17 | Ni siquiera la distancia
Stella
—Quédate —me atrae hacía él y hunde su cabeza en mi cuello.
Sabía que, si accedía a dormir con él, salir de la cama iba a ser un reto.
—Tengo clases, Erick.
—No pasa nada si te pierdes unas cuantas.
—Hablo en serio —puedo sentir como sonríe sobre mi cuello.
—¿Y qué te hace pensar que yo no?
—Erick.
—De acuerdo —se apartó para mirarme—. Pero seguiremos mi plan y no quiero quejas.
No mintió, me prestó su sudadera, unos lentes y me sacó del dormitorio sin que nadie notara que soy una chica, igual creo que los chicos no prestan mucha atención a quién sale de los dormitorios. Salir fue sencillo, lo complicado fue lidiar con los reclamos de Fernanda cuando entré a la habitación.
«¿Por qué no llegaste?»
«¿Te has puesto a pensar en lo asustada que estaba?»
«Tenía algo muy importante que decirte y tú decides desaparecer»
Ni siquiera preguntó en dónde pasé la noche o si estaba bien, después de un par de reclamos supongo que se cansó de hablar, solo tomó sus cosas y se fue, igual era algo a lo que no quería prestar mucha atención.
Seguí con mis clases de manera habitual y fue extraño no ver a Javi, por más que intentaba convencerme de que no estaba porque se había tomado el día o seguía dormido, en el fondo sabía la verdad: ya no lo vería.
Intenté centrarme en las clases tanto como pude, tenía un promedio que mantener, exámenes que resolver y proyectos pendientes, sería mejor enfocarnos en eso por ahora.
—Stella, ¿puedes esperar un momento? —me detiene la maestra antes de salir y recibo un par de miradas por parte de los chicos que van saliendo.
—Claro —espera a que todos estén fuera—. ¿Estoy en problemas?
—Todo lo contrario, ¿recuerdas el último proyecto que hiciste en colaboración con los chicos de actuación?
—Sí —que vergonzoso recordarlo—, el video deprimente.
—Es un vídeo muy bueno, estuviste encargada de dirigirlo y creaste algo increíble, necesito que me lo envíes, tengo que publicarlo.
—¿Cómo dice?
—Me lo ha pedido el director, es para la página de la escuela, se están exponiendo algunos trabajos.
—No creo que sea mi mejor trabajo, si le soy sincera.
—Tonterías, es bueno, lo necesito ahora debes tenerlo en el teléfono, ¿no?
Es mi maestra, mucho no puedo discutir.
—Sí, se lo enviaré.
—Una cosa más —hace una mueca—. El director te está esperando en su oficina.
Puede estar relacionado con mi incidente, las drogas, que Javi se vaya, que descubrió que pasé la noche en el edificio de chicos, hay muchas cosas.
—¿Alguna idea de qué quiere decirme?
—No. —Se encoje de hombros—. Solo me pidió que te avisara.
—Bien, gracias.
Mientras voy de camino a la oficina le envío el vídeo a la maestra, si van a poner mi nombre seguido de la palabra «dirigido por» me gustaría que fuera en un mejor trabajo, pero qué se le hace. Llamo a la puerta del director una vez que llego y escucho un «pase» bastante seco.
Qué triste pensar siempre lo peor de las situaciones.
—Stella, toma asiento por favor.
—Buen día, director.
—Hay un par de asuntos pendientes que debemos tratar —no aparta la mirada de su tableta.
—¿Cómo cuáles?
—¿Qué ha pasado con tu denuncia?
Ah, sí, hay unos pequeños detalles que quizá omití.
—Atraparon al responsable —obtengo su atención y espera que continúe—. Resultó ser un hombre con antecedentes, se le culpó de la desaparición de otra chica y de asesinato en otro estado —luce más pálido de lo habitual—. Lo atraparon es lo importante.
—¿Cómo lograste escapar de alguien como ese hombre?
—Créame, estoy tan sorprendida como usted.
—Me alegra que haya sido atrapado —se acomoda mejor en la silla—. Hace poco Javier Molina vino a visitarme para decirme que rechazaba la beca para la universidad y que, además, se iría a otra escuela, es mayor de edad, pero de igual manera notifiqué a sus padres y no están enterados de esta situación.
El muy asqueroso no se va, escapa de sus padres.
—No tenía idea de esto.
—Salió de la institución esta mañana.
—¿Esta mañana?
—Uno de los profesores me comentó que vieron a Erick saliendo con un chico del dormitorio, y Javier es su compañero.
Por supuesto que iban a pensar que yo era Javier.
—¿Hay algo que pueda hacer?
—Sí —ensancha su sonrisa—. Eres su mejor amiga, debes tener idea de en dónde se encuentra.
Cientos de ideas cruzaron por mi cabeza en esos segundos, pero en ningún momento, por más descabellada que fuera la idea de Javi, pensé en delatarlo. Escapar de esa manera de casa está más que claro que no es lo correcto, aunque puedo entender por qué lo hace.
Javi está harto. Harto de que siempre sus padres interfieran en cada insignificante cosa que pasa en su vida, que lo traten como si aún fuera un niño, lo han mantenido toda su vida en una burbuja diciéndole qué puede y que no puede hacer, nunca han confiado lo suficiente en él como para dejar que tome sus propias decisiones, y justo ahora que lo está haciendo no está tomando las que son correctas, no le permitían equivocarse. En su lugar, creo que yo también hubiera escapado.
Dicen que lo que mal empieza, mal termina, he conocido muchos casos que son la excepción, espero que Javi sea uno de esos. Escapar de esta ciudad es todo lo que desea, pero también entiendo que no irá a cualquier universidad, no echará a perder todo por lo que ha trabajado, si se va es porque sabe que allá tendrá éxito.
—¿Stella? —corta el hilo de mis pensamientos.
—No tengo idea de en donde pueda estar, como le dije, no estaba enterada de la situación.
Entrecierra sus ojos y me examina buscando encontrar algo que me delate, trato de lucir lo más segura que puedo.
—Es raro que no lo sepas siendo su mejor amiga.
—No hemos estado tan juntos últimamente como me gustaría, la escuela nos demanda mucho y hemos tenido situaciones personales que resolver.
—Hazme un favor, si llegas a verlo habla con él, haz que reconsidere el irse, es el mejor alumno que tenemos en leyes, le beca no solo lo beneficia a él que estudiará en una de las mejores universidades de Canadá, sino a nosotros como institución, estamos enviando a los mejores alumnos.
—Veré que puedo hacer, ¿es todo?
Me siento inquieta y ruego porque me diga que sí, pero niega con la cabeza y me preparo para lo peor.
—¿Has considerado lo de la universidad?
—Sí, ya tomé una decisión, planeaba decírselo ayer, pero tuve problemas.
—Perfecto. —Comenta más entusiasmado—. Sé cuál será la respuesta, recuerda que debes dejar tus documentos en control escolar el día cuatro de
—Rechazaré la oferta —interrumpo.
Poco a poco su sonrisa se va esfumando, creo que espera que le diga que es broma y al no hacerlo me mira incrédulo, supongo que lo esperaba de cualquiera, menos de mí.
—¿En serio la rechazarás?
—Me temo que sí.
—Solo no me digas que también dejarás la escuela —el silencio se alarga por más tiempo—. ¿También te vas? —pregunta con indignación.
—Aún no lo sé, rechazo la oferta porque hay un trabajo que podría obtener y requiere que me quede, si no lo consigo seguiré estudiando aquí.
—Stella —intenta reunir cuanta paciencia puede—. Espero que sepas que limpiar mesas o llevar comida hasta ellas no te servirá de nada.
—No me quedo por un trabajo de mesera, tengo la oportunidad de trabajar con un reconocido director de cine.
Niega con total desaprobación, ni siquiera mi padre reaccionó así y eso ya es decir bastante.
—¿En serio crees que puedes llegar lejos sin un título?
—Yo...
—Una simple hoja te puede abrir cualquier puerta, abandonar los estudios no es una buena idea, terminarás arrepintiéndote y después, a lo único que podrás aspirar es al trabajo de mesera que ni siquiera estás buscando.
—Soy consciente de las consecuencias, pero lo quiero intentar.
—¿Y si no funciona?
La respuesta fácil sería rendirme, seguir estudiando aquí y cuando la carrera termine veré qué puedo hacer para darme a conocer, pero no me gustaría saber que no lo intenté, que no luché más por conseguir lo que quería.
—Me plantaré enfrente del edificio y le diré a Cory porque debería escogerme, le diré que me deje ser oyente o su asistente, no lo sé, pero lo voy a conseguir.
—Piénsalo bien, Stella, eres una alumna destacada que está a punto de tirar todo a la borda por solo querer escuchar lo que Cory tiene que decir, si no tienes los documentos necesarios no hay mucho que puedas hacer.
—Tener el título tampoco me garantiza el éxito. ¿De qué serviría tenerlo si no comprendo en realidad lo que tengo hacer? ¿Si no sé cómo ejecutarlo? Y con todo respeto, director, no me diga que si obtuve el título es porque en verdad domino el tema, basta con que vaya a cualquier clase en cualquier facultad para que se dé cuenta que no todos los maestros cumplen en realidad con sus funciones —su mal humor desaparece y aprovecho ese momento para salir de ahí—. Si no hay nada más que hablar, me retiro.
No responde lo cual no sé si es bueno o malo, tomo mi mochila y salgo de la oficina observando que Marcelo es el siguiente, se asoma para ver cómo luce el director y creo que no le gusta lo que ve.
—¿Lo dejaste muy alterado?
—No tengo idea.
—No quiero que desate su ira sobre mí.
—Eso depende, ¿a qué vienes?
—A decirle que no iré a Reino Unido, ¿crees que se moleste?
—Bueno —intento no reír—. Ya serías el tercero que rechaza su oferta, más alterado no creo que pueda estar.
—Creo que debería saber que la arquitectura no es lo mío, pero si le digo que me quiero ir a otra universidad enloquecerá y se lo dirá a mis padres, ellos no pueden enterarse.
—¿A dónde piensa ir?
—Una Universidad de Londres, no me voy solo, iré con
—¡Stella! Tienes que dejar de desaparecer así, ven que te contaré algo —me lleva con ella jalándome del brazo.
—¡Suerte, Marcelo!
Me da una mirada de preocupación y entra a la oficina, espero que le vaya mejor que a mí, ya estando fuera de peligro Fernanda me ve como si estuviera molesta, sé reconocer sus expresiones, no está molesta conmigo.
—¿Qué pasó?
—Son mis padres, siguen empeñados en que necesito un poco de corrección, no me dejarán ir a Los Ángeles y en serio, en serio necesito ir, es la oportunidad de mi vida y no puedo solo dejarla pasar.
No entiendo con exactitud qué espera que le diga, que le dé ideas para generar dinero en tiempo record o que solo haga el esfuerzo por consolarla, estoy segura que no aceptara ninguna de las dos opciones.
—¿Ya intentaste disculparte con tus papás?
—¿Perdón?
—Mira yo sé que los padres no siempre son los mejores, pero tampoco castigan a alguien así sin motivo alguno, algo debiste hacer para que se enfadaran, pide perdón y ya.
—Es la solución más absurda que me has dado, en serio.
—Entonces no sé qué más puedes hacer, si las ideas que te he dado hasta ahora no te sirven, intenta arreglar el problema tú sola, Fer.
—Bravo, te mereces el premio a la amiga del año —comienza a alejarse molesta y no hago el más mínimo intento por seguirla.
—El premio también a la novia del año, fotógrafa, directora de cine y un sinfín de cosas más —menciona abrazándome por detrás.
—Tienes que dejar de escuchar mis conversaciones, Erick.
—Es que me encanta cuando la pones en su lugar —me detengo a verlo.
¿Cómo no enamorarse de él? Sus ojos color avellana están clavados en los míos y sonríe, cuando estoy con él no hay voces en mi cabeza repitiéndome las cosas que hago mal, no hay más dudas, es justo como dijo Laura aquella vez, quédate con quien te haga sentir paz, y eso siento con Erick: paz.
—¿Qué pasa?
—Nada, solo te miro.
—¿Y no quieres hacer algo más?
—La verdad no —confieso.
—No deberías seguir retrasando este momento, debes hablar con Javi.
Podía entender que con Javi tenía un tipo de conexión especial, después de todo es mi mejor amigo, sabe distinguir mis expresiones y el tono de voz con el que hablo si estoy preocupada o feliz, pero que Erick también pudiera hacerlo me sorprendía bastante, ¿cómo es que en tan poco tiempo parece que alguien te conoce a la perfección?
—No intento retrasar nada —justifico.
—Evades el tema y haces una expresión como ¡Esa! —señala.
—No he hecho ninguna expresión —enarco una ceja.
—Piensas que no, pero lo has hecho, ahora es momento de ir con tu amigo.
No me queda más remedio que acompañarlo hasta el estacionamiento donde por suerte se encuentra estacionado el auto. Solo hay un hotel cerca en donde podría estarse hospedando, así que le doy las indicaciones a Erick para llegar y en menos de diez minutos ya estamos ahí.
Justo a tiempo porque de nuevo están subiendo las maletas al auto de Javi, Amelia luce más emocionada que mi amigo, a él le cambia la cara en cuanto me ve y se acerca hasta mí olvidándose por completo de que Erick está a mi lado.
—Hola —guarda las manos en sus bolsillos.
—¿También pensabas irte sin despedirte?
—De hecho, quería buscarte, íbamos de camino a la escuela, pero ya que estás aquí podemos hablar.
—Intenta no tardar mucho —aparece la chica quedándose a su lado—. Tenemos que llegar al aeropuerto. Hola, Erick.
—Amelia —le dice un tanto seco.
—Les daremos espacio.
Asumo que lo que tengo con ella ya es personal, porque apenas veo que toma a Erick del hombro para alejarse de nosotros, siento que me hierve la sangre.
—Mi auto parece ser el único lugar privado para charlar en estos momentos —ladea la cabeza para que lo siga.
De nuevo en el asiento del copiloto, todavía recuerdo que lo acompañé a comprar este auto hace tres años, ni siquiera tenía edad suficiente para conducir, pero le insistió tanto a su padre que lo comprara que él termino accediendo, aunque pronto aprendió a manejar siempre procuraba ir con un adulto, al menos hasta que cumplió la mayoría de edad, de ahí en adelante fuimos solo nosotros dos.
Mantener relaciones nunca fue lo mío, de alguna u otra forma terminaban aburriéndose de mí, ni siquiera pude mantener una relación estable con mi padre, ya imaginarán que fue un desastre. Cuando le rogué a mi madre que me comprara un auto se negó porque sabía que tenía a Javi y, aunque no era mi chofer ni nada por el estilo, estábamos juntos todo el tiempo.
—No sé qué decir —habla al cabo de un rato.
—No lo sé podrías empezar con un «Stella lamento no decirte que me iba a ir del país con una desconocida solo porque no tolero Clawood»
—Dicho así suena mal —me volteo para mirarlo molesta—. Lo siento, todo pasó
—No —interrumpo—. Por favor no digas las frases clichés, todo pasó rápido, quería decirte, pero me preocupaba tu reacción, hago esto por mí porque quiero mejorar y todas esas cosas —estoy en espera de una respuesta y aprieta un poco los labios—. Dime que tienes un discurso mejor.
—Estoy pensando en uno.
—Yo me voy —me detiene cuando estoy por abrir la puerta.
—Lo siento, mal momento para hacer bromas —regresamos a la misma posición de antes—. Okey, sí, básicamente ya has dicho todo mi discurso, y en verdad quería decirte, pero el plan cambió, hicimos un par de llamadas.
—¿Hicimos?
—Déjame explicarte antes de llegar a esa parte, la universidad a la que voy a asistir me pidió que llevara ciertos documentos porque todo el proceso que hice en línea estaba presentando fallas, un error del sistema o algo así, tenemos que ir solo para que reciban la documentación y nos quedaremos allá para no tener que regresar, una vez que nos acepten iniciaremos las clases el próximo semestre que inicia en febrero, el plan era contarte todo esto la próxima semana, pero por los inconvenientes que se presentaron ya no pude decirte nada y todo ocurrió de momento a otro.
No sabía cómo reaccionar, si seguir molesta o echarme a llorar.
—¿Puedes explicarme por qué te vas con ella?
—Cuando Amelia llegó a la escuela el primer trabajo que le asignaron fue conmigo, hablamos un poco y me contó que no quería quedarse aquí en Clawood, quería terminar sus estudios y conoció a una chica que resulta que va a la escuela en donde iremos, ella y su amigo querían viajar para estudiar aquí y una cosa llevó a la otra, después de hablar con Amelia sobre cómo eran las cosas en casa y lo asfixiado que me sentía me propuso irme con ella, los chicos de México nos ayudarían para que sus lugares pudieran ser tomados por nosotros.
—Y por supuesto, accediste.
—Era como si tuviéramos todo en bandeja de plata, no quería desaprovechar la oportunidad, no será sencillo, la escuela nos ofrece una beca que cubre solo el primer año de la carrera, después el gasto corre por nuestra cuenta.
—¿Y qué piensan hacer?
—Trabajar no hay de otra, solo necesitamos cubrir gastos básicos, ambos nos organizaremos, rentaremos un apartamento y dividiremos los gastos.
Volví a mantener la vista al frente, entiendo porqué se va, no lo culpo por saber aprovechar las oportunidades que se presentan, pero tampoco negaré que la idea no me fascina, ninguna relación a distancia funciona, al menos no conmigo, ¿seré yo el problema?
—El director me dijo que tus padres no saben de esto.
—A estas alturas ya debieron encontrar la carta que les dejé.
—¿En serio te vas despidiéndote solo con una carta? —no podía creerlo.
—Si les mandaba un mensaje lo verían de inmediato y hablar de esto con ellos es imposible, no me dejarían irme, así que no les quedará de otra más que aceptarlo, estoy bastante grandecito, Stella, podré cuidarme solo. Dime algo por favor.
Dudo que el tiempo nos sea suficiente para decirle todo lo que tengo en mente.
—Primero que nada, espero que sepas que no habrá nadie más orgullosa de ti que yo, si esto es para superarte y es lo que en verdad quieres por supuesto que te apoyaré, aunque eso implique que te vayas —me da una sonrisa de lado—. Sé que triunfarás y no descansarás hasta conseguir lo que quieres, así eres tú, así serás siempre.
» Sin embargo, necesito que sepas que Amelia no termina de convencerme, no la quiero y probablemente nunca me caiga bien, siento que desde que llegó empezó a alejarte de mí y odio sentir que la única persona en la que he confiado plenamente se aleja de mí y no pretendo sonar egoísta, pero sé que en el momento que estés dentro del avión nuestra amistad se irá al caño porque ni siquiera tú crees en las relaciones a distancia.
—Te voy a detener ahí, Stella —no sé en qué momento su expresión pasó a una más preocupada—. Sí, la distancia jode muchas cosas, pero nunca nuestra amistad, no importa si yo estoy en un extremo del mundo y tú en el otro, lo haremos funcionar.
—¿Lo dices en serio?
—Estoy convencido de que ni siquiera la distancia podría hacer que te deje de querer, sigues siendo la única, mi mejor amiga y mi hermana.
—Javi —hablo en un hilo de voz.
—Ya sé, muchas veces las llamadas y mensajes no bastan, pero cuando se quiere de verdad haces que funcione —se ríe un poco ante sus palabras—. Dios mío, Stella, parecemos un matrimonio que se está separando.
—No quería decirlo para no arruinar el momento —me río también.
—Oye —sostiene mi mano y veo que intenta hacerse el fuerte—. Esto es nuevo, me voy a otro país, no sé qué haré si no me dan la beca, me arriesgo mucho y para empeorar la situación mi mejor amiga no viene conmigo, apesta tener que separarnos, pero si ya te aguanté seis años yo creo que puedo hacerlo un poco más, ¿no crees?
—¡Oye! —golpeo su hombro—. Yo soy la que te ha tenido que aguantar.
—Y me siento afortunado porque de no ser por ti seguro que estaría perdido, además no me olvido de nuestra promesa, viaje a Forks y San Francisco ¿recuerdas? Lo vamos a cumplir. Juntos en las buenas, malas
—Y peores —completo.
—Pero siempre juntos.
Vemos que Erick y Amelia se acercan, supongo que ya es hora de irse al aeropuerto, no quisiera hacerlos llegar tarde. Javi baja el vidrio para ver a Amelia con los brazos cruzados.
—Tenemos que irnos.
Erick y Javi intercambian miradas y solo los veo asentir, no sé bien que está pasando aquí, al final mi novio solo me dedica una sonrisa y se lleva a Amelia con él, la escucho protestar, pero termina subiendo de igual manera al auto de Erick.
—Te dejaré que escojas la música, hazme sentir orgulloso —saca de la guantera sus lentes de sol y me entrega otros a mí, los que siempre dejo aquí—. ¿Lista para un último viaje en carretera?
—Lista —hablo más emocionada de lo que debería.
Para hacer que en verdad disfrute el viaje pongo unas cuantas canciones de Madonna porque mi amigo tiene una obsesión con ella, disfrutamos tanto del viaje como podemos, los rayos del sol iluminan el auto y no recordaba cuándo fue la última vez que disfruté un viaje con Javi de esta manera.
Nos emocionamos con las canciones cantándolas a todo pulmón, por el retrovisor logro ver el auto de Erick y seguro que no la está pasando tan bien como yo, que horror venir con Amelia, tendré que compensárselo.
—Hora de algo más tranquilo. —Cambio la canción poniendo una que a mí me gusta mucho—. I wanna feel love.
—¿De Jonathan Roy?
—En efecto.
—Súbele a esa canción.
Nos encontramos moviendo la cabeza de un lado a otro siguiendo el ritmo de la música, la letra y el ritmo que tiene se siente como el cierre perfecto para esta etapa, estamos abiertos a cualquier cosa y sé que las decisiones que hemos tomado nos han llevado hasta aquí, después de todo ¿qué es la vida sin un poco de riesgo?
—Listo —estaciona el auto y me entrega las llaves—. ¿Puedes dejarlas en la casa de mis padres?
—Claro.
En cuanto bajamos del auto Amelia ya viene lista para sacar las maletas de la cajuela, trato de ignorar lo feliz que está en este momento, entramos al aeropuerto, es la primera vez que este lugar se siente diferente.
—¿Qué tal el viaje? —pregunta sosteniendo mi mano—. Más vale que digas que fue el mejor de tu vida porque no toleraré de nuevo estar con Amelia.
—¿Ahora puedes entenderme? —asiente con exageración—. Fue el mejor viaje de mi vida.
—¿Segura o solo quieres que mi sufrimiento valga la pena?
—Lo digo en serio, hace tiempo que no la pasaba tan bien en un viaje con Javi, gracias por hacer esto, Erick.
—Necesitaban un momento juntos —se encoge de hombros—. Quise dárselos.
—Me estoy dando cuenta que mi novio no es celoso, que afortunada soy —suelta una risa ahogada—. ¿Qué?
—Si le preguntas a cualquiera te dirán que soy tan celoso al grado de llegar a ser tóxico.
—¿Entonces por qué no te molesta que...?
—Porque confío en ti. Sé que podrías estar con un apuesto chico y aun así darme mi lugar, si antes era celoso es porque mis novias me daban motivos de sobra para desconfiar, pero tú no, siempre has sido sincera y es por eso que confío en ti, espero que también puedas confiar en mí.
—Lo hago.
—Claro que sí señorita «quédate con Paula»
—Oye, todavía no éramos pareja, mi enfado en entendible —defiendo.
Javi y Amelia se detienen, incluso me parece verlo más tenso.
—¿Javi?
—Todo bien —se gira para vernos—. Ya es hora. Gracias por darme este último momento con mi mejor amiga, Erick, significó mucho.
—No es nada, descuida.
—¿Cuidarás de ella en mi ausencia?
—Con mi vida, tranquilo.
—Bien —su mirada recae en mí—. Stella.
—Como digas algo que me vuelva a hacer llorar me largo.
—Odia las despedidas —susurra para Erick—. Bien, Stella, entonces te diré que seguiremos en contacto, mensajéame siempre y ponme al tanto con fotografías incluidas o habrá problemas.
—Sí, jefe.
—Mínimo una llamada cada tercer día y una videollamada a la semana, ¿hecho? —estira su mano.
No me creo que en verdad se vaya, no imagina la falta que me hará.
—Hecho —la estrecho—. Si no me mandas fotos de México te bloquearé.
—Me parece un trato justo.
—Bueno, chicos —interviene la chica—. Me dio gusto conocerlos. Quédate tranquila, Stella que seré una versión de ti para Javi.
—Stella es irremplazable —afirma mi amigo.
—Buen viaje. —Erick le sonríe a Amelia de la manera más falsa posible.
Cuando Javi se acerca para abrazarme derramo apenas un par de lágrimas, no quiero ser la chica que se queda sufriendo y tiene una despedida trágica en el aeropuerto, quiero creer en nuestras palabras y en que lo haremos funcionar.
Ni siquiera la distancia podrá con nosotros.
—Voy a volver —murmura—. Y entonces nos iremos juntos de viaje, ¿trato?
—Trato.
—No olvides que te quiero mucho, Stella, sé que te quedas en buenas manos, y por favor, no dejes que la arpía de Fernanda te siga molestando, mereces mucho más.
—Te amo, hermano —es todo lo que puedo decir y parece serle suficiente.
—Y yo a ti, hermana.
Segundos después los veo desaparecer por un amplio pasillo, no sé cuánto tiempo me quedo ahí, pero logro ver cuando su avión despega, es entonces cuando los ruidos de afuera llaman nuestra atención y al girarnos veo a los padres de Javi acercándose.
—Stella que bueno —me sostiene de los hombros—. Dime dónde está.
No viene sola, el director también los acompaña.
—Eh, su vuelo ya despegó, se fue.
—¿Cómo nos encontraron? —cuestiona mi novio con los ojos entrecerrados. No recibe respuesta alguna y él saca sus propias conclusiones, luce bastante ofendido—. ¿En serio tuvieron el descaro de seguirnos?
—Mira jovencito
—No —detiene al director—. No crea que porque el abogado ya se fue puede tratarme como tonto, no tiene derecho a seguirnos, da igual si somos alumnos de su institución o no, está prohibido —remarca lo último más molesto.
—Vimos que se detuvieron en un hotel.
Y eso acaba con la poca paciencia que me quedaba.
—Sí, un hotel que se encuentra fuera de la institución, lo que decidamos hacer fuera de la escuela es asunto nuestro.
—Que estén en un hotel no es bien visto, Stella.
—¿Por qué? ¿No tengo derecho a ir a donde yo quiera? ¿O es que ahora también tomará las decisiones sobre mi vida sexual?
—Deje de justificarse, director, no nos siguió porque le preocupara lo que pasara en el hotel, nos siguió porque sabía que lo llevaríamos hasta Javi.
—No estamos aquí para discutir —su madre vuelve a centrarse en mí—. No lo detuviste, ¿por qué?
—Tiene derecho a tomar sus propias decisiones, me parece que les dejó todo explicado en una carta.
—Sí, la leímos —comenta su padre—. Pero no creímos que fuera tomar una decisión tan estúpida y precipitada.
—Es asunto familiar, si quieren aclararlo tendrán que hablarlo con él —le entrego a su madre las llaves del auto de Javi—. Permiso.
Salgo con Erick antes de seguir discutiendo y escuchando quejas, subimos de vuelta al auto donde por un buen rato no dice nada, con frecuencia me mira de reojo y en algún punto rompe el silencio.
—Ambos hablan y ambos escuchan, ¿recuerdas?
—Sí.
No entiendo muy bien a qué viene el comentario.
—Te quiero escuchar. No es que como tu amigo esté muerto ¿sabes?
Imagino que entonces me veo bastante decaída para que piense eso.
—Ya lo sé, pero siempre me ha preocupado la distancia, particularmente mis situaciones no son las mejores cuando las personas que quiero se van, las relaciones a distancia no sirven, siempre pienso que encontrarán a alguien mejor o que me olvidarán y ya está. Javi podría encontrar a alguien con quien congenie más, que sea más parecido a él y entonces yo pasaré a segundo plano, puede que seamos mejores amigos, pero somos contrarios en muchísimas cosas, ¿qué tal que quiere estar con alguien que sea más como él?
—Ya lo oíste, eres irremplazable.
—Todos somos reemplazables, Erick.
—Pues ¿sabes qué? Yo estoy de acuerdo con Javi, qué difícil encontrar a alguien como tú.
—Lo dices porque eres mi novio.
—Lo supe desde que te conocí —aclara—. Desde ese momento fue imposible sacarte de mi mente.
Que diga esas cosas me da algo de esperanza, pero pronto regreso a la realidad.
Todas las personas se marchan, solo me pregunto cuándo se irá él.
Quedense con el amigo/amiga que esté dispuesto a luchar por su amistad
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