18 | Todos tienen una historia que contar
Stella
—Pero tampoco es tan grave, ¿no? —comenta mi padre regresando a la sala con nosotras—. Solo han pasado dos meses
—Y se siente como una eternidad —me quejo—. Estas últimas semanas apenas y hemos podido hablar porque hay que coordinar los días y la diferencia de horario, no sé qué tanto está haciendo.
—Estudiando. —Responde con tono burlón Carmen—. Calma, Stella que ya habrá oportunidad de recuperar el tiempo perdido.
—Eso espero.
No todo eran tan malo después de todo, podía permitirme tener estos momentos con mi papá y Carmen y que tuviéramos una buena relación era todo lo que siempre había querido, justo en la semana siguiente de que Javi se fuera mi padre invitó a mamá a cenar y aclararon un par de cosas, al día siguiente yo estuve con ellos en otra cena, se sintió como si por un breve momento fuéramos una familia unida y feliz.
Entendí que hay ocasiones en que el amor no basta, crecemos con la idea de que no puedes cometer ninguna equivocación en tu matrimonio y parece imperdonable el divorcio, pero no es así, todos nos equivocamos y por loco que suene, también podemos equivocarnos al escoger a la persona con quien compartiremos nuestra vida.
Por supuesto, si uno quiere casarse mejor asegurarse que es en verdad lo que quiere y que lo hará con la persona que ama, pero esta vez mis padres fueron la excepción, cometieron un error al casarse, me tomó un tiempo, pero logré entenderlo al final.
«Eres lo único bueno de nuestro matrimonio, Stella» decía con frecuencia mi padre, agradezco que mantuviera una relación pacifica con mi madre después de lo ocurrido.
—La verdad no sé por qué quiso irse, en la universidad de Clawood lo tenía todo.
—Impresionante hasta donde llega un joven solo por alejarse de su familia, ¿cierto?
—Amor, no creo que Javi se haya ido solo por su familia.
—Pues yo sí lo creo —intervine—. Aunque la mayor parte del tiempo la pasaba en la escuela dice que se sentía bastante presionado y asfixiado de alguna manera, solo quiso alejarse de todo eso que le estresaba y cumplir sus sueños.
—Y hablando de sueños...
—Papá, no.
—Deja ya ese tema, Víctor.
—Solo quiero ayudar a mi pequeña, ¿es eso un delito? Porque me tratan como si fuera algo horrible lo que quiero hacer.
Tomo aire antes de adentrarme una vez más a esta conversación que no tendrá fin hasta que los resultados salgan. Mientras tanto, papá y Carmen parece que están discutiendo con solo mirarse.
—Papá —obtengo su atención—. Te agradezco mucho que quieras ayudarme con esto, pero si Cory me acepta quiero que sea porque en verdad cree que soy buena, no porque mi padre hizo un par de llamadas y me consiguió el puesto.
—Bien, así será.
Aparta la mirada tratando de centrar su atención en algo más, cosa que llama la atención de su novia.
—Cariño.
—¿Sí?
—Ya hablaste con Cory, ¿verdad?
—En mi defensa quería ayudarte —explica sin dejar de mirarme—. Mira que yo solo quería hacer una buena acción.
—¡Papá! —le digo alarmada.
—Descuida, el plan no salió como yo pensaba, hice las llamadas correspondientes y me comunicaron con Collins, le dije que había una chica que tenía mucho potencial y debía ser su aprendiz y le di tu nombre, pedí que me hiciera ese pequeño favor de colega a colega.
—Ay, no —paso mis manos por mi rostro, frustrada. Qué vergüenza—. ¿Y qué te dijo?
Esta era justo la parte que quería evitar, ponerme en ridículo y disminuir las posibilidades de que me escogiera.
—Primero me dijo: ¿Quién habla? Yo de una manera educada le dije «Oh, soy Víctor Remington, seguro me conoces» Deja de reírte, Carmen —ella hace un esfuerzo por callarse—. Y ya imaginarás cuál fue su respuesta, no tengo idea de quién es Víctor Remington, le agradecería que no me vuelva a llamar ¡Stella deja de reírte!
—Lo siento, lo siento —trato de tranquilizarme—. Es que creí que eras muy famoso.
—Y lo soy. —Aclara—. Que ese director no me reconozca no es mi problema, comienzo a creer que no es la persona más adecuada para enseñarte.
En verdad estoy haciendo un gran esfuerzo por no reír a carcajadas, esto debió afectar el ego de Víctor Remington.
—No intentes cambiar el tema, hiciste la llamada que claramente te supliqué que no hicieras.
—Pero qué es mejor, ¿lamentarnos porque quise ayudarte o seguir esperando los resultados? —no me da tiempo de responder—. Exacto, seguir esperando los resultados.
—No tienes remedio, Víctor.
—Cualquier padre en mi lugar habría hecho lo mismo.
Niego, divertida mientras guardo mis cosas y recibo un mensaje de Erick.
Erick: Ya estoy por llegar, todavía podemos cancelar si quieres.
Yo: Este momento era inevitable y lo sabes.
Erick: ¿Me seguirás amando después de conocerlos?
Yo: Jajaja, no confías mucho en tu familia, ¿cierto?
Erick: ¿Debo responder?
Estoy tranquila, tendré que mantenerme así el resto de la tarde, hoy conoceré a sus padres, estuvo retrasando este momento tanto como fue posible, pero cuando su padre me llamó para invitarme a comer no me pude negar, era lo justo, él ya había cenado con mis padres, era mi turno de conocer a los suyos.
—¿Ya tienes que irte?
—Sí, son poco más de cuatro horas para ir a Bridgen y queremos llegar a tiempo, Erick ya está por llegar.
Ambos me acompañan hasta la puerta.
—Oh, papá te quiero agradecer por lo que hiciste para la sorpresa de Erick.
—Tú te encargaste de todo, lo único que hice fue conseguir un número de teléfono.
—Haces mucho por Erick, es lindo —menciona Carmen.
—Ha hecho mucho por mí.
Tocan el timbre de la puerta y me apresuro a abrir para encontrarlo con una cara llena de preocupación, no sé por qué le preocupa tanto que conozca a sus papás si se supone que es lo más normal del mundo.
—Miren nada más si es mi chico favorito —papá palmea su hombro.
—Hola, Víctor. Hola, Carmen. —Ah, sí, pequeño detalle mi padre parece que quiere más a Erick que a mí, incluso dejó que lo tuteara—. Hola, hermosa.
Se iba a inclinar para darme un beso, pero la mano de mi padre sobre su pecho se lo impide.
—Nada de besos en mi presencia.
—Perdón, lo olvidaba.
—Pues que no se te vuelva a olvidar.
—Papá —hablo entre dientes.
—Bien, no les quitaremos más tiempo, pueden irse. Erick, está de más decirte que la cuides, pero te mataré si le haces algo.
Es tan raro verlo en un plan sobreprotector cuando antes era imposible siquiera imaginar que mi padre conociera a mi novio, creo que lo más improbable antes, es que hubiera tenido novio.
—Sutil, papá. Sutil.
—Descuida, Víctor, regresaremos mañana por la mañana sin un solo rasguño.
—Cuídense mucho, chicos —agrega Carmen sin dejar de vernos con ternura.
—De nuevo te agradezco por el favor, papá.
—Solo tienes que pedirlo y te podría presentar al presidente.
—Hum, no lo sé, ¿seguro que te conoce?
—¡Mira, Stella!
—¡Adiós, papá! ¡Adiós, Carmen! —me apresuro a salir antes de que me aviente otro cojín.
Cuando la reja se cierra detrás de mí veo nuestro bello vehículo.
—No es cierto.
—Sí. —Me entrega un casco—. Toca ir en moto.
—¿Y tu casco?
—Lo olvidé, pero no es tan grave —sube a la moto y espera que lo siga—. ¿Qué pasa?
—Preferiría que llevaras tú el casco en esta ocasión.
Se echa a reír y yo no le encuentro lo divertido al asunto, podría morir, perdón si la novia se preocupa por su seguridad.
—Quieres decir que en vez de estar molesta porque iremos cuatro horas en moto, ¿te enfada que no tengo protección?
—¡Obvio!
Baja más feliz de la moto y sin nadie que lo detenga ahora me sujeta de la cintura y se inclina para besarme, tengo que reconocer que sus besos por lo general me ponen de buen humor.
