Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Vaya... esto es poesía y lo demás es tontería

Estrenando mi nueva ropa y con la espada guardada en la vaina que tan acertadamente ha personalizado Damián, comenzamos con el entrenamiento.

Es más duro que nunca, pero estoy tan entusiasmada que me da igual. La felicidad que siento por el detalle que ha tenido Damián me permite soportarlo todo. Tanto así, que incluso me descubro sintiéndome mucho más motivada que nunca.

Sé que solo ha sido un regalo, pero esa forma tan nerviosa de actuar ha significado muchísimo para mí. Quizá me esté volviendo loca, o esté viendo cosas dónde no las hay, pero algo me dice que ha Damián le importo. Aunque sea un poquito. Aunque sea solo como para preocuparle si me gusta o no su regalo.

Ajeno a mis pensamientos (o eso espero) Damián no para de darme lecciones mientras se pasea frente a mí con las manos cruzadas a la espalda. Parece todo un capitán, observando que lo esté haciendo todo tal y como el dice, sin margen de error.

- Repite las lecciones una a una mientras las haces para que te vea.- ordena. Se detiene frente a mi y me observa con dureza.

Estoy sudando a chorros. Tengo la respiración acelerada y mi corazón no late, galopa. Parece que se me va salir del pecho en cualquier momento. Aún así, me siento tan activa y preparada que hago lo que me pide sin rechistar.

- Lección uno: desenvainar la espada antes de entrar en combate. Toma más tiempo desenvainar la espada que recibir un golpe.- cito. Desnudo el precioso filo de mi espada.- Lección dos: conservar la calma, mantener los músculos flojos y la respiración regulada. Estar tensa podría limitar mis movimientos.- respiro hondo y ladeo el cuello hacia los lados, liberando tensión.- Lección tres: mantener el equilibrio. Tener los pies separados a la altura de los hombros y evitar cruzarlos en cualquier movimiento.- separo los pies y cuadro los hombros.- Lección cuatro: tener los codos flexionados y cerca del cuerpo, evitará que extienda los brazos y pierda estabilidad. - flexiono los brazos hasta que los codos quedan a centímetros de mis caderas.- Lección cinco: espada extendida y apuntando a la cara o garganta del enemigo.- la empuño con firmeza y la sostengo teniendo la cara de Damián en el punto de mira.- Lección seis: analizar al oponente y el terreno. Conocer mis defectos y mis virtudes y emplearlas a mi favor.- finalizo.

Y con esto último, no sé ni qué narices hacer.

Mi cara debe de ser la viva imagen de un chiste malo, porque Damián me regala una sonrisa socarrona y aplaude vagamente.

- Bien, ahora que ya sabes la teoría, vamos a la práctica.- me guiña el ojo.

Ay madre. Me sé la teoría, y parece fácil, la verdad. Pero de ahí, a llevarlo a la práctica... Bueno, eso ya es otro tema muy diferente.

Sin esperarlo, Damián se abalanza sobre mí. Me coge la mano derecha y me retuerce sin mostrar ni el más mínimo esfuerzo. Pierdo el equilibrio, la fuerza en la mano derecha, y termino dejando caer la espada a los pies de Damián.

- No dejes que te desarmen jamás, pero si lo haces,- habla, dándole una patada a la empuñadura y lanzándola a varios metros lejos de nuestra posición. Lejos de mi alcance. Genial, ahora ya sí que no tengo posibilidad de ganar.- tendrás que esquivar a tu oponente hasta que puedas llegar a coger tu arma de nuevo.- explica.- Bajita y delgada no son sinónimo de debilidad, sino de agilidad. Tienes que ser rápida, escurridiza, esquiva. Analiza a tu oponente y encuentra sus defectos. Por ejemplo; si tu oponente es alto, tiende a cubrirse el torso, así que puedes atacar las piernas. Asesta un buen golpe, puedes hacerlo caer. Y una vez caído... - puntualiza señalándome con el dedo índice.- No dejes que se levante de nuevo. Acaba con él.

- Pero...- quiero decir. Pero con ese mismo "pero" Damián vuelve a arremeter contra mí. Con un movimiento rápido, se inclina hacia a mi, me hinca el hombro en las costillas y me hace volar, literalmente, por encima de su cabeza. Caigo de espaldas al suelo.- ¡Joder!- chillo. Un dolor punzante me recorre la espalda.

Y ahí estoy; tirada panza arriba sobre la hierba, como una inútil.

Damián aparece en mi campo de visión. Asoma la cabeza por encima de la mía y, ahí, desde su posición, me dedica la mirada de decepción más sentida que he visto jamás.

Joder. ¿Qué esperaba?

- Te has pasado.- acuso.

- Levanta.- su tono es frío como un tempano de hielo.- Te aseguro que no estoy siendo duro contigo, flor. Si Kenia te encuentra y tienes que pelear contra ella, te aseguro que será peor, mucho peor.- asegura. Suaviza el gesto y me tiende la mano para ayudarme a ponerme en pie.

No la acepto. Y en su lugar, me levanto yo sola mientras le fulmino con la mirada.

Si... mi orgullo a veces es más fuerte que cualquier dolor físico. Ignoro las protestas de mi espalda y me yergo. Flexiono los brazos hasta dejar los codos cerca de mis caderas, igual que hago con la espada, solo que en lugar de tener una espada, ahora tengo mis puños como arma.

Damián alza las cejas, esboza una sonrisa socarrona y suelta:

- Esto promete...

Llego al comedor hecha una auténtica mierda. El entrenamiento con Damián ha sido duro y no he conseguido nada. Ni siquiera darle un jodido golpe.

Me fastidia tener que admitirlo, pero Damián no ha mentido al decirme que no estaba siendo duro conmigo. Solo me ha dejado caer y golpearme la espalda la primera vez que me ha atacado. El resto de las veces que me ha derribado, se ha encargado de sostenerme antes de que mi cuerpo comiese hierba.

Encuentro a mi hermano en la fila para recoger la comida. En cuanto me ve, me hace un gesto y me coloco a su lado. Me sabe mal hacer esto de colarme del resto, pero yo no soy la única que lo hace.

- ¿Qué tal las clases de la mañana?- pregunta, después de saludarme con un beso en la frente, como siempre.

- Bien. - se me escapa un suspiro de agotamiento.- Pero estoy cansada y tengo unas ganas terribles de tirarme en la cama y no despertar hasta dentro de cuatrocientos años.- No exagero, en absoluto. Mikael ríe a mi lado.

- No has visto a Dafne, ¿verdad?

- No. La verdad es que no la veo desde el desayuno. ¿Por qué?

- Está como loca de un lado a otro. Me ha abordado en el pasillo entre la primera y la segunda clase y me ha hablado tan rápido que casi no he conseguido entenderla.- Mikael se ríe de nuevo.- Creo que ha dicho algo acerca de terminar de organizar la fiesta.

- ¡Hostia! ¡Es verdad!- exclamo. Me llevo las manos a la cabeza.- Lo siento Mik, tengo que irme. Tenemos que terminar de organizar los últimos detalles de la fiesta. Joder... Dafne me va a matar.- me pongo de puntillas para darle un beso en la mejilla y salgo pitando.

- Ten cuidado.- grita a mi espalda.

Salgo del edificio y en lugar atravesar el camino pedregoso hasta el gimnasio, atajo corriendo por el jardín como alma que lleva el diablo. No se me pasan por alto las miradas curiosas de algunos de los estudiantes al verme correr como si mi vida dependiera de ello. Y nunca mejor dicho, porque si no llego y dejo a Dafne sola con los últimos preparativos, me va a matar.

Llego a la puerta del gimnasio con el pulso acelerado y el corazón casi en la boca de la garganta. Me tomo unos segundos para recuperar el aliento antes de entrar al gimnasio. Y a cuando lo hago, me quedo estática en la puerta al ver a las tres personas que me esperan dentro.

Dafne está de espaldas a la puerta, hablando y gesticulando como si estuviese explicando algo de suma importancia. Axel asiente con la cabeza, aparentemente atento a lo que dice su novia. Y, para rematar, está Damián.

Esta es la presencia que me desconcierta. Está de frente a la puerta, así que es el único que se ha percatado de mi llegada.

Me resulta extraño que esté aquí, aunque no me extrañaría nada que Dafne le haya reclutado para ayudar, o, incluso que le haya obligado a Axel a convencerlo.

Bueno, sea como sea, una ayuda más es una ayuda más. Sacudo la cabeza y, con mucho cuidado, cierro la puerta del gimnasio y avanzo hacia ellos.

Damián me mira divertido, pero no dice nada. Se lleva el puño a la boca para ocultar su su sonrisa. Una sonrisa que, gracias a que hablo conozco lo suficiente, sé que es una muestra de complicidad. No sé si entiende la razón del sigilo con el que me acerco, esperando no ser vista ni escuchada, pero agradezco que sea mi cómplice en este momento.

Lo malo es que Dafne no es tonta. En cuanto me siente tras ella, gira sobre sus talones y suelta un grito de claro reproche.

- ¡Al fin llegas!- me reprende. La veo aletear un montón de papeles entre nuestras caras.- Hasta tu novio ha llegado antes que tú. Te parecerá bonito, ¿no?

La palabra "novio" se siente como una bofetada en toda la cara. Claro que no es la primera vez que Dafne se refiere a Damián como mi novio, pero nunca lo había dicho delante de él.

Me muero de la vergüenza. Parte de mí espera que Damián me ayude a aclarar esto y que dejen de tratarnos como la pareja que no somos.
Aunque, para ser justa conmigo misma, he de admitir que si Damián hace eso y aclara las cosas, no solo romperá la mentira, sino también mi ilusión.

No soy tonta. Nunca he creído que Damián y yo fuésemos algo más. De hecho, si tuviera que definir nuestra relación con una sola palabra, la palabra "extraña" se quedaría corta.

A ojos de la gente, somos una pareja más en este internado. A ojos de Dafne, la pareja perfecta. Pero... La pregunta del millón, la pregunta que hay continuamente en mi cabeza es... Alzo la cabeza y miro a Damián. ¿Qué coño somos? Es más, ¿Somos algo?

Yo no puedo negar lo que siento. Además de atracción, ahora que he podido conocer a Damián un poco más, sé que lo que siento es mucho más fuerte, más profundo que una mera atracción. Pero, claro, no pienso decir nada sin saber que es lo que siente él.

¿Humillarme a mi misma? No, gracias.

Sin embargo, Damián no dice nada. Es más, me atrevería a decir que se siente la mar de tranquilo con esta situación.

Hasta que de pronto, siento como derriba la puerta de mi habitación mental, y su voz resuena en todo mi cerebro.

«Somos, flor, somos. No tiene sentido que nos lo sigamos negando.»

Espera, acaba de... ¡Ay madre!

Pero... Un momento. ¿Eso quién lo ha decidido? ¿Él? Porque, que yo sepa, no hemos tenido una conversación sobre este tema.

- Bueno, ¿qué? ¿Seguimos?- Axel interrumpe el flujo de mis pensamientos.

- Tenemos que terminar todo hoy.- La voz de Dafne es de puro estrés. Me trago mi vergüenza, mis pensamientos y mis dudas, y me acerco a ellos para empezar con la tarea. Si no lo hago Dafne empezará a acribillarme a preguntas que no sabré responder.

Durante más de diez minutos, Dafne no para de hablar a voz de grito, y criticar al gamberro anónimo que nos ha destrozado buena parte del decorado. Axel apuesta a que ha sido algún imbécil que no ha sabido encajar la negativa de la chica a la que pretendía llevar de invitada a la fiesta. Yo, aunque no lo digo, me apuesto el cuello a que han sido varios alumnos cabreados por tener que hacer gimnasia en la puñetera calle.

- En cuanto finalicen las clases, os quiero ver aquí. Listos y preparados para trabajar.- nos lanza una mirada seria.- Hay que terminar esto hoy mismo.

Y eso hacemos, cómo no... En cuanto finalizan las clases espero a Dafne junto a nuestras taquillas y vamos juntas al gimnasio. Axel y Damián ya están sumidos en varias tareas.

Nos lleva toda la dichosa tarde terminar de organizar todo. Mientras Axel y Damián se encargan de arreglar las luces, el sistema de sonido y terminar de montar lo que hará las veces de barra, Dafne y yo nos encargamos de arreglar el tema del decorado; algún gracioso a reventado los globos que componían el preciso arco de la entrada y, por cortesía, nos ha dejado unos cuantos preservativos con una nota adjunta que reza:

"Hincha esto, capulla."

Vaya, esto es poesía y lo demás es tontería... Aunque me parece que como una poesía va a quedar la cara de alguien en cuanto Dafne se entere de quién ha sido el autor de dicha cita.

Es casi la hora de cenar cuando terminamos de organizar todo y dejarlo a punto. Mientras salimos por la puerta, Dafne nos recuerda que ya solo falta avisar a aquellos quienes se presentaros voluntarios para informales de sus quehaceres y horarios.

Creo que eso es justo la peor parte. La mayoría de los alumnos no se acuerdan de haberse presentado como voluntario, y, aún así, las cosas han cambiado mucho para todos a lo largo de estos dos meses.

¿Seguirán queriendo ayudar?

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro