CAPÍTULO 10
Las semanas pasaron rápido para Vante y los chicos, todos cumplían con su trabajo, el de Vante era básicamente limpieza y jardinería, pero sobre todo ayudar en la guardería, ese era su lugar favorito, siempre cambiaba el turno con HyunAh para estar más veces a la semana en la guardería y ella no parecía molestarle, debido a su poco toque para los niños.
Respecto a JungKook, no había podido hablar con él, ambos estaban ocupados y muy centrados en sus trabajos como para distraerse. Vante se negaba a admitir que salía cada noche esperando encontrarse con él, pero él nunca apareció. No lo vio por al menos semana y media, hasta ahora.
Vante se encontraba en la guardería, ayudando a cuidar a niños desde 3 meses a 5 años, él estaba encargado de los bebés pues no necesitaban comunicarse con ellos, era la hora de la siesta por lo que estaba supervisando el sueño de todos los bebés, era 5 niños y 3 niñas. Vante escuchó gritos por parte de los niños y sus compañeros de trabajo, cuando se asomó un niño estaba en el piso sacudiéndose parecía que estaba temblando.
— ¿Qué está pasando? – no dudo en preguntar.
— Está poseído – un lugareño contestó asustado, inmediatamente se puso a rezar en su idioma.
Vante se acercó, los niños se veían asustados, sus compañeros estaban tratando de calmarlos, pero ver a los lugareños rezar no ayudaba, sin dudar tomó al niño, vio sus ojos los cuales estaban en blanco y no dejaba de sacudirse, vio sus pantaloncitos los cuales estaban mojados.
Ojos en blanco, pérdida de control de necesidades, "¡Está teniendo una convulsión!", pensó TaeHyung, rápidamente puso al niño de lado y con una chaqueta próxima, la acercó para poner la cabeza del niño.
Pasar tanto tiempo con HwaSa le había servido para aprender un poco de enfermería, nunca terminaría de agradecer el que le haya obligado a aprender a dar RCP, respiración de boca a boca y otros primeros auxilios.
El niño al fin dejó se sacudirse para después desmayarse, Vante no se asustó, tomó al niño en brazos y salió del lugar, tenía que llevarlo a la clínica, pero estaba hasta el otro lado del pueblo, pues mantenían a los niños lejos de la zona de construcción, si no llevaba rápido al niño, probablemente moriría de un derrame cerebral, no es nada normal que un niño convulsione. A lo lejos pudo ver una Jeep todo terreno, color verde militar, tenían que llamar su atención, pero ¿Cómo?, entonces vio con más detenimiento al conductor.
— ¡JEON JUNGKOOK! – gritó con todas sus fuerzas.
Fue lo suficientemente alto como para hacer voltear a JungKook, en cuanto vio a Vante fuera de la guardería con un niño inconsciente en brazos, dio vuelta y se dirigió a él, una vez enfrente Vante no habló, solo se subió y el empezó a manejar de nuevo, esta vez con más velocidad
— ¿Qué sucedió? – preguntó sin quitar la vista de su camino.
— Convulsionó – se limitó a decir, sin quitar la mirada del niño.
Rápido llegaron a la clínica, la cual tenía poca gente que esperaba ser atendida, Vante cada vez entraba en más desesperación, sentía que en cualquier momento el niño ya no reaccionaría jamás.
— ¡Min Yuki! – gritó por su hermano.
El salió del consultorio parecía muy enojado, Vante sabía que no podía gritar en estos lugares, pero no sabía que más hacer, se sentía tan impotente.
— ¿Qué le paso? – dijo preocupado cuando vio al niño en sus brazos.
— No lo sé, sólo empezó a convulsionar – Vante apenas podía hablar del nerviosismo.
— ¿Cuánto tiempo? – inmediatamente le quitaron el niño de los brazos para ponerlo en una camilla que no sabía en qué momento llegó – Vante, ¿Cuánto tiempo? -al parecer había olvidado contestar.
— N-no sé ¿Cinco minutos? – tartamudeo empezando a temblar.
— Tranquilo, lo has traído a tiempo – habló Yuki para después irse a toda velocidad por el pasillo pasando unas puertas donde sólo personas autorizadas entraban.
Vante se dejó caer en una silla en la sala de espera, poniendo sus manos en la cara, tratando de calmarse, sintió como alguien se sentaba a su lado.
— No te veo por semanas y cuando lo hago estás metido en esto- su voz se escuchaba tranquila como si quisiera calmarlo – ¿Tiendes a meterte en problemas?
— No – contestó de inmediato – Bueno puede ser – dijo con una triste sonrisa
— Él va a estar bien – le aseguró – ¿Por qué no salimos a despejarte un poco?
— ¿Y el niño? – no pudo evitar pensar en el pequeño.
— Ya han sido llamado sus padres, no te preocupes – anunció levantándose, ofreciendo su mano para ayudarlo a pararse.
Vante con duda aceptó su mano y se levantó, sentir la mano del Capitán fue suficiente distracción para Vante, eran grandes y callosas, esas eran las manos de alguien que había trabajado toda su vida. Ya estaban a fuera de la clínica, pero Vante se negaba a soltar su mano, parecía ser el único centro de apoyo, a JungKook no le molestó para nada, lastimosamente tuvieron que soltarse para que entraran de nuevo en la Jeep. Vante no habló en todo el camino, no hasta que vio que salieron de la zona alambrada del pueblo.
— ¿A dónde vamos?
— Siéntete afortunado vamos de safari – le sonrió tanto que las esquinas de sus ojos se arrugaron un poco.
— ¡¿De verdad?! – Vante no pudo ocultar su emoción y JungKook se limitó a asentir.
Durante unos 20 minutos no vio nada más que pura naturaleza y eso era hermoso, hasta que vio a lo lejos leones, rinocerontes, he incluso elefantes, como un niño pequeño sonrió con emoción, pero había algo que llamó su atención, sus cuernos y colmillos eran rosas.
— ¿Porque son rosas? – no dudó en preguntar.
— Para que el marfil no sea útil para los cazadores y no los asesinen.
Vante no dijo nada, sólo se dedicó a tomar fotos con su celular, lamentándose el no tener su cámara, siguieron su recorrido hasta llegar a un lugar neutro, JungKook se estacionó debajo de la sombra de un enorme árbol para poder descansar un poco.
— ¿Te sientes mejor? – preguntó JungKook
— Mucho, gracias – lo miró con una sonrisa – Tienes el don de llegar cuando más necesito distraerme.
— No sé si sentirme honrado – el tono de diversión en su voz hizo reír a Vante.
— ¿Dónde estuviste todas estas semanas? – cuestionó, viendo el horizonte tratando de evitar su mirada.
— No muy lejos, unos cazadores trataron de entrar a las zonas protegidas y tenía que detenerlos.
Vante no contestó nada, no sabía que decir.
— ¿Sería tonto si digo que note tu ausencia? – al fin lo volteó a ver notando que él jamás dejó de mirarlo.
— No, porque también sentí tu ausencia.
— Cuando nos conocimos te conté sobre mí, ahora cuéntame algo sobre ti – pidió sin dejar de mirarlo a los ojos.
— ¿Qué te puedo contar? – dijo al aire.
— ¿Siempre quisiste ser militar?
— Diablos no, no puedo creer que te voy a contar esto – habló divertido – Quería ser cantante, y lo iba a ser...
— ¿Qué pasó?
— Pues mi madre era la única que me apoyaba, y mi papá no mucho, pero si apoyaba a mi madre, entonces mamá me metió a clases de canto y baile, creo que fue la época más feliz de mi vida, pero cuando cumplí 16, mi madre fue víctima de un robo que salió mal, mi padre en su dolor sacó todo recuerdo de ella de nuestras vida, mi hermana fue quien más sufrió, al ser el vivo retrato de ella, la mandó a un internado, no la volví a ver hasta que tuvo 18 y pudo salir de ahí, para mí se acabaron las clases de canto y baile, empecé a ser agresivo, peleaba por todo, entonces fue cuando mi padre tomó la decisión de enlistarme, me dije que sólo sería hasta que pueda salir, al final me gustó y aquí estoy.
— Lamento lo de tu madre – su voz sonaba triste.
— Está bien, cambiemos de tema, cuéntame sobre tus tatuajes – propuso más animado.
Vante en tan poco tiempo se había vuelto coleccionador de tatuajes
— ¿Por dónde empezar? – se cuestionó viéndose sus brazos.
En su antebrazo estaba la foto tatuada con la que ganó a foto emotiva, la cual era un oscuro océano donde la luz apenas filtraba dando a notar un hermoso encuentro entre madre y cría de ballenas azules, JungKook murió de risa cuando le contó que fue un accidente pues cayó del bote donde iba viajando.
Otro fue uno de los primeros, la mano llena de una mándala que parecía estar hecha de gena, este fue su recuerdo de Bali. En las costillas tenía uno que era un camino amarillo donde se veía la ciudad esmeralda a los lejos con una frase abajo de su manda favorita Mago de Oz, Vante no pudo evitar de reír cuando le dijo que era fan de una banda metal pagano y la cara de sorpresa que puso JungKook. El rato pasó, pero no se aburrían, Vante le contó todas sus anécdotas de los viajes y JungKook se dedicó a escuchar.
Ya casi empezaba el atardecer, tenían que irse antes de que anocheciera o podía ser peligroso, pero antes de irse un pequeño grupo de jirafas se acercaron a ellos, JungKook casi sufría un paro cardíaco al ver como Vante se acercó a tomar una foto, después de eso tomaron rumbo al campamento, donde una vez más JungKook dejó a Vante en su tienda y esperó a que entrará para poder retirarse.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro