Todo claro
Salgo del Instituto unos minutos después de que Billy se marcha. No puedo ir a mi casa porque entre que voy y vuelvo se me va a hacer tarde. Como en un "Fast food": una hamburguesa con queso y papas. Y voy temprano a el parque, dejándome un tiempo prudente para reflexionar.
¿Sé lo que estoy por hacer? Este es un camino solo de ida. Si comienzo algo con Billy... ya está, habré cruzado una línea prohibida, no habrá vuelta atrás.
El sol acaricia mi piel mientras el viento revuelve mi cabello. Dentro de mi cabeza todo es un lío.
Me siento en una banca en medio del parque. Es temprano, recién la una y treinta. Billy...Hasta su nombre me gusta, es perfecto para él; un poco tímido pero también travieso y pícaro. Romántico, caballeroso y dulcísimo.
¿Hacer esto me convierte en una mala mujer? No lo sé... realmente no sé.
¿Tan terrible puede ser enamorarse de alguien más joven?¿Enamorada?, ¿Eso estoy? No lo creo, es muy pronto. Billy solo me atrae, y me gusta, de una manera colosal.
Unos minutos más de meditación y veo venir caminando a mi pequeño amor.
—Buenas tardes, Señorita ¿Puedo acompañarla?—me dice muy galán.
—Por supuesto—respondo con una sonrisa—Será todo un placer.
Billy se sienta a mi lado. Yo me acomodo un poco para mirarlo de frente. No puedo mantener mis manos quietas, me estrujo los dedos.
—Bueno, creo que llegó el momento de que hablemos sobre... lo nuestro...
—¿Qué es?...—me pregunta completando el final de mi comentario.
—No lo sé, Billy. No sé como llamarle—le contesto.
La palabra novios esta completamente descartada.
—Que tal... clases privadas de amor—me dice con una sonrisita inocente.
—¿Y qué, tú necesitas esas clases?—le preguntó.
Con solo mirarme así me hace decir cualquier tontería.
—Yo no dije que usted las daría... quizás sea yo el que se las dé—me responde, y se ve muy decidido.
—¿Tú?... Y ¿tienes mucha experiencia en el amor?
—No—se sincera—Pero puedo mostrarle lo poco que sé, y usted me enseñara el resto.
—¿Yo?—le pregunto.
Otra vez mis neuronas desconectadas una de la otra.
—Si, Seño—me dice y se acerca un poco más—Enséñeme.
Y yo no tengo mucho que enseñar sobre esto pero... ¡Qué ganas que tengo de transmitirle mis conocimientos! Trabajaría gratis el resto del año... vacaciones y feriados, horas extras... ¡Por favor, Lizzie, basta!
—Ok, Billy, aprendamos juntos, pero, ¿ no preferirías esto con alguien de tu edad? Seguro habrá muchas candidatas.
Mi propio comentario me sienta mal. Lo veo negar con la cabeza.
—No, soy muy tímido con las mujeres. Con usted es distinto. También soy bastante raro, ¿quién se fijaría en mi?¿Lo dice en serio?
—¿Lo dices en serio? Solo mírate, pareces un muñequito.
Veo la picardía bailando en sus ojos claros.
—Pues... puede jugar conmigo todo lo que quiera.
Por supuesto después de decir eso comienza a reírse. Billy y sus comentarios.
—Bien, entonces seguimos siendo alumno y maestra—medita Billy cuando se le acaba la risa.
—¿Y qué incluye eso?
—¿Qué incluye? Oh, veamos. Almuerzo, cena, traslados ¡Bill, qué quieres que incluya?
Es mi turno de reírme.
—No lo sé. Abrazos, besos, mimos... Apapachos.
Nos reímos los dos ¡Qué conversación tan absurda, y a la vez tan linda!
—No. nada de eso, Billy. Tengo solo un par de años menos que tu mamá, once mas que tú. Me gustas muchísimo, pero no puedo. No así. Quizás citas, charlas, algún abrazo con algunos centímetros en medio—propongo.
Por su expresión veo que no le entusiasma mucho.
—Supongo que esta bien, por ahora. Pero, ¿nada de besos?
—No.
—¿Ni siquiera con la boca cerrada?
—¡Billy!... No—repito.
—¿Ni un piquito?—insiste.
—No, no, no ¿Está claro?
—¿Segura? Beso muy rico, ¿No quiere probar?—me dice levantando una ceja en un provocativo gesto.
Estoy segura que sí, pienso. Muy besable y comestible mi caramelito.
—No... y no continúes o voy a quitarte también los abrazos.
—Ok, Seño. Y eso me recuerda, ¿Puedo decirle Lizzie?
—No, Billy. Sé que suena raro pero si me llamas por mi nombre seguro lo olvidaras y me llamaras así en clase y ahí estaré metida en un gran problema.
—Uhm, ¿no es porque le da morbo que le diga "Señorita" mientras estamos liados, no?
Lo que dice me deja pasmada.
—¡¿Que?! Billy, ¿Cómo dices algo como eso? Es solo sentido común—le contesto.
—No lo sé, creo que la "motiva" que le diga así.
—¿Me motiva?, ¿Dices que me excita?—le pregunto incrédula de su osadía.
—Quizás un poco—dice y agrega al ver mi expresión—, pero no se enoje. No voy a decirle a nadie. Será un secreto entre los dos.
Trato de mostrarme molesta con el pero no lo logro... me puede.
—Levántate, chiquillo atrevido—le digo fingiendo seriedad.
—Como usted diga, Señorita.
Lo miro frente a mí. El sol ilumina su cabello rubio hasta hacerlo casi dorado. Su altura es imponente, tan contraria a su actitud introvertida. Sus ojos parecen de cristal de tan claros que se ven. Billy era un joven hermoso. Cuidando mis movimientos lo abrazo y me apoyo en su pecho guardando la distancia para que nuestros cuerpos no se toquen más de lo necesario. No quiero incitar ninguna reacción espontánea. Él me rodea con sus brazos también. Siento su fuerte y joven corazón latiendo de prisa. Su aroma es muy masculino para su temprana edad. Es solo un niño, pero por muy extraño que sea, en sus brazos me siento protegida.
—Esto me gusta, Seño. Huele bien. Se siente bien. Aunque sigo pensando en besarla—me dice antes de apoyar su barbilla en mi cabeza.
—Entonces aleja esos pensamientos porque esto ya es demasiado—le digo levantando mi mirada hacia él.
—Usted manda, Señorita.
Después de unos minutos de estar así decidimos caminar un poco por el parque.
—¿Piensas seguir con el tema de la actuación?—le preguntó. Le veo mucho potencial.
—No lo sé. No me he vuelto a presentar en ninguna audición, pero me gustaría. Aunque la atención sobre mí me pone nervioso.
—Si te gusta y eres bueno deberías intentarlo. Por lo que vi lo haces muy bien—lo animé. Simplemente creo en él.
—No estoy seguro, con el resto de la gente no soy como con usted. Mi timidez es evidente y me ruborizo fácil. Imagine que me fuera bien y tuvieran que entrevistarme, no me saldrían las palabras, quedaría como un tonto.
—Eso no pasaría—le aseguro—Vencerías tu vergüenza. Aparte eres encantador, las chicas se morirían de amor al verte.
Me río al decirlo pero al pensarlo me pongo un poco celosa.
—Lo pensaré. Gracias por ser así, me hace bien que crea en mí—dice buscando mis ojos. Mirándome.
Yo me detengo y también lo miro.
El tiempo parece ir más lento.
—Como tú mismo dijiste, eres especial, Billy. Solo tienes que creerlo.
Billy acerca su mano a mi rostro y me acaricia la mejilla.
—¿Salimos el sábado?—me propone. Yo tardo en reaccionar, embobada por esa mirada y por su suave caricia.
—¿Salir? No lo creo, Billy. Tendría miedo que alguien nos descubra todo el tiempo.
Del cielo al suelo en un segundo.
Él suspira y puedo ver que no se dará por vencido.
—Bueno, ya pensaré en algún lugar discreto. O... puedo ir a su casa. Mis padres viajan con mis hermanas por el fin de semana.
Tentación. Maldita tentación ¡Vade retro, Satanás!
—¿En mi casa solos todo el fin de semana? Me parece un poco peligroso... Tú sabes...
—Oh vamos, Seño—me dice estirando las palabra—Tendremos más tiempo para estudiar, no quiero desaprobar.
Qué increíblemente manipulador que es a tan corta edad.
—Si, lo puedo ver. Bueno, ven—me rindo.
Una vez más.
—Pero no sueñes con clases prácticas... solo lo oral.
Y sí, pasa unos cuantos segundos hasta que me doy cuenta de lo que acabo de decirle, ¿Lecciones orales? Muy bien, Lizzie, se la dejaste picando.
Billy, travieso como es comenzó a reírse sin parar.
—Soy un caballero—me dijo entre risas—Así que no agregaré nada a eso.
—Qué mal pensado. Entonces... ¿Vienes el sábado?
Él asiente antes de responder.
—Si... Tengo mucho que aprender. Ya verá cuán aplicado soy.
Y sí, ya estoy perdida. Otra vez. Tentación Maldita, la pecadora manzana... Y cuántas ganas de darle un mordisco.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro