13 | Confesiones
Stella
Sé que muchas veces digo que esto de los proyectos es pesado e incluso bromeo con dejar la escuela, pero espero que todos sepan que no hablo en serio, en especial el director que me ha pedido que espere en su oficina.
Repiqueteo los dedos en mi rodilla tratando de pensar qué hice mal, hasta donde sé mis calificaciones no han bajado, lo que significa que mi promedio sigue intacto, si me dirán algo como que me quieren quitar la beca entonces habrá problemas, porque ni mi padre ni mi madre están presentes para ayudarme y no pienso quedarme sin escuela.
Quizá sí se trate de un problema ¿Y si descubrieron que ocultaba droga en mi mochila? ¿Sabrán que estuve en la fiesta donde se desató todo el problema? Peor aún, alguien debió decirle al director que he estado saliendo varias noches del edificio. Ay, no ¿Y si le dijeron que Erick se quedó a dormir?
—Stella, buenos días —desabrocha su saco mientras toma asiento frente a mí.
Luce tranquilo, me atrevería a decir que hasta feliz, eso es una buena señal, sí es una buena señal ¿Verdad?
—Director —intento que la voz no me tiemble —¿Qué hago aquí?
—Relájate que no has hecho nada malo —toma su tableta y empieza a buscar algo —te he traído en realidad para darte buenas noticias.
Las buenas noticias no suelen llegar a mi vida, así que perdón si no puedo estar tranquila hasta saber lo que pasa. Él, con toda la calma del mundo busca no sé qué cosa y una sonrisa se forma en su rostro cuando lo encuentra.
Siento que ha pasado una eternidad cuando en realidad son solo un par de segundos.
—Dime, Stella ¿Cómo consideras que te está yendo en tu área?
—Muy bien, entrego en tiempo y forma mis trabajos si es a lo que se refiere —me observa con detenimiento ¿Intenta encontrar algún defecto en mí?
Soy inocente, lo juro.
—Sé lo mucho que te gusta estudiar cinematografía, eres una de nuestras mejores alumnas y me encantará saber que dentro de unos años cuando todos te reconozcan por ser una de las mejores directoras de cine, puedas decir que estudiaste con nosotros.
—Será un honor.
—Escucha, asistir a la escuela es un derecho, asistir a esta escuela es un privilegio —menciona recargando sus codos en el escritorio y siento que me hago diminuta —es por eso que no cualquiera tendrá acceso a la información que estoy a punto de darte y me gustaría que no la compartieras con nadie más.
—Por supuesto, señor.
Más relajado deja la tableta frente a mí permitiéndome ver una escuela que no conozco, es un vídeo que muestra cómo son las instalaciones, a un par de chicos estudiando, pasando el rato en el campus o simplemente charlando entre sí, al final cuando la pantalla se pone en negro aparece una pregunta «¿Te gustaría ser el siguiente?»
—Estoy un poco confundida —menciono.
—Tu talento y calificaciones son notables, Stella. Fuiste seleccionada para obtener la beca de la universidad de Toronto, puedes estudiar cinematografía allá de la mano de docentes ejemplares y un sinfín de
—Cineastas —completo fascinada con la idea.
—Exacto, quieren que en el caso de los chicos de cinematografía tengan la oportunidad de estar presentes en varias entrevistas que directores de cine reconocidos harán como apoyo a la institución.
Cientos de ideas pasan por mi cabeza en ese momento y lo peor es que una idea es contraria a la otra, todo lo que he querido es poder cumplir mi sueño, no dudo que en la universidad de Toronto tendré maestros excelentes, seguro que todo lo que debería saber lo encontraré allá, pero ¿Y si fuera aceptada para el trabajo con Cory Collins? Él quiere transmitirle sus conocimientos a alguien, busca una persona con talento.
Podría ganar mucha experiencia con él y en vez de estar en un aula aprendiendo sobre dirección cinematográfica y todas esas cosas, podría estar detrás de una cámara con Cory viendo por mi cuenta qué y cómo hacer un buen trabajo.
Sí, también existe la posibilidad de ni siquiera ser elegida, que Cory encuentre a alguien más capacitado que yo.
—¿En serio lo estás considerando? —pregunta, confundido —creí que el sí, sería inmediato.
—Es que hay un par de cosas que me gustaría aclarar primero.
—Lo entiendo, la noticia te tomó por sorpresa, suele pasar —le doy una sonrisa de boca cerrada —envíe la información a la plataforma de la escuela, solo accede con tu perfil estudiantil, serás de las pocas personas que tendrán acceso, piénsalo porque debes presentar documentos en abril.
Tengo cuatro meses para pensarlo, creo que es tiempo suficiente ¿No?
—Espero darle una respuesta lo antes posible, muchas gracias por la oportunidad, director —levanto mi mochila pasándola por mi hombro.
—Perfecto, también si pudieras hablar con Javier te lo agradecería.
Me quedo sosteniendo la perilla de la puerta al escuchar su nombre, no imaginé que él también sería seleccionado, aunque tiene sentido, debe ser el mejor de toda la facultad.
—¿Para qué universidad fue seleccionado?
—Una cerca de la tuya, también se encuentra en Toronto, le dije que tiene la beca la semana pasada, pero rechazó de inmediato.
Más confundida que antes me giré para ver al director.
—¿No te lo dijo?
La verdad es que la última vez que estuve con Javi fue en el cumpleaños de Erick y eso fue hace como un mes, la tarea parecía consumirlo y tenía muchos trabajos que hacer con Amelia, era imposible pasar tiempo juntos.
—No.
—Entonces tampoco estabas enterada de que rechazó —negué —trata de hablar con él, sé que Javier Molina es un chico que siempre busca superarse, me sorprendió que no haya aceptado.
—¿Le dijo por qué rechazaba?
—Dijo que ya tenía otros planes, pero no me dio más detalles, confío que como su mejor amiga seguro que lo harás entrar en razón.
«Mejor amiga» Tal vez él y yo no éramos la definición de popularidad, pero todo el mundo sabe que somos mejores amigos, le gusta gritarlo a los cuatro vientos y, además, estamos juntos en todo, incluso cuando se trata de hacer el ridículo.
—Hablaré con él, permiso.
Era una sensación extraña la que sentía justo ahora. Sus motivos tendrá para no contarme, seguro que ha estado ocupado, sus padres lo tienen bastante presionado o serán la fechas, debe pensar en que tiene que viajar para celebrar navidad y año nuevo, mañana salimos de vacaciones y nunca le ha gustado eso de viajar, le resulta estresante.
«Encuentra un lado positivo» solía decir mi abuela, lo único bueno de esta situación es que el director me citó justo cuando las clases terminaron, de lo contrario me hubiera quedado pensando en esto todo el día y ni atención habría puesto a los maestros.
—¡Oye! —se queja el chico cuando choco con él.
—Perdón estaba distraída.
Y su expresión se suaviza en cuanto ve que soy yo.
—¿Stella distraída? No me lo creo —lleva una mano a su pecho fingiendo sorpresa.
—Muy gracioso, Erick.
—¿Estás bien?
—Sí, algo cansada, estos días los maestros no han tenido piedad de nosotros y ni siquiera he podido dormir bien.
—Así que solo cansancio.
—Sí.
—Ya —sé que no me cree, pero al menos finge hacerlo —de hecho, iba a buscarte, sé que hemos agregado varias canciones a nuestra lista y no me canso de escucharla.
—Es una mezcla de canciones tan extraña que no me sorprende que te guste.
—¿Alguna otra sugerencia? Necesito relajarme.
Tenía en mente varias, muchas de ellas cursis, creo que, desde el día de su cumpleaños, el beso que nunca llegamos a darnos parecía ser la respuesta que ambos estábamos buscando, las canciones desde entonces parecían ser indirectas o al menos, nos dejaban ver una parte más privada del otro. Todavía tengo miedo de que en algún momento confiese lo que siente, temo escuchar la respuesta.
¿Qué pasa si es un «me gustas»? No sé si pueda creerle, seguro que alguien como Paula debe ser difícil de olvidar y tienen historia, el amor no cambia de la noche a la mañana.
¿Qué pasa si es un «es que no me gustas»? Igual me sentiré mal porque entonces habré estado malinterpretando las señales todo este tiempo. Eso me pasa por creer que un lindo gesto es sinónimo de amor.
—Tengo una, pero debes mantener la mente abierta.
—Soy todo oídos —dice más interesado.
—Una canción de Harry Styles, se llama fine line.
—¿Harry Styles? —abre un poco más los ojos —todo menos él, por favor.
—Perdón —me cruzo de brazos —entonces crees que las canciones en donde están vomitando todo el tiempo son las únicas buenas ¿Es eso?
—Para empezar, se llama screaming y no es lo que trato de decir.
—Entonces no le veo problema a esta canción.
Justo ahora parece que está rogando por un poco más de paciencia, terminaré con ella en algún momento.
—Bien —accede —la escucharé entonces.
—Buen chico —pellizco su mejilla.
—Dios mío, Stella, pareces mi abuela.
Me doy la vuelta y comienzo a alejarme de él.
—¡Abrígate bien! —le grito y estoy segura que me escuchó.
Puede que estos días no haya estado con Javi, pero Erick hacía un gran esfuerzo por quedarse conmigo, decía que no debía perderse la tradición de salir los jueves, así que cuando Javi no podía quedarse a ver películas Erick y yo salíamos.
Fernanda llegaba a decirme que creía que salíamos a restaurantes o cafeterías, cuando en realidad hacíamos cosas simples, nos quedábamos charlando en un parque, salíamos un rato a caminar, había veces en donde íbamos en la moto sin rumbo fijo, insistía en que yo prefería ir en auto, pero siempre terminaba convenciéndome para ir en la moto.
Llegando al dormitorio me tumbé en la cama mientras agregaba a nuestra lista de Trackmind una nueva canción.
—No, no, ni te acuestes que vamos a salir.
—Hola, Fer ¿Cómo estás?
—Harta de estar encerrada aquí, levántate y vámonos —estuvo buscando algo en el cajón —los trabajos, los ensayos, los maestros, te juro que ya me desesperaron es por eso que tú y yo, querida amiga, saldremos un rato a tomar el aire con un buen helado.
—¿Helado con este frío?
—Trabajas en una heladería ¿No lo comes diario?
—Me dieron vacaciones, y no, no lo como todos los días —me pongo de pie tomando mi bolsa —¿Qué opinas de un café?
—Café, té, whisky lo que sea, pero lejos de aquí.
Era divertido verla cuando se desesperaba, salimos del edificio y Fer pidió un taxi, cuando se detuvo frente a nosotros vi a Amelia cruzando el estacionamiento.
—Dame cinco minutos, ya vuelvo.
Corrí para poder alcanzarla, toqué su hombro y se quitó los audífonos.
—Ah, Stella ¿Cómo estás?
Me trataba bien, era buena conmigo, aun así, no podía evitar pensar que había algo extraño con ella, algo que no me gustaba del todo y seguía sin saber qué era.
—Bien, quería saber si no has visto a Javi, tengo que hablar con él y hoy es noche de películas —le recordé en caso de que se olvidara que este día lo paso con mi mejor amigo.
—Ay ¿No te lo dijo? —lucía un poco apenada.
—¿Decirme qué?
—¡Stella! —llegó el aludido feliz —oye, te estás convirtiendo en una desconocida, te mandé un mensaje hace rato ¿No lo viste?
—¿No le dijiste, Javi?
—¿Decirme qué? —insistí.
Estos dos se miraban con complicidad y por primera vez, no entendí las expresiones de Javier.
—Saldré con Amelia al cine.
—¿En nuestro día de películas? —reproché —creí que estabas demasiado ocupado como para salir.
—El plan era tener nuestra noche de películas, Amelia sería la invitada, pero Erick me dijo que te invitaría a salir.
—¿Qué?
—Ups, creo que arruiné la sorpresa.
—Para variar —agrega Amelia riéndose —este chico es pésimo para las sorpresas, termina arruinándolas de momento a otro.
—Sí, lo sé. Es mi mejor amigo, lo conozco a la perfección.
Ella solo desvió la mirada mientras Javi seguía tratando de reprimir una risa, parecía ser el único que no notaba lo que estaba pasando.
—No le digas a Erick que te lo conté.
—Es que ni siquiera tiene sentido, si me iba a invitar a salir ¿Por qué no lo hizo hace rato que hablé con él?
—No lo sé, debe estar ocupado planificando todo, solo me dijo que sería algo que te gustaría y yo confío en Erick, te sorprenderá eso es seguro. Es por eso que no te dije nada de la noche de películas, en el mensaje que te envié lo expliqué un poco.
—Yo les daré un poco de espacio, te veo luego, Javi.
Esperé a que estuviera lejos de nosotros para poder sentirme tranquila, parece que estuve conteniendo todo el aire en mis pulmones y lo solté hasta que se fue.
—Hay algo que no me gusta de ella.
—Stella...
—Llámalo corazonada si quieres, ella no me engaña.
—Estás exagerando —me tomó de los hombros obligándome a mirarlo —¿No estarás celosa?
—¡Por supuesto que no!
—Menos mal, porque sabes que eres mi mejor amiga y eso no cambiará. Duda de todo menos de mi amor por ti, siempre estaré cuando lo necesites.
—Suenas como el hermano mayor.
—El universo no dejó que fuéramos hermanos porque si no hubiéramos destrozado la casa —una broma simple que logró relajarme más —veo que vas con la arpía ¿Y ese milagro?
—Quiere distraerse un rato y la verdad yo también lo necesito.
—Bien, ve con cuidado ¿Llevas el gas pimienta?
—Tu pequeño regalo siempre me acompaña —levanto un poco mi blusa para que lo vea y sonríe —sé que has estado ocupado, pero tenemos que hablar de algo, el director me dijo que rechazaste la beca para la universidad de Toronto.
Se puso tan pálido que lo único que pudo hacer fue arrastrarme hasta el carro en donde se encontraba Fer y me metió.
—No la vayas a emborrachar —le dijo y cerró la puerta.
A mitad de camino Fer habló.
—¿Qué ocurrió con Javier?
—No tengo idea.
Revisé el celular para ver su mensaje, tampoco me explicaba la gran cosa.
Javi: Oye, recién tengo oportunidad de escribirte, hay un cambio de planes con nuestra noche de películas, te espera algo mucho mejor, no hagas preguntas que ya después te doy más detalles.
Bajé más en la conversación para encontrar que nuestros mensajes eran uno que otro del mismo día y para seguir charlando pasaban tres o cuatro días para que volviéramos a hablar, tampoco me afectaba mucho, lo veía todos los días en la escuela, aunque sea de lejos.
Nos encontramos un día en la cafetería y se quejó porque ahora era Erick quien me daba un café y según Javi, ese era su trabajo, cada que podía dejaba en mi dormitorio algún dulce o una nota con algún cumplido, de esa manera no me sentía tan lejos de él.
—Stella, tienes que pagar —habla cortando el hilo de mis pensamientos.
—¿Qué dices?
—O pago las bebidas o el transporte no puedo con todo.
—Tu padre es rico ¿Y no puedes pagar un taxi?
—Tus padres se bañan en dinero ¿Y no puedes pagar la colegiatura?
Tener una beca no debería considerarse algo malo, igual termino pagando el taxi y nos dirigimos a una tienda de ropa, dice que prefiere centrar su atención en la moda que en los trabajos de la escuela. Me detengo más tiempo del que me gustaría en la ropa de hombre viendo una sudadera con un disco de vinilo estampado y la palabra «life» con letras cursivas.
Es el estilo de Erick no tengo duda. Al final Fernanda se desespera porque no encuentra nada que le guste y terminamos en una heladería, tomamos asiento en una de las mesas del fondo porque según ella no quiere que nadie nos moleste.
—Esto es a lo que me refería, necesitaba un momento de paz —menciona mientras disfruta de su helado.
—Antes te noté tensa ¿Todo bien?
—Hasta que por fin preguntas, se supone que eres mi mejor amiga deberías notar esto mucho antes.
No mentí cuando dije que estaba cansada y lo estoy tanto que no quiero discutir con ella por esto.
—¿Qué ocurrió?
—Es mi padre, y bueno también mi madre, no tengo porque contarte mi vida entera, pero lo resumiré en que ambos están enojados conmigo y dentro de poco habrá un evento importante en el que debo estar presente y tengo que quedarme allá un par de días ¿Tú crees que quieren darme dinero? —iba a responder, pero añadió de inmediato —¡Claro que no! Ellos no tienen corazón.
—¿Has pensado en trabajar?
Me asustó un poco la manera en que poco a poco se giró para verme.
—Necesito ideas realistas, Stella, es obvio que trabajando no juntaré el dinero necesario, mira esta es la oportunidad de mi vida, si logro llegar a los Ángeles y hago lo que mejor sé hacer, podría llamar la atención de una importante persona.
—¿De quién?
—Alguien del medio, dudo que sepas de ballet, el punto es que podría quedarme de manera permanente allá ¿Puedes creerlo? Estaría cumpliendo mi sueño.
Últimamente parece que todos lo están logrando.
—¿Qué piensa hacer entonces? —me recargo en la silla una vez que termino el helado.
—Debo pensar en algo rápido, tal vez el enojo de mi madre se pase primero y ella me dé el dinero.
—Con suerte así será.
Se la pasa después contándome sobre lo importante que es que ella esté presente en el evento, en pocas palabras me está diciendo que se va a morir si no lo consigue y todo lo que escucho es viaje, dinero y ballet.
Pagó la cuenta después de haberse pedido otros tres helados para ella asegurando que el día de hoy no se detendría a cuidar de su figura, me preguntó si no quería nada más en cada ronda en la que llegaba el helado, rechacé la oferta.
—Genial, ya llegó, hora de irnos.
—¿Quién llegó?
—Fredy, tendré una cita con él, no te preocupes vamos a dejarte de nuevo en el edificio.
Antes de poder reaccionar me tomó de la mano y me llevó con ella, esto sería incómodo, no había estado cerca de Fredy después de haberlo abofeteado, no me siento mal por ello, se lo merecía.
—Stella.
—Fredy —cierra mi puerta para luego pasarse con la de Fer.
Me alegra que no estemos en un silencio incómodo, mi amiga sigue hablando del dichoso evento y Fredy parece estar fascinado de solo escucharla, después de todo creo que sí son el uno para el otro.
De vez en cuando me mira por el retrovisor y en cuanto noto que lo hace aparta la mirada, si está esperando una disculpa tendré que decirle que eso nunca pasará.
Llamada entrante: Erick.
Lo único bueno del día.
—Hola.
—Desconocida ¿Estás ocupada?
—No, no estoy haciendo nada importante.
Veo como Fredy pone los ojos en blanco y presiona con más fuerza el volante.
—Me alegro —escucho mucho ruido —espera ¡Abuela, necesitas otra licuadora! —grita —lo siento, los electrodomésticos no son lo suyo ¿Puedo pasar por ti?
—¿Y a dónde iremos?
—Es una sorpresa, pero creo que te gustará.
—No lo sé, tendría que revisar la agenda.
—Eres difícil, Stella. ¡Lo bueno nunca es fácil! —escucho a su abuela decir.
—Laura tiene razón. Dime ¿Ya escuchaste la canción?
—La escucharé después.
—Uy, eso resta puntos.
—Stella —me fijo que estamos pasando por el vecindario donde vive Laura —ten piedad de mí.
—Fredy ¿Puedes detenerte? —solo asiente
—¿Estás con el idiota de Fredy?
—Dile que lo escuché —se queja.
—Dile que me importa un carajo —responde Erick.
—Gracias, chicos. Te veo después, Fer —bajo del auto colgando la llamada.
Apenas cierro la puerta del auto cuando Erick ya salió de la casa de su abuela y me siento mejor ahora que el auto se ha alejado, no es bueno que Erick y Fredy sigan encontrándose, hasta donde me dijo Marcelo, no mantienen una buena relación ni siquiera en el aula, son peor que perros y gatos.
—Tiene suerte de estar en el auto ¿Estás bien?
—¿Crees que Fredy me haría algo?
—Tienes razón —sonríe de lado —de las arreglarías bien sola.
Como si fuera algo inconsciente toma mi mano para que entremos a la casa. Ahora que lo pienso es el único que tiene esos detalles, mis anteriores parejas no eran precisamente novios ejemplares, no digo que Erick y yo seamos una pareja ahora, pero tiene esos gestos como preguntarme siempre cómo estoy, darme un café, me escucha y se ríe de mis chistes por pésimos que sean.
Siento que con él en verdad puedo charlar y no solo dedicarme a escuchar.
—Pero si es mi chica favorita —sale Laura de la cocina saludándome y detrás de ella hay un poco de humo.
—Nuestra chica —corrige su nieto.
—Hola, Laura ¿Todo bien allá? —señalo la cocina.
—Ah, sí —le echa un vistazo y hace una mueca —no le digas a tu mamá que se me quemó el pastel —suplica —es solo que el horno ha estado fallando, le dije a mi esposo que lo arregle, pero siempre se olvida de hacerlo, tendré que seguir insistiendo o de otra manera mis pasteles se seguirán quemando.
—Espero que lo arreglen pronto.
—También yo —termina de limpiar sus manos —¿Ya se van?
—Tu nieto me quiere secuestrar.
—Seguro que te protegerá.
Erick recibe una llamada y se aleja para contestar, aprovecho ese momento para sacarle un poco de información a Laura.
—¿Sabes a dónde vamos?
—Es un secreto, querida, no puedo decirte, tampoco esperes la gran cosa, él dice que es bastante sencillo.
—Laura, podría quedarme en el suelo con Erick y créeme que ya sería lo más romántico del mundo.
—¿De verdad? —ensancha su sonrisa.
—No importa dónde, sino con quién.
Regresa con el ceño fruncido mirando directamente a Laura.
—Me llamó el abuelo, quiere que lo ayude porque su nuevo carro se atascó —entrecierra los ojos —¿Sabías que compraría otro auto?
Traga saliva y se queda en blanco, nerviosa, abre ligeramente la boca para decir algo y entonces intervengo.
—Por supuesto que sabía —me quedo a su lado —me lo dijiste la semana pasada ¿Recuerdas, Laura? Antes de que viniera a cenar.
—Sí —me sigue —le dije a Stella que solo era un plan que tenía tu abuelo, pero no imaginé que compraría el auto hoy, de otra forma lo hubiera acompañado.
—Bueno, lo iré a ayudar ¿Puedes esperarme?
—Por supuesto —le resto importancia —me quedaré con Laura, con suerte preparamos otro pastel.
Toma las llaves y se apresura a salir, ahora que su nieto ya no está se suelta a llorar y entro en pánico, no sé qué está pasando, la guio para que tome asiento en el sofá y al cabo de unos minutos me atrevo a hablar.
—Sé que no es de mi incumbencia, pero ¿Te puedo ayudar, Laura?
Limpia sus lágrimas, me duele tanto verla así.
—Ya compró el auto ¿Qué sigue? ¿Las maletas?
Traté de juntar todas las piezas, que evitara hablar de su esposo, que tocar el tema la pusiera sensible, su evidente ausencia, todo encajaba, se van a separar, no sabía de qué manera preguntar.
—¿Tú y él...?
—Me fue infiel —suelta —ya sé, es difícil de creer considerando la edad, ambos lucimos más jóvenes de lo que en realidad somos y no, no creí que, que fuera a sucederme, nos hubieras conocido en nuestros mejores años, estábamos tan enamorados que la infidelidad era una palabra que jamás existiría con nosotros.
—Lo lamento mucho, Laura. Sé que afrontarlo no es fácil.
—Claro que me entiendes, lamento que tus padres hayan pasado por lo mismo.
—¿Desde hace cuánto lo sabes?
—Un par de meses, estuve internada un tiempo en el hospital y él conoció a una chica —se ríe conteniendo el llanto —tiene poco más de veinticinco años, fue una aventura mientras la anciana se recuperaba y —se cortó a sí misma.
—Necesitas llorar —negó reuniendo fuerzas para volver a hablar.
—Y cuando Erick me trajo de regreso a casa y se fue yo subí a la habitación, esperaba encontrarlo dormido, lo encontré revolcándose con ella y no sé si fui una esposa muy enamorada o una mujer estúpida, pero estaba dispuesto a perdonarlo.
—¿Terminó con la chica?
—Sí, me dijo que se sentía como una basura, pidió perdón, pero la relación ya no fue la misma, se mantenía alejado de mí diciendo que ya no podía mirarme a los ojos sin recordar que falló, todo este tiempo que ha estado ausente sé que no se ha visto con esa chica, a veces ni siquiera llega a dormir, dijo que tendríamos que separarnos, me dejaría el auto y él compraría uno nuevo, se supone que lo hablamos y habíamos llegado a un acuerdo, me equivoqué.
No tenía palabras, quería ayudarla, pero no sabía cómo. Pensar que ella siempre hablaba de su esposo con un brillo en los ojos, que preparaba pasteles solo para que él los probara y que a veces lo esperaba a altas horas de la madruga, solo me partía el corazón.
—¿Erick lo sabe?
—No y prefiero que siga así, cuando regrese con su abuelo ustedes deben irse y tener esa cita.
—Laura, Erick siempre dice que no te gusta que se meta en tu vida privada, pero tarde o temprano se enterara y es mejor que sea por ti, entiendo que no es un chico agresivo, pero no quiero imaginar cómo reaccionará cuando se entere de esto, si hablas tú con él sería más fácil, podemos salir cualquier otro día.
—Te agradezco, Stella —sostiene mis manos —pero quiero arreglar esto primero con mi esposo, y en serio quiero que Erick salga.
—Creo que he estado pasando más tiempo yo con él que tú.
—Y eso me gusta, porque al fin encontraron la clase de amor que ambos merecen, te cuento esto no porque quiera que tengas ahora un miedo a no ser suficiente, ni siquiera deberías preocuparte por eso, debes escoger bien a la persona con la que quieres pasar el resto de tu vida, no le creas a cualquier chico que dice que te bajará la luna y las estrellas, tampoco te fijes en el chico que acelera tu corazón, no. Quédate con quien haga que esto —señala el corazón —se sienta en completa paz, que no tengas dudas, ni miedo. No hay nada más valioso que sentirte segura con la persona que amas.
—¡Abuela! —abren la puerta y Laura termina de limpiarse las lágrimas por completo —llegamos.
—Pasen —al ponerse de pie se encuentra con su esposo —Robert.
—Laura ¿Podemos hablar?
—En la habitación —se acerca para despedirse de mí —gracias por escucharme, Stella.
—Cuando quieras.
Le hace un gesto a su nieto que solo ellos parecen entender y salimos de la casa, busco la moto, pero no la encuentro.
—Hoy quisiera ir en el auto.
—¡Perfecto!
Subo más emocionada de lo que debería, aunque ahora con la moto ambos tenemos cascos, me sigo sintiendo más segura en un auto y me parece tierno que incluso en el carro no vaya tan rápido.
—¿Olvidaste cómo conducir rápido?
—Supongo que me acostumbré a llevarte conmigo que perdí práctica. Estás muy atenta al camino.
—Solo quiero saber por dónde regresar en caso de que me secuestres —se echa a reír —¿Qué pasa?
—Ya deberías saber que soy incapaz de lastimarte.
Puede que la respuesta me haya gustado y puede que también me haya quedado sin palabras, nos limitamos a escuchar música durante el camino. La carretera parecía no tener fin, después de un rato dejé de ver más autos, solo éramos nosotros y un montón árboles a nuestro alrededor, se parecía mucho al camino que tomamos cuando regresábamos del museo.
Solo esperaba no tener el mismo final, igual no me quejaba si nos quedábamos así por más tiempo, con él los temas de conversación parecían nunca acabar, pero incluso cuando no había más que silencio, me sentía tranquila. Con Erick siempre me sentía de esa manera.
—Pondré una canción —busco en su celular algo qué poner.
—Harry Styles no, por favor.
—Oye, siempre he creído que para construir buenas relaciones
—¿Relaciones?
—De cualquier tipo, la nuestra es de amistad, se necesita que ambos hablen y ambos escuchen.
—Eso aplica para una conversación —comenta, divertido.
—Y para música también, así que escucha.
Mueve la cabeza al ritmo de la música, significa que le gustó y no se queja después creo que eso es una buena señal.
—¿Regresarás con Laura o irás al dormitorio?
—Iré al dormitorio, después de la discusión que sé que tendrán, mi abuela preferirá estar sola un rato.
—¿Discusión?
—Supongo que ya te lo contó —lo veía intranquilo —la infidelidad de mi abuelo.
No podía ser posible, se supone que él no tendría que haberse enterado ¿Y aun así quiso venir?
—Creí que tú
—¿No lo sabía? —interrumpe —últimamente mi abuela miraba las fotos de su boda con cierta nostalgia y ya era bastante raro que su esposo no estuviera en la casa nunca, no quise pensar lo peor, pero una chica se presentó en la casa mientras mi abuela estaba de compras, preguntó por Robert y se veía bastante nerviosa, no fue muy difícil llegar a una conclusión.
—¿Por qué no le dijiste que lo sabías?
—Siendo honestos esperaba que ella me lo contara, supongo que le preocupó el cómo fuera a reaccionar, me alegra que te lo haya dicho a ti —me miro de reojo —necesitaba sacarlo, gracias por estar para ella.
—No fue nada —me acomodé mejor en el asiento —sé lo que se siente tener tantas cosas que decir y que creas que no hay nadie para escucharte lo complica más.
Detuvo el auto y miré una cabaña a lo lejos.
—Sabes que me tienes a mí ¿No?
—No es lo que quise decir, esperaba que no sonara tan dramático.
—No lo es. Me tienes a mí, Stella.
Que sus ojos estuvieran fijos en mí me había puesto nerviosa, veía la desesperación que tenía porque en verdad le creyera.
—Lo sé.
—No, es que no lo entiendes. Me tienes a mí —insistió —quizá no es mucho, pero a mí sí me gusta escucharte, me gusta cuando hablas de lo que te apasiona, cuando cuentas anécdotas de tu vida sin importar lo vergonzosas que puedan ser, cuando te ríes por algo que digo o por las tonterías de Javi, cuando sonríes por cada cosa linda que te digo, justo como estás haciendo ahora. Me tienes a mí para escucharte, para apoyarte en todo lo que esté a mi alcancé.
—Gracias, Erick, significa mucho para mí.
Baja del auto para abrir mi puerta y estira la mano.
—¿Lista para una tarde con el secuestrador?
—Listísima.
Descubrí que Javi lo había ayudado con esto, le dijo que los bosques eran mis sitios favoritos para pasar el rato y me servía para alejarme de todo lo que me abrumara, parece que la cabaña es de sus padres y pasaban aquí tiempo de vez en cuando.
Erick no nació en Clawood, pero lo conocía bien, sobre todo porque su madre siempre escogía este lugar para venir en vacaciones. La cabaña era acogedora, después de comer un poco de pizza decidimos hacer una fogata, el pobre chico no tenía idea de por dónde comenzar, aunque fingía saberlo bien solo para que no me riera de él, fui yo la que terminó encendiéndola.
Preguntas y respuestas, la forma más básica de conocer a otra persona, estuvimos frente al fuego preguntándonos cuantas cosas se nos ocurrían y respondiendo con lo primero que viniera a nuestra mente.
—Okey ¿Y si te pregunto tu tipo de sangre, desconocida?
—Regresará la teoría de que eres un asesino.
—Anda, tengo muy mala memoria en serio, seguro que cuando mis jefes me preguntes qué tipo de sangre eres ni siquiera lo recordaré, te ayudaré a escapar si sirve de algo.
Solté una carcajada y al final se lo dije.
—O positivo, más vale que después borres este dato de tu memoria.
—Descuida, para mañana ya estará olvidado.
—Mi turno —tuve que pensarlo un momento, hasta ahora ya sabía mucho de él —¿A qué lugar irías si quisieras alejarte de todos y no ser encontrado?
—Un parque.
—¿Parque?
—Sí, muchas de las personas que me conocen creen que trataría de esconderme y cosas así, seguro que buscarían en los lugares más recónditos del mundo, pero me quedaría en un parque, no lo sé, me parece un buen lugar para estar ¿Sonó como una respuesta profunda?
—Un poco —añadí entre risas.
—Bien ¿Te gustaría ser famosa?
—Sí, quisiera que todos me reconocieran como la directora de grandes películas —asiente —¿A qué le temes?
—La sangre, siento que podría desmayarme de solo verla ¿Qué es lo que más valoras en una relación?
—Fácil, la sinceridad —algo que por desgracia nunca he tenido con quienes me rodean —¿Cuándo fue la última vez que cantaste para alguien?
—Nunca he cantado para nadie.
Vamos, eso no puede ser cierto.
—¿Nunca?
—¿Las mañanitas cuentan? Se las canto cada año a mi abuela —lo piensa durante un momento —nunca he cantado para nadie más, es un privilegio que no cualquiera debería tener. Menciona algo que consideres romántico.
—Escuchar música con alguien —solté sin pensar y eso por supuesto que le sorprendió.
—¿Me lo dices porque estamos creando una playlist juntos, Stella?
—No —necesitaba otra pregunta rápido para librarme de este momento y creo que no fui consciente de lo que pregunté hasta que lo hice —¿Quién te gusta?
—Tú —respondió sin rodeos.
Él mismo pareció analizar su respuesta, yo estaba en un punto intermedio entre el asombro y la emoción, pero fuimos salvados por una llamada que Erick recibió, no hacía falta que dijera quién era con ver su cara de fastidio imaginé que se trataría de Paula, adiós al momento tan lindo que estamos teniendo.
—¿Qué pasa? No me nace ser cortés hoy. Creí que lo habíamos dejado claro. No, Paula estoy ocupado si quieres hacerlo búscate a otra persona que estoy con Stella —y por loco que suene, colgó la llamada.
—¿Acabas de colgarte a Paula?
—Y no sabes lo bien que me he sentido al hacerlo.
Vuelve a acercarse a mí y con la manta cubriéndonos decide encender una pequeña bocina.
—Creo que nunca hemos escuchado ninguna de las canciones que nos mandamos juntos y ya que te parece romántico creo que este es el momento perfecto.
—No te burles —lo empujé ligeramente.
—Escuchemos la maravillosa canción de Harry Styles.
—Calla y disfruta.
Empezó de una manera tranquila, ambos manteníamos la mirada en el fuego mientras nuestros brazos se rozaban, no lo escuché quejarse por la canción, supongo que le está gustando o al menos la tolera por mí.
Puedo verlo sonreír de lado, está concentrado por completo en el fuego que no nota que lo estoy viendo ahora sin descaro alguno, sus ojos tornándose de un café más claro con la luz, algunos mechones de su pelo pegándose a su frente, el resto de su cabello despeinándose un poco con el viento, y justo cuando creo que no podría gustarme más sujeta mi mano.
Siento el contraste de su mano caliente con el frío de la mía y segundos después la canción llega a su fin, es ahí donde obtengo su atención.
—No le digas a nadie que me gustó la canción o arruinarás mi reputación.
Esa sonrisa me desarma por completo.
—Lo prometo.
—¿Nos vamos?
—Claro —debería soltar mi mano, ponerse de pie e ir por las llaves, pero no lo hace, solo me mira —entonces.... ¿Nos vamos?
—Si no lo hago ahora me voy a arrepentir.
