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Capítulo 12.- Final

Quince minutos después, cuando ya casi entramos a la carretera, Balton presiona el freno y derrapa sobre el asfalto, debo decir que estaba distraído y por un momento pensé que en realidad sí nos íbamos a chocar contra algo, pero un segundo después, me doy cuenta que no es así.

—¡¿Puedes callarte, Pelirrojo?!

Grita Balton, y es la primera vez que lo veo exasperado, lo cual es muy gracioso. Yo los miro a ambos sin gesto alguno en mi rostro y sin meterme en su discusión, pero debo ser honesto conmigo mismo, cuando se lo propone, Curtis es un maestro para sacar de su sano juicio a cualquier persona y es divertido, obvio, siempre y cuando no sea que utilice su método fastidioso en mi contra.

Balton, le regala una de esas miradas asesinas, pero a Curtis le da igual, porque guarda silencio un par de minutos y cuando Balton empieza a conducir de nuevo habla y habla sin parar. Creo que ya no nos tiene miedo y ahora se siente como en casa... No estoy muy seguro de que eso sea del todo algo positivo.

Así pasa aproximadamente media hora hasta que se queda dormido y ahora viene sobre mi hombro, por lo menos ya hay silencio, solo espero no encontrar babas en mi camisa.

—¿Puedes despertarlo, por favor?

—¿Qué?

—A Curtis, despiértalo.

—Si lo despierto empezará a hablar de nuevo.

—Solo despiértalo, Iran.

Dejo de ver por la ventana y miro a Balton, está ¿molesto?, su ceño fruncido me indica que no está contento, sus manos presionan el volante con fuerza, se le nota muy incómodo y de un terrible humor.

—Espera... ¿Estás celoso de Curtis?

—No —responde de forma seca y tajante—, pero eso no significa que me agrade que otra persona esté tan cerca de ti ¡Casi está sobre ti!

Hago un gesto de hastío, es la excusa más ridícula que haya escuchado en toda mi vida.

—Olvídalo Balton, no lo voy a despertar para que siga quejándose por cómo conduces. Curtis habla sin parar.

No me responde nada, así que supongo que dejará de discutir al respecto. Vuelvo mi mirada hacia la ventana y un movimiento brusco a la ambulancia hace que tenga que sujetarme, el movimiento levanta a Curtis, quien casi se estrella con el tablero de la unidad.

Hay una estación de servicio, Balton entró haciendo que la ambulancia en la que venimos rechinara las llantas tan fuerte, que quedaron marcas en el suelo. Y de la misma forma hosca y salvaje, se estaciona y se baja de la unidad.

—¡¿Ya nos matamos?!

Curtis se sujeta del tablero y me mira con los ojos muy abiertos, su rostro refleja una mezcla de susto y sueño.

—No.

Respondo molesto, pero no con él, sino con Balton. ¿Ahora qué carajo le pasa? No entiendo nada de esto, pero viene caminando hacia mí. Abre la puerta del lado donde estoy y extiende sus manos para hacerme bajar. Cuando logra su cometido, me besa fuerte, me muerde y ¡carajo! Me enciende en un solo segundo, sus labios devorando los míos hacen que mi sangre se caliente y lo desee conmigo, marcando toda mi piel.

Cuando el beso se termina, siento sus dientes morder de forma excitante y seductora mis labios una última vez. Después de esto, Balton suspira y me habla.

—Sí, estoy celoso. Estuve muchos días sin ti y no fue nada fácil tenerte lejos.

Mi enojo se esfuma y le regalo una amplia sonrisa al momento que me acerco a besarlo otra vez. Esto cada vez se pone mejor, hasta que nuestro acompañante decide interrumpirnos.

—Oigan tórtolos, tengo hambre. Ya que no nos matamos, ¿podemos comer algo?

Curtis señala hacia al frente, hay un local donde unas personas parecen estar vendiendo algo de comida cacera, ahora que me acuerdo, yo también tengo hambre. Balton deja de besarme para responderle.

—Si comes algo, ¿te callarás?

—¡Claro! Ser silencioso es mi especialidad.

Es la mentira más grande del mundo, sin embargo Balton, se da la vuelta y camina hacia el lugar indicado para comprar comida.

Los tres comemos hasta estar satisfechos, ya me siento mejor, tenía muchísima hambre. Fue un desayuno muy agradable y creo que único. Nunca había tenido la oportunidad de estar así, con esta sensación de libertad. Sé que nos persiguen, pero en verdad, este momento de paz, es único, es lo más cercano que he estado de poder escapar.

Momentos después, ya vamos de regreso y Curtis empieza a hablar con Balton sobre motos, sobre la merca que vendía Lance, sobre los clientes y distribuidores; me mantengo al margen de su plática escuchándolos, el pelirrojo no lo ha notado, pero en realidad, Balton solo está respondiendo sus dudas para que no vuelva a dormirse sobre mí. Reiría si no estuviera tan nervioso por ver a mi madre.

Llegamos al lugar, es una casa que está muy lejos de la ciudad, el viaje nos ha tomado casi tres horas de camino; Balton dice, que mi madre está con su único familiar, que es su tío Nicolás. La casa es solo de renta, por mientras llegábamos nosotros; lejos de aquí, su tío tiene un rancho en el cual nos vamos a quedar. Venimos por ellos y ya de aquí, nos iremos todos juntos.

—¡Mierda!

Al momento que ya vemos la casita, escucho la voz de Balton maldiciendo. Sigo su mirada y veo estacionado en la entrada un automóvil negro y lujoso.

—Hank...

Susurra Curtis y yo siento mis esperanzas de ser libre, irse muy lejos. No se ven a los alrededores las camionetas donde usualmente andan sus hombres, pareciera que vino solo, pero no podemos saberlo hasta entrar. Nos estacionamos detrás de él y Balton es el primero en bajar.

—Esperen aquí y si las cosas andan mal, se largan juntos. Yo me encargo de Hank.

—¡Espera!

Reclamo y me bajo yo también, es mi madre. No voy a permitir que entre él solo a buscar a Hank, yo tengo que hacer algo, es por mi culpa que ella está metida en todo este problema.

—Quédate por favor, Iran.

—¡No! Es mi madre, yo voy a sacarla de ahí.

—Está bien, vamos.

Giro un momento para cerrar la puerta de la ambulancia y veo que Curtis ya está moviendo sus muletas para bajarse.

—¿A dónde rayos crees que vas tú?

—A ayudar, obvio.

—Curtis, ya hiciste demasiado, estás en muletas por ayudarme. No quieres la ira de Hank sobre ti. Quédate y escóndete, no hagas nada estúpido por favor. Nosotros nos haremos cargo.

—¡No puedo, Iran!

Veo en su rostro una real preocupación por mí y me siento culpable de preocuparlo de este modo, por ayudarme está herido de una pierna, no sé qué tan grave sea y no tenía por qué arriesgarse así por mí y lo hizo. Jamás pensé que quería ayudarme, nunca lo demostró y ahora no puedo permitir que le hagan más daño, ya es suficiente de que otros sufran por mi culpa, debo enfrentar a Hank por mí mismo.

—Ya hiciste mucho, gracias. Escóndete por favor, Curtis. No puedo discutir ahora. Quédate aquí.

Sin más, me doy la vuelta y junto a Balton, ambos entramos en la casita. Lo primero que vemos, es a un hombre maduro, su cabello es corto y blanco, supongo que él es Nicolás. Se le ve muy tenso, está tomando un trago de licor de un diminuto vaso en su mano; se encuentra sentado en una de las sillas que hay en el comedor de la sala de estar y, cerca de él, sentado en otro asiento, Hank está tomando lo mismo al parecer; a penas damos un paso dentro, toma de un solo golpe el contenido del vaso y nos mira a Balton y a mí.

—Hola, Iran.

Me saluda de forma amable, aunque solo es una falsa cortesía cuando su amenaza es palpable, junto a su bebida, hay un arma plateada y desde aquí puedo ver que no tiene el seguro, está lista para ser disparada. Si algo sé de Hank, es que es casi tan bueno como yo dando de tiros. La diferencia es que él está armado y nosotros no tenemos nada. Bueno, yo no tengo nada, pero Balton tiene en sus manos lo que pienso que es un bisturí. Y no soy el único que lo ha visto, Hank también.

—¿Qué le hiciste a mi madre, Hank?

—Tu madre está bien, hijo —me responde Nicolás—. Ella está tranquila y a salvo de este... Señor.

Hank desliza suavemente uno de sus dedos por el arma mientras nos mira con una sonrisa prepotente en sus labios, él sabe el poder que tiene y no va a desaprovecharlo.

—Ya tienes tu respuesta, Iran. Yo no soy Lance, no voy a extorsionarte con tu madre, yo también tengo a la mía; sé que no es de caballeros dañar a una dama. Sin embargo, a tu novio, no podría garantizarle su seguridad, es constantemente una piedra en mi camino; también es el responsable de una buena cantidad de merca que incendió, ayudó a asesinar a Lance y no olvidemos que escondió un USB con información que es muy valiosa y que es mía.

—Lo que Balton hizo, fue por ayudarme a mí.

—Oh, eso lo sé muy bien, Iran. Y tú sabes, que lo mejor es que vengas conmigo, de buena manera.

—Púdrete, Hank, tú y tus órdenes. No me importa una mierda, a Iran no te lo vas a llevar.

—¡No estoy hablando contigo, Sanguinario!

—¡Pero yo sí estoy hablando contigo, imbécil!

Hank, se pone de pie bruscamente y toma su arma y apunta hacia Nicolás, quien por prudencia, está quieto y sin hacer ningún movimiento brusco en esta situación tan tensa. Le apunta a la cabeza; la distancia es demasiado corta, si Hank dispara, no fallará.

—Dame el USB con mi información, Sanguinario.

—Él tenía la información, Hank. Pero yo la destruí, ya no existe.

Estoy por dar un paso al frente, pero Balton me lo impide, él trata de moverme detrás de él, para protegerme.

—¡Mientes!

Creo que esto va a terminar mal, Nicolás morirá y será mi jodida culpa. Hank es el líder de este negocio porque es el mejor en esto. Solo alguien como él, se atrevería a venir solo contra nosotros dos. Sabemos lo hábil que es, ha vivido en esto casi toda su vida, creó este imperio. Hank es un hombre fuerte, que tiene más experiencia que Balton y yo juntos. Sé que podemos defendernos, pero todas las posibilidades que pasan por mi cabeza, apuntan a que no podremos salvar a Nicolás.

Veo un leve movimiento en la mano de Balton, está listo para arrojar el bisturí contra Hank. Pero el ruido de la sirena de la ambulancia capta la atención de todos nosotros. Se escucha a todo volumen y luego de un par de segundos, un estruendoso ruido de un choque nos hace movernos hacia afuera.

Al salir, vemos que Curtis está al volante, ahora mismo va en reversa. Estrelló la ambulancia contra el lujoso automóvil de Hank abollándolo terriblemente.

—¡Curtis! ¡¿Qué carajo le hiciste a mi automóvil?!

—¡Hey, Hank! ¿Buscabas esto?

El pelirrojo le muestra el USB a Hank, y todavía le sonríe como aquel que ha hecho algo gracioso ¡Está loco!

—¡Eso es mío! —Reclama Hank, furioso.

—¿Lo quieres? ¡Ven y quítamelo!

Curtis arranca la ambulancia a toda velocidad, todavía lleva la sirena a todo volumen. Hank no pierde el tiempo y sube a su abollado automóvil y lo sigue.

—¿Cómo carajo está conduciendo? —Pregunto, totalmente confundido.

—¿No lo viste? —Balton, camina hasta lo que parece un garaje y allí hay una motocicleta— Estaba utilizando la muleta para presionar el acelerador, movía la muleta con la mano. Debo decir, que es lo más astuto que haya visto nunca.

—¿Astuto? ¡Va a matarse!

—Sí —me responde Balton y de un clavo en la pared toma unas llaves y sube a la motocicleta—, por eso vamos por él.

No lo dudo ni medio segundo y me subo yo también e inmediatamente arranca hacia la carretera. Si en automóvil es rápido, en una motocicleta se mueve aun peor. No tardamos nada y los encontramos.

La ambulancia se salió de la carretera y se impactó contra un árbol. Hay varios automóviles estacionados, son personas curiosas que se han acercado. Por su parte, Hank está cerca, en su automóvil, tiene la abollada cajuela abierta y parece estar buscando algo. Nos bajamos de la moto y caminamos con velocidad hasta la ambulancia. Del lado del copiloto, Balton empuja a unos curiosos para tratar de sacar a Curtis.

Cuando abre la puerta, ambos nos asomamos a ver cómo está, es imposible que podamos sacarlo del lado del copiloto, la muleta está quebrada y podríamos lastimarlo, la única forma de sacarlo es por el lado del conductor. Solo que si caminamos hacia ese lado, Hank nos localizará inmediatamente. Por el momento, no nos ha visto y no sabe que estamos aquí.

—¡Te dije que no hicieras nada estúpido, Curtis!

—¿Iran?

El pelirrojo me mira y me sonríe, estoy a su lado dentro de la ambulancia, hago un intento por quitar la muleta rota pero está atascada, tuvo suerte de que no le atravesara la piel. Aunque su rostro es otra cosa, en la frente tiene una herida que está sangrando.

—Tenemos que sacarlo del otro lado.

Balton entró también pero ya comprobó que no podemos sacarlo de este lado.

De pronto escuchamos disparos al aire y gritos de los curiosos, comienzan a correr a todos lados. Por el espejo, vemos a Hank venir con su arma y algo más en su mano, como una pequeña pala. Sus hombres siempre cargan una en sus automóviles, nunca saben cuándo tienen que deshacerse de algún cuerpo.

—Tienen que irse —me dice Curtis—, yo puedo lidiar con Hank. Vete Iran, vete antes que te vea.

—¡¿Cómo carajo crees que voy a dejarte?!

—Escucha —me dice a la par que alza una de sus manos y me sujeta por la camisa—, si Hank me quisiera muerto me habría dado un tiro en la cabeza y se hubiera llevado el USB y no lo hizo. Yo puedo lidiar con él, confía en mí.

—¡Carajo, Curtis. No puedo abandonarte!

El pelirrojo muerde sus labios y mira a Balton por un momento...

—Llévatelo Sanguinario, tú sabes que si Hank lo ve, querrá llevárselo. Solo necesito una oportunidad. Sé que puedo lograrlo.

—Pelirrojo, Hank es peligroso.

—Lo sé, pero escuchen, yo hice todo mal —me mira con nostalgia—. Te golpeé muchas veces y lo lamento, lo hice porque pensaba que así guardarías silencio y te mantendrías al margen de las órdenes de Lance para que dejara de hacerte daño con las amenazas en contra de tu madre, por eso accedí a esconderla. La libré muchas veces de que Lance le hiciera daño, pero no pude librarte a ti de nada. Sé que sus palabras te hacían más daño que los golpes, traté de ayudar pero fui un asco en ello.

Conforme habla, recuerdo muchos de esos momentos y siento cómo por dentro el dolor vuelve otra vez.

—Nunca hice lo correcto, todo lo hice mal. Aunque tú y yo no fuéramos amigos, yo sabía que lo que Lance hacía contigo estaba mal. Déjame hacer esto Iran, yo sé que puedo lidiar con Hank. Mereces ser libre y si puedo ayudarte a escapar de todo esto, déjame hacerlo. Déjame redimirme por todo el daño que te causé. Solo quiero que me perdones, es lo único que te pido.

Por el espejo retrovisor, veo que Hank ya casi está aquí. Balton tira de mí para sacarme de la unidad. Con voz tenue solo puedo pronunciar dos palabras antes de salir de la ambulancia.

—Te perdono.

Casi caigo al suelo por el tirón brusco que Balton me hizo para moverme. Me quedo a un lado y lo escucho hablar a Curtis.

—Escúchame bien, pelirrojo. Tienes cinco minutos para hacer que Hank no quiera matarte. Si veo que te quiere hacer daño, yo mismo le arrancaré la cabeza con mis manos.

—¿No sabías que soy un encanto? Estaré bien.

—No estoy jugando, Curtis. Ten cuidado.

Curtis sonríe un poco, y asiente con la cabeza.

—Sí, ya entendí. Si no lo hago bien, le vas a arrancar la cabeza y bla bla bla.

—Cinco minutos, ya dije.

Balton se esconde junto a mí, con cuidado mueve el espejo roto del retrovisor en la puerta del copiloto para que podamos ver lo que sucede al pelirrojo.

Hank llega con la palanca y la usa para forzar la puerta del conductor que está entre abierta para abrirla por completo bruscamente. No demora mucho y lo logra. Y antes que pueda tocar a Curtis, este se mueve extraño, parece que puso algo en su boca, pero no distingo bien.

—¿Qué mierda crees que haces con mi USB? ¿Piensas que si te lo tragas no podré quitártelo? Para tú información, puedo abrirte por la mitad y sacarlo de tus entrañas.

—Acabo de desayunar, si me lo trago tendrás que buscarlo entre mis tripas rellenas de comida y será asqueroso.

Hank pone un arma en la frente de Curtis, me inclino hacia el frente para entrometerme pero Balton me detiene y me susurra al oído que me fije bien, el arma tiene puesto el seguro, si quisiera matarlo o dañarlo ya lo habría hecho.

Por su parte el pelirrojo pone el dispositivo en su boca de nuevo, ya que lo había sacado para poder hablar, Hank guarda su arma en su ropa y extiende su mano y trata de apretarlo por las mejillas.

—¡Abre la boca o no respondo!

La ambulancia se mueve un poco por el forcejeo de esos dos.

—¡Me lleva el carajo contigo, eres un idiota escuincle!

Curtis escupe en su mano el USB para poder hablar.

—¡No soy un escuincle! —El pelirrojo tiene ahora en sus manos el arma de Hank y le apunta—, y tampoco soy un idiota, jefe.

Escuchamos la risa de Hank, cuando ve que Curtis le robó su pistola.

—Eres ocurrente, lo acepto. No tan fácil me engañan para despojarme de mi arma.

Cuando su risa se calma, en dos movimientos, Hank golpea la mano con la que Curtis tiene la pistola y recupera su arma.

—Mierda...

—Un consejo, cuando te robes un arma es para que la uses, no para que pierdas el tiempo.

Con su mano, Curtis limpia un poco de la sangre en su frente.

—Jefe, deja a Iran en paz ¿acaso eres un enfermo como el maldito de Lance?

—Nunca, me compares con nadie, Pelirrojo. Quiero a Iran conmigo, porque es quien sabía lidiar con los clientes y los conoce. Además de que tenía el USB. Eso es todo. No voy a dejar que cualquiera quede en lugar de Lance. Te recuerdo que asesiné a Romex, necesito a alguien que tenga los conocimientos, no voy a dejarle mi merca a cualquiera.

Curtis limpia con su pantalón los restos de saliva en el USB y lo extiende a Hank.

—Yo trabajé lado a lado con Lance. No soy tan bueno como Iran, lo sé. Pero sé muchas cosas, no puedo caminar mucho para moverme a cualquier parte, pero puedo enseñar a quien tú quieras todo lo que sé de los clientes y de la forma de Lance para distribuir la merca que le dabas. Si obligas a Iran, a estar contigo, vivirás como Lance, buscando por todos lados una forma de extorsionarlo para que no te traicione, en cambio yo, te doy mi palabra, que si lo dejas libre, no tendrás que preocuparte por que yo te traicione. Este es el trato jefe, yo, a cambio de Iran.

Hank toma el USB y lo guarda en su ropa mientras parece estar pensando en lo que el pelirrojo le está diciendo.

—Nadie me dice qué debo o no debo hacer. Yo soy quien da las órdenes aquí.

—Yo no estoy ordenando nada, solo te estoy ofreciendo un trato. Cumpliré mi palabra. Trabajaré tu merca igual o mejor que Lance. Piénsalo, Iran nunca eligió esta vida, yo sí.

Por un momento, por el espejo, veo a Curtis un poco desorientado; limpia otro poco de sangre que escurre por su frente, sin embargo sigue hablando.

—Yo era pobre, mi única familia era mi madre, se enfermó de cáncer y no tenía dinero ni para comida ni para medicinas. Cuando empecé a distribuir merca, lo hice bien, el dinero me sirvió para sus tratamientos. Al final de su tiempo ella vivió lo mejor que pudo y sufrió lo menos posible. Vender la merca me dio lo que en su momento necesité. Cuando entré a trabajar con Lance, mi madre ya había fallecido, pero yo ya estaba dentro, yo lo elegí y no me eché para atrás, no lo haré ahora. Trabajaré para ti y lo haré bien.

—Más bien, me causarás toda clase de problemas.

Hank ya notó que Curtis no está del todo bien, el pelirrojo empieza a perder el conocimiento. Poco a poco se empieza a quedar dormido.

—Sé que me arrepentiré de esto ¡Carajo!

Y así, entre maldiciones y malas palabras, Hank habla por teléfono a sus hombres y les ordena tener a un médico en su casa listo para que atienda a Curtis cuando lleguen. El hombre se acerca al pelirrojo y con cuidado logra sacarlo de la ambulancia y se lo lleva con él hasta su automóvil y se va.

Estoy muy preocupado, no puedo evitarlo. También me siento culpable, Curtis cambió su libertad por la mía, esto es demasiado.

—No te preocupes, Iran.

Balton me abraza por la espalda y deja un beso en mi cuello.

—Se lo llevó por mi culpa ¿cómo no voy a preocuparme?

—El Pelirrojo estará bien. Hank tiene atracción por él, pero nunca lo va a admitir en voz alta.

—¿Cómo lo sabes?

—Hace poco, Romex me pidió acompañarlo a un club de desnudistas donde distribuyen merca en el segundo piso; ese día Hank llegó a supervisar y antes de irse se detuvo en la barra. Curtis estaba totalmente ebrio riendo con unas chicas semi desnudas. Ellas le quitaron la camisa y él comenzó a bailar con ellas en el escenario. Hank no quitaba sus ojos de los tatuajes que Curtis tiene, en especial un dragón enorme en el centro de su espalda.

—Ohh eso explica muchas cosas.

Balton asiente y me toma del brazo para caminar hacia la moto. Supongo que habló demasiado y por eso prefiere estar callado de nuevo. Ya más tranquilos, regresamos a la casa donde está Nicolás. Él nos estaba esperando en la puerta de entrada, cuando llegamos nos pregunta lo que pasó y yo respondo sus preguntas.

Después, entramos a la casa y Nicolás me indica la habitación en la que mi madre me espera. Voy caminando yo solo, pedí a Balton que me esperara en la sala de estar.

Respiro profundamente, mi corazón late acelerado dentro de mi pecho, trago saliva, me sudan las manos, estoy muy nervioso. Temo que mi madre esté decepcionada en lo que me convertí, o que esté dolida por haberla metido en todos estos problemas. Tal vez esté molesta ¿Y si no quiere verme?

Tiemblo un poco cuando ya estoy en la puerta, pego mí frente a la madera y trato de modular mi respiración. Imaginé este momento tantas veces, lo soñé y añoré con tanta fuerza, que ahora que llegó el momento no puedo moverme. Es un hecho que mi madre está cruzando esta puerta, no es un sueño, no estoy alucinando, finalmente la encontré.

Despacio, giro la manija de la puerta y la abro lentamente. Ella está aquí, lo primero que ven mis ojos, es su figura de pie, está viendo por la ventana; los rayos del sol cubren su cabello, está cruzada de brazos tal vez perdida en sus pensamientos.

—¿Mamá?

Mi voz carece de fuerza, me quedo de pie en la entrada, soy incapaz de dar un paso más.

A penas ella escucha mi voz, gira para verme; sus ojos se inundan de lágrimas inmediatamente, con una de sus manos cubre su boca y la escucho tratar de aguantar su llanto. Mirándola, no puedo creer que estoy frente a ella, honestamente no creí que fuera a llegar este día.

Mi madre camina hacia mí, sus ojos no se apartan de mí en ningún momento. Cuando me alcanza, extiende sus dos manos hacia mi rostro y toca mis mejillas con delicadeza.

—Iran, mi niño. ¡Sí estás vivo!

Su llanto se escucha, mientras me abraza con mucha fuerza; yo le devuelvo el abrazo y una lágrima también escapa de mis ojos. Mi madre está aquí, está conmigo, el momento llegó, ella está aquí ¡De verdad está aquí!

—¡Perdóname, mamá! No pude regresar a casa contigo, perdóname dejarte sola todo este tiempo, nunca quise hacerlo.

—Mi niño no es tu culpa, nada de esto lo es.

Y ahí se cortan sus palabras, el llanto sale fuerte y se aferra a mi cuello como si al soltarme, fuera a esfumarme y a perderme de nuevo. Su llanto es contagioso, en silencio, unas lágrimas se escurren de mí al sentir su llanto quebrarla completamente. Mi madre trata de hablar, de decir tantas cosas al mismo tiempo, pero no puede formar ninguna oración completa. Su cariño me hace revivir de nuevo, su amor está intacto, me sigue amando, tanto como cuando yo era un niño pequeño y ella cuidaba de mí.

La abrazo con todo el cariño que puedo, tenerla conmigo era el único motivo por el cual me despertaba cada mañana, ella es la razón por la que sobreviví al infierno, ella es la luz que soñaba con la última gota de esperanza que me quedaba.

La levanto del suelo y le doy una vuelta en el aire, está conmigo, la he recuperado, Lance fue derrotado, él está muerto, ya nadie le hará daño. No puedo describir la alegría que siento por dentro.

Beso su frente y le pido que ya no llore, que ahora estamos juntos, que nunca voy a alejarme de su lado de nuevo, que la cuidaré siempre, que no tengo palabras para decirle cuánto la he extrañado.

—¡Por fin llegó el día, mi bebé hermoso! ¡Estás vivo, de verdad estás vivo! Tanto tiempo pensé que habías muerto con tu padre ¡Pero estás vivo, mi niño está vivo!

—Lo estoy y te prometo que ya nada va a separarnos, mamá.

Doy dos besos a su cabeza y la sigo abrazando con fuerza, yo pensé que no sabría dar un abrazo, pero es natural con ella, mi amiga, mi confidente, mi luz. Ella por la que todo esto ha valido la pena, al fin la encontré, al fin está conmigo. No puedo pedirle nada más a la vida, todo lo que necesito, ya lo he obtenido y me siento en extremo agradecido.

—Hola, suegra.

Aquella voz ronca nos hace sonreír, ella se despega un momento de mí y extiende una de sus manos hacia Balton.

—Ven aquí, mijito, ven aquí tú también.

—Yo no sé dar abrazos. —Responde Balton al caminar hacia nosotros.

—No importa mijito, ven con nosotros.

Cuando está cerca, abre sus brazos y nos cobija a mi madre y a mí por un corto momento. Luego se separa de nosotros.

—Me alegra que esté bien y a salvo.

—Gracias a ti, por devolverme con mi niño.

Como respuesta, Balton asiente con su cabeza y toma una de las manos de mi madre y deja un beso en ella.

Las horas se pasan como agua, todo el resto del día y toda la tarde, pasé horas y horas platicando con mamá. Ella tenía tantas historias para contarme, todo lo que hizo este tiempo que estuvo sin nosotros, pensando que yo había muerto junto a papá. Ella nunca volvió a casarse, ni siquiera volvió a salir con nadie, sin embargo hay una chispa que nació en este tiempo que estuvo viviendo al cuidado de Nicolás.

He sonreído tanto en este día, que ya me duelen las mejillas, no estoy acostumbrado. Es como si fuera un sueño todo esto, temo ir a dormir y que pase algo malo.

Pero una calidez habita ahora mi corazón, esta se lleva poco a poco todos mis temores. Mañana temprano salimos de aquí, vamos a ir a vivir al rancho de Nicolás; queda lejos, pero Balton dice que es hermoso y que mi madre lo amará. Allí encontrará muchísimos rosales que admirar.

Ahora estamos en el patio de afuera, el atardecer deja ver los últimos rayos del sol. Balton está a mi espalda, mirando en silencio cómo la noche viene a llevarse lo que resta del día. Tenemos cierto rato así, en silencio, solo en compañía mutua, supongo que cada uno de nosotros en sus pensamientos, o tal vez sea, que esto es tan agradable que no es necesario hablar más.

—¿Tienen hambre?

La voz de mi madre llama mi atención, con una sonrisa le respondo que sí. Lo único que hemos comido fue muy temprano. Ella me responde que preparará algo y nos avisará cuando esté listo.

—Tengo hambre.

Comenta Balton cuando mi madre se dio la vuelta. Abro la boca para responderle que no creo que tarde mucho en hacer la cena, cuando él tira de mi brazo y me lleva hasta la habitación que ocuparemos esta noche y cierra la puerta con llave.

—Creí que tenías hambre.

—Exactamente.

Balton toma mi rostro y muerde mis labios, luego me besa con fuerza ¡Cómo extrañé esto! Gustoso le respondo inmediatamente y nuestras lenguas juegan al mismo tiempo que sus toscas manos empiezan a despojarme de mi ropa.

Sus manos llegan a mis glúteos y los aprieta causando que yo de un pequeño brinco. Sonríe victorioso y escurre una de sus manos buscando mi carne más sensible. Cuando encuentra lo que busca, su caricia aunque es sobre mi pantalón, saca de mí un gemido. Mi respiración se agita y disfruto de cada roce de su piel caliente en la mía.

Su mano se mueve causando placer en todo mi cuerpo y su boca juega con la carne de mi cuello. Los ruidos empiezan a salir de mí, no puedo evitarlo.

—Shh no quiero que mi suegra nos escuche.

—En ese caso te quedarás con hambre, porque no creo poder ser silencioso.

Balton sonríe con coquetería y coloca una de sus manos sobre mis labios y la otra en el bulto de mis pantalones.

—Yo te ayudo a ser silencioso, no te preocupes por eso.

Las caricias aumentan su ritmo y su fuerza, en algún punto susurra a mi oído que me hará el amor hasta dejarme seco, me hizo reír sus palabras toscas como su toque. Pero no pasa desapercibido que él siente lo mismo que yo; esto ya no es solo sexo, es mucho más.

A su lado, siento que ya nada puede dañarme, con mi madre en mi vida siento que ya estoy completo, con Lance muerto siento que soy libre; es increíble las veces que caí, aún recuerdo los momentos en que me rendí, en los que sentí que todo estaba perdido y que no podría levantarme de nuevo. Si me hubiera rendido, si no hubiera luchado, no sabría lo que se siente ser feliz. Jamás imaginé que yo pudiera sentir tanta dicha. Siempre pensé que tipos como yo, no merecíamos nada bueno. Lo que ahora tengo lo aprecio y lo atesoro, porque es más de lo que merezco y es más de lo que había soñado.

"La perseverancia es tu talento" había dicho mi madre; ahora entiendo que sí tenía la razón. Aun cuando no tienes ni una idea de cómo es el final del camino, aun cuando estás a ciegas avanzando sin saber a dónde vas a llegar; hay que seguir adelante, porque todo lo bueno, allí lo vamos a encontrar.

Hoy soy libre, y sé que no seré un prisionero nunca más. Valoro lo que tengo y no lo pienso desperdiciar. Quién diría que lo conseguí, todavía ni yo lo creo por completo. Este no es el final de mi camino, todo lo contrario, es un nuevo comienzo.

Este comienza con mi primer objetivo, ahora es momento de continuar. Por fin pude dejar atrás lo que me hacía mal ¡Lo logré! Pude encontrar mi camino, al fin logré Escapar.

Fin.


Gracias querido y bello lector, por acompañarme en esta historia.

Gracias por tus comentarios, por tus votos y sobre todo por tu tiempo.

¡Besos!💌

Di😘


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