1 | La rueda de la fortuna
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Dedicatoria:
Para quienes perdieron un amigo.
Quienes temen empezar de nuevo.
Para todo el que enfrenta sus miedos
y se atreve a amar.
Stella
8:58 pm
«Recuerda que nada es para siempre.»
Es la frase que se encuentra en un cartel, pegada frente a mí en un poste, frase que no he dejado de leer mientras me muerdo la uña, impaciente, dijimos que nos veríamos a las 8:30 pm justo frente a la rueda de la fortuna, ya pasó tiempo y aún no aparece.
No puedo dejar de pensar en si luzco bien, siento que mi cabello se ve más negro de lo habitual ¿El maquillaje que uso será muy exagerado o es discreto? No, seguro que el maquillaje está bien.
«Me gustaría invitarte a salir, Stella»
«Siempre he notado lo linda que eres»
«Me encantaría pasar tiempo contigo»
Que Fredy, el chico por el que he babeado desde la preparatoria me haya invitado a salir es todo lo que siempre he querido, aunque trate de ocultarlo.
Hoy descubrí una cosa: la puntualidad no es fuerte.
Me sobresalto cuando mi celular comienza a sonar y veo que es mi madre, sé lo que me dirá, seguro otra pelea con mi padre por los asuntos legales sin resolver, el divorcio apesta; no tengo tiempo para eso, no ahora, así que rechazo la llamada.
Y por si no fuera poco, comenzó a lloviznar. Grandioso.
—Stella, ya se va a dar la última vuelta —habla Francisco, el hombre que controla el juego.
—Ya sé, él vendrá solo haz un poco más de tiempo, por favor.
—Debí cerrar el juego hace media hora y ya está lloviendo, lo siento, esta es la última vuelta ¿Entras?
Lo pensé durante unos segundos, supongo que es su última oportunidad, tal vez solo quiere hacer una entrada dramática.
—Claro.
Admito que caminé un poco más lento antes de entrar a la cabina, las pequeñas gotas de lluvia caían sobre mí, entré esperando que apareciera de la nada y se disculpara por el retraso, pero quizá era hora de aceptarlo, él no vendría.
¿Por qué alguien como él se fijaría en mí?
—¡Alto! —un chico entró de prisa a la cabina conmigo.
Justo a tiempo porque Fran ya había puesto en marcha la rueda. El chico es más alto que yo, no por mucho, sostiene un paraguas de bolsillo —cerrado, por cierto —y se quita el gorro de su sudadera, tiene algunos mechones negros mojados, la respiración agitada y miraba hacia abajo en busca de algo.
—Disculpa, esperaba a alguien —me crucé de brazos.
A menudo lo hacía, sobre todo cuando estaba nerviosa.
—Pero no vino ¿O sí?
Ya acepté que me dejó plantada, gracias por recordármelo.
—¿Quién eres? —lo miré todavía desconfiando.
—Soy solo un chico que quiso subirse a la rueda de la fortuna ¿Por qué tanta desconfianza?
Seguía al pendiente de lo que sea que estuviera abajo.
—Me interesa asegurarme primero que no eres un asesino o algo peor.
—El chico del paraguas —estira su mano, no la acepto —no soy un asesino.
—Es lo que uno diría —regreso la mirada al frente, frustrada y no sé si porque Fredy no llegó o porque este chico no me deja lidiar con mi sufrimiento en paz —¿Qué tanto buscas?
—Buena pregunta —ensancha su sonrisa y mete sus manos en los bolsillos —estoy escapando de un tipo —se le ve más relajado cuando estamos en el punto más alto —el novio de mi ex.
—Claro, cuéntale tus problemas a la desconocida.
—No nos volveremos a ver, así que ¿Qué más da? —se encoge de hombros.
Buen punto. Veo un cielo lleno de estrellas y una luna iluminando el lugar, aquí en Clawood las ferias se hacen a menudo, estamos rodeados de naturaleza, buen lugar para montar la feria, es un bello paisaje.
Claro que sería más bello si el chico que me gusta hubiera llegado a tiempo, pero seguro que Fredy tuvo cosas que hacer y no tuvo oportunidad de avisarme, suele suceder ¿No?
—¿Por qué te persigue el novio de tu ex?
Prefería enfocarme en otra cosa que asumir el hecho de que me habían dejado plantada, y analizándolo bien, que lo persiguieran era extraño.
—Le pedí que regresara conmigo, creo que llegué tarde —me dio su mejor intento de sonrisa.
—¿Cómo se llama?
—Creí que no debía contarle mis problemas a la desconocida.
—Creí que no importaba si no nos volveremos a ver.
—Touché —sonrió más animado esta vez —se llama Paula, estábamos cerca de una atracción, su novio me escuchó cuando de una manera un tanto patética le dije «Dame otra oportunidad»
—Adivino, no te la dio.
—Ni siquiera lo consideró, y entonces el chico decidió que era una buena idea perseguirme por toda la feria.
—Muy dramático si me lo preguntas.
—Sí, dijo algo como «Me encargaré que tu rostro quede tan deformado que no volverás a estar cerca de ninguna chica» Corriste con suerte, desconocida.
—Que afortunada soy —ironicé.
—¿Tú qué haces aquí? Demasiado arreglada como para solo querer venir a esta atracción.
—Se supone que me vería con alguien.
—Que no llegó.
—Evidentemente.
—¿Cómo se llama?
—Fredy.
Hizo su mayor esfuerzo por no echarse a reír.
—Fredy —repite, divertido —empezamos mal.
Seguía intentando convencerme de que algo grave tuvo que haber pasado para que no se presentara.
Permanecimos en silencio un rato, imagino que ambos absortos en nuestros propios pensamientos, cuando llegó la hora de bajar, la lluvia se intensificó.
—Ten —me entrega su paraguas de bolsillo —lo necesitas más que yo.
—Pero es tuyo.
—Ya no más, te recomiendo que lo uses si no quieres resfriarte —comienza a alejarse, pero se detiene y vuelve conmigo, quedándose dentro del paraguas que ya he abierto —no supe tu nombre.
—¿No te basta con desconocida?
Volvió a sonreír. Tenía una linda sonrisa; estaba tan cerca que pude detallarlo mejor, el color avellana de sus ojos, el pequeño y casi imperceptible lunar que tiene arriba de la ceja y el cabello alborotado.
—Seguro que el tipo me encuentra y me golpea, quisiera saber el nombre de la última chica que corrió con suerte y me vio antes de la deformación.
Aquello provocó que me riera.
—Stella —confesé.
—¿Te doy un consejo, Stella? No confíes en nadie que se llame Fredy.
—Lo tendré en cuenta.
—Y lo más importante, no le des una segunda oportunidad a un chico que te dejó plantada.
Comenzó a alejarse buscando dónde atajarse.
—¡¿Y el tuyo cuál es?! —grité desde donde estaba.
—¡Erick!
No añadió más y se fue, me sentía confundida y sorprendida a partes iguales, fui directo al estacionamiento donde por suerte mi mejor amigo se encontraba, tal vez incluso mi mejor amiga estaba ahí. Vi las luces de su auto encendidas eso era una buena señal.
—Qué bueno que al fin apareces, creí que tendría que buscarte por toda la feria —se acercó a mí, preocupado con su propio paraguas —¿Estás bien? ¿Te pasó algo? ¿De dónde sacaste el paraguas?
—Javi, estoy bien, te cuento en el auto.
—Sí, mejor, no quiero enfermarme de nuevo.
Javi tenía un don para pescar resfriados.
Cuando subimos prende la calefacción y pone el auto en marcha, lo que me gusta de él es que me da mi espacio y ya que no estoy emocionada contándole que mi «Cita» con Fredy fue un éxito, seguro que ya se hace una idea de lo que ocurrió, el edificio de chicas estaba cerca de mi facultad y como la escuela no quedaba tan lejos de la feria, no nos tomó tanto tiempo llegar.
—Bien —sus manos siguen en el volante y no me mira, sabe que eso en ocasiones me pone más nerviosa de lo que estoy —¿Con quién has estado que tardabas tanto?
—Me gustaría decirte que con Fredy.
—Descuida, sé que no estuviste con él, lo vi hace rato.
La tristeza que pudiera sentir en ese momento fue sustituida por confusión. Debe ser un error, seguro se trata de un malentendido.
—¿Stella? —me mira preocupado.
—¿Cómo que lo viste hace rato?
—No lo sabías —concluye. Pasa sus manos por su rostro, frustrado —carajo, pensé que te lo habían dicho.
—¿Decirme qué?
No es momento para echarse atrás, veo la duda en sus ojos, seguro está pensando en una manera de suavizar las cosas, pero mientras más tiempo permanece callado más fuerte siento que me late el corazón.
—Fredy se enteró que nuestra querida amiga iría a la feria.
—Querrás decir mi mejor amiga.
—Sí, supo que Fernanda iría y quedaron de verse para comer algo juntos, me lo contó ella, pero creí que Fredy te avisaría o al menos se presentaría para decirte que había un cambio de planes, Dios que patán, pero te juro que mañana que lo vea en la facultad lo voy a
—Está bien —interrumpo y me mira como si hubiera dicho la peor ofensa del mundo —seguro que no me pudo escribir y sabes que Fernanda es muy sociable, no le había contado que me vería con Fredy, sino hubiera rechazado su invitación, estoy segura.
Niega irónicamente como si estuviera cansado de tener esta conversación.
—No puedo creer que los estés defendiendo, tu «Mejor amiga» —simula las comillas —acaba de robarte la cita ¿Y sigues defendiéndola?
—Ella no sabía que vería a Fredy.
—Ay, por favor, sabe que babeas por él desde hace años —comenzaba a desesperarse —apuesto a que lo hizo solo para joderte los planes.
—Javi —advertí.
Volvió a mirar al frente y con su dedo comenzó a hacer pequeños círculos sobre su sien, intentando reunir las fuerzas para no enfadarse conmigo.
No era un secreto que Fernanda no le caía del todo bien. Conocí a Javi desde la secundaria y solo éramos nosotros dos, hasta que pasamos a preparatoria y Fernanda se nos unió, el primer año ella y Javi actuaban peor que perros y gatos, pero con el tiempo lograron tolerarse, al menos tenían algo en común: su aprecio por mí.
Y no me malinterpreten, pasar tiempo con Javi era increíble, siempre había risas de por medio, pero también necesitaba una chica con la que pasar tiempo, alguien con quien ir de compras, con quien hablar de chicos, aunque la mayor parte del tiempo era Fernanda quien hablaba, eso no disminuía mi afecto por ella.
—Entiendo que estés molesto.
—No estoy molesto —enarqué una ceja —no contigo, sino con ella ¿De verdad te vas a creer que fue coincidencia que estuviera con Fredy justo hoy?
—Tampoco puedes culparlo, Fernanda es atractiva.
—Tú también lo eres.
—Y es carismática.
—Tú también lo eres.
—Es lista.
—Tú también lo eres.
—Y es agradable.
—¿Me obligarás a seguir diciendo que tú también lo eres? Stella, no tienes que vivir bajo la sombra de Fernanda, ni pensar que ella es mejor que tú solo porque hay chicos que están interesados en ella, tampoco tienes que esperar que sea Fer la primera que habla siempre cuando están con algún chico, toma tú el control de la situación.
—Los chicos la buscan a ella.
—He visto a varios que se acercan a ti.
—Para pedirme su teléfono, no hay otro motivo.
—Pues deberían pedir el tuyo, no entiendo por qué no lo hacen.
Yo sí. Tal vez sea mi físico, mi personalidad, que me gustan las cosas que la mayoría considera «aburridas» Salir de fiesta es el peor plan que puede haber para mí, no suelo ser muy atrevida, vivo con cientos de inseguridades y, según lo que me dice Fernanda, soy muy intensa cuando me emociono, no dejo de hablar de las cosas que me gustan y puedo llegar a ser un dolor de cabeza.
Intento socializar, pero los chicos simplemente pasan de mí. La mitad me ignoran y el resto son patanes con dobles intenciones, tengo dignidad suficiente como para ser la chica de una sola noche de algunos de esos tipos.
Los vidrios del auto empezaban a empañarse y los parabrisas se movían de un lado a otro, mi ropa seguía mojada y mi maquillaje se había corrido un poco ¿Y todavía se preguntaba por qué no se acercaban a mí?
—Stella —cortó el hilo de mis pensamientos —conozco esa mirada, está trabajando la rata que hace que tu cerebro funcione y
—¡Oye! —le di un manotazo.
—Auch —tocó su mano —estás pensando de más, deja de hacerlo, mejor dime ¿Por qué compraste un paraguas? Pudiste haberte atajado en algún lado.
La ventaja es que dejará el tema en paz y la historia le va a interesar, lo malo es que me molestará con esto hasta que se harte.
—No lo compré —me miró confundido —me lo regalaron.
Y con ese simple comentario algo se iluminó en su mirada, me observaba como si estuviera a punto de confesarle algo extraordinario.
—Por favor dime que te encontraste con un chico más apuesto que Fredy, y que llegó como en esas escenas de película y te dijo «Llevo siguiéndote un rato porque me has parecido hermosa» y luego te pidió tu número de teléfono.
Dios, a veces se me olvidaba que llegaba a ser más exagerado que yo y eso ya era decir mucho.
—Cerca, resulta que Fredy no llegó.
—Patán —fingió toser —continua.
—Pero en su lugar entró otro chico —se mostró más interesado —tampoco es la gran cosa —sonreí de solo recordar el momento.
—Pues tu sonrisa me indica lo contrario.
La borré de inmediato.
—Se llama Erick, estaba escapando del actual novio de su ex, así que entró conmigo con tal de perder al tipo, por sorprendente que parezca me regaló su paraguas, dijo que no le diera una segunda oportunidad a alguien que me dejó plantada.
—No lo conozco y te aseguro que ya me cae bien ¿Cómo era? Dame detalles porque sino el chisme no me sabe.
—Era más alto que yo.
—Cualquiera —lo miré de mala manera —vale, me callo.
—Cabello negro un poco chino, ojos avellana, linda sonrisa y su voz era... no lo sé, varonil, ronca, hipnótica.
—Me huele a amor a primera vista.
—Pues báñate porque eso no existe.
—¿Estás segura? —intenta reprimir una sonrisa.
—Iré a mi habitación, descansa —bajo del auto y lo rodeo para cruzar la calle.
—¡No sueñes con Erick! —grita y acelera.
¿Para qué le dije? El edificio de chicos queda del otro lado, no demorará en llegar.
Voy al primer piso donde se encuentra nuestra habitación, lo primero que veo al entrar es a Fernanda acostada en la cama charlando por teléfono de lo más feliz.
Sí, compartimos cuarto, es mejor compartirlo con tu mejor amiga y no con una desconocida.
«Corriste con suerte, desconocida»
Agh, Erick sal de mi cabeza.
Voy a buscar ropa y una toalla, me apresuro a cambiarme y Fer termina la llamada cuando me estoy secando el pelo.
—No adivinarás con quién estuve hoy, Stella, te vas a morir de envidia.
Ya lo hice, tranquila.
—¿Con quién estuviste?
—Con Fredy —suspira —es divino, todo un caballero ¿Puedes creer que quiso pasar toda la tarde conmigo? Le dije que si no interrumpía ninguno de sus planes y dijo que no tenía nada importante que hacer.
Auch.
—Me alegro por ti, Fer, se ve que la pasaste muy bien —me senté frente al espejo para empezar a desmaquillarme.
—¿Bien? Fue un momento increíble, sabes que todas se mueren por la atención de Fredy, yo no tuve que hacer nada para conseguirla, me contó que le gusta mucho escuchar música clásica y que su instrumento favorito es el piano —entró a su cama y se acomodó mientras yo me quitaba los aretes —me quedé en blanco cuando me preguntó si tenía algún pianista favorito, me acordé de ti en ese momento, te gusta un pianista italiano ¿No?
—Sí, se llama Ludovico Ei
—Luego le conté de mi viaje a Paris en vacaciones, la verdad es que traje muchas cosas de allá, pero siguen en casa, aún no he desempacado todo, sé que ya debí de haber terminado, pero vamos solo un mes de clases todavía tengo tiempo.
La lluvia afuera seguía siendo intensa. Terminé de desmaquillarme, apagué la luz y entré a la cama.
—Me alegro por ti, Fer.
Y lo decía de corazón, es mi mejor amiga y me alegra que la haya pasado bien, pero se supone que Fredy debería haber estado conmigo, no con ella.
—¿Tú hiciste algo interesante esta noche?
Aunque las luces estaban apagadas, la luz de la luna se cuela por la cortina entreabierta dejándome ver el paraguas, recuerdo a Erick entrando a toda prisa a la cabina de la rueda conmigo y lo preocupado que se veía, apuesto a que le hubiera ido mal si lo atrapaban.
—Stella.
—¿Hum?
—¿Pasó algo interesante en la feria?
—No, nada en realidad, me quedé con Javi.
—Preferiría sacarme los ojos antes que quedarme toda una tarde con Javi, pero que bueno que la pasaste bien, buenas noches.
—Buenas noches.
Sé que debí contarle, merecía saberlo, pero por ahora, quiero que Erick sea mi pequeño secreto.
* * *
—Se te va a hacer tarde —Fernanda me mueve con desesperación —diablos, Stella tienes el sueño muy pesado.
Abre la cortina dejando que los rayos del sol iluminen todo a nuestro alrededor y con dificultad intento acoplarme a la luz.
—¿Esa es mi blusa? —pregunto tallándome los ojos.
—Sí ¿Recuerdas que te la pedí anoche? —se acerca al tocador y se pone labial.
No importa el color que use, siempre luce bien en ella.
—¿De verdad?
—Claro —no deja de verse en el espejo revisando que todo esté en orden —no te quejes, es una blusa de tirantes, tú ni siquiera la usas, siempre te pones algo de manga larga, pero si quieres que te la devuelva...
—No, está bien quédatela, tienes razón ni siquiera me la pongo, prefiero que tú le des uso.
—Gracias, amiga, ahora si me disculpas —toma sus cosas —tengo clases que tomar, no me volveré una bailarina de ballet famosa si me quedo aquí.
—Espera —me levanté de la cama —creí que nos iríamos juntas hoy a la facultad, tu área queda cerca de la mía
—Lo siento, Stella, quedé de verme con Fredy antes de que iniciaran las clases.
—Oh —eso no lo vi venir —está bien, nos vemos luego entonces.
—Podrías venir con nosotros si quieres.
¿Y hacer mal tercio? No gracias, suficiente humillación con la de ayer.
—Estaré con Javi, descuida.
—Bueno, te veo al rato —salió animada del cuarto.
En algo tenía razón, si no me apresuraba llegaría tarde a clases; la verdad es que no le presté mucha atención a lo que me puse, solo me apresuré y tomé mis cosas.
Clawood es una ciudad que se caracteriza por tener uno de los mejores campus universitarios en todo el país, las facultades son bastante amplias, hay muchas áreas verdes, Javi llama «mini ciudad» al campus, ya que hay muchas facultades cerca, separadas lo suficiente para saber cuál es cuál, aunque el nombre lo indique.
Se dividen por «áreas» dentro de la facultad, para la de artes está el área de danza, pintura, letras y cinematografía que es mi área.
Contamos con varias facultades y áreas, pero no tenemos todas, por desgracia.
Es una suerte que tengamos varias cafeterías y que el edificio de chicos y chicas esté ubicado en un punto céntrico, de esta manera no me resulta tan complicado moverme. Muchos se preguntan si vale realmente la pena pagar una colegiatura tan «elevada» solo por ser parte de esta institución. La respuesta es sí, vale cada centavo sobre todo si te quedarás en alguno de los dormitorios.
¿Tenía yo el dinero suficiente como para pagar la colegiatura? No.
Cuando mis padres se divorciaron antes de que entrara a la universidad, me dijeron que ambos seguirían «dándome lo que necesitara» lo cierto es que en el primer momento de cambios mamá dijo que era responsabilidad de mi padre cubrir este gasto y papá dijo que esto debía resolverlo mi madre, al final, ya que ninguno cedía terminé solucionándolo yo, mi buen promedio me permitió obtener una beca del 100%
La presión de mantener una nota perfecta para que no me echen de la escuela me agobia cada día, pero intento no mortificarme tanto con ello.
—Aquí estás —corre un poco hasta llegar a mí —te estuve llamando ¿Todo bien?
—Sí, dejé el celular en vibrador.
—Bueno —me entregó un vaso de café mientras seguíamos caminando —tiene dos de azúcar como te gusta, adivina qué me pasó.
Javi siempre tenía ese tipo de detalles conmigo, si no era un café era un jugo, un dulce o cualquier otro tipo de comida, cuando no era algo físico eran cientos de mensajes diciéndome lo hermosa que me veía en mi nueva foto de perfil, memes, audios donde me contaba lo emocionado que estaba porque comenzaría una nueva serie, audios donde me decía lo triste que estaba por terminar esa serie. Entre nosotros siempre existió esa confianza.
—No lo sé ¿Hiciste el ridículo frente alguna chica?
—¿Cómo lo sabes? —pregunta frunciendo el ceño.
Como si no fuera bastante obvio ya, es el pan de cada día. Disfruto del sol mientras caminamos, noto que varios más a nuestro alrededor también lo hacen.
—Tienes esa cara de que han intentado coquetear contigo y lo has arruinado.
—Pues sí, resulta que una chica estaba coqueteando conmigo —asentí dándole un trago al café, no me equivoqué —pero tú sabes que soy pésimo para captar indirectas.
—El peor —le aseguré.
—Entonces terminé diciéndole que le presentaría a un amigo, al final me dijo que estaba coqueteando conmigo y se fue molesta porque no supe captar las señales, es que las chicas lo complican todo ¿No es mejor ser directas de una vez?
—Eres un chico, no entenderías nuestra lógica.
—Ni siquiera ustedes mismas la entienden.
Javi no era la clase de chico que uno consideraría popular, él mismo decía que era medio torpe para serlo, pero tenía lo suyo, era guapo y no me sorprendía que varias chicas intentaran acercarse a él.
Si no fuera mi mejor amigo, hasta yo lo haría.
Llegamos a mi facultad, el día de hoy Javi tendría clases hasta dentro de dos horas, así que no importaba que me acompañara.
—Tengo clase con el odioso de tu compañero —comenté con pesar.
El compañero de cuarto de Javi, que resulta que también tomaba clase conmigo era un verdadero dolor de cabeza, en serio que no conocía a una persona más irritante que él. Hablaba y yo moría por soltarle un golpe, así de mal me caía.
—Ya no tendrás que preocuparte por él.
—Perfecto ¿Dónde esconderemos el cuerpo?
—Stella —me mira sorprendido.
—No me puedes culpar, se ganó a pulso que lo odiara ¿Qué pasó con él?
—Se fue de la escuela.
Empecé a reírme, esperando que añadiera algo más, pero al ver que él no se reía asumí que la cosa iba en serio.
—¿De verdad?
—Mi nuevo compañero de cuarto llegó ayer en la tarde, pero como no estuve lo conocí hasta en la noche, no habla mucho que digamos y tiene cara de que odia a todo el mundo, seguro te cae igual de mal, pero al menos ya es una persona diferente ¿No?
Su teléfono comienza a sonar y lo saca para revisar los mensajes.
—Genial, es mamá —pone los ojos en blanco y teclea lo que supongo es una respuesta al mensaje.
—¿Y en qué facultad está?
—En la de arquitectura, mira —señala y vuelve a sus asuntos —ahí viene.
Me doy la vuelta para ver de quién se trata, un chico de estatura promedio se está acercando, trae lentes y luce como el típico «nerd» de toda escuela, con dificultad puede sostener sus cosas y algunos mechones de su cabello alborotado se pegan a su cara, sin mencionar que la combinación de su ropa no es muy común.
Su cara no dice precisamente «odio a todo el mundo» sino más bien «ayuda, porque estoy a punto de perder el equilibrio»
—Interesante, seguro que tu compañero es listo, se ve... amigable.
—¿Qué? —frunce el ceño y ve al chico —no, él no, ese es Oscar yo hablo del alto de al lado.
Cuando mi mirada se encuentra con la de Erick siento que la respiración se atasca en mis pulmones, su cara de pocos amigos va cambiando a medida en que se acerca.
—Desconocida —sonríe al llegar ante mí —que pequeño es el mundo.
—Disculpa ¿Se conocen?
—Erick y yo
—Un segundo —interrumpe al escuchar su nombre y algo se ilumina en su mirada —¿Este Erick es ese Erick?
—Veo que ya te habló de mí. Sé que debo ser difícil de olvidar, agradece que mi rostro no está deformado.
Como si mi mirada fuera capaz de arreglar este momento incómodo, intento decirle a Javi que se calle, pero está muy ocupado sorprendiéndose por lo que está presenciando.
—No te des tanta importancia, hay miles de personas que se llaman Erick.
—Pero no todas te regalan su paraguas —agrega mi amigo, emocionado.
Y lo ha arruinado, gracias.
—Javi tiene razón, que bueno que hables bien de mí.
—Solo quiero decirte que me caes bien, Erick, cualquiera que vea que mi mejor amiga merece lo mejor es digno de mi aprobación.
Estoy rogando en estos momentos que la tierra me trague y me escupa en cualquier parte con tal de estar lejos de aquí.
—Sí, pero algo me dice que a Stella le gustan los patanes.
—No conoces a Fredy, te recomiendo que no hables.
—Perdón —su semblante se vuelve más serio —tienes razón, no lo conozco, seguro es un chico encantador que ya te pidió disculpas por dejarte plantada.
Me tenso ante el comentario y agradezco que mi amigo intervenga para aligerar el ambiente.
—Sí, Fredy es un chico decente, pero no hablaremos de él ahora, Stella tiene una clase que tomar.
—Igual yo —se acomoda la mochila y le echa un vistazo a la facultad —cinematografía ¿Qué planeas ser? ¿Directora?
Ante la misma pregunta, cada vez que respondo «Sí» lo único que escucho son risas.
—No es asunto tuyo.
—Guarda la hostilidad para Fredy. Supongo que nos estaremos viendo, desconocida.
—Eso me temo.
Sonríe, parece que para él todo es un chiste.
Lo observamos mientras se aleja y es hasta que lo pierdo de vista que siento que puedo volver a respirar.
—Oye, el chico es apuesto y por lo que me contaste es soltero.
Pongo los ojos en blanco.
—No estoy interesada en Erick, por favor no hagas un escándalo con esto.
—Solo digo que tendrás que verlo seguido, su facultad no está tan lejos de la tuya, quién sabe podrían conocerse más.
—Javi, no.
Noto que se muere por seguir lanzando más comentarios, pero decide guardárselos.
—Bien, te dejo para que te centres en las clases, te veo en la noche hoy es viernes de película, no lo olvides.
—Y, aunque lo hiciera, me sacarías de mi habitación, aun sabiendo que está prohibido que los chicos vayan a nuestro edificio.
—Qué bueno que me conoces —sonríe, triunfante y comienza a alejarse.
Por fortuna sé que en un buen rato no volveré a toparme con Erick, mejor para mí.
Las clases logran distraerme de lo que acaba de ocurrir, centro toda mi atención en las explicaciones del profesor, en los apuntes que debo de tomar y cada vez que piso esta aula, por muy complicado que terminen siendo los trabajos, me convenzo día a día de que esto es lo que quiero hacer el resto de mi vida.
Dirección de arte cinematográfico II. Estamos viendo cuál es la estética escenográfica y no podría estar más fascina.
Lo mismo pasa con el resto de clases: las disfruto demasiado, sin mencionar que el taller de ficción es mi favorito. A veces pienso que soy la única que tiene la necesidad de terminar la carrera y comenzar a ejercer cuanto antes.
Quiero hacer las cosas bien, causar impacto, dejar mi huella.
2034 y Cory Collins sigue siendo el director de cine más joven y con un «futuro prometedor» según los medios. A sus 24 años ha logrado mucho, yo voy camino a los 20 y siento que no he hecho la gran cosa con mi vida.
Cuando termino mis clases y voy al campus me detengo en seco al ver a un chico charlando con Fernanda, ella se está riendo, no es cualquier chico, aunque desde aquí no puedo ver bien la expresión de Erick, solo sé que está hablando con ella.
—¿A quién vemos? —se coloca a mi lado dándole una mordida a su sándwich —Oh.
La verdad es que ni siquiera sé por qué me sorprende.
—Ya se había tardado en cambiar de novio —confieso —tal vez con una nueva distracción se olvide de Fredy.
—Puede ser, pero Erick no se ve que la esté pasando bien.
Se lo que intenta hacer y en este momento no servirá que mienta, ni siquiera tendría por qué afectarme.
—Déjalo, es evidente lo que él quiere.
—¿Y qué crees que quiera?
—Lo mismo que todos —respondo sin apartar la vista de ellos, pero puedo sentir la mirada de Javi sobre mí, como si intentara decirme «yo no soy como los demás» —lo mismo que quiere la mayoría de los chicos —cambio el comentario esta vez mirándolo.
—¿Ni siquiera le darás el beneficio de la duda?
—Siempre lo hago con las personas a las que conozco ¿Y cómo me ha salido eso? Mal.
—Puede ser la excepción, si llegas a conocerlo mejor.
Y, aunque lo fuera ¿Qué probabilidades hay de que me haga caso a mí en vez de a Fernanda?
—Créeme, no estoy interesada en conocer a Erick.
—Te regaló su paraguas.
—Eso no cambia el hecho de que anoche moría por regresar con su ex y hoy está coqueteando con Fernanda.
—No sabes si está coqueteando con ella.
Siento que alguien toca mi hombro, mi amigo y yo nos giramos al mismo tiempo, creo que este día se pone más extraño a cada segundo.
—Fredy —hablo en un hilo de voz.
Me cuesta creer que esté aquí conmigo teniendo a Fer a tan pocos metros.
—Hola, Stella ¿Crees que podamos charlar más tarde?
Me he quedado en blanco. Javi me golpea con su codo para que reaccione.
—Sí, sí por supuesto.
Pero se gira a verme sorprendido, creo que no es la respuesta que esperaba que le diera.
—¿Qué tal un café esta noche? Te espero afuera de tu edificio y nos vamos.
—Depende ¿Pretendes volver a dejarla plantada?
Esta vez soy yo quien lo golpea con el codo esperando que se calle.
—No le hagas caso, me encantaría ir contigo.
—Perfecto, te veo en la noche entonces.
Se despide de ambos y suspiro.
—Es noche de películas —reprocha cruzándose de brazos.
—La tenemos una vez a la semana, déjame disfrutar este momento, anda.
Su expresión se suaviza al ver la ilusión que esto me hace.
—Bien, pero si algo sale mal, me llamas.
—Eres tan lindo cuando quieres —pellizco su mejilla.
—Sí, sí, lo que digas ¿Vamos por algo de comer?
—Vamos.
Caminamos hacía la cafetería y estoy tan feliz por lo que acaba de suceder, que no le doy tanta importancia cuando pasamos a un lado de Fer y Erick.
Y haré de cuenta que no sentí su mirada sobre mí.
¿Impresiones?
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