—¿Qué co...?
Me olvido de todo a mi alrededor cuando se inclina para besarme, aunque es un beso suave puedo sentir la urgencia que tenía por hacerlo, se aparta apenas unos centímetros y creo que se detendrá, pero vuelve a hacerlo, llevo mi mano a su cuello sintiendo que mi corazón podría salirse de mi pecho en este momento.
Me besa de una manera tan diferente, tan lleno de amor que lo único que hago es dejarme llevar, me olvido del viento en mi rostro, del sonido de la leña quemándose, este momento es nuestro, casi puedo escuchar lo acelerado de su corazón, aun sobre la tela puedo sentir sus dedos clavándose en mi cintura.
Es hasta que se aparta que vuelvo a poner los pies sobre la tierra. Ese beso dijo más de lo que nosotros hubiéramos podido decir jamás, solo sonríe como nunca antes lo había visto.
—Si esto hace Harry Styles creo que se volverá mi artista favorito.
—Oh, cállate.
No contiene su risa y nos ponemos de pie para recoger el resto de las cosas, no tardamos demasiado en subir de nuevo al carro, habremos viajado cuando mucho cuarenta minutos, me acompaña hasta la entrada del edificio de chicas.
Con todo lo que ha pasado sería normal tener mis dudas, pero esta vez es diferente, estoy completamente segura que ni él ni yo nos arrepentimos de lo ocurrido.
—Javi te espera en el cuarto.
—¿Qué?
—Volvimos un poco antes porque Javi te espera —frunzo el ceño —dijiste que querías pasar tiempo con tu mejor amigo ¿No?
—Por eso querías que regresáramos.
—Exacto, de otra forma nos hubiéramos quedado a dormir allá, pero seguro que cuando despertáramos te ibas a asustar por verme a tu lado y me ibas a echar de la cabaña ¿Tienes idea del frio que hace por la mañana en un mes como diciembre?
—No te hubiera echado —defiendo.
—Me corriste el día después de que te llevé pastel.
—Porque la maestra estaba revisando las habitaciones.
—¿En serio ese es el mejor pretexto que encontrarás?
—Eres un —estaba a punto de golpear su hombro, pero alcanzó a detener mi muñeca.
—¿Te gustó esta tarde?
Preguntó con cierto nerviosismo, en verdad le importaba la respuesta.
—¿Es una forma de distraerme?
—Es una forma de saber si hice las cosas bien —soltó mi muñeca en espera de una respuesta.
—Por supuesto que sí, sabes que siempre disfruto estar contigo.
La respuesta pareció ser suficiente para él.
—¿Creerías que estoy coqueteando contigo si te digo que eres a la primera chica a la que llevo a la cabaña?
—Probablemente.
—Bueno, eres la primera chica a la que llevo —tenía un don para dejarme sin palabras —te veo mañana ¿Empacarás para viajar?
—Aun no lo sé.
—Te ayudaré con la maleta. Descansa, Stella.
—Descansa, Erick.
Cuando entro al dormitorio en efecto, Javi está ahí revisando su celular de manera distraída hasta que me ve y se emociona tanto que me jala para tomar asiento en la cama.
—Por favor dime que ya se besaron —es tan bonito de solo recordarlo —derramas felicidad significa que ya pasó ¿Cierto?
—Sí —respondo en un tono mucho más agudo.
No se queda mucho tiempo, le doy solo un par de detalles para que se quede tranquilo y me promete que después lo hablaremos con más calma. Me será imposible dormir después de esto, Fernanda ni siquiera está, tengo el dormitorio para mí sola.
Reviso un par de cosas en el portátil y me encuentro con la información que me envió el director dejando en claro que es una oportunidad única que no debería dejar pasar.
Preséntese el 04 de abril en la oficina con la documentación señalada.
No es algo en lo que quiera pensar ahora, lo apago y me voy a la cama cuando el celular vibra.
Erick: Estás en línea ¿Eh? Sí, yo tampoco puedo dormir ¿Podrías agregar esta canción a nuestra playlist? Butterflies de Tom Odell.
«Te voy a amar hasta el día que muera»
«Quiero decírtelo, pero estoy aterrorizado»
«Oh, qué día tan perfecto»
«Tú no lo sabes, pero salvaste mi vida»
Creo que quiero llorar de solo escuchar la letra.
Yo: ¿Es una confesión de amor, Erick?
Erick: Te dije que me gustas, te besé y te he mandado una canción cursi y sabes que no es mi estilo ¿Quieres que sea más directo?
Escribiendo...
Erick: No espero una respuesta, solo quiero que te quedes con el recuerdo de este día. Igual no creo que sea la manera de pedírtelo.
Yo: ¿Pedirme qué?
Erick: Paciencia, Stella.
Yo: ¡Erick!
Erick: Buenas noches, desconocida.
El plan era que Laura nunca confesara lo que pasó y que Stella y Erick se besaran en otro capítulo, pero como siempre son los personajes los que toman las riendas, este fue el resultado. Me ha encantado el capítulo y escribirlo aún más.
Si pueden escuchar la canción sería que le manda Erick al final sería genial, se las dejaré por aquí.
https://youtu.be/htzMqOmGL0U
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro