy cansado de tu actitud.
—¡No voy a hacer nada que tú quieras!
Él llega hasta estar muy cerca de mí, amenazante, silencioso, analizándome.
Empiezo a caminar en reversa sin dejar de mirarlo con coraje, odio cuando me presionan así, lo detesto. No sé por qué lo dejé vivo, no quiero pensarlo, no quiero decirlo, no quiero saberlo, no quiero responderle.
Hay un árbol, ahora estoy encerrado entre él y Balton, está tan cerca de mí que no entiendo por qué no lo empujo lejos. Está oscuro aquí, pero aún así puedo ver con claridad sus ojos verdes, son grandes y misteriosos, creo que él tampoco sabe que rayos hace aquí conmigo, su mirada me dice que está molesto pero al mismo tiempo que está en conflicto consigo mismo.
—Hablaremos en otro lado, donde no nos interrumpa nadie.
Respiro agitado, trago saliva, no creo que sea una buena idea.
—No voy a ir contigo a ningún lado, así que vete.
—No te estaba preguntando si querías ir conmigo. Era solo un aviso.
Él me pega a su pecho, al mismo tiempo que siento una aguja atravesar la piel de mi cuello. No vi que traía una inyección en una de sus manos, no puedo creer que soy tan idiota para que caer con esto... de nuevo.
Mis piernas pierden fuerza y mis ojos se cierran casi de inmediato, siento sus brazos alrededor de mí, sosteniéndome con cuidado y pronto me duermo. Soy un estúpido, tuve la oportunidad de irme y no supe aprovecharlo...
Mi respiración es pesada de un inicio, pero la incomodidad va pasando de a poco, mi cabeza se mueve hacia los lados en contra de mi voluntad, pero es a causa del mareo que tengo, necesito un momento más.
¡Balton! Finalmente mi mente recobra el sentido completamente y lo recuerdo todo. Me remuevo tratando de tocar mi cabeza pero estoy entumecido... No, no estoy entumecido, estoy atado a una silla.
—Despertaste.
La voz de Balton me indica que está frente a mí ahora mismo. Creo que tengo un talento innato para meterme en problemas, por lo menos me dejó despertar, bien pudo haberme arrojado a un río.
Me remuevo otro poco, mis manos están atadas a mi espalda, mis ojos están vendados. No tengo ni idea de dónde estoy, pero de algo estoy seguro... Nadie sabe mi paradero y estoy a solas con él y me lleva la ventaja ya que me tiene inmovilizado y por si fuera poco, hace rato lo hice enfurecer.
<<Bien, jodida vida ahí te quedas, este cabrón va a matarme>>
Me distraigo de mis pensamientos, cuando siento su mano en mi rostro; en mi mandíbula para ser más exacto. Empujando levemente mueve mi cabeza de izquierda a derecha; no tiene que decirlo, ya sé lo que hace, está inspeccionando los golpes que hay en mi cara, todavía no han desaparecido del todo, fue una buena paliza la que me dieron el otro día, y hace rato no pudo ver mis golpes porque estaba muy oscuro, estoy seguro que aquí si hay luz.
—Pienso... —Balton empieza a hablar con voz moderada y gruesa, al momento que me suelta y da unos pasos alejándose de mí—, que sabías quién era yo, desde un principio y quisiste saber si las historias sobre mí eran ciertas. ¿Estás jugando conmigo Iran?
No le respondo nada, solo me rio sin gracia, negando con la cabeza, su teoría, es una teoría estúpida.
—No encuentro lo gracioso.
Escucho su voz molesta y siento mi garganta estrujarse, con una sola de sus manos está apretándome.
—Risa es lo único que me provoca una teoría tan idiota como esa —respondo con voz ahogada, su agarre casi no deja que yo respire—, quise ir a un bar, eché un polvo con un desconocido y me largué a mi casa. Fin de la puta historia.
Balton me suelta e involuntariamente comienzo a toser.
