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2

El pasillo era larguísimo, y en todo el tiempo en el que estaba caminando. Juraría que había contado únicamente unas treinta habitaciones. Si saber, para que eran usadas. Tal vez los pequeños esbirros, vivían amontonados. Y la completa obsesión por tener esculturas de piedras de si mismo... Podría imaginar la clase de ser que llega a ser.

—¿Falta mucho?. — Pregunté de manera calmada, siguiendo el paso lento que mantenía. Y sin previo aviso paramos.

— Es aquí.

El pequeño hombre vestido de rojo. Mencionó de manera tímida, su voz era extraña, podría jurar que se escuchaba igual que la de un adolescente. Este levanto su pequeña muñón, y con cuidado le agarre la mano. — ¿Este es el calabozo?. — Mi pregunta solo hizo, que estos comenzarán a murmurar entre ellos. Únicamente solo me mantuve en silencio. Y ahora los tres pequeños hombrecitos. Solo miraban en ambas direcciones y terminaron empujándome al otro lado de la puerta.

— Te quedarás aquí por unos días.

— Sí. Trataremos de persuadir a Kamek. — Hablo el otro hombre pequeño. Este llevaba una máscara similar, blanca. Lo que lo diferenciaba únicamente era el color de su traje, siendo de un color verde claro. Casi llegando a uno de color limón. — El hablara con el rey Bowser; no te muevas de aquí.

— Si alguien te ve. Alertaran a todos. — Hablo ahora uno vistiendo un traje amarillo. Mientras, que el que andaba de traje rojo. Se mantenía vijilando el pasillo.

— Entiendo. — arrodillándose. — Se los agradezco mucho.

Luigi, solo les dedicó una sonrisa, lo que motivo al vestido de verde y amarillo a acercarse, quedando uno del lado derecho y el otro del lado izquierdo, así poder abrazarles. — ¡Yo también!. — Levanto la voz el de rojo. Abrazándolo por enfrente. Luigi estaba confundido, no entendía que pasaba, solo se dejó abrazar por aquellos pequeños seres, y con cuidado a los tres, este les dió palmadas en la espalda.

— Una cosa más. — Luigi se paró, quedando enfrente en una fila los tres shy guys. — ¿Cuáles son sus nombres?.

— Nadie nos a puesto nombres. — Hablo el pequeño de traje amarillo.

— ¡Okie-dokie!. — Expreso Luigi. Tratando de formular una nueva pregunta.

Pero lo que no se esperaba, es que nuevamente. Los tres pequeños Shy-guys comenzarán a hablar entre sí, quedando nuevamente en una línea militar. 

— Mi nombre e Okie. — Se señaló así mismo el Shy-guys de color rojo. — El es Dokie. — Señaló ahora el pequeño de traje amarillo, levantando la mano y agitandola. Para que Luigi prestará su atención en el. — Y el. Es Panic. — El de traje verde dió un paso, y como alguien entrenado. Se colocó la mano en la frente. A lo que Luigi sonriendo, le devolvió el saludo militar. Lo que consiguió que el pequeño solo soltará una risita, y jugará con sus manos haciendo círculos.

— Bien. Ahora que tienen nombre, díganles a sus amigos que se coloquen uno.

— ¡Claro que sí!. — Obediente Okie afirmo. — Si alguien trata de entrar, esconderte en el armario sería tonto.

Este camino entre las piernas de Luigi; el cual trato de moverse para no lastimar al pequeño. Que estaba en la pared, señalándole un bloque en concreto. — Si sientes que estás en peligro. Presionarlo es una buena opción, te llevará a un pasillo que te dejara en el jardín principal. — Seguido. De uno en uno, los bloques comenzaron a vibrar, y un aura de colores hiciera que estos se moviera. Hasta formar una salida.

— Bien. No sotros volveremos dentro de un tiempo. — Hablo Dokie. — Panic vendrá a dejarte comida y cuando todo se arregle. Podrás andar en los pasillos sin preocuparte de que el rey Bowser; te mandé al calabozo.

— Se los agradezco muchísimo.

— Bien. ¡Hora de irnos!. — Llamo la atencion Panic. Haciendo que los dos Shy-guys, corrieran hasta la puerta de manera chistosa.— Ya volvemos.

Luigi; únicamente miro como la puerta se cerraba, y el sonido de que habían puesto llave lo tranquilizó un poco. Pero la falta de una ventana, lo había dejado en oscuridad, apenas si podía distinguir entre la poca luz que se filtraba por la pequeña ventana. Solo tenía dos cosas por hacer, dormir unos minutos, oh curiosear un poco la habitación. Estaba claro que la segunda opción era la que iba a predominar.

Luigi trataba de no caerse, no entendía que había pasado. Hace unos momentos la habitación estaba iluminada por unas antorchas, pero alomenro en que cerraron la puerta, estás se apagaron. Estaba claro que sí suerte no estaba de su lado, y lo único que le quedaba, era esperar a que sus tres pequeños amigos volvieran, al igual que la luz. Este miro unas sillas y de manera cuidadosa apilandolas una encima de la otra, así poder llegar a la ventana. Llegando apenas, teniendo una vista únicamente un lugar realmente espacioso. Parecía un jardín, lo que hizo suponer que ahí sería el lugar que le había explicado, había una estatua de su rey, la cual. Al caminar enfrente, está escupía fuego, y ahora una pequeña duda apareció. Por qué ver cómo dos tortugas de color rojo pasaban sin siquiera quejarse por el fuego.— ¿El color debe significar algo?. — Pero únicamente habían solo dos colores  en lo poco que podía ver. Unos de caparazon verde, y los demás de caparazón rojo.

— Tal vez los rojos son de fuego... Y los verdes... ¿Cuidan el jardín?.

Decía, tratando de sacar alguna respuesta. Pero, el repentino forsejeo de lo que imaginaba sería la puerta lo alarmó, provocando que se tambaleara y cayera por suerte en la cama que estaba a un lado. Luigi rápidamente se colocó la gorra y estaba por apretar el ladrillo en la pared, hasta que un chillido se escuchó, no de afuera, si no. Del armaría que había dentro del lugar. — ¡Ayuda!. ¿Hay alguien ahí?. — Luigi por su parte estaba por salir del lugar. Pero el golpeteo cada vez era mucho más intenso, miles y miles de pensamientos inundaron su mente. Los pequeños Shy-guys, le habían dicho que sin importar escapara, pero no podía. Confío en ellos, estaba claro que no todas las criaturas aquí eran malas, únicamente quedaron en el lugar equivocado. Y una vez más, actuó por su propia cuenta.

— ¡Tranquilo!. ¡Voy a sacarte!.

— ¡Muchas gracias!.

Luigi intentaba ver cuál era el problema, trato de abrir el armario. Pero estaba duro, algo trabó la puerta, y con la poca iluminación era difícil ver. — Algo está trabando la puerta. ¿Puedes ver algo por dentro?. — Pregunto Luigi, luego pensó en lo que había dicho. Si el no podía ver, mucho menos el que estaba adentro del armario. Y al momento en el que estaba por preguntar algo con más sentido. Aquél misterioso hablo. — Déjame ver. — Unos segundos después, se veía una luz saliendo de adentro, lo que alivió que tenía algo que iluminaba, y aprovechando la luz, observó con  detenimiento.

— No hay nada.

— Tranquilo. Ya ví el problema, mantén la luz.

— Muy bien. Pero no muevas mucho, el mueble es de madera.

Luigi únicamente descarto rápido el comentario, ya que no quería imaginar que es lo que hacía luz adentro. Pero aquello era suficiente para ver, que arriba del ropero, había un casco de color rojo, que se había enrollado con la decoración de la puerta. Lo que impedía que este se abriera. — Descuida, estarás libre dentro de dos minutos. — Mencionó, tomando una de las sillas que había apilado, para poder subirse y quedar a la altura del mueble. Quitando el cordón blanco que se había enganchado. Y al momento en que lo quito, la puerta se separó un poco. Abriéndose de golpe, dejando ver. Como una tortuga de caparazón rojo saliera. Con una bola de fuego en una de sus manos. — ¡Libertad!. — dijo emocionado, mirando al rededor, buscando a quien le había ayudado, y la sonrisa que tenía. Desapareció, mostrando una ahora de preocupación, mezclada con algo de pánico. — ¡¿Quién eres tú?!. — Grito, colocandose en una posición, como un lanzador de béisbol. Listo para arrojar la pelota, siendo aquí la única diferencia, es que está podría matarlo.

— ¡Perdón!. — Bajando de la silla, manteniendo ambas manos arriba. — Solo quería ayudarte.

— ¡No te conozco!. ¿Cómo te llamas?.

— Mi nombre es Luigi. — Mencionó con miedo. Su voz titubeando, el temblor constante, demostraba que estaba al borde del llanto.

Pero aquella tortuga únicamente, se acomodo. Ya no estando en una pose de ataque, si no. Ahora en una relajada, levantando más la bola de fuego que tenía en sus manos, así iluminar al llamado; Luigi.  Quien, al ver que este había dejado aquella pose ostil, se calmó un poco, bajando ambos brazos. — ¿Cómo terminaste dentro?. — Pregunto Luigi de manera amable. Pero aquella tortuga, solo se dió la vuelta. Hasta llegar a la puerta y al momento de querer salir. Está no abrió, estaba con llave, lo que desespero a la tortuga. — ¡Tienes que estar bromeando!. — La tortuga solo dió un suspiro, volteandose con una mirada molesta. Mirando a Luigi, quién ya se encontraba sentado en la cama, observadolo.

Aquél solo levanto más la bola de fuego, tratando de buscar algo. Luigi únicamente solo observa callado, mirando como la tortuga sonría, y colocandose nuevamente como un jugador. Arrojo la bola a la antorcha que había en la pared. La que en un principio se había apagado.  Lo que ilumino la habitación, ahora con el fuego encendió, la tortuga podía ver donde estaban las otras tres que faltaban.  Y con un movimiento de su mano, seguido de un chasquido de sus dedos. Una bola de fuego nuevo apareció, lanzando una en cada esquina de la habitación. Encendiendo las cuatro antorchas que había. La tortuga dejo escapar una risita, y la sonrisa que tenía en el rostro. La quito de inmediato, al ver cómo aquella criatura de piel rosada y atuendo verde, estaba maravillado. Únicamente por encerder unas antorchas.

— ¡Eso fue realmente genial!. — mencionó aplaudiendo.— Eres asombroso.

La tortuga solo se llevó una de sus manos atrás de su cabeza, mientras se rascaba con vergüenza. Y el solo halagó, había logrado que las mejillas de la tortuga se tomarán rojas. Al mismo tiempo, que el cabello de colores amarillos y rojos que tenía, se iluminarán más. —Gracias... Supongo. — Mencionó, golpeándose las mejillas con suavidad, al igual que trataba de apagar la intencidad de su cabello, que lo delataban. Luigi solo divertido y con ahora un poco más de confianza. Este se acercó con aquel casco de color rojo. Dando un par de pasos hasta quedar enfrente de el. — Creo que esto es tuyo. — Mencionó Luigi, entregándole el casco. El cual la tortuga al ver, aquel vestido de verde, sintió emociones nuevas. Lo que hizo que su cabello comenzará a encenderse nuevamente, lo que provocó que rápidamente esté lo agarrara y escondiera su cabello flameante. — Mi nombre es Luigi.—dijo dedicándole una sonrisa a la tortuga de su misma estatura, mientras le daba la mano. Y los ojos azules del otro, únicamente se iluminaron, al ver cómo este le sonría, y el solo haber aceptado la mano, provocó que, por debajo del casco de este. Comenzará a salir humo.

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