
↬Cᴀᴘɪ́ᴛᴜʟᴏ 02↫
La
despedida.
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Y. Han Soora
—¿Hannie, por qué traes puesto ese camisón? —Yunnie negó en desaprobación, apoyando sus antebrazos en el borde de la piscina.
—No venderé mi cuerpo, Yun, es algo que no está a discusión —seguí enfocando mi vista en aquel jardín, era más interesante que nuestra conversación.
—Oh, mi pequeña, debes entender que algún día un hombre muy afortunado vendrá por tí y te hará muy feliz —Jenna estaba de pie junto a mí, mientras yo chapoteaba lentamente el agua de la piscina, tenía los pies metidos en ella.
Jenna siempre sabía que decir o hacer, era la más sabia de todas nosotras, pero mi decisión estaba tomada. Ningún hombre con las hormonas alborotadas me llevaría con él y menos me obligaría a darle un hijo digno de su apellido.
—Pero quiero ser libre y amar a quien yo quiera —miré detrás de Yunnie y Lynah venía en mi rescate.
—Lamentablemente, chiquita, en ésta vida no podrás elegir a quien amar o con quien quieras pasar el resto de tu vida, ellos te eligen a tí y deberías estar agradecida, porque de no ser así, podrías estar viviendo debajo de un puente —la pelirroja habló haciéndome reflexionar sobre mi pensar.
Y tenía razón.
—Pero Lynah... —Rose me interrumpió, no supe en que momento había llegado al lado contrario donde se encontraba Jenna.
—No te preocupes, Hannie, sé que te duele perdernos, pero eso no pasará, ¿De acuerdo? —asentí ante sus palabras. La rubia me dedicó una gran sonrisa— Además, es probable que se lleven a Connie y ojalá Dios me escuche, porque esa chica comienza a irritarme.
Las chicas soltaron una gran carcajada, porque era cierto, aparte de irritante, sin cerebro y de mal carácter, tenía un gran cuerpo que ningún hombre pasaría por alto.
—Ahí viene la señora Lee —avisó Lenay, apuntando disimuladamente hacia la entrada de la zona de la piscina.
—Bueno, señoritas, el señor Jeon ha escogido una esposa y esa es...
La señora Lee no pudo terminar de anunciar quien sería la nueva esposa del señor Jeon, a Connie se le metió la gran idea de salir del agua y desfilar hacia ella, interrumpiendo a la persona que nos mantenía.
—Lo sé, soy yo, ¡Estoy tan emocionada! —sus amigas comenzaron a aplaudir.
Por fin, no veríamos a Kim Connie más nunca en nuestras vidas.
—¿Debo hacer mis maletas o el señor Jeon me llevará de compras? —tenía una sonrisa pícara en el rostro y a la señora Lee parecía disgustada.
—Lo siento, señorita Kim, pero el señor Jeon no la escogió a usted —la miró en desaprobación por su entusiasmo precipitado.
—¿Cómo que no? Soy la más bella de todas sus hijas —dijo triunfante.
Connie nunca aprenderá que el mundo no gira al rededor de ella.
—Pero no lo suficientemente perfecta para el señor Jeon —suspiró pesadamente y sentí su mirada en mí—. Young Han Soora, tú eres la elegida del señor Jeon —anunció finalmente.
Y quería morirme, ¿Por qué tenía que ser yo?
—¿Y-Yo?
—¿Ella? —Connie parecía muy enfadada y lo único que pude lograr fue ponerme de pie sin que me temblaran las piernas.
Mis piernas parecían de gelatina.
—Sí, al señor Jeon le pareces la mujer perfecta, su mujer perfecta —me sonrió y extendió su mano para que la tomara, de seguro me llevará a hacer mis maletas.
Mis amigas comenzaron a aplaudir con euforia, supongo que estaban felices por mí, porque había podido salir de aquella casa y darle un gran bofetón en la cara a Connie.
—¡No es justo, es fea y gorda! —podía ver humo salir de la cabeza de Connie, aunque yo tampoco estaba muy contenta por aquella decisión— ¡Yo soy delgada y esbelta, hermosa y muy fértil, lo puedo hacer disfrutar en la cama!
—¡SILENCIO! —la señora Lee estaba muy roja por la cólera que había agarrado por aquellas palabras y sobre todo, por su mal comportamiento— Nos vemos en mi despacho, necesitas unas clases extras para quedarte callada —suspiró pesadamente—. Vamos, Hannie, tu esposo te espera.
Pero yo no quería irme con él.
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Despedirme de mis hermanas no fue nada fácil, aunque sabía que en cualquier momento las volvería a ver y muy en el fondo de mi corazón sentía que no sería pronto, por eso me dolía y mis lágrimas no dejaban de salir a borbotones.
—No llores, princesa o el señor Jeon nos va a regañar por hacer llorar a su esposa —Rose me sonrió, pero la rubia no me hacía sentir mejor.
—Vamos, Hannie, tu esposo te espera en su auto, no lo hagas esperar más, ¿Qué acaso no te da curiosidad de cómo será su apariencia? —negué ante la pregunta de Yunnie, mientras me aferraba a todas ellas, no quería irme.
—Oh, vamos, Hannie, te llamaremos todos los días —Lenay acariciaba mi mejilla, mientras Jenna retiraba mis lágrimas.
—También, estaremos en contacto, no solo por medio del teléfono, obvio no, iremos de compras y a hacer esas cosas de chicas que nunca hemos hecho —me impresionaba su entusiasmo—. El señor Jeon no firmó el contrato en donde decía que te tendrá encerrada en contra de tu voluntad, me lo dijo la señora Lee —miré a Jenna a los ojos y asentía con su cabeza para que confiara en ella.
Eso hablaba mucho del señor Jeon.
—De seguro es un anciano y no quiero ser penetrada por uno —las chicas rieron por lo bajo.
—No seas tonta, así es mejor y más si muere pronto —se burló Hardy.
—Tendrás todo el dinero del mundo y podrás hacer lo que quieras con el —Lynah acariciaba uno de mis brazos, dándome cierto confort.
—No quiero todo el dinero del mundo, quiero estar con ustedes —solté un sollozo.
Ellas me habían enseñado tantas cosas. Cuando llegué a ésta casa tenía miedo y sentía que no pertenecía a este lugar, pero siete niñas se acercaron a mí y se presentaron, explicándome de a poco y con palabras sencillas cual era mi propósito aquí, como también que, debía lograr con todo lo aprendido gracias a la señora Lee, ser adoptada o comprada por un hombre/mujer de clase alta.
—¿Y si es un chico muy guapo? Perderás la virginidad con alguien que te hará llegar a las nubes y tocaras el cielo con tus propias manos —todas miraron a Jessica con una mueca en el rostro, al igual que yo—. Recuerda moverte encima de él como te enseñé.
Jessica terminó recibiendo un golpecito en su brazo por parte de Hardy, era una forma de desaprobación hacia sus palabras.
—¿Es en serio? No es necesario que la asustes más, ¿No ves que está aterrada? —Hardy tenía razón, no estaba lista.
—Es suficiente, chicas, el señor Jeon lleva mucho tiempo afuera —la señora Lee apareció de la nada, sobresaltandonos un poco.
Suspiré pesadamente y deshice el abrazo, capturé con mis retinas sus grandes sonrisas confortándome y sin dudarlo, yo les dediqué otra haciéndoles entender que estaría bien.
—Las amo —fue lo único que pude decir.
—Nosotras aún más.
—Jamás me olviden.
La señora Lee me hizo unas señas para seguirla.
—Ni tú a nosotras.
Ese día entendí que un pájaro siempre debía abandonar el nido para encontrar y hacer su propia familia, su propio nido.
Seguí a la señora Lee hasta la entrada principal de la mansión, era la primera vez que salíamos de ella en dirección hacia la calle. Una camioneta negra y blindada estaba estacionada frente a ella, suspiré y ví como una señora de unos cuarenta o cincuenta años bajaba del auto con una sonrisa en su rostro, mientras nos acercabamos a su posición.
—Tú debes ser Han Soora, un placer, soy tu nana, me llamo Jeon Bianca.
Le sonreí vagamente y estiré mi mano para que la estrechara, pero su acción me tomó por sorpresa, ella me estaba abrazando.
—¿Es la mamá del señor Jeon?
Ella negó ante mi repentina pregunta.
—No, pero las nanas que son contratadas deben llevar el apellido de la familia, pero si gustas puedes llamarme nana o si prefieres, Bianca —tenía una mirada cálida, como si supiera que estaba en buenas manos.
—Usted puede decirme Hannie o Soora, como usted guste.
Ella cortó el abrazo segundos más tardes, me dedicaba otra sonrisa mostrandome sus dientes.
—Es probable que el señor Jeon quiera que me refiera a usted como la señora Jeon —negué, no quería que me llamaran por ese apellido—. Bueno, no importa, podemos discutirlo en casa.
no muy convencida, asentí.
—Buena suerte, Hannie, has sido la mejor hija de todas —quería llorar, pero me reservaría lo que me quedaba de lágrimas.
—Gracias por todo, señora Lee —le dí un último vistazo y seguí a Bianca hacia el auto.
Un señor alto, con gafas de sol y un lindo traje azul marino me abrió la puerta del auto y me tendió la mano para ayudarme a subir, mientras Bianca subía por la otra puerta. Al estar adentro, no había ningún joven o viejo, sólo estaba el chófer, un empleado, Bianca y yo.
—Tranquila, conocerás al señor Jeon en tu nueva casa, de seguro debe estar ordenandole a la chef que haga su mejor platillo para cenar —ella tomó mi mano y era muy cálida, muy suave.
—¿Es guapo? —solo salió de mi boca sin analizarlo tantas veces, tenía la curiosidad a flor de piel.
—El señor Jeon es muy guapo, ya lo verás, aunque tú eres más hermosa que todas sus ex-conquistas. —solté una pequeña risita— Te lo puedo asegurar.
El señor Jeon tenía un mal gusto a la hora de escoger mujeres.
—¿Sabe por qué me eligió a mi? —ella me miró con esos hermosos ojos azules y asintió sin dejar mi mano.
—Eres auténtica, no lo impresionaste con tu cuerpo, si no con tu mente y forma de pensar, eso te diferencia de las demás.
Y vaya que el señor Jeon se fijaba en pequeños detalles.
¿Que tal? ¿Les está gustando que rumbo está llevando ésta historia?
Gracias por leer❤️
Corregida: 25/09/2022.
Corregida: 26/07/2023.
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