CAPÍTULO 7
Vante no estaba seguro de lo que iba a hacer, la semana ya había pasado, en la cual descubrió mucho sobre los demás y de él mismo. Terminó de arreglarse el cabello, pues sus amigos pudieron convencerlo de ir a la dichosa cena, salió del baño a la sala en donde todos se encontraban perdidos en sus celulares.
— ¿Cómo me veo? – Vante vestía un pantalón negro, camisa negra con estampado y zapatos negros totalmente lustrados, se veía elegante.
— Wow – dijo HwaSa al voltear a verlo.
— Lo que hace el agua – se burló Hugo.
— Muy bien – se limitó a decir Keita.
HyoJong sólo levantó un pulgar en afirmación.
— ¡Dios mío! No sabía que podías verte así – exageró como siempre HyunAh.
— No estoy seguro de hacer esto – dijo Vante con una mueca de inseguridad.
— ¿Quieres un motivo para ir? – preguntó Hugo, Vante sólo asintió – Bien – Hugo se levantó del suelo y le enseño su teléfono donde se veía una página de viajes en donde se leía la compra de boletos, Vante no pudo ocultar su sonrisa pues ahí también se leía su nombre
— Gracias, chicos – dijo mirándolos.
— No te pongas sentimental y ya vete a la dichosa cena – dijo HyoJong -así podremos irnos antes.
— ¡HyoJong! - lo reprendió HyunAh
— Tiene razón – dijo Vante – Ya me voy.
Caminó de regreso al cuarto donde tomó una gabardina café y salió de la casa, decidió ir caminando pues la casa de su padre estaba a unas cuantas calles. Mientras caminaba podía ver toda la ciudad y sus centros turísticos, que ya había visitado con sus amigos, Vante sonrió al pensar en ello y las vueltas que le han dado a su vida en una semana.
En ese poco tiempo descubrió su ser extrovertido y alocado, rodando lo extraño según HyoJong, cuando se preguntó en voz alta la razón de actuar, HyoJong le dijo que siempre estuvo allí sólo que no salía a la luz porque no encajaba en entorno en el que se encontraba, Vante no lo entendió, HyunAh se le acercó y le dijo "Este es tu verdadero yo, pero las personas que te rodeaban no te dejaban brillar. Es tu momento de brillar."
Miró alrededor y pudo ver como las tiendas y locales se acababan dando paso grandes residencias, Vante observó la belleza arquitectónica de las casas, se detuvo cuando estuvo enfrente de la casa de su padre la cual era totalmente blanca y grande. Se acercó y tocó la puerta, sintiendo los nervios recorrerle el cuerpo, no tardaron en abrir la puerta dejando ver a su padre que aun vestía su traje de oficina.
— Pensé que no vendrías – dijo sin ocultar su sorpresa y una débil sonrisa.
— Me puedo ir – bromeó Vante
— No digas tonterías, pasa – dijo dándole el suficiente espacio para entrar.
Cuando estuvo adentro. su padre hizo ademán de tomar la gabardina, Vante se la quitó y se la dio a su padre, quien la guardó en el pequeño armario que había a un costado de la entrada, toda la casa era tradicional, llena de tapiz que parece encaje y los muebles de madera oscura.
— Sígueme – habló su padre caminando por un pasillo, parecía nervioso, eso le dio mala espina a Vante.
Llegaron al comedor donde todo estaba servido y listo para empezar la cena en una mesa de roble oscuro para ocho personas.
— Siéntate – lo invitó su padre amablemente al asiento al lado de la cabeza de la mesa donde se suponía iba él.
Vante se sentó junto a su padre y en seguida llegaron una mujer alta y delgada con cabello castaño corto, llevaba un simple vestido blanco, detrás de ella iba un muchacho de cabello un poco largo vestido informalmente, Vante pudo notar la arrogancia en su mirada, le seguía un niño de no más 8 años el vestía un poco más formal que su hermano. Ambos parecían sorprendidos de ver a un extraño en su casa y el más grande parecía indignado porque estaba sentado en su lugar.
— Vante te presentó a mi esposa María, mi hijo mayor Francisco y el más pequeño es Alexander – su padre habló en italiano, Vante sólo asintió.
— Familia les presentó a mi otro hijo. –"¿cómo que otro?" Pensó Vante – Vante – termino de completar.
Su esposa parecía entender pues le sonrió con dulzura, pero sus hijos parecían indignados.
— Francis esta noche te sentaras al lado de tu madre – ordenó su padre, al muchacho no le quedó más que obedecer.
Cuando todos estuvieron sentados y para alivio de Vante el niño pequeño no parecía interesado en hablarle a pesar de que se había sentado al lado de él, la señora de la casa tomó una pequeña campana haciéndola sonar, de la cocina llegaron sirvientas que comenzaron a servir la comida, aun cuando estaba enfrente suyo, Vante arqueo una ceja, no parecía nada satisfecho.
— Entonces – habló Francis – Padre no sabía que tuviste una aventura y mucho menos esperará que dejara un bastardo.
Su padre iba a hablar, pero Vante le ganó la palabra.
— Qué curioso que lo menciones porque si no mal entiendo es que tu tienes 18 y yo 22, así que el bastardo aquí eres tú – dijo tomando de la copa de vino recién servida para beberla lentamente.
— ¡¿Qué?! – ambos chicos exclamaron a su padre.
— Hablaremos de esto después de la cena – sentenció.
Todos comieron en un silencio incómodo, Vante estaba ofendido al saber que su padre nunca mencionó su existencia a su "Familia" y al parecer los demás también, menos la mujer ella parecía avergonzada. Después de cenar pasaron a la gran sala, donde había algunas fotos donde pudo observar la gran vida de lujos que vivían.
— ¿Envidia? – presumió Francis.
— Al contrario, me da pena – Vante lo miró con indiferencia.
— ¿A qué has venido? – atacó el joven.
— Francisco – trató de intervenir su padre.
— Mi padre me lo pidió – le reprochó con la mirada – Aunque no entiendo para que, si no se tomó la molestia de contarles de mi existencia.
— Hijo no sabía que al final si vendrías a la cena, no quería perturbar sus...
— ¿Vidas perfectas? – Vante interrumpió con un claro tono despectivo.
— Dime querido ¿A qué te dedicas? – la mujer trato de aligerar el ambiente.
— Soy fotógrafo profesional – contestó por amabilidad, a la mujer cuyo nombre no se tomaría la molestia de aprender.
— ¿Entonces vienes por dinero? – cuestionó el más pequeño, sacando una sonrisa sarcástica por parte de Vante.
— No, no vengo por dinero.
— Pero papá siempre ha dicho que quienes se dedican al arte son unos muertos de hambre – Vante no sabía si lo dijo con inocencia o no.
— Bueno tu padre me abandonó por tu hermano cuando tenía 7 así que el perdió el derecho a opinar – habló con falsa dulzura rozando a la burla.
— Cuidado como le hablas a mi hermano – defendió Francis al más pequeño.
— Papá ¿Podrías darme mis papeles, por favor? Ya me quiero ir – le dijo a su padre ya fastidiado de la conversación.
— Ósea que si venias con intenciones de utilizar a mi padre – atacó Francis.
— No la verdad no, pero estoy decepcionado y no quiero ver más – dijo mirando a su alrededor notando los grandes lujos con los que estaba adornada la gran casa.
— Hijo yo...
— De verdad papá, tengo cosas mejor que hacer, que estar aquí – su padre soltó un suspiro, salió de la sala y desapareció por un pasillo.
— ¿Qué se siente saber que mi padre te olvidó y jamás volvió a pensar en ti? – trató de provocar Francis a Vante.
— Nada – iba a seguir hablando, pero su padre apareció con un folder entregándoselo a Vante.
— Hijo las cosas no tiene que terminar así, sólo fue un mal inicio, tal vez podemos vernos en otro día – propuso su padre.
