Extra: Ese Día Parte 2.
⚠️⚠️ADVERTENCIA:⚠️⚠️
El siguiente contenido a leer comprende de material erótico y esta relatado de manera explícita. Si eres una persona sensible con estos temas abstente de leer. Todos los personajes involucrados en estos acontecimientos son ficticios y no se pretende ofender a las personas de las cuales están inspirados.
Jugaba con los cordones de mi abrigo en el asiento trasero de la patrulla, mientras contenía mi ira y mis ganas de romper en llanto. Me era complicado creer que Jimin había hablado en mi contra. Después de todo lo que hubo ocurrido su actitud actual no era para nada coherente.
Liu se hallaba afuera junto a los vecinos, relatando como "el salvaje de Jeon intento irrumpir en su hogar familiar". A pesar de todo me negué a creer en la versión de Liu, y cuando observe como los oficiales ingresaban al hogar, creí como un inocente que él les relataría la verdad. Pero mis esperanzas se apagaron muy pronto cuando vi como los dos oficiales subían al auto y yo aún seguía esposado.
— ¿No van a liberarme? — pregunte ingenuamente.
— Iremos a la comisaría caballero — respondió uno de los hombres.
— Pero deben hablar con Park Jimin. Él vive en esa casa, les dirá que yo no soy alguien peligroso — insistí.
— Iremos a la comisaría caballero y es lo único que necesita saber — contesto.
Yo por mi parte resople echándome rendido en el acolchonado del asiento. El motor se encendió y justo antes de que el auto comenzará a andar, observe como Jun me contemplaba desde la ventana. Su rostro se percibía triste y su pequeña manita subió para brindarme un adiós.
Me despedí con el mismo gesto, no conociendo del todo si ella lograba verme. Ahora recordaba que todo era mucho peor pues no solo había perdido a Jimin, sino también el respeto de Liu y el amor de su dulce hija.
Sabía que, aunque las consecuencias nos separaran conservaría a Jun como sobrina en mi corazón. La soledad del momento había podido conmigo y deje correr por mis mejillas las lágrimas que tanto conserve. Me enamore de alguien que no podía corresponderme y como dolía aquello.
Ya en la comisaría me adjudicaron una multa por escándalo, alboroto público e intento de allanamiento de morada. Tuve que pagarla y también se me impuso jurar que no me acercaría más a los Park, en caso contrario ellos procederían a inscribir una orden de alejamiento a mi nombre. No pregunte nada más, solamente partí de la comisaría con el espíritu hecho añicos.
A la mañana siguiente un oficial de policía toco a mi puerta para hacerme entrega de mi vehículo (el cual había dejado fuera del hogar de Jimin) y fue impensable creer como eso fue lo último que supe de ellos.
El lunes Jimin no se presentó en el trabajo, así como tampoco al día que siguió. Solo tres días transcurrieron hasta que alguien más llego para ocupar su puesto de trabajo, fue cuando entendí que él había renunciado. Algunos dijeron que él y su familia se habían mudado a Busan, otros dijeron que a Daegu, pero la verdad era que Jimin aún seguía habitando aquí...en mi corazón, en mi mente.
¿Cómo podría haber imaginado que luego de nuestro encuentro sexual en los archivos, él me haría algo tan bajo?
No se dignó a defenderme y ni siquiera hubo tenido la decencia de explicarme lo que ocurrió. Simplemente desapareció. Así como lo hacen las coloridas flores en el otoño, o la nieve clara en primavera. Se marchó de un día a otro dejándome como un idiota que se había ilusionado solo.
Él llego a mi aquella noche revolviendo mi cerebro y jugando con mi moralidad. Él fue quien me beso y lloró en mi pecho en aquella tarde...pero también había sido aquel que me abandono ese día.
Para resguardar mi bienestar mental tome varias terapias durante los meses que siguieron, y mi psicólogo siempre me aseguraba que todo era superable. Que en algún momento los recuerdos de Jimin abandonarían mi mente y podría continuar con mi camino. También me hube desahogado con un amigo de confianza a quien le conté todo, desde aquella noche, hasta aquel día. Él intento ser empático, pero al igual que el psicólogo me dijo que podría superarlo, y que el hecho de que a Jimin huyera de Seúl tal vez había sido lo mejor para ambos, pues nuestra corta historia de amor era demasiado descabellada como para funcionar, y mucho menos en un país como Corea.
Creí ciertas esas palabras, pero mi corazón no. El órgano vital en mi pecho lloró y sufrió cada maldita hora, de cada día, de cada semana, de cada mes. Incluso las noches se me hacían muy cortas, no me era suficiente lo que lloraba en estas.
Tiempo más tarde mi rostro cambio, ya no era brillante. No me preocupe más por cuidar mi piel o tan siquiera cortar mi cabello, pues también me era difícil levantarme todas las mañanas. Comencé a recibir críticas por mi aspecto y actitud áspera, y se me hizo curioso cuando esto no le importo ni en lo más mínimo a las mujeres, porque, aunque por loco que parezca continúe recibiendo propuestas a citas por parte de ellas. Mentiría al decir que no acepte ninguna porque sí, lo hice. Mi vida de mujeriego regreso, pero con el burdo vacío interior. No importaban si eran una, dos o tres mujeres. Ninguna era Jimin y mi corazón lo sabía.
Un año después comencé a cuidarme un tanto más, regresando al gimnasio en donde solía entrenar de vez en cuando. Hice varios tratamientos faciales y me compré más ropa de marca. En las reuniones de trabajo mis compañeros solían halagarme por mis costosas ropas o mi cutis blanquecino y bien cuidado. Yo les seguía el juego animando el ambiente y bebiendo hasta que la noche dijese "basta". No obstante, al llegar a mi frío y solitario hogar todo se oscurecía para mí.
Odiaba mis sofás grises junto también esa alfombra gris bajo de estos. Que repugnante era para mí la cocina negra monocromática y esas paredes pintadas de blanco, que muy al contrario de brindarme paz, me brindaban agonía y demencia.
Creí que iba a enloquecer cuando tomé el hábito de encerrarme en mi hogar por horas, pero mi amigo de confianza solía visitarme y en una de esas noches en donde bebíamos cerveza, me dio la idea de buscar citas por Internet. Ya que no deseaba abandonar mis cuatro paredes, lo mejor que podía hacer y que tal vez me resultaría sería buscar por Internet a alguien con quien pudiera salir, alguien que me hiciera olvidar a Jimin.
Esa Noche pensé que la idea era absurda pues jamás había conocido a nadie de esa forma tan moderna, pero luego de una semana esa idea que tuvo mi amigo comenzó a hacer ruido en mi cabeza. No intente hacerle entender a mi raciocinio porque haría esto, así que solo descargue en mi teléfono una aplicación de citas y comencé a navegar.
Converse con cuanta mujer quisiera entablar conversación, y después de unas cuantas semanas logre conseguir una chica que realmente me agradaba y no solamente por su físico, sino también por su forma de pensar.
Se llamaba Eunyeong, tenía veinticinco años y vivía en Busan. Normalmente hablábamos por las noches después del trabajo y compartíamos las vivencias del día. Ella era una mujer muy risueña y solía alegrar mis noches con cada una de sus ocurrencias. Conocí más tarde que impartimos la misma labor y se nos fue más fácil conversar desde ese momento. De vez en cuando hablábamos por llamada y soñábamos con el día en que pudiésemos vernos en persona. Nunca había tenido una novia virtual, así que no sabía si la quería en serio, porque a pesar de que nuestras charlas durarán por horas y me hiciera reír a carcajadas algo seguía faltando y eso era el afecto físico. Creímos que ese momento nunca llegaría, hasta que un día la empresa donde trabajaba le otorgó vacaciones, y fue así como conocí a mi añorada Eunyeong...Ese Día.
2 años después de Jimin...
Eunyeong había llegado a Seúl a eso de las dos de la tarde, y aunque hube insistido con ir a recibirla al aeropuerto, su respuesta siempre fue que era mejor esperar para vernos en el restaurante. Había apartado una mesa en el restaurante de comida tradicional Tavolo 24, nuestro plan era encontrarnos en este a eso de las siete de la noche para cenar juntos por primera vez.
Yo desde muy temprano me había propuesto a estar lo más higiénico y galán posible. Me hube ejercitado, así como también visité al barbero para recortar un tanto mi cabello. Comí lo más saludable que pude en mi desayuno y almuerzo, como también me tomé el tiempo de lustrar aquellos zapatos de cuero negro que no usaba hace mucho. Me vestí entonces con mi mejor traje y compré para ella un espectacular ramo de rosas como regalo de bienvenida. No era tan habitual para mi salir con una mujer que fuese algo más que solo un acostón, debido a ello es que use todos mis esfuerzos en esta cita, para que ella pudiese notar en mí el tipo de hombre caballeroso que era.
Llegue al restaurante un poco antes de la hora citada, y el hombre de recepción me hizo sentar en la mesa apartada. Mis ojos recorrieron de un lugar a otro el restaurante y acomode los platos en la mesa a cómo según yo se veían perfectos. Queriendo distraerme husmee un tanto en mi teléfono y cuando se hizo la hora acordada solo espere a que Eunyeong fuese tan puntual como yo.
No era un tonto, conocía muy bien que con normalidad la gente era estafada al conocer a personas por Internet. A veces a las citas llegaban personas totalmente diferentes a las de las fotografías, o con peso de más. Pero lo que cruzó la puerta de entrada no me lo espere nunca en mi vida.
Creí que mi mente estaba alucinando o que tal vez esto solo fuese un sueño, de hecho, parpadeé varias veces antes de creerlo real. Mi conmoción se debía a que ante mis ojos se encontraba Jimin ¡Jimin! ¡¿Qué diablos hacia él aquí?!
Sus ojos parecieron buscarme al ingresar al restaurante, y cuando me encontró camino directo hacia mí. Mi corazón se aceleró en demasía y mis pulmones luchaban por encontrar algo de aire. Como deseaba ser invisible en estos momentos.
— Hola Jungkook — me saludo estando de pie frente a mí, pero mi mente no reaccionó no podía mover ni un solo músculo como tampoco podía hablar. Esto era una locura.
Él sin decir más se sentó en el asiento frente a mí, en el asiento que yo había apartado para Eunyeong.
Se le veía diferente, su cabello había crecido un tanto y sus orejas se hallaban perforadas con aretes colgando de estas. Vestía al igual que yo un traje negro y por sus vibras se podía decir que no le estaba yendo nada mal.
— Eeeh... — titubee desconcertado volviéndome hacia todos lados en busca de una cámara escondida.
— Soy Eunyeong, lamento haberte mentido Jungkook, pero no sabía cómo acercarme a ti luego de... — suspiro observando al suelo — lo tan terrible que te hice.
— ¿Qué haces aquí? ¿Qué quieres? — pude preguntar.
— Quiero resolver todo contigo Jungkook — afirmó, pero a mí me parecía un desquiciado.
— ¿Acaso estas demente? ¿Masticas vidrio o escuchas voces?
— ¿Qué? No.
— ¿Entonces cómo te atreves a venir aquí ahora y decirme esto? — sentía que Jimin me estaba insultando al decidir venir.
— Jungkook te pido por favor que me escuches — susurro intentando tranquilizarme.
— No, no lo haré ¿tienes idea de todo lo que ocurrió? ¿Los rumores que surgieron? ¿Dime qué demonios haces aquí si se supone que yo soy tu acosador? — exclame exaltado elevándome del asiento.
— Jungkook por favor... — se levantó conmigo y me observó con melancolía —solo te pido que me escuches. Si no te convence lo que te diré entonces desaparece de tu vida y juro que nunca más me interpondré en ella, pero por favor dame una última oportunidad — imploro con su voz cálida.
Pretendiendo ignorar los ojos curiosos que nos observaban, regresé con calma a mi asiento y solté un suspiro antes de aceptar su propuesta.
Después de pedir para comer me sentí extraño, pues a pesar de todo lo que hubo pasado entre nosotros no era capaz de sostener mi mirada en él, mi resentimiento por él aún se hallaba presente.
— ¿Y qué tal el trabajo? — pregunto de pronto, haciéndome abandonar mis pensamientos.
— Bien, supongo — respondí con desapego alzándome de hombros.
— ¿Hiciste algún tratamiento en tu cutis? Te ves...
— Jimin — lo interrumpí cansado — ¿cuál es la excusa por la que abandonaste Seúl? — cuestioné.
— Yo... — se lo pensó por un momento — tuve graves problemas con Liu.
— ¿En serio? No me digas — me burle.
— Fue más que eso. Cuando intente hablar con ella para al menos llegar a una amistad ella no lo acepto. Me dijo que no deseaba divorciarse, que no quería sufrir las burlas de su familia por ser una mujer fracasada. Yo la entendí un día, pero ya al siguiente ella pareció volverse otra persona. Me llamo diciéndome que iría a casa de mis padres y que les contaría todo lo de nosotros. Fui a casa de su hermana para detenerla. Allí discutimos mucho más y yo le pedí el divorcio. Liu dijo que me lo daría, pero que con el divorcio también iba a perder a mis hijos. Dijo que ningún tribunal consciente iba a permitir que niños crecieran junto a un padre homosexual.
— Eso es basura — exprese.
— Lo sé, pero en ese momento lo creí. Acepte no divorciarme para mantener a la familia unida, pero ella me coloco como condición alejarme de ti, de todas las maneras posibles. Yo lo acepte a medias mientras me asesoraba con un abogado hasta que llego ese día - expreso con sus ojos caídos — jamás me sentí tan miserable en toda mi vida que como en ese momento cuando no salí a defenderte y deje que Liu nos pisoteara a ambos. Sé que fui un cobarde y sé también que fue mi error no infórmate de nada, pero creí desde ese momento que tú me odiarías. Tuve miedo y me escondí en mi propia cobardía. Llore por días hasta que decidí hacer algo — tomo agua para continuar y por alguna razón imite su acción — contacte con un abogado en Busan quien me cobraba mucho más económico que los de aquí, Liu me siguió con los niños pensando que yo intentaba rehacer nuestro matrimonio, pero mis intenciones eran diferentes.
— Jimin ¿enserio me estás diciendo que me ignoraste porque le tenías miedo a Liu? — cuestione obstinado.
— Su cena caballeros — expreso el mozo dejando lo que pedimos sobre la mesa.
— No. Tenía miedo de que un tribunal me quitara a mis hijos, y si lo sé. Sé que fui un ignorante al creer en ello, pero mis emociones estaban descontroladas Jungkook. El abogado que contrate me hizo entrar en razón y me dijo que a pesar de todo un juez no podía quitarme a mis hijos debido a mi inclinación sexual — apuntó a decir.
— Y es más que obvio.
— Jungkook lo lamento. Lamento todo lo que te hice. Pero quiero que entiendas que yo no fui a Busan para rehacer mi vida, me fui a Busan para encontrar los cimientos que me ayudarían a comenzar nuestra propia vida. — su afirmación me dejo en desconcierto.
— ¿Nuestra vida? — cuestione.
— Sí, soy un hombre divorciado desde hace cuatro meses Jungkook y jamás me había sentido tan libre — expreso junto a una sonrisa nueva. Una que no había logrado ver en sus años de matrimonio.
— Las cosas no son así Jimin. Tú te fuiste por dos años sin dirigirme la palabra en ningún momento ¿y ahora pretendes que entienda que te alejaste por nosotros, cuando nunca hubo un nosotros?
— Sé que no lo hubo y sé también que fue por mi culpa. No debí acércame a ti aquella noche sin antes decirte todo lo que sentía por ti — musito acongojado y con la vista al suelo — por eso te hago entrega de esto — de su saco extrajo una carta y la dejo caer sobre la mesa.
— ¿Qué es esto?
— Algo que escribí. Léela cuando estés solo por favor — me pidió en un susurro y sentí que iba a colapsar cuando su mano tomo la mía y nuestros ojos hicieron contacto.
Fue como si todo se hubiese reiniciado, como si fuese de nuevo Esa noche o Esa tarde. Su calidez me llevo al pasado, retrocedió el tiempo y con todo esto también regreso mi amor.
Al concluir la cena caminamos por las calles, hasta llegar a un parque en donde nos estacionamos para hablar sobre distintos temas. Yo aún cargaba las rosas en mi mano sin saber qué hacer con estas.
— Este es Jeong — decía al enseñarme en su teléfono al bebé que alguna vez tuve en brazos.
— Wow esta gigante — halague con una sonrisa y sonreí aún más grande cuando observe en otra foto a Jun — ¡oh Jun! ¿Cómo está mi princesa? —pregunte con una sonrisa en el rostro.
— Esta bien, si puedo los visitó todos los días y paseo con ellos dos veces a la semana. Aquí los lleve a tomar helado — expreso señalando la foto en donde se podía notar a Jun y a su hermano embarrados con helado — y aquí fuimos a visitar a un acuario.
— ¿Y has hecho todo esto solo? — indagué.
— Por supuesto. Yo solo deseaba terminar con el proceso de divorcio, pero tardó más de lo que debía. Al final todo resultó a mi favor y mis hijos pueden estar aún conmigo, aunque ya no vivamos juntos...eso es lo que me hace más feliz — expreso en un suspiro y pensé que por poco iba a llorar — ¿son para mí? — pregunto señalando las rosas.
— Supongo — respondí. Mi mente aún estaba tratando de entender todo lo que ocurría. Le acerque las rosas y él sonrió olfateándolas.
— Gracias — dijo siendo amable.
— No entiendo algo ¿Cómo hiciste para fingir la voz cuando hablamos por llamada? — cuestione aterrado por la respuesta.
— No la fingí — rio avergonzado — era un programa de voz que instalé en mi laptop.
— Vaya que idiota soy... — reí negando con la cabeza — ¿Cómo es que no lo noté?
— Si, la voz fue falsa, pero todo lo que hablamos fue real — expreso y mi corazón se aceleró de nuevo cuando nuestros ojos se encontraron. Siendo audaz desvíe la mirada como también la conversación.
— Aah...eeh ¿Dónde estás trabajando? — pregunte con timidez.
— Cerca de aquí, a veinte minutos caminando — respondió acariciando las rosas.
— Oh entonces ¿te mudaste de vuelta a Seúl?
— Si... ¿Quieres conocer mi departamento de soltero? — consulto con una sonrisa de labios y sus llaves colgando de un dedo.
— ¿Y tus hijos en dónde están?
— Ellos están aún en Busan, pero Liu volverá a mudarse a Seúl en cuanto le regresen su antiguo trabajo — explico.
— Jimin... — lo llame queriendo sacarme una duda de encima — si el proceso de divorcio hubiese tardado diez años ¿qué habrías hecho?
— No hubiese soportado diez años sin verte — susurro despacio y esta vez mis ojos no pudieron apartarse de los suyos.
Temí por lo que fuera a pasar cuando las memorias de nosotros unidos siendo una sola alma regresaron a mí, así que me levanté del asiento con un respingo.
— Vamos...eeeh yo conduzco — propuse y así nos dirigimos al nuevo hogar de Jimin.
Él me indicó la dirección y yo conduje con temor a lo que fuera a pasar. Me repetía internamente que debía controlarme, ya que por alguna razón Jimin siempre lograba sacarme de mis cabales. Me hacía un hombre diferente, una fiera, una persona a la que no le importaban los sentimientos de nadie más que satisfacer sus propias necesidades. Lo más seguro era que él también estaba intentando controlarse y lo note debido a los temas de conversación que tenía conmigo mientras íbamos en camino, los cuales ninguno era sobre nosotros o sobre nuestras experiencias pasadas. Solo conversábamos sobre temas triviales, como series, películas o la vida misma. Debía admitir que ahora se le notaba más feliz, más libre, más él y eso me hacía feliz a mí también.
— Dame un momento enciendo todo — me dijo cuando llegamos a su oscuro hogar. Yo me deshice de mi saco dejándolo sobre el sofá principal y poco a poco la iluminación llego a nosotros.
A pesar de ser un piso discreto se veía bastante acogedor y hogareño, muy al estilo de Jimin. Lo contemple caminar hacia la cocina junto a un recipiente el cual lleno de agua y en este depósito el ramo de rosas. Sonreí recordando mi ingenuidad al pensar que la noche de hoy me encontraría con una mujer, y que ella sería la dueña de esas rosas. Aunque debía admitir que se veían mucho mejor en Jimin.
— Al parecer la vida de soltero te sonríe — le dije sentándome en el sofá, observando luego como más allá del comedor yacía una pecera con luces muy bien cuidada — ¿es tu nuevo compañero? — pregunté caminando hacia la pecera como un curioso.
— Si, siempre quise tener mascotas, pero Liu no quería por los niños — explico caminando hacia mí, dejando caer algo de comida para peces a la pecera — así que inicie con este amiguito.
— Cuidado y te destruye la casa — bromee y él sonrió.
— ¿Aun bebes? — pregunto escondiendo una sonrisa traviesa.
— Solo si hay algo bueno para beber — respondí observando la hora en mi teléfono 09:30 pm (muy tarde como para echarse hacia atrás).
— Tengo vino — me hizo saber dirigiéndose a la cocina.
— Acepto — conteste sin más cayendo en su juego. Dejando hacerse presente el destino de nuestra vida.
Fue extraño porque, aunque nuestras vidas se distanciaron por al menos dos años, en donde ni siquiera habíamos escuchado nuestras voces, la química que aún conservaba con Jimin era envidiable. Los temas de conversación nunca faltaban y los silencios incómodos ni siquiera eran existentes.
Era como si el tiempo nunca hubiese pasado en nosotros, como si todo siguiera desde el punto uno. Reíamos y bebíamos a la par mientras escuchábamos canciones ochenteras en inglés gracias a su radio. En estos momentos se emitía la canción "Karma Chamaleon" de "Culture Club", entre tanto él me relataba como había conseguido su trabajo actual en donde según por sus palabras "la entrevista había sido un desastre, pero fue contratado de todas maneras gracias a su vestimenta de diseñador".
— Y bueno me llaman y me dicen: bueno tal vez si cubres un poco más tus ojeras y hablas sin temblar tanto te podemos dar el trabajo". Yo acepto y la confesión final es: "lindo traje, si sigues trayendo más así tal vez te asciendan de puesto" — explico entre risas bebiendo de su copa — y yo me quedo tipo "¿qué carajos?" el traje es una imitación barata que compre por menos de cien dólares — reímos a carcajadas exagerando un tanto debido a nuestra ebriedad.
— ¿Y hasta ahora no lo notan? — pregunte entre risas.
— ¡No lo notan! — expreso exultado riendo aún más — a veces siento que todos en el trabajo me siguen la corriente para aparentar.
— ¡Ay que espectacular!— exclame con mis ojos llorosos sirviéndome otro trago del dulce licor.
— Si...tuve que vender muchas cosas para poder pagar a mis abogados. Este fue el único traje de marca que conserve — dijo y note melancolía en su mirada.
— ¿Y porque conservaste justo este? — indague por simple curiosidad.
— ¿No lo recuerdas?
— No — conteste ingenuo.
— Es el mismo traje que usé en Esa Noche...la noche en donde me confesé a ti — dijo carraspeando su garganta y bebiendo más vino.
— Ah... — ahora si había un silencio incómodo.
— No debí actuar de esa manera aquella noche — rio — ahora que analizó todo con más calma me doy vergüenza a mí mismo.
— No creo que sea correcto avergonzarse del pasado. Lo que paso tuvo que pasar. Supongo que no había de otra — di mi opinión alzándome de hombros.
— ¿En serio no te avergüenzas de nada? — pregunto.
— Bueno... — me lo pensé — tal vez de aquella vez en los archivos... — solté con risas y él me siguió.
— Sí, creo que no estuvo bien hacer eso. Como tampoco lo del sótano — reí más escupiendo un tanto el vino al recordar eso.
— Es cierto, no sé qué diablos nos pasaba — reí a carcajadas junto a él.
— Si estábamos dementes — dijo.
— Tal vez más de lo normal... — seguí yo.
Al observar con detenimiento el escenario donde me encontraba me sentí como en un dejavu. Todo era exacto o casi exacto a Esa Noche. Estábamos igual de alcoholizados y para colmo Jimin se encontraba usando el mismo traje de aquella vez. Ese mismo traje que ajustaba tan bien a sus piernas y a su retaguardia...ya estaba imaginando de nuevo e imaginar en estos instantes no era conveniente.
Nuestras miradas se encontraron y con estas también nuestras bocas. No supe quien corrió hacia quien o tan siquiera cuando la copa de vino abandono mi mano, pero ahora yacíamos devorándonos en el sofá de cuero negro. Su lengua se adentró a mi boca y con desespero Jimin se subió a mis piernas a horcajadas. Al hacerlo su miembro choco contra el mío y debido a mi lujuria ardiente lleve mis manos a su trasero y acaricie este sintiendo su firmeza. De nuevo me estaba desquiciando...de nuevo estaba haciendo algo que no debía.
La canción de "Can't help falling in love" de "Elvis Presley" se comenzó a reproducir en su radio, siendo esto para mí una graciosa ironía. Pues tal velada tan romántica y lenta no combinaba con la lasciva urgencia de nuestros movimientos.
Sin decoro alguno la cadera de Jimin se movía en círculos provocando deliciosas caricias a nuestras intimidades. Gemí en el beso sin poder respirar por un segundo, al estar siendo encarcelado por su boca hambrienta que me besaba como si fuese a perderme mañana.
— E-espera — le pedí apartándome — yo no sé si pueda — admití cabizbajo, pues la última vez que habíamos estado en una situación similar, él había terminado abandonándome.
— ¿Qué sucede? — me pregunto acariciando mi mejilla con su palma.
— Lo lamento, pero tengo sentimientos encontrados. Yo no quiero que esto sea una segunda despedida — exprese sintiéndome vulnerable.
— Jungkook yo regrese a Seúl para estar contigo — sonrió tomando mi rostro con ambas manos — para vivir la vida que siempre nos perteneció...
Ahora la música si era apropiada para el momento, pues no podía dejar de enamorarme de Jimin.
Sonreí como un tonto junto a timidez, dejando que mi corazón sintiera cuando nuestros ojos enamorados se observaban con tanto amor. Sentía que iba a derretirme de amor dentro de poco...
— Haa — gemí en el momento en que la mano de Jimin acaricio mi miembro por sobre mi pantalón.
0ù También volví a Seúl para hacer esto — susurro sobre mi boca con sus oscuros ojos y su mano masturbando sin decencia mi pene.
Mi boca regreso a la suya y tome sus labios redondos con bestialidad. Besé estos sintiendo a mi corazón latir con fuerza, ahí entendí que no había vuelta atrás. Jimin había regresado tanto a Seúl como a mi vida y de mi corazón nunca se había marchado...
Besé su cuello haciendo un recorrido con mis labios hasta su oreja, y me sentí tan afortunado al poder sentir de nuevo su calor junto al mío.
Tumbé su cuerpo en el sofá y con delicadeza me deshice de su camisa. Le recordé a mi boca lo que era besar su piel y con romanticismo acaricié cada extremo de la misma. Él desde abajo arrulló mi rostro con sus manos y me atrajo a sus labios para besarme. Yo le correspondí sabiendo que no terminaríamos la noche con vestimentas, y para hacer esta conclusión más certera abandone entonces cada prenda que me vestía.
La noche mejoro cuando lo sentí tomar de nuevo mi miembro con su cálida boca. Su boca subía y bajaba en mi falo y yo mientras tanto me sostenía con vigor del tenso cuero del sofá con mis puños cerrados.
— Haa...hoy entiendo que solo tú sabes complacerme...haa — dije entre gemidos y lo escuche atorarse debido a sus risas por lo que yo me uní a estas, combinando gemidos y jadeos con sutiles risas.
Sentí que me retó al ser tan descarado y extraje un preservativo de mi billetera, con intenciones de hacer algo diferente hoy a las otras veces.
— Súbete aquí — le ordene palmeando mis muslos luego de prepararlo y colocarme el condón.
Él me observó lascivo expresando además una sonrisa ladina. Alzó una ceja subiendo a horcajadas y tomando mi miembro se penetro por sí solo.
— ¡Haa! — grito. Tal vez su entrada había olvidado el grosor de mi pene.
Después del dolor inicial comenzó a dar leves brincos otorgándome placer. Con sus brazos rodeo mi cuello y sus labios perdidos supieron regresar a los míos. Con su lengua lamio gran parte de mis labios hasta que la introdujo en mi garganta y recorrió con impureza toda la misma. Nuestras lenguas lucharon siendo la de él quien demostraba dominio, pero entonces ansié moverme y lo cargue por los muslos colocándome de pie.
— ¡Mmg! ¡Haa! — vocifero al atraer con constancia su cadera hacia mí, penetrándolo en el aire sin clemencia y sin cansarme, pues la verdad es que Jimin era muy ligero.
Otra idea surgió en mi mente haciendo que me precipitara a la mesa del comedor. Lo postré allí dándole gracias al cielo de que esta era de madera, y subiendo sus piernas a mi cuello azoté mi zona contra sus nalgas.
Supe que había tocado su punto G cuando sus gritos aumentaron y lo vi acabar más tarde sobre su propio pecho. Por mi parte lo había hecho en el preservativo, y en el momento en que me deshice de este me coloqué otro para continuar con nuestra acción pecaminosa.
No me entere que hora era cuando nos detuvimos, pues ni siquiera tuvimos el tiempo de acomodarnos o asearnos luego de acabar como por cuarta vez. Debido a ello estaba despertando ahora sobre el sofá, en completa desnudez y pegastoso por el semen.
Revolví mi cabello sentándome y busque con mis ojos mi pantalón. Lo encontré más allá en el frío suelo y tomando mi teléfono observe que este marcaba las 07:30 de la mañana (quizás hoy no llegaría temprano a trabajar).
Cuando entendí que me hallaba solo en el departamento, aseé a mi cuerpo y como pude fui a trabajar, con mi cabeza martillándome y mis ojeras más que evidentes. Obtuve un regaño por parte de mi jefe al haber llegado quince minutos después, y mi día después de eso transcurrió lo más normal posible. Teniendo en mente a Jimin en cada momento por supuesto.
Mi hora de trabajo concluyó y regrese a mi hogar esa tarde con un millón de preguntas en mente. Sintiéndome culpable además por haberme dejado llevar de nuevo por el demonio de la tentación. Me senté en mi cama recordando cada momento que viví junto a Jimin hasta que entonces las memorias de la carta regresaron a mí. Husmeé en mi saco y agradecí porque allí se hallará.
"De: Park Jimin".
"Para: Jeon Jungkook". — leí en la parte de atrás del sobre. Suspiré y con mis manos temblorosas abrí el mismo.
"Corea del Sur, 14 de noviembre del 2019.
Hola Jung te escribo esta carta al no ser capaz de expresarme con claridad de forma física, quizás nunca fui bueno hablando y debido a ello me enredé entre tantos problemas. Conozco bien que no hay ninguna respuesta concreta ante la pregunta del amor que sientes por alguien. Sé que te amo porque lo siento desde mis adentros, desde mi alma, desde mi espíritu, desde mi corazón. Cada célula de mi cuerpo entiende que te corresponde, pero no conoce desde cuándo. Tal vez desde aquella vez en nuestra adolescencia cuando nos conocimos y tú me defendiste de mis abusadores, o cuando le dijiste a mis padres que yo no era un fracasado por no haber ingresado en una buena universidad. Como dije antes ninguna respuesta es concreta, pero existe algo que sí lo es y eso es el anhelo de que estés hoy y siempre a mi lado. Ahora que soy un adulto puedo afirmar que he encontrado la maravilla en tus ojos, en tus besos, en tus abrazos. En la manera en la que me tomas con tanta pasión. Cuando sentí tus labios por primera vez en Esa Noche la paz mental arribó en mí. Ya no me importo el mundo externo ni sus opiniones. Yo solo necesite de tu amor para vivir. Lamento con severa agonía haberte apartado luego y aunque nos acerque en Esa Tarde, yo sabía que no estaba entregando todo de mí, pues tu merecías mucho más...siempre has merecido mucho más.
Eres mi luz, mi alegría, mi paz y el amor que cualquier persona desea en este mundo. Por eso Jung estoy decidido a regresar a ti, a conquistar tu corazón y apoderarme de tus pensamientos. Vuelvo hoy para decirte que te amo y que al fin soy libre para realizar la vida que siempre merecimos. Quiero todo de ti, desde un feliz despertar a tu lado todas las mañanas hasta cada beso qué decidas otorgarme todas las noches. Juro quedarme a tu lado como también juro hacer de nosotros un matrimonio feliz, si un matrimonio; porque también prometo no descansar hasta colocar en tu dedo anular un anillo que firmará nuestro compromiso.
Te digo que te amo una vez más porque jamás me cansaré de decírtelo, y de ser tu amor tan dispuesto como el mío, espérame mañana 24 de noviembre en "Sokcho Beach" a eso de las cinco de la tarde, cuando el sol se comience a posar sobre las redondas y blancas nubes, y el cielo se pinte de colores otoñales. Sin más que decir mi amado Jungkook me despido con un beso psicológico y otro que te daré en persona. Te amo".
Park Jimin박지민.
¿De verdad esto podía suceder?
¿De verdad Jimin y yo podríamos tener al fin nuestra felicidad?
Limpie mis lágrimas cerrando la carta y me acosté sobre el acolchonado pensando en que era aquello que yo iba a decirle mañana, también en ¿Qué sería aquello que él me diría? Y me dormí más tarde teniendo el anhelo de encontrarme mañana con Jimin.
Manejaba con rumbo al lugar citado, fueron al menos dos horas que tuve que conducir. Al llegar del trabajo había cambiado mi atuendo por otros más abrigados que me protegerían del gélido clima qué comenzaba a aparecer por estas fechas.
La vista de esta tarde era digna de un cuadro. Jimin había tenido razón, los colores otoñales decoraban al cálido cielo.
Pague mi puesto de estacionamiento y avance entonces hacia la playa, en donde no tenía muy seguro si Jimin me esperaría, pues esto para mi continuaba siendo un sueño.
La brisa de la tarde se encontró con mi rostro sacudiendo un tanto mis cabellos, y avance con mis ojos cerrados debido al enorme placer que me brindaba escuchar a las olas romper en la orilla. Sentía como mis botas se hundían cada vez más en la arena y me detuve entonces cuando llegó a mi rostro ese frescor helado del mar. Abrí mis párpados junto al canto de las gaviotas y como un tonto recorrí con mi vista la playa en busca de Jimin, pero no lo hallé. Allí solté un suspiro de resignación y melancólico me di la vuelta para marcharme. Siendo así como descubrí que él me observaba con una sonrisa ladina, tan cálida como el sol que se posaba sobre las nubes.
— Hola — susurro acercándose a mí y con sus manos resguardadas en su abrigo.
— Creí que no vendrías — admití junto a una tímida sonrisa.
— ¿Qué eso no debería decirlo yo? — pregunto y ambos reímos con los nervios a flor de piel.
— Debo preguntar ¿porqué de todos los lugares escogiste una playa?
— Mmm... — camino a mi lado mientras pensaba su respuesta — siempre desee ver el mar a tu lado ¿acaso no te parece hermoso?.
— Lo es — afirme.
— Mientras escucho la suave brisa junto a las olas chocar y el canto de las aves siento que nada es imposible — expreso tendiendo su mano hacia mí y yo la tome sintiendo a mi corazón fallecer — es una experiencia increíble estar aquí, pero todo se magnífica al estar junto a ti — susurro para luego sonreírme y dejar sus ojos en una línea (se veía tan tierno al usar ese gorro de lana).
— ¿Es realmente esto lo que deseas? — pregunto de pronto observándome inerte.
Me lo pensé por un momento para intentar buscar una respuesta correcta.
— Tal parece que a mi dedo anular ya le hace falta un anillo — pronuncie enseñándole mi dedo desnudo y él sonrió ampliamente, iluminando a mi alma con tan solo su sonrisa.
Pero entonces ocurrió un sobresalto de mi parte cuando intento tocar mi mejilla y besarme.
— Eh... ¿Nos podemos besar aquí? — pregunte nervioso haciendo referencia a estar en público.
— Qué se jodan los curiosos — dijo y carcajeamos un tanto hasta unir nuestros labios sellando nuestro compromiso con un beso, mientras las gaviotas surcaban el otoñal cielo y el mar practicaba su habitual canto.
Desde Ese Día fui más feliz. Estar en una relación nunca se sintió tan bien y tal vez esto se debía a que con Jimin podía contar para todo. Nunca había tenido tantas coincidencias y gustos similares en una relación. Ahora entendía lo que era estar con alguien que de verdad amabas. Los días parecían más cortos, todo avanzaba a un tiempo distinto. Ya no debía dormir en una cama vacía y desayunar a solas, pues él siempre estaba ahí en cada parte de mis días. No podía dejar de enamorarme de Jimin, de su manera de ser, de sus energías, de la forma en la que veía al mundo. No entendía como antes había podido vivir sin él, ya que desde ahora mi mundo comenzaba y terminaba en el señor Park.
Liu nunca nos entendió más, sin embargo, intentaba no interponerse. Jun si nos entendía, aunque aún continuará llamándome (tío). La vida ahora se basaba en solo nosotros siendo felices como podíamos y con lo que teníamos. El amor que nos brindábamos siempre estaba ahí. Se hizo ver en Esa Noche, se ocultó en Esa Tarde y al fin pudo despegar con sus alas abiertas en Ese Día, no obstante, comprendí que nuestros corazones siempre latieron a una misma frecuencia sin importar el tiempo en el que estuviéramos, y así continuaría hasta que la vida me robara mi último suspiro.
Muchas gracias por leer espero que les haya gustado 🤗🤗❤️❤️
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro