Capítulo 11.- Perseverancia
—¡Listo! —Mi madre ha terminado de limpiar la herida que tengo en mi rodilla, me sonríe cariñosa y da un beso a mi cabeza— ahora, regresa con tus amiguitos, Iran.
—¡No! —Niego con la cabeza y me cruzo de brazos mientras otro poco de lágrimas se escurren por mis ojos— yo soy el único que no sabe usar una tonta bicicleta, no puedo hacerlo.
—Pero tus amiguitos te están esperando.
—Me voy a caer otra vez, mamá.
Mi voz sale llorosa mientras limpio una lágrima de mi mejilla.
—Valentín el vecino, es muy bueno con la bicicleta, ese es su talento.
Me dice mi mamá y se sienta a mi lado en el suelo, estamos en el jardín de mi casa.
—Ya sé.
Gruño y me hago bolita bajando mi cabeza.
—Pero no sabe usar los patines, tampoco sabe subir a un árbol y mucho menos sabe correr rápido, siempre se cae.
—¡Yo sí puedo hacer eso mamá!
Me inclino hacia ella y dejo reposar mi cabeza en su brazo, ella acaricia con ternura mi cabello rubio y de cierta forma me siento mejor, ella siempre logra tranquilizarme.
Sé que soy pequeño para entender muchas cosas, pero creo que mi madre es como un ángel. Las mamás de mis amigos gritan mucho y están ocupadas, pero mi madre no es así, ella siempre habla conmigo y me explica las cosas cuando estoy equivocado, cuando sea grande la voy a cuidar como ella me cuida a mí.
—Te voy a decir un secreto, Iran —ella sigue sonriente, siempre es mi cómplice en todo—, tu amigo Valentín tiene un talento con la bicicleta, ese es su talento especial, pero tú, tienes un talento mucho mejor y ese talento te va a ayudar siempre que lo conserves contigo.
—¿Yo? —La miro emocionado y ya no tengo ganas de llorar— ¿Cuál es mi talento, mamá?
—La perseverancia, Iran.
—Eso no suena como la gran cosa.
Mi madre se pone de pie y yo la imito.
—Eres perseverante mi niño, cuando algo te sale mal o no sabes hacerlo, lo intentas de nuevo una y otra vez hasta que tienes éxito —ella acaricia una vez más mi cabello—, cuando seas mayor, esa perseverancia te servirá para no rendirte nunca y aun cuando estés derrotado, te levantarás de nuevo.
La miro con esperanza y nuevas energías en mí mismo. Mi madre señala mi bicicleta.
—Anda Iran, anda hijo, levántate de nuevo, no te quedes ahí. Aun cuando todo esté perdido, levántate...
Abro mis ojos de forma cansada, mantenerme en la realidad es agotador. Me siento derrotado, cansado. Sin embargo, aprieto mis ojos y parpadeo un par de veces, miro hacia la ventana rota y decidido, me levanto.
No puedo dar pasos firmes, me voy de un lado a otro, pero mi objetivo está decidido. Voy a llegar a esa ventana.
—¡Iran, no te vayas a tirar por la ventana! —Por el rabillo del ojo, veo a Curtis venir hacia mí, está haciendo todo lo que puede por ponerse en pie aunque no es fácil, su pierna está demasiado herida, dudo que pueda alcanzarme, y no puedo responderle, mis últimas energías las estoy concentrando en los pequeños pasos que doy.
—¡Iran, detente!
Lo escucho de nuevo pero no obedezco, ya casi estoy ahí.
—¡Iran, si te matas! ¿Quién cuidara de tu madre? ¡Iran, detente carajo!
Exhalo cansado, pero al fin estoy aquí, me asomo por la ventana y veo hacia abajo, Lance está sobre el pavimento, un gran charco de sangre debajo de él, sus ojos abiertos y en medio de sus cejas, atravesando su frente, un agujero, señal de que mi bala terminó con su vida.
Mi respiración se corta, me inclino hacia el frente, Balton ¡Esta vivo! A penas y puede sostenerse de un trozo del marco de la ventana rota, sus manos tienen sangre, está herido, al momento en que me asomo ya no puede sostenerse, sus dedos resbalan y no tengo tiempo a pensar en lo que hago, me lanzo al vacío junto con él para alcanzar su mano.
Un trozo de vidrio hiere mi vientre, el dolor quema dentro, grito por el dolor que siento, pero aun así, estiro mi mano y lo alcanzo; una de sus manos se sostiene de la mía, me mira asustado de que pueda caer con él, no tiene que decir nada, puedo leer sus gestos ahora, tiene más miedo por mí, que por él mismo.
Me quejo por el dolor en mi vientre y es ahí, que me doy cuenta que no caí, crucé la ventana y estoy colgando junto con Balton, mis piernas las sostiene Curtis y no sé cómo carajo pudo hacerlo, pero creo que está a punto de caer con nosotros dos, lo escucho casi llorar del dolor que siente, por la fuerza que está haciendo, no puede sostenernos, nuestro peso es demasiado para él, tal vez, después de todo, vamos a morir.
Más no tengo miedo, mis ojos están en los de Balton, con Lance fuera del mapa, nadie hará nada a mi mamá, porque sus perros han muerto junto con él.
—¡Idiota, se me van a caer carajo! —Con perfecta claridad siento que alguien empuja a Curtis quitándole mis piernas y por un segundo siento que vamos a caer Balton y yo, pero en vez de eso, esta persona nos jala hacia arriba, de forma brusca y tosca, mi costado y mi vientre duelen tanto por el movimiento, que por un segundo estuve a punto de soltar a Balton.
Me arrojan al suelo y a un lado de mí, dejan caer a Balton. Trago saliva, mi boca está demasiado seca, mis ojos apretados, me duele donde respiro y poco a poco abro mis ojos, pues algo está en mi mandíbula; una pistola para variar.
—Por tu culpa se hizo este puto desmadre. —Romex luce más que molesto y es la primera vez que no está de cobarde escondiéndose, viene solo y creo que quiere matarme.
Quisiera responder, de verdad que sí, pero ya a duras penas logro tener mis ojos un poco abiertos.
—Atrévete a tocarlo, y te sacaré las entrañas mientras respires y me haré un collar con ellas. —Balton dio un tirón a Romex haciendo que me suelte, con un vidrio lo amenaza sosteniéndolo por la camisa.
Me admira su fuerza y su valentía, pero está tan herido, incluso más que yo, le di con una de mis balas, necesita un doctor. Su tono grueso y amenazante hace dudar a Romex, pero está débil, aunque lo intente no podrá cumplir con su amenaza. Esta vez no puede salvarme.
Pero, ¿Qué tal si....?
—Ayúdanos —digo a Romex— te pagaré.
Balton lo suelta y Romex se pone de pie ya que se había inclinado hacia nosotros. Se ríe sin ganas.
—No creo que puedan pagarme nada, este idiota quemó mi merca, ¿sabes cuánto dinero perdí ahí? —Romex se talla el rostro con las manos—. Tal vez mataron a Lance, pero yo tengo que responder por la merca a los clientes que ya pagaron por ella ¡Y ahora Lance no está para darme más droga! ¡Estoy jodido igual que ustedes cabrones idiotas! ¡Por su estupidez me jodieron a mí también! ¡Nos vamos al carajo todos juntos!
—Toma y cállate. Lo saqué de la computadora de Lance. —De mi pantalón, en mi bolsillo encuentro el USB que robé de casa de Lance, con toda su información. Pero no le puedo dar detalles ni explicarle nada más, al extender mi mano para entregarle a Romex el dispositivo USB, un disparo a su cabeza nos aturde a los tres y él cae muerto.
—Bien dicen, que si quieres las cosas bien hechas, tienes que hacerlas tú mismo.
—Jefe —Susurro al momento en que lo veo. Hank, fabricante de toda la merca que vende Lance, viene caminando hacia nosotros y no se ve, para nada contento— Yo...
—No quiero tus excusas Iran, al fin te deshiciste de Lance, felicidades. Ahora dime ¿pensaste que te saldrían alas para irte de aquí así sin más? —Hank se detiene frente a nosotros tres— La única forma de salir libre de este negocio es muerto. ¿Estás listo para respirar una última vez?
—¡Vete a la mierda! —Balton a mi lado, alza un trozo de vidrio para matarlo, pero Curtis lo detiene, tomándolo por el brazo.
—Jefe, le servimos más vivos que muertos. —Curtis interviene, tratando de ser un mediador en todo esto.
—Eso no lo creo.
La oscuridad me ciega, mis párpados se dejan caer, mi respiración se vuelve pesada, y a pesar que hago mi mejor esfuerzo por estar despierto, me desvanezco. Escucho que la discusión continúa pero yo no puedo hacer más. Pierdo el conocimiento con el temor de que Balton y Curtis reciban más daño por mi culpa, solo espero poder despertar para ayudar.
—¡Iran! ¡Iran, despierta!
Escucho a Curtis hablándome, a lo lejos, no sé si estoy soñando de nuevo. Estos días han sido muy extraños, a veces parece que estoy despierto, a ratos parece que todo lo estoy imaginando. Casi no he abierto los ojos, cada vez que lo hice, todo comenzó a dar vueltas y volví a quedar dormido...
—¡Iran, despierta! ¡Por favor despierta, no tenemos mucho tiempo! ¡Iran! ¡Iran!
Hay movimiento en mi cuerpo, en mis hombros para ser más exacto. Curtis me da una sacudida, empiezo a pensar que ya no estoy soñando, después de todo, él siempre es un desesperado. Sería algo normal en él sacudirme.
—¡Iran, despierta!
Abro mis ojos con dificultad, al parecer eso emociona a Curtis porque me abraza con demasiada alegría y yo gruño en automático, no estoy acostumbrado a tanta azúcar.
—¡Despertaste! Podría besarte en este momento.
—No, gracias —lo empujo un poco, no es como que yo tenga mucha fuerza ahora mismo, todavía sigo medio dormido—. Creí que a ti solo te gustaban las mujeres.
—Era broma, idiota —él es, el que sonríe como tarado y yo soy el idiota— creo que solo me van las chicas, pero quién sabe, uno nunca sabe quién sea para ti, a veces es solo una sorpresa. Como el Sanguinario y tú, es increíble que pudieran juntarse siendo tan amargados los dos.
—¡Cierto, Balton! ¿Está bien? ¿Dónde está?
—Nos está esperando, en el estacionamiento, por donde están las ambulancias. Tenemos que llegar a él.
Curtis pone en mis manos una bolsa de plástico, al abrirla encuentro cepillo de dientes, pasta dental, una muda de ropa y zapatos para mí, él está vestido y yo estoy con una bata de hospital.
—Espera, ¿cómo es que nos está esperando por el estacionamiento si estaba tan herido? ¿Qué pasó?
—Técnicamente eso pasó hace varios días. Quince para ser exactos —él toma mi mano, donde tengo un suero que me pasa medicamento y comienza a despegarlo para quitármelo—. Cuando te desmayaste, Balton intercambió un par de golpes con Hank y le robó el USB con la información de Lance y escapó; como estaba herido quedó inconsciente tirado en un callejón pero se aseguró de esconder esa información antes. Así que Hank nos trajo a este pequeño hospital y te han estado llenando de sedantes para que no pudieras despertar, mientras esperan conseguir que Balton les diga dónde escondió la información. Solo no contaban con que al Sanguinario de tu novio le importan una mierda las amenazas y no pudieron hacer nada más que tenerte dormido.
—¿Entonces Hank no tiene la información de Lance?
—No. Balton me dijo la ubicación del USB y ya lo tengo —lo saca de su bolsillo y me lo entrega en mis manos—. Aquí lo tienes sano y a salvo.
—Espera ¿cómo me despertaste?
Curtis sonríe y toma un par de muletas; hasta ahora me doy cuenta que no puede caminar bien, porque su pierna fue herida con aquellos disparos. Un tanto lento, llega hasta lo que parece ser un pequeño baño. Abre la puerta y veo a un hombre en el suelo, está inmóvil ahí.
—Éste es el tipo que te inyectaba todos los días, pero hoy vino el Sanguinario por la madrugada a hacerle una visita y no le fue muy bien. Solo te diré que él recibió la inyección y no fue muy agradable.
Con cuidado de no caer, Curtis se inclina hasta el tipo y extiende su mano, incrustada en la piel de su entrepierna hay una jeringa vacía. Sonrío imaginando a Balton haciendo de tiro al blanco con este hombre.
—¡Vamos, apresúrate! Balton no pudo llevarte con él porque se abrirían los puntos de sutura en sus heridas, convencerlo de dejarme venir por ti más tarde, fue más difícil que una mujer en pleno parto. En resumen, dijo que si no te llevo a salvo me matará y bla bla bla. Ese hombre no sabe ser amable nunca, no entiendo por qué te gusta, está amargado.
Con cuidado me pongo de pie, mi estómago duele un poco, tengo una gran herida aquí, que no ha sanado del todo, las piernas me tiemblan un poco al querer caminar, pero no importa, a paso lento llego al sanitario, paso a un lado del tipo dormido y la puerta queda abierta; dentro empiezo a cambiarme de ropa.
Curtis por su parte, se va hacia la gran ventana en la habitación y mira hacia afuera.
—Me pregunto si podríamos salir por aquí.
—¿Por la ventana? ¿Con tus muletas? Estás loco, te romperías el cuello en tres segundos.
—Bien, pues necesitamos un plan, porque Hank no te va a dejar salir de aquí. Él piensa que teniéndote en sus manos, Balton le dará el USB.
Antes de que yo le responda, escucho ruido en la entrada; ya casi estoy listo, ya tengo puesta la ropa, solo estoy poniéndome los zapatos. Me coloco detrás de la puerta que está abierta y espío por el pequeño espacio donde ésta se une con la pared.
—¡¿Dónde está Iran?!
Hank viene acompañado de diez hombres. Mierda.
—Lo siento, salió a dar un paseo pero ya vendrá más tarde.
Curtis espía por la ventana nervioso, traga saliva y luego mira a Hank. No es una sorpresa que esté intimidado, Hank es un atractivo hombre maduro, poderoso, no es un muchacho como nosotros al que simplemente puedas mandar a la mierda. Él fabrica drogas a gran escala, su reputación está intacta, es el mejor en lo que hace, nadie se mete con él porque es peligroso y una leyenda en este negocio. En cierta forma inspira respeto porque tiene palabra, cuando dice algo lo cumple, no como Lance que era una porquería de jefe y de ser humano.
—No me agrada tu sarcasmo, Curtis —Hank da unos pasos hacia mi nuevo amigo mientras sus hombres apuntan sus armas todos hacia él—. Te dieron de alta del hospital, no te puse ningún impedimento para irte ¿Y ahora regresas a llevarte a Iran? ¿Sabes lo mal agradecido que eres en este momento?
—Iran ya ha tenido suficiente de toda esta mierda, ha sido como un prisionero de Lance toda su vida y no será tu prisionero ahora. Nunca hice lo correcto, pero ya no más. Si puedo ayudarlo a escapar de ti, lo haré aunque me cueste mi vida.
Hank detiene sus pasos al estar frente a Curtis, erguido y enorme, me sorprende que el pelirrojo tenga una mirada retadora, cuando es el máximo jefe a quien tiene enfrente.
—Fuera todos, déjenme a solas con Curtis.
Nervioso, mi amigo traga saliva otra vez al ver cómo uno a uno los hombres de Hank dejan la habitación. Hay silencio por unos momentos, mientras la mirada intensa de Hank recorre a Curtis por completo.
—¿Sabes cuán valiosa es la información en ese USB, Pelirrojo?
—Lo sé, pero es más valiosa la libertad de Iran —Curtis inclina su cabeza hacia abajo, nervioso y musita muy quedito—, y no me llames Pelirrojo, por favor.
Con una sola de sus manos, Hank toma a Curtis por la camisa y lo empuja contra la pared más cercana aprisionándolo. Las muletas caen al suelo por aquel movimiento brusco.
—Quiero esa información, porque es MI información, no voy a perder algo tan valioso por una cosa tan estúpida e insípida como el amor.
Empiezo a salir de mi escondite, lentamente sin que Hank me vea, voy sigiloso sin hacer ruido. Curtis me mira un breve segundo y lo miro a los ojos pidiéndole que lo distraiga, necesito algo con qué golpearlo o estaremos perdidos los dos.
Hank se da cuenta, que Curtis miró algo detrás de él, empieza a girar su rostro hacia mí, yo me quedo muy quieto, esto se pondrá feo en cuanto me vea.
Pero Curtis reacciona, estira sus manos y captura el rostro de Hank para besarlo, fue una acción completamente impulsiva y desesperada. Fue a penas una fracción de segundo y lo suelta.
—El amor no es estúpido y mucho menos insípido.
Después de aquella aclaración de Curtis, todo se queda en silencio, Hank está como mudo y estático en su lugar y yo estoy paralizado. No me esperaba que hiciera algo como esto, necesito un momento para reponerme, después de todo, Hank es nuestro máximo jefe, creo que ahora si va a querer matarlo por su atrevimiento.
Parpadeo y reacciono, giro sobre mí mismo y encuentro una tablilla tamaño carta, es en la que los doctores escriben el diagnóstico de los pacientes hospitalizados. La tomo en silencio y cuando me voy acercando hacia ellos, veo que Hank suelta a la camisa de Curtis, duda un poco, pero no se detiene.
Toma el rostro de mi pelirrojo amigo con su mano derecha y une sus labios con los de él nuevamente.
Mis ojos se abren en grande y casi me caigo al dar otro paso...
Hank está besando a Curtis con tal determinación y con tantas ganas que hasta siento pena por interrumpirlos, ya que Curtis parece disfrutarlo demasiado.
Y el jefe no pierde el tiempo, puedo ver cómo su lengua posee a mi amigo y una de sus manos se desliza por su cintura y su destino son sus glúteos.
Esto ya fue demasiado, alzo la tablilla en mis manos y con todas mis fuerzas <<que no son muchas>> golpeo a Hank en la cabeza. Por lo menos funcionó y cae inconsciente en el suelo.
—¡¿En serio lo besaste?!
—¡Tenía que improvisar, estaba a punto de verte!
—¿Y tenías que disfrutarlo?
Gruño y el rostro de Curtis queda instantáneamente sonrojado.
—Yo no... Ni siquiera me gustó, solo estaba actuando.
Entrecierro mis ojos y me cruzo de brazos mirándolo acusadoramente.
—¡En serio que no me gustó! A mí solo me gustan las chicas.
—No te engañas ni a ti mismo Curtis, vámonos.
—¿Y lo vamos a dejar ahí así?
Tomo sus muletas que se habían caído y se las doy.
—Nos vamos.
Ordeno de una vez y comenzamos a movernos fuera de aquí. El pasillo está despejado, voy un poco lento, con las muletas de Curtis no podemos correr. Hay un elevador y logramos entrar en él.
—Tal vez lo disfruté un poco.
Curtis trata de fingir demencia mirando hacia todos lados.
—Engáñate a ti mismo, yo te vi. Si no te hubiera interrumpido hubieras foll...
Curtis estira su mano y cubre mi boca para que deje de hablar.
—¿Puedes callarte, Iran?
Yo gruño, él empezó la plática no yo. En fin, quito su mano de mis labios y doy un paso al frente, presiono un botón rojo del elevador y éste se detiene. Curtis me mira desconcertado sin entender qué rayos estoy haciendo.
—Toma.
Le doy el USB con la información que robé de la computadora de Lance. No lo quiero, no pienso seguir en este negocio, así que no me sirve de nada.
—¿Pero....?
Tartamudeó y no pude evitar sonreír por su cara de idiota.
—No lo quiero. Este negocio nunca fue para mí.
—¡Pero esto vale mucho!
—Lo sé, Curtis. Pero no lo quiero. Lo único que deseo es estar con Balton y reunirme con mi madre.
Finalmente toma el pequeño USB y lo guarda en su ropa.
—Podemos darlo a Hank y que deje de fastidiarte.
—Es tuyo, tú sabes lo que esa información es. De todas formas, para nosotros vale dinero, para Hank vale reputación. Así que habría que negociar con él, pero no tengo interés en hacerlo, yo no quiero ya nada que ver con esto. Te dejo a ti a que tomes la decisión de usarlo o desecharlo.
Ya diciendo lo que tenía reservado para Curtis, vuelvo a presionar el botón del elevador. Llegamos a la planta baja. Los trabajadores del hospital nos miran extraño. Sin embargo, no nos prohíben nada pues Curtis me dio un gafete de trabajador y él mismo porta uno; no tengo ni idea de cómo los consiguió si anda en muletas, es habilidoso a pesar de que siempre pensé que era un inútil. Me ha sorprendido completamente y no temo decirlo. El tener herida una pierna y el no poder caminar libremente no lo limitan a ser ingenioso.
Nos lleva hasta el lugar donde están estacionadas las ambulancias, entramos y mi sonrisa nunca fue más grande, Balton me ha visto y apresurado viene hacia mí. Viste un traje de enfermero, es jodidamente sexy.
Casi muerdo mi lengua para no reír en voz alta por las muecas que Curtis hace cuando ve que Balton camina rápido y casi corriendo por venir a mí.
Por un segundo pienso que va a hablarme, pero en cambio, al llegar a donde estoy, se inclina un poco, toma mi rostro con firmeza y su boca me saluda presurosa, con sus labios acariciando los míos siento de inmediato todo lo que él no sabe decirme con palabras. Su beso está impregnado con una mezcla de preocupación y alivio al mismo tiempo. Suavemente, me muerde y sonrío levemente desconcertado porque nunca hace nada con suavidad, me ha encantado pero debo admitir que fue muy extraño.
—Wow eso sí que es intenso. —Curtis suelta un suspiro y hasta ese momento nos damos cuenta de que Balton casi lo empuja al suelo al pasar por venir junto a mí.
Con un gruñido y una mueca de "Cállate", Balton se separa y Curtis, sin soltar sus muletas alza las manos en un gesto de rendición.
—Tardaste mucho.
Se queja Balton, sin embargo su reclamo viene con una minúscula sonrisa.
—¿Disculpa? No puedo correr, por si no lo ha notado su majestad.
—Excusas.
Debo intervenir ahora antes que estos dos sigan con su discusión tonta. Tiro de la camisa de Balton y e inicio un beso salvaje y hambriento, de esos que lo vuelven loco y con los que pierdo todos mis razonamientos coherentes. Debo decir que él no esperaba mi iniciativa porque de inicio dudó un poco, pero se repuso velozmente y ahora su lengua juega con la mía en esta caliente necesidad de sentirlo conmigo y en mí.
—¡Joder! ¿Para qué ver porno en internet si los puedo ver a ustedes?
El idiota comentario de Curtis me hace reír y mi calentura se va a la luna. Balton gruñe y concluye nuestro excitante beso y gira a ver al pelirrojo, quien tiene una pequeña bolsa de chocolates con forma de diminutos huevos de colores y nos mira como quien va al cine y está comiendo palomitas viendo una película.
Balton, camina hacia él y le arrebata la bolsa de chocolates sin detenerse, y se dirige hacia una ambulancia estacionada.
—¡Oye son míos!
Con sus muletas, Curtis lo sigue pero dudo mucho que pueda alcanzarlo antes que se termine sus chocolates. No sé cómo es que Curtis puede vivir comiendo esos chocolates siempre y no engordar nunca. En su ropa nunca sabes si encontrarás un arma o no, pero estoy seguro que esos chocolates los carga siempre con él.
—Debemos darnos prisa.
Balton nos habla desde el asiento del conductor de la ambulancia, y yo por mi parte abro la puerta del copiloto.
—Sujeta esto, por favor.
Curtis, me da sus muletas y se sube acomodándose a un lado de Balton, quien inmediatamente lo mira con cara de pocos amigos.
—Estás en mi asiento.
Reclamo a Curtis, yo sosteniendo sus muletas y él de invasor se acomoda a un lado de mi novio.
—¿Y qué pensaban? ¿Qué voy a ir todo el camino viendo cómo se manosean entre ustedes y yo solito y con hambre? —Curtis, nos mira con la cara de inocencia más falsa que le haya visto— Si se quieren dar amor, pueden incluirme a mí también, no me molesta un trío en lo más mínimo.
—Olvídalo —respondo al momento que subo y cierro la puerta con él, en medio de nosotros—, mejor nos vamos.
—¿Chocolate?
Curtis, me ofrece un paquete de chocolates nuevo, que tenía guardado en sus bolsillos.
—¿Acaso traes una dulcería dentro de tu ropa?
Quisiera tener mi característica mueca de "muérete" pero Curtis, me hace sonreír con sus idioteces. No soy muy amigo de los dulces, aun así lo tomo, estoy muriendo de hambre, así que me comería casi lo que sea.
A toda velocidad, Balton conduce la ambulancia fuera del hospital y vamos rumbo a la carretera. Estoy nervioso por no saber la reacción que tendrá mi madre cuando me vea, así que voy mirando por la ventana pensando en todas las posibles opciones de lo que pudiera llegar a suceder; siento todo esto muy incierto y eso me estresa, sin embargo a ratos sigo sonriendo con las ocurrencias del pelirrojo. Viene quejándose por todo el camino diciendo que nos vamos a matar cuando nos estrellemos contra algo ya que a Balton, lo tienen muy sin cuidado todos los señalamientos de tránsito.
Espero que este viaje no sea muy largo...
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