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↬Cᴀᴘɪ́ᴛᴜʟᴏ 20↫


Día en la
playa.

|↬↫|

Y. Han Soora

    Carlos nos ayudó a bajar del auto, habíamos llegado a la playa más cercana que teníamos de casa; además de ser una de las más famosas y sobrevaloradas que existía. Habían personas en ella junto a sus familias, amigos e incluso parejas, divirtiéndose o tomando un natural bronceado. Jeon al avanzar conmigo tomados de las manos, llamó la atención de personas que nos miraban con cierta intriga y curiosidad, aún más cuando dos gorilas venían detrás de nosotros, Carlos e Ian.

     Antes de salir de la casa, mi esposo había reservado un lugar más privado e íntimo para nosotros y unos de los encargados nos guió hacia nuestra reservación.

     Carlos dejó nuestras cosas en la cama que había sobre la arena, era elegante y cómoda; Ian dió media vuelta y volvió al auto, Jung Kook ni en pintura lo quería cerca de mí y menos con el diminuto traje de baño que me había puesto; era sencillo, de dos piezas y de color negro con manchas blancas.

     Retiré el vestido de playa que me había puesto dejando que la luz solar tocara mi delicada piel, así tomaría un poco de color. Miré a Jeon con una sonrisa y él sólo me miraba más que sorprendido por lo que traía puesto.

     —Iré a nadar, ¿Me acompañas? —le invité estirando mi mano hacia él.

     —Soora... sabes perfectamente que no voy a poder meterme contigo al agua.

     Siempre había una excusa para no intentarlo.

     Me sentía mal por haberlo metido en ésta situación y más cuando sé que él desea al igual que yo meterse en el agua junto a mí. Empezaba a dudar de todo lo que había preparado para hoy ¿Y si nunca debí traerlo a la playa?

     —Vuelvo enseguida —le avisé y caminé en dirección al agua.

     No sabía que decirle para animarlo, su rostro distorsionado era más que suficiente para saber que ésta salida le había afectado.

     El agua estaba helada y al ser la primera vez que venía a ella me sentía ansiosa. Una mirada estaba fija en mí y no precisamente la de Jung Kook, un hombre de unos cuarenta años me miraba y examinaba mi cuerpo con detenimiento, me puse en alerta cuando lo sentí acercarse hacia mí.

     —¿Cuántos años tienes, preciosa? —aquel hombre se acercó más a mí intentando entablar más que una conversación conmigo, mientras yo me alejaba más de él acercándome a la orilla de la playa.

     —Eso no te importa —respondí pisando la arena caliente algo nerviosa.

     A lo lejos pude visualizar a Jung Kook que se acercaba como podía en su silla de ruedas y sin dudas él vendría a rescatarme de este tipejo.

     —Oh, claro que sí —sentí una mano alrededor de mi brazo que sin dudas me estaba lastimando.

     Giré mi rostro y lo miré furiosa, frunciendo el ceño al instante y al mirar exactamente en donde hacía tanta presión en mi brazo quise explotar.

     —¡Me estás lastimando, animal! —solté sin pensar en las consecuencias.

     —Solo quería salir contigo, no tenía que ser de esta forma, preciosa —mi brazo dolía y solo podía ver su expresión de satisfacción al hacerme daño, mezclado con el sufrimiento que me provocaba.

     —¡Suéltame, bruto! —volví a gritar.

     Él saldrá es con su abuela, ¿Qué acaso veía normal acosar a una chica en la playa, tomarla a la fuerza y llevarla a quién sabe dónde? No, por lo menos lo que me enseñó la Señora Lee no incluía aquel maltrato, ni mucho menos me enseñaba a que saldría lastimada.

     —Te dijo que la soltaras —una tercera voz se hizo presente y pude respirar con tranquilidad.

     El bruto miró a Jung Kook con una sonrisa burlona en su rostro y luego reflejaba desprecio en sus ojos.

     —No te metas, parapléjico ¿Qué harás?, ¿Pararte de esa silla y me golpearás para que deje a ésta preciosa muñeca? —soltó una carcajada—. Tú no vales nada —el bruto no me soltó y solo logró pisotear a Jung Kook con sus palabras, claramente, a mí no me gustó que maltratara a mi esposo verbalmente.

     Él era un claro ejemplo de una persona abusiva.

     —Puedo partirte la maldita cara sin pararme de esta silla. Además, mi vida vale más que la tuya. Ahora, si no es mucho pedir, suelta a mi esposa —pidió Jung Kook sin perder los estribos.

     Otra carcajada soltó el bruto.

     —Ella jamás sería tu esposa, necesita un hombre que la haga llegar a las nubes y tocar el cielo con sus propias manos, no ha un parapléjico que la llene de rosas y palabras bonitas.

     Jung Kook hizo algo que jamás había hecho, agachó la cabeza con vergüenza.

     No podía más, nadie se metía con mi esposo.

     —¡SUFICIENTE! —me zafé de su agarre de un tirón, como estaba distraído peleando con Jung Kook aproveché la oportunidad— ¡Jamás en tu vida vuelvas a dirigirte así hacia mi esposo! ¿Escuchaste bien?, Porque no volveré a repetirlo y sí, él me hace sentir mujer más de lo que tú podrías hacerlo —sonreí por la cara transformada de aquel sujeto— y si no quieres que Carlos te rompa la cara, —señalé hacia detrás de Jeon— quiero que te calles la maldita boca un momento y escuches con atención lo tengo que decir —relamí mis labios y fulminé con la mirada al bruto—. Carlos te golpeará tan fuerte, que no quedará nada de ti que tus familiares puedan reconocer o salvar. Y si nos disculpas, nos retiramos, no creas que arruinaste mi primer día en la playa, bruto —ambos hombres me veían más que sorprendidos.

     Ayudé a Jung Kook a dar la vuelta y tomé su mano para caminar nuevamente hacia nuestra reservación. Él apretaba fuertemente mi mano y yo aún echando humo por las orejas apreté de igual forma la suya, no podía permitir que eso pasara y menos que maltrataran a una persona que se estaba volviendo cada día más importante para mí, porque sí, con aquel momento pude darme cuenta que Jung Kook si me importaba.

     —Tiene razón —soltó Jeon al llegar a donde Carlos que vigilaba la cama en la playa, las bebidas y la comida que justamente había llegado.

     —¿A qué te refieres? —me senté en la cama y él se quedó enfrente a mí, observandome a los ojos con aquella cara de decepción, pero no por mí, si no por él.

     —Él tenía razón, si yo no te hubiese comprado, no estarías a mi lado —echó su cabello hacia atrás con una de sus manos.

     —¿Estás idiota o qué? Cualquier mujer se enamoraría de tí, Jung Kook —acerqué mi brazo a su rostro y acaricié su mejilla con mi mano derecha.

     —No mientas, Soora, sabes que no es así... —jamás había tenido la necesidad de fijar mi vista en sus labios, pero hoy se veían más apetitosos que nunca— ¿Entiendes? —no había escuchado nada de lo que estaba diciendo.

     Solo estaba sumergida en mis pensamientos y en las terribles ganas que tenía de sentir sus labios sobre los míos, mordiendolos, succionandolos, recorriendo su boca y él la mía, disfrutando de nosotros mismos.

     Me sentía avergonzada, ¿Qué pensamientos eran esos?

     Asentí como si realmente lo hubiese escuchado, coloqué mi otra mano en su otra mejilla y sin cuidado, algo torpe y con un poco de pena me acerqué a él, sin dejar de mirarlo a los ojos, incliné un poco mi cabeza, cerré mis ojos nerviosa y junté nuestros labios, era el primer beso que daba.

     Era mi primer beso.

     Comencé a mover mis labios suavemente como había visto en las películas románticas, era extraño, pero tampoco quería ser rechazada por su persona ¿Y si él no quería besarme? No sabría como reaccionaría si él no correspondiera mi beso. Algo en él se encendió y comenzó a moverlos al compás de los míos, con una de sus manos se aferró a mi nuca intensificando el beso.

     ¡La sensación era inexplicable!

     Suaves, exquisitos y algo tímidos al principio, simplemente, no me arrepentía de haberlo hecho. Al quedarnos sin aliento, nos separamos y juntamos nuestras frentes con la respiración agitada y entrecortada.

     —No vuelvas a decir tonterías, ¿Escuchaste bien? —conectamos miradas y él me dedicó una sonrisa el cual no esperaba.

     —¿Acabas de besarme? —me separé un poco de él y rodé los ojos.

     —¿En serio vas a responderme con otra pregunta? —negué aún con el corazón agitado—. Sí, acabo de besarte —confirmé por si él soñaba despierto.

     —No sabía que tuvieras tantas ganas de hacerlo. Sabía que era irresistible, pero no era para tanto, Soora —mis mejillas habían tomado color, mientras él se burlaba de nuestro momento.

     —Eres un idiota, ya no volveré a besarte.

     —Que lástima, porque me ha encantado y tengo ganas de más.

Ahora sí.

¡Holaaaaaaa! ¿A alguien no le ha pasado esos eventos en la playa? Porque sí es así, le voy a dedicar un capítulo... A mi me ha pasado muchas cosas desagradable😭

Tengan buenas noches, mañana o tarde❤️

Gracias por leer♥️

Corregido: 02/06/2024

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