—Supongo que si eso es cierto, por eso traías contigo seis pistolas de distintos calibres y dos navajas escondidas en tu ropa. Además que me disparaste varias veces hace rato.
Encontró todas las armas que traje conmigo. Intento ponerme en pie, harto de este jueguito suyo y es ahí que caigo en cuenta, que mis pies están atados a la silla.
—No me gusta que me mientan Iran.
Escucho ruido, como si afilara un cuchillo, si la teoría de Shanik es cierta, no solo estoy muerto, sino que será doloroso y muy lento.
—¿Y qué querías que hiciera? ¿Que fuera al bar sin nada con qué defenderme después de que te atravesé con una de mis balas? Y hace rato que te disparé te lo merecías por hacerme creer que estabas muerto.
Mi tono de voz se alza, tan agresivo como puedo, si pensaba que voy a llorar como Curtis en el callejón, o como los tipos cobardes de hace rato, está equivocado.
Siento la punta de un cuchillo en mi pecho, su filo presionando levemente mi piel. No me muevo, me mantengo firme donde estoy, mi rostro alzado retadoramente. Tal vez no puedo defenderme, pero no le doy el gusto a nadie de verme suplicar piedad.
Hay un momento más de silencio y luego un rápido movimiento, con su cuchillo, Balton ha cortado mi camisa en el centro y mis brazos; le da un par de tirones y me la quita por completo.
No me muevo ni hago ningún gesto, estoy callado y muy quieto. Siento su presencia muy cerca, no sé por qué, pero presiento que sigue inspeccionando los golpes que traigo por la paliza que recibí el otro día.
—Lance...
Susurra tan quedito, que a penas y puedo escucharlo. Él sabe que Lance me mandó a dar una paliza por dejarlo vivo, no tengo que decirlo, él lo sabe y de cierta forma me alivia. No sé por qué pero así es.
—¿Por qué me dejaste vivo?
Balton está a centímetros de mi rostro, puedo sentir su cercanía, su cálido aliento rozar mis labios. Sus dos manos están en el respaldo de la silla, estoy prisionero entre la misma y su cuerpo.
—Respóndeme.
Nunca he sido reconocido por ser alguien obediente, además, no tengo ni quiero saber la respuesta a esa pregunta.
Tomo mi decisión y me impulso hacia el frente, mi boca choca con la suya y comienzo a besarlo.
Como si eso fuera lo que él estaba esperando, me recibe inmediatamente, sin preámbulos ni rodeos introduce su lengua en mi boca en un beso salvaje y fuerte.
Hace una minúscula pausa y corta las ataduras de mis pies, ya puedo moverlos y recién me doy cuenta que estoy descalzo, luego me levanta por el brazo izquierdo y vuelve a besarme otra vez. De forma brusca me levanta del suelo y yo rodeo su cadera con mis piernas sin que dejemos de besarnos.
—Desátame.
Solicito al momento que siento que se mueve cargándome entre sus brazos.
—No.
Me arroja de tosca manera y me preparo para el impacto contra el suelo, pero me recibe un suave colchón y antes de que razone bien lo que está sucediendo, él está de nuevo sobre mí devorando mi boca.
Nos besamos con urgencia y la sangre caliente, luego me remuevo un poco para poder respirar.
—Quítame esta cosa de los ojos y desátame.
Insisto de nuevo antes que mi cordura falle, estar a su merced de esta forma, acelera mi ritmo cardíaco y calienta mi sangre y en mis pantalones, mi erección se alza inmediatamente de forma dolorosa, mi pantalón se siente demasiado ajustado.
—No.
Me responde de nuevo y muerde mi cuello, me remuevo tratando de desatar mis manos, pero es inútil. Quisiera concentrarme en ello, quisiera concentrarme en escapar, pero sus manos me recorren entre toscos besos y mordidas. Joder, esto es excitante y adictivo.
Sus manos se mueven por mi pantalón y su boca juega con mis pezones. Sonidos de placer nacen desde mi garganta no puedo evitarlo, me encanta; de un par de tirones mi pantalón desaparece a causa suya.
—Desátame o detente.
Digo tratando de sonar seguro, pero mi respiración agitada le dice cuánto me gusta lo que me hace.
—¿Estás seguro?
Muerde mi abdomen, a un costado y su boca empieza a marcar un nuevo destino. Siento la navaja y luego la última prenda que tenía puesta desaparece.
—Ahm...
Ya no puedo decir la gran cosa, mi coherencia desaparece, su boca se adueña de mi carne y de forma experta succiona. Me remuevo entre sus sábanas, mi piel ardiente como el fuego, mis neuronas enloquecidas, y él mi único pensamiento. Jadeo extasiado, no puedo evitar estos sonidos involuntarios que salen de mí.
Es culpa suya, él me deshace con su toque y vuelve a juntar todas mis piezas de nuevo. No entiendo cómo lo hace. Mi corazón late tan rápido que casi no respiro, sus movimientos en mí, su ritmo me vuelve loco.
No puedo hablar, juro que lo intento, pero nunca antes había sentido cosas así. No puedo ver nada, no puedo usar mis manos, él puede hacer lo que quiera conmigo y eso me gusta demasiado, debería detenerlo pero ya no tengo fuerza de voluntad para hacerlo.
Respiro tan rápido que tal vez me dé un infarto. Balton suelta mi miembro y sube de nuevo sobre mí, siento sus dedos tocando y explorando todo mi cuerpo, al mismo tiempo que un camino de besos y mordidas suben ahora por mi pecho.
—Te creo que no sabías quién era yo, pero no respondiste mi pregunta, ahora estoy de mal humor y te vas a correr conmigo para mejorarlo todo.
Me dice al momento que captura mis labios en un beso e introduce su lengua en mí. No puedo responder nada, creo que mis neuronas están ocupadas, distraídas en él y en el placer que me provoca.
—Pasaremos esta noche juntos Iran, y no te dejaré dormir.
Balton se acomoda por completo entre mis piernas y con su lengua juega en mi cuello, su aliento en mi piel y me tortura con estas excitantes caricias. Él jadea junto conmigo y la habitación se inunda con el sonido de nuestras respiraciones agitadas y nuestras pieles rozándose entre sí.
De pronto de un tirón salvaje, arranca la venda que cubre mis ojos y lo primero que veo es ese verde de sus ojos, por el placer su tono es oscuro y perfecto y con otro salvaje beso silencia mi torpe intento de decir algo para detenerlo. Mi piel hormiguea por su toque y sé que esto apenas está empezando.
Un momento después, se retira solo un poco y comienza a desvestirse para mí, estoy hipnotizado en su cuerpo, ansío tocarlo tal como él hace conmigo, pero mis manos están atadas todavía, no puedo hacer la gran cosa, más que verlo y desearlo conmigo, dentro de mí.
Con sus ojos brillando en deseo, desabrocha uno a uno los botones de su camisa blanca, luego la corbata negra la arroja hacia mí y termina de desvestirse con rapidez.
—Desátame.
Solicito de nuevo, con voz tenue, admirar su cuerpo desnudo anula cualquier otro pensamiento que no sea él. Se sube sobre mí y con su corbata, me amordaza haciendo que lo mire desconcertado y sonríe lamiendo sus labios, alza una de sus manos y acaricia mi rostro.
—Está bien Iran, tú ganas, no me importa ya saber por qué me dejaste vivo —se inclina hacia mí y comienza a lamer y chupar mi cuello—. Lo que importa es que estás aquí y que no te dejaré dormir en toda la noche, voy a hacer que te corras junto conmigo, ahora gime para mí.
Ordena al momento en que su mano se desliza por mi vientre y ya sé hacia dónde se dirige. Él sabe dónde y cómo tocarme, me lleva en un viaje lleno de placer. Y cuando su mano llega a su objetivo, con el vaivén con el que toca mi carne, la única cosa que puedo razonar, es que quiero que continúe y que cuando esté a su lado aprovecharé al máximo cada segundo que pueda pasar junto a él.
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