
1. Topanga.
[ADVERTENCIA: mantener la mente abierta a las posibles parejas formadas en esta novela a partir de aquí. Darle una oportunidad a cada personaje]
Roscoe hizo la fila para recoger su nuevo horario de clases y su nueva clave para el casillero que le había tocado. Tenía uno bueno, frente al de Shelsy y junto al de Noah. No se quejaba como el año pasado… su primera clase del día era literatura con la profesora Warwick. Fue a su casillero, acompañado de sus amigos. Justamente al otro lado del pasillo también se encontraba Melanie Duncan, metiendo sus libros dentro del casillero. Mason Stafford, el mejor amigo gay de la rubia, estaba junto a ella. Hablaban del nuevo año escolar y de lo maravilloso que sería, cuando los ojos de Mason captaron a Roscoe.
—Pst… ¡Melanie! échale un vistazo a Roscoe Rain —dijo Mason—. Es ardiente ¿No lo crees? Ha cambiado mucho desde el año pasado.
Melanie se dio la vuelta y lo miró. Desde sus jeans no demasiado ajustados hasta su espalda fuerte en esa apretada camiseta gris, su cabello rebelde y de color oscuro era llamativo, de una manera sensual. Roscoe Rain había cambiado mucho, parecía más maduro. Melanie nunca lo había notado, pero justo en ese momento su puso a analizar su ficha de vida.
Guapo, con dinero, inteligente, con ese aire de seguridad y dureza propio de un líder y ese auto allá afuera que era suyo era lo mejor para atraer a los votantes materialistas. Y lo llevaba en la sangre, era un Rain ¿Cómo no querer a un chico como ese? Era el tipo de chico que su padre deseaba para ella.
Definitivamente tenía que saber más sobre él a como dé lugar.
Miró a la chica junto a su casillero y sonrió para sus adentros. Si había una persona en la tierra que podía darle suficiente información de Roscoe Rain, tenía que ser Shelsy… ellos siempre estaban juntos y lo habían estado por cinco años, así que fijo tenía que saber algo de él.
—¡Shelsy, hola! —exclamó Melanie—. ¿Qué tal estás?
Shelsy la miró y sonrió.
—Bien ¿Qué tal tú, Mel?
—Excelente —Melanie suspiró—. ¿Puedo hacerte una pregunta?
—Claro.
—¿Roscoe sale con alguien?
Melanie se cruzó de brazos esperando la respuesta de Shelsy. Ella vaciló, abrió la boca y la volvió a cerrar pensando en que decirle. A Shelsy le agradaba Melanie, no tenía razones suficientes para juzgarla… no era su amiga pero de las pocas charlas que habían mantenido todo había ido muy bien. Sin embargo… su Roscoe no era cuestión que discutir. La razón por la que Shelsy no se había dado cuenta de que Roscoe estaba enamorado de ella, era porque siempre estaba más ocupada intentando esconder sus propios sentimientos hacia él.
Era un chica dura, ruda, solo le tenía miedo una cosa… que Roscoe se enterase lo que había estado sintiendo por él. La única persona que lo sabía era Noah… el pobre Noah había sido acaparado por los secretos entre sus dos mejores amigos. No podía decirle nada a Shelsy porque se lo había prometido a Roscoe y no podía decirle nada a Roscoe porque se lo había prometido a Shelsy. A veces lo volvían loco, porque coqueteaban el uno con el otro sin darse cuenta de que lo hacían realmente.
—Umm… sí —Shelsy asintió—. Sí, sí… no estudia en Midwood, es… de Dalton High. Se llama… To… Topanga.
Sonrió de oreja a oreja hacia la rubia, quien la miró ladeando la cara.
—Topanga… ¿cómo Topanga… la de Boy Meets World? —interrogó frunciendo el ceño.
—Pobrecita ¿verdad? —se encogió de hombros—. Hippies, aficionados de Disney ¿Qué se hace? —se rió nerviosamente y cerró el casillero.
—No me digas ¿y su apellido en Lawrence? —preguntó torciendo la boca.
Shelsy se rió graciosamente, golpeando la palma de su mano contra su rodilla, negó con la cabeza inclinándose hacia adelante como si intentara recuperar el aliento y luego volvió. Se limpió una lagrimilla escurridiza y abrió los ojos para mirar la cara expectante de Melanie, que esperaba una explicación.
—No, es Lawson —movió los hombros graciosamente—. Coincidencias de la vida, tú ya ves.
—Shels ¿quieres que te acompañe a tu clase?
Roscoe se acercó, ignorando por completo a Melanie, quien juntó sus manos y lo examinó de pies a cabeza con aprobación. Shelsy apretó los labios. Melanie le caía bien, pero en cuanto miró a Roscoe como si quisiera comérselo no pudo evitar gruñirle internamente.
—¡Roscoe! Oye, quisiera conocer a tu novia, Topanga —Melanie se rió y agregó—: Necesito conocer a una Topanga en la vida real o no moriré en paz —se mordió el labio y se balanceó sobre sus pies.
—¿Topanga? —Roscoe frunció el ceño—. ¿Quién es Topanga?
—¡Roscoe! —Shelsy jadeó horrorizada—. ¿Has olvidado a tu propia novia? ¡Cuando Topanga se entere va a estar muy, muy, dolida!… insensible.
Roscoe la miró abriendo los ojos de par en par.
—¿Qué? —murmuró—. ¿Pero qué dices?
—¡Topanga, joder! —Shelsy abrió los brazos—. La que te da calor en las noches de frío ¡Te has olvidado de Topanga! Por amor al cielo, ¡Que buda te perdone! —Shelsy le tomó de la mano para arrastrarlo por el pasillo rápidamente—. Ven, vamos a la enfermería, seguro que te has dado un golpe en la cabeza contra el techo del auto y se te ha creado una laguna mental, yo le dije a Oliver que no te lo diera, que sería demasiado, pero no me ha hecho caso. Tienes suerte, no le diré a Topanga que la has negado, solo para proteger sus sentimientos. Pobre Topanga.
Melanie los miró irse, expectante y confundida. Se encogió de hombros y sacudió la cabeza. Mason permanecía riéndose a carcajadas contra los casilleros, había considerado todo realmente gracioso… pero Melanie no iba a dejar que Topanga, Shelsy o cualquier otra se interpusiera entre ella y Roscoe. Lo tenía en la mira y no lo dejaría ir por nada del mundo.
Shelsy arrastraba a Roscoe hacia por el pasillo. Se detuvieron en la puerta del salón de literatura y ella suspiró, volteó enfrentándolo y al segundo volvió su mirada a sus zapatos. Le sonrió a Roscoe y se encogió de hombros. Ambos comenzaron a reír por lo que acababa de pasar, había sido un poco tonto pero muy gracioso y aunque Roscoe aun no lo entendía le había parecido extrañamente gracioso. Pobre de la Topanga ficticia que no se entera de nada.
—¿Me vas a decir qué demonios fue eso? —Roscoe alzó una ceja—. Es que ahora parece que salgo con Topanga Lawrence.
—Es otra Topanga —Shelsy se sacudió su cabello de su hombro—. Melanie quería saber si tenías novia y me pareció genial… mentirle.
—Ah… vale, mucho más claro todo —Roscoe se rió encantadoramente—. ¿Y por qué le has dicho lo de Topanga? —preguntó.
—No lo sé, fue lo primero que me vino a la mente. Tengo una etiqueta de Boy Meets World que me dio papá en mi mochila, supongo que vino a mi mente por eso.
—Pues vale —el timbre sonó y Roscoe alargó el brazo para tomar abrir la puerta del salón de literatura—. Hasta luego, loca —se rió antes y se escurrió dentro del salón de clases antes de que Shelsy se quitara el zapato y se lo lanzara… lo había hecho otras veces, pero estuvo a salvo en ese momento.
Noah alcanzó a Shelsy en el laboratorio de biología en el segundo piso. Se sentó a su lado, resoplando y la miró, negando con la cabeza. Era tan terca como Roscoe, por eso ellos se llevaban tan bien. Cada uno tenía su manera de reaccionar, sin embargo: Shelsy hacía pucheros y Roscoe se cruzaba de brazos con el ceño fruncido. Terriblemente imposibles.
—¿Topanga? —inquirió atragantándose de la risa—. Estoy seguro de que quisiste decir yo.
—Tal vez —Shelsy garabateaba el nombre de Roscoe en la esquina de su cuaderno.
—Roscoe y Shelsy, sentados en un árbol, B-E-S-A…
Shelsy le estampó su delicada mano fuertemente en la nuca.
—¿Cuántos años tienes? ¿Siete?
—¿Cuántos años tienes tú, Shelsy? ¿Doce todavía?
—¡Déjame sufrir tranquila, Noah! No me agobies, que te tiro por la ventana.
Noah cerró los ojos y se giró cuando el maestro ingresó y dio inicio a su clase. Sentarse a ver como se amaban en secreto el uno al otro era la mayor diversión para Noah, era como su programa de televisión favorito, aunque a veces, se cansaba un poco.
Cuando Roscoe entró en el aula realmente se quedó paralizado. La chica rubia con el cabello atado en una coleta y la boca pintada de rojo, con el bonito vestido color crema y los Jimmy Choo de última edición le sonrió ampliamente, con una mueca burlista. La profesora Warwick soltó una risita al ver la cara de Roscoe.
—Hola hermanito —lo saludó su hermana Blair—. ¿Cómo va tu primer día?
—Terrorífico ¿viniste a hacerlo peor? —contestó—. ¿Qué haces aquí?
—¡Trabajo aquí! —Blair exclamó juntando las manos—. Soy la nueva consejera escolar. Genial ¿No? —ella suspiró—. Me encanta esto, estoy impaciente por empezar.
Blair se acercó para abrazarlo y estamparle un beso en la mejilla, dejando una marca muy notable.
Cuando Blair volvió de la universidad en Palo Alto, California hacía un año se mudó con Eugene, su novio, a un departamento pequeño en Brooklyn, había estudiado psicología y sociología y por el momento Roscoe solo sabía que estaba buscando un trabajo, no tenía ni idea de que iba a terminar en Midwood. Roscoe la veía casi todos los días, siempre estaba en casa o él iba de vez en cuando a la suya.
—No puede ser —murmuró el cerrando los ojos—. ¿Por qué escoger Midwood?
—¿Y por qué no? —Blair se rió—. Te veré luego, hermanito. Tal vez almorcemos juntos ¿te parece?
—No.
—No quería almorzar contigo de todas maneras —Blair hizo un puchero—. Volveré luego, Lizzie —le dijo a la señorita Warwick, le guiñó un ojo a Roscoe y desapareció por la puerta mientras los demás estudiantes entraban.
—Toma asiento, Roscoe —indicó la señorita Warwick—. ¿Emocionado?
—Yupi —gruñó Roscoe desplomándose en el primer pupitre—. Quiero que este año sea completamente calmado, relajado. Lo será, me lo prometí a mí mismo.
—Muy bien ¿qué tal un ensayo de algún libro? El que quieras, lo dejaré a la imaginación. —ella hizo una mueca—. Sí, puedes escoger uno de Mark Twain.
—¿Las aventuras de Huckleberry Finn?
—Me ofendería si no.
Roscoe se rió y se acomodó en su asiento. Melanie tenía esa misma clase con él, cuando lo vio sentado en el primer asiento de la clase empujó a Mason del asiento a su lado y se sentó junto a él. Le sonrió ampliamente y así se mantuvo toda la clase. Roscoe estaba totalmente ajeno a ella, no le parecía extraño verla sonriendo, pero era más extraño si la miraba… Roscoe nunca la miraba.
Ni la miraría a menos que tuviera una foto de Shelsy pegada su cara.
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N/A: Bueno, este capítulo es corto, porque tenía inspiración pero no mucho tiempo. Es genial ver que les está gustando la secuela, ya saben… comentarios, votos, blablablá… ¡Los amo! ;)
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