Capítulo 36.
Era un atardecer tranquilo en la ciudad de Orario. El sol estaba poco a poco dirigiéndose al oeste para ocultarse y traer consigo el anochecer.
La gente transcurría por las calles con naturalidad, siendo común en estos momentos del día.
El bullicio en la zona central del recinto era audible incluso en las zonas más alejadas del mismo, donde el resto de las personas era menos escandalosa y se hallaba en menor cantidad.
Al oeste de la ciudad, en la calle dédalo que era conocida como una especie de laberinto en la superficie debido a la gran cantidad de cruces, calles y callejones sin salida que la componen, se encontraba una ubicación muy particular que cierto albino consideró su casa durante muchas semanas hasta que las cosas cambiaron.
Se trataba del orfanato de María, el cual continuaba destruido y con gran parte de su estructura convertida en cenizas. Las manchas del fuego, el olor a quemado, todavía permanecía aliviado tanto al exterior como en el interior de la edificación.
A las afueras del mismo, dos individuos lo observaban con los brazos en la cintura y una expresión complicada.
Sus frentes sudaban. Sus manos estaban manchadas de negro al igual que las prendas que vestían. Enfrente de la entrada principal del orfanato varias bolsas y cajas se apilaban. En ellas, en su interior, se almacenaban varios artefactos que fueron rescatados de aquel sitio que antes consideraron su hogar.
-¡Bell-Nii! ¡Todavía faltan unas habitaciones!-Declaró un infante de cabellera castaña, quien tenía amarrado un trapo en su cabeza y sostenía una pala en la mano derecha, empleándola de ser necesario cargar con escombros, saliendo del orfanato a las prisas y dándole ese aviso al albino.
Detrás del joven, dos figuras del mismo tamaño que él se asomaron. Se trataba de una Chienthrope rubia con una bolsa en su mano izquierda, quien jalaba delicadamente el costado de la camisa del antes mencionado con su mano libre y de ¿Un? ¿Una? Elfo que sostenía una linterna en la mano de ser necesaria usarla en las partes donde la luz del sol no iluminaba.
-Voy, voy. Permitan que me encargue del resto ¿De acuerdo? Ustedes han trabajado mucho-El susodicho respondió, pasándose la responsabilidad de recolectar lo que hubiese al interior.
-Vayan a jugar-María, la cuidadora de aquellos niños y quien era la dueña del orfanato, la cual estaba al costado de Bell, les dio aquella orden.
Ellos asintieron sin complicaciones ni réplicas. Han estado trabajando sin ayuda de nadie desde que el sol se puso en su punto más alto debido a que el albino no fue capaz de organizar correctamente sus compromisos.
Él era consciente de esto, por lo que quería enmendar su error e irresponsabilidad.
Cuando los niños, de nombre Rye, Fina y Roux, se alejaron y corrían los unos detrás del otro, Bell entendió que era su turno de ayudar.
"Han pasado cuatro días desde que terminó el juego de guerra y no nos hemos ido a la mansión que ganamos. Comienzo a creer que era mejor pagarle a algunos aventureros para mover nuestras pertenencias a la nueva sede" Pensó este último, arremangándose, valga la redundancia, las mangas de su camisa oscura.
Antes de que diera el primer paso hacia adelante, algo le llamó la atención y fue lo extremadamente silenciosa que estaba María desde que empezaron con la limpieza.
Él la miró de reojo. Su expresión denotaba una profunda nostalgia y cierta tristeza a raíz del destino trágico que aquel lugar tan preciado para ella sufrió.
-Bell-Sama... es muy difícil decir adiós-Murmuró la mujer, con las manos cruzadas una encima de la otra sobre su pubis, sosteniendo el inicio de su largo vestido.
Bell detuvo su andar y regresó con ella.
-Sí. Mentiría si dijese que no me emociona la idea de tener una mansión. El espacio que nos proporcionará hará posible traer a más niños en situación de abandono. Pero el poco tiempo que viví aquí quedará grabado en mi corazón-Respondió, posándose a su costado y apreciando la edificación.
Los labios de la cuidadora temblaban.
-Todavía recuerdo cuando llegaron. Alguien tocó a la puerta y cuando abrí, un hermoso bebé que dormía con calma fue dejado en una canasta justo en la entrada. No había nadie, ni siquiera una simple nota. Fue solamente abandonando y cedido a mi cuidado-Relataba. Su voz era quebradiza y de sus ojos se desbordaban unas cuantas lágrimas.
El joven, quien era su pareja, se limitaba a escucharla atentamente. Sabía perfectamente a quien se refería. No requería ser un genio para hacerlo.
-Después apareció Roux. Esa expresión apagada y sin vida que había en su rostro jamás la olvidaré. Recién perdió a sus padres y no era capaz de sonreír. Pero poco a poco su corazón se fue abriendo gracias a Rye. Cuando por fin sonrió con sinceridad, fue de los momentos más felices de mi vida-Adicionó la castaña.
Involuntariamente sonrió. Los preciados recuerdos que se desenvolvían a manera de película en su subconsciente le llenaban corazón y alma.
-Mi linda Fina. La encontré sentada en el borde de una de las calles de dédalo, abrazando sus rodillas y con la mirada perdida. Le pregunté sobre sus padres y rompió a llorar. Fue ahí donde comprendí que mi deber era protegerla. La arropé, le di un baño, dormí con ella en su primera noche en el orfanato, abrazándola y calmando su llanto hasta convertirse en la bella y feliz niña que es ahora-Agregó, viendo a la distancia a los tres chicos corriendo y peleando con palos de madera como si fuesen espadas mientras Fina estaba detrás de Rye, siendo protegida por él.
Su pareja se posó enfrente de ella y sostuvo su rostro. Empleando la yema de sus dedos pulgares le limpió las lágrimas. María no se movió, disfrutó de la calidez de las manos de su amado en contacto con su fina piel.
-Son verdaderamente mis hijos. No son huérfanos, yo soy su madre-Sonrió, confesando qué tan profundo era su amor por ellos.
-Supongo que eso me hace su padre-Bell respondió.
María soltó una pequeña risita y asintió.
-Sí. Tú eres su papá, quien solo les gana en edad por menos de 6 años-Dijo la fémina.
-¡Por supuesto! No importa la edad ¡Son los preciados hijos de mi amada novia!-Declaró el chico con vehemencia y determinación.
La cuidadora volvió a reírse.
-¿Te sientes mejor?-Sin soltarla, el albino preguntó.
-Sí. A pesar de que estoy dejando atrás una de las etapas más felices de mi vida, es mi deber continuar por ellos, por ti-Respondió la mujer, rodeando la espalda de su pareja para abrazarlo mientras lo miraba fijamente, encantada. Él la soltó de donde la sostenía para hacer lo mismo.
-Sé que es difícil decirle adiós a tu hogar, a ese lugar en el que la mayoría de tus recuerdos se sitúan. Pero lo importante es que las personas que lo hacían querido y amado irán contigo en esta nueva etapa. Duele despedirse, sin embargo, un futuro brillante repleto de una enorme posibilidad de formar más recuerdos nos espera-Comentó el muchacho, tratando de reducir el pesar de su novia.
María lo tomó de la mano, entrelazando sus dedos con los de él y presionó la frente en su pecho.
-Sí, tienes razón. Me pregunto cuántos crearemos. Así que asegúrate de que sean muchos-Pidió, frotando su rostro con delicadeza en el pecho de su amado como si de una gatita se tratase.
-Te prometo que así será-Bell correspondió al gesto, dándole un delicado beso en la cabeza.
Se mantenían abrazados, melosos, como si nada ni nadie los observara. Aunque ese no era el caso...
-S-Son extremadamente tiernos-Comentaba una joven de cabellera azul, oculta detrás de su compañera.
-¡Hey! ¡No sean exhibicionistas y mejor ayúdenos con esto!-Reclamó irritada la antes mencionada, una fémina pelirroja que al parecer tenía la misma edad de quien la usaba como escudo.
Esto fue escuchado por la pareja, quienes rápidamente se separaron y fingieron que nada sucedía, silbando y desviando la mirada.
Se notaba el nerviosismo y el olvido a la hora de ponerse de ese modo.
-¡Ush! Bell, solo ayúdanos a mover estas cosas. Algunas habitaciones están tapadas por montañas de escombros-Ordenó la enojona muchacha que los interrumpió.
-Daphne, eres muy grosera-Cassandra le recriminó.
-¡Hai, Daphne!-Respondió de inmediato el sumiso chico que cada que recibía órdenes de esa mandona mujer no podía evitar responderle como si se tratara de su madre Alfia. Quizás memoria muscular o traumas de la niñez manifestándose en quien demostraba un carácter parecido a la peliplateada.
-L-Lo siento María. Podremos continuar después-Dijo a la cuidadora antes de ir con el par de enfrente.
Ella negó.
-No es problema, Bell-Sama. Vaya-Contestó.
Él se distanció y reunió con ambas. Mientras se adentraban al orfanato, María inflaba su mejilla claramente frustrada y celosa.
-Por primera vez puedo tenerlo para mi sola y no soy capaz de aprovecharlo por la interrupción de Daphne ¿Cuándo tendré otra oportunidad como esta en la que tanto Airmid-Sama, Shakti-Sama, Riveria-Sama y Tiona-Sama estén ocupadas?-Se cuestionó, cruzada de brazos.
Ese día era único e inigualable. Las cuatro novias restantes del albino no pudieron venir a ayudar en la limpieza del orfanato debido a sus diferentes compromisos.
Las chicas de la familia Loki fueron a una expedición esa misma mañana, por lo que tanto Riveria como Tiona estaban ocupadas.
Shakti, la capitana de la familia Ganesha, investigaba el retorno de un dios a Tenkai que se suscitó pocas horas después de la celebración por la victoria en el jugo de guerra.
Y por último y no menos importante, la reina del Harem, Airmid, a consecuencia de sus constantes pedidos de días libres esta vez se le negó y Dian Cecht le hizo cumplir su jornada laboral sin descanso alguno. Entre mayor era el tiempo que se ausentaba en el hospital, las pérdidas aumentaban y el bolsillo del canoso se comenzaba a vaciar. Eso no le agradaba en lo absoluto al avaricioso dios de la peliplateada.
Antes de que sus celos escalaran, notó que las dos ex hijas de Apolo se posaban a los lados del albino. Ambas conversaban con él y algunas sonrisas, al igual que risas, se presentaban.
Las mejillas de Daphne se teñían del mismo color de su cabello cada que era vista directamente y Cassandra no se quedaba atrás a la hora de mostrar con su lenguaje corporal la incomodidad que le producía estar acompañando a su ser amado.
-Aunque, pensándolo bien, no tengo derecho de acapararlo. Es el momento de que tanto Cassandra como Daphne aprovechen este día y se unan a nuestra familia, por lo que seré permisiva-Concluyó.
"Buena suerte chicas" Finalizó, dándose la vuelta y yendo a acompañar a sus "hijos" mientras el trío de aventureros interactúala y las susodichas se avergonzaban.
Aquel modo tan familiar en el que el albino actuaba estaba totalmente justificado. ¿Cómo no comportarse así cuando arriesgaron sus vidas los unos por los otros en el juego de guerra? Tenía confianza plena en ellas, como se lo expresó a Daphne recién terminado aquel conflicto.
-¿Qué habitaciones de están obstruidas?-Preguntó Bell a sus acompañantes con cierta curiosidad por una en concreto.
-Por lo que pudimos observar son dos. La que compartías con Rye y el cuarto de lavado. Aunque dudo que en alguna de las dos hubiesen objetos de interés-Informó Daphne, caminando a su costado.
-Debemos apresurarnos. Hermes-Sama y Asfi vendrán pronto a ayudarnos con el transporte-Adicionó Cassandra al comentario.
Avanzaron hasta el cuarto ubicado al fondo del largo pasillo con puertas hechas pedazos por el fuego a los lados.
"No recuerdo haber olvidado algo. Si acaso mi mochila, pero en ella ya no estaban mis libros dado que se los di a Tiona y Aiz" Pensó el conejo, tratando de hacer memoria.
-Hay escombros en medio del camino y en la entrada. Será complicado abrirnos paso porque no sabemos si al retirar alguno la estructura restante del techo caerá-Comentó la pelirroja, explicando el motivo de su no inspección en ese sitio.
La peliazul asintió, confirmándolo.
-Ya veo. Algunas de las rocas sostienen los pilares. Si no lo hacemos con cuidado todo se vendrá abajo-Musitó el joven, palpando la estructura.
Sostuvo su barbilla, analizando lo que haría después.
-Yo me encargo, no hay problema-Tras un breve pensar, dijo aquello, levantando el pulgar.
Se hincó y poco a poco tomó con sus manos los pedazos de roca y madera a una alarmante velocidad pero con una mayor exactitud.
-Acumulen lo que vaya sacando en una de las habitaciones. No tendría sentido limpiar este pasillo si vamos a taconear otro-Pidió, señalando una de las puertas al costado.
-¡Hai!-Ambas respondieron, siguiendo la instrucción.
Funcionaban como una máquina. Bell retiraba cualquier objeto que pudiese ser movido sin comprometer la estabilidad del edificio, Daphne los sujetaba y transportaba junto a Cassandra al interior de un cuarto vacío y completamente quemado.
"Si bien no es prioridad, sí me gustaría recuperar mi mochila y asegurarme de que verdaderamente sea lo único mío ahí" Se dio a sí mismo.
Pieza a pieza limpiaba el pasillo.
Pequeños trozos de piedra y cenizas de madera caían desde arriba aunque no era anda de qué preocuparse.
No vacilaba ni se detenía por un segundo. Si el sudor comenzaba a deslizarse de su frente, él lo limpiaba con la manga de su camisa sin que la mano libre se detuviese.
Por cada escombro que quitaba, le daba un vistazo rápido al techo.
Era una tarea sencilla aunque tardado y laboriosa.
Él dio un largo y tendido suspiro. Se sentía cansado. No exactamente por la actividad que realizaba en ese preciso instante, si no por asuntos ajenos.
-Han sido días difíciles ¿Verdad? No me imagino cómo es la vida del "Héroe de Babel" o "El rey del harem"-Comentó Daphne con cierto tono burlesco en su voz.
-S-Sí... Un momento ¿Rey del harem? ¿Cuando fui acreedor de ese apodo?-Preguntó.
-Cuando decidiste tener más de una novia, tonto-Respondió la pelirroja con cara de póker.
-Solo que sea por eso-Musitó el conejo.
-¿Y? ¿Qué te trae así?-Insistió nuevamente la chica.
Cassandra se asomaba por el marco de la puerta, interesada en la conversación. Si bien esta conversación captaba la atención del trio, ninguno se detuvo en sus labores.
-Desde que el juego de guerra terminó, he pensado en lo que sucedió. Me ha costado mucho conciliar el sueño entre lo ocurrido con Jacinto y el aparente retorno de Apolo a Tenkai en la medianoche de hace 4 días-Comentó el albino, retirando la humedad de su frente.
El rostro de las ex hijas del Dios antes nombrado cambió. Sus ojos se abrieron en demasía.
-Sí, es probable que haya sido él. Si bien Shakti se ha dedicado a investigar ese asunto para confirmarlo y buscar al culpable, es muy complicado conseguirlo sin testigos o indicios. Aunado a que todo se desarrolló a afueras de Orario. No obstante, es imposible que se trate de alguien más-Expresó Daphne, dando su opinión sobre el asunto.
-Además, tendría sentido que fuese Apolo-Sama dado que Evilus no permitiría que alguien relacionado con ellos sea interrogado y libere información sobre sus prácticas, cosa que sin dudas hubiese hecho. Borraron cualquier rastro del pacto que hicieron al eliminarlo-Adicionó Cassandra.
El joven pensaba exactamente ello mismo que ellas. No consideraba que este regreso a Tenkai fuese una pantalla para rescatar a Apolo del interrogatorio. Además, la pérdida de falna por parte de sus hijos lo confirmaba, cosa de la que se dieron cuenta posteriormente cuando Luan se los informó dado que previo al inicio del juego de guerra tuvieron que retirárselo y pedirle a otro dios que se los proporcionara para pelear, razón por la cual eso no surtió efecto en las féminas.
-¿Y cómo se sienten ustedes?-Preguntó, abandonando un momento su labor y encarándolas.
Ladearon sus cabezas con cierta duda.
-Me refiero a si el deceso de Apolo no les causa alguna emoción negativa como tristeza o molestia por los responsables. Sé que fue un abusador, pervertido, violento y un ser malvado, pero al fin y al cabo fue su dios por muchos años-El muchacho se explicó.
Daphne se cruzó de brazos.
-Es difícil ponerle una etiqueta a lo que siento por la noticia. En parte es desinterés y por otro lado lástima. No obstante, nada que me quite el sueño. No fue maleado al principio con nosotras, primero deseaba evaluar nuestro potencial para que de ese modo decidiera el trato que nos daría. Quizás no cumplimos sus expectativas y pasó lo que pasó-Dijo, levantándose de hombros.
-Pero mentiría si dijera que no me preocupan el resto de los miembros de nuestra antigua familia. Se quedaron sin hogar, bienes y poder al perder el juego de guerra y sus falnas-Complementó a su comentario anterior.
Si bien su empatía no era dirigida al Dios del sol, ese no era el caso con sus antiguos compañeros, por los cuales dicha emoción era manifestada.
Cassandra y Bell permanecieron en silencio un par de segundos.
-¿Qué? ¿Dije algo malo?-Cuestionó la pelirroja.
-No, en lo absoluto-Respondió Bell.
-¿Entonces por qué se me quedan viendo?-Interrogó la joven.
-Porque, a pesar de que actúes ruda e imperturbable, tienes un enorme corazón. En verdad eres una mujer amable. Es algo que me gusta de ti-Contestó el albino, sonriéndole con calidez y sinceridad. Sus palabras dichas por quedar bien ni nada que se le asemeje. Era lo que en verdad pensaba y sentía.
-¿Eh?-Musitó Daphne y de pronto.
*¡Hip!*
Sus mejillas se tiñeron de rojo y vapor salió de su cabeza.
-¡¿A-A qué viene eso?! ¡Ya te he dicho que no me halagues de la nada!-Reclamó al extremadamente directo conejo, sujetándolo del cuello de la camisa y sacudiéndolo, apenada.
-S-Solo estoy dándote un cumplido-Respondió el conejo, siendo sacudido con fuerza.
"Desde que terminó el juego de guerra se ha comportado extraño cada que estamos juntos" Pensó.
No le dio muchas vueltas al asunto y, aun siendo zangoloteado, se dirigió a la peliazul.
-¿Y tú, Cassandra? ¿Cómo te sientes con esta noticia?-Cuestionó, retomando el tema de conversación que llevó a la exagerada reacción de la compañera de la antes nombrada.
-¿Eh? ¿Y-Yo?-Cassandra se señaló a sí misma.
-Sí. Quiero saber qué piensas de su partida-Afirmó el conejo, siendo soltado por Daphne tras calmarse.
La peliazul desvió la mirada, juntando ambas manos al frente, nerviosa.
Las miradas de su amiga y salvador se centraron en ella.
Era una pregunta difícil de responder.
Uno creería que alivio, alegría o paz fue lo que recibió cuando aquel dios que la atormentaba día y noche desde que tiene memoria salió de su vida. No obstante, para una mujer como Cassandra, el rencor no es una emoción que sea capaz de albergar.
Sus labios se despegaron, abriendo la boca para dar su respuesta.
-Yo, d-desde que fui acogida por él no hubo un momento de calma o felicidad en mi vida, por lo que mentiría si dijese que desarrollé alguna clase de empatía hacia Apolo-Sama. Al igual de Daphne me preocupan mis ex compañeros. Si bien muchos fueron malos conmigo, hubo quienes me trataron bien-Dio inicio.
-Fue... triste, doloroso y traumático para mí el pertenecer a su familia. Sin embargo...-Tomó una breve pausa.
-No quería que muriese...-Agregó.
Esto sorprendió a los presentes.
-Sé que en el fondo de su corazón había bondad que se corrompió por deseos efímeros y egoístas. Yo no lo juzgo ni lo culpo. Jamás cambiaría las decisiones que me llevaron a pertenecer a su familia porque... de no haberlo estado, no te hubiese conocido, Daphne. De no ser necesario que me salvaran de él, no hubiese coincidido contigo, Bell, mi salvador-Continuó.
Ninguno de los dos oyentes de tan hermosa confesión fue capaz de contener su emoción.
-Estoy agradecida de que mi vida tomara el rumbo que tomó. No hay otro lugar en el que quisiese estar-Confesó, sonriendo. Su sonrisa era tan brillante como un sol. Cautivaba los corazones de sus seres amados, cercanos.
-Cassandra...-Fue nombrada al unísono, haciendo que saliese denla emoción del momento y mirara fijamente sus reacciones.
Al sentirse observada, el pánico se apoderó de ella.
-¡P-Perdón! ¿Fui demasiado directa? ¡No quería incomodarlos!-Se disculpó fervientemente, dándose varias reverencias en señal de arrepentimientos.
Bell se acercó a ella.
-¿Eh?-Una cálida sensación envolvió las manos de la peliazul.
-No se trata de eso. Es solo que, al menos en mi caso, me hace feliz saber que pienses tan bien de mí. Gracias a eso puedo confiar con seguridad que todo lo que he hecho hasta hoy ha valido la pena-Expresó el conejo, correspondiendo a la sinceridad de su amiga y compañera.
La mirada de Cassandra estaba fija en el par de manos de su ser amado, las cuales rodeaban las suyas.
*¡HIP!*
Del mismo modo que Daphne, se sonrojó y vapor salió de su cabeza.
Sus ojos se volvieron remolinos.
-¡¿Eh?! ¡¿C-Cassandra?!-Bell la sostuvo antes de que la susodicha cayera al suelo luego de que sus piernas le fallaran.
-Deja que me encargue-Pidió la mejor amiga de la desfallecida chica.
"Wow, la reinició" Pensó la pelirroja, sujetándola.
*¡PLAZ!*
Le dio un pequeño capirotazo en la nariz a Cassandra para que reaccionara, cosa que funcionó extremadamente bien.
-D-Daphne, eso dolió...-Se quejó la llorosa peliazul, sosteniéndose la nariz.
-Tenemos que continuar. Si no nos apresuramos Hermes-Sama llegará y tendremos que ir a pie a llevar lo que sea que haya aquí-Informó.
-H-Hai...-Respondieron, poniéndose manos a la obra nuevamente.
Aunque... un asunto tenía intranquila a Daphne, quien comenzó a hacer rizos con un mechón de su cabello al enrollarlo en su dedo índice y girarlo.
-B-Bell...-Lo nombró.
-¿Sí?-El muchacho la atendió.
-¿Y cómo estuvieron t-tus citas?-Preguntó, titubeando.
A Cassandra le llamó la atención el tema que se manejaría.
La espalda del albino se sacudió y detuvo sus manos.
-B-Bien...-Respondió, retomando sus labores.
"Definitivamente miente" Pensaron al mismo tiempo las féminas. Ese mocoso podría ser muchas cosas pero un mentiroso no es una de ellas.
Sin detenimiento en el despeje del pasillo, la conversación se desenvolvía con naturalidad y temeridad por parte del aventurero.
-¿Qué fue lo que pasó? En los últimos tres días has sido muy solicitado ¿Acaso conseguiste otra novia?-Las preguntas de Daphne estaban repletas de segundas intenciones. Si bien disfrazaba las interrogantes como si de mera curiosidad se tratase, muy en el fondo buscaba acorralar al albino hasta que no tuviese otra opción más que responderle.
Cassandra, sin decir nada, también puso de su parte al vigilarlo como si de un criminal se tratase. Esos ojos color zafiro eran penetrantes. Sentía que su espalda era perforada por dos luces.
Se limitó a suspirar y resignarse. Hablaría de eso.
-No fueron malas citas. Al contrario, fueron de las mejores que he tenido. Pude compartir el tiempo con mis preciadas novias y las chicas a las que les debía un favor, el caso de Asfi y Eina. Pero mi cuenta de valis disminuyó dramáticamente en menos de una semana-Posó la mano en su bolsillo donde una bolsa casi vacía se guardaba.
"¿Asfi y Eina? ¿Qué hay de Alicia?" Eso llamó la atención de la pelirroja. Cuando él hizo alusión a las chicas a las que les debía un favor, solo mencionó a su Sensei y a la semi elfo, sin hacer referencia a Alicia, quien también fue de ayuda al entrenar con Cassandra.
-A la mañana siguiente de ganar en el juego de guerra iba hacer un plan de cuatro días para organizar las citas. Aunque para mi sorpresa, las cosas no salieron como esperaba ya que en la fiesta Asfi fue quien tomó la iniciativa y me invitó a salir en la tarde/noche-Explicó Bell, dándolo una introducción de los hechos y revelando quien fue la primera en recibir una cita con el conejo.
Fue entonces que su mente viajó al momento que mencionó, la noche de la celebración, horas después de que regresaron a Orario, victoriosos.
Flashback.
El bar de "La señora de la abundancia" estaba repleto de gente celebrando y gritando con alegría. Las mesas estaban repletas y los tarros de cerveza eran llenados a la prontitud para que la borrachera continuara sin que las bebidas se terminaran.
El ambiente está de júbilo.
Las novias del conejo, numerosas por cierto, y otras cuantas personas, como Eina, Alicia, Lefiya, Aiz, Cassandra, Daphne, Hermes, Ganesha, Gareth y Finn, estaban reunidas en una mesa.
Aunque el invitado de honor hacía falta ahí.
En el callejón aledaño al bar, el sitio donde las bolsas con desecho eran lanzadas a esperas de que los encargados de deshacerse de ellos se las llevaran, nuestro conejo protagonista estaba reunido con una bella mujer de cabellera celeste, quien lucía avergonzada.
-¿Quieres que vayamos a una cita en dónde?-Interrogó Bell, ladeando la cabeza.
Asfi, sonrojada, se esforzó por repetir su propuesta.
-E-En el distrito del entretenimiento. Quisiera que fuésemos juntos...-Repitió.
-¡N-No me malentiendas! Hermes-Sama me entregó un par de invitaciones para uno de los eventos que habría en la noche por mi esfuerzo en los últimos días, por lo que, bueno... dijo que sería una buena forma de relajarme. Habrá un bufete con comida deliciosa antes de la atracción principal, que es una obra de teatro. Así que no quería desaprovecharlos porque seguramente fueron muy caros y quería saber si tú... y yo... cita...-El volumen de su voz disminuía conforme se justificaba. No le mentía a nadie, era claro que le emocionaba la idea de ir con él y su valor se desvanecía.
-Será un honor-Respondió el albino a la prontitud.
La peliceleste saltó por lo repentino de esto.
-Me gustaría visitar el distrito del entretenimiento sin una misión que cumplir y si también puedo agradecerte de ese modo lo mucho que nos ayudaste, gustosamente iré contigo. ¿Paso por ti antes del anochecer?-Preguntó el joven, sonriéndole dulcemente y aceptando el boleto. Antes de que su mano lo tomara, sus dedos rozaron con la delicada mano de la chica, haciendo que ella la retrajera.
-P-Perdóname. Esperaré ansiosa, te veré en mi sede, B-Bell-Dijo, disculpándose y entregándole el boleto.
El antes mencionado lo sujetó y guardó.
Ambos intercambiaban miradas. Asfi estaba a la defensiva y Bell bueno, es un idiota que no se percataba de lo que le sucedía.
*¡PAM!*
La ventana que conectaba con el pasillo en el que se hallaban fue abierta de repente.
-¡Aquí están! ¡Les dije que coqueteaba con mi hija!-Declaró Hermes, llamando la atención de los visitantes del bar y las trabajadoras del mismo a ese sitio.
-¡N-NO ESTÁBAMOS COQUETEANDO!-Gritó el par al unísono.
Los ojos grises de Syr se volvieron opacos. Sus labios se movieron a una alarmante velocidad, a la cual ningún oído humano fue capaz de escuchar lo que decía.
Ryuu, la hermosa elfo que ostentaba el título de "Esposa" de Bell agudizaba la mirada hacia Asfi, quien se sintió amenazada.
-¡Más te vale no tocarle el trasero-nya!-Reclamó Chloe.
-¡YO NO HARÍA ESO!-Replicó la peliceleste.
Anya, al contrario de sus demás compañeras, no sabía que decir.
"¿Qué es esto que siento-nya?" Se cuestionó, con una especie de malestar en el pecho producto de la reunión entre aquel humano al que tanta estima le tiene y aquella bella mujer que lo acompañaba.
Lunoire en cambio, las veía con cara de póker.
"Disimulen sus celos un poco, no sean tan obvias" Pidió mentalmente, tachándolas de ridículas por su actuar de niñas.
Y no eran las únicas que tenían un sentimiento complicado por esa intersección.
En la misma mesa donde las novias del conejo se hallaban, varias dieron su opinión entre susurros y pensamientos.
-Pronto llegará mi turno-Musitaba Alicia.
"Maldito mujeriego ¡TAMBIÉN QUIERE MANCILLARLA! ¡¿CUÁNTAS MUJERES HAN DE CAER EN TUS MANOS LUJURIOSAS PARA QUE ESTÉS SATISFECHO?!" Dijo Lefiya en lo profundo de su mente, rabiando en cólera.
-Yo lo iba invitar a salir...-Aiz infló su mejilla, molesta. Su plan fue arruinado por su lentitud a la hora de actuar.
"¿Andrómeda también?" Preguntó Daphne con una gota de sudor bajándole de la frente, cruzada de brazos y riendo con incomodidad e incredulidad.
-¿Eh? ¿Qué pasó? No escuché-Cassandra volteaba de un lado a otro en busca de respuestas. Su estado no era bueno ya que había bebido mucho.
-Solo te diré que si no te apuras quizás termines siendo la novia número mil-Le susurró su amiga al oído, asustándola.
-¡¿EHHHHHH?!-Gritó la ebria muchacha.
"¿También tendré una cita con él? O... ¿Quizás por rechazarlo el día del primer entrenamiento no me lo pida?" Una expresión de decepción y preocupación se dibujó en la pobre Eina, quien había dicho que no era necesario que la recompensaran por apoyar en el juego de guerra hace unos ayeres.
-Hagan sus apuestas ¿Creen que mañana al finalizar la cita se una a la familia Cranel?-Preguntó María al resto de novias.
-Necesitan al menos una más. Ella no luce como una chica que diría que sí a la primera-Opinó Airmid.
-O sea como ustedes-Replicó Finn.
-S-Sí-Respondió la médico, apenada.
-¿Y usted, Shakti-Sama?-La cuidadora del orfanato pidió el punto de vista de la peliazul.
-Estoy de acuerdo con Airmid. Faltan interacciones entre ambos. Además, es muy recatada y tiene como ejemplo de los hombres a su dios. No se precipitará a elegir pareja teniéndolo como ejemplo-Dijo la capitana de la familia Ganesha, bebiendo de su cerveza.
-Oye, eso me ofende-Replicó el dios, quien escuchó el pensar de la mujer.
-¿Tiona-Sama? ¿Riveria-Sama?-María buscó una repuesta diferente.
-Obvio no. Es más, te apuesto a que antes se une Alicia que Andrómeda-Dijo Riveria.
-Creo que es muy pronto, jeje...-Tiona rascó el costado de su cabeza.
Esto pareció decepcionar a la madura mujer.
-Si todas pensamos lo mismo entonces no podemos apostar-Negó María con la cabeza, resignada.
-¡NO LA HARÉ MI NOVIA!/ ¡NO BUSCO SER SU NOVIA!-Gritaron Bell y Asfi respectivamente al oír la conversación de las novias.
"Nadie se traga ese cuento, idiota" Fue el pensar colectivo de los presentes.
-El guión dice lo contrario. Solo espera unos capítulos más, Bell-Gareth musitó mientras leía con unas gafas encima de su nariz una pila de hojas. En la primera de ellas estaba escrito "¿Es malo entrar al calabozo sin falna? Borrador" en grande y tinta roja.
Fin del flashback.
-Bueno eso explica por qué saliste a escondidas del hospital en la noche siguiente. Con que el distrito del entretenimiento. No es nada barato-Daphne le dio un par de codazos amistosos al conejo en su costado, guiñándole el ojo y burlándose de él.
-S-Sí. En efecto, no es nada barato. A pesar de que Hermes-Sama cubrió el precio de entrada, cualquier cosa que quisiéramos en el interior era extremadamente cara. Tuve que decirle a Asfi que ya había cenado para que ella pudiese comer lo que deseara-Respondió el albino con una lágrima cayendo por su ojo derecho.
El solo recordar los exquisitos platillos que servían ahí se le hacía agua la boca.
"Aunque, la mejor comida sigue siendo la de mi tío Zald" Pensó, recuperándose emocionalmente, no así económicamente.
-¡Pícaro! Eres un caballero con las damas. No me sorprende que tengas multitud de novias-La pelirroja continuaba con su burla hacia él.
-Por favor, no sigas molestándome-El chico era empujado repetidamente por el codo de la muchacha. Suplicaba que ese ataque cesara.
A la distancia, curiosa y ansiosa, Cassandra los observaba.
-¿Y cómo les fue en su cita?-Preguntó.
Bell se cruzó de brazos y miró hacia arriba, pensativo.
-¿La verdad? Si dejamos de lado que mi dinero se esfumó, fue muy buena. Como dije, ambos comimos en uno de los restaurantes al interior del teatro en el que el elenco de la obra se presentaría. Ella parecía disfrutar mi compañía y la suya también me era grata. Jamás he tenido una cita tan refinada y me costó adaptarme por momentos. Asfi fue tan amable a la hora de explicar el uso correcto de los cubiertos, no sabía que había tantos tipos de tenedores. En pocas palabras me enseñó sobre los modales en la mesa. Tras un tiempo donde solo la veía comer y conversábamos plácidamente, fue hora de entrar al teatro y tomar nuestros asientos. No entendí absolutamente nada de lo que sucedía en la obra, pero parecía gustarle así que me mantuve en silencio. O así fue hasta que Hermes apareció detrás de donde nos sentamos, asustándonos y causando un escándalo que terminó con los tres siendo vetados-Bell dio la mayor cantidad de detalles posibles sobre su experiencia en la cita con la hermosa peliceleste, mencionando incluso el abrupto final que tuvo, mientras rascaba su nuca.
Tanto Daphne como Cassandra intercambiaron miradas.
-¿Eso fue todo?-Preguntaron.
Algo en la historia no les convencía de que ese fue el modo en el que concluyó.
Quizás la forma de contarlo o... ¿La boba sonrisa de Bell al recordarlo?
-Jeje, bueno...-Esas dos palabras fueron suficientes para que las sospechas del dúo fuesen confirmadas. Hubo más. La cuestión aquí es... ¿Cuánto más?
Flashback.
-¡En serio me disculpo! ¡Debí prever que era un estúpido plan suyo!-Se disculpaba repetidamente la hermosa chica, dándole una reverencia al albino mientras en su mano derecha sostenía del cuello del saco a su dios, quien estaba desmallado y con un enorme chichón en la cabeza.
La obra se detuvo en el momento en que el Hermes se asomó entre ambos, preguntando si le podrían invitar palomitas, causando que Asfi gritara con fuerza y alertara a los presentes. Debido a la explosiva actitud de la chica, comenzó a reclamarle y golpearlo sin considerar que se encontraba ante el ojo de todas las personas influyentes de la ciudad.
El veto de ese teatro y quizás del distrito del entretenimiento completo no se hizo esperar.
En ese preciso momento se hallaban a las afueras de aquella zona, justo en las puertas que permite el paso de los visitantes.
-¡N-No tienes por qué disculparte! Es culpa de Hermes-Sama en todo caso. ¿Quién se hubiese imaginado que su plan era que saliéramos juntos mientras te espiaba? No te hagas responsable de sus acciones, levanta la cabeza ¿Sí?-Respondió el albino al arrepentimiento de su cita, en un intento de despreocuparla y aligerar el ambiente.
Asfi continuaba con la cabeza abajo. Sus labios temblaban. Sus puños cerrados también.
-Lo sé. Estoy plenamente consciente de que nada de esto es culpa mía. Es solo que... en verdad estaba disfrutando nuestra cita...-Un ápice de sinceridad apareció en su confesión. Su corazón latía intensamente mientras su rubor le cubría por completo el rostro y las orejas.
Durante un breve instante hubo silencio. Un silencio absoluto. Uno en el que ni el cantar de un grillo o el soplar de la brisa se presentó para interrumpirlo.
"¡¿Q-Qué fue lo que dije?!" Asfi cayó en cuenta de lo fácilmente malinterpretables que era esa confesión.
Rápidamente levantó la cabeza y miró fijamente al albino, quien estaba pasmado y sin habla.
-¡L-Lo siento! ¡Eso sonó demasiado extraño! No fue mi intención incomodarte. Es solo que jamás he tenido una cita con un hombre y ha sido una experiencia realmente agradable que la primera hubiese sido contigo. No deseaba que terminara tan pronto... no deseaba que terminara...-Se justificaba, pero sus sentimientos salían a relucir con mayor facilidad conforme su respuesta era emitida y el volumen de su voz se reducía.
Los ojos de Bell se abrieron en demasía. Observaba directamente a la peliceleste quien todavía hablaba sin cesar. No obstante, los oídos de muchacho estaban apagados. No era capaz de oírla ya que solamente estaba inmerso, concentrado, en la belleza delante suyo.
Las luces que adornaban la entrada principal del distrito del entretenimiento y los tenues rayos de la luz de la luna la apuntaban como si de la protagonista de una obra se tratase, como si una estrella emitiera su propia luz y atrapara la de su alrededor.
"Ella... ¿Cómo es que no me di cuenta? Es... realmente hermosa. Increíblemente hermosa. Estuve todo este tiempo pensando en ella como mi maestra y en nuestra cita como un favor cobrado. Soy un idiota" Pensó, maravillado por la resplandeciente belleza interior y exterior de la peliceleste, que poco a poco llegaba al final de su discurso.
-En fin...-Asfi respiró hondo. Agotó el aire de sus pulmones al hablar sin detenimiento.
-Yo reitero mi disculpa por los inconvenientes causados. Prometo que no sucederá nuevamente-Adicionó, retomando la compostura y el control de sus emociones, no sin antes dedicarle una última reverencia en señal de arrepentimiento al afectado de toda esta situación orquestada por aquel dios idiota desfallecido.
-Desearía que nuestra cita no hubiese sido tan desastrosa como fue-Adicionó, dándose la vuelta y llevando a rastras al castaño. No obstante... una mano la detuvo, sujetándola de la suya.
-¿Eh?-Asfi giró de regreso, bajó la mirada y vio que quien la sostenía era Bell, impidiéndole avanzar.
-Asfi. Para mí nuestra cita no fue un desastre ni nada cercano a eso-Respondió.
Respiro hondo, dándose valor para lo que vendría a continuación.
-Luces increíblemente hermosa-Declaró, soltándola.
*¡Hip!*
Dio inicio con un halago, sonrojando a la peliceleste.
-¿A-A qué vino eso?-Interrogó.
-Debí decírtelo desde que nos encontramos en tu sede. Quedé maravillado con tu belleza, tanto que no fui capaz de decírtelo por temor a incomodarte-Respondió el muchacho.
Las mejillas de la chica se sonrojaron.
-Tuve una percepción equivocada y afronté incorrectamente este compromiso. Pero definitivamente no me arrepiento de haber aceptado salir contigo. Pude sentir que... me abrías tu corazón. Fui capaz de oírte reír, quejarte, opinar. Conocí de mejor manera a quien tanto me apoyó cuando lo necesité y que a pesar de eso no me tomé el tiempo de conocer mejor hasta hoy-Prosiguió, causando estragos en el corazón de la chica en cuestión.
Ella lo oía atentamente, posando el puño en su pecho.
-No pensé ni en la hora o el lugar. Me importó casi nada la obra porque... estaba ocupado admirando tus hermosos ojos repletos de vida y dicha. Jamás... me habían parecido tan hermosos hasta que ellos se fijaron en mí en medio de la función y me sonreíste. Era como si mi mundo se hubiese detenido. Tú sola detuviste mi mundo sin esfuerzo ni intención-.
-¿Q-Qué fue lo que...?-La mano de Asfi que sostenía al Dios se abrió.
*¡PAM!*
Hermes, quien recién se despertaba, cayó al suelo en seco, golpeándose la cabeza y desmayándose otra vez.
-Yo no sé cómo catalogar lo que siento por ti. Y noto que tú tampoco has llegado a una respuesta, por lo que no deseo obligarte a tomar una decisión. Pero quiero dejarte en claro que para mí, nuestra cita fue de todo menos un desperdicio. Me es un placer tener una relación contigo, un honor. Que tan increíble mujer se fijara en mí en verdad me honra. Y, si te parece bien... me gustaría que esta no fuese la última cita que compartamos-Expresó el joven, estirando su mano para alcanzar la de la peliceleste.
Ella, dubitativa, no supo si acercarla para que él la sostuviera.
Lo miró fijamente y sus dudas se desvanecieron cuando una calidez inigualable que jamás había experimentado brotó de lo profundo de su pecho.
Piel y piel se contactaron. El calor entre ambas extremidades se compartía. La suavidad que la delicada y delgada mano de la fémina era agradable al tacto.
-Volvamos al restaurante. Visitemos el mercado del área comercial. Compremos flores de Obia FLare, Molys, Alas de Purple Moth. ¡Así sea en una bodega de cuatro metros cuadrados para construir artefactos, sé que me divertiré mucho porque estaré contigo! No importa donde decidamos ir, solo quiero que lo hagamos juntos-Finalizó, regalándole una sonrisa que aliviaba su corazón, que iluminaba su alma.
"Soy una tonta. Él jamás se apartaría de mí por un final como este" Pensó Asfi.
Producto de la calma, del placer y la dicha de su inquieto corazón, de rió.
-Fufufufufu, eres realmente una persona extraña, Bell Cranel-Declaró, cubriendo su boca con su palma.
-Supongo que sí-Respondió el susodicho.
La risa cesó.
-Eres extraño, pero... me encanta que lo seas-Adicionó la chica.
Ella, aun sosteniendo la mano del albino, sonrió y caminó en su dirección, reduciendo la poca distancia que los separaba.
-Eres adorable-Declaró y...
*Mua*
Le besó la frente.
-¿A-Are?-Bell permaneció en shock.
Asfi lo soltó y retrocedió un par de pasos, posando las manos detrás de su espalda e inclinando su espalda hacia adelante.
-Será un gusto salir contigo en otra ocasión. Cuando eso llegue, asegurémonos de que Hermes-Sama no nos interrumpa-Dijo, guiñándole el ojo.
El joven posó ambas manos encima de su frente.
La capitana de la familia Hermes sujetó al Dios de la misma nuevamente.
-Sé que muchas mujeres van tras de ti, otras ya caminan a tu lado. Pero... más te vale no olvidarte de nuestra promesa. Tendremos otra cita y, quizás, para ese entonces, sepamos qué sentimos-Declaró antes de dar la vuelta e irse, dejando completamente en silencio y sin respuesta al albino, quien la veía alejarse y montarse a la carroza con la que se transportaron hasta ahí.
-Asfi... en verdad eres una mujer increíble...-Concluyó Bell, aún pasmado por la increíble belleza y actitud de la peliceleste.
Sacudió la cabeza y se percató de algo.
"¿Cómo demonios regresaré a la sede de la familia Dian Cecht? Está a dos horas a pie" Pensó. Olvidó ese minúsculo detalle y no detuvo a Asfi, quien poseía el único medio de transporte con el cual irse del distrito del entretenimiento.
Fin del flashback.
-Humm. No. No pasó nada fuera de lo que les conté-Respondió a la duda de las dos chicas delante de él.
Bell decidió no compartir esa información y experiencia con nadie más. Sería su secreto, uno que apreciaría en lo profundo de su corazón.
El par de chicas agudizó la mirada al no sentirse convencidas con la respuesta.
El sujeto en cuestión que fue sometido a esa potente amenaza hizo la señal de que sus labios estaban totalmente sellados y que de ellos no obtendrían ni unas palabra de lo sucedido.
Aquella señal fue suficiente para no insistir.
-Entonces... ¿Por qué dices que has tenido días cansados? No hubo ni una pizca de estrés con Asfi. Ella se comportó como una completa dama-Cuestionó Daphne.
-¿Quién dijo que estoy estresado o que esa es la raíz de mi cansancio? En lo absoluto. Todas mis citas fueron maravillosas. Es solo que... unas exigieron mayor movimiento de mi parte que otras-Declaró el albino.
Un shock recorrió las espaldas de las féminas.
-¡No me refiero a eso, cochinas!-El joven rápidamente comprendió lo mal que eso sonaba, aclarando al instante que no se trataba de nada de índole sexual.
-¡Perdón! Debes admitir que se prestaba a malas interpretaciones-Daphne, sonrojada, le echó la culpa.
-S-Si no se trata de eso... ¿Qué es?-Interrogó Cassandra
Un trauma fue rememorado por Bell. Sudor frío bajó de su espalda y posó las manos en sus piernas, frotándolas.
-No me considero alguien con poca resistencia, al contrario, nunca he llegado a cansarme caminando, corriendo o haciendo ejercicio. Pero... ¡Demonios! ¡Sentí que mi alma se escapaba! ¡Fue como correr diez maratones!-Vociferó el muchacho.
-¿Q-Qué fue lo que te hizo Alicia?-Interrogó la peliazul, sospechando que la siguiente cita fue con la elfo.
Mientras Bell se preparaba para narrar su ajetreada cita con Alicia, sentía que el peso de cada paso dado se manifestaba nuevamente en su cuerpo exhausto.
-Todo comenzó de forma normal. Fui por ella a la mansión crepúsculo con Loki gritándome infinidad de cosas. Se veía realmente hermosa así que la halagué, habiendo aprendido de mi error en el teatro con Asfi. Lo primero que hicimos fue sugerido por Alicia. Me pidió que la acompañase al calabozo, entregándome una daga, a pesar de que mi ropa no era la ideal para pelear. Bajamos hasta el piso dieciocho en menos de dos horas. Su objetivo era comer en un restaurante al interior de Rivira. Después de eso, volvimos a la superficie y me llevó al puente de los héroes, donde volvimos a comer. Ella preparó un picnic y conversamos sobre nosotros. Yo soy plenamente consciente de que está enamorada de mí y buscaba cualquier momento para... confesarle mi amor. ¡Pero no me lo permitió! Luego del picnic caminamos por horas en la plaza del amor. Dimos la vuelta por la calle dédalo, entramos a la librería, visitamos a Eina en el gremio, etc. Sin miedo a exagerar, pasé al menos 12 horas caminando. Eso sin contar que peleamos por cuatro horas en el calabozo sin pociones ni equipo-Relató el albino, comenzando con calma y cierto gusto hasta que eso se transformó en agotamiento y trauma.
Suspiró pesadamente.
-Aunque no me desagradó la cita como tal. Me frustraba no poder confesármele. Y eso le dio la idea equivocada sobre cómo me sentía durante nuestro tiempo juntos. Ella es muy intensa y directa, no tiene restricciones ni temor a expresarme su amor y... eso me encanta...-Su frustración desapareció, dejando solamente una sonrisa melancólica a la hora de rememorar la recta final de su compromiso con la muy enamorada elfo que lo quiere mucho.
Flashback.
Ya había anochecido en Orario. La plaza del amor se decoraba con hermosas luces que rodeaban el borde de las calles y los cientos de puestos repletos de artefactos afines para compartir con parejas eran un éxito entre ellas.
Dos jóvenes de diferentes razas caminaban por las concurridas calles de esta plaza. Una hermosa elfo de cabellera castaña que daba pequeños saltos conforme avanzaba, sosteniendo un ramo de flores y abrazando el brazo de su acompañante, un humano albino de ojos rojos que la miraba de reojo de vez en cuando, como si estuviese aguardando una oportunidad. ¿Para qué? Bueno, eso solamente lo sabía él.
La dirección que tomaron se alejaba del centro de los ajetreados negocios. Era como si estuviesen a punto de retornar a sus hogares. Se trataba del ocaso de su compromiso que al parecer fue en demasía fructífero y deleitable para el par de tortolitos que se la pasaron melosos de principio a fin.
-¡Fue genial, Bell! El emparedado de parejas en el calabozo estuvo delicioso y registro no oficial de mi nombre en tu familia es como si estuviésemos casados-La fémina lo miró de reojo con cierto sonrojo.
"Sigo sin creerme que fuéramos al gremio por eso" Pensó el albino con una gota de sudor bajándole de la frente, incrédulo.
-Además, me compraste estas rosas como el día en el que te acompañé a la florería. Esta vez no estuvo Anna. Me pregunto por qué habrá sido-Agregó la castaña, sosteniendo su barbilla, pensativa.
-Por lo que me comentaron sus padres, está esforzándose para entrar al distrito escolar. Desea superarse y convertirse en una trabajadora del gremio. Le dije a Eina si habría modo de que le ayude aunque Anna va sufrir con ella como maestra-Comentó Bell, respondiendo la duda de su acompañante.
-Eso es genial-Alicia quedó boquiabierta.
Una pausa breve se presentó en la pareja.
-Oye Bell...-Una pausa que fue rota por Alicia, quien presionó con una fuerza mayor el brazo de quien amaba.
Esto fue notado por el susodicho, frenando ene la cato.
-¿Sucede algo?-Preguntó.
-Tú... ¿Disfrutaste nuestra cita?-Interrogó la chica, revelando sus inseguridades.
La mente del chico divagó, recordando la enorme cantidad de actividades que realizaron ese día.
Empezando en la mañana en el calabozo y comiendo en Rivira.
El mediodía en el puente de los héroes, almorzando en un picnic.
En la tarde, yendo de punta a punta de Orario.
Y ahora en el anochecer visitando la plaza del amor.
"No tuve ningún momento libre para confesármele" Pensó el conejo, cabizbajo y sin responder. Esto le dio la idea equivocada a la elfo.
-Es que me encantó pasar tiempo contigo. Nunca he tenido una cita con un hombre y quise hacer diferentes cosas para complacerte. No nos conocemos lo suficiente como para coincidir en un gusto en común y que de ese modo visitemos algo que ambos disfrutemos. A pesar de eso... siento que no te divertiste en lo absoluto-La explicación de Alicia disminuía en volumen conforme se acercaba al final.
Agachó la cabeza, deteniendo su andar y por consiguiente, frenando al conejo al ser llevado a rastras por ella.
El ramo de flores crujió. Se aferró a estas producto de su miedo.
-¿Alicia...?-Bell la nombró.
La voz de la elfo se volvió quebradiza. Sus labios temblaban.
-B-Bell... ¿Acaso fue tan mala?-Cuestionó, soltándolo y dando un par de pasos delante de él, posándose enfrente suyo.
Los ojos del antes nombrado se abrieron de par en par.
-No te vi sonreír ni un segundo. Durante los diferentes lugares que visitamos no sonreíste. No lucías cómodo y casi obligado. Yo supuse que no te divertías e insistí en llevarte a más sitios con tal de que te divirtieras. Pero... nada cambió...-Relató.
"Esa fue la razón..." Pensó el joven. Sus dudas de por qué no se quedaron en un lugar fijo fueron resueltas.
-Es por eso que quiero saber si... en verdad fue tan mala nuestra cita-Insistió la fémina.
-¡E-En lo absoluto! ¡No hubo instante que no disfrutara!-Replicó al instante el albino.
-Si ese fue el caso... ¿Por qué no lo demostraste?-Interrogó la castaña.
-Porque...-Bell no supo qué responder.
Pequeñas lágrimas se deslizaron por las mejillas de la elfo tras desbordarse de sus párpados y ojos enrojecidos.
-¿Acaso no te gusto? ¿Aceptaste salir conmigo por compromiso? ¿Todavía me oídas por lo mal que te traté cuando nos conocimos? ¿Por lo que sucedió en Melen?-Una secuencia de preguntas apuntó al interrogado conejo que se mantenía en silencio, silencio que preocupaba en mayor medida a la enamorada mujer.
Lo miró fijamente. Hicieron contacto visual. La expresión en su rostro causó un dolor punzante en el corazón del muchacho. Entendió que cometió un error.
-Sé que ha sido repentino el cambio en mi actitud hacia ti. Comprendo que te hayas llevado una mala impresión de mí y estás en todo tu derecho de no corresponder a mi amor, pero... en verdad te amo, Bell. Te amo desde que me rescataste en Melen. Tal vez incluso te amo desde el primer momento en que te vi. Te amé más cuando tuvimos nuestra cita improvisada en la florería y te amo aún más en este preciso instante. Entendí que en realidad lo hago cuando por fin lo acepté. Pero... no deseo obligarte a que me ames también-Las orejas enrojecidas de la elfo bajaron. Su cabeza no se levantaba, le costaba mirar a la cara a quien creía que la rechazaría por los errores que cometió al conocerse.
Bell tragó saliva, llegando a una conclusión.
"Soy un idiota. El rey de los idiotas. Me concentré tanto en encontrar el momento ideal que no estuve presente en mente durante nuestra cita. No consideré cómo es que eso haría que Alicia se entristeciera y las consecuencias de mis acciones" Pensó, insultándose a sí mismo.
A pesar de que prometió ser menos denso en esos asuntos. Aun cuando ocurrió lo mismo con Riveria en Melen, no fue capaz de comprender a la chica, dañándola en el proceso.
-No se trata de eso, Alicia. Definitivamente no te odio ni guardo ninguna clase de rencor en contra tuya-Respondió, sincerándose.
"No existe el momento ideal. Haré ideal este" Decidió.
Extendió su mano, agarrando la de ella.
Esto hizo que levantara la cara. Su llanto aún no cesaba pero ahora una nueva emoción se adicionó. La sorpresa.
-Desde el principio quise llevarme bien contigo. Sabía que eras una persona preciada para Riveria y alguien que estaría presente en nuestras vidas. Sin embargo, eso terminó cuando hablamos aquella noche luego de nadar. A partir de ahí quise conocerte por decisión propia, no por influencia de los demás-Confesó.
Las mejillas de la elfo se sonrojaron al rememorar ese instante.
-Si bien admito que gran parte del tiempo no te entiendo y que era frustrante que te molestaras de la nada conmigo cuando no había hecho nada, jamás me diste la impresión de que me odiaras. Sentía que enmascarabas algo más con esa actitud poco sincera. Cuando las cosas cambiaron, cuando te abriste más conmigo, te convertiste en una presencia preciada en mi vida, una que no quisiera que se vaya-Declaró.
Bell acariciaba la mano de la chica. Acercaba la otra a la mejilla de esta misma, limpiando sus lágrimas.
Las flores que ella sostenía cayeron por su impresión.
-Soy un tonto por saber de tu amor y no hacer nada al respecto, postergar mi respuesta. Pero ahora que he visto el dolor que te causé, dejaré de evitarlo-Adicionó.
Respiró hondo.
-Alicia, es un honor ser amado por ti. Demuéstrame tu amor de todas las maneras que desees, no te limites, porque yo te amaré con la misma intensidad que tú lo haces-Expresó.
La emoción contenida en el pecho de la chica se desbordaba. Su corazón latía con intensidad y tenía unas enormes ganas de lanzársele encima y besarlo. Pero... algo le decía que lo mejor sería cederle el control de la situación.
-Quiero que estés a mi lado siempre y cuando tú también decidas quedarte en el mío. Te amo-Finalizó.
Ella sonrió de oreja a oreja. Sus ojos avellana brillaron.
Poso la mano encima de la que sostenía su mejilla.
-¿Serías mi novia?-La pregunta que Alicia había esperado durante mucho tiempo por fin fue dicha.
Cerró sus ojos, disfrutando del contacto de la palma y su rostro.
-Esperé ansiosamente a que esas palabras salieran de tu boca. No hay forma de que me respuesta sea otra que no sea "Sí". Te amo, Bell-Contestó.
-Sí quiero ser tu novia-Adicionó.
Sus labios se unieron. Aún con los conos cerrados. Aguardaba a que aquello que ansiaba le fuese entregado. No andaría con rodeos.
-A partir de hoy prometo cumplir tus caprichos y deseos gustosamente. Cualquier cosa que quieras solo dímela y te la daré-Bell acarició con delicadeza las suaves mejillas de su amada.
-Aunque ahora no es necesario que me lo digas. Sé exactamente lo que buscas-Agregó.
Acercó sus labios a los de ellas, que se hallaban ansiosos de recibir los suyos.
El roce de ambos fue como una inyección de éxtasis y alegría en sus corazones.
Fue entonces que...
*Mua*
El beso fue dado.
Ella envolvió sus brazos detrás del cuello de su novio.
"Mi novio... suena realmente bien" Pensó.
La sensación de besarse con su alma predestinada no era como lo imaginaba, añoraba. Era mucho mejor.
A la distancia, desde lo alto de un edificio, eran observados.
-¿Se habrán dado cuenta que están a unos metros de la mansión y podemos verlos desde aquí?-Preguntó Finn, sosteniendo su barbilla.
-Creo que no. Por cierto, Loki se fue llorando a su habitación-Respondió Gareth.
-Esa debí ser yo...-Musitó Aiz, celosa.
-Invítalo a salir mañana para que dejes de lamentarte-Tione la miró con cara de póker.
-Una más a la lista ¿No es así?-Interrogó Raúl.
-Ese maldito conejo nos dejará sin mujeres-Los dedos de Bete se incrustaban en el marco de la ventana.
-¿Qué mujer te querría, perro pulgoso?-Cuestionó Tione.
-Alguna ha de haber que me quiera más que el capitán a ti-Respondió el hombre lobo, mofándose de la amazona.
Una vena se marcó en su frente y...
*¡PUM!*
Lo tacleó, dando inicio a una pelea.
-¡Riveria! ¡Hay que recibir a Alicia en la familia Cranel!-Tiona, emocionada, dio de saltos, jaloneando la manga de la maga.
-Por supuesto-Asintió la pelijade, dándose la vuelta con la enérgica amazona.
"Es increíble lo que podemos hacer las elfos cuando no somos atadas por las cadenas de nuestras tradiciones" Pensó.
-¿Qué es lo que ven?-Lefiya apareció en el pasillo. Ella bostezaba y estaba vestía con su pijama.
-¡Alicia ¿Mmm?!-Riveria le tapó la boca a Tiona.
-Velo por ti mismo-Dijo la pelijade.
La pelinaranja ladeó la cabeza mientras el par se alejaba.
"¿Verlo por mí misma?" Se cuestionó, dirigiéndose a la ventana.
-¿Por qué no me dejaste decirle?-Interrogó la amazona.
-Tres, dos, uno...-Contó la maga y...
-¡MALDITO CONEJO MUJERIEGOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO! ¡QUÍTALE LAS MANOS Y LA LENGUA DE ENCIMA!-Ese grito hizo eco en la mansión crepúsculo.
"Muchas felicidades, Alicia. Elegiste tu felicidad, escogiste el amor. Ahora... soporta la furia de Lefiya" Finalizó Riveria.
Fin del Flashback.
-Eso significa que ahora son...-Musitó Daphne,
-Sí, somos novios. Van seis novias, es por eso que estoy tan disociado y cansado. El solo imaginarme lo difícil que será organizarme para darles tiempo me agota. Aunque tengo el presentimiento de que si regreso a Telskyura ese número aumentará en dos unidades, jeje-Respondió el albino, complementando la idea de la pelirroja.
Esta última volvió hacia Cassandra, quien infló su mejilla.
-Me ganaron...-Dijo en un tono de voz tan bajo que no fue audible para los presentes. Sin embargo, eso no la salvo de recibir un insultó por parte de su amiga.
-Tonta-Expresó la susodicha.
-¡Listo! Yo creo que hay el espacio suficiente como para entrar, andando-Bell retiró el último escombro del camino, dejando un agujero de tamaño considerable que les permitirá pasar a la habitación al otro lado del mismo.
Él fue el primero en adentrarse en aquel sitio.
Las dos féminas no tardaron mucho en seguirlo cuando no notaron que hubiese riesgo alguno.
Ya en la habitación, les sorprendió el buen estado en el que se encontraba. Al parecer el derrumbe en el pasillo impidió que las llamas la alcanzaran, permitiendo que lo que se hallaba almacenado ahí no sufriera ninguna clase de daño.
-Recolectemos lo que quepa en el agujero. No carguemos mucho. De todas maneras la ex mansión de Apolo está equipada y el dinero que tenían almacenado en el gremio será usado para comprar lo que se requiera. Andando-El joven les dio aquella indicación a las chicas.
-¡Hai, hai!-Respondieron al unísono, poniéndose manos a la obra.
Exploraron los cajones y roperos del cuarto. Al interior de estos había varias prendas que Bell les había comprado con anterioridad.
También resaltaban varias cobijas, almohadas y...
-Es la chaqueta de Bell...-Cassandra hizo un hallazgo interesante.
La agarró y extendió en el aire.
Después de esto... ¡¿LA OLIÓ?!
-Huele como a él. Con una ligera sensación de ahumado, cabe recalcar-Dijo la peliazul, esnifando cada parte de la prenda sin miramiento ni detenimiento.
Volteó de un lado a otro, asegurándose de que no fuese observada. Eso le alivió y decidió guardarla en para sí misma. O eso intentó hasta que justo enfrente suyo se ubicó la pelirroja, su mejor amiga, mirándola con total desagrado.
-¡E-Eh! ¡No es lo que tú piensas!-La pervertida profeta gritó. Pero no servida de nada justificarse habiendo presenciado en primera fila sus intenciones.
-Ni siquiera preguntaré si esto cuenta como una señal de enamoramiento o un paso a la locura. Solo guarda lo que veas y dame eso-Dijo Daphne, ignorando lo ocurrido y arrebatándole la chaqueta.
Cassandra quiso reclamar, pero ¿Con qué cara lo haría tras ser descubierta? Solo agachó la cabeza y asintió.
Ambas se separaron, indagando en el resto de las secciones.
Cuando estuvieron a la suficiente distancia entre una y otra, Daphne se detuvo y...
*¡Sniff!*
Esnifó la prenda al igual que lo hizo su amiga.
-En verdad huele a él...-Comentó, siendo más cuidadosa y guardándolo a las prisas en la bolsa para que la tentación no le ganara.
La recolección prosiguió con normalidad. Salvo lo antes mencionado, no hubo mucho que rescatar, por lo que la búsqueda no fue tardada. No obstante, una hoja de papel en el suelo llamó la atención del albino, quien se agachó por ella y la abrió.
Sus ojos se abrieron y sonrió cuando se percató de qué se trataba.
"Así que aquí fue donde cayó" Pensó, sonriendo y admirándolo antes de doblarlo.
¿Qué es? Sencillo. Era un dibujo que realizó años atrás cuando recién era un niño. Uno en el que estaban él, Zald y Alfia.
"Me fue grato visitarlos nuevamente en nuestra cabaña. Prometo que volveré en unos meses para hablar con tío Zald" Se dijo a sí mismo, besando la hoja doblada y guardándolo en su bolsillo.
No tardaron mucho en salir de ahí y reunirse con el resto. La recolección había finalizado y solo era cuestión de tiempo para que Hermes se presentara con un carruaje para transportarlos y llevar las pertenencias hasta su nuevo hogar.
Dicho y hecho. Antes de que el sol se pusiese, el dios de cabello color melocotón hizo acto de presencia con la diligencia y dos caballos jalando de ella.
-¡Hemos llegado!-Avisó este, como si su llegada se tratase de una entrada triunfal.
-Vamos chicos-Bell les habló a los tres infantes, pidiéndoles ayuda para meter las cosas.
"Un momento... ¿'Hemos'?" Esa palabra captó su atención.
La puerta del carruaje se abrió y de ahí salió la bella capitana de la familia de la deidad.
-Deje de hacer tanto escándalo, Hermes-Sama-Recriminó la peliceleste.
A pesas bajó, su mirada se dirigió al joven conejo, al cual buscaba entre el resto de los presentes.
Hicieron contacto visual y un liguero rubor tiñó sus mejillas.
Asfi posó su dedo sobre los labios y guiñó el ojo, pidiéndole que no le cuente nada de lo que sucedió en su cita a su dios.
Ese gesto le aceleró el corazón y se limitó a asentir.
-Ara~Ara~-María cruzó su brazo y posó la mano al costado de su cara, sonriendo. Estaba claro, en esa cita hubo fuego y el secreteo entre el par solo avivaba las llamas de la curiosidad.
Cassandra y Daphne se rieron con incomodidad. Ellas ya estaban al tanto.
La bella chica sintió que su ropa era jalada con delicadeza, como si trataran de llamar su atención. Ella miró hacia abajo y se trataba de Fina, la Chienthrope, sosteniendo la mano de Rye con Roux detrás de ellos.
-¿Ocurre algo?-Preguntó.
-¡Eres muy hermosa! ¡Pareces una princesa!-Dijo con emoción la rubia, dando pequeños saltos desde su posición.
Esto sorprendió a Asfi, quien no esperaba el halago.
-¡Bell-Nii! ¡Bell-Nii! ¡¿Ella también es tu novia?!-Preguntó la Chienthrope a su hermano mayor.
-¡P-Por supuesto que no!-Replicaron al unísono.
-Al menos no por ahora-Dijo entre susurros el albino, siendo escuchado por Asfi, quien se ruborizó aún más.
Él se acercó a ellos.
-Tienes razón, Fina. Asfi es increíblemente hermosa. Tan hermosa como una princesa-Declaró.
El calor en el rostro de la peliceleste se potenció.
-¡Ujum!-Un aclaramiento de garganta los interrumpió.
-Si ya has dejado de coquetear con mi hija, que no me quejo, adelante, tenemos que apresurarnos. Hay otros compromisos que requieren de mi presencia y el tiempo es valioso-Comunicó Hermes, sin desagradarle la idea de que el par se pusiera meloso.
-E-Entiendo. Yo también tengo un compromiso en unas horas-Comentó Bell, tragando saliva y sudando frío.
-Entonces ¿Qué esperamos? ¡Andando!-Dijo el dios.
-H-Hai...-Respondió el par, yendo cada uno por su lado y poniéndose manos a la obra.
Las humildes cajas y bolsas encontraron su lugar dentro del antiguo carruaje, conteniendo no mucho más que los recuerdos más preciados. Su vida había sido una lección de sencillez y desapego desde que habitaron en aquel lugar.
Ahora, se dirigían hacia un nuevo hogar, hacia un nuevo comienzo que parecía iluminado por su propia esperanza.
Cada calle que dejaban atrás era un adiós a los recuerdos que habían tejido en el laberinto de la vida urbana. Los vecinos, que habían sido más que simples conocidos, les daban su último adiós. Eran personas queridas, cuyas sonrisas y gestos de cariño quedarían grabados en sus corazones.
Las despedidas nunca son fáciles, pero en ese momento, se aferraban a la promesa de un futuro lleno de nuevas experiencias y oportunidades.
Durante el trayecto, ya habiendo pasado la nostalgia y la tristeza de partir, un comentario fue echado al aire.
-¡Oh! Casi lo olvido-Bell golpeó su palma y hurgó entre sus pertenencias.
Los niños y adultos ladearon la cabeza, confundidos.
-¡Aquí está!-Declaró, realizado y sacando del interior de su mochila tres libros distintos, posando los enfrente de Rye, Roux y Fina.
-¡Woooow!-Los tres pares de ojos se iluminaron con ilusión.
-Hoy en la mañana tuve mi cita con Tiona y fuimos a la librería. Decidí comprarles algo así que, eligen el que deseen-Dijo el albino, permitiéndoles que tomaran el que desearían.
-¡¿En serio?!-Estaban emocionados.
En las pastas de los libros se leían tres títulos.
El primero era "Fulland del Agua y la Luz".
El segundo llevaba como título "Rey mercenario Albert".
Y en el tercero "El Argonauta: La marcha del payaso".
"Perdóname David. Si hubiese encontrado tu libro lo hubiese comprado, pero la única copia de tu historia yo la tengo" Pensó el muchacho, lamentándose por no dar a conocer la historia de una de las almas en su interior.
-¡Gracias, Bell!-Dijeron los infantes, tomando cada uno un libro que ahora les pertenecería.
-Fulland...-Murmuró Rye.
-¡Rye, Rye! ¡Cuando termines de leer el tuyo, intercámbialo conmigo!-Pidió a Roux al castaño.
-¡No, lo cambiará conmigo! ¿Eh?-Declaró Fina, hasta que una mano se puso encima de su cabeza.
-Me alegra que les haya gustado-Comentó Bell sonriéndole y acariciándole el cabello con delicadeza.
No fue la única que recibió ese trato, le siguieron Roux y Rye, quienes se sentían extrañados por esa actitud.
-Ya que María los considera sus hijos y yo soy su pareja, eso me hace su padre. Así que, mi deber es hacerlos felices-Declaró.
El interior del carruaje quedó en completo silencio.
Un aura de incomodidad y pena ajena se presentó.
-Fufufufu-María empezó a reírse. Esto sorprendió al conejo.
-Bell-Nii, no hay forma de que te consideremos nuestro padre. Para nosotros eres nuestro hermano-Declaró Rye de manera directa y fulminante, como si la idea de ser su hijo le desagradara.
-¡Ugh!-Eso fue como una apuñalada en el corazón del conejo.
-F-Fina... R-Roux...-Buscó auxilio en la Chienthrope y ¿El? ¿La? Elfo.
-No eres mi papá-Roux fue breve.
-¡Gah!-.
-Solo nos llevamos un par de años de diferencia. Sería raro decirte papá-Replicó la rubia.
-Además era broma lo de convertirte en su padre. Jamás te pediría eso-Adicionó María, aclarando que todo se trató de un simple juego.
"Me siento como un idiota" Pensó Bell, quien ya se había preparado para desenvolver ese rol, agachando la cabeza.
Las risas estallaron ante la incredulidad e inocencia del conejo. Se volvió objeto de burlas sin detenimiento hasta que llegaron a su destino.
Desde la pequeña ventana del carruaje se asomaba una majestuosa mansión de mármol color blanco, cuyos barrotes de acero que la rodeaban se alzaban hacia el cielo como guardias centinelas de un pasado lleno de historias por contar. Sus imponentes jardines rodeaban la entrada principal, como si invitaran a los visitantes a adentrarse en un mundo de elegancia y esplendor.
Las enredaderas trepaban con gracia por las paredes, añadiendo un toque de naturaleza a la grandiosidad arquitectónica. Los ventanales de cristal relucían bajo la luz del sol, reflejando destellos dorados que danzaban en el aire.
La sorpresa en los infantes y la cuidadora de estos no se hizo esperar. No se comparaba a nada que conocieran. Lugares como esos solo eran imaginados gracias a los historias que han leído. Verse ahí, en tan espléndido lugar, y recordar que ese sería su nuevo hogar, no era sencillo de procesar.
No tardaron mucho en bajar de la carroza. El viaje había terminado.
Las cajas fueron bajadas. Las enormes rejas de la mansión abiertas. Era una oferta, un llamado a adentrarse a ese nuevo hogar que los aguardaba.
Bell fue el primero en llevarse las cosas. Rye, Roux y Fina jalaban a María para que entrara con ellos y conocieran la casa.
A afueras de la misma, del que no hace mucho fue su hogar, tanto Cassandra como Daphne los miraban a la distancia.
-Bueno ¿Qué haremos ahora? ¿Volveremos a ser aventureras? ¿Nos quedaremos siendo vagas y dependiendo de Bell? Esa segunda es muy tentadora-Cuestionó la pelirroja a su amiga, diciendo eso último a manera de broma dado que no tenía intención de ser una carga para quien las salvó.
-Yo... quiero estar a su lado. Serle útil-Confesó la peliazul.
-¿Y cuándo planeas decirle? Si dejas que el tiempo pase será más difícil. Aprovecha ahora que tus emociones están frescas-Sugirió Daphne.
Cassandra se sonrojó. El enfrentar sus sentimientos aún le causaba miedo, temor. Su inseguridad era un enorme impedimento para que su meta fuese cumplida, para obtener la vida que tanto añoraba.
-Si yo fuera tú, le diría ahora mismo que lo amo...-Declaró la poco sincera chica, aun fingiendo que lo decía por su amiga, quien volteó a verla.
-Le diría que tome la responsabilidad por darle la vuelta a mi mundo. Por tocar mi corazón. Que ahora estaré a su cuidado porque no habrá forma de que me aleje de su lado. Que no hay forma de que me vaya de a quien le entregué mi corazón, mi vida-Dijo con elocuencia, como si fuese su corazón el que hablara, como si por fin se sincerara.
Sintió cierta incomodidad, como si fuese observada. ¿La responsable? Claramente Cassandra.
-¡C-Claro! Eso es lo que deberías decir de ser lo que sientes. Yo solo puse ejemplos al azar sin ninguna clase de fundamento o sentido. No me haga mucho caso-Daphne se justificó con rapidez.
-Fufufufu-Cassandra se rió por la poca sinceridad de su amiga. Ya se le hacía tonto que fingiera lo contrario.
-¡Daphne! ¡Cassandra!-.
Fueron llamadas de repente, provocando que saltaran desde su posición.
Se tratan de Bell, quien corría a donde se hallaban de forma extraña, ocultando sus manos.
-¿Por qué no entran? ¡Es increíble! ¡Hay aguas termales!-El albino lucía emocionado.
-Lo lamentamos. Estábamos discutiendo algunas cosas. Me alegra que te guste-Cassandra fue la que respondió.
-En verdad les agradezco por su ayuda. Sin ustedes, nada de esto hubiese sido posible-Declaró el joven, sonriendo.
-Si no fuese por ti que nos diste el coraje de enfrentar a Apolo, no seríamos libres...-Dijo la peliazul, tomando una pausa.
Esa respuesta trajo consigo un breve instante de silencio.
Había una pregunta en la mente del conejo. Una que deseaba hacer y la cual quería que tuviese la respuesta que buscaba.
-Y... ¿Qué planean hacer ahora? Ya no están atadas a la familia Apolo. Pueden tomar el camino que deseen-Preguntó.
-Nosotras...-.
-¡Deseo quedarme contigo, Bell!-.
Daphne, quien estaba a punto de responder, fue interrumpida por la rápida y fuerte confesión de Cassandra.
-¿Estás segura? Yo no soy un dios y no puedo darles un falna. Tuvimos suerte de que Miach-Sama les entregara el suyo para el juego de guerra, por lo que de quedarse conmigo no podrán ser aventureras. Es más, si me preguntas, estoy seguro de que Miach-Sama sería una buena opción de Dios...-.
-Yo no quiero eso-.
La chica volvió a interrumpir, en esta ocasión al albino.
-Encontré un lugar al cual pertenecer, una persona a la cual servir. Y eres tú. No me importa no volver a ser aventurera si puedo estar contigo-Confesó.
Daphne posó la palma en la espalda de la chica, dándole un pequeño empujón.
"Hazlo. Es el momento" Pensó.
Ambas asintieron.
-Bell...-Lo nombró.
El joven permanecía en silencio. Sabía que ahora su rol era de oyente.
-Desde que llegaste por casualidad a mi vida jamás esperé tener la oportunidad de ser feliz. No lo pensaste dos veces a la hora de salvarme de mis heridas, de mi tristeza. A pesar de que no nos conocíamos, nos elegiste... me elegiste. No retrocediste, fuiste en contra de Apolo sin nada que ganar y mucho que perder. Pusiste en riesgo a quienes ambas para asegurar nuestro bienestar y jamás te lo podré agradecer lo suficiente. Continuaste protegiéndonos, incluso ahora piensas en nuestro bienestar, sin esperar nada a cambio-.
Cassandra cerró sus puños y los alzó, encimándolos en su delgado y alterado pecho.
Miles de sueños terroríficos fueron rememorados. Noches de insomnio por ser presa del miedo de su mente se manifestaban en recuerdos.
-Mis pesadillas... se convirtieron en dulces sueños cuando te conocí. Mi realidad gris se pintó de colores el día que tú entraste en ella. ¡Tú le diste color a mi vida!-Dijo con vehemencia.
-Ansío que seas lo último que piense antes de dormir y lo primero al despertar. No quiero separarme de ti porque es gracias a ti que conocí lo que era ser querida, apreciada... amada. Gracias a ti sé lo que es el amor y cómo se siente porque... es lo que siento por ti-.
Ella alzó la cabeza. Su cabello que normalmente le cubría la mitad del rostro fue recogido.
Aquel apagado rostro brillaba como una estrella en nacimiento.
Aquella inseguridad se esfumaba.
-Bell... ¡Te amo!-Reveló.
-Por favor, cumple mis sueños, mis anhelos. Compártelos conmigo-Adicionó.
Bell quedó boquiabierto. Aunque... esperaba que esto sucediera.
-Solo quería que me dijeras que me elegías para tomar mi decisión-Musitó.
Detrás de su espalda, un hermoso ramo de rosas azules fue sacado, rosas tan hermosas como la persona a la que le sería entregado, posándolo justo enfrente de ella, sorprendiéndola en el proceso.
-Cassandra, también te amo. Hagamos que tus visiones solo predigan la enorme felicidad que compartiremos. No importa lo que aparezca en tus sueños, yo siempre te creeré-Confesó, extendiendo el ramo.
Las mejillas de la peliazul se ruborizaron. Las lágrimas de felicidad en sus ojos se desbordaban como una presa.
-Y...-Bell volteó hacia Daphne, quien se alegraba porque su amiga fue correspondida.
-¿Qué sucede? Esta es la parte en la que la besas...-Antes de que continuará con su reclamo la pelirroja, otro ramo de rosas, en esta ocasión rojas, le fueron puestas a escasos centímetros del rostro.
-Mis sentimientos son los mismos por ti, Daphne. Te amo. Te amo tanto como a Cassandra. Sigue cuidando de mí. Sé esa fuerza que controla mis lo curas y regula mis estupideces. Protege mi espalda y sigue enamorándome con tu actitud de tsundere-Expresó el joven.
-¡¿EHHHHHHHHHHH?!-La fémina gritó, totalmente avergonzada.
-¡No, no, no, no! ¡Te estás haciendo la idea incorrecta! Te estimo y admiro mucho, pero quien te ama como hombre es Cassandra, no yo-Se negó rotundamente, moviendo la cabeza de derecha a izquierda al igual que la mano para demostrar lo decidida que estaba a rechazarlo.
-Daphne, luego de lo que sucedió con Alicia, me niego a ignorar los sentimientos de quienes están enamoradas de mí. Eso también incluye a las que lo niegan o se mienten a sí mismas para no aceptarlo-Replicó el muchacho.
Esto hizo que la pelirroja se quedara callada. Sus labios temblaban. Su corazón latía con fuerza como si estuviese a punto de salirse de su pecho. No esperaba que también se le confesarían.
-Las amo a ambas. Si en verdad no es recíproco, lo aceptaré. Pero en verdad quiero quedarme contigo, formar una familia, ser felices, demostrarte que tú también... estás hecha para amar y ser amada. Permíteme ser tu luz, tu soporte, del mismo modo que lo fuiste con Cassandra-Comunicó Bell, aun extendiendo el brazo a la espera de que las rosas fuesen aceptadas y con ellas su propuesta.
-Y-Yo no...-Ella dudaba.
-Daphne, lo repetiré-.
Ambos se miraron, ignorando lo que hubiese alrededor.
Era como si el tiempo se detuviera. Ese instaste que compartían era único y exclusivo.
-Te amo. Por favor, quedaré conmigo para siempre-Bell se inclinó ante ella.
La chica puso el puño sobre el pecho y cerró los ojos.
"¿Qué estoy haciendo?" Preguntó.
Su mano libre se movía por reflejo. Era como si su cuerpo tomara la decisión, como si ignorara la lógica y se guiara por mero instinto. O quizás... era más sincero de lo que la pelirroja podría ser.
Sus dedos sintieron las ramas de las flores, la palma se envolvía en los tallos.
"¿Qué estoy haciendo, en serio?".
"¿Yo y él? ¿Quedarme a su lado para siempre?".
"Jamás cruzó por mi mente el ser pareja de alguien y... ¿Ahora estoy a punto de entregarle mi vida a él?".
"-Entregaría mi vida si fuesen tus manos las que la recibieran-".
Las palabras que le expresó tras terminar el juego de guerra hicieron eco en su mente.
Y no solo eso...
"-Si tú fueses quien la protegiera... y-yo también te entregaría mi vida... por toda la eternidad...-".
También su respuesta a esa declaración se repitió.
"Qué tonta. Desde ese día ya me había enamorado de él y se lo dije como si nada. Fue en ese instante en que mi corazón le perteneció...".
Se percató.
Sonrió.
-Supongo que no tengo de otros...-Musitó, sosteniendo el ramo y abrazándolo.
-Aceptaré ser tu novia porque prometimos cuidar el uno del otro y siempre cumplo mis promesas-Su expresión de sorpresa cambió al de lo que ella era ahora mismo... una doncella enamorada.
Bell y Cassandra contuvieron su risa. Era increíble que incluso aceptando actuara de forma orgullosa y altanera.
-Chicas-El joven las nombró y...
*puff*
Las abrazó.
-Las amo. Son parte de mi familia ahora, así que las protegeré aunque me cueste la vida-Finalizó.
Ambas correspondieron al abrazo. No tenían que avergonzarse y contenerse. Era una muestra de afecto de quien se convirtió en su novio.
Se miraron y asintieron, como si coincidieran en un plan.
*Mua*
*Mua*
Cada una le besó una mejilla.
-Bell ¡Te amamos!-Confesaron.
Dos nuevas novias se habían unido al Harem del conejo.
A la distancia, a la lejanía, desde el carruaje a punto de partir, la escena era presenciada por Asfi y Hermes.
Este último sonreía con orgullo.
-Don por uno. Eres impresionante-Comentó.
Asfi estaba en completo silencio hasta que la mano de su dios se posó sobre su hombro.
-Hermes-Sama... ¿Fue un error?-Preguntó.
-No. Todo a su ritmo. Si se aman, no importa el tiempo ni la distancia, tarde o temprano sus caminos se unirán-Respondió la deidad.
-¿Usted aprueba que lo despose?-Preguntó la peliceleste.
-¿Que si lo apruebo? Si eso hace feliz a aquella princesa que vivía encerrada en la torre de un castillo en esa ciudad portuaria, firmaría de inmediato-Contestó.
Asfi sonrió.
-Es sólo cuestión de tiempo que él robe tu primer beso, al menos en la boca porque ya te robó tu primer beso en la frente-Adicionó Hermes.
-Sí...-Afirmó su hija.
"¿Eh? Un momento... ¡¿CÓMO LO SABE?! ¡ME DEJÉ LLEVAR Y NO SE ME HIZO EXTRAÑO QUE SUPIERA LO DEL BESO!" Gritó internamente, extremadamente roja.
-¡¿USTED ESTABA DESPIERTO?!-Interrogó, muriéndose de pena.
-¡Por supuesto! ¡No me perdería el romance de mi hija!-Respondió Hermes, confirmándolo, orgulloso de ello.
-¡ME QUIERO MORIR!-Gritó Asfi, tapándose la cara con las manos mientras el carruaje se iba de ahí.
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Horas después.
Era medianoche en Orario. La luna se hallaba en su punto más alto y las calles dejaron de transitarse. Ahora mismo, ignorando a unas cuantas personas que desempeñaban la labor de aventureros, no había nadie a los alrededores.
Justo enfrente de una enorme sede color blanco, un hospital, el protagonista de esta historia permanecía de pie, pensativo.
"Ella dijo que luego del juego de guerra lo haríamos. Me sorprendió que me citara esta noche y no la primera tras ganar. Quizás fue considerada conejo resto de mis novias o su plan es dejar lo mejor para el final. Sea como sea... estoy emocionado" Pensó el albino, ruborizado y tragando saliva.
Sí... la recompensa que la médico le prometió a nuestro conejo protagonista no se le olvidaba. Incluso durante la batalla pensaba en aquello y mentiría si dijese que una de las razones por las cuales dio todo de sí en esa pelea no fue el obtener tan ansiado fruto prohibido.
"¿Acaso lo haremos en el hospital?" Se cuestionó. Desde que ella lo citó ahí se le hizo extraño. Pudieron ir a un hotel en la calle dédalo o a cercanías del distrito rojo. Pero... ¿En su sede? ¿Qué planeaba?
"¿Qué tal si molestamos a los pacientes? No tengo experiencia en esto, pero es normal que una mujer haga ruidos durante el acto, por lo que me comentó mi abuelo" Se dijo a sí mismo. Muchas dudas se originaban en su cabeza.
Subía lentamente las escaleras. Cada paso que daba era uno menos que lo separaba de su destino.
"Es moralmente incorrecto teme sexo en uno sitio donde vidas peligran y ofenden de un hilo o incluso se pierden. Pero, aun sabiéndolo... ¿Por qué me siento emocionado? ¿Soy una clase de fetichista? ¿Tal vez lo haremos aquí para que Airmid entre en personaje y use su cofia sin nada puesto, seduciéndome en el proceso?" Las fantasías del conejo escalaban a ritmo acelerado. Comenzaba a divagar e ignorar sus preocupaciones previas.
El último escalón fue subido. Su palma estaba puesta sobre la superficie del vidrio de la puerta, preparándose para empujarla.
Respiró hondo y suspiró.
-Esta es mi aventura-Dijo, sin echarse para atrás.
La puerta fue abierta, permitiéndole el paso a la recepción. Las actividades en el mismo eran bajas, los visitantes escaseaban, por lo que cada paso que daba en dirección a los escritorios hacía eco, avisando de su llegada.
Eso le extrañaba. El horario más ajetreado, por lo que ha notado en su estancia aquí, es la medianoche, siendo el momento en que normalmente los aventureros abandonan el calabozo.
No se quejaría. Entre menos visitantes, menor era la pena que le causaba ir a donde Airmid se encontraba. Las miradas no lo perseguirían.
Una conocida lo vigilaba desde detrás de la recepción. Se trataba de Martha, la compañera de su novia quien le guardaba un enorme odio y rencor por haberse hecho novio de la capitana de su familia.
El muchacho levantó la mano para saludarla, pero ella se limitó a girarse e irse a otro lado, ignorándolo.
-En serio me odia-Dijo.
"Y lo hará más si se entera de lo que haré hoy" Pensó.
Él suspiró, retomando su andar hasta la tercera planta de la sede, piso en el que se hallaba la habitación de su interés.
Entró al ascensor. El sonido de las puertas cerrándose y la música del mismo lo acompañaba en su silencio.
El solo recordar cómo lucía su amada en traje de baño el día que fueron a las aguas termales le aceleraba el corazón. Ni hablar de aquella primera noche que compartieron cama en su habitación tras el ataque de Apolo al orfanato, donde ella estaba en ropa interior, abrazándolo y presionando sus atributos contra él.
La calidez del roce piel con piel estaba marcado en su ser como un tatuaje que no se borraba, que le recordaba la deleitante situación de hace algunos ayeres. El solo hecho de abrazarla guiaba a su subconsciente a ese día y lugar.
-Será nuestra primera vez. Se supone que debería estar nervioso, pero... ya la he hecho esperar mucho-Susurró.
Los masajes que por pura suerte y autocontrol de la peliplateada que no terminaron en el acto.
Las provocaciones de la médico, sentándose encima de él y pidiéndole que le agarrara el trasero.
¡Demonios! ¡¿Cómo es que Bell resistió tanto tiempo los acercamientos de tan hermosa mujer?!
Se lo debía a la insistente Airmid. Y ella se lo debía a él por esas noches en que lo dejó con las ganas para vengarse de sus intentos fallidos.
No había excusas. ¡Era esa misma noche sí o sí!
-¡Dale con todo, nieto mío!-.
-¡NO SE TE OCURRA! ¡ERES TODAVÍA UN NIÑO!-.
Tanto su abuelo como su madrastra aparecieron en sus hombros en versiones miniaturas. Uno le mostraba su apoyo, la otra en cambio no deseaba que le hiciera caso a la representación del lujurioso anciano.
El nieto e hijo de ambas manifestaciones los ignoró. Su mente estaba centrada en alcanzar tan ansiado objetivo.
El ascensor alcanzó el piso. La salida se despejó y él salió.
Al fondo del pasillo se ubicaba el cuarto de su novia.
Estaba tan cerca que ya podía sentir las hormonas liberándose.
"¿Qué llevará puesto?" Se cuestionó.
Su andar cesó. Ya había alcanzado la última barrera que lo separaba de ella.
Respiró hondo. Si permanecía ahí sin hacer nada se acobardaría. Era mejor hacer las cosas impulsivamente, total, es un experto en eso.
Agarró la perilla de la puerta, la giró y posterior a esto la abrió con fuerza, empujando una corriente de aire producto de esto hacia el interior del cuarto.
La gélida brisa causó un escalofrío en la bella mujer que residía ahí.
Los ojos del albino entraron en contacto con los de las susodicha.
Ella estaba ahí de pie con una toalla cubriéndole el cuerpo. Su cabello estaba húmedo al igual que partes de su piel. Sostenía en cada mano una prenda diferente de lencería. La primera era un Body oscuro extremadamente pequeño, la segunda constaba de dos piezas, un sostén púrpura y un liguero de largas medias del mismo color.
Permanecieron en silencio uno frente al otro.
Sus ojos se abrían en demasía ante la presencia del contrario.
El viento que entró junto al conejo sacudió la toalla de Airmid. Esto provocó que el nudo que la sostenía se deshiciera y cayera al suelo.
Por un breve instante, mientras la tela caía, Bell presenció la desnudez de su amada novia, dejándolo pasmado.
-¡AHHHHHHHHHH!-Airmid gritó y rápidamente se agachó, cubriéndose con sus piernas mientras abrazaba sus rodillas, haciéndose bolita.
Sin embargo, la imagen fue capturada y jamás sería borrada de la mente del muchacho.
Un hilo de sangre se deslizó de su nariz. Años y años de historias de su abuelo en las cuales los héroes sangraban por las narices al ver desnudas a sus princesas cobraron sentido.
-¡CIERRA LA PUERTA ANTES DE QUE ALGUIEN PASE!-Le ordenó la médico.
Esto lo sacó de su trance.
-¡HAI!-Bell respondió rápidamente, saliendo de ahí y cerrándola.
*¡PAM!*
-¡PERO CONTIGO ADENTRO, IDIOTA!-Reclamó la peliplateada.
-¡PERDÓN!-Bell entró de nuevo y la cerró por segunda ocasión.
La chica lo miró, avergonzada.
-¡LO LAMENTO MUCHO! ¡DEBÍ TOCAR ANTES DE ENTRAR! ¡ME GANÓ LA EMOCIÓN!-Se justificó el joven, tirándose al suelo en posición de dogeza.
-¡ES QUE NO ESPERABA QUE ESTUVIESES DESNUDA TAN PRONTO Y ESO ME ALTERÓ!-Adicionó.
-¡NO FUE POR TI, TONTO! ¡RECIÉN SALÍA DE BAÑARME Y ESTABA ELIGIENDO QUÉ PONERME! ¡NO CREÍ QUE VENDRÍAS TAN TEMPRANO! ¡TE CITÉ A LA UNA DE LA MAÑANA PARA QUE NADIE TE VIERA EN LA RECEPCIÓN!-Replicó la médico, explicando la razón de su falta de preparación.
-¡PERDÓN, PERDÓN, PERDÓN!-Dándose cuenta de que la culpa era suya, Bell continuó con las disculpas, arrastrando la frente en contra del suelo.
Airmid infló sus mejillas, todavía hecha bolita.
-¿Por qué las cosas nunca salen como quiero?-Se quejó.
El joven se puso de pie. Una idea surgió.
-Si el estar desnuda es el problema, entonces...-Murmuró. El sonido de un zíper fue emitido.
-¿Eh? ¡¿QUÉ HACES?!-Gritó la peliplateada.
-¡Como te vi desnuda, lo justo es que tú también me veas así! ¡Así estaremos a mano y no serás la única en vergüenza en la habitación!-Vociferó el albino, decidió y deshaciéndose de sus pantalones.
-¡¿QUÉ LÓGICA TIENE ESO?!-Replicó Airmid, viendo el pantalón cayendo al suelo. Luego la chaqueta. Seguido de eso la camisa manga larga.
-¡PERVERTIDO! ¡TONTO LUJURIOSO! ¡LEFIYA TENÍA RAZÓN! ¡NO LO HAGAS! ¡NO ME HE PREPARADO MENTALMENTE!-Gritaba sin cesar, cubriéndose los ojos con las manos aunque separaba los dedos para ver, así que no le desagradaba en lo más mínimo la exhibición.
Fue entonces que la ropa interior, la últimos prenda vestida por el albino, cayó, dejándolo en completa desnudez, como planeó.
Puso sus manos encima de su parte privada para que su novia no la viera.
Airmid abría los ojos en demasía.
Estaban en completo silencio.
-C-Creo que me gano la emoción e hice algo imprudente...-Musitó el conejo, completamente apenado y ruborizado.
La peliplateada asintió. Pero...
-Fufufufu-Una risita salió de ella.
-Eres un tonto impulsivo. Jamás te pones a pensar un segundo antes de actuar-Comentó.
Su vergüenza había desaparecido.
Lentamente se puso de pie, tapando su zona íntima y sus pechos.
Avanzó hacia él.
Ya no tenía miedo. La forma de actuar de su novio calmó sus emociones.
-¿Q-Qué haces Airmid...?-Preguntó el muchacho entre menor era la distancia que los separaba, hasta que...
*Puff*
Esta fue cero. Airmid lo abrazó. Sus brazos rodeaban la espalda de su amado. Sus senos se aplastaban en el pecho de su amado en completa desnudez.
"¡Son muy redondos y suaves! ¡Gran revelación!" Gritó internamente el albino, enrojecido hasta las orejas.
-¿A-Airmid?-Él la nombró, mirándola hacia abajo debido a la diferencia de estaturas.
-De este modo podemos estar juntos sin que veamos el cuerpo del otro-Respondió la susodicha, sonriéndole.
Esa había sido la razón por la que lo hizo. Quería tener una conversación tranquila con su amado antes de que lo que tenía que pasar, pasara. Pero no era posible con ambos intranquilos.
Comenzó a pasar la yema de su dedo índice sobre la piel de su amado, haciendo un puchero.
-¿Sabes? Me he sentido sola estos últimos días. Solo me visitas un par de minutos y te vas. Sé que te permití cumplir los caprichos de las demás, pero no te olvides de tu primera novia-Expresó, celosa.
-M-Me disculpo. Sé que te he dejado en segundo plano y deseo compensártelo esta noche-Respondió Bell, abrazándola del mismo modo que ella lo hacía.
Realizaba un esfuerzo sobrehumano para no caer en la lo cura.
Su breve conversación aligeraba el ambiente. Cualquier vergüenza o intranquilidad se iba.
-¿Cumplirás cualquier de mis caprichos y deseos?-Preguntó la médico.
El novio sabía que decir que sí era arriesgado. No obstante, a este punto, ya no le importaba.
Fue la primera en unirse a él. Es quien ha soportado durante más tiempo sus locuras, tonterías, intentos suicidas y muchas cosas más que lo han guiado a involucrarse en situaciones peligrosas. Si alguien merecía el permiso de pedirle lo que sea, era ella.
Sus manos bajaron lentamente. El roce de sus dedos con la espalda de la chica hizo que se pegara más a él, provocando que sus lesiones se presionaran con más fuerzas en su pecho.
Podía sentir la forma de estos, eran duros y redondos. Por lo que pudo ver también rosados y pequeños.
Sin previo aviso...
-¡Ahh~!-.
Le presionó el trasero a la médico, provocando que gimiera.
-Antes me preguntaste si me gustaba la forma de tu trasero. Hoy que lo vuelvo a tener en mis manos he llegado a la misma conclusión que en aquella ocasión. No hay palabras que describan tan maravillosa e inigualable sensación-Declaró, agachando la cabeza y uniendo su frente a la de ella.
La respiración de la médico se alteraba. Su pecho de extendía y volvía a su tamaño normal repetidamente.
-Y, respondiendo a tu pregunta, sí, Airmid. Cumpliré tus caprichos y deseos, por lo que...-Acercó su boca a la de ella.
-Siéntete libre de pedirme lo que quieras-Finalizó.
Los ojos color púrpura de la fémina brillaron.
Era un instante lleno de deseo cuando ella lo empujó con firmeza contra la pared.
Con ambas manos a los lados de su rostro, se perdieron en un beso ardiente y profundo. Las lenguas danzaban frenéticamente en la boca del otro, mientras gemidos suaves escapaban de los labios de Airmid.
Sus muslos se frotaban en su propia intimidad, la cual se humedecía con cada roce.
El joven correspondía al beso con gran pasión, sus manos presionando el trasero de su amante, moviéndose juntos en una danza de deseo desenfrenado. Mientras se besaban, el mundo a su alrededor parecía desvanecerse, tropezando con muebles y derribando decoraciones sin preocuparse por las consecuencias. Se dejaban llevar por la lujuria sin inhibiciones, sabiendo que el día que habían anhelado finalmente había llegado, y no se detendrían.
Bell le soltó el trasero, pero la tomó de la cintura, atrayéndola aún más hacia él, ansioso por perderse completamente en su pasión compartida. La médico sintió cierta presión en su zona íntima.
El beso se rompió tras casi dos minutos de haber iniciado. Un hilo sede saliva que conectaba ambas bocas se rompió cuando separaron sus rostros.
Ambos jadeaban. La cordura había alcanzado un punto crítico de no retorno.
Airmid miraba a Bell, deseosa de lo que vendría después. Sus ojos repletos de lujuria le daban el mensaje correcto a su amado, quien ni lo pensó dos veces y...
-¡Kya~!-La arrojó a la cama.
Él se posó de pie al borde del colchón, admirando la figura de su amada.
Ella lo miró desde ahí, aún acostada.
Ansiaba lo que vendría.
Abrió sus brazos, siendo un aviso para que se acercara.
Sus muslos seguían frotándose, empapando su vagina.
-Puedes tomarme... ¡Ah~! Devórame... Soy toda tuya, mi tonto héroe...-Sonrió, separando un poco sus piernas y abriéndole paso a su novio. Le daba permiso de que hiciese lo que deseara con ella.
Un hilo en el subconsciente de Bell fue cortado, rompiendo el poco autocontrol que le quedaba.
Con manos firmes, él sostuvo los muslos de la mujer y los separó con determinación. Ante él se reveló una vista tentadora de su intimidad, empapada y palpitante, ansiosa por la llegada de su amante. Cada detalle de su feminidad estaba expuesto ante sus ojos, invitándolo a sumergirse en el éxtasis que los aguardaba.
-¡N-No lo veas tanto! ¡Es vergonzoso! ¡Ah~!-Reclamó Airmid, aunque un gemido se escapó al hacerlo.
La respiración agitada del joven enviaba ondas de placer a través del cuerpo de Airmid, provocando espasmos en su zona íntima. Bell se movió sobre ella, posicionándose encima con determinación. Con cada brazo a los lados de su cabeza, se sumergieron nuevamente en un beso apasionado, sus labios encontrándose en una danza ardiente y desenfrenada.
La peliplateada aferraba la espalda de Bell, dejando marcas con sus uñas mientras se entregaba al éxtasis del momento. Aunque pequeños gestos de dolor aparecían en el rostro del joven albino, no le importaba en lo más mínimo.
Él se dedicaba a acariciar los senos de la mujer, jugando con sus pezones con habilidad y delicadeza. Los presionaba suavemente, los giraba entre sus dedos y los acariciaba con una destreza que hacía que la chica se retorciera de placer abajo de él.
De pronto rompió el beso.
-¿Q-Qué harás? ¡Kya~!-Interrogó Airmid antes de que su cuello fuese lamido.
El conejo bajaba lentamente por su cuello, empapándolo de saliva y dejando pequeños chupetones en él.
-E-Eso dejará ¡Ah~! Marca...-Se quejó la joven sin hacer nada para detenerlo.
-Podrán verlas...-Susurró, sonriendo.
Al albino no le interesaban a este punto no habría nada que lo detuviera.
-Quiero que el mundo sepa que me perteneces. Porque ya saben que te pertenezco-Musitó, continuando.
Su lengua se deslizaba. Cada zona por la que pasaba se calentaba.
Descendía lentamente. A su propio ritmo.
Los gemidos de Airmid aumentaban de volumen conforme bajaba.
Lamió la parte superior del seno derecho. Después su lengua hizo círculos alrededor del pezón de este mismo.
-¡Ah~! ¡Ah~! ¡Ah~!-Jadeos y gemidos de placer eran el único sonido que emitía la peliplateada. Un deleite para los oídos del joven.
De pronto, usando sus dientes, mordió la pinta del pezón con delicadeza.
-¡Kyaaaaaaaaaa~!-Airmid gimió más fuerte que antes. Su cadera se levantó de la cama un par de segundo mientras su vagina chorreaba aún más líquidos, para luego caer de nuevo al colchón, haciendo que sonaran los resortes.
Habiendo terminado su trabajo con el pecho derecho, su objetivo era el izquierdo.
Lo hecho con este no fue diferente al anterior y el resultado no varió.
Cuando le dio placer a las gemelas, supo que le quedaba un lugar más al cual visitar.
Con una determinación palpable, la lengua de Bell recorrió el abdomen de Airmid, descendiendo lentamente hacia su pubis con una seducción irresistible.
Cada centímetro que se acercaba, la humedad de la mujer aumentaba, como si su cuerpo anticipara el placer inminente que estaba por venir.
Él se aproximó aún más, su respiración agitada enviando oleadas de anticipación a través de la zona íntima de la chica.
Con movimientos expertos, lamió los alrededores de su vagina sin tocarla directamente, provocando gemidos suaves de anticipación. Mientras tanto, sus manos hábiles acariciaban los músculos de la mujer con firmeza, sus pulgares moviéndose en un vaivén ascendente y descendente, preparándola para el éxtasis que estaba por llegar.
-Tu ¡Ah~! Lengua... mé ¡Ah~! Métela... quiero ¡Ah~! Sentirla...-Pidió la peliplateada. O mejor dicho, rogó.
Con un movimiento preciso, Bell dejó de lado el juego previo y se concentró en el punto focal de la pasión de su amada. Con su boca abierta justo sobre la flor de su amada, su lengua emergió y comenzó a lamer con una destreza irresistible.
-¡Ahhhhhhh~!-Gritó
Un simple toque en el clítoris de Airmid fue suficiente para desencadenar una cascada de placer, inundando el rostro del joven con un chorro que lo dejó empapado en el éxtasis compartido.
Su cuerpo se retorcía. Su pelvis se levantó, separando el trasero de la cama por segunda ocasión.
-Me... vine... solo con tu lengua ¡Ah~!-Su vagina estaba sensible, el solo moverse un poco le provocaba espasmos.
La cama estaba mojada. Las sábanas humedecidas se enfriaban por el aire entrando por la ventana.
El joven permanecía en silencio, su rostro cubierto por los fluidos de su amada, mientras ella comenzaba a recobrar la conciencia. Airmid se sentía avergonzada y quería disculparse por su acción, pero antes de que pudiera moverse en busca de una toalla, Bell la sujetó firmemente de las muñecas y la arrojó de vuelta a la cama.
En ese momento, cualquier vestigio de ese chico decente que solía ser se desvaneció por completo, dejando en su lugar a un amante decidido y dominante que estaba dispuesto a llevarla al límite del placer una vez más.
-¿B-Bell?-Ella lo nombro. Por alguna razón esta actitud tan directa y desvergonzada la asustaba pero le gustaba.
-Airmid, lo voy a meter. Estoy en mi límite y no sé si seré capaz de soportar más juegos previos-Respondió el amante, desesperado y mirando hacia su entrepierna.
La mirada de la peliplateada también buscó aquel lugar, encontrándose con el pene inflamado del albino con las venas marcadas en su superficie.
La expresión de deseo en el rostro del chico era innegable, revelando una ansiedad palpable por lo que estaba por venir.
"¡ESO ME PARTIRÁ EN DOS!" Gritó internamente, sorprendida por el tamaño. Jamás había visto a la zanahoria de forma tan vigorosa.
-¡No lo hagas Airmid! No podrás caminar por días ¡Tus pacientes te necesitan!-.
Una mini Airmid con alas de ángel fungió como la voz de la razón.
-Ignora a esa tonta. Lo deseaste por meses ¡Ahora monta a ese conejo!-.
La contraparte de la Santa no tardío en aparecer también.
-Y-Yo...-Titubeaba antes de tomar su decisión, pero...
*¡Mua!*
Sus labios fueron sellados por los de su amado.
El movimiento de las lenguas al interior de su boca hizo estragos cualquier ápice de razón que permaneciera en ella.
La diablita le arrojó el tridente a la angelita, obteniendo la victoria.
-¡Ah~!-Se separaron del beso, jadeando.
Las iris de los ojos de Airmid adoptaron la forma de corazones.
Cuando miraba a su novio encima suyo no pensaba en otra cosa que en fundirse con él.
Con determinación, Bell tomaba la base de su pene mientras ella observaba con anticipación cómo la punta se acercaba a su vagina. Una sonrisa de deseo se dibujaba en los labios de la mujer, ansiosa por lo que estaba por venir. Con las manos colocadas a cada lado de su intimidad, Airmid se preparaba para recibir a su amante con los brazos abiertos y el corazón latiendo con excitación.
-Es toda tuya... cómeme-Dijo la peliplateada, rindiéndose ante la lujuria.
Bell acercó su glande a la cavidad vaginal chorreante y temblorosa de su pareja, rozándola.
-¡Ah~!-Ella gimió. Sus labios sufrían de espasmos con el solo deslice del pene.
El albino repitió esto.
-¡Mmm~! ¡Ahhh~!-Ella volvió a gemir.
Cerraba los ojos. Formaba un puño en su mano derecha y lo mordía.
-Mételo... hazme tuya... dámelo todo-Rogaba la fémina, agarrando de la muñeca a su amado mientras la presionaba.
Con los ojos cerrados, Airmid se entregaba por completo a las sensaciones que inundaban su cuerpo mientras su vagina se abría lentamente para recibir a Bell. Cada roce, cada presión, se intensificaba al no ser vista, permitiéndole sumergirse aún más en el éxtasis del momento. Con cada centímetro que se acercaba, el placer crecía, convirtiendo cada roce en una explosión de sensaciones que la llevaban al borde del abismo del placer.
-¡Mmmmmmmmmm~! ¡Ahhh~! ¡Ahhh~!-Los espasmos se potenciaban y los gemidos silenciados eran mayores que antes. Sentía el pene de Bell siendo abrazado por su interior. Un calor sin igual inundaba su útero.
Un hilo de sangre se deslizó. La pequeña sensación de dolor que trajo consigo se desvaneció, dejando solamente placer.
"Ya ¡Ahhh~! Ya no podré llamarme santa..." Pensó, relamiéndose los labios.
Con la señal que había estado esperando, Bell no dudó ni un instante. Con un solo movimiento brusco, hundió el resto de su pene en la vagina de Airmid, fusionándose con ella en un torbellino de pasión desenfrenada.
-¡Ohhhhh~!-.
-¡Ugh~!-.
Un gemido escapó de los labios de ambos, mientras se entregaban por completo al placer ardiente que los consumía.
Mordió sus labios, sabiendo que la sensación que vendría cuando el pene de su amado llegara al final de su vagina sería imborrable, incomparable.
Poco a poco, el glande del conejo se interiorizaba hasta que...
-¡Ahhhhhhhhhhhhhhhh~!-.
Hasta que besó su cérvix, provocando que ella gimiera con fuerza.
Apretó la muñeca de Bell. Con su otra mano arañó las sábanas.
Un choque eléctrico originado en ese punto se extendió en todo su cuerpo.
Era como si el pene le diera lujuriosos besos a su cérvix.
Ella tomó una almohada cerca de su posición y la posó en su rostro.
*¡PAM!*
Sin gritar ni gemir, mordió la almohada, resistiendo las embestidas.
*¡PAM!*
-¡Ugh~!-Pero a pesar de los esfuerzos, su voz se filtraba.
Las repetidas embestidas nublaban su consciencia.
Derramaba y derramaba sus líquidos vaginales, cediendo al placer.
-¡Ahh~!-
-¡Ahh~!-
-¡Ahh~!-
-¡Ahh~!-
Los reiterados gemidos eran causados debido a que su cérvix era besada varías veces por la punta del pene.
-¡Ahh~!-
-Jeje... ¡Ahh~! Esto... ¡Ahh~! Se siente tan bien...-Balbuceó.
La sensación del pene de Bell despegándose del final de su vagina para golpearla nuevamente con más fuerza se volvió su favorita.
-¡Más fuerte! ¡Ahh~! ¡Hazlo más fuerte!-Rogaba.
Con un agarre firme en la cintura de la médico, Bell atendió a su pedido. La atrajo hacia él con fuerza y...
-¡AHHHHHHHHHHHH~!-Lo metió más profundo, cosa que ella creía imposible hasta hace unos segundos.
-¡O-Ohhhhh~!-Su vagina temblaba al igual que ella. El líquido no dejaba de sacar de aquel sitio.
Ya no le importaba ser oída. Su atención estaba completamente centrada en disfrutar lo más posible.
Sintió que los músculos alrededor de sus ovarios se sacudían y tensaban.
"¡¿Q-Qué?! ¡Ahh~! ¡Ahh~! ¿E-Estoy ovulando? ¿H-hizo ¡Ahh~! Que ovulara?" Se preguntó.
Era como si su cuerpo se preparara para recibir la semilla de su amado. Ella estaba lista para ser impregnada, embarazada.
Los besos en su cérvix no cesaban.
Era embate tras embate, cada uno más fuerte que el anterior.
El placer que sentía se propagaba por cada fibra de su tembloroso cuerpo.
-¡Bell! ¡Ahh~! ¡Beeeell~!-Ella lo llamaba.
-¡Bésame! ¡Ahh~! ¡BÉSAME AQUÍ ARRIBA TAMBIÉN! ¡Ahh~!-Pidió con fiereza y deseo.
Siguiendo su indicación, Bell y Airmid unieron sus bocas en un beso apasionado, donde sus labios exploraban tanto arriba como abajo al mismo tiempo. Sus lenguas se entrelazaban en un baile frenético de deseo, mientras Bell se esforzaba por contener los gemidos de la chica con su propio fervor. La intensidad del momento los envolvía.
Los minutos pasaban sin detenimiento. Las piernas de la chica se tensaban, estiraban. Un gran chorro vendría.
-Airmid ¡Ahh~! Voy a... voy a correrme...-Bell rompió el beso, dando aviso de que terminaría.
En cualquier momento su semen llenaría el interior de la peliplateada.
-Yo ¡Ahh~! ¡Yo también!-Declaró esta última, preparándose para recibirlo.
Los movimientos de cadera del albino aumentaron en velocidad. El golpeteo se potenció en ritmo hasta el punto del que sentía que el semen subía por su pene hasta el glande para liberar su carga.
-¡Me vengo!-Gritó.
-¡Hagámoslo juntos! ¡Dámelo todo!-Respondió la peliplateada.
Un hormigueo se produjo en su cérvix. Sus músculos se sacudían.
Él se inclinó hacia adelante, Airmid lo abrazó con fuerza.
-¡Mmmmmmmmmm~!-Salió de Bell.
-¡Ahhhhhhhhhhhhhhhh~!-Gimió la chica.
Fue en ese instante que una cálida sensación llenó el interior de la fémina. Las caderas de Bell dejaron de moverse y un chorro proveniente de la vagina de su amada fue disparado a su cadera y pubis, empapándolos.
Sus respiraciones eran irregulares. Les costaba reclamar sus acelerados corazones.
Bell estaba encima de ella. Sus alientos chocaban en el rostro del contrario.
Él retiró lentamente su pene.
-¡Ohh~!-Ese delicado movimiento hizo que Airmid se sacudiera.
Cuando por fin lo retiró, el semen, ese líquido blanco que tanto anhelaba, se derramaba de su interior.
Airmid estaba con brazos y piernas abiertas en la cama. Cuando abrió los ojos pudo ver el pene del joven encima de su rostro, aun tirando gotas de semen que caían en ella.
Estaba extasiada, aturdida.
-Airmid...-La nombró.
Ella lo miró.
-Límpialo por mí...-Pidió el conejo, agitado.
La médico sonrió y abrió su boca sin pensarlo mucho.
Aun cuando su vagina todavía derramaba semen, ella se encargó de recolectar el resto del mismo. Su lengua se pasaba desde la base del glande del pene hasta la punta del mismo, retirando la pequeña cantidad de ese líquido blanco que quedaba ahí.
-¡Ugh~! Esto es... ¡Ahh~! Increíble...-Bel no contenía su voz. La sensación de la lengua de Airmid en su pene era incomparable, un deleite.
Cuando terminó de hacerlo, la médico abrió su boca, mostrando lo que había en su interior, para después cerrarla y...
-¡Glup!-.
Tragar el contenido.
-Ahh~-Abrió la boca por segunda ocasión, demostrando que no quedaba nada ahí.
Bell sonrió.
Se tiró a su lado y la agarró de la mano. Estaba agotado
Ella volteó hacia él y lo abrazó.
En total desnudez y en una cama empapada de sudor y otros fluidos, se fundieron en un abrazo.
-Eso... estuvo increíble...-Comentó el muchacho, respirando con dificultad.
-Sí... pero no hemos terminado-Respondió la sanadora.
El conejo sintió la mano caliente de Airmid agarrándole el pene.
-¡Ugh!-.
-Jeje... parece ser que se ha despertado. No puedo dejarte así-Dijo la chica, viendo que su novio estaba erecto nuevamente.
Se deslizó por las sábanas y se puso encima de la zanahoria suprema.
-¿A-Airmid?-Bell le habló por su nombre.
-Es mi turno de ir arriba, querido-Dijo.
Ella se hincó sobre él. La entrada de su vagina le daba besos lujuriosos al glande.
-La noche aún es joven, cariño-Expresó, mordiendo su dedo índice de forma pícara.
Se agachó lentamente, permitiendo que su vagina se abriera y abrazara a Bell Jr en su interior.
Sus manos fueron agarradas por las de Bell.
Cuando llegó al final y su cérvix fue besada por millonésima ocasión esta noche.
-¡AHHHHHHHHHHHHH~!-Gimió.
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Al amanecer.
Bell estaba tendido en la cama, observando el caos que reinaba en la habitación. Las sábanas estaban empapadas con varios fluidos, testigos silenciosos de la pasión desenfrenada que habían compartido.
Un fuerte ardor en su espalda le recordaba los arañazos profundos que Airmid le había dejado, ahora marcados con sangre seca.
A través de la ventana, los rayos del sol comenzaban a filtrarse, anunciando el amanecer de un nuevo día.
Sin apartar la mirada del techo, Bell notaba cómo Airmid lo abrazaba con calma, sonriendo mientras dormía plácidamente a su lado.
-¿C-Cómo puede dormir tan tranquila después de todo lo que hicimos anoche? Yo ni siquiera pude dormir. Sin dudas fuimos escuchados ¿Con qué cara saldré de aquí?-Se cuestionó, palideciendo y siendo remarcadas las bolsas debajo de sus ojos.
Airmid se movió. Se impulsó con lentitud usando su brazo derecho. Se frotó los ojos para ver con claridad y miró a su amado.
-A-Airmid, yo...-.
*Mua*
Antes del balbuceo del conejo, ella lo besó. Cuando terminó, se dio la vuelta y volvió a dormirse.
"¡Al demonio la opinión de la gente!" Gritó en su interior, abrazando de cucharita a su novia y durmiéndose.
Lo que sucediera después era problema para el Bell del futuro. Él se las arreglará cuando sea requerido. No tenía sentido pensar en las consecuencias cuando estás tan a gusto con una de las personas a las que más amas en el mundo.
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Bueno, hasta aquí el capítulo de hoy, espero que sea de su agrado y dejen su apoyo como ya es costumbre.
En fin, déjenme sus opiniones.
¿Cómo estuvo el capítulo? ¿Sí les gustó?
Buzón de sugerencias/opiniones/comentarios.
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Si desean leer más de mis fic pueden entrar a mi perfil y ahí encontrarán desde...
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Un One Shot en el que se nos relata lo que hubiera sucedido si Bell era cuidado por Alfia, Zald y Zeus ¿Será un futuro feliz? ¿Bell se convertirá en el último héroe como se lo prometió a su madre? ¡Averigüémoslo!
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Otro One Shot sobre la historia de amor entre una diosa y un mortal, que toma como punto de partida la película de "Danmachi: la flecha de Orión". Veamos la aventura en la que se embarca nuestro carismático protagonista después de haber perdido a esa diosa que tocó su corazón en poco tiempo
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La hermosa Lefiya nos acompañará en este One Shot junto al conejo en una aventura que tendrá de todo. Amor, drama, todo lo que engloba a esta pareja tan dispareja.
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La historia de amor entra una hermosa hada y un conejo con dudas nacientes en su corazón tras un suceso inesperado.
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Un fic con un cuarteto amoroso muy raro, BellxTionaxFreyaxHelun.
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Una hermosa historia de amor entre una asesora y el aventurero a su cargo, BellxEina. ¿Su amor podrá superar el consejo que le dan a las asesoras sobre no enamorarse de los aventureros a su cargo? ¡Averigüémoslo!
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¡Una aventura de un héroe sin Falna le espera a nuestro protagonista! ¿Qué pruebas y dificultades habrán en su camino sin la bendición de un dios? ¡Descubrámoslo!
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Y mi primer y ya finalizado Fic, que va de la pareja de BellxSyr o Freya, el cual parte desde el rechazo de esta misma en el volumen 16 de la novela original, aunque claro... en este fic sabremos lo que hubiera pasado si Bell no la rechazaba, como el título indica.
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Sin más que agregar, yo me despido, espero que se echen una pasada a mi perfil y les agraden las demás historias en caso de no haberlas leído, eso es todo, hasta la próxima mis lectores.
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