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[El chico enterrado en la nieve]

¿En qué momento llegó ésto a más de 100 lecturas? De todos modos, ¡muchas gracias a todos los que han leído, votado y guardado en sus listas! Su apoyo significa mucho para mí.<3

Y sí, esto ha tomado BASTANTE tiempo, y lo lamento, pero la existencia me consume y no me he sentido lo suficientemente inspirado así que sí, soy el tipo de autor que tarda eones en sacar capítulo nuevo, lol.

Camina cuidadoso de no resbalar por las aceras congeladas, pateando pequeños montículos de nieve acumulada que interrumpen su paso, anoche estuvo nevando y no se detuvo hasta ésta mañana, el frío le cala hasta los huesos a través de su gruesa chaqueta y la camisa manga larga que lleva bajo ésta, sus botas crujen cuando pisa la tierra blanca*. Está cansado, la noche anterior no durmió nada por las recurrentes pesadillas.

Se dirige al cementerio, en busca de un poco de paz, con una caja con tres varillas de dangos dentro, una ofrenda para el fallecido al que va a visitar. Fue una decisión de último minuto, en realidad no tenía planeado hacer este viaje, no hoy al menos.

El cielo está gris y opaco, como si fuera a comenzar a nevar de nuevo en cualquier momento, es un día triste, se siente como el día perfecto para que alguien muera. «Ese es un pensamiento turbio, Gintoki», diría su hermano mayor si lo escuchara, con cara de asco hacia sus palabras. No es que le importe lo suficiente su opinión de todos modos.

Pasa por la enorme puerta de hierro que está abierta, el camino está despejado, en lo que cabe, de nieve y puede guiarse por el recinto. Aunque no lo necesita; sabe cómo llegar a esa tumba, podría llegar a ella aunque estuviera todo cubierto de nieve y él ciego.

Cuándo llega a su destino; limpia un poco la nieve del sobresaliente de la parte inferior de la lápida y pone la cajita ahí, mientras sacude los restos de tierra blanca, de la parte superior de la pequeña estructura de piedra, luego abre la caja de dangos y sin moverlos del plato desechable en el que están puestos los coloca en el sobresaliente con cuidado de no desordenarlos de la pequeña torre de tres que forman. Ojalá hubiera recordado comprar el incienso con olor jazmín que tanto le gustaba, pero eso puede esperar a su siguiente visita, supone, ¿papá no se molestará porque olvidó algo tan banal cuando sabe cómo es él, verdad?, Oboro se enojaría, él lo sabe por lo frígido e idiota que su hermano es.

Junta sus manos envueltas en sus cálidos guantes rojos, ligeramente oscurecidos por la nieve ya derretida que tocó antes, y hace una pequeña oración por la paz del alma de quién en vida fue el humano que más lo amó. Esperando que sus plegarias lleguen al cielo y él reciba todos sus buenos deseos.

—Hombre, el cielo debe ser tan aburrido —, dice, mirando hacia la extensión de color pálido, a las nubes grises que se mueven lentamente en dirección a la brisa que agita su cabello plateado, del mismo color que el cielo sin vida sobre su cabeza.

Cuando su mirada regresa a la lápida nota algo detrás de ella, es de color negro, realmente resalta entre la pureza blanca del cementerio, su hermano lo llamaría idiota por no notar algo tan obvio y luego le diría que tiene mierda en el cerebro al ver su acción.

Decide acercarse a lo desconocido, lo que; sí, es muy tonto de su parte, pero es una persona curiosa y nunca está tranquilo hasta que satisface esa curiosidad

Cuándo está frente a eso, se da cuenta de que es una persona, se hinca en el suelo de golpe con un crujido y comienza a sacudir la nieve del cuerpo con prisa, lo que sigue siendo estúpido de su parte, lo último que debe hacer es tocar un cadáver que no sabe cómo terminó ahí, pero su mente está en otra parte viendo a éste tipo aquí, solo, en un terrible y triste día de invierno.

El chico está frío, y su piel es pálida y ligeramente de un tono azulado, pero respira. Es algo muy débil, pero en ese instante en su cerebro sólo se procesa que tiene que ayudarlo. No lo conoce de nada, nunca lo había visto por la ciudad, pero en su pecho siente una fuerte desesperación por salvarle la vida.

Sus pesadillas son como flashes en su cerebro mientras se quita la chaqueta y cubre con ella el cuerpo ajeno, flexiona sus músculos tensos en un pequeño calentamiento y toma al desconocido de los brazos para ponerlo de pie, al mismo tiempo que él lo hace también, sintiendo el peso muerto del tipo inconsciente sobre él.

—Voy a salvarte, maldita sea, así que no te atrevas a morir aquí y ahora—, dice contra el oído del, cómo puede notar ahora, sujeto más alto.

Le toma un poco de esfuerzo y tiempo, pero logra ponerle la chaqueta correctamente al otro y posteriormente ponerlo sobre su espalda.

Ah... Realmente es un idiota. Siempre termina en las peores situaciones por su necesidad de ayudar a todos en todo. Se siente un poco ridículo ir por la calle cargando a alguien más alto que él y la gente le mira, pero luego siguen con su camino, la mayoría son personas que lo conocen, así que en sus mentes debe ser el clásico «Gintoki llevando un borracho a su propia casa porque es estúpido», lo que es bueno, diablos, no le gustaría que ésto se volviera esa turbia escena en «Baki»*.

Llega a su complejo de apartamentos con inesperada rapidez, aunque está la ventaja de que vive cerca del cementerio, pero su suerte se acaba cuando tiene que subir dos tramos de escaleras para llegar al estúpido piso de su estúpido apartamento.

—¿De nuevo trayendo vagabundos a tu casa, Gin-san? —, pregunta disgustada Otae, una de sus vecinas, cuando le mira poniendo el cuerpo inerte, pero vivo, del sujeto cerca de su puerta.

Él suelta una risa sin gracia ante el comentario desagradable, se rasca su ya naturalmente desastroso cabello y suspira algo agotado, haciendo tiempo, esa niña no se irá hasta que diga algo.

—Bueno, ya sabes cómo soy. Tengo un alma bondadosa y me gusta ayudar a los demás.

Al menos eso no es totalmente una mentira.

Ella le mira con su típico asco y dice:

—Sí, claro. Al menos ésta vez asegúrate de que no intente entrar a nuestra casa para robar.

Ella se retira escaleras abajo después de comentar aquello y le deja a solas en el estrecho pasillo.

Ella es tan desagradable.

Suelta un suspiro cansado para sí mismo. Cansado de esa mínima interacción, cansado del recorrido cargando a este tipo, cansado de todo en general, y luego de sacar las llaves del bolsillo de su pantalón abre la puerta en su totalidad y comienza a arrastrar en cuerpo fuera de servicio hacia el interior de su pequeño apartamento. Enciende la calefacción, tomándose esa fracción de segundos para pensar un poco en algo que no sea la situación en la que se ha metido.

El chico está sobre la alfombra, humedeciéndola por la nieve que se derrite sobre su cuerpo, se da cuenta, tardíamente, de qué no sabe cómo explicará ésto si el sujeto se muere en su diminuta sala de estar.

Suspira una vez más mientras se quita los guantes húmedos, los tira en cualquier dirección, y se acerca al chico noqueado que, ahora que no se siente frenético puede notar sus rasgos delicados y su cabello blanco, a diferencia del suyo propio que es más grisáceo. «Curioso», piensa, ya que la única otra persona con un color de cabello similar que conoce es su hermano mayor.

Pero no tiene tiempo de darle vueltas al asunto, no cuando tiene muchas cosas qué hacer con este tipo.

Se siente incómodo; mientras le retira la ropa húmeda de nieve helada al desconocido, pero es algo que tiene que hacer y luego de dejarlo en calzoncillos arrastra al pálido y alto muchacho por la sala hasta el baño, dónde lo pone, con algo de esfuerzo, dentro de la bañera y una vez hecho ésto pone el grifo para que caiga agua caliente. Mientras la bañera se llena mira el rostro pálido tomar poco a poco más color y como su respiración se vuelve lentamente menos difícil. Sigue noqueado, claramente, pero luce menos muerto que antes en el cementerio.

Es incómodo bañar al chico, pero no es nada que no haya hecho antes, así que puede tragarse el sentimiento y seguir adelante. Sacarlo del baño es otra maldita odisea y no puede evitar pensar en qué sería genial si no viviera solo, un pensamiento que nunca se cruza por su mente, pero que hoy ha decidido colarse. Sólo por la minúscula idea de que podría recibir algo de ayuda mientras atiende a este sujeto.

Le pone la vieja ropa de repuesto que su hermano guarda aquí en caso de emergencia. Nunca la ha necesitado porque nunca se ha quedado más del tiempo necesario, así que es algo inútil para él porque son prendas demasiado grandes, pero ahora son enormemente convenientes porque le quedan a la perfección al alto desconocido.

Una vez el chico está en su cama, abrigado, descansado y está seguro de que no morirá en las próximas horas; se dirige al baño para darse una ducha caliente rápida y una vez ha terminado y se ha puesto ropa limpia y seca, se dirige a la cocina para preparar sopa misō, arroz y pescado a la plancha, una comida sencilla, quizá el chico despierte más tarde en el día y lo alimente.

El apartamento está en su gélido silencio típico, pero hay una calidez que sólo está en que haya otro ser vivo en la casa, es conciente de que hay otra persona, viva y respirando (bueno, más o menos), en la otra habitación. Por primera vez en meses no está totalmente solo y es suficiente para que tararee la intro de Doraemon mientras cocina.

Cuando termina va a revisar al chico del cementerio. Se da cuenta de que tiene algo de fiebre y regresa a la cocina para humedecer una toalla en agua tibia para luego colocarla en la frente del chico. Come a su lado mientras le da miradas ocasionales, esperando que el olor a comida tal vez lo despierte (lo que no sucede), pero aparte de la fiebre ya no parece estar apunto de morir, así que ya no siente tano estrés como al principio.

Sólo puede pensar en lo que Oboro dirá si se le llega a ocurrir visitarlo hoy o mañana. Ya puede escuchar su voz reprendiendo su comportamiento imprudente, su idiotez de siempre meter gente desconocida en su apartamento «no es para eso que pago éste lugar», puede escucharlo decir con desagrado, junto a esa mirada de total desaprobación. Dirá «¿Crees que esto le gustaría?» y él respondería que fue recogido de la misma manera cómo una rata callejera.

Está seguro que papá encontraría divertido todo ésto, porque él nunca podía ver en sí mismo para enojarse con Gintoki, ni siquiera cuando quería recoger de la calle todo animal que estuviera en sus posibilidades, él fue una vez ese gato andrajoso en una caja en un callejón. Le parece estúpido creer que es diferente sólo porque alguien lo acogió y lo cuidó.

Su tren de pensamientos se detiene cuando ve que el chico se retuerce en la cama, mientras murmura disculpas repetidamente, nota como se aferra a las sábanas y el sudor resbala por su frente. Debe estar teniendo pesadillas.

«¿Qué estará soñando?», se pregunta mientras solo puede mirar y secar el sudor con la toalla de antes. Él mismo tiene pesadillas recurrentes, así que no es el mejor en consolar a los demás, él no es cómo papá y sus cálidos y amorosos abrazos, sus palabras suaves como oraciones que le recordaban que todo estaba bien.

Así que sólo mira hasta que la respiración del otro se estabiliza con un suspiro tembloroso.

Aunque lo intenta más tarde; el chico se niega a siquiera comer un poco de sopa, así que se resigna a dejarlo así por hoy. Tal vez pueda solucionarlo por la mañana. Aún tiene miedo de que el chico muera durante la noche.

Él es tan estúpido.

*«tierra blanca»: sólo una forma en que Gintoki llama a la nieve aquí. Explicar el porqué es más o menos spoiler así que.<3

Spoilers del anime/manga Baki (aunque ésta vaina medio mundo se la sabe, no está de más advertir.♡)

**Referencia algo que sucede en la historia de Baki; en dónde el prota lleva cargando el cadáver de su madre, mientras alucina que ella está viva, y la policía lo detiene.

Y ésto por fin salió del horno, maldita sea. Realmente lamento la demora, soy el hombre más perezoso sobre la tierra y pierdo la motivación con más facilidad de lo que pueda parecer. ¡Pero me esforzaré con esto, lo prometo!
Nos veremos en el próximo capítulo, que mi Dios Sukuna sabe cuándo será, lol.

Realmente los amo, gracias a todos.<3

PD: ¡PLANETA CÓMICS ANUNCIÓ TRADUCCIÓN OFICIAL DE GINTAMA CARAJO!

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