Capítulo 2.- Declive
Cuando llegamos al almacén, que es donde Lance da las indicaciones de todo lo que debemos hacer, la puerta de la camioneta se abre de pronto, sin darme tiempo a bajar para abrir la puerta para él.
El imbécil ni siquiera me mira cuando se baja de la unidad y eso solo significa una cosa: Acabo de conseguir que pateen mi culo.
Lleno de oxígeno mi pulmones y con mi rostro serio y gesto asesino, bajo de la camioneta; a penas mis pies tocan el asfalto y ya hay manos sobre mí. A empujones me llevan al interior, por ahora solo son dos, pero sé que dentro espera la fiesta por mí y yo seré la jodida piñata humana.
No opongo resistencia, ya sé lo que viene. No voy a huir, no tiene caso, solo quedaría como un cobarde y sé que van a encontrarme de todas formas. No puedo ocultarme de Lance porque sería como desatar el infierno.
—¿Qué quieres, Lance? —ahora estoy en medio de ellos. Me rodean cinco. Soy pésimo con los puños, estoy jodido— ¿No tuviste suficiente violencia por un día?
—Sabes bien lo que hiciste Iran, no pensabas que te ibas a ir de rositas sin un castigo, ¿o no? —Lance sonríe recargándose en una pared, enciende un puro y observa como sus lamebotas se acercan hacia mí.
Es entonces que siento el primer golpe contra mi espalda, me hace caer hacia el frente, duele como la puta madre, pero no se las voy a hacer fácil, si me van a dar una paliza, por lo menos alguno caerá conmigo.
—¡Hijos de puta! —Me apoyo de mis rodillas para ponerme en pie, pero otro golpe hace caer mi cuerpo contra el suelo, uno de estos cabrones tiene un tubo de metal en las manos y con ese me quiere moler los huesos.
—¡Púdrete maldito Lance, no te tengo miedo! —He ofendido al jefe, los otros cuatro se dejan venir de una vez todos juntos y solo alcanzo a tratar de hacerme un ovillo para proteger mi cabeza, siento patadas en mis costillas, piernas y brazos.
Siento dolor en todas partes, más cuando otro golpe con el tubo de metal retumba en mi brazo herido.
El aire sale de mis pulmones, no puedo respirar, comienzo a toser y escupo un poco de sangre al suelo; pero eso no les causa ningún conflicto los golpes continúan sin ningún problema.
Mi visión es borrosa, creo que perderé el conocimiento, es entonces que veo una cadena, piensan atarme con ella y si eso sucede quedaré inmovilizado. Los cabrones se ríen de mí porque piensan que no puedo defenderme, pero voy a borrar su estúpida risa y haré que se atraganten con ella. De mi zapato, suelto un arma pequeña que traigo siempre escondida conmigo, en una fracción de segundos alzo mi mano y sin dudarlo disparo. El imbécil de la cadena cae al suelo en un gran charco de sangre con una bala atravesando su frente.
—¡¿Quién sigue cabrones?! ¡Tengo una bala para cada uno! —Escupo sangre otra vez y me duelen hasta las entrañas— ¡A como van hijos de puta, ¿No que muy machitos todos?! ¡Arre! ¡Vengan imbéciles de mierda!
Sus rostros perdieron la sonrisa, bueno, todos menos Lance. El cabrón es un demente, deja caer el puro al suelo y viene caminando hacia mí mientras se ríe y aplaude. Los demás murmuran cosas que no entiendo, mi cabeza duele demasiado, los sonidos van y vienen, tengo un zumbido que no me deja razonar con claridad a lo que me enfrento.
Mi arma apunta a la cabeza de Lance y a él le vale una mierda, se inclina hacia mí sonriente y toma mi mano ahora manchada de sangre, pone la punta de mi pistola en su frente.
—¿Ya ves que nunca fallas un tiro? ¿Crees que soy tan pendejo para creer que fallaste?
Su sarcasmo me revuelve las tripas; siento náuseas y frustración. Mi respiración se agita y mi mano presiona con fuerza el arma.
—Sabes que si me matas, uno de mis hombres llegará hasta tu madre antes que tú, y les he ordenado, que le den una lenta y dolorosa muerte ¿es eso lo que quieres, Iran?
Me habla con toda la calma del mundo como si yo no supiera lo que es capaz de hacer a mi madre.
Me duelen los costados de mi cuerpo, pero respiro a como puedo y trato de controlar mi tos.
Bajo mi pistola y la dejo caer al suelo, mi madre siempre fue un ángel, no se merece estar en las manos de este demente; por la camisa, Lance me levanta y sus ratas se hacen a un lado para que él haga lo que quiera conmigo.
Lance es un hombre fuerte y grande, mi estatura es normal, por lo que él queda más alto que yo y lo aprovecha lo más que puede. Es atractivo pero de nada le sirve porque es una porquería como ser humano.
Me impacta contra la pared y mi cabeza rebota en ella, siento que me ha roto algo o me ha fracturado el cráneo; cierro los ojos, todo me da vueltas, ya no sé qué parte de mi cuerpo es la que más duele.
Abro mis ojos tan rápido como puedo, Lance ha invadido mi espacio y apretándome con la pared y su cuerpo, está besándome sin mi autorización. No tengo fuerzas para empujarlo lejos, mi cuerpo no funciona como yo quiero, sin embargo logro mover una de mis manos, llega a mi cintura y encuentro una navaja, la presiono sobre su garganta y de apoco me suelta. No puedo hablar, tengo un nudo en la garganta y es un esfuerzo sobre humano tener con fuerza la navaja en aquella garganta.
Como el demente que es, Lance se ríe de mí y sigue presionando mi cuerpo contra la pared, le importa un carajo si le rebano el cuello.
—Eres mío Iran, te dije que nunca lo olvidaras.
—No soy tuyo, ni de nadie imbécil de mierda. —Sigo presionando mi navaja en su garganta, incluso un hilo de sangre comienza a escurrirse, pero no se detiene. Pasa su nariz por mi cuello olfateándome y al momento que quiero empujarlo mi esfuerzo es inútil, ya no me queda fuerza en los brazos, solo sigo removiéndome sin lograr soltarme de su agarre.
—Tu rebeldía solo te causa problemas conmigo ¿no lo entiendes? —Lance aprieta de nuevo mis mejillas con sus enormes dedos y fija su mirada oscura en mí— el día que te des cuenta de que es mejor que cooperes, te darás cuenta que puedo ser un amante muy condescendiente.
Presiona su boca con la mía de nuevo y no sé de donde tomo las fuerzas pero lo empujo lejos de mí.
—Antes de ser tu puta, prefiero matarme —pongo la navaja en mi garganta.
—Bien, como tú quieras.
Lance saca de su pantalón el sobre blanco que me mostró hace rato, sé que tiene una foto de mi madre, la única cosa que puedo tener de ella, por eso las guardo con recelo, las veo un millón de veces, tratando de adivinar dónde fueron tomadas para así buscarla.
—No volveré a darte ninguna fotografía de tu madre, mientras sigas con esa actitud tan pendeja —con su encendedor, Lance acerca la flama al sobre por la punta inferior y le prende fuego—, no soy estúpido Iran, tú querías que ese chico Balton me asesinara, por eso lo dejaste vivo, pero tu plan no funcionó porque él estaba demasiado ocupado salvando el culo de su jefe. Estás para protegerme y si no puedes hacer tu trabajo como debes, entonces no me sirves para nada. Y si no me sirves para nada, la vieja se muere ¿te quedó claro?
—Sí. —Es mi única respuesta, no puedo hablar más, mis ojos fijos en el sobre que se está volviendo cenizas, la única razón por la que soporto todo esto, ahora se consume y se vuelve nada.
Curtis, el lamebotas principal de Lance, viene hacia mí y de un solo puñetazo a mi cara, hace que todo se vuelva negro y de pronto la oscuridad me llama y ya no supe nada más.
Mis ojos se abren lentamente con dificultad, no sé cuánto tiempo pasé aquí. El almacén está vacío, mis párpados pesan, no quisiera mover ni un músculo. Cerca de mi mano, están los restos de las cenizas donde estuvo la fotografía de mi mamá. Paso mis dedos por los pequeños trozos negros, pero nada se ha salvado de la fotografía, la he perdido y eso hace otro agujero en mí.
No sé por qué no obedecí la orden de Lance, no me entiendo a mí mismo. Solo debí jalar el gatillo y acabar con el chico, estamos de lados opuestos de todas formas ¿por qué no lo maté? Soy un idiota.
Cada jodido hueso me duele, pero no me voy a quedar aquí más tiempo; a cómo puedo voy poniéndome en pie, mi boca tiene sangre al igual que mi brazo izquierdo pero ya está seca.
Me voy de aquí, a paso muy lento, mi pistola y navaja ya no están, pero no hay problema, en mi intento de casa tengo otras muchas más como esas.
¿Su nombre es Balton? Me pregunto al mismo tiempo que sonrió y niego con la cabeza por lo idiota que soy, acabo de dejar vivo a un asesino que vendrá a saldar cuentas conmigo por dispararle.
En la lista de los idiotas subí al número uno. Si no ando con cuidado, esta semana no solo seré un saco de boxeo humano, terminaré muerto.
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