— No puedo, me voy mañana del país - habló con indiferencia caminando a la salida apresuradamente.
— ¿Cuándo me lo ibas a decir? – reclamó su padre, siguiéndolo al igual que el resto que querían saber el final de esto.
— No lo sabía es algo que acabo de decidir – dijo sin interés alguno en las reacciones de su padre – ¿Podrías darme mi gabardina?, tengo maletas que hacer.
Su padre caminó al armario y sacó la gabardina.
— Eres igual a tu madre – dijo haciendo notar su enojo, invitándole a salir.
— Qué vergüenza – dijo Vante – Y Francis ¿Que sientes al saber que tu madre fue la zorra que rompió mi familia y tuvo que embarazarse para amarrar a mi padre? – sonrió con su cinismo y salió.
Vante ni se inmutó cuando cerraron la puerta de un sólo golpe, lejos de esa casa, dejó salir esas lágrimas que guardó desde el momento que le dijeron bastardo. No tardó en llegar al departamento, encontrando a todos en la misma posición parecería que no se movieron de no ser por la caja de pizza en el suelo.
— ¿Cómo te fue? – preguntó HwaSa, pero al ver los ojos rojos de Vante se preocupó – ¿Estás bien?
Vante rompió en llanto contándoles todo lo ocurrido en esa casa, todos los mudos al escuchar la historia se levantaron a abrazarlo y consolarlo, dándole palabras de amor, Hugo no paraba de decir los hijos de perra que eran haciendo reír a Vante, el resto de la noche HwaSa y HyunAh lo distrajeron ayudándole a empacar las cosas más importantes. Vante fue el primero en quedarse dormido.
— Pobre chico – dijo HyoJong mirándolo dormir.
— Sí, puede que tenga 22 pero sigue siendo un niño por dentro – Keita opinó.
— ¿Por qué la gente es tan mierda? – cuestionó al aire.
— Buena pregunta – dijo Keita
A la mañana siguiente se encontraban saliendo del departamento con dirección al aeropuerto, decir que Vante no estaba emocionado sería una mentira a pesar del mal trago que pasó con su padre. Ya habían llegado y estaban en la sala de espera, pero Vante aún no sabía con exactitud a donde irían.
— Vante – lo llamó Hugo – Te queremos decir algo...
Vante se preocupó pues se escuchaba muy serio y jamás había escuchado a Hugo hablar serio.
— ¿Pasa algo malo?
— Es sobre como financiamos estos viajes – dijo Keita, quien también se veía serio.
— Somos traficantes de órganos y tú eres la víctima- soltó de la nada HyoJong asustando a Vante.
Pronto todos rompieron en carcajadas y Vante supo que era una broma, a todos los golpeó en el brazo provocando más risas.
— Son unos tontos – dijo molesto.
— No, pero ya hablando en serio – dijo Keita – No es malo, pero no es para todos.
— Me están volviendo a asustar – dijo preocupado.
— Tranquilo, es sólo un canal de YouTube – dijo HyoJong – Tenemos que preguntarte si querías salir o no – Vante sólo los miro muy confundido.
— Sé que parece loco, pero el parón es bueno y pensamos que con tu personalidad las vistas subirían – dijo Huya, sorprendiendo a Vante pues las chicas habían ido al baño.
— Primero podrían decirme ¿A dónde vamos? - Vante necesitaba pensarlo muy bien así que trato de evitar el tema.
— Vamos a Bali – dijo HyoJong
— ¿Por qué Bali? – quiso saber.
— Dicen que es un lugar muy espiritual, necesitamos limpiar y curar nuestras almas – esta vez contestó HwaSa sentándose a su lado, a Vante le gusto la respuesta.
— Pero no te desvíes del tema- dijo Keita – ¿Qué dices amigo?
Vante se sentía en una encrucijada, por un lado, existía el miedo a ser descubierto y que lo encontraran, pero por el otro la tenia deseos de vivir la vida al máximo sin ataduras ni miedos.
¿Qué debía hacer?
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