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Capítulo 38.

-Esto debe ser una maldita broma de mal gusto-Ese fue el primer comentario que provino del pequeño grupo de investigación, específicamente del herrero de la familia Hefesto, el cual lucía claramente disgustado por lo que se hallaba enfrente suyo.

Al pie de la enorme puerta roja abierta de par en par y permitiendo la entrada a los visitantes, se encontraban tanto Bell como Lili y el antes mencionado, de nombre Welf.

Sus expresiones variaban. Como ya se describió al primero, la segunda, Liliruca, estaba conmocionada, casi sin habla. No le agradaba en lo más mínimo estar ahí.

-D-Dudo que hayan venido aquí por voluntad propia. Ha de haber una explicación-La ceja le temblaban a la hobbit, no dando crédito a la visita de sus amigas a ese pecaminoso distrito.

Un fuerte olor azotaba en sus narices. Un olor a almizcle mezclado con fragancias fuertes y dulces, como si de perfumes de flores se tratase.

Quien parecía más afectado por esas fragancias era el conejo, quien se cubrió la nariz con el antebrazo para evitar que al inhalar se produjera ardor en su nariz.

-¿Qué es este lugar? ¿Por qué viene tanta gente aquí?-Se cuestionó el albino, mirando la multitud de visitantes que entraban y salían de ahí.

No recordaba una zona en Orario que tuviera ese flujo de gente a altas horas de la noche. Ni siquiera su visita al distrito del entretenimiento hace unos ayeres se comparaba a lo de ahora.

Welf sacudía la cabeza de lado a lado mientras posaba las manos en la cintura como un jarrón, dándole la espalda a la entrada con cierto desdén y preocupación.

-Lili sabe que debemos entrar pero definitivamente no quiero hacerlo-Comentó la castaña, sujetando su barbilla y mordiendo su labio con frustración. Todos los caminos llegaban a las garras de ese lugar, por lo que las opciones eran escasas.

Vieron a Mikoto y Chigusa entrar ahí. Sus propios ojos podrían confirmar ese testimonio. Eso era suficiente motivo para ir e interrumpirlas para rescatarlas. Sea cual sea el asunto que las trajo, estar ahí sin protección y siendo mujeres era extremadamente peligroso.

-¿Por qué nos detenemos? Si no nos apresuramos las perderemos ¿Qué clase de lugar es este que les impide actuar y seguirlas?-Interrogó Bell un tanto molesto por la falta de movimiento en sus acompañantes. Se empezaba a irritar debido a la falta de respuesta y contexto por parte suya.

"¿Qué puede ser tan malo como para causarles pavor y esas caras largas?".

Se cuestionó mentalmente el albino.

Ese era el problema de sostener una vida tan rápida y enérgica en Orario. No ha tenido tiempo para sí mismo, entre las misiones, peleas y sus novias, por lo que no se ha dado la tarea de conocer la ciudad en la que vive y las zonas claves que esta posee.

El par suspiró, bajando los hombros, y rápidamente se reunieron para discutir un asunto de suma importancia.

-Me niego a ser el que incluya a Bell en esto. Si sus novias se enteran de que lo metimos aquí seremos cruelmente asesinados. Si solo Airmid daba miedo no quiero imaginarme a Riveria-Sama, Shakti o Tiona. Eso suponiendo que no haya añadido a más en el tiempo que no nos vimos-Susurró el herrero con expresión sería, totalmente en contra de embarrar en el asunto al joven mujeriego a espaldas suyas.

-¡Lili tampoco será quien lo permita! ¡He escuchado rumores de que ha añadido a las chicas que lo ayudaron en el juego de guerra!-Replicó la soporte con vehemencia.

-Pero ya lo trajimos hasta aquí. Dudo que deje el asunto así sin más. Yo no tengo problema con los riesgos de dentro. Sin embargo, no estoy seguro cómo lo maneje alguien tan inocente y puro como él. En caso de que lo agarren las amazonas y pase lo que tememos, seremos carne de cañón por traerlo ¿Has pensado que yo si tengo partes que me pueden cortar? ¡ESTOY EN MAYOR RIESGO QUE TÚ!-Gritó en silencio el pelirrojo, temiendo por aquello que lo hacía hombre.

Las contras de inmiscuirse junto a él eran excesivamente mayores que los pros de incluirlo. Todo pintaba mal en la mayoría de contextos.

-¡P-Por favor dejen el misticismo y díganme de una vez qué es este lugar!-Exigió el conejo, elevando la voz y llamándoles la atención.

Los dos voltearon hacia él, resignados y asistiéndose él uno al otro, llegando a una conclusión.

-Bell-Sama ¿Usted en serio no sabe ni sospecha qué tipo de servicios se dan aquí?-Cuestionó Lili, siendo el preámbulo a la revelación.

-¿Se supone que debería? Si lo supiera no hubiese insistido tanto. ¿Qué es? ¿Una red de ladrones o terroristas? De ser así me sorprendería la cantidad de involucrados en el negocio-Dijo su más pura opinión el albino, claramente desinformado.

"Por eso odio a los mocosos inocentes ¡Eres idiota!" Welf lo insultó mentalmente, estrellando su palma en la frente.

-¡N-No puede ser peor que no seguir a Mikoto y Chigusa! ¡Vayamos!-Declaró Bell, pasando de largo de ellos y tratando de entrar.

En un rápido movimiento, Welf y Lili se pusieron adelante y detrás de él respectivamente, en una especie de fila india para protegerlo.

-Mira Bell. Si planeas acompañarnos, no nos daremos el lujo de que andes corriendo sin supervisión. Conocemos tu tendencia a cometer estupideces en momentos así y tu falta de cautela en misiones que la requieren-Informó el herrero.

-L-Los insultos estuvieron de más-.

-No. Incluso ha sido amable al no usar los peores-.

La queja de Bell fue rápidamente interrumpida por la opinión de Lili, quien ponía cara de póker, confirmando lo dicho por su compañero.

-Muy bien. De este modo debe ser seguir transportarte. Ahora déjame dejarte clara una cosa. Si caes en garras de alguna de las prostitutas en este distrito serás deshidratado a la fuerza por no sé cuántos días y nada nos asegura ser capaces de salvarte, así que, repito, ¡NO TE ALEJES!-Añadió Welf, elevando la voz a manera de regaño. Parecía que hablaba con un niño desobediente y quizás no era muy alejado de la realidad.

La expresión del albino cambió cuando una de las palabras que se le dirigieron captó su atención, ignorando el resto del diálogo de su amigo.

-¿P-Prostitutas...?-Una gota de sudor le bajó de la frente seguida de varias. Sus nervios aumentaron, perdiendo la determinación de antes y las mejillas se le sonrojaron.

-Sí, prostitutas. ¿O crees que esa mujer es una asesina?-Lili le señaló a una de las sexoservidoras parada a las afueras de un pequeño edificio a escasos metros de su posición. Era una mujer hermosa con piel color caramelo y un cabello color obsidiana que bajaba limpiamente hasta su cintura. De ser otro sitio o situación no pensaría mal de ella, no obstante, la ropa que usaba...

"¡ESO NO ES ROPA! ¡PRÁCTICAMENTE ESTÁN DESNUDAS! ¡SE TRANSPARENTA MUCHO LA TELA QUE A DURAS PENAS LES CUBRE EL PECHO Y LA PELVIS!" Gritó internamente el joven, comprendiendo de una vez lo que sucedía y por qué sus amigos se comportaron así de reacios.

Una vez teniéndolo en cuenta, comenzó a ver de lado a lado para toparse con el resto de mujeres con atuendos similares, que no dejaban nada a la maldita imaginación, en cada edificio. Estaba infestado de prostitutas que engatusaban a clientes, en su mayoría masculinos aunque había mujeres que también permitían los coqueteos, para después guiarlos al interior de lo que parecía ser...

-E-Estamos... e-esto es...-Bell levantó con dificultad la mano y señaló con su dedo índice, el cual temblaba, el camino a seguir.

-Sí, son burdeles-Confirmó el pelirrojo.

-¡¿BURDELES?!-Repitió el chico completamente rojo y abriendo los ojos toda su circunferencia cuando se le fue revelada la información.

-Sí. En Orario hay secciones semejantes al distrito comercial o de entretenimiento. Este es conocido como el "Distrito del placer". Imagino que no es necesario explicar el por qué-Añadió Welf a su comentario anterior.

-¡¿D-DISTRITO DEL PLACER?!-Volvió a repetir las palabras de este último.

-De acuerdo, comienza a ser molesto-Se quejó.

Bell trataba de gesticular palabra alguna pero cualquier cosa que se formulaba en su mente era rápidamente olvidada al intentar ponerla en palabras. Era como si si garganta se cerrara, impidiéndole hablar.

-¡Sí! ¡Es el maldito distrito del placer! ¡Cállense de una vez!-Vociferó Lili, levantando las manos, ya molesta por las vueltas que le daban al asunto.

-¿Qué demonios hacen Mikoto-Sama y Chigusa-Sama a estas horas en los burdeles?-La confusión en las palabras de la Hobbit era palpable. También la vergüenza y preocupación.

-Sea como sea, apresurémonos. Ya las perdí de vista. Después pediremos explicaciones,, no saquemos conjeturas antes de tiempo y sería equivocado concluir que vinieron por cosas pervertidas. ¡Andando!-Ordenó el pelirrojo, dando la instrucción de seguir y en ese momento se movieron como uno solo. Cada paso que daba Welf lo simulaban las dos personas detrás suyo, mientras inspeccionaba cada flanco para evitar que capturaran al conejo debido a su inocencia.

"Esto es lo mejor. El distrito está repleto de depredadoras que no dudarán en hincarle el diente a carne tierna y fresca en la flor de su juventud. Cuidar su castidad es lo importante porque si lo atrapan esto se convertirá en una zona guerra y estaremos en el fuego cruzado. No buscarán responsables, si no culpables. ¡Te protegeremos, Bell! Y más importante.... ¡NOS PROTEGEREMOS A NOSOTROS MISMOS AL HACERLO!" Pensaba el miembro delantero de la fila, levantando el puño y frunciendo el ceño con decisión. ¡Bajó su guardia, nada le pasaría a ese conejo!

"Que los dioses lo cuiden, Bell-Sama" Lili hizo un rezo a las deidades. No es muy amena a realizar esos actos por su experiencia pasada con los Dioses, pero no estaba de más.

El muchacho custodiado por el aventurero y la soporte, los miraba ligeramente inquieto y confundido.

"¿Por qué actúan así? Mi abuelo me contó mil y una historias de los burdeles. Si bien admito que en el pasado pude haberme interesado en visitarlos, ahora que estoy comprometido con mis novias, no planeo cometer ni un acto que atente en contra de la relación que estamos construyendo y la confianza que nos tenemos. Además, si alguna de las mujeres de aquí trata de hacerme algo, así solo manche mi rostro con labial, es probable que Airmid y Shakti me castren..." Pensó el joven. Su rostro se oscurecía con el paso de su diálogo interno, temeroso de que la posibilidad de eso último sea alta.

Se encogió de hombros e inclinó ligeramente hacia adelante la espalda, en un intento de hacerse pequeño y así no llamar la indebida atención de las mujeres del burdel. Es plenamente consciente de que es atractivo, de no serlo no tendría tantas novias, por lo que no le complicaría el trabajo a Welf y a Lili.

Paso a paso se fueron adentrando al distrito. Las miradas de los presentes eran dirigidas a ellos por breves segundos, extrañados por la partícula forma de avanzar que tenían.

Los edificios aumentaban de altura conforme proseguían. Estaban decorados con elementos orientales típicos de la región del lejano oriente, valga la redundancia.

El olor en el aire era dulce, como si de miel de abeja se tratase. Te embriagaba y deleitaba tu olfato. Las luces rojo tenue daban una sensación cálida y cautivadora a la vista de los alrededores cuando despedían su iluminación.

Personas iban y veían por la calle principal. Otras se metían a los callejones, jalados de la mano por las mujeres. Quienes tenían el dinero suficiente para pagar el servicio completo de la habitación se dirigían al interior del burdel de su elección y bueno, los ruidos provenientes de ahí era mejor no describirlos.

-La imagen y el olor no cambia-Comentó Welf, deteniéndose y frenando al resto.

-Atento Bell. Si bien recién estamos cruzando por las partes menos peligrosas, no bajes la guardia. Así sean las prostitutas menos hermosas o inexpertas si se comparan con las del centro, son capaces de usar cualquier tipo de artimaña para seducirte y extraerte dinero-Explicó con detenimiento y énfasis en eso último si apartar la mirada del camino y retomando el andar al tener a su amigo concentrado en lo que diría.

A lo lejos vislumbraba la figura de las dos orientales.

-¿Artimaña?-Preguntó el conejo, pidiendo detalles indirectamente.

-Verás...-.

-¡Oye, el de pelo blanco! ¡Eres totalmente mi tipo! ¿Buscas diversión?-.

Antes de que Welf diera inicio le interrumpió una prostituta que se dirigió al conejo en su espalda, trotando y moviendo sus atributos para captar mayor atención por parte del objetivo que identificó. Como si no fuera suficiente que fuese cubierta por los pequeños trozos de tela que le cubrían los pezones.

La mano de la mujer, que sobra decir que era hermosa porque de ser el caso contrario no desempeñaría su labor, se extendió, tratando de alcanzarlo.

No obstante...

*¡PLAZ!*

Un fuerte manazo le fue dado, obligándola a retroceder.

-¡NO! ¡NO BUSCA DIVERTIRSE! ¡ESE CONEJO YA TIENE DUEÑAS!-Lili fue la responsable del golpe, respondiendo a la pregunta de la prostituta con fiereza y descontento.

Aceleraron el paso para dejar atrás a la insatisfecha fémina que continuaba vigilándolos desde atrás.

-Bueno, como iba diciendo antes de que esa mujer me interrumpiera, hay mujeres aquí que usan una estrategia sencilla pero mortal. Esta consiste en chocar con los hombres distraídos que luzcan acomodados económicamente hablando, fingiendo estar heridas. Lo siguiente que hacen es apelar al orgullo de un hombre al ver a una mujer en un estado así, pidiéndoles ya sea reponer los daños o que las lleves a su habitación en el burdel para sanarse las heridas. No obstante, si caes en sus garras, sobretodo en el segundo caso, será tu fin. De la nada se sentirá mejor y te invitará a quedarte, cerrando la puerta y dejando caer el líquido de un afrodisíaco en el suelo sin que te des cuenta. Estando así, tratara de sacarte conversación para que pasen los minutos e inhales los vapores del afrodisíaco, cayendo poco a poco en su efecto y siendo presa de tus más bajos instintos hasta que comiencen el acto. A la mañana siguiente no tendrás otra opción que pagar por el servicio o si le agradaste, asumir la responsabilidad-La explicación detallada fue sonrojando en gran medida al albino conforme esta avanzaba. De principio a fin fue escuchado atentamente.

La expresión de sorpresa en los dos era mayúscula. Una experiencia así era... demasiado particular como para llamarla una "Artimaña". Es más, se asemejaba a una vivencia particular que un evento común.

Lili y Bell intercambiaron miradas. Ninguno se tragaba el cuento de que sea información recolectada por azares del destino o de boca a boca.

-Hacen lo que sea con tal de salir de aquí y asegurarse una vida buena. No las culpo, no ha de ser agradable estar de ese modo. Y no son tontas, buscan engatusar a los mejores partidos-El herrero se perdió en sus pensamientos, sosteniendo su barbilla con desdén.

La ceja de la Hobbit tembló.

-¡¿YA HAS ESTADO AQUÍ, WELF-SAMA?! ¡TU HISTORIA CUENTA CON DEMASIADOS DETALLES COMO PARA CREER QUE SE TRATA DE UN MERO RUMOR QUE CIRCULA EN LAS CALLES!-Replicó, repleta de cólera y viéndolo con asco mientras lo picaba con su dedo índice como si una pieza de caca se tratase.

Welf blanqueó los ojos sin sucumbir a los reclamos.

-No es lo que se imaginan. No me ha pasado nada de eso ni es una historia propia. Y sí, si he estado aquí, pero no del modo que pretende inculparme Lilicuajo. Cuando los compañeros de mi familia se reunían los fines de semana veníamos a la zona de bares y bebidas para descansar un rato luego de tanto trabajo. Normalmente me iba antes al no tolerar el ambiente. Jamás he aceptado los servicios de las prostitutas dado que mi intención es guardarme para Hefesto-Sama-Respondió, adoptando una actitud recta y fiel a la diosa que amaba. De esa manera despejó las dudas y limpió su nombre de los ataques de la soporte.

Una vez aclarado, siguieron con su búsqueda.

Los coqueteos hacia Bell no cesaron. Los acercamientos aumentaron conforme los burdeles aumentaba en cantidad y calidad sin que tuvieran efecto en el joven, el cual rechazaba los servicios cortésmente.

"¡ESTE MALDITO LUGAR ESTA INFESTADO! ¡Y A PESAR DE NUESTROS ESFUERZOS POR OCULTAR A BELL SIGUE LLAMÁNDOLAS!" Se quejó internamente el pelirrojo.

Cada paso los acercaba a Mikoto y Chigusa, no obstante, también los adentraba a las zonas donde las mujeres eran más hermosas.

La multitud de gente se volvía más grande. Caminar comenzaba dificultarse al tener que evitar chocar.

-Oigan, para cubrir más distancia podríamos...-.

-¡ESTÁS IDIOTA SI CREES QUE NOS SEPARAREMOS!-.

-Okey... me callo...-.

Ante la inminente sugerencia del muchacho las voces de sus compañeros se sobrepusieron entre sí para responderle, silenciándolo en el acto sin derecho a réplica.

Aunque algo extraño sucedía y eso fue notado por Lili y Welf. Era un problema minúsculo y sin importancia, pero que los hacía pensar.

-Oye Bell, luces extrañamente tranquilo-Comentó el herrero.

-¡¿Verdad que sí?!-La Hobbit se unió, confirmando la impresión.

El susodicho ladeó la cabeza, confundido.

-Lili no puede dar crédito al cambio repentino en su actitud, Bell-Sama. Su reacción en el lago de Rivira mientras nos bañábamos dista en demasía con la actual. Yo esperaba que saltara ante los llamados de las prostitutas, avergonzado, mientras huía o se cubría los ojos. Pero ha sido lo contrario, lo maneja sin ser afectado si no tomamos en cuenta su vergüenza inicial, como si no fuese nada para usted-Añadió la chica, señalando la raíz de la discordia.

La piel del albino se enchinó. Abrió los párpados ligeramente y sus mejillas adoptaron un color carmesí similar al de sus ojos.

"Oh... después de lo de Airmid esto no me apena" Pensó, rememorando la experiencia de la noche anterior y la mañana de hoy.

No permitió el contacto visual y rascó su nuca, despertando aún más sospechas.

Welf sonrió y agudizó la mirada. Lili en cambio se cruzó de brazos y le daba palmadas en la espalda, riéndose.

-Jeje... al fin te devoró Airmid-Dijo el primero de ellos, burlándose.

Bell saltó desde su posición, agachando la cabeza a lentamente y tocando sus dedos índice entre sí, avergonzado.

-¿S-Soy tan fácil de leer?-Interrogó, sin negarlo.

-Su cara lo delata, Bell-Sama. Estoy feliz de que me haya hecho ganar una apuesta-Continuó con la condescendencia la hobbit.

-¿Apuesta?-Repitió el albino.

-Ignórala. Eres demasiado obvio. Ninguno de nosotros dudaba que tarde o temprano sucediera. Solo nos cuestionábamos cuándo lo haría-Añadió el miembro de la familia Hefesto.

-¿C-Cómo es que suponen eso? No recuerdo haberles contado sobre mi relación con Airmid. Mucho menos detalles de esa índole sobre su comportamiento al estar conmigo-Bell planteó su duda. Efectivamente, no compartió información de su relación con la sanadora la última vez que se vieron por lo que era extraño que poseyeran.

"Según recuerdo solo les dije que era mi novia. Y eso que después añadí a Shakti y a las demás. No obstante, eso no ha de ser noticia teniendo en cuenta que la mayoría de Orario ya conoce a la mayoría de mis novias y están al tanto de la relación que tenemos" Dijo en su subconsciente.

Como tal no le sorprendía que la gente supiera que tenía varias novias y la identidad de estas. Pero los detalles privados no salían del círculo, por lo que ha de haber una fuente externa.

-Fufufu-Se empezó a reír Lili.

El joven volteó a su espalda.

-Cuenta la leyenda que en la sala de descansos de la sede de la familia Dian Cecht hay un espectro que gime y llora en las tardes. Ese espectro se silenciaba después de varios minutos y de dicho cuarto salía un joven con apariencia de conejo, corriendo a las prisas fuera de ese lugar. También iba detrás suyo una hermosa santa desarreglada y despeinada, con la respiración alterada-La soporte relató lo que la gente contaba a manera de fábula o leyenda antigua de terror, disfrazando el carácter pervertido que en realidad tenía la historia.

"¿Sala de descansos? ¿Despeinada? ¿Gemidos?" Bell unió las piezas y...

"L-Los masajes..." Su rostro palideció.

-¡N-NO ES LO QUE PIENSAN! ¡LOS RUMORES ESTÁN EQUIVOCADOS! ¡LO ÚNICO QUE HACÍA AHÍ ERA DARLE MASAJES!-Gritó con vehemencia, alterado por no darse cuenta del espectáculo que le daban a las personas de fuera y en la sala de espera. Obviamente los sonidos que provenían del interior de la habitación eran fácilmente malinterpretables y no los culpaba por pensarlo ¡PERO LA VERDAD ERA OTRA!

-¿Masajes? ¿Así le dicen ahora al sexo?-Lili tapó su boca con la mano para seguir burlándose de la actitud de su amigo.

-¡NO SERÍA CAPAZ DE HACERLO EN UN LUGAR COMO ESE! ¡RECIÉN AYER EN LA NOCHE LO HICIMOS AIRMID Y YO POR PRIMERA VEZ! ¡NO HAY MANERA DE QUE LO SUCEDIDO ANTES SEA LO QUE IMAGINAN! ¡¿MMM?!-Al tratar de justificarse, el tonto muchacho reveló información privada que debía permanecer secreto para no alimentar a las masas y potenciar los rumores. Dándose cuenta, se tapó la boca para que no prosiguiera.

¿Cómo tomaría la gente que Dea Saint ya no es una santa? ¡LOS ADMIRADORES DE LA SANADORA LO MATARÍAN!

-Eres pésimo guardando secretos. Te leemos como un libro abierto. No me imagino la buena crianza que tuviste para que jamás le mintieses a tus padres-Una gota de sudor le bajaba de la frente a Welf al decir aquello, sintiendo pena ajena por él, quien agachó la cabeza, derrotado.

"Mejor guardo silencio...." Fue su idea. Al menos callado no podría arruinar las cosas.

-Okey. Antes de que Bell nos cuente la historia de esa noche sigamos buscándolas-Cambiando de tema para ayudarlo, el herrero volvió a la formación de fila india y prosiguieron con la travesía.

Avanzaron varios metros y los ánimos se apagaron, concentrándose en la meta que se trazaron al entrar.

Ya sin distracciones y sumamente enfocados en hallar a las dos féminas, pudieron verlas a la distancia minutos después.

-¡Ahí están!-Lili las señaló, alertando a los demás.

Dirigieron sus miradas hacia ellas, quienes caminaban tomadas de las manos y vigilando el interior de los burdeles como si estuviesen buscando algo o a alguien.

Algunos hombres se les acercaban. Y con justa razón. Un par de hermosas mujeres orientales despertaría la atención de cualquiera.

Tanto Mikoto como Chigusa los evitaban, cambiándose del lado de la calle para ignorarlos y continuar caminando. Se les alejaban al no tener la intención de verse inmiscuidas en problemas, añadiendo el miedo y la incomodidad que le causaba el tipo de gente que concurría estos lares.

-Se ven en aprietos ¿Deberíamos ayudarlas?-Preguntó Bell, preocupado por el par de féminas. La incomodas se reflejaba en sus movimientos.

-Actuemos con cautela. Vinimos a describir lo que las trae aquí. Como dije, dudo que sea para prestar servicios sexuales. No obstante, si han querido mantenerlo en secreto es por algo. Dudo que tomen de buena manera que sepan que las seguimos. Solo intervendremos de ser extremadamente necesario ¿De acuerdo?-Dijo Welf, frenando al enfermo muchacho de atrás, que estaba a punto de lanzarse a lo idiota sin pensar en las consecuencias, como ya era costumbre en él.

De pronto, justo delante de ellos, un grupo de seis hombres de edad avanzada y cuerpos semejantes a cerdos las interceptaron y les impidieron el paso al atravesarse en medio, rodeándolas.

Mikoto y Chigusa saltaron de miedo, sintiéndose pequeñas a pesar de poseer gran fuerza como aventureras.

Retrocedieron un par de pasos para mantener la distancia, pero ese grupo se acercaba sin detenimiento. Sus intenciones claramente eran maliciosas. Sus rostros los delataban,

-¡Esos hombres no me dan buena espina! ¡Hay que ayudarlas!-Bell rompió la formación, moviéndose al costado y disponiéndose a correr a rescatarlas.

-¡ESPERA, IDIOTA! ¡NO TE SEPARES!-Welf extendió la mano, intentando agarrarlo y traerlo de regreso, pero la velocidad con la que el chico contaba fue mayor a la capacidad de reacción del herrero.

Los pasos del conejo eran exactos, esquivando con gracia y precisión a las personas en el camino para no chocar con ellos.

"Mi abuelo decía que si una chica hermosa era acosada por viejos gordos era mi deber impedir que caigan en sus garras ¡DEBO IMPEDIR QUE HAYA UNA ESCENA DE NETORARE! Signifique lo que signifique eso" Pensó el albino, decidido actuar conforme a las creencias de su querido abuelo.

No obstante, cuando estaba a unos cuantos metros de alcanzarlas, un aviso fue dado en uno de los burdeles.

*¡Clang!*

*¡Clang!*

*¡Clang!*

-¡Es hora del servicio! ¡A los primeros diez clientes se les dará la oferta de dos por uno en su primer privado!-Una amazona de cabello rizado y ancho, al igual que alto, dio el aviso mientras golpeaba una campana para llamar a los potenciales visitantes de su establecimiento.

Bell volteó a esa dirección, mirando a quien le interrumpió. En ese breve instante de pausa no se percató de que...

-¡QUÍTENSE!-.

De que esa oferta fue de interés en muchos de los visitantes del distrito, amontonándose para ser quienes la reciban.

La multitud se abalanzó al sentido contrario de la calle para adentrarse al burdel y arrastrando al conejo. Incluso los hombres que arrinconaban a Mikoto y Chigusa las dejaron para abrirse paso a empujones, permitiéndoles huir. Eso en parte lo tranquilizó. Ya no era necesario rescatarlas.

Aunque... ¡NO TENÍA EL TIEMPO PARA ALIVIARSE!

-¡O-Oigan! ¡Háganse a un lado! ¡Quítense!-Bell gritaba, forcejeando, pero la oleada de gente se lo llevaba como una sandalia siendo arrastrada de la orilla del mar.

-¡Esperen! ¡Yo no quiero entrar! ¡Déjenme salir!-Se quejaba Bell con desesperación, sin poder quitarse de encima a los hombres.

-¡BELL!-Lo nombraron asustados Lili y Welf.

-¡AYÚDENME! ¡TEMO POR MI VIDA! ¡MIS NOVIAS ME MATARÁN SI SE ENTERAN!-Lloró el muchacho, extendiendo la mano para alcanzar a sus amigos y que estos lo jalaran para sacarlo de ahí.

Ambos lo agarraron, pero...

-¡Tch!-Él fue empujado, soltándose.

-¡Maldita sea! ¡Vayan por ellas! ¡Ya veré cómo escapo de aquí! ¡Apresúrense a ayudarlas! Y... ¡QUE NO SE ENTERE NADIE DE LO QUE PASÓ EN CASO DE QUE NO NOS REENCONTREMOS!-Pidió Bell, sumido en terror y aceptando su destino. No tenía manera de huir en ese momento sin herir a nadie. Ya adentro hallaría el modo. O al menos confiaba en eso.

-¡YA HAN ENTRADO LOS DIEZ CLIENTES!-Avisó la amazona de antes, agarrando a Bell del brazo y metiéndolo a la fuerza.

Fue ahí que...

*¡PUM!*

La puerta del burdel se cerró, ahogando sus gritos y dejando a las afueras a la Hobbit y el herrero con palidez y los ojos abiertos.

"Dios ha muerto..." Pensaron al mismo tiempo. Como si estuviesen conectados.

-¡Welf-Sama! ¡Si no lo rescatamos desflorarán a Bell-Sama!-Vociferó la soporte, asustada.

-Estoy casi seguro de que un hombre no puede ser desflorado-Contestó el pelirrojo.

-¡Como sea! ¡Hay que ir por él!-Repitió Lili.

-No. Hay que cumplir el objetivo, buscar a Mikoto y Chigusa. En este punto supongo que no tiene caso mantener perfil bajo. Lea pediremos directamente que nos digan por qué vinieron-Welf fungió como la voz de la razón.

-¡P-Pero!-.

-Confía en él. Si algo hemos comprobado es que tiene un talento natural para salir de los problemas en los que se mete debido a su impulsividad. Tenle fe-La tranquilizó el miembro de la familia Hefesto, dándose la vuelta y retomando el andar.

No obstante...

"Que los Dioses protejan a ese mocoso de las garras de la lujuria y escape sano y salvo" Rogó, no tan convencido de lo que dijo anteriormente..

Mientras tanto, al interior del burdel.

Cientos de mujeres abandonaban sus posiciones y habitaciones al oír pasos acelerados en los pasillos de su centro de trabajo al igual de gritos de mujeres rogando por probar a un hombre que empezaba a despertar el deseo y curiosidad de las féminas.

-¡ME NIEGO ROTUNDAMENTE A COMPRAR TUS SERVICIOS!-Decía cierta mancha blanca que se movía a gran velocidad mientras era perseguido por las prostitutas que trabajaban en el edificio.

-¡Solo será un momento! ¡Eres realmente tierno! ¡Quiero ver tu rostro lindo e inocente llenarse de placer! ¡Prometo que no te arrepentirás! Es más... ¡Yo te pagaré a ti!-Decía una de las mujeres detrás suyo, realmente encantada con el conejo, quien no daba su mano a doblar.

-¡DEBO RECHAZARLO! ¡NO ESTOY EN VENTA!-Respondió nuevamente, aun más asustado que antes.

Recorría cada maldito camino posible para librarse de sus perseguidoras.

-¡Seguro que esa cara adorable de conejo oculta una enorme zanahoria! ¡Permite que la veamos!-Pidió una mujer morena con los pechos sacudiéndose de derecha a izquierda al correr.

-¡HOY ESTÁ CANSADO! ¡DÉJENLO DORMIR!-Replicó el muchacho, tapándose las partes nobles.

"¡¿Por qué no se cansan?! ¡Hemos estado corriendo por minutos sin descanso y parecen como si nada! ¿Esa es la condición física de una prostituta? ¿El ejercicio en las habitaciones es más exigente que una simple carrera? ¡Están en muy buena forma!" Dijo mentalmente Bell, sorprendido por la falta de agotamiento en las sexoservidoras.

Ya ha perdido la cuenta de la cantidad de chicas que s ele han abalanzado encima y el número continuaba en aumento.

-¡Te tengo!-Dos de ellas lo emboscaron y se le tiraron encima.

Pero contrario a lo que uno esperaría que pasara, Bell continuó corriendo aún con ellas encima de su espalda.

-Abre la boca. Te prometo que una vez que bebas esto estarás dispuesto a todo-Una destapó un tubo que contenía cierta sustancia rosada e intento meterle el líquido viscoso en la boca. Esto le dio mala espina el joven y cerró su boca.

-¡UGH!-Frenó de repente, provocando que las dos se fuesen hacia adelante por la inercia del movimiento.

"¡Los caminos por los cuales huir empiezan a reducirse! Este sitio es confuso. Vaya a donde vaya se ve todo igual" Sudando frío, analizó las rutas que ha tomado, notando la similitud entre ellos, considerando que quizás ha estado corriendo en círculos.

-¡Permíteme terminar de criarte, hermoso!-Las prostitutas lo encontraron.

Un escalofrío le recorrió la espalda cuando la que dijo aquello se retiró el sostén, mostrando sus senos desnudos.

-¡DÉJENME EN PAZ POR FAVOR!-Él cerró los ojos con fuerza y corrió sin mirar atrás.

Se dirigió hacia ellas y antes de que lo atraparan saltó encima y cayó del otro lado del pasillo.

-¡Y-Yo le soy fiel a mis novias! ¡No haré nada de eso porque me matarían! No, espera, eso suena como si quisiera hacerlo. ¡No haré nada porque no quiero!-Durante su justificación notó cierto error a la hora de expresarlo, corrigiéndose y retomando la huida.

Varias mujeres volvieron a subírselo encima, reintentando la estrategia de hacerle beber el líquido del tubo.

"Debe ser alguna clase de droga o veneno. Debo evitar que entre a mi boca o siquiera olerlo" Se dijo a sí mismo, dando un manazo a las chicas que querían obligarlo a beber eso.

Los frascos cayeron un un vapor del mismo olor que la sustancia se desprendió.

Cubrió su nariz y siguió corriendo.

"Literalmente tengo a estas chicas a mis pies. Sė que mi abuelo en esta situación diría 'Cede ante el deseo y pon en alto el nombre de Zeus' pero cada célula de mi cuerpo me dice que si soy capturado no saldré de aquí vivo" Un mini Zeus apareció en el subconsciente de Bell, repitiendo las palabras que recién pensó.

"¡NO ES MOMENTO PARA ESAS TONTERÍAS, ABUELO!" Replicó, deshaciéndose de la representación imaginaria del anciano.

Miraba cada camino con la esperanza de hallar la salida. Pero suponía que la puerta principal estaría llena de más prostitutas que no lo dejarían salir, así que si deseaba escapar debía encontrar una salida alternativa.

"Las paredes están hechas de papel. No sería descabellado pensar que las ventanas también. Si causó daños seré buscado para cobrar y ahora si tendrán una excusa para pedirme dinero. Welf dijo que ellas buscan el más mínimo error que cometas para engancharte y estafarte. Sin embargo, ahora mismo no tengo ninguna alternativa" Entre el desorden y el ruido analizaba la situación y llegó a la conclusión de que...

"Me abriré paso entre las paredes ¡Al demonio!" Declaró, decidido y endureciendo su cuerpo.

Corrió como kamikaze hacia una de las paredes al final del pasillo, dispuesto a atravesarla.

-¡No permitan que se vaya! ¡Quien lo atrape podrá tener la primera hora con él!-Quien parecía ser la dueña del burdel lo señaló. También resultó encantada por el conejo. Parece ser que su habilidad innata es enamorar mujeres porque de ser el caso contrario no entiende su capacidad de atraer a tantas féminas.

Sus pies brillaron de color blanco intenso, activando su habilidad "Argonauta" para potenciar la velocidad y dejarlas atrás, impidiéndoles reaccionar.

En menos de un segundo, el tramo a recorrer se redujo a más de la mitad, casi pudiendo tocar el papel enfrente suyo al extender la mano.

Se inclinó ligeramente a un lado para destruir la barrera que lo separaba de la libertad, apoyándose en su hombro para cumplir esa labor.

Las mujeres de las habitaciones aledañas al pasillo salían con rapidez, como si estuviesen ahí para emboscarlo como en casos anteriores.

Se le lanzaron y él saltó, provocando que cayeran al suelo.

Extendió las piernas y las posó adelante ante este ataque repentino.

Sus pies contactaban con el papel, rompiéndolo al toque.

Sin embargo quizás por reflejo o debido a la misma trayectoria que su cuerpo seguía, su cabeza miró a la derecha donde la puerta de una de las habitaciones, la última de ahí, alejada de lo demás, estaba abierta.

Bell se preparó para recibir otro ataque, creyendo que una prostituta más saldría de ahí pero este no llegó.

En cambio... pudo ver, por una breve fracción de segundo, a una hermosa mujer de cabellera rubia amarrada delicadamente por un lazo carmesí para formar una alta cola de caballo, frente a una ventana y un escritorio encima de su regazo.

Sus manos estaban manchadas de tinta y en una de ellas sostenía un pincel.

Sin embargo, eso no fue lo que llamó su atención, lo que lo hizo fueron las dos orejas que sobresalían de encima de su cabeza, del mismo color que su cabello. Además de la esponjada y ondeante cola dorada que se movía delicadamente de derecha a izquierda, delatando su sentir.

Los trazos realizados eran calmos y delicados. Sus manos pálidas y delgadas. Era la definición perfecta de belleza y elegancia.

Las prendas que vestía eran principalmente un kimono rojo con decorados florales en color blanco amarrado con una cinta negra, típicas del lejano oriente, lugar del que supuso que provenía.

-Una renard...-Susurró el conejo, aún en movimiento. Era como si el tiempo se detuviera y se mantuviera suspendido en el aire.

La chica, presa del ruido al exterior, volteó con lentitud hacia esa dirección.

Su rostro era pálido con ciertos detalles de rubor tenue en sus mejillas. Emitía tristeza y decaimiento.

Ahí pudo tener una mejor vista de lo increíblemente hermosa que era.

Sus ojos eran verdes como la esmeralda. Preciosos y relucientes como la joya antes mencionada. Rebosaban de inocencia y pureza, contrario a lo que uno supondría al recordar el trabajo que desempeñaba.

Cuando hicieron contacto visual en ese breve instante, tan fugaz que nadie creería que existió, esas bellas gemas se iluminaron, brillaron. Aquel gesto triste en su semblante cambió a sorpresa.

La renard no fue la única que sufrió un cambio...

Los ojos escarlata del albino, que reflejaban la misma emoción que ella, tuvieron una alteración.

El rojo en estos desapareció, se disipó, siendo reemplazado por una tonalidad anaranjada.

Su corazón empezó a acelerarse y las mejillas a ruborizarse.

No era capaz ocultar estos síntomas y una voz que difería de la que nuestro conejo protagonista posee provino de él.

Un nombre, un solo nombre se pronunció.

-Isolda...-Sintió cierta familiaridad y reconocimiento al cruzar miradas.

De repente el tiempo perdió la pausa y...

*¡CRASH!*

Atravesó la pared de papel, cayendo un par de pisos abajo hasta un callejón.

Se mantuvo de pie momentáneamente, limitándose a mirar hacia el piso de arriba, al agujero por el que había salido apresuradamente. Sus ojos buscaban respuestas en la oscuridad.

-¿Q-Qué fue eso...?-Se cuestionó en voz baja, todavía temblando.

Las múltiples mujeres que antes lo perseguían se asomaron por ahí, sus rostros reflejaban una mezcla de preocupación y deseo. Le gritaron que volviera, prometiéndole que lo harían sentir bien, pero el muchacho estaba demasiado aturdido para procesar las súplicas.

Cuando finalmente recuperó el control y un escalofrío recorrió su espalda, decidió reanudar su huida. Ignoró los gritos seductores y el intenso dolor de cabeza que lo azotaba como un martillo.

Se dirigió a la calle principal, sus pasos eran apresurados y desordenados. Miró frenéticamente a su alrededor, buscando a sus compañeros entre la multitud, pero no encontraba a nadie familiar. Corría sin dirección y sin saber en dónde se hallaba, cada esquina parecía más desconocida que la anterior.

Despertaba algunas miradas curiosas de los transeúntes, miradas que él sentía como agujas en su piel, pero las ignoraba, temeroso de volver a meterse en la misma situación de antes.

A pesar de que mantenía la intención de retirarse. La mente, inentendible como ella sola sabe ser, continuaba divagando con al experiencia de antes.

Memorias de una mujer semejante, al menos físicamente, a la renard de antes se proyectaban. Imágenes que se esfumaban sin enseñar un rostro para compararlos.

No lo entendía. Era la primera vez que la conocía y aún así tenía el vago sentimiento de... no ser la primera vez que se encontraban.

Justo cuando estaba a punto de seguir avanzando sin rumbo, una voz conocida lo nombró.

-¿Bell?-Pronunció.

Al escucharlo, instintivamente volteó a donde el llamado provino,a tendiéndolo y averiguando al responsable, además de romper con la oleada de recuerdos de otra época, de otra vida.

-¿H-Hermes-Sama?-Sudoroso, cansado y pasmado por la experiencia anterior, reconoció a la dedicada enfrente suyo.

Se trataba de Hermes, aquel dios viajero del cual ha recibido ayuda antes. Esa figura de autoridad de la familia a la que Asfi Al Andrómeda pertenece.

La emoción predominante de este último pasó de ser mera impresión, por identificar la presencia de un sujeto inesperado en esos lares, a... ¿Disgusto?

"¿Eh? ¿Qué le pasa? Es como si me quisiera muerto" Fue la percepción que tuvo la víctima de tal desagrado.

-¿Qué haces aquí?-Interrogó con una voz fúnebre mientras iba hacia él a paso lento y evitando a los transeúntes sin quitarle la mirada, repleta de severidad, de encima, como si hubiese fijado a un objetivo y no deseara perderlo.

Se posó enfrente de él, viéndolo desde abajo ante la diferencia de edad entre ambos. Bell inclinó la espalda hacia atrás, sintiéndose intimidado por quien según consideraba un amigo.

-¿H-Hermes-Sa...?-El cuello de la chaqueta del albino fue sujetado de manera amenazante, impidiéndole nombrar al responsable.

-¿Sabes? Yo también soy un hombre que en ocasiones requiere cubrir sus necesidades afectivas y sexuales, por lo que sería hipócrita de mi parte señalar a alguien por el mismo evocado que yo mismo cometo. No obstante, te tengo en un pedestal desde el primer momento que te conocí y me decepciona que seas el mismo tipo de escoria que yo. ¿Dejarte llevar por tus deseos carnales y venir a un burdel para saciarlos teniendo a varias novias hermosas y a mi hija esperando por ti como una princesa enamorada que no deja de contar los días hasta que vuelvan a reunirse en una cita mientras te diviertes aquí?-El tono de voz en el castaño cambió repentinamente y el ritmo de sus palabras se aceleró a tal punto que parecía estar en una competencia de cuantas palabras puedes decir por minuto.

La forma en que le recriminaba por estar ahí, malentendiendo, con justa razón, los motivos que trajeron al interrogado al distrito del placer, era semejante a la de un padre juzgando a su yerno. Quizás eso no estaba muy alejado de la realidad.

-¿Eh? ¿Necesidades afectivas y sexuales?-Cuestionó Bell al oír parte del regaño.

Una vena se marcó en su frente. Ya le causaba cólera la constante malinterpretación de sus acciones e intenciones desde que se aventuró al distrito rojo.

-Yo... ¡YO NO HE VENIDO A CONTRATAR LOS SERVICIOS DE UNA PROSTITUTA NI BUSCAR DIVERSIÓN DE UNA SOLA NOCHE! ¡ESTAS ÚLTIMAS HORAS ME HE PASADO REPITIENDO LO MISMO Y ESTOY CANSADO!-Su frustración salió en un torbellino y estallido verbal, asustando a los presentes por el violento arrebato.

-A mis novias no les haría nada que pudiese causarles sufrimiento o tristeza. Me la desvivo para hacerlas felices y darles la vida que se merecen porque es mi responsabilidad al unirme a ellas en esta relación. Y, aunque Asfi no sea mi novia, tampoco sería capaz de herirla. Es una chica buena, amable y dulce que me ha apoyado y me mostró lo sinceros que eran sus sentimientos hacia mi ¿Qué clase de hombre sería si no me esforzara para demostrarle que es mutuo?-Añadió, bajando la intensidad y mostrando completa sinceridad en lo que decía. Ausencia de mentira, exceso de verdad. Incluso una enorme cantidad de melosidad en la declaración. Esos eran los adjetivos indicados para describir el largo discurso del albino.

Hermes permaneció en silencio por un par de segundos, sosteniendo su barbilla e indagando en el lenguaje facial del chico para comprobar si mentía o no. Si bien su habilidad como dios le permitía detectar los engaños, las cosas que aplican comúnmente con el resto de las personas no tienen siempre el mismo efecto cuando se trata de él, así que no sabía si confiar en su poder o no.

Al comprobar lo imperturbable que lucía y lo decidido que se mostraba, no le quedó de otra que suspirar, aceptando la justificación dada.

-Te creo, te creo. Entonces dime ¿Qué fue lo que trajo aquí? ¿Acaso Urano te dio de misión robarte a alguna prostituta o algo por ese estilo?-Cuestionó Hermes, buscando el motivo detrás de su presencia ahí y nombrando al Dios de Orario, quien lo ha usado como mensajero para mandarle las misiones al conejo.

Ya habiendo convencido al dios viajero, los hombros del antes mencionados se relajaron, bajándose y por fin encontrando tranquilidad después de lo agitado de su día.

-Si me permitiese explicárselo...-Susurró.

Alejándose de las conglomeradas calles de los burdeles, encontraron unas bancas al interior de uno de los callejones donde podrían tener cierta privacidad para el relato.

Bell comenzó indicándole que no fue por voluntad propia, o al menos no con las intenciones que uno esperaría, mencionando que entró al recinto porque Welf y Lili necesitaban seguir a Mikoto y Chigusa, quienes actuaban extraño y en esa actividad digna de un acosador llegaron ahí. Las dos oriénteles entraron y las han estado buscando. Por desgracia fue arrastrado por el mar de gente antes de alcanzarlas y prácticamente secuestrado, por lo que tuvo que huir de las lujuriosas mujeres que no lo dejaban de seguir con claras intenciones reproductivas.

-Solo quiero reunirme con ellos. Ya si eso no es posible, irme de regreso a casa y darme un baño antes de que reconozcan el hedor característico que tiene este sitio-Dijo, abrazándose a sí mismo como si hubiese sido víctima de violación.

-Hmm, con que era eso. Tiene sentido-Murmuró Hermes, convencido.

Lo miró de reojo.

-Perdona la insistencia, pero ¿De verdad no hiciste nada con esas mujeres?-Volvió a interrogar, inexpresivo.

-Ya le dije que no-Bell agachó la cabeza y respondió al instante.

La deidad devolvió la mirada adelante.

"¿Esto es lo que siente un padre al ver a su yerno en una actividad comprometedora, sin bajarlo de escoria?" Preguntó en sus subconsciente, sintiendo aún un enojo latente por hallar a su supuesto yerno ahí.

-De acuerdo. Entonces no hay por qué dudar. Ahora siento la necesidad de contarte la razón que me trajo-Concluyó, dándole un par de palmadas en la espalda con mayor fuerza de la que le infundirías al hacerlo de forma amigable.

El joven le prestó atención. Si bien eso le causaba cierta curiosidad, no planeaba indagar.

-Normalmente se podría decir que soy cliente frecuente aquí...-Fue una pésima manera de iniciar la conversación.

Las mejillas de Bell se ruborizaron y la ceja le tembló.

"Sí, ya lo sospechaba. Es igual de pervertido que mi abuelo" Opinó, confirmando lo que le dictaminaba su intuición desde el primer momento que se conocieron.

-Aunque al menos en esta ocasión son negocios los que requirieron mi presencia, no los servicios sexuales-Se aclaró, limpiando un poco su imagen.

-¿Al menos esta? ¿Pues cuántas veces viene o qué?-El chico puso cara de póker, reprochándole aquello entre dientes, no siendo eso impedimento para que fuese escuchado.

-No responderé eso. Por favor evita el sarcasmo y no me interrumpas-Una vena se infló en la frente de la deidad.

-Si bien ya cumplí mi labor, planeaba darme una escapada al burdel de Ishtar para, ya sabes, liberar tensión. Sin embargo, por culpa tuya tengo cierto sentimiento de suciedad y enojo que no me permitirá disfrutarlo. Maldita empatía...-Los ojos del castaño se oscurecieron y su voz se volvió mas ronca. También apretaba los dientes y chasqueaba la lengua.

Era la típica escena en la que encuentras a un sujeto que realiza los mismos actos cuestionables que tú, pero como ahora hay posibilidad de que afecte a un ser querido tuyo, te sientes sucio de solo considerar que pudiste tener ese mismo efecto en los demás. O en resumen, adoptó el papel de papá celoso.

-Quizás debería calmar mi molestia diciéndole a Asfi que estuviste aquí sin explicar el motivo. De ese modo me divertiré viendo cómo reacciona-Amenazó a manera de broma el dios viajero.

-Claro, hágalo. Cuando venga a mí para preguntar si es verdad le haré creer que usted me trajo. ¿A quién le creerá? ¿A usted que me llevó al lago en Rivira para verla desnuda o a mí que fui víctima de eso?-Sin achicarse ni actuar de sobremanera, Bell lo encaró.

-¿Por qué lo harías?-Preguntó Hermes.

-Porque los sentimientos de Asfi no son un juego para que se divierta. Mentirle para su propio deleite sin considerar el impacto que tendría en ella es cruel y no lo permitiré. Se lo dije, mi intención es hacer feliz a mis novias y si bien aún no somos pareja, eso incluye a Asfi-Respondió el albino, inexpresivo y levantando la quijada para lucir serio e imperturbable.

No temía enfrentarlo con tal de proteger a las chicas y eso fue reconocido por el castaño, quien sonrió, mostrando cierto orgullo.

-Me amenazas para cuidar de mi niña. Sigues sumando puntos conmigo, cosa innecesaria porque ya te di mi aprobación-Dijo, poniéndose de pie y extendiéndole la mano.

-Muy bien. Estando claros y en acuerdo mutuo. Prometamos que ninguno hablará de lo sucedido hoy. Evitémosle a quienes queremos que pasen un mal rato. Sé que no hicimos nada malo, pero la palabra burdel las hará dudar-Sugirió, siendo agarrado por su confidente y poniendo fuerza para pararlo.

-Me parece idóneo-Respondió el joven.

Estrecharon la mano, sellando el trato.

-Supongo que es hora de irme. La noche ha terminado para mí a, realizar la entrega. Si planeas hacer lo mismo eres libre de acompañarme, de no ser así, te deseo suerte buscando a tus amigos-Hermes recupero el tono amable en su voz, despidiéndose.

-Y no hagas nada malo-Insistió.

-Que no lo haré-Le respondieron del mismo modo que las veces anteriores.

Habiéndose separado en caminos diferentes. Bell consideró si continuar o retirarse a casa. El plazo de dos horas que sus novias le pidieron esperar mientras conversaban estaba a punto de cumplirse. De no volver, era posible que sospecharan lo peor gracias a su talento natural para meterse en problemas.

En medio de su debate interno, no se percató de que caminaba campante entre la multitud y...

"¡EL CONEJO! ¡ATRÁPENLO! ¡TIENE QUE PAGAR POR LA PARED QUE ROMPIÓ! ¡ES MUY ESCURRIDIZO!".

Las prostitutas de antes lo encontraron, reconociéndolo, señalándolo y sacándolo de sus pensamientos.

"Esto no puede ser posible" Palideció.

Las mujeres se encarreraron hacia él como alma que lleva el diablo.

-¡¿POR QUÉ ME TIENE QUE ESTAR PASANDO ESTO A MÍ?!-Gritó, reviviendo el terror de antes y yéndose de ahí.

Mientras avanzaba, cuestionándose cómo lo hallaron entre la multitud de personas en el distrito, y las perdía de vista, dobló en una curva que dirigía a un oscuro callejón para esconderse y despistarlas al seguirse de largo, cosa que sucedió. Sin embargo, su cara chocó de golpe con una superficie acolchada que lo frenó inmediatamente.

Los ojos de Bell se abrieron ampliamente antes del impacto, pero no pudo evitar la colisión.

Su rostro permanecía pegado a aquella superficie, incapaz de moverse.

"¿Are? ¿Qué es esto? No es duro como una pared. Además huele bien y es cálido" Pensó, consternado por lo increíblemente cómodo que era su prisión marrón y púrpura de la cual sobresalían dos esferas que se aplastaban al contacto.

Levantó la ceja y continuó oliendo la dulce fragancia que se emanaba. También tomó con sus manos las esferas antes mencionadas.

-¡Wow! Son esponjosas al contacto. Me gustaría dormir encima de esto. Son más cómodas que mis almohadas-Añadió, sorprendido por la consistencia que poseían y entreteniéndose al manosearlas.

-Fufufu. Si estas dispuesto a pagar para que eso se haga realidad, no me molestaría cumplirte el deseo. Además, me empiezas a gustar-La voz seductora de una mujer que disfrutaba del contacto de las manos ásperas del albina con su cuerpo se hizo presente, revelándole que no se trataba de un "Qué" si no de un "Quién".

El sonido estremeció al albino, quien sintió un escalofrío recorrerle la espalda desde la base hasta la nuca con tan solo oírla.

Bell levantó la cabeza, sus ojos entrecerrados por el sol que se filtraba a través del follaje. Ante él, se erguía la imponente figura de una hermosa amazona. Su cabello oscuro y ondulado caía en cascada, cubriéndole parte del rostro, mientras una sonrisa pícara y deseosa se dibujaba en sus labios.

El chico, todavía aturdido, bajó la mirada y vio sus propias manos, que sostenían con delicadeza lo que hace unos momentos había considerado como almohadas. El suave y cálido tacto lo desconcertó aún más.

Confundido y nervioso, volvió a levantar la cabeza para encontrarse nuevamente con los ojos brillantes de la amazona, luego bajó la mirada a sus manos y repitió el gesto unas tres veces, como si su mente intentara comprender lo que sus sentidos le mostraban. Cada vez que sus ojos recorrían esa misma ruta, la sonrisa de la mujer parecía volverse más amplia y llena de complicidad.

-Entonces me confundí-Gesticuló, cerrando los ojos con calma y mostrando esa misma emoción en sus actos.

Retiró lentamente las manos de las grandes atributos de la mujer, limitándoselas. Mientras hacía esto, algo duro del tamaño de una uña, pero redondo, se marcó en el ¿Sostén?. Lo ignoró y prosiguió con normalidad.

-¡Ujum!-Aclaró la garganta, dando pasos hacia atrás para apartarse de ella y poder estar de frente como se debe antes de lo que haría.

Una vez establecida la separación, tragó saliva. La seriedad con la que manejaba el asunto distaba en demasía del conejo nervioso e impulsivo de hace unos segundos que era perseguido por chicas de la misma raza que la que manoseó.

No lucía perturbado ni consternado. O tal vez sí mente todavía no procesaba la seriedad del asunto y el riesgo en el que se adentraba.

Esto sorprendió a la amazona, cuyos ojos se abrieron de par en par al ver la reacción de Bell. Él, visiblemente estoico, manteniendo la compostura, rápidamente hizo una reverencia profunda y los mechones de cabello blanco cayeron hacia abajo por efecto de la gravedad.

-Me disculpo por haberle tocado sus muy suaves pechos. Lamento si la hice sentir incómoda-Dijo el conejo con un tono formal y respetuoso que, paradójicamente, logró incomodar aún más a la morena.

-¿Qué es lo que te pasa...? Oye, aguarda un momento...-Tartamudeó la amazona, llena de confusión y sorpresa al no recibir la reacción que esperaba de un joven de la edad con la que él contaba.

De repente notó algo extraño. Se trataba de un líquido rojo que comenzaba a derramarse desde el rostro del conejo. Su atención se enfocó rápidamente en la escena, y con reflejos rápidos, lo agarró del hombro, obligándolo a enderezar la espalda. La fuerza de su agarre dejó entrever la urgencia y preocupación en sus movimientos.

Ahí, frente a ella, la imagen hizo que cobrara sentido el comportamiento anterior.

La nariz del conejo sangraba a mares, un torrente escarlata que contrastaba vívidamente con su piel pálida. Sin embargo, lo que más la impactó fue la expresión imperturbable que mantenía en su rostro, como si no fuera consciente del sangrado abundante.

-¡P-PERDÓN POR HABERTE TOCADO LOS PECHOS!-Repitió el joven, alzando la voz en un esfuerzo por ser claro y sucumbiendo a la vergüenza que trató de ocultar, siendo delatado por el sangrado nasal, sin inmutarse por la sangre que seguía fluyendo de su nariz. Quien antes lucía sereno, ahora reflejaba una mezcla de disculpa y pena.

"¡TRATÉ DE MANTENERME SERENO PARA NO SUCUMBIR Y EVITAR DEMOSTRARLE EL EFECTO QUE MIS ACCIONES TUVIERON EN MI MENTE PARA QUE NO SE APROVECHARA DE ELLO, PERO MI CUERPO ME DELATA! ¡NO EXISTE HOMBRE QUE PUEDA PASAR POR ALTO RESTREGAR LA CARA EN UNOS PECHOS BIEN FORMADOS Y MANOSEARLOS POR MÁS ACOSTUMBRADO QUE ESTÉ A LAS MUJERES! ¡ES IMPOSIBLE GUARDAR LA CALMA EN UNA SITUACIÓN COMO ESTA!" Gritó internamente, mientras las piernas, brazos y labios le temblaban, sintiendo que la temperatura de su rostro aumentaba y la cabeza le daba vueltos al punto de marearlo, provocándole malestar y desorientación.

La seductora amazona quedó sin habla. En todos los años que lleva desempeñando la labor de sexoservidora no se había topado a un hombre así de particular e inocente.

Que se disculpara por un manoseo, que para ella no representaba nada del otro mundo, le parecía dulce y encantador.

-No hay problema. Solo respira y...-Quiso hacerlo entrar en razón, como si de un instinto fraternal se tratase.

-¡REITERO MIS DISCULPAS! ¡NO HA SIDO NI FUE INTENCIONAL TOCAR TU CUERPO SIN TU CONSENTIMIENTO! ¡LO LAMENTO ENORMEMENTE!-Bell no le permitía entablar la conversación o siquiera finalizar el diálogo al comportarse intenso e inquieto, justo la reacción esperada por parte suya.

La morena dibujó otra sonrisa en sus labios. Le encantaba ese completo extraño.

-Fufufu. Eres interesante y tierno. Quisiera verte en diferentes situaciones comprometedoras solo para admirar la reacción que tendrás-Posó su mano en la mejilla, ruborizada y con una expresión peligrosamente sexy.

La palabra "Interesante" provocó un shock de pies a cabeza en el albino, quien llevaba semanas sin que ese adjetivo lo usaran para referirse a él.

"L-La ultima vez que me llamaron así terminé siendo besado en Melen y golpeado por mis novias en ese entonces" Recordó, sudando frío, comprendiendo las intenciones de la mujer de enfrente.

-Jejeje. Ya aclarada la confusión supongo que volveré por donde vine...-Señaló la salida del callejón, retrocediendo con lentitud e incomodidad que se emitía en la risa falsa.

Antes de emprender la huida, otra mujer hizo acto de presencia, arruinándolo.

-Oye Aisha ¿Por qué hay tantos gritos proviniendo de aquí? ¿Qué le estás haciendo a ese cliente?-Una amazona de cabellera blanca apareció en la escena desde el mismo lugar por el que Bell, quien volteó hacia atrás, entró, posándose a espaldas suya.

-¡Waaaaaaa! ¡¿Quién es este chico lindo?! ¡Es totalmente mi tipo!-Dijo otra mujer morena de menor estatura, y edad por lo que supuso el conejo, si se les comparase con las dos anteriores acompañaba a la peliblanca. Era enérgica y animada, semejante a la actitud que adoptaba Tiona cuando algo le emocionaba.

Saltaba de un lado a otro cuando hizo contacto visual con una presa de su interés. Sus ojos, en específico la Iris, adoptó una forma de corazón característica de los mangas para adultos.

-Fufufufu. Lena tiene razón, es lindo. Da ganas de devorarlo-La amazona de cabellera blanca y de corta longitud expresó, inclinándose hacia adelante para mirar con mayor detenimiento a un potencial compañero de cama, relamiéndose los labios.

La piel del susodicho se estremeció y enchinó.

-¡N-No deseo contratar sus servicios para nada de eso...! ¡¿Mmmmm?!-Su nuca fue sujetada con fuerza por las manos de Aisha, aplastándolo de regreso en la prisión acolchonada de antes, que ahora sabía que se trataban de los senos de la prostituta.

-¡Aléjense Samira, Lena! ¡Yo lo vi primero y será mío! ¡Si quieren un pedazo de él deben esperar a que termine!-Aisha las amenazó. No lo soltaba ni por asomo por el temor de que alguna de ellas le robe la presa que capturó, similar a un león espantando hienas de la zebra recién cazada.

-¡¿Ehhhh?! ¡No seas egoísta!-Recriminó el par.

"Demonios. Es muy cómodo. Me siento seguro aquí" Pensó el joven, ignorando la discusión que se desarrollaba a cercanías suyas y que definiría la cantidad de líquido a reponer una vez lo soltaran.

"¿Eh? E-Espera, me va mover..." Su nariz se metió más profundo entre los pechos, embriagándose por el olor a sudor. Quizás un fetiche despertado o qué sabrá. Aunque fue lo suficientemente brusco como para sacarlo de la estúpida imaginación delirante que lo mantenía ajeno al exterior.

-¡Mmmmmm! ¡Mmmmm!-Se quejaba por la falta de aire mientras cada parte de su rostro se restregaba en los senos de la mujer, pidiendo sentir lo que había debajo de la tela morada que los cubría.

Aisha lo sacudía conforme retrocedía para alejarse de las insistentes compañeras deseosas de carne de conejo.

-¡No seas acaparadora!-Lena, molesta, habló, haciendo un puchero.

-¡Sí! ¡Ese niño está en buena forma y está en la flor de su juventud! ¡Sin dudas podría manejarnos a las tres al mismo tiempo sin dejarnos insatisfechas!-Añadió Samira, queriendo arrebatarlo, solo jalando aire.

-¡¿AL MISMO TIEMPO?! ¡ME MATARÁN!-Expresó airadamente la víctima, siendo ahogado por los atributos de la morena.

Si bien la negativa verbal se mantenía firme, el subconsciente de un muchacho de catorce años seguía siendo eso. Fue imaginándose la escena de Samira y Lena abrazándole desnudas los brazos mientras Aisha lo atendía por delante.

Una escena de deleite y placer. Sin embargo...

"¡YO SOY UN HOMBRE COMPROMETIDO CON SU HAREM!" Gritó, sacudiendo la cabeza para deshacerse de los pensamientos pecaminosos y alterando su respiración a consecuencia.

"Mantente sereno y analiza fríamente la situación. Saldrás de esta" Se dijo, dándose ánimos. Pero todo se fue al carajo cuando...

-¡Ah~!-Un gemido en exceso sexy se originó en Aisha.

"Ya es tarde..." Se rindió.

-No te muevas demasiado, querido. Siento tu aliento chocando con mis pechos y tu cara rozando mis pezones. Si sigues así me calentarás más y no tendré otra opción que hacerlo contigo aquí-La excitada mujer no bromeaba. Ya se esforzaba en no hincarle el diento a la carne de conejo ahí como para tolerar ataques a su interruptor de sexo.

-¡SI ERES TÚ LA QUE SIGUE RESTREGÁNDOMELOS EN LA CARA!-Le recriminó, molesto, con la boca aplastada en los senos bronceados de la amazona, causando el efecto de antes.

-¡Ah~! ¡Mmm~!-Aisha presionó sus labios, frotándose los muslos.

-¡DEJA DE GEMIR! ¡ES DIFÍCIL TENER LA CABEZA FRÍA SI CONTINÚAS HACIÉNDOLO! ¡SUÉLTAME QUE NO PUEDO RESPIRAR!-Volvió a quejarse.

La fuerza de su captora se mermó como consecuencia de los deseos carnales, permitiéndole a Bell separarse y por fin dar bocanadas de aire que llenaban sus pulmones luego de varios eternos segundos.

-Si no lo hacía pronto moría-Inhalaba y exhalaba precipitadamente.

Lena, curiosa y ya percibiendo detenidamente los rasgos que poseía, lo reconoció, trayendo consigo un problema mayor.

-¡Oh! ¡Ya sé de dónde te conozco! ¡Eres el Héroe de Babel, el aventurero sin falna derrotó a la familia Apolo en el juego de guerra y al minotauro a cercanías del gremio! ¡He escuchado las historias!-Vociferó, señalándolo. Sus ojos brillaban repleta de éxtasis y emoción. Definitivamente era idéntica a Tiona.

El temor se apoderó de Bell. Si antes de conocer su identidad lo querían comer, ahora que fue revelada no lo dudarían ni dejarían huir.

Volteó lentamente hacia Aisha y Samira, quienes analizaban, del mismo modo que Lena, su rostro.

Sus gestos pasaron de sospecha a confirmación. De confirmación a... impresión.

-Eres tú... quien derrotó a una criatura catalogada como nivel cuatro...-Musitó Samira.

-Aquel mocoso que peleó como una bestia descontrolada sin importarle las heridas y las hemorragias con tal de ganar. Que incluso hizo pedazos el cuerpo de su rival sin remordimiento...-Añadió Aisha.

-¿Por qué cuando dicen eso se excitan? Fue grotesco...-Sudor frío bajó frente y espalda del albino, sintiéndose pequeño ante las fieras.

Tragó saliva, a la espera de lo que vendría.

Las tres lo rodearon. Era la misma estrategia que los hombres de antes aplicaron con Mikoto y Chigusa.

-Un hombre de alta calidad como tú vino a nosotras por azares del destino ¿Cómo podríamos dejarte ir sin aprovecharlo? Con tu esperma seguramente haremos hijos que serán la cúspide de la raza-Dijeron al unísono con claras intenciones reproductivas y terroríficamente coordinadas.

Aisha posó la mano en la mejilla del joven y la acarició delicadamente, causando que él saltara.

-Pasaremos la noche contigo hasta que nos impregnes con tu semilla-Le hizo saber sus intenciones clara y explícitamente para evitar el surgimiento de dudas o negociaciones por su libertad que no llevarían a nada.

¿Vergüenza? ¿Qué es eso? ¿Se come? Ese era el modus operandi de las amazonas.

"Tengo de salir de aquí antes de que me dejen como limón exprimido" Lo que antes era miedo mezclado con curiosidad se volvió terror absoluto.

Retrocedió un par de pasos, pero su espalda chocó con la pared, haciendo que afrontara la situación comprometedora en la que se hallaba. No habría escapatoria teniéndolas rodeándolo para evitar justo eso.

Puso las manos enfrente para impedirles acercarse.

-Y-Yo no he venido al distrito del placer para eso-Se justificaba. Su voz diminuía de volumen.

Aunque lo gritara no convenciera a las deseosas amazonas dispuestas a raptarlo y violarlo.

"El poder princeso que me salvaba de último minuto en estos escenarios se esfumó cuando me volví adulto con Airmid. ¡No creí extrañar que me interrumpieran en momentos como este!" Pensó, echándole en parte la culpa a la sanadora por perder esa herramienta de escape con la cual ha contado desde que arribó a Orario.

-¡Solo vine a buscar a dos amigas! ¡Nada más! ¡Permitan que me vaya!-Lloraba al intentar razonar con ellas.

-Fufufufu. Resultó mejor para ti. En vez de dos amigas conseguiste tres dispuestas a cumplir tus fantasías y fetiches, alégrate-Respondió Aisha, relamiéndose los labios.

-¡NO ME REFIERO A ESE TIPO DE AMIGAS! De hecho ¡ESO NO PUEDE CONSIDERARSE UNA AMISTAD NORMAL!-Replicó Bell, entrando en desesperación.

Los suaves dedos de Samira y Aisha se paseaban por su pecho a manera de coqueteo. Lena en cambio curioseaba entre sus piernas hasta que sintió un objeto grueso y sólido en la bolsa de la chaqueta beige que vestía.

Al meter la mano y extraerlo, una sonrisa maliciosa de dibujo en su rostro.

-Fufufu. Para ser alguien que no busca divertirse en los burdeles vienes bien preparado-Avisó, enseñando un tubo que contenía cierta sustancia rosada y viscosa que las prostitutas del distrito del placer conocían perfectamente.

Bell palideció.

"¡E-Es lo que las amazonas del burdel me quisieron obligar a beber! ¡¿Como demonios llegó a mi bolsillo?!" Estaba sorprendido.

Lena volvió a meter el afrodisíaco en su sitio.

-Nos servirá más adelante. Mejor guárdalo-Le guiñó el ojo.

-¡Eso no es mío! ¡Me han implantado evidencia falsa que me inculpa! ¡Soy inocente!-Levantó las manos como si fuese un criminal y las tres amazonas policías.

-Ya me hartaron tus gritos y excusas. Los gritos que quiero oír ahora son los de placer que darás cuando lo hagamos, andando que la noche será larga-Aisha se relamió los labios y acercó sus labios a la cara del albino.

*Mua*

Le dio un beso en la barbilla y le lamió la mejilla, alterándolo y sonriéndolo.

Entre su brazo y torso se deslizaron los brazos de Aisha y Samira.

-¡H-Hey! ¡Esperen! ¡Les digo que no quiero eso! ¡Suéltenme!-Bell era llevado a rastras, directo a su destino.

"¡Si no escapo seré violado y mis novias sin dudas se enterarán, destruyendo el distrito del entretenimiento y luego matándome por haberme metido aquí sin supervisión!" Lloró internamente, arrepintiéndose de haber entrado.

Batallaba sin cesar. Forcejeaba para obtener una oportunidad de soltarse.

Lena se le subió encima de la espalda, reduciendo su capacidad de movilidad al aumentar el peso de su cuerpo.

-Jijiji por si se te ocurre huir. No te soltaré-Soltó una risita adorable, pero lo que decía distaba de alegrarle.

-¡AYUDA! ¡AYUDA! ¡ESTE CONEJO SERÁ COMIDO! ¡QUIEN SEA! ¡ACEPTO A LOS AL MIRAJ! ¡APOLO O QUIEN SEA! ¡AYUDA! ¡¿MMMMMM?!-Los gritos incesantes nuevamente fueron silenciados por los pechos de Aisha, quien ahora sí infundió toda su fuerza para que no se mueva mientras que en algún lugar del calabozo los monstruos tipo conejo sintieron que uno de los suyos estaba en peligro.

"¡Qué fuerte es! ¡¿Es una aventurera?! ¡No se compara con las prostitutas de antes!" Esto lo impresionó, sospechando que eran más peligrosas de lo que se imaginaban.

-Silencio querido. Guarda esas energías. Las necesitarás. No te soltaremos, así que...-Le acercó la boca a su odio.

-Flojito y cooperando-Susurró, mordiéndole la oreja.

En último piso de Belit Babili. Sede de la familia Ishtar.

-Auxilio...-La ayuda claramente no se presentó.

Nuestro conejo protagonista se hallaba con los brazos cruzados, agachando la cabeza y asustado en medio de un sillón donde Lena, acompañada de Samira, lo sostenían de los brazos por sí se le ocurría hacer alguna tontería

En su regazo Aisha se posicionaba como la dueña del botín, sentándose ahí y abrazándolo al rodearle el cuello con los brazos de forma afectuosa, frotando su mejilla a la de él.

"No te despiertes" Le rogaba a su excalibur, mordiendo sus labio inferior y presionando sus párpados contra sus ojos con fuerza para mantener bajo control los instintos intrínsecos de un joven calenturiento de catorce años por el buen formado cuerpo de la amazona.

Mordió tan fuerte que sangre empezó a derramarse cercana a la comisura del labio, deslizándose hasta caer a su chaqueta.

"Si no hallo el modo de escapar seré hombre muerto. Lo único que cambiaría sería la causa de muerte. Deshidratado o asesinado brutalmente por mis novias" Pensó, viendo de reojo la habitación con tapiz rojo e iluminación tenue como en el resto de las calles del distrito.

El recorrido para llegar a ese lugar fue largo. La sede de la familia del trío era extremadamente grande y rebosaba de mujeres, como se esperaría de una familia conformada únicamente por amazonas.

Aisha no lo soltó ni un segundo, temerosa de que se unieran a la orgía el resto de sus compañeras. Subieron las escaleras a ritmo lento por lo difícil que le resultaba maniobrar con el albino aplastado en sus tetas.

Sobra decir que gracias a la calorosa noche, el sudor en ese sitio se deslizaba y empapaba la cara del suertudo conejo que se sentía de distintas formas menos afortunado.

"Huir por el balcón es una terrible idea. Por lo que tardamos en subir intuyo que son aproximadamente veinte metros de altura. Si me lanzo no solo no sobreviviré, si no que decoraré el suelo con mi carne embarrada y sangre encharcándolo" La primera opción que considero fue descartada al instante. La distancia que los separaba del ras de piso era demasiada como para siquiera intentarlo.

Analizó más rutas de huida. El primer pasillo aledaño a la habitación fue rechazado al contactar con el balcón, por lo que solo le quedaban dos vías que se hallaban a la izquierda de su posición y al frente.

Si bien las opciones eran escasas, quedarse ahí era peor que arriesgarse. No obstante, el dilema daba inicio cuando a cada sitio que miraba entraban y salían amazonas. Algunas arrastrando hombres a las habitaciones, otras saliendo de las mismas complacidas aunque los sujetos que entraban con ellas no las acompañaban.

En la sala de espera, donde sus captoras aguardaban a su turno, también estaba infestado de amazonas.

"El pasillo que conecta a las escaleras está por la izquierda, enfrente se ubican las habitaciones del burdel y atrás solo hay pared, lo que se resume a que para largarme de aquí estoy obligado a cruzar por la vía común de entrada y salida" Suspiró pesadamente. Las oportunidades se disipaban y los contras superaban con creces a los pros.

-¡Tch!-Aisha chasqueó la lengua, rompiéndole la concentración.

-¿No hay habitaciones libres justo hoy que nos urge? Es como si los planetas se alinearan para hacerme esperar. Eso no es bueno para ti, entre mayor sea el tiempo, más ganas me dan de volverme salvaje en la cama-Se quejó por la tardanza, añadiendo un coqueteo al albino de a gratis mientras posaba su dedo índice encima de los labios del mismo, guiñándole el ojo.

Bell permaneció en silencio y volvió a agachar la cabeza. Palabras, razón o lógica son conceptos ajenos a la raza de mujeres guerreras y adictas al sexo.

Era extremadamente complicado estar sin reacción. Era admirar la fidelidad al protagonista al todavía no sucumbir.

-No te desesperes Aisha. Probablemente terminen pronto. Los gritos en la habitación a la que Frine entró dejaron de oírse desde hace minutos. No tarda en salir, así que prepárate para colarnos de primeras-Comentó Lena, despreocupada y señalando el cuarto al final del pasillo, del que, efectivamente, gritos desgarradores hicieron eco desde que llegaron, cosa que asustó al conejo, quien fingió no escuchar nada mientras rogaba por el alma de ese pobre compañero.

"¿Frine? ¿Quién es Frine?" Le surgió la duda. ¿Qué clase de prostituta es que inclusive hizo gemir y llorar a su compañero de cama?

-¡Tch!-Aisha volvió a chasquear la lengua, irritada. Su ceño se fruncía a la vez que las cejas encima de sus bellos ojos púrpura se arrugaban.

"¿Are?" La repentina reacción no pasó desapercibida.

-¿Esa maldita loca está aquí? Si lo ve seguramente querrá quitárnoslo. ¡No se lo permitiré!-Vociferó la morena, enojada y desbordando desprecio a la susodicha.

"¿Qué tan horrible ha de ser para que la loca que me secuestró le diga loca?" Una gota de sudor le bajó la frente al joven, sonriendo con nerviosismo mientras le temblaba la ceja.

-¿Y si follamos ahora? ¿Para qué esperar? Dudo que a alguna aquí le moleste-Sugirió Samira, ansiosa. Se unió a Aisha en la desesperación al enterarse de que Frine abandonaría el cuerpo prontamente, temiendo perderse un bocado y levantándole la camisa.

-¡¿AQUÍ?!-Bell replicó, saltando y forcejeando para que lo soltaran. La mujer en su regazo incluso se quitó.

-¡Hay un límite para las cosas! ¡Ser traído a la fuerza y en contra de mi voluntad es suficientemente malo como para que ahora pretendan que me desnude en público!

Aporreó las manos en sus rodillas, ya harto de estar en silencio, permitiendo que las chicas dijesen y decidieran lo que quisieran.

-¿Seguirás actuando así? Sé que eres virgen y tengas la estúpida mentalidad de que tu primera vez debe ser especial, pero estoy empezando a irritarme por tu comportamiento. No te preocupes, seremos amables contigo al empezar y cuando ya agarres el ritmo aumentaremos la intensidad. No eres el primer virgen que cae en mis garras, estarás en buenas manos-Aisha levantó el pulgar, en un pobre intento de levantar,e el ánimo y quitarle el miedo.

"¡Eso no me hace sentir mejor!" Gritó Bell en su subconsciente.

-Yo estoy comprometido en una relación ¿Eso no les importa? ¿Qué sentirían si su pareja fuese obligado a complacer a otras mujeres?-Apeló al sentimentalismo. No obstante, su quijada fue sujetada con fuerza por los fuertes dedos de la amazona, jalándolo.

Sus rostros se acercaron y el de Aisha lucía amenazante, oscura y severa, diferente a antes.

-Ese tipo de banalidades no podría interesarme menos. Relación o no. Viudo, casado, divorciado, eso es intrascendente. Nosotras nos regimos por los fuertes deseos de placer sexual propio de nuestra raza. Así somos las amazonas. Agarramos a los hombres que nos gustan. los usamos hasta que la diversión termina y los secamos. Llegado a eso, los desechamos. Aunque claro, contigo haremos la excepción por tus grandiosos genes, de no ser ese el caso, sufrirías el mismo destino. Solo embarázanos y podrás regresar con tu noviecita-Comunicó, mostrando su verdadera naturaleza. Feroz y directa, como las amazonas deberían ser, como la fama las describe.

El miedo que desapareció cuando las reprendió volvió a ser latente.

No hay argumento en contra de un comportamiento natural. Como concluyó tiempo atrás, la lógica y el sentimentalismo jamás tendría efecto en ellas.

-Suéltame-Bell la sujetó de la muñeca, apretándola.

Esto impresionó brevemente a la amazona.

"Se contiene... y aún así duele" Pensó, sintiendo el crujir de sus huesos.

Hizo caso y lo liberó.

-Como iba diciendo. No te irás hasta embarazarnos. Te sugiero que te esfuerces para embarazarnos. Entre menos tardes, menor será la espera para regresar con tu noviecita ¿Quién sabes? Tal vez vuelvas antes del amanecer-Añadió, ignorando lo anterior.

-O la siguiente semana...-Agregó Samira, relamiéndose los labios.

-Tal vez ni siquiera este mes-Continuó Lena.

-O en los que le sigan. Es difícil que quedemos embarazadas ¿Sabes? Espero que esa cara de inocente oculte tu ferocidad-Prosiguió Aisha, frotándose los muslos con las piernas al excitarse por el dolor causado con anterioridad.

Complementaban sus oraciones con exactitud, convirtiendo el discurso en una declaración irrefutable, una amenaza tétrica que sumiría en miedo y excitación a cualquier hombre que la recibiera. Bell no era la excepción, lo que evitaba que se sometiera era el amor a sus novias y el dolor que podría causarles si se enterara que permitió que eso sucediera.

Las tres se pusieron enfrente de él y lo rodearon. El nudo en la tela morada de los pechos de Aisha era desatado. El chaleco naranja de Leña se retiraba lentamente y el sostén blanco de Samira también. Ni había duda, lo obligarían a embarazarlas ahí mismo, ante las expectantes miradas de las amazonas de la familia Ishtar, sus compañeras.

-Te sacaremos hasta la última gota-Expresó Aisha, sonriendo.

El muchacho se sentía como un conejo emboscado por lobos hambrientos.

"No puede ser mi fin. No... Airmid, Shakti, Riveria, Tiona, Bache, Maria, Daphne, Cassandra, Alicia... Asfi... Aiz... Eina..." Pensó en algunas de las mujeres importantes en su vida. Aquellas que no quería herir ni decepcionar.

Una lágrima rodó por su mejilla. Su ceño se frunció, apretando el puño.

"No caeré aquí..." Declaró, decidido.

Las opciones se redujeron a una. Ya no vacilaría... pelearía.

Pelear en la casa de las guerreras amazonas no era igual a otras travesías que ha afrontado.

Desconocía el nivel que poseían. La información era escasa y le podría jugar en contra. Solo podía asegurar que Aisha era al menos nivel tres a finales o cuatro a inicios. Del resto, bueno, navegaba en la neblina sin rumbo.

"No quise enfrentarlas antes por esa misma razón. Si peleábamos en el callejón provocaríamos un alboroto que se extendería hasta el resto del distrito, dejando al descubierto mi presencia y participación en la misión. Al menos aquí tengo la seguridad de que la información será contenida en la sede entre sus miembros" Analizó fríamente.

"Si activo mi habilidad argonauta y noqueó a las tres, podré crear una apertura para escapar antes de que la conmoción pase y sus compañeras me sigan en el supuesto de que sean unidas. El problema vendrá luego de eso. Si prostitutas sin falna complicaron mi huida, aventureras como ellas lo harán casi imposible" Añadió, contando al resto de amazonas en la sala, quienes serían su principal preocupación de cumplir con éxito la primera parte del plan.

"Pero... ¿Qué hago para que bajen su guardia?" Interrogó. Una distracción vendría bien.

Respiró hondo.

"Perdóname Airmid, sé que te molestaría revelarle esto a cualquier extraño. Es que me he quedado sin opciones" Se disculpó profundamente con la médico.

-Oye Aisha...-Llamó a la morena.

-No te dejaré escapar. Ya no insistas-Replicó de inmediato la susodicha.

-No se trata de eso. Es que...-Prosiguió el conejo, sin perturbarse por la severidad de la fémina.

-Yo...-Conforme la respuesta avanzaba, las chicas se deshacían de las prendas.

-¡YO NO SOY VIRGEN!-Reveló, haciendo eco en el enorme edificio y siendo escuchado por los presentes.

Un abrumador silencio los azotó. El rechinar de las cama, los golpes contra la pared y los gemidos de placer cesaron. El único sonido era el producido por los ventiladores en el techo y el cantar de los grillos.

-¿Cómo...?-Cuestionó Aisha.

-Antes supusiste que era virgen. Estas equivocada, no lo soy. Al menos no desde ayer en la noche-Se aclaró Bell, adicionando detalles al desvergonzado comentario.

-¡Haber empezado por ahí! ¡Eso facilita las cosas!-Ella lo rodeo con su brazo, dándole palmadas en la espalda, relajándose.

"Esa no era la reacción que esperaba" Dijo el joven en subconsciente.

-Para alguien dejó de ser virgen sigues actuando como tal. ¿Qué te impide entonces que nos rellenemos con tu semen?-Quitada de la pena, Lena interrogó.

-¡Que no sea virgen no significa que acepte hacerlo con quien sea! ¡Tuve que tener tres meses de relación con Airmid para juntar el valor!-El nombre de la que graduó al albino fue revelado.

Las morenas palidecieron.

"¡EN SERIO PERDÓNAME AIRMID! ¡SEGURAMENTE EL RUMOR CORRERÁ POR LAS CALLES DESPUÉS DE HOY!" Lloraba por dentro, asustado de la reacción que su novia tendría.

-¿A-Airmid? ¿Airmid Teasanare? ¿Dea Saint? ¿Esa Airmid?-Samira repitió, queriendo asegurarse de que se tratara de la famosa médico de la ciudad de Orario.

-Dudo que haya otra mujer llamada "Airmid" en la ciudad-Respondió el conejo.

-¡Oh! Eso explica por qué te niegas a nuestros deseos. Solo mira la clase de mujer que conquistaste, hemos de parecerte poco a comparación con ella-Lena declaró, consciente de la figura imponente y célebre de la curandera. Le resultaba razonable el comportamiento hasta ahora del joven aventurero.

-¡Sí! Lo escucharon de mí ¡Airmid Teasanare es mi novia!-Bell infló su pecho, orgulloso.

Las caras de asombro se manifestaron en las oyentes del chisme. Aquel chico sostenía una relación sentimental que escaló a carnal con la peliplateada.

-¡Hmph! ¡¿Y eso qué?! ¡¿Acaso dice que no puedo satisfacerte igual que la santa?!-Aisha, celosa por las alabanzas hacia una mujer que hasta hace poco era virgen, mostró malestar por la comparación. No había forma de que su basta experiencia sea eclipsada por esa mocosa.

-Pues así que digas santa, santa, lo que se dice santa pues ya no es ¿No lo escuchaste?-Lena se asomó a espaldas de su compañera, recordándole ese detalle.

Bell sonrió con confianza. Al fin halló el talón de Aquiles de la morena.

-Si lo pones de ese modo suena mal. No es lo que quise que interpretaras, pero he de admitir que hacerlo la noche y mañana entera me agotó. No llevo despierto ni cinco horas-Presumió, mirando de reojo a sus captores, quienes seguían sin dar crédito a la noticia.

Aisha volvió a arrugar la nariz.

-Además, todavía debo cumplirles al resto de mis novias ¡Es el deber que me he propuesto como su pareja!-Añadió, levantando el puño y emitiendo el mensaje.

-¡¿NOVIAS?!-El trío mordió el cebo, gritando con sorpresa.

-Sí, novias. Airmid fue la primera y le siguió Shakti, después Riveria, Tiona, María, Alicia, Daphne, Cassandra, quiero creer que Bache y...-El chico las nombraba una a una, sosteniendo su barbilla y riendo con alegría, rebosando de arrogancia por su logro.

Conforme las mujeres iban siendo reveladas, la expresión en las amazonas cambiaba a terror.

Entre ese enorme Harem había bellezas sin igual que rivalizarían con la propia Freya-Sama en ese aspecto. De no ser suficiente, también eran extremadamente famosas e incluso poseían un enorme poder como aventureras al pertenecer a varias de las grandes familias de Orario.

"H-Hemos raptado al novio de esas peligrosas chicas..." La primera en demostrar arrepentimiento fue Lena.

"R-Raptamos a la pareja de dos miembros de la familia Loki. Y para empeorar la situación, una de ellas es la princesa de los elfos..." Le siguió Samira, consciente del riesgo que representaba la figura de la pelijade.

"Y si la memoria no me falla... ¡¿SHAKTI NO ES LA CAPITANA DE LA FAMILIA GANESHA?! ¡SON LA POLICÍA DE ORARIO!" La menor de las amazonas entró en pánico absoluto.

Ninguna mencionaba a Airmid. Su propio desconocimiento de las verdaderas personalidades de las novias del conejo no les permitía darse cuenta de que, entre todas, era la más peligrosa.

Sudaron frío, tragando saliva y abrochando chaleco y sostén respectivamente, desanimándose. Ya no estaban tan seguras de querer carne de conejo.

Los murmullos del resto compartían la información, expandiendo el conocimiento de la noticia. Gracias al ruido, hubo irritación por parte una de las presentes.

-¡BASTA YA!-Vociferó Aisha, callándolas.

Se aproximó peligrosamente al conejo, quien retrocedió hasta que su espalda chocó con la pared.

La morena puso el puño al costado de su cabeza, impactando el sólido cemento y haciendo temblar la estructura. En resumidas cuentas, le hizo un Kabedon.

-Cuando pruebes lo que una mujer con experiencia puede hacer, te olvidarás de ellas...-Dijo, sonriéndole con confianza en sus habilidades. Manchaba su honor y agrietaba su autoestima que ese mocoso pretendiera menospreciarla.

No obstante...

-¡HUELO A UN HOMBRE JOVEN!-Una voz ronca y varonil resonó que, a pesar de que no lo pareciese, pertenecía a una mujer.

El sonido reverberó a lo largo del pasillo que conectaba la sala de espera al corredor de habitaciones, expandiéndose con una intensidad inquietante hasta llegar a oídos de los que se encontraban en el primer sitio mencionado.

En ese instante, las tres Amazonas presentes giraron bruscamente hacia la fuente del estruendoso anuncio. Sus rostros, habitualmente serenos y en control, se transformaron en una mezcla de frustración y enojo. Los músculos de sus mandíbulas se tensaron y sus ojos destellaron con una furia contenida, reflejando el desagrado que sentían ante la interrupción inesperada. La tensión en el ambiente se palpaba, una energía eléctrica que hacía difícil respirar, como si el aire mismo se hubiera cargado de una amenaza latente.

-Tardamos demasiado en actuar. Ya está aquí-Avisó Aisha, pasando atrás suyo a Bell, con la esperanza de que no captara la atención de quien se avecinaba.

Pasos agigantados hicieron retumbar el piso, reverberando a través de las paredes y el suelo. Cada fibra muscular del albino se tensó, sus instintos alertando de un peligro inminente. Su interior se llenó de miedo, una sensación helada que le recorría la columna vertebral.

Conforme los pasos se acercaban, la figura de la mujer se volvió más visible. Era alta y musculosa, o gorda dependiendo de la vara con la que se le calificara, su presencia imponía con cada zancada. Su rostro... bueno, el narrador prefiere no entrar en detalles. Los ojos, llenos de una intensidad salvaje, buscaban al joven con una precisión depredadora, y una sonrisa siniestra se dibujaba en sus labios, anunciando que había encontrado su presa.

En serio Omori ¿En qué mierda pensabas al crear a ese personaje? ¡Da más miedo del que el dragón negro daría cuando haya imágenes oficiales de él!

"Y-Yo no soy de los que se atrevería a criticar el físico o apariencia de una mujer, eso no forma parte de los valores que me inculcaron, pero eso de allá... e-eso..." Al ver cara a cara el peligro y conocer a la dueña de semejante voz ronca, Bell no pudo evitar desarrollar un prejuicio extremadamente acertado sobre ella.

"¡ES HORRIBLE! ¡NO HAY OTRO ADJETIVO QUE LA DESCRIBA MEJOR! ¡ES UN HORRIBLE SAPO GRANDE Y GORDO!" Finalizó su opinión, retrocediendo y temblando como nunca antes.

Con un solo vistazo, la mujer reconoció al albino, arrinconado contra la pared por sus compañeras. Sus ojos se abrieron con júbilo, iluminándose con una chispa predatoria. La sonrisa de antes se extendió en mayores longitudes, mientras se saboreaba la posibilidad de haber encontrado una nueva presa. La tensión en el aire aumentó, y el joven sintió cómo su miedo crecía ante la mirada voraz de la ¿Mujer?, consciente de que no había escapatoria fácil.

"Sí, definitivamente los dioses me han abandonado. Antes estaba jodido pero con la posibilidad de salir vivo, ahora, si soy atrapado por eso, no quedará hueso alguno a romperme" Concluyó, riendo con nerviosismo y evitando a toda costa el contacto visual. El estómago se le revolvía y temía vomitar, lo que sería contraproducente en su plan de distraer a los presentes y correr como alma que lleva el diablo.

-Trajeron un festín apetitoso. Sin dudas ese mocoso del juego de guerra me dará mucha diversión esta noche-La mujer sapo se relamió los labios, queriendo alcanzarlo con sus sucios y gordos dedos de salchicha.

"¡N-NO ME TOQUES!" Lloró el conejo.

*¡Plaz!*

Pero recibió un manotazo de Aisha, haciéndola retroceder.

-¡Vete a la mierda sapo de cuarta! ¡Ese hombre yo lo encontré, me pertenece!-Defendió lo que era suyo. Bueno algo así

"¡Gracias Aisha!" Agradeció el albino en su subconsciente por la intervención de la mujer que segundos antes quiso evitar. Bien dicen que si algo es malo, puede ser peor y el ejemplo claro es Aisha y Frine. Casi que prefería hacerlo con las tres de antes que pasar un minuto a solas con esta última.

-¡Cada que traigo a un hombre con potencial lo arruinas al querer "Probarlo"! ¡Esta vez no te lo permitiré!-Añadió la amazona, aumentando la estima que su protegido le tenía.

"¡Si salgo de esta, prometo rezarte a diario, Aisha-Sama!" El susodicho juntó sus manos a manera de rezo y reverencia.

-Kukukuku. Es que no hay nadie a mi nivel. Pero por lo visto ese chico puede estarlo. Solo basta recordar lo bien que resistió los golpes y azotes en el juego de guerra ¡Me excita imaginármelo en la cama!-Replicó Frine, retorciéndose del placer.

"¡HASTA LA FORMA EN LA QUE SE RÍE ES ASQUEROSA!" Las sorpresas no dejaban de aparecer. Cada que la escuchaba hablar o reír la opinión grotesca del muchacho sobre ella se potenciaba.

"¡¿Y a qué se refiere con que nadie está a su nivel?! ¡¿Acaso se los come?! ¡Si me dijera que se los come no lo dudaría, maldito monstruo!" Bueno, comenzaba a delirar y exagerar. Aunque no lo culpo, imagina estar cerca de esa cosa.

-¡NO HAY NADIE A TU NIVEL PORQUE NINGÚN HOMBRE ESTÁN ASQUEROSO Y DESPRECIABLE COMO TÚ! ¡MALDITA MUJER SAPO CON OLOR A CLOACA!-Aisha seguía el intercambio de insultos y ofensas. Se notaba la ira acumulada que le tenía.

"¡ESO AISHA! ¡DICELO DE FRENTE Y SIN MIEDO! ¡TE APOYO!" Celebraba Bell, siendo partidario del equipo de la amazona sexy.

-¡¿QUÉ MIERDA FUE LO QUE DIJISTE, PERRA ESCUÁLIDA?!-Frine sucumbió a las ofensas, encarando a la morena.

"¡TE DIJO LA VERDAD! ¡NI MÁS NI MENOS!" Bell se tomaba muy personal ese conflicto, sin el valor de poner sus pensamientos en palabras.

La discusión estalló entre ellas con grandes gritos, liberando una oleada de frustración acumulada que las consumía. Las Amazonas se enfrentaban cara a cara, su odio mutuo evidente en cada palabra furiosa que intercambiaban. No era la primera vez que Frine intentaba arrebatarles a un hombre para dejarlo como un cascarón vacío, y esa historia compartida avivaba aún más las llamas de su conflicto.

En medio de ese caos, Bell logró retomar el control de su mente. Su confusión y miedo se disiparon lo suficiente como para apartar cualquier favoritismo que pudiera sentir hacia Aisha en la disputa. Sabía que debía mantenerse alerta y preparado para cualquier cosa, mientras la tensión en la sala alcanzaba un punto crítico.

"Es cierto, gane quien gane yo seré el premio. Lo olvidaba" La ceja le tembló al rememorar ese minúsculo, pero importante, detalle.

Si se quedaba ahí sería devorado y traumatizado, como si necesitara más traumas sobre su ser. Lo harían pedazos física y psicológicamente. Ya se veía estando en la ducha sentado en un rincón mientras el agua de la regadera caía y abrazaba sus piernas diciéndose "¡Eres una puta, Bell! ¡Una puta!".

"¡NECESITO EVITAR ESE DESTINO!" Repitió, motivado por el miedo.

Fue entonces cuando Bell miró a los lados y notó que nadie le prestaba atención. Ellas estaban tan enfrascadas en su discusión que lo ignoraban por completo.

"¡Una oportunidad!" Celebró en silencio, deslizándose lentamente por la pared, evitando cualquier ruido que pudiera delatarlo, como si de una lagartija cazando una cucaracha se tratara.

Mientras se desplazaba, cada breve microsegundo, echaba un vistazo hacia ellas, asegurándose de que seguían inmersas en su disputa sin prestarle el más mínimo de atención. Sin embargo, al alternar su mirada entre el camino de huida y las amazonas, se percató de que algunas lo vigilaban y las voces cesaron abruptamente.

Estaba en el ojo del huracán, rodeado por las dos mujeres en conflicto y el resto de las morenas en la sala que no se habían unido a la discusión. El aventurero se plantó frente a ellas, respirando hondo y exhalando del mismo modo.

Estiró las piernas y los brazos, como si estuviera haciendo un ejercicio de calentamiento, preparándose para la siguiente fase de su plan.

-Muy bien. Ha de ser suficiente con eso-Dijo, sacudiendo piernas y brazos.

Mirándolas decidido y serio, inhaló aire, respirando hondo hasta que sus pulmones se llenaran al máximo de su capacidad.

Abrió la boca. Las chicas y el sapo esperaban a lo que tuviese que decir antes de realizar movimiento alguno.

-¡NO ME ATRAPARÁN CON VIDA! ¡ADIÓS!-Gritó con fiereza, girándose y arrancando a correr con toda la fuerza de piernas y espíritu que logró recaudar.

-¡QUIEN LO AGARRE PRIMERO SE LO QUEDA!-Sus perseguidoras dieron la oferta, comenzando así la cacería del conejo en la que cualquier mujer en el recinto podía unirse.

La escena del burdel de antes se repetía.

Las piernas del albino se movían a gran velocidad, dando saltos de un puño a otro para esquivar a quien quisiera atraparlo con exactitud y gracia, como si de una bailarina se tratase o del animal del que su apodo "Conejo" proviene.

Corría lo más rápido que podía, sus pasos resonaban en el pasillo mientras sentía la adrenalina recorrerle el cuerpo. Activaba brevemente su habilidad Argonauta en los pies, lo que le daba ráfagas de velocidad que apenas lograban mantenerlo un paso por delante de su principal perseguidora y preocupación.

A pesar de su tamaño, la horrible prostituta era sorprendentemente rápida. Cada vez que pensaba que había ganado un poco de distancia de ella, la oía acercarse y su sexto sentido le alertaba. El pánico y la desesperación lo impulsaban a seguir corriendo, sabiendo que cualquier error podría ser fatal.

"Debe ser una primera clase o cercana a convertirse en una. De tratarse de segunda clase dudo que exista la posibilidad de que haya alguien igual de rápido que yo. Además su físico no coincide con su velocidad" Pensó, vigilando de reojo su espalda para tener un panorama claro de lo que le aguardaba si se detenía por una fracción de segundo. También no olvidaba vigilar el frente, consciente de que las demás no dudarían en interceptarlo.

-¡VEN AQUÍ!-La enorme mano de la mujer sapo se extendió para agarrarlo, Bell movió su mano hacia él frente para evitar que lo tomaran por sorpresa y jalaran hacia ella.

Siguió con su estrategia de desplazarse en diferentes direcciones del camino. Para enemigos de gran tamaño, si planeas huir, lo mejor es no seguir una ruta fija.

Bajaba las escaleras, o mejor dicho, saltaba de ellas, tomando tres o cuatro escalones a la vez en su desesperada carrera. No tenía tiempo para preguntarse si lo seguían; él huiría hasta que se sintiera seguro.

Por alguna razón, más amazonas se fueron uniendo a la persecución. El caos en el edificio aumentaba con cada segundo, sus pasos resonando y sus voces llenando el aire con gritos de alerta.

De repente, una de ellas se plantó directamente enfrente de él, bloqueándole el paso. Sin detenerse, Bell derrapó en el suelo y se deslizó debajo de sus piernas con una agilidad sorprendente.

La subida y la bajada de las escaleras estaban repletas de mujeres, dejándole solo una opción... tirarse por el medio de las escaleras de caracol.

-¡Ya no hay escapatoria!-Dijeron al unísono. Frine tomaba la delantera.

El conejo miró a los lados, percatándose de que efectivamente, sus dos vía fueron cubiertas.

Sonrió, confiado.

-¡NO SUBESTIMEN LA CAPACIDAD DE UN COBARDE PARA HUIR! ¡ADIÓS!-Sin dudarlo, se lanzó hacia el vacío, cayendo varios metros abajo. El viento silbaba en sus oídos mientras descendía, sus ojos fijos en el suelo que se acercaba rápidamente.

Todas se apresuraron hacia el barandal para ver si el idiota seguía vivo. Desde arriba, observaron con asombro cómo Bell realizaba un aterrizaje de superhéroe, creando un enorme cráter en el pasillo principal.

Sin perder un segundo, Bell se levantó y comenzó a correr de nuevo, su instinto de supervivencia empujándolo a huir de ahí lo más rápido posible. Cada músculo de su cuerpo gritaba por el esfuerzo, pero él ignoraba el dolor, concentrado únicamente en escapar.

-¡NO MURIÓ! ¡VAYAN A POR ÉL!-Retomaron su persecución las morenas, luego de asegurar el bienestar del estúpido y escurridizo conejo.

Las gotas de sudor se deslizaban por la frente del muchacho, impidiéndole ver con claridad. No obstante, ya no fue necesario, la cantidad de prostitutas en la primera planta era mínima, por lo que le fue sencillo dar con la enorme puerta de entrada y salida de la mansión.

-¡HARÉ TRIZAS ESA PUERTA!-Gritó a todo pulmón, inclinando su cuerpo a un costado para cargar su puño. La energía color blanco fue emanada y...

*¡PUUUUUUUUUUUUUM!*

De un sólido golpe la destrozo, mandándola a volar varios metros adelante y despedazándola en el acto a pesar de que se notaba la buena calidad de madera con la que se hizo.

"Estoy casi seguro de que eso no era necesario" Ya con la mente fría opinó sobre lo innecesario que fue romperla.

Se apresuró a salir, ignorando los escombros y la nube de polvo que se elevó por su impulsividad pero identificando la figura de otra mujer hermosa que compartía rasgos con sus perseguidoras. Ella lo veía, pasmada y sin habla por lo que acababa de presenciar.

"¡OTRA AMAZONA!" Pensó, evitándola y corriendo.

La susodicha lo vio huir y su atención se dirigió lentamente al enorme cráter en el pasillo central de la sede.

Una cara de sorpresa se le dibujó en el rostro, la cual cambió rápidamente a enojo.

-¡¿QUÉ MIERDA LE HICISTE A MI HOGAR?! ¡¿QUIÉN TE DIO EL DERECHO DE DESTRUIRLO?! ¡SOY LA DIOSA ISHTAR, IDIOTA!-Vociferó, estallando en furia y revelando a gritos su posición de diosa, al igual que dando a entender que era la dueña de Belit Babili.

Eso no pudo importarle menos a Bell, quien no le prestó ni el mínimo ápice de atención, yéndose a las prisas de ahí sin darse el tiempo a escucharla o disculparse por los daños causados a la morada.

Aun irritada, pero no distraída, noto que la mayoría de sus hijas de la familia salían detrás del antes mencionado, pasando una a una de ella.

-¡¿Quién es ese maldito mocoso y por qué lo están persiguiendo?!-Les cuestionó, molesta de que no la saludaran siquiera.

-¡HÉROE DE BABEL! ¡SEXO! ¡BEBÉS! ¡LA QUE LO ATRAPE PRIMERO PROBARÁ SU ZANAHORIA!-Palabras sin sentido y orden fue lo que le respondieron conforme cruzaban.

-¡¿Que se supone que significa eso?!-La frustración en Ishtar era mayúscula.

Frotó sus párpados con desdén y mordió su labio inferior.

-¡SÓLO ATRÁPENLO Y TRÁIGANMELO! ¡DEBE PAGAR POR LO QUE HIZO!-Dio la orden.

-¡HAI!-Fue acatada al instante.

De repente, toda la mansión quedó vacía a excepción de Ishtar, quien observaba desde las sombras.

Bell continuaba corriendo a toda prisa, con su mente enfocada únicamente en escapar, ignorando a los transeúntes y las ofertas de las prostitutas en la calle. Sabía que si continuaba en la avenida principal sería atrapado o visto, por lo que se metió a un callejón y, con un salto ágil, se encaramó a uno de los techos.

Desde esa posición elevada, dudaba que lo buscaran. El aire fresco de la noche le daba un breve respiro mientras avanzaba de un tejado a otro, buscando un lugar seguro donde finalmente pudiera detenerse y evaluar su situación.

-¡LO LOGRÉ! ¡PUDE DEJARLAS ATRÁS! ¡SOY UNA BESTIA! ¡SOY EL MEJOR!-Celebraba eufóricamente, saltando a mayor altura producto del éxtasis.

Surcaba los techos como un hábil ninja. Nada le impediría volver a casa. Ya podía oler el dulce aroma de sus amadas novias recibiéndolo en su hogar.

No obstante, bien dicen que cantar victoria antes de tiempo es invocar a la mala suerte...

Su pie derecho, el cual daba un paso adelante, pisó en las tejas del techo de uno de los burdeles y... se hundió, indicando que se rompió.

-Okey, esto es culpa mía. Hablé de más-Concluyó, suspirando pesadamente, afrontando su destino.

*¡CRASH!*

Un enorme agujero se formó en el techo, haciendo que cayera desde ahí al interior del establecimiento de espaldas, dándose un fuerte golpe pero, gracias a los dioses, no atravesó más pisos.

-¿D-Dónde estoy?-Cuestionó.

Al ponerse de pie después del golpe al suelo, Bell se desorientó momentáneamente. Miró a su alrededor y vio que...

"Mierda..." Pensó, tembloroso y asustado.

Estaba de nuevo en el burdel del que había huido la primera vez. El enorme agujero en la pared a su derecha a escasos centímetros de su posición se lo confirmaba.

Una nube de polvo se levantaba, impidiendo que lo viesen, pero sabía que una vez esta se disipara, su ubicación sería revelada hacia las estruendosas voces que se escuchaban al otro lado, interrogando de quien se trataba .

Desesperado, hizo lo único que se le ocurrió y se metió en la primera habitación que vio, rogando que estuviera vacía. Cerró la puerta rápidamente y pegó la espalda contra ella, respirando con dificultad y tomando aire después de la frenética carrera. Sus pensamientos eran un torbellino mientras intentaba idear su próximo movimiento.

Sus piernas vacilaron, agachándose, posando las manos en la rodilla y tragando saliva, recuperando el aire.

-N-Ni en la pelea a muerte contra Jacinto me sentí tan cansado como ahora. ¿La resistencia de las amazonas tiene un límite?-Murmuró, alterado. El pecho le presionaba y los pulmones le ardían.

No obstante, olvidó el pequeño detalle de asegurarse de que la habitación estuviese efectivamente vacía. Notando algo extraño a sus pies, bajó la mirada y ahí estaba... ¿Una mujer en posición de dogeza enfrente suyo?

La sorpresa lo dejó sin palabras por un instante. La mujer, con la frente tocando el suelo, parecía estar en una postura de sumisión total. Bell se quedó congelado, su mente intentando procesar esta nueva y desconcertante situación.

-Lo estaba esperando, señor-Dijo la fémina, despegando la frente del suelo hecho de madera y viéndolo directamente, todavía hincada, revelándole su identidad.

Los ojos del conejo se abrieron con sorpresa.

"Es... es la renard de antes..." La poca calma recolectada al sentirse segura se disipó. Su corazón volvió a acelerarse.

El sentimiento de familiaridad que lo abordó al verla por primera vez se manifestó nuevamente.

-Mi nombre es Haruhime y seré su acompañante esta noche. Por favor, permítame aliviarlo-Comunicó la rubia, sonriéndole de forma ligeramente como si fuese un protocolo establecido o líneas ensayadas con antelación que no le agradaba recitar.

Por alguna razón, a diferencia de las prostitutas de antes, la mirada de la hermosa renard no reflejaba lujuria ni deseos carnales. Sus ojos mostraban una emoción diferente, una que no asustaba al conejo, reflejaban calma y compasión, como si comprendiera la desesperación que él sentía aunque malentendiendo el motivo de la misma.

A pesar de ello, el joven sintió que podía bajar la guardia, aunque fuera por un momento. La tensión de su cuerpo comenzó a disiparse, y respiró un poco más tranquilo, consciente de que, al menos por ahora, no estaba en peligro inmediato.

Ella se puso de pie, sujetándole con ambas manos de forma delicada y suave. Sus manos... eran realmente frías y delgadas, como si de una muñeca de porcelana se tratara.

-Venga conmigo-Declaró, llevándolo con leves jalones hasta el futón matrimonial puesto en el centro de la habitación.

-N-No... yo.. e-espera. No he venido a...-Se quejaba en voz baja el conejo, pero cediendo en parte a las intenciones de la rubia.

No era igual a lo de antes. Parte dentro de él le impedía huir y negarse como veces pasadas.

Ambos descendieron, arrodillándose en la suave colcha de debajo.

-Todo estará bien. Permítame tomar el control, usted solo relájese-Declaró Haruhime en un tono amable que distaba de lo que buscaba hacer.

Ella retiró lentamente la faja de su hermoso kimono rojo floral, provocando que este comience a caerse.

-¡¿Q-Qué es lo que haces?! N-No es correcto ir mas allá...-Bell desvió la mirada, avergonzado.

Haruhime posó su dedo índice encima de los labios del susodicho, silenciándolo de manera sexy.

-No poseo mucha experiencia, pero espero que pueda lograr hacerlo sentir mejor-Esa última frase tuvo un fuerte efecto en el "Cliente" ruborizándolo a niveles inimaginables.

Haruhime lo tomó de las muñecas, dirigiéndolas a las zonas donde él la sostendría.

Lentamente se acostaron en el futon, quedando uno en cada extremo. Sus miradas se mantenían fijas en el otro.

-N-No puedo. No es correcto...-Le incomodaba la cercanía. El dulce olor que el cuerpo de la rubia emanaba le encantaba, impidiéndole negarse a los avances de la renard.

Su rostro era acariciado con delicadeza y tacto. No lo trataban como un mero pedazo de carne, no... Haruhime se tomaba su tiempo para hacerlo sentir querido, vulnerando sus defensas.

Él cedió, dejándose llevar por lo bien que se sentía, cerrando los ojos para amplificar la experiencia.

Los segundos pasaron y las caricias cesaron.

Haruhime se levantó ligeramente y...

-Permítame desvestirlo-Declaró con el kimono casi caído, posándosele encima.

-¡E-Espera!-Bell quiso levantarse pero su pie resbaló con la tela.

*¡PAM!*

Un sólido golpe hizo temblar el suelo.

-¿Se encuentra bien?-Preguntó Haruhime. Sus rostros se acercaron peligrosamente.

La hasta ahora calmada renard se ruborizó habiendo sucedido eso, demostrando que incluso ella podía sentir vergüenza en esta situación a pesar de su labor como prostituta.

Desviaron la mirada al mismo tiempo.

-C-Continuaré, mi señor-Dijo, titubeando.

Deslizó las manos hacia el pecho del conejo, que poco o nada hacía para impedirlo.

-E-Esto no es correcto. Está fuera de los límites...-Se quejaba en voz baja, levantando sus temblorosas manos para impedírselo.

La chaqueta fue desabrochada.

Bell cerró los ojos, temiendo que si hacía algo en respuesta podría lastimarla por lo frágil que lucía la renard. Ella parecía delicada como una flor, como el cristal.

No podía tratarla igual que al resto de amazonas de antes. Su apariencia frágil y vulnerable, le recordaban lo diferente que era esta situación. Parecía que en cualquier momento podría romperse, y eso lo llenaba de una extraña mezcla de protección y cautela.

Sin embargo, si no la detenía lograría su cometido y eso herirá a sus novias. No debía dejarse llevar por sus deseos carnales por más placentero que se sintiese.

-¡Haruhime, yo no estoy aquí por eso!-Alzó la voz, sujetándola de la muñeca para evitar que siguiese desanudándolo.

Ella permaneció en silencio, temblando. Susurraba algo extraño que no era fácil de escuchar para el conejo aun estando a escasos centímetros de su boca.

De pronto, una sílaba fue pronunciada de forma audible.

-C-Cla...-Musitó.

-¿Cla?-Repitió el joven, confundido al no poseer el contexto adecuado para comprender el significado.

-¡LA CLAVÍCULA DESNUDA DE UN HOMBRE!-Haruhime se puso de pie de repente en un solo movimiento, para luego caer encima de su cliente y... ¿Desmayarse?

La habitación fue llenada de silencio y calma.

El muchacho todavía tenía el cuerpo de la sexoservidora encima suyo. La ceja le temblaba ante la sorpresa.

"Esto sin dudas es lo más extraño que me ha pasado esta noche" Pensó, bajándole sudor de la frente.

La apartó de encima, acostándola sobre el futón con delicadeza, posicionando la almohada debajo de su cabeza para elevarla.

En ese proceso, la rubia no mostró señales de despertar, confirmando el desmayo.

Él volteó a todos lados, viendo que esa era su oportunidad de huir. Se asomó por la ventana de la habitación, dispuesto a saltar por ahí, pero notó que había amazonas en los callejones, buscándolo incansablemente.

Rápidamente se metió de nuevo y la cerró con cuidado, evitando causar cualquier ruido que avisara su ubicación.

"Sí... definitivamente no puedo irme ahora" Concluyó ante el caos al exterior.

Se tiró al suelo, apoyando la espalda sobre la pared, recostándose para descansar.

Ha sido una noche larga precedida de una tarde difícil, un amanecer del que no se acuerda y una madrugada increíblemente cansada.

Por fin podía respirar y calmarse. No sentía la urgencia de irse ni el miedo de acompañar a la desmayada renard. Y de cierta forma quería hablar con ella para aclarar la confusión.

La vía acostada y una sonrisa se dibujaba en sus labios.

Miró al techo.

-¿Qué es lo que me pasa?-Preguntó al aire, golpeando la nuca con la pared, muy frustrado.

Pasaron los minutos y la renard, poco a poco, comenzó a recuperarse del desmayo, despertando lentamente. Sus ojos se abrieron con parpadeos lentos y su respiración se estabilizó.

Una vez calmada y consciente, Bell aprovechó la oportunidad para explicarle la situación. Con voz suave pero urgente, le comentó los motivos de su llegada, diciéndole que no era un visitante, sino que había aparecido allí para evitar ser alcanzado por las mujeres que lo perseguían.

La renard lo escuchó atentamente, sus ojos mostrando una comprensión tranquila. A medida que él hablaba, sintió que la tensión en la habitación disminuía, y por primera vez desde que comenzó su huida, no temía quedarse en un lugar dentro del distrito del placer, hallando la seguridad que anhelaba.

Ya aclarado todo, Haruhime se apenó por sus actos precipitados.

-¡L-Lo siento mucho! ¡Le hice pasar un mal rato al confundirlo con mi cliente y terminé avergonzada!-Se disculpo, adoptando la posición de dogeza por segunda ocasión en la noche.

-No te preocupes. La culpa es mía por haberme colado en tu habitación para esconderme-La tranquilizó el conejo, tomándola del mentón con un delicado toque para que levantara la cara.

La rubia volvió a sentarse a su lado, debajo de la ventana, tras ser perdonada y desprendida de la responsabilidad.

-Yo no debería estar aquí. Vine con la misión de rescatar a un par de amigas y me perdí por culpa de lo impulsivo que tiendo a ser. Supongo que mi talento natural para meterme en problemas en un poder propio y no de mis almas-Opinó, disminuyendo el volumen de su voz conforme las palabras salían.

Su mente divagaba.

"Espero que Lili y Welf hayan podido interceptarlas y ayudarlas" Expresó sus mejores deseos, añorando que se cumpliera la meta.

La renard movía su cola de un lado a otro, visiblemente apenada. Aunque no estaban haciendo nada inapropiado, compartir la habitación con un hombre la inquietaba.

-S-Si le parece, Bell-sama, podría llevarlo de regreso por un camino poco transitado. P-Pero tendría que ser al amanecer-Se ofreció, con su rostro completamente rojo.

Era evidente que no podía llevarlo en ese momento debido a la multitud de de personas que lo buscaban en las calles.

-¿Eh? ¿No hay problema?-El chico preguntó, rascándose la nuca.

-Digo, es tu habitación y yo soy un extraño-Añadió.

Ella le dedicó una sonrisa tímida y negó con la cabeza. Aunque se sentía incómoda, estaba dispuesta a ayudar. La actitud comprensiva de la rubia le dio a Bell una sensación de alivio.

-Usted es una persona amable. De querer hacerme cosas raras las hubiese hecho desde el principio o cuando estaba desmayada. Tiene mi confianza-Respondió.

Eso le provocó un salto al corazón del albino.

-Todavía deseo serle de servicio. ¿Le parece bien si conversa conmigo esta noche mientras amanece? Es lo único que deseo a cambio de guiarlo fuera del distrito en la mañana-Añadió, sonriéndole de forma alegre y amable.

El corazón de Bell se aceleró nuevamente ante ese simple acto. La sonrisa que se dibujaba en el hermoso rostro de la mujer le resultaba familiar, placenteramente familiar.

Era una sonrisa cálida, que lo llenaba de dicha y tranquilidad, como un rayo de sol en medio de la tormenta. Sin poder evitarlo, le devolvió el gesto y su rostro se suavizó en una expresión de agradecimiento genuino.

-Aceptaré gustosamente, Haruhime-Contestó. La emoción de estar conectándose con la renard lo reconfortaba.

Intercambiaron miradas y asintieron. Antes de iniciar la plática, algo extraño sucedió.

Haruhime comenzó a esnifar, olfateando una fragancia en particular que le resultaba familiar. Esto despertó la curiosidad del conejo.

-Bell-Sama ¿No percibe ese olor dulce?-Le Interrogó la rubia.

El susodicho levantó la ceja.

-¿Olor dulce? Hmmm ahora que lo mencionas es cierto, huele como a miel. Pero lo ignoré porque el olor es idéntico en los pasillos de aquí-Respondió, confirmando la detección de dicha fragancia y asociándolo con el néctar dorado producido por las abejas.

La bella mujer lo miró detenidamente, percatándose de que el olor era más notorio en él. Después de un vistazo rápido notó una mancha goteante.

-El bolsillo derecho de su chaqueta está chorreando líquido, Bell-Sama-Señaló.

El joven miró su prenda y notó una enorme mancha húmeda en el área del bolsillo. Esto lo inquietó, ya que no recordaba haber guardado nada ahí.

Al meter la mano en el bolsillo, una sensación viscosa lo recibió, seguida de un objeto liso y frío. Cuando lo sacó, su rostro cambió a una expresión de profundo terror.

Era un pequeño tubo de cristal, con un líquido rojo/rosado a la mitad.

En ese instante recordó lo que Lena dijo al encontrarse.

"-Fufufu. Para ser alguien que no busca divertirse en los burdeles vienes bien preparado-" La voz de la amazona hizo eco en su cabeza.

-E-Es el afrodisíaco...-Susurró.

El tubo en el que la sustancia se mantenía resguardada había sido roto, y los vapores comenzaban a llenar la habitación. El líquido se evaporaba lentamente, emitiendo un olor químico y penetrante que se mezclaba con el aire.

-Bell-Sama...-.

-Haruhime...-.

Dijeron los dos presentes al mismo tiempo, volteándose a ver de repente. Y en vez de sorpresa o incomodado, una emoción nueva e inesperada se presentó en sus sonrojados rostros.

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¡EL AFRODISÍACO A SIDO ROTO, LIBERANDO SUS POTENTES EFECTOS EN UNA HABITACIÓN CERRADA Y HA ALTERADO EL JUICIO DE NUESTRO CONEJO PROTAGONISTA!

Bueno, hasta aquí el capítulo de hoy, espero que sea de su agrado y dejen su apoyo como ya es costumbre.

Por cierto... ¡Miren qué compré! Una tarjeta autografiada por la Seiyuu de mi hermosísima Syr (Cuyo nombre es Shizuka Ishigami). Estoy muy feliz por tenerla.

En fin, déjenme sus opiniones.

¿Cómo estuvo el capítulo? ¿Sí les gustó?

Buzón de sugerencias/opiniones/comentarios.

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