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↬Cᴀᴘɪ́ᴛᴜʟᴏ 10↫


Fiesta:
parte #1

|↬↫|

J. Jung Kook

     Dos semanas habían pasado desde que Soora y nana me encontraron siendo cabalgado por mi asistente, la señorita Kwin. No podría sentirme peor, Soora se sentía traicionada por mi persona y no hablarme era su gran solución. Cuando volvía a casa para almorzar con ella y hablar del tema como personas civilizadas, ella ya no se encontraba en ella y sabía que salía con nana a lugares que yo desconocía, y que posiblemente no aprobaba, ¿Y si me estaba engañando con otro hombre?

     No debería importarme, yo hice lo mismo con otra mujer.

     Dormíamos en la misma cama, pero solo sentía el peso junto a mi cuerpo y no su compañía, me estaba hundiendo en mi propio agujero y para ser sincero, ni siquiera el sexo estuvo tan bueno.

     Soora pasaba por mi lado y era como si yo no existiera, como si mi presencia le molestara, incluso intenté solucionar mi error con pequeños detalles y solo los desechaba... Haciéndome enojar.

     —¿Señor Jeon, desea desayunar? —HyeLin apareció por la puerta de mi oficina, ni siquiera la había escuchado entrar.

     Hoy traía una cara de pocos amigos y era más que obvio el porque hasta ella sabía lo que había pasado.

     Las mujeres eran todas unas entrometidas y chismosas.

     —¿La señora Jeon desayunará en la habitación? —pregunté, temiendo por la respuesta.

     Ella miró un punto fijo, pensando en que decirme exactamente.

     —No, señor, desayunará en el comedor... sola, justo como lo pidió.

     Solté el aire que estaba reteniendo en mis pulmones, ¿Cuándo me iba a perdonar esa mujer? ¡El sexo ni estuvo tan bueno!

     —Desayunaré a su lado —informé. Ella me miró no muy convencida e hizo una reverencia para irse, pero la detuve— ¿Llegó el arreglo de rosas rojas que le ordené?

     Ella se detuvo y se dio la vuelta para fingir una sonrisa.

     Conocía muy bien a mi personal.

     —Desechó el ramo de rosas.

     Fruncí mi ceño, ¿Qué se creía esa mujer? Estaba molesto, porque lo había hecho de nuevo.

     ¡Ese arreglo me había salido una fortuna!

     —¿Y aceptó los bombones, el helado napolitano y el hermoso collar? —también era un imbécil por invertir tanto en obsequios que no resolverán una aventura. HyeLin tragó saliva y negó— ¿Qué hizo con ellos?

     Debía calmarme o castigaría a esa mujer y no de la forma exactamente sexual.

     El collar solo me había costado una buena cantidad en dólares y era traído especialmente de Estados Unidos, era una piedra única y costosa, claro que enterarme que no la había aceptado solo fue la gota colmó el vaso.

     —Regaló los bombones y el helado, con respecto al collar no tengo la menor idea, quizás hizo lo mismo —la miré tragar saliva de forma rápida y nerviosa.

     Todos en la casa sabían que tenía muy mal carácter.

     —Bajaré a desayunar —le informé y ella asintió dejándome solo en mi oficina.

     Terminé de ordenar los papeles que tenía encima de mi escritorio y terminé de calcular los gastos que tendría la próxima colección, era de ropa interior femenina y algo atrevida, quizás no sea lo que buscaban las mujeres hoy en día, pero necesitaba innovar para mantener mi récord por los cielos.

     Dejé mi trabajo y puse la silla de ruedas a andar, abrí la puerta con cuidado y salí por ella cuidando de no tropezar con el marco, porque hace unos días había caído por mal cálculo al salir y fue toda una angustia para mis empleados, pero a “mi esposa” le importó un rábano y así mejor para ella, porque si yo fallecía a ella le quedaría mi empresa, mi fortuna y todo lo que poseía.

     Me adentré en el ascensor que había llamado con anterioridad y marqué el primer piso, solo pensaba que la música de fondo en el ascensor era horrible y que posiblemente la vaya a mandar a quitar. Cuando las puertas de la caja metálica se abrieron, muchos ojos también lo hicieron, mis empleadas me veían preocupadas e incluso el mejor amigo de mi esposa, el estúpido y protegido de Ian.

     —Buenos días, señor Jeon —me recibieron.

     Cada una de ellas hicieron una reverencia y solo alcé la cabeza, volviendo a mi lugar segundos después, aprobando su saludo.

     Las puertas del comedor fueron abiertas y entré con tranquilidad, visualicé a Bianca y a mi esposa desayunando cómodamente en la mesa que YO había comprado, porque ellas no tendrían esa comodidad si no fuera por mí.

     —Buenos días, señor Jeon —saludó mi Nana con una sonrisa en su rostro.

     Aceleré la velocidad de mi silla de ruedas, pasando de ese extremo para llegar al otro, justo al que me interesaba, ella ni me había mirado, ni siquiera había alzado su cabeza para ver quién había entrado al comedor, Soora estaba enfocada en su plato.

     —Necesitamos hablar —pedí sin sonar desesperado.

     —Hola para tí también —no me miró y siguió degustando de su omelette.

     —¿Qué más debo hacer para que me perdones? —hablé frustrado y molesto. Quería a mi esposa del principio de vuelta—. Me duele cada vez que pasas por mi lado y no te detienes ni un segundo para saludarme o al menos, preguntarme cómo me había ido en el trabajo. Extraño esos detalles, extraño no sentirme solo y verte con lencería sexy por las mañanas, tus besos en mi mejilla con suma delicadeza, como si tuvieras miedo de lastimarme y extraño decirte lo hermosa que te ves cada segundo que apareces frente a mi vista, inundando mis retinas con tu belleza.

     Soora abrió los ojos como platos, observándome con esos orbes verdes.

     —Deberías ser poeta, quizás te vuelvas famoso de nuevo y dejes de vivir en la miseria —ella alzó los hombros sin importancia y siguió comiendo.

     —¿Qué acaso no me escuchaste? Perdóname de una buena vez, no volverá a pasar —insistí.

     Era la número quince de ésta semana.

     Ella puso un dedo en su mentón, viendo a un punto fijo que no eran mis ojos y negó.

     —Lo hiciste en nuestra cama, Jung Kook, eso no tiene perdón, me faltaste el respeto y me dolió, más de lo que te puede doler a tí el que yo no te hable —me miró con su carita llena de decepción—. Quiero creer que no volverá a pasar, pero sé que lo harás una y otra vez, es la naturaleza de los hombres, sus necesidades van primero —me dedicó una falsa sonrisa y volvió a su plato de comida.

     —Solo diré que espero uses el collar que te obsequié, hoy en la noche, es una piedra costosa y muy rara de encontrar —solté el aire que retenía en mis pulmones y dí la vuelta, poniendo el máximo a mi silla de ruedas para salir por la puerta sin más.

     No quería desayunar y menos invadirle su espacio, su carita triste y dolida era más que suficiente para hundirme en mi miseria, nuevamente.

|↬|

     Una hora llevaba esperando a Soora como un idiota frente al pie de las escaleras, ella solo había decidido hacerme esperar en un día importante (claro que si yo no iba, mis socios iban a cubrirme como siempre) en donde habrán muchos invitados que, claramente, yo no quería saludar y si llegaba temprano podría pasar desapercibido, pero si llegaba después de que todos estuvieran en la fiesta, tenía la obligación de saludar a todos los invitados... fingiendo que estaba feliz de verlos.

     Unos segundos después, la puerta de mi habitación se abrió y me dejó ver a una hermosa chica saliendo de ella. Se acercó a las escaleras y con su elegante andar bajó las escaleras, luciendo un hermoso vestido azul eléctrico ceñido al cuerpo, estilo sirena y en escote de corazón, junto a unos tacones plateado y la piedrería del mismo color, y claramente no podía faltar el collar que le había comprado en su delicado cuello, que tenía tantas ganas de marcar.

     Cuando llegó a mi lado, detallé que tenía muchas transparencias y sólo estaba tapando sus partes íntimas, también poseía encaje y lindas piezas de piedrería. Amaba el vestido por lo espectacular que lucía en su cuerpo de ensueño, pero no para que todos los invitados se la coman con los ojos... Me rehusaba, pero sabía que a ella le encantaba, quería verme muy molesto y con una gran vena sobresaliente en mi frente.

     No le daría el gusto.

     —Soora, en serio necesito que me perdones, no quiero fingir frente a todos.

     Ella soltó una sonora risa.

     Dejé de ver su cuerpo para ver su rostro, tenía un maquillaje que realzaba sus ojos verdes y era natural a la vez, tenía el cabello recogido en una coleta alta y dejaba que el cabello liso cayera por su espalda.

     —No estamos enamorados y fingimos llevar un matrimonio normal como las demás personas que realmente se casan porque se aman, y quieren estar juntos toda la vida —ella tenía un buen punto. Tragué saliva. Sus palabras salían duras—. No tendrás mucho que fingir, pero tranquilo, te perdono, porque tampoco quiero fingir que no te odio.

     Solté el aire que retenía en mis pulmones.

     —Soora, en serio lo lamento.

     —Es tarde para lamentarlo, porque mientras estabas pensando con la polla, yo estaba pensando en cómo ser más atractiva para tí y me arrepiento de pensar en aquello —su voz comenzaba a quebrarse y sólo me hacía sentir más miserable.

     —No volverá a pasar. Te seré fiel, Soora.

     Ella levantó una ceja, no creía en mis palabras y le había dado un gran motivo para no creerme.

     —Como sea, vayamos a la fiesta.

     Asentí y le extendí mi mano para caminar hacia la entrada, ella por lo menos la aceptó y caminó a mi lado.

     Ian era su chófer y le tocaba el turno de noche, así que abrió la puerta del pasajero y la ayudó a subirse, luego de mirarle el trasero, porque apuesto todo lo que tengo a que lo hizo, me cargó en sus brazos y me subió a su lado. Puse una mano en la pierna de mi esposa y ella me miró con aquel brillo en sus ojos, los mismos que tenía cuando la conocí, era su primera vez en una fiesta y estaba ansiosa.

     Y preciosa...

     Ni bien supe cuando Ian se subió al auto y lo puso en marcha hacia la fiesta en mi empresa, yo solo seguía mirando sus ojos y el reflejo en ellos, mi cara de embobado era épica. Minutos después habíamos llegado, solo veía como el tiempo pasaba volando y más cuando me perdía en su cuerpo, su rostro, por su suave piel y su personalidad... ¿Qué haces conmigo, chica?

     —Una foto te dura más —dijo sacándome de mi gran burbuja y negué burlón.

     —Para mi buena suerte, tú eres mía.

     Ella rodó los ojos y yo solo sonreí, mostrándole mi dentadura.

     Ian bajó del auto y abrió la puerta de mi lado, luego de que bajara la silla de ruedas de la maleta, me cargó y sentó en ella con cuidado, tampoco quería llegar con el traje arrugado a una fiesta importante. Ayudó a Soora a bajarse y ella tomó mi mano sin decir nada más, entramos en el edificio que teníamos al frente, mi hermoso edificio y saludamos a la de recepción, era rubia, baja y atractiva, pero mi esposa se robaba las miradas y alientos de todos los demás.

     Subimos al ascensor y sentí su mano temblar, ¿Tenía miedo, pero de qué? Alcé mi vista y miraba un punto muerto del ascensor.

     —¿Estás bien, Soora? —sus ojos verdes conectaron con los míos y ella asintió relamiendose los labios.

     Sentí que mi amigo se había movido, solo un poco.

     —Solo no quiero arruinar tu noche.

     Acerqué su mano a mis labios, solo para dejar un casto beso en su delicada piel.

     —No lo harás, estás preciosa y si algo te molesta, volveremos a casa, así de simple. No tienes que rogarme para irnos, porque somos una pareja y si tú quieres irte, entonces yo tampoco debería quedarme sin tí —soné como un estúpido enamorado, pero ella me ponía estúpido con tan solo mirarme.

     —Eres tan cursi cuando quieres, Jeon Jung Kook.

     Sonreí al escuchar mi nombre completo salir de sus labios.

     Era tan sexy.

     Las puertas del ascensor se abrieron y solo notamos a la gran cantidad de gente con ropa muy formal, había una hermosa decoración en dorado por todos lados, una mesa con bocadillos, una barra para pedir bebidas, meseros con charolas de plata y música para ambientar el lugar. Pasamos de todos los invitados, hasta llegar a un par de chicos chiflados que yo conocía muy bien.

     —¡Jeonsito, viniste! —gritó Taehyung emocionado con un cóctel en su mano.

     El que ahora era pelirrojo estaba muy alcoholizado.

     —Sí, lo hice gracias a alguien.

     —Soora hizo un buen trabajo en traerte hasta guapo te puso —acotó Jimin sosteniendo la mano de su esposa.

     —Ni que lo digas —sentí a Soora apretar más mi mano y acaricié sus dedos con los míos, intentando calmarla.

     Hice un choque de puños como de costumbre, saludandolos a ambos chicos y con Hye Ri solo besé su mano, Soora le dió un beso en la mejilla a cada uno de ellos, incluyendo a la esposa de Jimin.

     —Señora Park, le presento a mi esposa Jeon Han Soora —señalé a la hermosa mujer que iba a mi lado.

     —Un placer, Jimin me ha hablado tanto de ustedes como pareja y me alegra que te hayas casado, Jung Kook.

      Le dediqué una sonrisa.

     —El placer es todo mío, por fin conozco a la esposa del mejor amigo de mi esposo —ellas estrecharon sus manos con educación.

     —También me alegra que hayas venido, Hye Ri —comenté abriendo paso a un nuevo tema de conversación.

     —Conseguimos una niñera, por fin, necesitábamos una —Jimin no dejaba de ver a su mujer, ella era rubia, más baja que él y lucía un vestido rojo ceñido a su cuerpo, que era bastante lindo.

     —Disculpen, seguiremos saludando —dije y puse andar mi silla de ruedas, había visualizado a el señor Swan, el hermano de mi secretaria.

     —¡No seas aguafiestas! —soltó Taehyung. Se notaba que estaba muy pasado de copas.

     —¿A dónde vamos? —Soora se robaba las miradas de hombres deseosos de su cuerpo, pero para su triste realidad, ella era mía.

     —Te presentaré a mi mayor proveedor, al señor Swan.

     —¿El hermano de la mujer que desea que la folles? —preguntó dejándome sorprendido, abrí mis ojos como platos al escuchar eso— quise decir, ¿De tu secretaria?

     —Sí —respondí analizando la situación, ¿Soora estaba celosa?

     Ahí estaba el señor Swan junto a su hermana y su joven esposa, si, el hombre se había casado hace unas semanas atrás con una joven para que le diera todo el sexo que aguante y los hijos que él quisiera.

     —¡Jeon Jung Kook, por fin te veo! —soltó al verme y estrechó mi mano con la suya— pero vaya, vaya, que hermosa mujer tienes a tu lado —odiaba que en sus ojos se notara el deseo de tener a mi esposa en su cama.

     —Señor Swan, me alegra verlo también —no podía ignorar la mirada asesina que su hermana le estaba mandando a Soora, pero eso no detuvo a mi esposa para besar mi mejilla—. Es mi esposa, Jeon Han Soora.

     —Es un placer, señora Jeon —él extendió su mano y Soora dudosa acercó la suya a la de él, besó su mano y ella la retiró lentamente sin ser grosera.

     —Igual es un gusto conocerlo.

     —Es preciosa tu esposa, apuesto que debe ser muy buena en la cama —traté de no poner mala cara ante su comentario—. Oh, lo olvidaba. Ella es mi esposa, Swan Connie.

¡Holaaa!

Estoy intentando complacerles lo más rápido que puedo... También debo decir que esta historia la he escrito hasta el capítulo 20, luego de ese capítulo me costará un poco publicarlo más seguido💕

Gracias por leer❤️

Voto= Actualización.

Corregida: 05/09/2023

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