—Haces que me enamore cada día más de ti, Stella.
—¿Lo dices solo porque te ofrecí el casco?
—¿Ya te he dicho cuanto te amo?
—Todos los días.
—Pues te amo, grábatelo bien.
—Yo también te amo, Erick.
Antes de que alguno pueda decir algo más, su carro llega y se estaciona detrás de la moto, Marcelo baja con las llaves en la mano y con una gran sonrisa.
—Buenos días, tortolitos.
Durante este tiempo pude conocer un poco más a Marcelo y me di cuenta del gran chico que es, llegué a pasar tiempo con él y cada vez lograba hacerme reír, no imaginé que pudiéramos llevarnos tan bien y que tuviéramos tantas cosas en común.
—¿Qué es esto?
—Stella, ni tu trasero ni el mío hubieran aguantado cuatro horas de viaje en moto, tuve que traer el auto.
—¿Y la moto?
—Esa es la mejor parte —interviene emocionado Marcelo—. Me la prestará.
—¿Le prestarás tu moto?
Es que es difícil que lo haga, estoy segura que ni a mí me la hubiera prestado.
—Estoy siendo cupido en este momento, Marcelo trata de conquistar a una chica y lo he estado ayudando.
—Déjame adivinar, las motos las vuelven locas ¿no?
—No lo sé, tú dime. ¿Es así? —imitó mi voz.
—A mí me vuelve loca —confieso.
—¿Qué? ¿De verdad?
Marcelo se sorprende y parece tener esperanza, como si mi respuesta fuera a ser la misma de todas las chicas del planeta.
—Sí, porque cada vez que me subo a una me da miedo morir.
—Oh, vamos, conduzco lento.
—Eso no evitará que tengamos un accidente.
Sabiamente decide terminar la conversación ahí y le da las llaves de la moto a su amigo no sin antes amenazarlo diciéndole que un solo rasguño que vea y será su fin.
—Mantente atento al aviso que te den, Erick.
—¿Qué aviso?
Le da un codazo en el brazo, nada discreto, por cierto, y Marcelo hace un intento fallido por cambiar la conversación.
—Oye, Stella, pronto será tu cumpleaños, ¿cierto?
—Sí.
—Bueno pues me tengo que ir, que les vaya muy bien.
—¿Sabe usar la moto? —murmuro a su lado.
—¿Crees que la habría prestado si no?
—Buen punto.
Lo vemos alejarse y al menos en ese tramo no choca, ya es un buen avance. Es nuestro turno de subir al auto y me siento mucho más segura viajando de esta manera, Erick lo sabe bien.
—Era una prueba, quería ver si mi novia estaba dispuesta a viajar cuatro horas en moto solo para ver a mis padres.
—¿Y la pasé?
—Con honores. Si te soy sincero, la mente maligna detrás de todo este plan fue
—Laura —hablamos al mismo tiempo—. Sí, debí imaginar que tu abuela querría que conociera a tus padres.
—Organizó todo y dijo que la idea le parecía genial.
Fue bastante lindo ver la reacción de Laura cuando le dijimos que lo nuestro ya era oficial, Erick bromeaba diciendo que ni siquiera en las fotos de su boda lucía tan contenta.
Estos meses nos hemos vuelto más cercanas, desde que terminaron las vacaciones y tuvo que regresar Erick y yo hemos tratado de pasar con ella el mayor tiempo posible, hemos visto mejoras, ya no se siente tan triste.
Recuerdo una tarde en la que nos pusimos a cocinar y el pastel se volvió a quemar porque el horno, una vez más, junto con el microondas, se había descompuesto, terminamos ordenando unas pizzas y charlando entre nosotros, subía temprano a dormir y Erick y yo hacíamos cualquier cosa, escuchar música, ver una película, incluso llegamos a cocinar un postre para nosotros, la primera vez no tengo idea de qué quería preparar, pero me dio algo ovalado y quemado, esbocé mi mejor sonrisa al probarlo.
—¿Qué tal está?
—Rico —levanté mi pulgar todavía con la cosa quemada en mi boca.
—Quieres vomitar, ¿no es así?
—Ujum.
Terminé escupiendo la comida, Erick sin poder controlar su risa las nombró galletas quemadas del amor, por fortuna no las ha vuelto a hacer.
—Hay una canción que quiero mostrarme, ¿la puedes agregar a nuestra playlist?
—Claro.
Cuando el semáforo se pone en rojo toma mi teléfono buscando la canción y sube el volumen.
—Espero que te guste.
Veo el nombre de la canción cuando me devuelve el teléfono This side of Paradise, de Coyote theory.
No creí que fuera el tipo de canción que Erick escucharía, me sorprendió gratamente, tenía buen ritmo, por el rabillo del ojo noté que me miraba con una sonrisa.
—¿Te gustó?
—Es buena, sí.
—Ay, por favor, no puedes decir solo que es buena, esto es arte.
Nos pasamos el resto del camino escogiendo canciones y una vez más, nos asombró los gustos que llegábamos a tener.
De pronto escuchar música con él se convirtió en mi pasatiempo favorito, no mentí cuando dije que la música era la mejor forma de conectar con una persona.
Entre gritos y desafinaciones el tiempo pasó más rápido de lo habitual, antes de darme cuenta ya habíamos llegado a la casa donde se estaban quedando sus padres. El edificio al que fui para presentarme con Cory me asustaba, pero esta casa me daba terror.
—Cambié de idea, podemos irnos a cualquier otra parte.
—Ya estamos aquí, es tarde para retractarse.
—No quiero, Erick.
—Mi familia no muerde —bromea.
—¿Y si no les caigo bien? ¿Y si piensan que no soy lo suficientemente bonita para ti? Podrían pedirme que me aleje de ti. ¿Has visto esa película donde la chica deja al chico para que cumpla sus sueños solo porque el padre o madre de su novio la obligó?
—Stella, hay literalmente cientos de películas que hablan de eso.
—Pues no quiero que me pase eso.
—Oye, tranquila, nada de eso pasará, solo es una comida con mi familia —se detiene a pensar en sus palabras—. Cierto, suena bastante aterrador.
—Erick, no bromeo.
Hasta estoy sudando.
—Todo saldrá bien, además estaré contigo y tienes a mi abuela de aliada, apuesto a que si quieren molestarte de alguna manera mi abuela los pondrá en su lugar.
Viéndolo así tendría un poco de ventaja.
—No lo pienses tanto —baja del auto y abre mi puerta.
Mientras caminamos hacía la entrada lo único que puedo pensar es en todos los escenarios posibles donde esto sale mal, tampoco es como que sea mi primera vez conociendo a los padres de algún novio, pero a los padres siempre les ha dado bastante igual el conocerme o no, que la familia de Erick esté interesada solo me pone más nerviosa.
¿Y si no cumplo con sus expectativas?
Erick toca el timbre y como si nos hubieran estado esperando ansiosos, es su madre quien abre la puerta para recibirme con una sonrisa, Laura es así, entendible que su hija sea igual.
—¡Stella! —me abraza como si nos conociéramos de toda la vida—. Que gusto por fin conocerte en persona, nos alegra tanto que hayas venido.
—Querida, es suficiente, la estás asfixiando.
—Tonterías —ignora a su esposo y solo me abraza con más fuerza—. Qué bueno tenerte aquí.
—Muchas gracias.
Creo.
—Disculpa a mi esposa, es un poco intensa.
—Me pregunto a quien se parecerá —se burla Erick y al fondo veo a Laura sosteniendo un cuchillo.
—No se preocupe. Stella mucho gusto —estiro mi mano y para mi suerte la estrecha.
—Dustin, que bueno es conocer a la chica que ha hecho que este muchacho vuelva a sonreír.
—Papá —hace una mueca.
—Pasen, la comida está lista.
—¡Querida! —me da un cálido abrazo como siempre, es bueno sentir algo de familiaridad—. ¿Cómo estás?
Aterrada, nerviosa, preocupada, siento un nudo en el estómago que no me está dejando respirar.
—Mejor que nunca, ¿qué hay de ti, Laura?
—No me quejo, mi casa no ha explotado creo que todo bien.
—Llamé a alguien para que reparen de nuevo ese horno —menciona detrás de mí—. Irá el viernes a la casa.
—Perfecto.
Todos parecen bastante concentrados terminando de poner las cosas en la mesa, me detengo a observar algunos de los cuadros que están colgados y mirar unas cuantas fotografías enmarcadas que Erick protagoniza.
—Eras tan lindo —sostengo una foto donde Erick tiene un trofeo y sostiene una cámara, tendrá diez años quizá.
—¿Era?
—Eres más apuesto ahora si te sirve de consuelo.
—Lo tomaré como un cumplido.
Laura nos dice que podemos pasar a la mesa y veo todo lo que han preparado, no sé si sea posible probar todo esto, pero haremos el intento. Durante los primeros minutos solo nos dedicamos a comer, no sin antes dar gracias, Laura es la encargada de hacerlo.
Me siento nerviosa, sigo probando la comida sintiendo como si la mirada de todos estuviera fija en mí, no dejo de mover la pierna, ¿será que se llevaron una mala impresión de mí? ¿No fui lo suficientemente educada? ¿Debí actuar diferente?
—Stella, Erick no nos ha contado mucho sobre ti.
—Salvo que está completamente enamorado —añade su abuela.
—Dinos, querida ¿qué estás estudiando?
Oh, no, la pregunta que siempre hacen, me costó mucho trabajo convencer a mi padre que esta carrera era buena. ¿Qué pensarán ahora los padres de Erick cuando les diga lo que estudio? Apuesto a que no me tomarán en serio.
Siento su mano sobre mi pierna, obligándome así a dejar de moverla, no me detiene de una manera brusca, lo hace con delicadeza, y comienza a acariciar con el pulgar.
—Estudia cinematografía, ¿cierto, amor?
Me giro de inmediato a verlo, ¿me ha llamado «amor»?
Sus padres parecen no darle mucha importancia a ese simple gesto, no me había llamado así antes, salvo para librarnos de momentos incomodos cuando fingíamos que éramos novios.
—Qué maravilla, ¿quieres ser directora?
—Sí, la verdad creo que es lo mío.
—Eso es bueno. —Interviene su padre—. He aprendido que los hijos deberían forjar su propio camino, seguro escucharás con frecuencia que las artes son una pérdida de tiempo, pero no hagas caso, llegarás tan lejos como te lo propongas.
—Muchas gracias, señor.
—Dime Dustin.
Erick se acerca un poco a mí para susurrar.
—Ni una hora aquí y ya te has ganado a mi familia, ni a mí me tratan así.
Esta vez puedo sentir la conversación más tranquila, me interesa saber cómo los padres de Erick llegaron hasta donde están, ambos estudiaron arquitectura y tengo entendido que son bastante reconocidos por su trabajo, sin duda son buenos.
Laura no se queda atrás, cada anécdota que nos cuenta siempre nos tiene atentos, esa mujer ha vivido mucho.
—¿Y por qué se están quedando en Bridgen? Creí que tenían una casa en Clawood.
—Así era, la oferta de trabajo que recibimos nos pedía estar casi todo el tiempo en Bridgen, pero escuchamos que la mejor universidad se encontraba en Clawood y ya que Erick estaría en los dormitorios no nos preocupó tanto el tener que irnos.
—Mis padres se la pasan viajando.
—Muchos proyectos nuevos han surgido. —Dustin recargar sus codos en la mesa—. La mayoría en Bridgen, por eso quisimos tener la casa aquí, no estamos tan lejos de Erick en realidad.
—Escuché que cerca de aquí también hay una universidad, todos dicen que es la mejor.
—Díganle a mi querida Stella por qué no fue Erick a esa universidad.
—Bueno
Dustin interviene para ayudar a su esposa quien de la nada se ha puesto nerviosa.
—Cometimos un par de errores, Stella, el primero fue que obligamos a Erick a estudiar algo que claramente no quería, lo enviamos a la universidad de Clawood porque sabíamos que para estudiar arquitectura esa escuela era la mejor.
—La universidad aquí en Bridgen era más —intenta encontrar las palabras—, creativa, se centraban mucho en eventos de arte, manejaban talleres de música y muchas cosas más, no queríamos meter a Erick ahí, ahora las cosas han cambiado y
—Todos estamos mejor que nunca —añade de inmediato—. Aprendemos de nuestros errores y seguimos adelante. ¿Quieren el postre?
Intercambiaron miradas con Erick y cuando volvieron conmigo solo me dieron una sonrisa de boca cerrada y cambiaron el tema, ahora centrándose en mí, en lo que hacía en la carrera, los proyectos que tenía y preguntaban un par de cosas sobre mi familia.
Puedo decir que la conversación fue amena, en ningún momento me sentí atacada y, al igual que siempre, Erick y Laura hacían todo para que estuviera cómoda. Pasamos después a la sala y no recuerdo en qué punto sucedió, pero nos encontrábamos jugando en la consola que tenían, quien me dejó con la boca abierta fue Laura.
—¡Toma esto, asqueroso zombie!
—¡Abuela hay uno detrás de ti!
En un movimiento rápido acabó con el zombie causando así que ganaran la partida, todos mirábamos con asombroso a Laura, pero su nieto fue quien se atrevió a hablar.
—¿Cómo sabías ese truco, abuela? Para empezar, ¿cómo sabes jugar?
—¿Qué te crees que hago con las chicas de zumba después de las clases? ¿Tejer?
Nadie añadió nada más y seguimos pasando un buen rato juntos, hasta que llegó el momento de irnos, todavía no oscurecía del todo, le dije a Erick que si podía llevarme a un lado y accedió sin siquiera preguntar.
—Me dijo que se lleva bien con tu padre —Dustin se quedó a mi lado mientras Erick recogía.
—Sí, mi padre no estaba muy convencido sobre él cuando lo conoció, recién se quedó sin un fotógrafo y tenía una sesión importante, me pidió que lo ayudara y como no podía Erick se ofreció.
—Hizo lo que mejor sabe hacer —sonrió de lado.
—Sí, mi padre quedó encantado con el resultado y parece que desde ahí se llevan bien.
—Erick es un buen chico.
Por un momento parece que a quien intenta convencer de eso es a él mismo.
—Lo sé.
—Y tú eres una buena chica, Stella, me alegra que haya encontrado a alguien como tú, quizá no estuve presente en su vida el tiempo necesario, pero te puedo asegurar que nunca antes lo había visto así.
—¿Con una relación estable?
—Feliz.
Él no notaba lo que estaba pasando, seguía riéndose con Laura y su madre sobre algo, imagino que las estaba molestando porque Laura tomó un cojín y lo golpeó.
—Espero que siga así.
—En tanto estés con él, seguro que sí.
Volvió conmigo y tomó las llaves del auto, sus padres nos recordaron que nos estarían esperando, pasaría la noche aquí, yo insistí en que esto era un abuso de confianza, pero dijeron que esta también era mi casa.
—¿Y a dónde vamos?
—Yo te iré dando las indicaciones, amor —dije lo último imitando su tono.
—Fue una buena estrategia, después de decírtelo te quedaste tan sorprendida que olvidaste por completo que estabas nerviosa y seguiste con la charla, y no te voy a negar que decírtelo fue lindo, amor.
—Podría acostumbrarme, amor.
—Algo me dice que yo también.
Nos estacionamos frente a una cafetería y Erick no parece estar entendiendo qué hacemos aquí, por suerte no hay muchas personas y es el espacio perfecto para charlar, busco una mesa en el rincón y en vez de sentarnos frente a frente, le pido que se siente a mi lado.
—Esto es demasiado sospechoso, ¿ahora eres tú quien me quiere secuestrar?
—Algo así.
—¿Esperas a alguien?
—No te pongas celoso, Erick —pasa su brazo por detrás de mí.
—Contigo es tan fácil amar que no hay cabida para celos.
Me emociono en el momento en que veo que un chico rubio y su amigo pelinegro se acercan, en cuanto Erick los ve creo que deja de respirar.
—Hola, chicos —habla el rubio.
Me obliga a ponerme de pie y estrecha su mano con el pelinegro.
—Es un verdadero placer conocerte, en serio, yo soy fan de tu trabajo.
El chico hace un esfuerzo por no echarse a reír.
—No soy famoso —menciona.
—Apreciamos tus fotos como si lo fueras. Soy Erick, un gusto.
—Landon.
—Stella —me presento.
—Y yo soy Adam, pero apuesto a que ya lo sabían, ¿nos sentamos?
Ordenamos algunos frappes para pasar el rato, mi novio no contiene la emoción y muere por saber cómo pasó esto.
—Conseguí el número de Adam —empiezo—. Le dije que si podíamos reunirnos aprovechando nuestra visita a Bridgen, él estuvo encantado y trajo a Landon con él, dijiste que querías conocerlo.
—Te envíe cientos de mensajes en su momento.
—Sí —se rasca detrás de la oreja—. La verdad no uso mucho mis redes.
—Solo para hablar conmigo y con su novia.
—Quien por cierto no pudo venir, por desgracia, tuvo un trabajo que hacer, de hecho, Adam escogió bien este lugar, es la cafetería donde siempre vengo con Hailey.
Landon y Erick no dejaron de hablar de fotografías, por fin intercambiaron números y se aseguraron que estarían en contacto, pese a saber a la perfección de lo que hablaban, no quise intervenir, Adam charlaba conmigo, me gustaba su actitud, al igual que Erick parecía no tener filtro y se veía entusiasmado en todo momento.
—Estos dos parecen una pareja de enamorados —bromea—. ¿Tu novio siempre es así?
—Sí, cuando en verdad le gusta algo puede estar hablando de eso por horas, ¿qué hay de ti? No me digas que Adam Stone está soltero.
Respeto mucho la relación en la que me encuentro en este momento, pero vamos, no soy ciega, y Adam es bastante guapo, con aires de ser el chico rudo y al mismo tiempo el más romántico, hay algo diferente en sus ojos verdes que llamarían la atención de cualquiera.
—Tengo novia. —Sabe interpretar bien mi mirada—. No pudo venir tampoco, salió de fiesta o algo así, Charlotte es de ese tipo de chicas que prefiere arrancarse los ojos antes que estar en un lugar tranquilo.
—¿Cómo lidias con eso?
—No tengo mucho que hacer, así que no me afecta si quiere estar en una cafetería o una fiesta, igual la acompaño.
Cuando su profunda charla sobre el ángulo perfecto de una foto termina, nos permiten incluirnos en la conversación, vaya que considerados. Landon nos cuenta más sobre su vida al igual que Adam, cuando es nuestro turno ambos lucen interesados. Sigo sin creer que sean menores que nosotros, disfrutan de su último año de preparatoria, aunque lucen mayores.
—¿A qué universidad quieres asistir, Landon? —pregunta su mayor fan.
—Planeo ir al centro de enseñanza profesional de Vevey en Suiza.
—¿Qué hay de Hailey? —pregunto.
Por alguna extraña razón Erick se mantiene atento a cada movimiento que hago.
—Será complicado porque ella quiere ir a Sydney, pero lo haremos funcionar.
—¿En serio?
—Cuando amas a alguien luchas por estar a su lado —interviene Adam.
—Todos tienen una historia que contar, en la experiencia de cada persona la distancia puede ser buena o mala, separa a las personas o las une, creo saber a qué grupo perteneces, Stella.
—Ah, ¿sí?
La verdad es que no sacas ese tipo de conclusiones con solo ver a una persona, así que estoy interesada en lo que dirá.
—Al mismo que el mío, la distancia y las relaciones en nuestro caso son dos palabras que nunca se han relacionado, yo quiero cambiar las cosas y hacer que lo que tengo con Hailey funcione, ella podrá estar en Sydney y yo en Suiza, pero si de algo estoy seguro es que la amo y ella me ama y sé que ni el tiempo ni la distancia podrán cambiar eso.
Adam palmeó su hombro y le sonrió como si estuviera orgulloso de él.
—Resulta que Landon recordó que tiene corazón desde que Hailey llegó su vida.
—Tú también encontrarás a alguien que sacará el lado más cursi de ti, Adam, luego te casarás y serás feliz.
—Adam Stone y el matrimonio es algo que no debes mezclar.
Pese a que continuamos con la charla me fue difícil sacarme de la cabeza las palabras de Landon y de Adam «cuando amas a alguien luchas por estar a su lado» no hay nada más cierto que eso.
—Stella desde que te conocí me dio la impresión de que estabas relacionada con el arte, ¿qué te gustaría hacer ahora?
—Me gustaría trabajar con Cory Collins, es un director de cine muy reconocido.
—Interesante, pues deseo que te vaya bien, eso de los directores de cine y actrices no creo que sea mi mundo.
—¿Qué es lo que quieres hacer tú, Adam? —inquiere mi novio.
—Ay, no. —Landon parece cansado—. Ya va a empezar.
Adam se acomoda mejor en su asiento y aclara un poco su garganta antes de hablar.
—Voy a ser músico, guitarrista y voz principal de una banda, aún no he pensado qué nombre tendremos, pero será genial, busco gente tan loca y apasionada como yo por la música para crear la banda que revolucionará la historia de la música.
—Te escuchas decidido a lograrlo.
—Soy Adam Stone. —dice como si fuera obvio—. Por supuesto que lo lograré.
—Adam tiene el ego un poco elevado.
—Recuerden mi nombre, chicos, ya verán que tengo razón cuando me vuelva famoso. Recién cumplí la mayoría de edad y ahora sí me harán caso las disqueras.
—¿Cumpliste en marzo? —asiente —. Yo también soy de marzo.
—¿Qué día?
—Veintitrés, ¿tú?
—El tres.
—Ah, ¿sí? Estoy seguro que Erick y yo también cumplimos el mismo mes —añade Landon.
—Soy del diecisiete de noviembre, amigo.
Adam se echa a reír.
—Landon es del cinco de mayo. Lo siento, creo que Erick no es tu alma gemela, así que no envidies el nuevo vinculo que he creado con Stella.
La estábamos pasando tan bien que nos quedamos más tiempo del planeado en la cafetería, permanecimos ahí charlando y riendo hasta que uno de los empleados dijo que ya iban a cerrar y tuvimos que irnos.
—Si hubieras estudiado con nosotros, Stella, estoy seguro que te hubieras convertido en nuestra mejor amiga.
—Yo apoyo a Landon —menciona su amigo.
Erick eleva una ceja tratando de averiguar con qué intención lo está diciendo.
—Tranquilo, Erick lo digo de buena manera. Tengo novia por si no lo recuerdas —su mirada se dirige a Adam y Landon le da un codazo para que reaccione.
—Ah, sí, descuida que yo también tengo novia.
—Recuerda escribirme, Erick, hay muchos consejos que entre nosotros podremos darnos.
Nos despedimos y cuando volvemos al auto mi novio no deja de agradecerme por la cena que tuvimos insistiendo en que ha sido un honor conocer a Landon Leith.
Como era de esperarse las luces están apagadas cuando volvemos a su casa, entramos con cuidado para no despertar a nadie y en un intento desesperado para que me quede con él dice que es mejor que nos quedemos juntos para no molestar a nadie ya que, después de todo, mi mochila con un poco de ropa está en su habitación.
Termino cediendo y una vez que nos hemos cambiado nos metemos a la cama, no disimula la alegría que siente en este momento.
—Sigo pensando que es mala idea, ¿y si tu mamá entra?
—Cerré la puerta con seguro.
—Sí, pero es su casa, ¿no crees que tiene llaves?
—Stella. —Acomoda un mechón de pelo detrás de mi oreja—. ¿Desde cuándo te pone nerviosa dormir conmigo?
—Desde siempre —susurro porque temo que alguien me escuche y me saque a patadas de la casa—. Es diferente dormir contigo en el dormitorio, ahí no hay nadie más, pero aquí tus padres duermen en el cuarto de alado.
—No nos van a molestar si eso te preocupa.
—¡Erick!
—No tienes que preocuparte, Stella —me da un beso corto—. Buenas noches, amor.
Apaga la luz y cierra los ojos acomodándose en la cama para estar cerca de mí
—No escuché una respuesta.
—Adiós.
—Stella, vamos, tú también ámame. —se queja.
—Buenas noches, amor.
—Mucho mejor —sonríe todavía con los ojos cerrados.
Ustedes no lo saben aún, pero Adam y Landon tienen un lugar muy especial en mi corazón, sus historias han sido las mejores que en mi opinión, he escrito.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro