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Capítulo 31.

Era una tarde tranquila en la ciudad de Orario. El sol estaba en el ocaso de su presencia en este día. El cielo se teñía de color naranja y las aves surcaban los cielos en busca de refugio ante la noche venidera.

Al norte de la ciudad, justo en las inmediaciones de la mansión crepúsculo, hogar de la familia Loki y de donde provenían gritos escandalosos que se asemejaban a los emitidos por una persona siendo torturada al igual que ráfagas de fuego y explosiones sin aparente fin, se hallaba un complejo de departamentos que lucía de muy alto valor monetario.

Una bella joven con uniforme de enfermera yacía de pie enfrente de la puerta de uno de los apartamentos.

Ella revisaba constantemente la hoja que sostenía en la mano derecha mientras dirigía su atención al número de casa que se indicaba en una placa color dorado debajo del picaporte.

Acercó el puño a la superficie porosa y repleta de polvo de la madera, tratando de llamar a quien se hallara del otro lado de la misma. Sin embargo, su cabeza estaba repleta de dudas aunado a la impresión tan grande que le traía encontrarse en un sitio como ese.

-¿Dian-Sama me dio la dirección correcta? No me lo puedo creer. Con la mísera que ganamos los que trabajamos para él, incluso yo que soy la capitana de la familia, no me entra en la cabeza que una ex trabajadora de su familia sea capaz de costearse un lugar como este en una zona tan codiciada en Orario-Murmuró la peliplateada. Sudor le bajaba de la frente, una vena se le ensanchaba ahí mismo y, bajando la mirada, le echó otro vistazo al número de casa y a los cruzamientos de las calles que su dios le indicó días atrás.

Guardó la hoja en su bolsillo.

-Pero... según él, ella es la única que puede darme la información que requiero...-Musitó, mordiéndose la uña del dedo pulgar. Por su cabeza se desenvolvía un debate innecesario. ¿Qué tanto podrías pensar para tocar una puerta?

Pues es sencillo.

"Hacerlo representaría una violación a la vida privada de Bell ¿Es moralmente correcto indagar así en su pasado?" Pensó, considerando los dilemas Morales que rompía si daba un paso al frente y golpeaba la puerta, porque después de eso no habría vuelta atrás, la curiosidad le ganaría y oiría todo lo que la "informante" le contaría.

Respiró hondo, poniendo en orden sus pensamientos y dándose la confianza necesaria para seguir adelante.

Cuando exhaló el aire, cerró los puños y expresó en su rostro una gran decisión que no daba lugar a ninguna clase de duda.

Levantó el brazo derecho y sus nudillos entraron en contacto con la dura superficie.

Un sonido leve aunque audible provino de esta.

"Dado que Bell sigue entrenando en la mansión crepúsculo, no ha de haber problema en que me tome mi tiempo aquí. Además, todavía falta que vaya a visitar a Shakti como todos los días luego de entrenar. Por lo que no hay prisa" Se dijo a sí misma, convenciéndose de que no era necesario trazar una hora límite que la obligue a apresurarse.

"Y de este modo... podré confirmar mis sospechas..." Adicionó, despegando los nudillos de la puerta unos cuantos centímetros para dar otro golpe al no recibir respuesta con el primero.

Para saber a qué se refiere Airmid, debemos dar un salto hacia atrás en el tiempo, en específico, cinco días antes de los sucesos que serán por desenvolverse en la actualidad, justo después de que Bell se retirara de la habitación que compartía con ella para de ese modo dar inicio a la semana de entrenamiento previa al juego de guerra.

Sede de la familia Dian Cecht. Habitación de Airmid.

"Y si... ¿Bell es hijo de esa amable mujer?".

La duda fue sembrada en el cerebro de la bella enfermera.

Muchas memorias que parecían enterradas en el fondo de su subconsciente brotaron como el capullo de una flor. Una en específico para ser más precisos, la cual se trataba de una interacción recurrente que tenía con una bella mujer de corta edad, poco más de veinte años si se le tuviera que dar un estimado y guiándose en los vagos detalles que identifica de ese lejano recuerdo.

Cuando esto sucedió, Airmid tenía menos de cinco años y la mujer antes mencionada estaba embarazada.

Esas conversaciones triviales que tenían cuando se topaban en la recepción eran agradables. Mientras la joven embarazada le hacía preguntas sobre su madre y cómo la cuidaba, ella esperaba a que los enfermeros del hospital le dieran el permiso para visitar a la susodicha. Para matar el tiempo, intercambiaba información con la albina, quien, al resolver sus dudas gracias a la infante, le regalaba dulces, alegrándola y provocando que olvidara la presencia imponente y tenebrosa a espalda suya, quien era la encargada de llevar a su "hermana", por lo que logró escuchar una vez, de un lado a otro.

La personalidad de ambas eran completamente diferentes, como si de dos polos opuestos se trataran.

En fin, retomando el tema anterior, la otra hermana, la que no asustaba a la niña, le reveló la razón por la cual mostraba tanto interés en el desempeño de la madre de Airmid como eso, una madre.

"-Perdón si te molesto, es que... pronto yo también lo seré...-".

Le dijo con un tono amable y repleto de ansias mientras posaba la mano en su vientre, sonriendo.

La sanadora no consigue ir más allá de esa memoria. Todo se vuelve borroso a partir de ahí. Tiene la sensación de que hubo una relación más estrecha entre ambas, pero solo eso.

Acostada en la cama y cubierta por la manda, estiró la mano derecha y la miró fijamente. En la yema de sus dedos tenía cierto sentir cuanto menos curioso. Era como si entraran en contacto con una superficie suave y delicada, a pesar de que la mano se mantenía en el aire.

-¿Qué es lo que sucede...?-Se cuestionó, sumergida en un mar de preguntas que no descansarían hasta encontrar respuesta.

En menos de lo que canta un gallo, retiró la tela blanca que reposaba encima de su clara y hermosa piel.

Rápidamente se puso de pie y se dirigió a las prisas hacia su ropero. De este sacó un uniforme, aquella vestimenta que, desde que tiene memoria, ha usado al trabajar en la sede de la familia Dian Cecht.

Se lo puso a gran velocidad, descuidando algunos detalles, tales como las faltas de arrugas en la ropa, el gorro chueco y una de sus medias más arriba que la otra.

Al mismo tiempo, sabía a quién le consultaría sobre lo ocurrido con aquella amable mujer.

Solo una persona era capaz de contestar sus preguntas y se trataba ni más ni menos que de esa deidad que ha vivido décadas en Orario y que seguramente conoció a las hermanas al ser el dueño de la sede.

"No me es grato ir con Dian-Sama por asuntos ajenos al trabajo. Sin embargo, me tragaré mi orgullo y le hablaré. No importa lo mucho que lo odie... debo saber la verdad... la verdad de mi Bell" Declaró mentalmente, frunciendo el ceño. La idea de ir con su dios no le agradaba en lo absoluto.

Por alguna razón, su corazón se alegraba por la posibilidad que existía de que la mujer embarazada de hace catorce años fuese la madre de su amado, dado que la similitud en personalidad y en el color del cabello era demasiada. Solo en los ojos diferían.

Sin embargo...

"Si Bell solo menciona a su madrastra... ¿Eso no significa que ella murió incluso antes de que la conociera?".

Su estado de ánimo cayó al considerar ese escenario.

"Tendría sentido. Siempre lucía enferma y cansada, como si el mero hecho de respirar le consumiera energía".

Adicionó a su hilo de pensamiento.

Saliendo de la habitación y bajando la cabeza en señal de tristeza, emprendió el viaje hacia la oficina de Dian Cecht.

Recorrió los largos pasillos repletos de sus compañeras quienes llevaban en camillas, sillas de ruedas o apoyando con su hombro a los pacientes recién llegados. Era una rutina ya establecida desde que inició labores en el hospital. Este era su día a día. No obstante, esa mañana era diferente. Hace varios ayeres solo se habría dedicado a curar a los heridos, sentarse en la recepción, conversar con Martha sobre las labores que hay que realizar a cada hora y los cuidados a darles a los visitantes. Pero como se mencionó antes, hoy distaba mucho de esa rutina.

La peliplateada caminaba a ritmo acelerado, cruzando al lado de las personas e ignorando los llamados de el resto de las enfermeras bajo su mando. Desde que ascendió a capitana de la familia Dian Cecht no ha descansado y ha sido buscada para cualquier duda que surgiera en las trabajadoras del hospital. Aunque lo de no haber descansado se rompió cuando cierto conejo blanco se metió en su vida, siendo tema a parte.

Su objetivo era claro. Le consultaría sobre los nacimientos que hubieron hace catorce años, siendo esa la época estimada en la que conoció a la supuesta madre de su amado y que correspondía con la edad del mismo.

Luego de varios minutos, por fin llegó.

Estuvo golpeando repetidamente la puerta sin recibir respuesta. Los ligeros golpes se convirtieron a medida de que transcurría el tiempo en azotes, pero a pesar de ello, nadie la atendía.

Esto comenzó a causar cierta irritación en la ya de por sí desesperada peliplateada.

-Ese idiota de seguro sigue dormido. Nosotros nos partimos la espalda desde el amanecer y no es capaz de despertarse a la hora que él mismo impuso en el jodido reglamento-Expresó entre dientes su queja.

Posó la palma en la perilla y la giró. A pesar de que esta tenía seguro, la fuerza que la chica poseía y que se potenció por su ira fue tal que esto no le significó ningún impedimento. Incluso se escuchó un crujido cuando aquel objeto dio un giro y una pieza de metal cayó al suelo.

Habiendo logrado su cometido, se introdujo a la habitación/oficina.

La vista era realmente desagradable.

Había papeles regados en el piso, algunos sacos repletos de valis apilados uno sobre el otro en un rincón del cuarto, mucha ropa en sitios al azar y un asqueroso olor semejante a comida podrida que lastimaba la nariz de la joven enfermera al inhalar el aire dentro de ahí.

"Asqueroso... ¡Asqueroso! ¡¿Cómo demonios puede vivir en esta inmundicia?!" Se cuestionó la susodicha, tapándose la nariz con los dedos y resistiendo las ganas de vomitar.

Sus botas chocaban con todo lo que se le cruzara al avanzar. Algunos los rompía, otros simplemente los pateaba por equivocación o debido a que aceleró el paso con tal de no mantenerse ahí por un tiempo prolongado.

Al fondo se topó con una cama en la que había un bulto cubierto por sábanas encima.

Sin dudas se trataba de Dian Cecht.

"¿Por qué demonios pondrías una cama en tu oficina teniendo una habitación en la zona más pudiente de la ciudad?" Se cuestionó la humana.

El cabello blanco de la anciana deidad se asomaba. Los mechones escapaban de la cubierta de la tela.

-Dian-Sama, despierte-Dijo Airmid, usando su báculo para picarle el costado.

Este se limitó a gruñir y girar al lado contrario para darle la espalda.

-Ahora no Zeus...-Murmuró, limpiándose la saliva y descubriendo su rostro.

"¿Zeus?" El nombramiento del dios del trueno fue cuanto menos sorpresivamente para la capitana de la familia.

-Párese-Ordenó la peliplateada, dándole golpes más severos en las costillas con el extremo de su arma en reiteradas ocasiones sin aparente fin. Pero el anciano ni se inmutó. Solo prosiguió en su balbuceo sin sentido.

-Hera...-Lágrimas se formaban en el hombre al decir ese nombre.

Airmid cesó en sus ataques ante esto.

-¿Qué es lo que...?-Un murmullo se originó en su boca.

-Hera... rompiste tu promesa...-Dian abrazó la almohada, temblando.

-¿Promesa? ¿Cuál promesa?-Las interrogantes no dejaban de nacer ante lo dicho por el sonámbulo, por lo que se acercó a él para descubrir a qué se refería.

-Rompiste tu promesa... ¡No me pagaste lo que me debías antes de volver a Tenkai!-El grito desgarrador de la deidad resonó en la habitación e hizo eco.

La sanadora puso cara de póker ante esto, separándose lentamente de su lado y sosteniendo su báculo con ambas manos.

-Dinero... claro ¿Qué lamentos tendrá este maldito idiota que solo piensa en dinero? La tonta soy yo por haberle dado emociones a un maldito saco de monedas con patas...-El ambiente se volvió pesado y los ojos púrpuras de la chica perdieron su brillo mientras posaba el arma por encima de su cabeza y...

*¡PAM!*

Bajarlo de golpe en la de Dian, impactándolo y despertándolo gracias al dolor.

-¡PUAH!-Ese sonido salió de él, abriendo los ojos de repente y sintiendo sus dientes superiores chocando con los inferiores.

-¡Qué bueno verlo despierto, Dian-Sama!-Airmid lo saludó con una sonrisa amplia de oreja a oreja, juntando sus manos en el centro e inclinándose a un lado.

-¡Ugh...!-El dios se sostuvo la cabeza para mitigar el dolor y buscar algún rastro de sangre que signifique una herida abierta.

-¡¿Qué carajo te sucede Airmid?! ¡Pudiste haberme despedazado la cabeza! ¡Los dientes me duelen y la mandíbula se me entumeció! ¡Despiértame como a una persona normal, no tienes que hacerlo como si pareciera un intento de homicidio!-Gritó airadamente sus reclamos a su hija, llorando de rabia y poniéndose rojo por esto mismo.

Un chichón apareció en la zona del impacto. La inflamación fue más rápida de lo que previó la peliplateada.

-Fui lo más amable que pude al principio. Pero comenzó a balbucear pura estupidez y no tuve mas remedio que tratar de sacrificarlo. Soy incapaz de curar males congénitos en el cerebro y la verdad creí que sufrió de un ataque psicótico, por lo que decidí liberarlo de su sufrimiento-Insensible y fría como era costumbre en ella antes de conocer a Bell, respondió.

La expresión que se manifestó en su rostro y el tono seco en el que dio su respuesta fueron suficiente para sembrar miedo en el corazón de un ser inmortal.

-P-Por favor no vuelvas a hacerlo. A pesar de que me odies he de recordarte que soy tu Dios y merezco, no, exijo tu respeto. Eres la única que se comporta de ese modo conmigo y no entiendo el por qué. Llevas trabajando aquí casi toda tu vida, creí que al menos te agradaría por los años que hemos convivido-Titubeante y dubitativo, emitió una contestación.

El puño de la peliplateada se cerró, afianzando el agarre al mango de su báculo.

-A veces usted es demasiado malo para comprender lo que siente una persona. A pesar de que ha estado rodeado de personas en los momentos más difíciles de su vida es incapaz de ser empático-Murmuró. Los mechones plateados le cubrían el rostro.

-¿Perdón?-Dijo Dian.

-Las formalidades sobran con usted. El respeto es ineficiente si se le dirige porque simple y sencillamente no se lo merece, al menos no el mío. Si no, recuerde el cómo y por qué empecé a trabajar aquí-Adicionó la joven, mordiéndose el labio inferior.

La deidad suspiró, cansado. Al parecer no era la primera vez que tenían esa conversación.

-Cada que algo no te parece sacas ese tema. ¿Sigues molesta por eso?-Respondió, restándole importancia.

El inexpresivo ceño de la chica se frunció, formando una mueca de furia indescriptible.

-¿C-Cómo demonios dejaría de estarlo? Usted en verdad es un maldito insensible...-La voz se le quebraba.

De repente le plantó cara. Su llanto partió.

-¡He estado aquí por más de diez años por la deuda que quedó en mi familia tras la muerte de mi madre! ¡Papá sabía que no podíamos costearnos ni siquiera una noche de hospitalización aquí, pero el estado de mi mamá era tan malo que no nos quedó otra opción! De no ser por eso... ¡Jamás me hubiese unido a su familia! ¡Eso no es algo que pueda olvidar fácilmente!-Vociferó, sintiendo las extremidades frías y el corazón latir desenfrenadamente, a tal punto que el pecho comenzó a presionarlo.

Esa era la verdad de la curandera. La raíz del odio hacia su dios.

Ella jamás pidió trabajar ahí.

Desde el principio la relación Dios-hija fue mala.

Su madre era una mujer que enfermaba con facilidad.

Su padre era solamente un aventurero sin renombre en la ciudad.

Ambos se enamoraron y, a pesar de la condición de la mujer, él dedicó su vida entera, cada Vali que ganaba en el calabozo, para que su amada no muriera.

Los años transcurrieron y fueron bendecidos con una hija, Airmid.

Ese fue el día más feliz en sus vidas.

Los años transcurrieron y sí bien la condición de la madre no mejoraba, tampoco decaía.

Sin embargo, cinco años después de que la peliplateada nació, enfermó gravemente, peor que en veces anteriores, por lo que al padre de Airmid no le quedó otra opción que internarla en el hospital de Dian Cecht, que incluso en ese tiempo era el mejor en Orario.

Fue casi un año que se mantuvo postrada en cama con médicos las veía cuatro horas del día monitoreándola.

Por obvias razones, el dinero escaseó y el hombre de la casa tuvo que aventurarse día tras día en el calabozo con la esperanza de que mejorara. Hasta el fatídico día en el que... ella murió.

La deuda acumulada era tal que tuvo que arreglárselas para pagarla.

"Dian no perdona ni un vali" Es lo que decían los rumores respecto al dios.

Airmid ese día no solo perdió a su madre. También a su padre, quien se desvivió en reducir el dinero que le debía al anciano, descuidando a su hija.

Los riesgos en el calabozo y el estrés al salir de él fueron afectando su salud al extremo que tuvo que abandonar su suelo de ser aventurero para mantenerse en casa.

Pero la deuda seguía vigente, por lo que Airmid, temiendo que su padre abandonara este mundo como lo hizo su madre, aceptó unirse a la familia de Dian a corta edad y así ha sido desde ese entonces.

-¡Así que perdóneme si estoy molesta por eso!-Complementó, derrochando sarcasmo y sonrojándose en demasía del enojo.

-¡Esa deuda fue saldada hace dos años! Si tanto me odias... ¡¿Por qué sigues aquí?!-Replicó el dios.

-¡Porque dediqué mi vida a esto! ¡Ya no sé desempeñarme en otra cosa que no sea la magia de curación! Soy buena en lo que hago y hay personas que dependen de mí, por lo que, aunque lo odie hasta la médula... ¡No puedo irme!-Contestó vehementemente la sanadora.

-¡Perdón por haberte dado una labor en tu miserable existencia! ¡De no ser por mi estarías en la calle o muerta! ¡Yo te di un techo donde resguardarte y comida para que no murieras de hambre!-Dian le echó en cara los beneficios que ella obtuvo al unírsele.

-¡PREFERIRÍA HABER ESTADO BAJO ESAS CONDICIONES! ¡ASÍ NO ME HUBIESE AUSENTADO CUANDO MI PADRE DABA SU ÚLTIMO ALIENTO! ¡ME HABRÍA DADO CUENTA DE QUE ENFERMÓ DESDE EL PRINCIPIO PORQUE ME MANTENDRÍA A SU LADO DIA Y NOCHE!-Cerró los puños y, con la garganta haciéndose pedazos por los gritos, sacó todo el cólera que almacenaba en su corazón.

El dios abrió los ojos completamente, absorto por el estado de la chica.

-Por el maldito trabajo día a día sin descanso descuidé el estado de salud de la única familia que me quedaba... mientras mi reputación como médico subía... la salud de mi padre empeoraba...-El llanto se potenció. Las lágrimas bajaban desde sus pómulos al mentón, cayendo precipitadamente al suelo.

-Y una noche... esa maldita noche... al regresar a casa luego de casi dos días de ausencia por mis labores... fue a visitarlo para ver cómo estaba... para contarle cómo me había ido esos últimos días.... quería escucharlo decir lo orgulloso que estaba de mí... pero... pero...-Esnifaba y tomaba pausas breves por lo mucho que se le dificultaba sacar las palabras.

-Al entrar a su habitación... él yacía en cama con los ojos cerrados... sin respirar...-Agregó.

-Airmid...-Dian la nombró.

-No pude darme cuenta de que enfermó... estas malditas manos milagrosas como las han descrito... fueron inútiles... mi padre murió por culpa mía... lo descuidé y abandoné...-Airmid lo interrumpió. Se miró las manos y estas temblaban.

La deidad tragó saliva.

-Es culpa suya... usted era consciente de que, al morir mi madre, no teníamos ni una sola moneda y prefirió explotar a una niña que perdonar la deuda...-La ronca voz de la peliplateada, consecuencia de los gritos, heló la piel del otro en la habitación.

Extiende su báculo y lo apunta a la cara del antes mencionado, amenazándolo.

-¡A-Airmid!-Él la nombra, alzando las manos sumamente aterrado.

Conocía las magias que su hija poseía a la perfección. Ninguna de ellas era de carácter ofensivo. Pero el problema recae en que no la necesitaba para ponerle fin a su existencia en genkai. El estado de nivel 2 bastaba y sobraba para dejarlo en un estado cercano a la muerte, obligándolo a retornar a los cielos.

-No lo he abandonado... porque ya no tengo un hogar al cual regresar... perdí esa sonrisa que me recibía todos los días cuando iba a casa... mi familia se ha ido... no regresará... y ese vacío permanecerá ahí para siempre...-Musitó.

-O eso creía...-Agregó, bajando el báculo.

Entre las lágrimas, una sonrisa se dibujó en su rostro.

-Bell ha estado llenando ese vacío desde que nos conocimos. Por fin siento que estoy formando parte de otra familia. Me siento amada, he vuelto a sonreír con sinceridad. Él trajo luz a mi vida. Es por eso que quiero mantenerme a su lado y ser ese lugar seguro para él como lo ha sido para mí-Expresó, revelando que en el interior de su corazón ya no había solo tristeza y dolor, también amor y la esperanza de ser feliz junto a su amado.

Una imperceptible sonrisa se presentó en Dian al presenciar su resolución.

-No obstante, no he venido a hablar de eso contigo-Airmid recuperó la compostura, se deshizo de la humedad de su cara al secarla con la manga de su uniforme y reguló su respiración para disminuir su ritmo cardiaco acelerado a consecuencia de la discusión que tuvo.

-De acuerdo. Soy todo oídos, responderé a cualquier cosa que desees preguntarme, aunque no te prometo poseer completamente la información que buscas de mí. Es por eso que estás aquí ¿Cierto? De otra manera no te tomarías la molestia de visitarme-Habló el canoso, aceptando la solicitud de su hija completamente serio. No escaparía ni le daría el avión.

Al recibir entrada libre para interrogarle, la curandera comenzó.

-Iré al grano porque no deseo quedarme aquí más de lo necesario. Quiero que me de los registros sobre el embarazo de una mujer en particular. Dará de hace catorce años-Dijo.

Impresionado, el dios se sostiene la barbilla.

-Sé que dije que no te negaría nada, pero esta solicitud es un poco repentina. ¿Puedo preguntar a qué se debe?-Cuestionó.

-Es mera curiosidad. Cuando era niña entablé una amistad con una mujer amable y quiero saber qué fue de ella-Respondió la joven, ocultando parcialmente la verdadera intención al indagar en aquello.

Esto dejó pensativo a Dian, quien rascó su blanca barba repetidamente.

-Si me proporcionaras más detalles respecto a la mujer a la que te refieres me facilitarías la tarea-Comunicó.

-Fue hace catorce años-Respondió a Airmid.

-Eso ya lo dijiste-Replicó el dios.

-Era una mujer-Agregó la chica.

-Me asustaría que no fuese ese el caso-Comentó la deidad.

-Amm... ¿Era joven?-Adicionó la sanadora.

Dian puso cara de póker.

-Sī... creo que no tienes ni idea de la cantidad de mujeres que se embarazan al año aquí en Orario ¿O me equivoco?-Declaró.

La chica se limita a sonrojarse, avergonzada por ese hecho, asintiendo. Literalmente entró a la fuerza a la oficina del dueño de la sede para interrogarlo y no posee la suficiente información para esclarecer el panorama y facilitarle al susodichos la tarea de ayudarla.

-¿Algún rasgo?-Insistió el canoso.

-Ella era albina. Sus ojos eran azules y por lo que recuerdo padecía múltiples enfermedades, siendo esta la causa de que estuviese siempre en silla de ruedas. Jumm, normalmente la acompañaba una mujer con vestido negro y detalles en verde, quien tenía heterocromía. Supongo que era su hermana. Me la topaba en la recepción cada que visitaba a mi madre-Detalló Airmid, hablando elocuentemente y mirando hacia arriba para indagar entre lo profundo de su mente.

La deidad tuvo una reacción minúscula ante la descripción, aunque esta desapareció y tras esto suspiró pesadamente.

-Existe algo llamado "Confidencialidad del paciente" que limita la información que puedo proveerte. Ellos tienen el derecho de decidir si desean que el motivo de su visita sea de saber público o no. Aunque esto es dependiente de lo que haya declarado la enfermera que lo atendió. Obviamente eres consciente de esto porque has llenado reportes y han habido pacientes que no te permiten agregar ciertos datos-Comentó.

Airmid puso un gesto amargo. Concordaba y conocía el reglamento en el hospital.

-Sí. Revelar algo de los pacientes sin su consentimiento, así haya sido muchos años atrás, va en contra de su privacidad y atenta contra la misma-Expresa, disgustada más no en contra.

Una sonrisa se presentó en Dian.

-Pero... la única forma de saberlo es consultando a la enfermera que atendió ese embarazo... ella podría responder tus dudas-Mencionó, captando el interés de la peliplateada.

Rápidamente el cuello de la camisa del antes nombrado fue sujetado con ambas manos por su hija, jalándolo hacia adelante.

-¡¿Quién es?! ¡¿La conozco?! ¡¿Está aquí?!-Preguntó eufóricamente la enfermera, sacudiéndolo y mareándolo.

-¡C-Cálmate! ¡Cálmate! ¡Su nombre es Alana! ¡Alana!-Revela el canoso con los ojos como remolinos.

Airmid lo soltó, ladeó la cabeza y...

-¿Alana? ¿Quién es Alana? No recuerdo a ninguna trabajadora de este lugar que reciba ese nombre y eso que yo me encargo de registrar las horas de entrada y salida de la familia-Claramente desconocía a aquel individuo.

-¿Acaso bromeas conmigo?-Ella posó ambas manos en la cama y se inclinó adelante, agudizando la mirada de forma amenazadora.

-En lo absoluto. Alana era una enfermera que trabajó aquí desde antes de que mi familia fuese famosa y se retiró un año antes de que entraras. Es por eso que no la conoces ni te suena familiar su nombre-Explicó el dios.

-¿Sabes donde puedo encontrarla?-Fue lo primero que preguntó Airmid al notar que él no mentía.

Dian volvió a rascarse la barba, pensativo.

-Si bien ella tiene un departamento en Orario, no vive aquí. Al retirarse decidió abandonar la ciudad con su esposo y ahora viven en un pueblo lejos de aquí. O eso es lo que recuerdo, podría equivocarme-Respondió.

-Ugh... tanto esfuerzo para nada-El ánimo en la sanadora decayó drásticamente al enterarse de eso.

-Aunque... cabe la posibilidad de que si la contacto y la convenzo, venga a responder tus preguntas-El Dios adicionó.

-¿En serio? ¡Por favor hágalo! ¡No importa si tengo que pagar por ello!-Pidió la chica, retomando ese estado descontrolado.

-Lo haré, lo haré. No debes insistir. Aunque ten en cuenta que, como te comenté, no reside aquí en Orario, por lo que habría que esperar primero a que la carta llegue a su hogar y segundo que acepte y venga. Podría tomar varios días, incluso semanas-Remarcó el canoso, bajándole los humos.

-Ya sé, ya sé. ¿Por qué se fue de Orario? ¿No se supone que es el mejor lugar para vivir? ¡El centro del mundo! O algo así lo apodan-Interrogó la peliplateada, visiblemente frustrada.

-No fue por un tema económico o de "calidad de vida" si se le podría llamar así. Su sueño siempre fue alejarse de la ciudad al no soportar la urbanización y el ruido, luego de asegurar una cantidad considerable de dinero que le permita vivir con comodidad a las afueras de Orario, claro está. Al casarse y trabajar por muchos años conmigo lo consiguió y partió. Aunque sospecho que es debido a que previó el caos de la edad oscura cuando se enteró del deceso de la familia Zeus y Hera-Él resolvió sus dudas, dando sus impresiones.

-Tendría sentido. Pero sinceramente eso me es indiferente por ahora. Por favor contáctela, Dian-Sama-Pidió la chica, inclinándose hacia adelante en una breve referencia, cosa que rara vez le ha dedicado al dios.

Este se sorprende y concluye que las respuestas que busca en verdad son importantes para ella.

-En verdad que quedo boquiabierto por el interés que le tienes a ese joven. ¿No se supone que nació y creció a las afueras de la ciudad? ¿Por qué indagar en una mujer que puede o no tener relación con él?-Cuestionó Dian. No era estúpido, todo esto ella lo hacia motivada por su amado novio.

-Y-Yo no dije que...-Quiso replicar la peliplateada.

-No le mientas a un Dios, es inútil-Interrumpió la deidad.

-Ugh...-.

-Está llenando poco a poco tu corazón, por lo que supongo que hace sentido que quieras conocer el origen de aquella luz en tu vida. Me encargaré de contactar a Alana. Te avisaré cuando reciba respuesta-Dijo el hombre, poniéndose de pie y por fin abandonando la cama.

Pero, cuando Airmid se disponía a abandonar la habitación no sin antes agradecerle por su cooperación, algo extraño sucedió.

-¿Dian-Sama...?-Lo nombró.

El hombre yacía en posición de dogeza, pegando la frente al suelo.

-Sé que el perdón no alcanza y no tengo derecho a sentirme orgulloso de ti por todo lo que te he hecho pasar, lo mucho que has sufrido por culpa mía. Pero en verdad lo estoy, me hace feliz ver el tipo de mujer en el que te estás convirtiendo y que hayas recuperado tu sonrisa gracias a él, superando poco a poco tu pérdida. Cúlpame, ódiame e insúltame todo lo que quieras. Sin embargo, para mí, siempre serás mi amada hija...-Se disculpó de corazón y le comunicó su sentir respecto al desarrollo que ha tenido.

Ella permaneció sin habla momentáneamente. De repente cerró los puños y presionó sus dientes.

-C-Como si eso fuera suficiente...-Su voz se quebró y le dio la espalda, yéndose de ahí sin responder al gesto del adulto.

La puerta rota se cerró detrás suyo, pero Dian permanecía en esa posición.

-Sé que no lo es...-Murmuró, ya en la soledad.

Una promesa que hizo hace años fue recordada.

"-Deberías decirle. No tiene sentido que crezca trabajando aquí, no les cobraré nada por lo de tu esposa, pero por favor no me obligues a hacer eso-".

"-No... debe tener un lugar al cual pertenecer cuando me vaya de este mundo. No quiero dejarla sola y que en mis últimos años ella se dedique a cuidarme para que después la abandone... no sería Justo para ella. Mi Airmid... merece ser feliz sin que yo sea una carga-".

"-Por favor, ayúdala a alcanzar esa felicidad-".

Si... esa promesa que le hizo al padre de Airmid, quien enfermó poco después de la muerte de su esposa.

Él guardó el secreto de su condición para que no preocupara a su hija y ella empezara a forjar su propia vida sin que él la frenara.

Un acto que le provocó dolor, pero también que le permitió tener un futuro que probablemente no hubiese obtenido de permanecer a su lado.

Las uñas de la deidad se clavaron en la madera. Sus párpados se presionaron en contra de los ojos y lágrimas se le deslizaron de los pómulos.

-Tuve que convertirme en el villano de esta historia. Tomé el dolor de esa niña rota, lo adopté, para que no se culpara de tu muerte y me responsabilizara de ello. Sin embargo... eso era lo mejor... está alcanzando la felicidad que tanto deseabas para ella...-Lloró de impotencia, dedicando esas palabras hacia el difunto.

Cada insulto, mirada de desprecio y grito que ha recibido de la peliplateada cala hondo en el corazón de la deidad, tanto que siente cómo se quiebra. No importa cuántos años ha sufrido de estos ataques, no logra acostumbrarse.

Esa niña que vio crecer y de la cual se sentía orgulloso, lo odiaba a muerte por algo que no quiso realizar. Pero el juramento que le hizo al padre prevaleció, pasando esa amargura.

"Sigue avanzando. Crece, disfruta la vida y sé feliz a su lado. Yo te apoyaré desde las sombras aunque no quieras. Porque, a pesar de que no compartamos sangre y guardes rencor en mi contra, siempre serás mi amada hija" Pensó, poniéndose de pie y limpiándose las lágrimas.

De regreso a la actualidad.

-¿Are?-El segundo llamado no recibió respuesta, exactamente como el anterior.

"Por favor dime que Dian-Sama no me engañó, de ser ese el caso juro que lo mataré" Pensó la chica, volviendo a golpear la puerta con mayor fuerza que antes, tanta que algunos trozos de cemento en el que el marco de la puerta se instaló se desprendieron.

-¡Oh! ¡Discúlpeme, ya voy!-Una voz ansiosa, al igual que asustada, probablemente por el escándalo, le respondió.

Algunos pasos desde el interior del departamento se escucharon claramente conforme se acercaba. El rechinar de las tablas de madera era fácilmente reconocible, por lo que no tardó mucho en aparecerse la dueña de aquel sitio a escasos centímetros de la puerta, girando la perilla posteriormente de retirar el seguro.

Lentamente se abrió y un olor a humedad, junto a una nube de polvo, recibieron a la peliplateada, irritándole la nariz y provocándole ganas de estornudar.

Cuando el polvo se disipó del aire, pudo observar a la mujer que la recibió.

Se trataba de una fémina de edad considerable. No la suficiente para ser considerada una anciana pero sí para recibir el nombre de "Mujer mayor". Si se le tuviese que dar un estimado respecto a su edad, se le calcularía aproximadamente cincuenta años, aunque cabe aclarar que muy seguramente, en la época que obtuvo su falna, se comió varios años debido a la longevidad que este proporciona al usuario, así que podría equivocarse.

Tenía un cabello color azul con mechones blancos, producto de las canas. En su blanco y fino rostro se dibujaban algunas arrugas, señal del paso del tiempo.

-¡Oh! ¡Airmid-Chan! ¡Haz crecido mucho! ¡No creí que se trataría de ti!-Ella rápidamente la reconoció, sonriendo de oreja a oreja y llenándose de ilusión.

Más corto que perezoso se acercó a su invitada, abrazándola de forma familiar y afectuosa, como si fuesen cercanas.

-¿E-Eh?-Airmid permaneció de pie, estática, permitiendo que los brazos de la mujer la rodearan sin oponer resistencia. No sabía que decir o cómo actuar ante el acto tan desvergonzado de la hasta ese entonces extraña.

-¿Qué sucede? ¿Acaso no me recuerdas?-Preguntó la antes mencionada, separándose ligeramente al percibir la incomodidad que ella emitía, sosteniéndola de los hombros y encarándola.

Temerosa de ofenderla, la peliplateada se limitó a asentir con la cabeza, confirmando la hipótesis.

-Oh...-El ánimo de la ex trabajadora de la familia Dian acecha decayó al segundo de emitía esa respuesta.

-Lo siento ¿Se supone que debería conocerla?-Interrogó la sanadora.

-¡N-No hay problema! Fue hace muchos años. De todos modos, entra. Te explicaré luego. Adelante, con confianza-La dueña del hogar se apartó de en medio, cediéndole el paso a su morada.

-De acuerdo-Todavía aturdida, Airmid aceptó, introduciéndose en el lugar.

Seguido de ella, la otra mujer entró, cerrando la puerta detrás suyo.

-Lamento mucho si no estoy en condiciones de darte una bienvenida agradable. Sé que el polvo y la suciedad no es algo que agrade a las trabajadoras del hospital de Dian-Sama, pero recién llegué a Orario y no me dio tiempo de limpiar-Ella se disculpó, sosteniendo el borde de una manta que cubría lo que a simple vista parecía un sillón.

Esto causó que el polvo acumulado encima de esta se levantara como minutos antes sucedió al abrir la puerta.

Ambas tosieron y estornudaron.

-Por favor siéntate-Sugirió la ex médico, señalando el sillón descubierto.

-H-Hai...-Airmid hizo caso, sacudiendo con la mano el asiento para deshacerse de la mayor cantidad de suciedad que pudiese. Su atuendo era blanco y fácil de manchar.

-Como ya te habrán comentado, estuve bajo el mando de Dian-Sama por muchos años, incluso antes de que fuese famoso ese viejo amante del dinero. Mi nombre es Alana, es un placer reencontrarme contigo, Airmid-Se presentó Alana, retirando la cubierta del sillón al frente de donde la peliplateada yacía para estar cara a cara.

-Alana-Sama...-Murmuró Airmid.

-¿Sí?-La mujer la atendió.

-¿A qué se refiere con "Reencontrarnos"? ¿Ya nos conocíamos?-Preguntó sin miramientos, directo al grano.

Una risita provino de Alana, quien cubrió su boca con el puño.

-Fufufufu. No es de extrañar que me hayas olvidado. Han pasado tantos años que me sorprendería que todavía te acordarás de mí-Contestó.

Esto aumentó el interés de la sanadora respecto a su acompañante.

-Cuando ibas a la sede para visitar a tu madre, yo era la recepcionista con la que conversabas antes de entrar a su habitación. Haz crecido mucho y eres realmente hermosa, mi niña-Reveló, sonriéndole.

Airmid trató de asociar las vagas memorias que poseía, indagando en ellas para dar con la apariencia de ella hace más de catorce años.

Una imagen apareció al costado de Alana, se trataba de una mujer exactamente igual a ella solo que con menos años encima.

-Fufufu. Tu expresión me lo dice todo-Comentó la susodicha, volviéndose a reír.

Sin salir de su impresión, la contraparte se ruborizó.

-Pero... supongo que no le has pedido a ese dios idiota que me citara en Orario solo para preguntar por mi estado de salud ¿Estoy en lo cierto?-Expresó Alana, cambiando el tema de conversación al que le interesaba a su visitante, el asunto que las reunió en esta tarde.

-H-Hai...-Dubitativa, Airmid respondió.

Tragó saliva para tranquilizar sus nervios producidos por toparse nuevamente con una cara conocida que olvidó y guardó la calma.

-Alana-Sama... si usted fue recepcionista en la sede ¿Conoció a una mujer embarazada hace catorce años?-Preguntó sin decir información adicional, como hizo con Dian.

-Querida, conocí a muchas. ¿Acaso no sabes la cantidad de mujeres que se embarazan al año y que nuestra familia cubría en ese entonces? Ya ni menciono a los ajenos a nosotros-Contestó la ex trabajadora.

Airmid se frotó los párpados.

-Sí, Dian-Sama me contestó del mismo modo. Me disculpo por la falta de claridad en mis preguntas, así que la reformularé-Comunicó, avergonzándose.

-Fufufufu. Solo dame un poco más de información. Los rasgos de aquella mujer de tu interés. Con suerte podré recordarla, muy rara vez olvido a una paciente. Es más, yo era la encargada de atender a varias mujeres durante su embarazo, así como de los cuidados y el parto. Gustosamente te responderé las dudas que tengas-Amablemente, Alana le pidió.

-Ella era albina. Sus ojos eran azules y por lo que recuerdo padecía múltiples enfermedades, siendo esta la causa de que estuviese siempre en silla de ruedas. Normalmente la acompañaba una mujer con vestido negro y detalles en verde, quien tenía heterocromía. Supongo que era su hermana. Me la topaba en la recepción cada que visitaba a mi madre-Detalló Airmid, hablando elocuentemente y mirando hacia arriba para indagar entre lo profundo de su mente, justo como hizo días antes al consultar con su dios.

El rostro de la señora se iluminó, siendo indicativo de que asoció la descripción a una persona.

-¡Oh! ¡Hablas de Meteria-Chan! ¡¿Cómo no se me ocurrió?! ¡Tú y ella conversaban conmigo antes de que le hicieran su chequeo semanal!-Dijo alegremente, juntando las manos en su pecho y dando pequeños saltos desde su posición. Lucía como una niña pequeña y emocionada.

De repente sujeta las palmas de la enfermera, quien saltó ante esto.

-¡Ella era una mujer amable y dulce como ninguna otra! Siempre que nos visitaba saludaba a las personas y ellas le correspondían, tenía un talento natural para agradarle a los demás. Y de hecho su hermana asustaba mucho, recuerdo que te escondías detrás de tu padre cuando te dirigía la mirada. Pero no te culpo, al fin y al cabo era una primera clase muy famosa en ese tiempo. No eras la única a la que le infundía miedo-Se llenó de elogios para Meteria, confirmando también lo terrorífica que era su hermana.

-¿P-Primera clase? E-Esto explica mucho...-Comentó la peliplateada.

-Sí. Era conocida como "Silencio" o "El monstruo del talento" entre los aventureros-Reveló Alana.

-Siendo ese el caso ¿Meteria también era aventurera?-Cuestionó Airmid.

La ex curandera negó.

-Meteria nació con una enfermedad degenerativa muy grave que no fui capaz de curar. Hera-Sama le proporcionó su falna para extender su vida unos años más, pero no era aventurera. Su cuerpo era muy débil, se agotaba con facilidad, razón por la cual estaba postrada casi todo el día en cama. Con eso en cuenta, es sorprenderte la cantidad de amigos que tenía. De hecho, era tan amada por su familia que se le consideró la favorita de Hera-Explicó y sonrió ante esto último, con una expresión melancólica impregnada de tristeza al rememorarla. Se notaba el cariño que le tenía a aquella joven.

-Así que ese era el motivo por el que necesitaba la silla de ruedas y siempre lucía cansada...-Concluyó Airmid, asociando la condición de Meteria, según la ex médico, con lo que recuerda.

Alana asintió.

-Sí... a veces las personas de corazón puro no son quienes viven más-Comentó.

-Es injusto... demasiado injusto...-Adicionó. Lágrimas se acumulaban en sus ojos y la voz le salía entrecortada. Aquel estado animado y elocuente desapareció, dejando solamente una seriedad y desesperanza gigante en su haber.

Esto fue percatado por la peliplateada, dándole una mala espina del camino al que se dirigiría la conversación.

-Esto quiere decir que...-Quiso indagar.

-Sí... Meteria-Chan falleció. Murió en el parto sin que pudiese hacer nada para evitarlo... y no solo eso... su bebé... también murió-Alana agachó la cabeza y el llanto inició.

Un escalofrío recorrió la espalda de la médico, enfriando sus extremidades al recibir tal revelación.

-¿C-Cómo...?-Musitó.

-No soportó el parto. Tan solo los nueve meses de embarazo comprometieron su estado de salud enormemente. Cuando el niño vio la luz, ella solo pudo dedicarle un par de palabras antes de morir. Desgraciadamente heredó la enfermedad de su madre, manifestándose de manera más agresiva que con ella, por lo que su esperanza de vida era de unos cuantos minutos y, a pesar de que Zeus y Hera me exigían curarlo... yo no podía... no podía...-Contestó la peliazul, abrazándose y temblando.

-Tú estuviste ahí...-Habló Airmid.

-Sí... yo estuve ahí... como una espectadora... perdí a mi amiga ese día... perdí a esa amable mujer que representaba lo bueno de la humanidad...-Lloraba desconsoladamente, confesando su participación en ese hecho.

-La muerte de Meteria todavía me persigue... Madre e hijo abandonando este mundo con mucho por vivir... con muchas sonrisas que regalarle a quienes los rodeaban...-Agregó.

Tragó saliva y apretó los puños, incrustando las uñas en sus palmas.

-Y no pude hacer nada para evitarlo...-Finalizó.

Impotencia y dolor. Eso era lo que se emanaba de cada palabra que salía de su boca.

No tardó mucho en contagiar de esa emoción a la oyente, quien agachó la cabeza.

"Murió..." Pensó. Una fuerte presión se originó en su pecho.

"A pesar de que nos conocimos por poco tiempo... tenía la esperanza de que siguiese viva..." Adicionó a su hilo de pensamiento.

"Si murió junto a su hijo... eso significa que me equivoqué... y no solo eso, le hice revivir el dolor de la pérdida a Alana..." Se arrepintió.

-P-Perdón...-Se disculpó Airmid, limpiándose las lágrimas.

Las cálidas manos de la mujer delante suyo entraron en contacto con su rostro.

-¿E-Eh?-Esto sorprendió a la peliplateada.

La yema de los dedos pulgares de Alana limpiaron la humedad con delicadeza.

-Me es un honor que llores por mi amiga. Eso solo confirma lo buena persona que era. Así que no te disculpes. Ella vive en los corazones que tocó-Declaró.

Se mantuvieron así algunos segundos hasta que por fin pudieron abandonar ese estado.

Y gracias a ello, otro tema a manejar se presentó.

-Airmid-Chan. ¿Por qué siento que no estás satisfecha con lo que te respondí?-Cuestionó Alana.

La antes mencionada abrió los ojos de repente.

-¿Cómo lo supiste?-Interrogó.

-"Los pacientes siempre mienten". Es un lema muy famoso. Eso me permitió identificar cuando no me están contando la verdad, o no toda-Se justificó la peliazul.

Viendo que no escaparía y correspondiendo a la sinceridad de su acompañante, se abrió.

-Es que... recientemente conseguí novio...-.

-¡Oh! Felicidades pequeña. Me alegra mucho saberlo. Aunque no comprendo en qué se relaciona una cosa con la otra-Expresó Alana.

Airmid suspiró.

-Resulta que... desconozco mucho del pasado de mi novio. No me mal entienda, lo amo mucho, tanto que no me imagino mi vida sin él. Es solo que... me causa curiosidad. Cuando me cuenta su vida fuera de Orario luce triste y no sé cómo apoyarlo porque no conozco la raíz de ese sentir. Él siempre me apoya cuando lo necesito, me reconforta, calma y alegra... solo quiero devolverte una parte de lo que me hace sentir porque a su lado soy demasiado feliz. Cuando me habló de sus familiares, no mencionó nombres, pero la descripción que dio de su madrastra me recordó a la acompañante de Meteria, a la hermana. En mi mente se formuló la teoría de que posiblemente haya sido su madre, pero que por alguna circunstancia no pudo criarlo. No obstante, usted me dijo que tanto madre como hijo murieron, por lo que, de nuevo, estoy lejos de conocer su pasado...-Informó a detalle, agachando al cabeza nuevamente por la pena que le causaba.

Cuando sentía que se acercaba al pasado de su amado... ese camino se bloquea.

Sus intenciones son puras. Desea ayudarlo, compartir ese pasado doloroso que tanto lo deprime.

-Aunque no lo demuestre... aunque lo oculte con una sonrisa y actitud positiva... él es por mucho el que más sufre...-Concluyó. La imagen de esa sonrisa en ocasiones falsa que le regalaba el peliblanco cruzó por su mente. Ella no es tonta, se da cuenta. Y si no fuese suficiente ha escuchado los sollozos que produce en las noches.

La expresión de Alana cambió abruptamente, quedando boquiabierta ante lo que escuchaba.

-Airmid-Chan... ¿Cuál es el nombre de tu novio?-Preguntó, sacándola de su burbuja.

-Bell... Su nombre es Bell Cranel...-Respondió.

La piel de la peliazul se erizó.

-¿Qué sucede?-Interrogó la peliplateada.

Ella enderezó la espalda y respiró hondo.

-N-Nada. Es solo que... es un lindo nombre...-Contestó.

"¿Será posible?" Preguntó mentalmente.

-Dime ¿Cómo es él? ¿Qué tal es su relación?-Indagó para saciar su curiosidad.

Las mejillas de la sanadora se sonrojaron en demasía.

-B-Bell es genial... muy genial. Amable, atento, cariñoso, dulce. He de admitir que también en extremo inocente y eso en ocasiones me estresa, pero lo comprendo. Cuando quiero hacer avances él se apena y no pasa nada. Sin embargo, eso es algo que también me gusta de mi lindo conejito. He de admitir que es una figura heroica, justa que siempre vela por el bienestar de quienes ama. Un aventurero fuerte y sin igual que cada que actúa de forma genial alborota mi corazón y me retuerzo de la emoción cuando estamos juntos ¡Ahhhh! ¡¿Qué me haces decir?!-Se sacudió de un lado al otro como lo que es, una doncella enamorada.

La alegría y elocuencia que emitía la peliplateada al llenarse de elogios para su novio desembocaron en una ligera sonrisa por parte de Alana.

"Fufufu. No hay duda, es el Bell que conozco. Supongo que ya te lo encontraste" Pensó.

Airmid proseguía en su historia de amor. Relataba cómo lo conoció y el modo en que se hicieron novios.

La peliazul la oída atentamente, pero su mente no estaba ahí.

"Zeus... Hera... ¿Es realmente lo mejor ocultarle la verdad? Sé que nuestro pacto me lo impide y lo respeto. Pero... no hay duda de que lo ama y se preocupa por él" Dijo mentalmente, nombrando a las deidades.

Ella conocía la verdadera historia sobre el origen de Bell. Estuvo presente en su nacimiento y lo que conllevó a que se mantuviera con vida.

Lo que le contó a Airmid fue una vil mentira, o al menos el final del relato.

"¿Quién se hubiese imaginado que la pequeña Airmid-Chan estaría con el hijo de Meteria-Chan?" Le divertía las coincidencias de la vida. Era como si estuviese predestinado que ambos se conocieran, aunque claro, lo de ser amantes es cosa a parte.

-No obstante... no soy la única novia, jeje...-Airmid se rascó la nuca, desviando la mirada y revelando un detalle que captó completamente la atención de la peliazul, quien la vio fijamente.

-¿Q-Qué quieres decir con que no eres la única?-Una vena se marcó en su frente.

-Es que, al ser como es, tiende a conquistar a muchas chicas-Ella le restó importancia, riendo nerviosamente.

Alana puso cara de póker.

"Meteria, Alfia, Hera. Lo que temían se ha vuelto realidad. Bell se convirtió en un gígolo por culpa de Zeus, obtuvo un Harem. Han de estar ahorcándolo en el cielo ¿Verdad? Cuando llegue mi momento de partir por favor permítanme hacerlo" El enojo en la mujer era mayúsculo e inevitablemente asoció las múltiples novias del conejo con las enseñanzas del abuelo de este, a quien conocía perfectamente.

-Cuéntame los detalles. Así tendré de qué platicar con mi esposo al regresar a casa-Exigió, agarrando a Airmid de los hombros con completo cólera.

-¡¿Alana-Sama?!-Gritó la enfermera, espantada.

Las horas transcurrieron. Airmid no tuvo más remedio que platicarle sobre las novias que su novio a obtenido a lo largo de su estancia en Orario y cómo acordaron compartirlo.

El sol se ocultaba hasta que la noche se presentó, pero aún así, la conversación no se detuvo.

La luna llegaba a su punto más alto, justo antes de la media noche, siendo ese el instante en el que se percataron de que se explayaron más de lo debido.

-Fue un gusto volverte a ver, Airmid-Chan-Dijo Alana.

-El gusto fue mío. Le agradezco por tomarse la molestia de atenderme-Respondió la peliplateada a las afueras del hogar.

-Espero haberte ayudado, y recuerda...-Comentó, dando hincapié a que la sanadora complemente la frase.

-S-Sí... dominar el harem de mi amado y ser la esposa principal...-Airmid se ruborizó al decirlo.

-¡Exacto! ¡Demuéstrales quién es la que manda!-Alana cerró el puño y de sus ojos se encendió una antorcha que ardía intensamente.

-¡Sí!-La joven levantó el puño, llenándose de esa feroz confianza que la mujer mayor irradiaba.

No hay duda, esas dos son uña y mugre.

Ambas bajaron el brazo y se rieron. El momento de separarse llegó.

Airmid se retiró. Si bien sus dudas no fueron resueltas del todo y lo que le respondieron no aportó nada a conocer el pasado de su amado, se lleva la agradable experiencia de conversar con una vieja conocida.

Mientras se alejaba, Alana la observaba de espaldas.

La imagen de la pequeña Airmid se posó al lado de la actual.

-Oye Meteria, parece que tu hijo tiene esa habilidad tuya... atrae a las personas de buen corazón...-Susurró, alegrándose de que Bell estuviese rodeado de buenas personas.

-Bueno suerte muchacho. Sigue cumpliendo tus objetivos y promesas. Y no olvides... visitarla mañana...-Adicionó y con esto concluyó. Luego entró al departamento, dando por finalizado el motivo de su visita.

En la habitación de Airmid.

Las actividades en la sede de la familia Dian Cecht se redujeron cuando la medianoche llegó. El ruido en las plantas inferiores del edificio disminuyeron.

Era la hora para que tanto enfermeras, cansadas de la laboriosa jornada de trabajo, y pacientes, agotados por los tratamientos, durmieran.

Y Airmid no fue la excepción.

Ella estaba acostada en su cama, cubierta por la blanca manta que minutos antes estaba perfectamente extendida.

Sus brazos rodeaban el cuerpo definido y fortachón de su amado novio, quien la rodeaba con su brazo izquierdo, posando la mano en su espalda y acariciándola delicadamente.

Una lámpara de noche encendida era la única que iluminaba la habitación tenuemente.

La peliplateada sonreía, frotando su cara en el pecho del conejo como si de un gato se tratase.

-Querido~ ¿Cómo estuvo tu día?-Preguntó con elocuencia, pasando sus dedos por la mejilla de su novio de forma coqueta y mirándolo fijamente mientras se acurrucaba a su lado como un bebé cachorro con su madre.

Ante la pregunta que aparentemente no tenía segundas intenciones, ojo, aparentemente, el albino sintió un escalofrío subirle la espalda, causando que se retorciera ligeramente. Sudó frío y tembló.

-N-No mucho...-Contestó, sin convencer a la chica.

-No puedes mentirme~, como dijo alguien a quien estimo, los pacientes siempre mienten por lo que me he convertido en una experta para detectar cuando me engañan~-Disfrutando del calor que su amado le transmitía, respondió sin inmutarse.

-¿Sabes que eres increíblemente linda cuando estás así?-Expresó el muchacho.

-Sí~ me lo dices todo el tiempo y te lo agradezco, pero por favor no cambies de tema~-El intento de escapar de la conversación al cambiar el asunto no surtiría efecto en la bella sanadora.

Bell suspiró, rindiéndose y dando inicio a su extensa respuesta.

-Supongo que ha sido el peor día en lo que al entrenamiento respecta. Asfi es demasiado estricta en sus entrenamientos, tanto que ya no siento la piel después de tantas quemaduras y explosiones que he recibido de sus granadas. Ella se justifica con que los enemigos no tendrán piedad contra mí y que debo acostumbrarme a pelear aunque el cuerpo me duela y mis heridas estén expuestas. Es muy sanguinaria, contrario a lo que supondrías al verla por primera vez porque irradia el aura de una mujer refinada y seria...-La mirada perdida y los ojos rojos que perdieron su brillo eran el indicativo de que hablaba completamente en serio.

-¿Cariño?-Lo llamó Airmid, sacándolo de ese trauma para que prosiguiera.

-Incluso Daphne está harta... hoy lloró de dolor e impotencia al no poder golpearla y no ser diferente a un saco de boxeo cuando peleábamos codo a codo en su contra. Si no empleo mis habilidades Asfi nos muele a golpes hasta que se canse... es frustrante, muy frustrante. Ahora más que nunca comprendo la diferencia de niveles. Según sus estimaciones poseo la fuerza base de un nivel 3 a vísperas del 4 y a pesar de ello no consigo seguirle el ritmo... jeje...-Una risa tétrica provino de él.

-Mi magia no puede curar las heridas psicológicas, perdón-Se disculpó la sanadora, acariciándole la mejilla delicadamente.

-Nada lo hará...-Respondió el conejo traumado.

Cerró los ojos y exhaló, para, seguido de esto, abrirlos nuevamente.

-Aunque he de admitir que ha sido útil conocer nuestras limitantes. He logrado idear una estrategia para el juego de guerra por si las cosas salen terriblemente mal. Asfi me comentó que es posible que, como Apolo decidió el campo de batalla, ponga trampas y cualquier cosa que le beneficie a la hora de asaltar el castillo. No sé hasta donde llegue la maldad de un ser como él, pero debo estar alerta y no precipitarme. Tres vidas dependen de mí y si bien pueden cuidarse solas, no deseo que salgan heridas-Comentó. Su expresión vacía cambió a una seria.

-Eso quiere decir que Perseus es una buena maestra. A pesar de que, como dices, sus métodos son extremos-Opinó la peliplateada.

-Sí, en definitiva. Sin embargo, sin dudas somos a los que mejor les va. Cassandra ha sufrido en demasía bajo la tutela de Riveria y Alicia. Desgastan su mente día a día para que pueda emplear más hechizos o alargar la duración de los mismos. A consecuencia de ello, ha vomitado un par de veces ya que no le permiten caer en Mind Cero porque a palabras suyas sería tiempo perdido. Alicia es quien menos tiempo tiene para enseñarle el tiro con arco porque Cassandra llega demacrada a su entrenamiento. Nunca me imaginé que actuarían de ese modo, estoy aterrado, mis novias son realmente aterradoras...-Bell tembló al recordar los gritos y regaños que Riveria le propinaba a la pobre peliazul.

-Y Eina no se queda atrás. Sufre por la inexperiencia de Aiz como maestra y se le nota harta por el positivismo de Tiona cada que es noqueada. Ninguna de las dos regula su fuerza-Adicionó, pensando en la semi elfo y los constantes desmayos que sufre por las palizas que recibe sin descanso más que el tiempo que tarda en ponerse de pie nuevamente.

Airmid le daba palmadas para calmarlo. Sin dudas han sido días duros para prepararse idóneamente para el conflicto venidero. Ya solo faltaban dos días.

-Además debo de lidiar con el ataque de besos que recibo por parte de Riveria y Tiona tan pronto termina el entrenamiento-Expresó el conejo.

Las palmadas se detuvieron.

-Y si no fuera suficiente, la actitud que ha adoptado Alicia fue un cambio muy radical, tanto que me asusta. Ya no es grosero conmigo, a tal punto que a veces siento que me coqueta pero creo que solo es mi imaginación. Es aterrador... y agradable al mismo tiempo-Comentó, haciendo hincapié en la disparidad entre la personalidad reservada, odiosa y gruñona que la elfo poseía días antes a la que ahora tiene cada que cruzan mirada o palabra.

Las uñas de Airmid se incrustaron en la espalda que hace unos segundos era consolada.

-¡Auch! Airmid, eso duele...-Se quejó el joven aventurero, mirándola desde arriba.

Ella inflaba su mejilla y evitaba el contacto visual.

-No es lindo que hables de las cosas románticas qué haces con otras chicas cuando estamos juntos. Ellas acaparan casi todo tu día por ese entrenamiento, es injusto-Haciendo su escena de celos, comunico su inconformidad con un estilo tierno que le provocaría un subidón de azúcar a cualquier fan de la bella enfermera de la familia Dian Cecht.

¿A quien engañamos? ¡Todos somos fans de Airmid!

-Jejeje...-Bell se reía nerviosamente.

"¡Mi novia es jodidamente tierna, la amo mucho!" Gritó internamente.

-¡Ujum!-Aclaró la garganta, recuperando la compostura.

-¿Y? ¿No dirás nada?-Con el puchero todavía en su boca, Airmid lo observó de reojo, esperando su respuesta.

-¡Me disculpo por mi imprudencia, Airmid-Sama!-Dijo el chico, inclinando la cabeza a manera de reverencia.

-No obstante, si llevamos la cuenta, en cuestión de horas al día, estoy más tiempo contigo...-Murmuró, siendo escuchado.

-¡Eso no cuenta! ¡La mayoría del tiempo que compartimos es cuando uno de los dos o ambos estamos dormidos o cuando debes irte a la mansión crepúsculo!-Le recriminó vehementemente la sanadora, cruzándose de brazos y apartándose de su lado a modo de berrinche.

Bell acortó la distancia nuevamente, abrazándola desde atrás y juntando sus manos debajo de los redondos y bien formados pechos de su novia.

Posó la cara encima del hombro izquierdo de la chica. Su respiración le impactaba en el oído, causándole cosquillas.

-Prometo que te lo compensaré ¿Sí? A pesar de que se apoco el tiempo que compartimos, lo disfruto mucho. Pero si no te es suficiente, cuando el juego de guerra finalice, te dedicaré la mayor cantidad que pueda-Le murmuró.

*Mua*

Y la besó en la mejilla.

-Fufufu-Airmid soltó una risita, dándose la vuelta y quedando de frente a él.

-Eres todo un gígolo mi amor. Esperaré ansiosa a que eso llegue-Deshaciéndose de su enojo, contestó.

Ambos se miraron fijamente. Los párpados de la peliplateada se bajaron y sus labios se acercaron a los de Bell, quien rápidamente captó la intención y aproximó los suyos.

*Mua*

Y... se besaron.

La cálida sensación que a ninguno de los le cansaba experimentar. La suavidad en los enrojecidos y delicados labios de la bella enfermera era algo de lo que Bell jamás podría tener suficiente.

Aunque torpes e inexpertos a pesar de la cantidad de veces que lo han hecho, sin dudas se sumergían en esta experiencia repleta de amor y un poco de lucirá por parte de Airmid quien de vez en cuando metía su lengua al interior de la boca del albino para subir de tono el acto de cariño.

Ella agarró las manos de su pareja, su amado, su todo, y las puso sobre su trasero.

Él, como si comenzara a acostumbrarse a esto, lo presionó. Los gemidos de su novia se ahogaban por el beso.

Cuando por fin se separaron, un hilo de saliva residual era la prueba de lo que había sucedido.

La respiración acelerada del par y la mirada deseosa de ir más allá endulzaban el ambiente.

El aliento de cada uno impactaba con el rostro de quien tenían enfrente.

Bell quiso besarla nuevamente, pero el dedo índice de la enfermera, que se posó sobre sus labios, se lo impido.

-Ambos sabemos que si continuamos no nos detendremos. Juramos que lo haríamos cuando ganes el juego de guerra. No toques el premio antes de la competencia, es de mala suerte-Dijo, guiñándole el ojo.

El joven solo sonrió y desistió.

"Quedarte con las ganas es de lo peor..." Pensó mientras el sudor le bajaba de la frente. Ya era la quinta vez que esto ocurría en los ultimo cinco días. Cada noche antes de dormir sus coqueteos subían de tono pero no escalaban hasta la segunda base.

"Además ¿Qué tanto querrán Riveria, Tiona, Aiz, Alicia, Maria, Asfi, Eina, Cassandra y Daphne de compensación? A pesar de que las ultimas cuatro no son mis novias, siento que no saldré vivo el día que decida cumplir lo que deseen" Recordó que esa misma promesa de darles una compensación fue hecha con ellas. Las mujeres son seres difíciles de leer y le causaban conflicto no ser capaz de imaginarse lo que ellas pedirían.

"Al menos estoy seguro de qué es lo que pedirá Airmid" Adicionó.

Habiendo bajado el calor de la situación, se dispusieron a dormir. Airmid iba apagar la lámpara para ya descansar, no sin antes...

-Por cierto Bell... Shakti me contó que hoy la fuiste a visitar antes de venir. En cualquier otra situación no lo mencionaría ya que la vas a ver todos los días después de tu entrenamiento. Pero hoy en especial fue... cuanto menos curioso la forma en que me lo dijo...-Comunicar su duda.

Bell abrió los ojos de repente.

-¿C-Cómo es que...?-Quiso preguntar cómo es posible que ella lo sepa.

-Mi amor, no hay nada que se me pase. Digamos que todas nos mantenemos en contacto. Los objetos de Perseus son realmente útiles-Una esfera color jade que yacía sobre la mesa de noche fue vista de reojo por la sanadora.

El conejo tragó saliva.

-Jeje...-Se empezó a reír.

Las sospechas de la celosa matriarca del harem aumentaron.

Sus ojos violetas perdieron el brillo.

-Estoy esperando-Insistió con una sonrisa que expresaba todo menos alegría.

Las mejillas del albino se ruborizaron al rememorar lo ocurrido hace unas pocas horas.

"¡¿Cómo demonios le explico?! ¡No es algo que pueda andar divulgando fácilmente!" Gritó en su subconsciente.

Fue ahí donde un flashback emergió de la profundidad de su cabeza.

Sede de la familia Ganesha. Habitación de Shakti.

Una bella mujer de cabellera azul que le llegaba por encima de los hombros sostenía las manos de su amado novio, quien era un joven albino de ojos rojos.

Ambos estaban sentados en el borde de la cama. Sus labios se unían brevemente para luego separarse. Una serie consecutiva de besos que fueron realizados a pedido de la dueña del cuarto.

Entre beso y beso, se tomaban un par de segundos para verse fijamente por un breve periodo de tiempo, como si disfrutaran de la compañía del otro. Una forma de expresar su más sincero amor.

-En serio, no me canso de esto. Es adictivo...-Comentó Shakti, posando su mano encima de la boca y posando el puño sobre el pecho.

Su mejilla se infló seguido de ese acto.

-Eres muy malo... ayer solo viniste a saludarme, no entramos a mi habitación. Sé que estás ocupado por lo de tu entrenamiento pero es mi deber exigir un trato igualitario. Duermes con Airmid y pasas casi todo el día con Tiona y Riveria ¿Eso dónde me deja?-Ella simuló pasos con los dedos de su mano encima del pecho de su amado con un tono coqueto y celoso.

Acercó su boca al oído del conejo y susurró.

-Yo también soy tu novia, no lo olvides...-Le murmuró pícaramente.

Bell se sonrojó en demasía ante el desvergonzado actuar de su novia quien normalmente, a la vista de todos, guardaba la compostura y se comportaba como una mujer recta y sería. Eso la ha llevado a ser considerada como la novia más madura y empática del harem, siendo la voz de la razón cuando se requiera y velando por el bienestar de su amado.

Sin embargo, cuando estaban solos dentro de una habitación la cosa cambiaba radicalmente. Daba rienda suelta a sus sentimientos y liberaba todo ese amor que tenía para darle.

Y eso no le disgustaba en lo absoluto al muchacho, quien comenzaba a conocer los deseos más profundos y extraños de la capitana de la familia Ganesha.

Si alguien poseyera ese conocimiento su reputación caería en picada. Lo bueno que esa información no sale de este cuarto, por lo que no tenía sentido preocuparse.

Bell le acarició la mejilla de forma delicada y dulce.

Shakti presionó la mano a su rostro para sentir más cercano ese calor mientras se frotaba en ella.

-Me disculpo. El juego de guerra me tiene preocupado. El entrenamiento severo de Asfi me ha mantenido ocupado, tanto que no he podido darte la atención que mereces. Te prometo que eso cambiará cuando la familia Cranel le gane a Apolo. Y, si es posible...-Ahora fue él que se le acercó al oído.

-Ya no sea necesario que venga hasta aquí para que estemos juntos...-Musitó. El tibio aliento del chico resultó en un cosquilleo para la mujer.

Ambos se miraron fijamente.

-Te creo, mi amor. Pero, por el momento, compénsame el tiempo que no compartimos ayer...-Respondió la peliazul. Las frentes chocaron y la pareja de tórtolos se sonrieron.

El tono pícaro y fácilmente malinterpretable que empleó para comunicar dicha solicitud alteró los sentidos del joven aventurero, como si ya supiera que era lo que seguía.

-L-Lo haré... Shakti-Sama...-Contestó.

-¡Mmm~!-Un gemido ahogado provino de la susodicha, quien frotó sus muslos al ser llamada de ese modo. Es increíble que algo tan simple hubiese tenido tal efecto en ella.

Agachó la cabeza y agarró el hombro de su novio ligeramente fuerte.

"Mis novias son realmente extrañas. Me pregunto si esto cuenta como fetiche o si el resto de ellas tendrán uno igual o peor. Hasta ahora no es incómodo cumplirle este deseo, si es que no escala a algo más turbio estaré bien, jeje..." Declaró en su subconsciente, finalizando con una risa boba.

Bell la tomó, acostándola en su regazo con tacto y gentileza.

Ella se recostó en las piernas bien formadas de su novio, sonriendo y cerrando los ojos mientras se frotaba en ellas.

El albino comenzó a acariciarle delicadamente el cabello, separando las hebras azules al meter sus dedos entre los mechones y bajarlos hasta llegar a las puntas.

Tragó saliva, preparándose para lo siguiente.

-¿L-Lo está disfrutando, Shakti-Sama?-Preguntó. Le avergonzaba en demasía ser tan formal como ella, pero no podía echarse para atrás.

Los muslos de la peliazul volvieron a frotarse y retorcerse al oír el honorífico. Sentía como si se tratara de una relación entre ama y esclavo. Si tuviese la mente más retorcida, le pediría a alguna de las domadoras de su familia que le prestaran su látigo porque de emplear el suyo en una actividad sumamente cuestionable lo recordaría cada que lo viera y se avergonzaría, rompiendo la concentración necesaria en su labor como capitana de la familia Ganesha y más importante, como una aventurera.

"¿C-Cómo podría usar mi látigo en algo tan inmoral?" Se cuestionó la inocente mujer cercana a los cuarenta años con nula experiencia en el mundo de la perversión y la lujuria.

Shakti se limitó a asentir. Los pensamientos que surgían en su cabeza eran más intensos y pervertidos que el anterior. Suerte que no saldrían de ahí porque si no Bell la consideraría una mujer sucia.

Las caricias continuaron, cada cierto tiempo el chico le hacía la misma pregunta. Los espasmos se hacían más evidentes conforme repetía el "¿Lo está disfrutando, Shakti-Sama?" Cosa que notó.

Los minutos transcurrieron sin detenimiento. El aliento de la mujer era cada vez más visible por el frío que comenzaba a sentirse en Orario. Su respiración se agitaba y cierta sensación de un líquido deslizándose por sus muslos la incomodaba en esa posición, por lo que posó una almohada sobre su entrepierna para evitar cualquier clase de malentendido.

En ese instante donde el raciocinio se pierde y el autocontrol brilla por su ausencia, el tonto de Bell, sin leer la situación y el estado en que su pareja se hallaba, hizo una pregunta que lo condenaría.

-¿Hay algo más que dese que haga, Shakti-Sama?-Cuestionó.

En los ojos color azufre de la fémina apareció un corazón rosado. No literalmente claro está.

Entre su muy difusa memoria, encontró un recuerdo que podría servirle.

-Bell... Airmid me dijo que das excelentes masajes... me gustaría comprobarlo...-Susurró, girando al costado y viéndolo desde sus piernas mientras él hacía lo mismo desde arriba.

La espalda del muchacho se enderezó.

-¿Q-Qué?-Musitó.

La confianza de la domadora no vaciló y esa expresión en su rostro solamente trajo consigo un muy mal presentimiento hacia él.

Su pecho se alborotó cuando percibió esa misma aura que Airmid emanaba cada que su lujuria superaba las nueve mil unidades. No saldría de ahí en una pieza y negarse no era una opción.

-¿E-Está completamente segura de eso, Shakti-Sama?-Dubitativo y sin salir de sus papel, quiso reafirmar el pedido. Cada fibra de su cuerpo sabía como terminaría ese inocente masaje. Lo vio de primera mano con la peliplateada.

Justo como temía, ella asintió, confirmándolo.

Bell suspiró, cediendo al deseo de su amada.

-P-Por favor tome asiento, S-Shakti-Sama-Pidió, poniéndose de pie y yendo por una de las sillas enfrente del escritorio de la peliazul.

La antes mencionada también se paró con una sonrisa de oreja a oreja, dando saltos mientras iba hacia él para cumplir la indicación. Sin dudas le hacía feliz algo tan simple.

En el centro de la habitación, con una luz tenue proveniente de los últimos avistamientos del sol antes de que la luna lo reemplazara en el cielo, Shakti se sentó, con los hombros ligeramente encorvados por el estrés acumulado del día y ligeramente ansiosa por lo que sucedería a continuación. Bell, con manos suaves y cálidas, rasgos que no esperarías de un hombre, se acercó por detrás de ella y comenzó a masajear delicadamente sus hombros.

-¡Mmm~!-Cuando los dedos entraron en contacto, la peliazul soltó un gemido ahogado.

-¿E-Estás bien?-Preguntó el peliblanco, preocupado por la reacción tan repentina de la novia.

-S-Sí... es que he estado bajo mucho estrés y supongo que eso potenció la sensibilidad de mi cuerpo-Contestó, jadeando sin ser vista.

-D-De acuerdo-Bell retomó el masaje al asegurarse de que no había ningún problema.

Comenzó con movimientos circulares y suaves, aplicando una presión firme pero reconfortante en los músculos tensos de los hombros de Shakti. Desde el primer contacto, Shakti sintió cómo la tensión comenzaba a ceder, permitiendo que una sensación de relajación se apoderara de ella. Aunque... no solo eso...

Su respiración se agitaba vehementemente y de nuevo frotó sus muslos, retorciéndose y ahogándose en el placer. Si antes creyó que líquido se filtró de su entrepierna, ahora no había lugar a dudas de eso.

Bell continuó masajeando los hombros y el cuello de Shakti, trabajando en los puntos de mayor tensión e ignorando los movimientos erráticos de la misma. Sus dedos expertos se movían con destreza, liberando gradualmente los nudos musculares y aliviando la rigidez. Shakti cerró los ojos y dejó que la tranquilidad la envolviera por completo.

Sus manos cubrían su entrepierna, tratando cualquier rastro de humedad. Sin embargo, un cosquilleo "ahí" le impedía pensar con claridad.

Después de un rato, el albino se desplazó hacia los brazos de Shakti, dejando la parte inferior de su cuerpo al descubierto. Él aplicó un masaje suave desde los hombros hasta las manos. Los movimientos rítmicos y precisos generaron una sensación de alivio profundo en Shakti, como si el estrés se desvaneciera con cada caricia y lo reemplazara un cosquilleo que escaló hasta sus pechos.

La chica se mordía el labio y cerraba los ojos, disfrutando del placer que se extendía desde aquel sitio al resto de su cansado cuerpo. Contenía los gemidos que antes salían por sorpresa al conocer la habilidad de su novio en este ámbito. Le avergonzaría que se repitiese eso y probablemente lo incomodaría a él y al igual que al resto de personas afuera en la sede si no modulaba su volumen de voz.

El ambiente calmo y la atención de su novio hicieron que la domadora se sintiera caliente en ese momento especial de intimidad.

-I-Iré por las piernas...-Comentó el conejo, posándose enfrente de ella y agachándose.

Ahora es momento de entrar a territorio peligroso... esos muslos bien formados que se ensanchan al final de la media, donde el elástico de las mismas los apretaba.

Él tragó saliva.

"Lo dije cuando masajeé a Airmid y lo repito. Los muslos son un deleite para cualquier hombre. Gracias a todos los dioses por permitirme meterme en este clase de situación donde puedo admirarlos" Pensó, juntando las manos como si estuviese orando.

Posó la yema de los dedos en el derecho, apretándole.

-¡Kyaaaa!-Gritó Shakti de repente. Tan solo al sentir las tibias manos de su amado.

Se tapo la boca velozmente.

-P-Perdón... son muy sensibles...-Reveló, avergonzada.

"Estoy teniendo un deja vú ahora mismo" Pensó el muchacho.

-N-No hay problema. Tendré cuidado-Contestó el joven aventurero, ruborizado. A comparación de ella, él en verdad quería evitar a toda costa rebasar esa delgada línea entre masaje y manoseo.

Los dedos se hunden en los suaves muslos.

-¿Hay alguna parte tuya que no sea jodidamente suave?-Preguntó para sí mismo, susurrándolo con tal de no ser escuchado.

No era queja ni mucho menos. Era la impresión sincera que él tenía. Cada resquicio conocido del cuerpo de su novia era realmente suave.

Los segundos transcurrieron. Se convirtieron en minutos.

Esos gemidos que tanto alteraban al par y complicaban que el peliblanco se centrara en el masaje no se hicieron esperar.

Pero... al final todo salió a pedir de boca. Lo manejó como un campeón. A pesar de que casi se parte el labio inferior al morderlo para que el dolor lo mantuviera consciente, impidiendo que bajara la guarda porque sería fatal.

Detalles sin importancia al fin y al cabo.

-Terminé-Avisó, limpiándose el sudor de la frente y poniéndose de pie, posando las manos en la cadera e inflando su pecho, admirando el trabajo realizado. O en este caso, a su novia desparramada en la silla con las piernas abiertas aunque no lo suficiente como para que su ropa interior quedara al descubierto y a vista de él.

Shakti se cubría el rostro con sus antebrazos.

Su pecho se inflaba y desinflaba en reiteradas ocasiones. El corazón le latía tan fuerte que parecía que en cualquier momento se le saldría del pecho.

-¿Shakti?-Bell la nombró, inquieto.

-Amor... ¡Ah~!-Se escapó el gemido.

Un shock recorrió el cuerpo del conejo.

-P-Puedes irte... Airmid te espera...-Adicionó.

A pesar de que no hacían contacto visual, ese estado similar al de Airmid le indicó que el masaje surtió el mismo efecto.

Temeroso de lo que podría venir después, no rechistó.

-H-Hai...-Respondió.

"Si me quedo... no podré controlarme..." No pueden culparlo. Es un adolescente con las hormonas alborotadas junto a una belleza de alto calibre como lo es la capitana de la familia Ganesha.

Fue a por sus espadas, las cuales puso al costado de la mesa de noche y las abrazó.

-P-Paso a retirarme-Declaró, sin que la pena lo abandonara.

En ese momento cometió otro error... querer darle un beso para despedirse.

Al acercarse y posar la palma en la mejilla de su amada, ella...

-¡Nyaaaa!-Gimió con gran fuerza.

Las espadas cayeron al suelo. El sonido del metal chocando con la madera hizo eco.

-¿U-Una chica gato?-Se cuestionó el humano con apariencia de conejo. El sonido de una chica gato, como él mencionó, salió de la boca de la domadora.

Un interruptor se activó en su interior. Cada célula que lo confirmaba se paralizó.

Era como si... un fetiche que él mismo desconocía se despertara.

Con una mirada avergonzada y deseosa, Shakti y él se vieron cara a cara.

Ella seguía alterada, por no decir excitada.

Cerró los ojos y abrió parcialmente la boca, relamiéndose.

Los labios de ambos individuos unidos en aquella hermosa y extraña relación se juntaron luego de que él albino dudara.

*Mua*

Bell la besó tiernamente, pero Shakti tenía otras intenciones. Lo sostuvo de los costados del rostro y redujo la ya de por sí corta distancia que los separaba.

-¡¿Mmmm?!-Ese gritó ahogado de Bell fue el único ruido en el cuarto.

La lengua de la peliazul se metió en la boca del muchacho, el cual abrió los ojos en demasía debido a la sorpresa, envolviéndose en la de él y, después de varios segundos en que las emociones se desbordaban, concluyeron el beso, dejando solamente un hilo de saliva que unía las bocas pero que se rompió cuando se alejaron lo suficiente.

-¡Ahhh~!-Gimió Shakti nuevamente, con la mirada perdida en el rostro enrojecido del muchacho, quien otra vez recibió el beso francés de la domadora que al parecer encontró una presa a la cual devorar.

El ambiente se prestaba para subir de escalón.

Las restricciones del muchacho se rompieron.

Y... nuevamente se besaron.

La mujer se puso de pie y envolvió sus brazos detrás del cielo de su amado.

Avanzaban hacia la cama, chocando con lo que se atravesara enfrente.

Cuando por fin llegaron al colchón, Bell la tiró ahí.

Ella, boca arriba y con los brazos extendidos, lo observó.

Sin tiempo para pensar en las consecuencias, el joven la tomó de las muñecas, impidiéndole moverse.

Rápidamente se posó encima de ella.

Los sentidos más primitivos en lo profundo del conejo salieron a flote y, cuando estaba a punto de volver a besarla...

*¡PAM!*

La puerta de la habitación fue abierta de repente y el ruido permitió que salieran de ese trance.

-¡YO SOY GANESHA! ¡BELL CRANEL, CONSEGUIMOS EL TRANSPORTE QUE NOS PEDISTE!-Se trataba del dios elefante, quien irrumpió en el cuarto de su dependiente y, muy a su propio estilo, les comunicó la noticia anterior.

Bell se le quitó de encima a la peliazul y esta última se sentó al borde de la cama junto a él, acomodarse el cabello alborotado y tratando de planchar su ropa con las manos.

Los globos oculares de la deidad salieron de los orificios máscara en una escena digna de caricatura.

-¡¿QUÉ ESTABAN HACIENDO EN LA SEDE DE GANESHA?!-Interrogó.

-¡N-NADA!-Respondió la pareja al unísono.

Él sostuvo su barbilla, pensativo. Luego, como si un foco se encendiera encima de su cabeza, levantó el dedo índice.

-¡Ah! ¡Ya entiendo! ¡Estaban entrenando un estilo de pelea! ¡Bien hecho Bell, sometiste a una nivel cinco!-Vociferó, felicitando al albino y levantando ambos pulgares en señal de aprobación.

Ambos intercambiaron miradas y asintieron, concordando en que esa era la mejor salida para esta situación tan vergonzosa y de ese modo evitar dar explicaciones.

-¡Claro que sí! E-Esto hacíamos. Bell es muy fuerte...-Contestó Shakti.

-¡S-Sí! Fue difícil ganarle, jeje...-Bell le siguió, rascándose la nuca.

El silencio se presentó.

-B-Bueno, paso a retirarme. Muchas gracias por ayudarme en lo que le pedí, Ganesha-Sama. Y Shakti... n-nos vemos mañana...-Él se apresuró a recoger sus cosas y dirigirse a la salida.

-¡No es nada! ¡Todo sea por el novio de mi hija!-Respondió el dios, posando las manos en la cintura e inflando su pecho.

La puerta se cerró y el aventurero partió.

La peliazul miraba al suelo, ruborizada.

-Sabes...-Ganesha rompió el hielo, despertando su atención.

-Incluso yo sé qué significa que un hombre se ponga encima de pareja... no nací ayer... ¡JAJAJAJAJAJAJA! ¡PUAAAAAAAAAAH!-Comentaba, soltando una escandalosa risa hasta que un fuerte golpe en la mandíbula le impactó, tirándolo a la pared más cercana a su trayectoria, rompiéndola y cayendo noqueado en el proceso.

El puño de la domadora sacaba vapor. Ella fue la responsable del ataque.

-A-Ahora entiendo a lo que se refería Airmid... esas manos son peligrosas...-Opinó, yendo a su cama y enterrando la cara en la almohada, pataleando como una niña enamorada que se lamentaba por estar a punto de subir de escalón con su novio.

"Se lo prometí a Airmid... ella debe ser la primera... pero si la oportunidad se presenta... no dudaré en tomarla..." Juró. La peliplateada no era la única que quería probar la zanahoria suprema del conejo. Tenía rivales formidables a los cuales enfrentar para ganarse el derecho de ser la primera.

De regreso a la actualidad.

-N-No sé por qué... no hicimos nada diferente a las otras veces...-Respondió Bell a la duda de Airmid, desviando la mirada y sin convencerla de que ese sea el caso.

-Hmmm sospechoso...-Contestó la peliplateada, agudizando la mirada.

Ante la presión que le infundía a su novio, este no tuvo más opción que decidirse por el cambio de tema.

-¡C-Como sea! Mejor cuéntame cómo estuvo tu día. Lucías ansiosa cuando nos encontramos en la recepción, así que supongo que estuvo interesante-Preguntó, adicionando su opinión respecto a la futaro de la chica al encontrarse después de horas.

Rogó por dentro que eso funcionara.

-¡Oh! ¡Es cierto! ¡Gracias por recordármelo! Casi lo olvidaba-Al parecer surtió efecto. El gesto que residía en el blanco y fino rostro de la chica se iluminó, animándose.

Ella se sentó en la cama. Bell hizo lo mismo.

-Me reencontré con una vieja conocida. Le pedí el día libre a Dian-Sama desde hace casi una semana y él accedió. Conversamos mientras estabas en tu entrenamiento y las horas pasaron sin que nos diéramos cuenta. No la recordaba muy bien pero al compartir historias pude hacerlo.-Respondió, sonriendo melancólicamente.

-¿Vieja conocida? ¿De quién se trataba?-Curioso, el conejo cuestionó.

-Dudo que la conozcas. Ella trabajaba aquí antes de que siquiera nacieras-La peliplateada soltó una risita.

-Wow... ¿Entonces es así de mayor?-Esto impresionó al chico.

-¡Bell! Riveria ya te dijo que es grosero hablar de la edad de una mujer-La enfermera lo reprendió.

-Perdón, perdón-El joven se disculpó.

Airmid quiso continuar hablando, pero un bostezo se presentó. Ella estiró sus brazos y espalda mientras este se producía.

-Ha sido un largo día ¿Verdad?-Expresó el albino, apartando la sábana para que ella se acostara.

Airmid extiende los brazos, pidiéndole un abrazo de una forma tierna, digna de una niña a su padre.

Bell sonríe y le cumple su deseo.

Ambos se abrazan y se recuestan.

La sanadora le rodeó la espalda con sus extremidades superiores, enterrando la nariz en su pecho.

-Amo el sonido que hace tu corazón al latir... me trae paz-Comentó, disfrutando de la tonada elocuente y repleta de belleza.

El joven posó su mano en la nuca de su amada y la acarició.

-Si eso te ayuda a dormir, escucha tanto como gustes-Declaró.

-Me agrada tu oferta. La tomaré-Respondió la chica.

El cansancio le pasaba factura. Sus párpados pesaban y la melodía que escuchaba a escasos centímetros la adormecía.

"Mañana le preguntaré sobre su familia... si Meteria no es su madre... ¿Entonces quién?".

Poco a poco sucumbió y se adentró al mundo de los sueños, agregando esa nota mental.

Cuando el conejo se aseguró de que ella ya estaba dormida, murmuró...

-Descansa, amor-.

Seguido de un beso en la frente.

Miró al techo, sin soltarla.

"Mañana... nos volveremos a ver..." Pensó. Su ritmo cardíaco se aceleró. Un nudo se le formó en la garganta y pequeñas lágrimas se deslizaron por sus mejillas.

A la mañana siguiente...

Era temprano en la ciudad de Orario.

Los rayos del sol madrugador se asomaban por las cortinas cuando estas eran movidas por la suave brisa del exterior. Una melodía armoniosa recibía a los habitantes, pero lo suficientemente alta como para ser considerada una molestia.

Era un día tranquilo, algo a destacar porque no siempre se es posible vivir días como esos en tan problemático sitio.

El sonido de un cuerpo moviéndose encima del colchón se presentó.

La responsable de dicho ruido se levantó la parte superior de su cuerpo, sentándose ahí mismo.

Los mechones plateados de su cabello estaban revueltos. Sus párpados todavía no se abrían por completo y fruncía el ceño cuando la luz exterior le impactaba directamente al rostro.

Enderezó la espalda y estiró los brazos, levantándolos por encima de su cabeza.

Un bostezo fue seguido de esto.

Poco a poco abría los ojos, la visión era borrosa, como era de esperarse de alguien que recién se despierta.

Al hacerlo, esos ojos color violeta se asomaron entre los pequeños resquicios de sus párpados y pestañas al separase.

Todavía sonámbula, estiró la mano al costado del colchón en busca de algo. O de alguien...

-¿Mmm? ¿Bell?-Airmid nombró. Sobra decir que no recibió respuesta.

Miró de un lado y del otro mientras enfocaba su vista.

Pero... nada.

Se puso de pie, tambaleándose hacia el baño. Abrió la puerta y... tampoco estaba ahí.

Esto hizo dudar a la joven.

-¿Se habrá ido antes a su entrenamiento?-Sospechó.

Era la opción más viable. Probablemente él no quiso despertarla y se retiró.

Ella infló su mejilla a manera de puchero.

-Tonto, ni siquiera te despediste de mí. Prefiero ser tu primer beso en la mañana que dormir unos cuantos minutos extra-Se quejó, cruzando los brazos.

-¿Qué se le va hacer?-Se levantó de hombros, restándole importancia.

"Cuando regrese lo regañaré" Pensó, dirigiéndose a su ropero.

La horario de actividades en la sede de la familia Dian Cecht daría inicio pronto, por lo que debía prepararse.

Como ya era costumbre en su rutina, tomó otro de sus uniformes y se lo puso.

Lavó su rostro y cepilló sus dientes, agarró su báculo y abandonó la habitación.

Mientras caminaba por los pasillos del hospital, saludaba a sus compañeras y colegas con una sonrisa en su rostro de oreja a oreja, propio de la amable y dulce "Dea Saint".

Era un día como cualquier otro. No había diferencia con los que lo precedieron y seguramente no cambiaría en los posteriores.

Se dirigió a la recepción, donde recibió el saludo exagerado de Martha, quien la trataba como una especie de general de guerra.

-A mi también me da gusto verte, Martha-Expresó, cansada.

Ella se fijó en la tabla donde se registraban los pacientes recién llegados. A pesar de que acababan de abrir, los heridos llegaban a montones.

"Otra expedición..." Pensó, frustrándose. Ese día habría mucho trabajo por los descuidos de los aventureros ante el misterioso actuar del calabozo.

Sin embargo, algo la sacó de su concentración.

-Airmid...-La nombraron.

La peliplateada atendió al llamado con la mirada.

Cuando sus ojos chocaron con los responsables, se abrieron en demasía, concordando con su sorpresa.

Se trataba de tres mujeres a las que conocía.

-¿Eh? Asfi, Daphne, Cassandra ¿Qué hacen aquí? ¿No se fueron con Bell q la mansión crepúsculo?-Las identificó, nombró e interrogó.

-De eso íbamos a hablarte. Creíamos que todavía seguía durmiendo y te íbamos a pedir que lo despertaras para que vayamos a entrenar-La peliceleste tomó la palabra.

-¿Q-Qué? Yo pensé que se fue con ustedes... cuando desperté él ya no estaba en cama-Respondió Airmid, teniendo un mal presentimiento.

-Para nada. Cassandra y yo esperamos a que nos avisara cuando partiéramos, pero no llegó-Ahora fue Daphne quien relató su experiencia ante la ausencia del conejo.

La nerviosa joven de la familia Cranel, ex familia Apolo, asintió repetidamente, corroborándolo.

Las cuatro féminas intercambiaron miradas y a una velocidad alarmante, salieron corriendo hacia la habitación de la persona más cercana que podría saber sobre el paradero del peliblanco.

María...

Al llegar a la habitación en la que la cuidadora y los infantes desayunaban, los gritos no se hicieron esperar.

-¡M-María!-Entre jadeos, la sanadora habló.

-¿Airmid? ¿Qué sucede? ¿Por qué luces alterada?-Cuestionó la castaña.

-María ¿De causalidad no sabes a dónde se fue Bell?-Preguntó Asfi mientras la pelirroja y peliazul se asomaban por su espalda.

-¿Bell-Nii?-Rye, quien era abrazado por Fina del brazo, preguntó.

Las cinco mujeres en el cuarto centraron su atención en él por si tenía alguna pista de su paradero.

-No estoy entendiendo nada-Comenta María, contagiándose de la atmósfera tensa.

-Se trata de Bell... no está-Contestan.

Un hueco se formó en el abdomen de la cuidadora.

-¿C-Cómo que no está...?-Salió de su boca.

Los tres infantes también se impresionaron al recibir esa noticia.

-Rye ¿De casualidad sabes algo?-Preguntó Airmid, acercándose a él.

El castaño solo negó.

La respiración de la peliplateada se alteró.

-¡L-La mansión crepúsculo! ¿Qué tal si está ahí?-Comunicó Asfi.

La sinergia entre las chicas fue tal que, sin mediar palabra, todas salieron corriendo en dirección a la sede de la familia Loki. A excepción de María, quien permaneció en la sede de la familia Dian Cecht cuidando a los niños y echando un vistazo por sí él regresaba.

No obstante...

-¿C-Cómo que Bell se fue?-Riveria, anonadada por lo contado, interrogó.

El estado de incredulidad no se presentó solo en ella. Sino que el resto de los miembros de su familia se contagiaron de este.

-¿Bell? ¡¿Cómo que se fue?! ¡Mi alma predestinada no pudo haberse ido!-Alicia reaccionó agresivamente, apartando a quien se interpusiese entre ella y Airmid, quien fue la que dio la noticia.

Acercó su rostro a la peliplateada, completamente asustada y dudando de la veracidad de aquello.

-¿Alma predestinada?-Cuestionaron los presentes mediante murmullos.

"Sí que cambió al aceptar sus sentimientos" Pensó la sanadora, inclinando la espalda hacia atrás por la reducción de distancia entre ella y la elfo.

Tiona le susurró a Aiz al oído.

-Oye, oye. Si no te apresuras a lo mejor Alicia te gana-Comentó.

La rubia palideció y un escalofrío le recorrió la subió desde la médula.

-¿Están seguras de que se fue? ¿Qué tal si tomó un desvío y se distrajo? Tiende a ser común en él-Comentó Finn. No sospechaba que algo malo le hubiese sucedido, su pulgar no dolía, por lo que se alivió y lo descartó.

-¿Y sí fue al calabozo...?-Sugirió Aiz, asomándose desde la espalda de Riveria, quien lucía extremadamente preocupada.

-No nos abandonó...-Se dijo a sí misma, en un intento de convencerse.

-¡Argonauta-Kun no haría eso!-Propio de la animada amazona, no le cruzó por la mente esa posibilidad. Su fe ciega en él traspasaba barreras.

-¡Ujum!-Alicia asintió repetidamente.

-Sé que ese es el caso. Pero eso no explica a dónde se fue-Comentó Asfi, acomodándose las gafas.

-Tal vez visitar los sitios que normalmente frecuenta sea buena opción-Opinó Gareth, quien no se inmutó y leía lo que parecía un guión.

-¿Por qué siempre cargas con eso?-Cuestionó Finn al enano.

-Un escritor siempre lee su obra para encontrar fallas-Contestó.

Miles de signos de interrogación se formaron encima de los presentes, quienes no indagaron en el contexto de la contestación.

-Es buena idea. Separémonos. Riveria, Alicia, vayan a avisarle a Shakti sobre lo sucedido, quizás y con suerte esté ahí o ella sepa algo-Ordenó Airmid.

-¡Hai!-Ambas elfo accedieron, retirándose a una velocidad inhumana hacia su objetivo.

-Aiz, Tiona, vayan al calabozo. Si bien dudo que esté ahí, no perdemos nada con intentarlo-Indicó la peliplateada.

-¡Tengo por seguro!-La amazona jaló la mano de la rubia y partieron.

-Asfi...-Antes de que la sanadora le explicara su rol, la susodicha interrumpió.

-Yo iré a por Hermes-Sama. Presiento que puede conocer el motivo de su desaparición-Dijo la peliceleste, empleando las Talarias y surcando los cielos para llegar más rápido a su sede.

Eso dejaba a Daphne, Cassandra, Eina y Airmid.

-Revisaré en el gremio. Él no pudo abandonar Orario sin antes llenar un registro-La semi elfo también fue a su puesto.

-¡N-Nosotras iremos a la calle dédalo!-Avisó Cassandra, tomando la iniciativa y yéndose junto a Daphne, quien no opuso resistencia.

-De acuerdo, las acompañó. Visitaré a "La señora de la abundancia" él frecuenta ese bar cada mañana por algún motivo-Airmid también trazó la ubicación a la que iría.

Las horas transcurrían y cada una buscaba sin descanso.

Aiz y Tiona bajaron al calabozo a gran velocidad oídas, matando a cualquier monstruo que se interpusiera en su camino con suma facilidad. Por alguna razón la Princesa de la espada cargaba a los Al Miraj y les preguntaba si sabían a dónde se fue alguien parecido a ellos pero con mayor tamaño. Tiona se cuestionaba si estaba bien de la cabeza pero no le dio importancia.

Daphne y Cassandra, como habían dicho, investigaron en la calle dédalo, cruzando todos los callejones y caminos del lugar. No hubo piedra sin voltear, puerta sin tocar o persona sin interrogar. La dedicación que infundieron en esa tarea era grande.

"¿Dónde te habrás ido? El juego de guerra es mañana y desapareces..." La preocupación de la pelirroja era mayúscula. Su pecho dolía por la presión que se originaba.

Los labios le temblaban.

"Tú no... me abandonarías... ¿Cierto?" Preguntó, retomando su andar.

La peliazul observaba la escena sin tiempo para expresar la felicidad que sentía al tener razón. Su compañera desarrollaba sentimientos por ese conejo blancos.

En lo que respecta a Eina en el gremio...

-N-No hay nada...-Completamente consternada, musitó. Ambas manos se apoyaban en el escritorio y una montaña de registros de salida que revisó sin descanso se tambaleaba al costado.

-¡Debí haberlo pasado por alto!-Retomó la lectura, agarrando la primera hoja en la pila de papeles.

-Eina, ya es la quinta vez que revisas. Sé que estás alterada, pero dudo que encuentres algún indicio ahí-Rose, la mujer lobo de cabellera roja, declaró.

-Es que... ¿Por qué no está?-Su vos temblorosa parecía a punto de romperse.

Salió del gremio a las prisas para reunirse con el resto.

Del lado de Airmid las cosas no eran diferentes...

-¿B-Bell desapareció?-Ryuu trató de confirmarlo.

-¡Imposible-nya!-Anya se le unió.

-¡Trasero lindo-kun no pudo irse-nya! ¿Qué tal se está en la librería-nya?-Comentó Chloe.

-Es demasiado extraño. Si bien no lo hemos visto en unos días, dudo que haya pasado algo significativo para que decidiera irse-Syr sujeto su barbilla, pensativa. Este asunto no la convencía del todo.

-Es que... hasta ayer todo estaba bien... no dijo nada, absolutamente nada-Airmid, con un nudo en la garganta, expresó su preocupación.

Las camareras intercambiaron miradas. Como si se tratara de un síntoma en común entre las mujeres que se ven atraídas por el peliblanco, sintieron una presión en el pecho que las ahogaba.

"M-Mi Odr... no permitiré que te vayas..." Pensó la peligris, apretando el puño.

-¡Te ayudaremos a buscarlo...!-.

-¡Ustedes no irán a ningún lado! ¡Hay trabajo!-.

Cuando Syr y las demás trabajadoras del bar iban a ofrecer apoyo, la enana que fungía como dueña, denegó vehementemente.

-¡P-Pero, Mama Mia...!-.

-¿Dijiste "Pero"?-.

La mirada feroz de la enana hacia la réplica de la elfo peliverde fue lo suficientemente amenazadora para callarla en seco.

Al resto de las camareras no les entró ganas de ir en contra de ella.

-S-Si sabes de Bell, a-avísanos...-Syr le pidió a la enfermera mientras las dos chicas gato se abrazaban, erizadas.

-H-Hai...-Airmid retrocedía lentamente y salía de "La señora de la abundancia".

Asfi aterrizó en la "Posada del viajero" y entró a las prisas a su propia cede, ignorando los llamados, las miradas de sorpresa y esquivando con elegancia cualquier obstáculo que se interfiriera en su camino con tal de llegar a la oficina de su dios.

-¡Hermes-Sama!-Gritó, aporreando la puerta.

-¡¿Asfi-Chan?!-El castaño saltó desde su asiento, rayando la hoja en la que escribía.

La bella mujer que casi siempre luce refinada, sería y tranquila, distaba mucho de dichos rasgos en ese instante.

-No me mienta. Sé perfectamente que usted conoce el motivo por el que Bell se fue-Ella lo sujetó del cuello de la camisa, amenazándolo.

-¡N-No sé de qué hablas!-Lloró la deidad.

-¡No quiero excusas ni mentiras! ¡Hable!-Vociferó la capitana de la familia.

-Ugh...-Ese quejido provino del hombre.

-Usted ha estado pendiente de él desde que llegó a Orario. Es como si no le quitara el ojo de encima y recopilara información sobre su vida en la ciudad jamás me interesó la razón de esto y nunca le he pedido nada, pero... por favor... dígame a dónde se fue y si está bien-Asfi lo soltó.

-Asfi-Chan...-La nombró Hermes.

Y de repente...

-Ese idiota. Le dije que no le dejaría fácil conquistar tu corazón y supongo que no cumplí mi palabra-Comentó.

-¿Are?-.

El dios la rodeó con su brazo.

-Esa preocupación, mi niña, nace del amor-Declara.

-¿Eh...?-Asfi musita.

Sus mejillas se ruborizaron seguido de ello.

-¡Y-Yo no estoy hablando de eso! ¡No cambie el tema, Hermes-Sama!-Replicó.

-Ya sé, ya sé. Solo quise mencionarlo. Como es tu primer enamoramiento te diré dónde encontrarlo-Comentó el castaño, acomodándose el sombrero y sonriendo con confianza.

-S-Sinceramente no tengo tiempo ni ganas para negar lo del enamoramiento, así que lo permitiré-Expresó Asfi, acomodándose los lentes.

"Jeje... tu nieto es impresionante viejo amigo" Pensó el dios viajero al ver la reacción de su hija.

-Sede de la familia Ganesha. Regresará al atardecer-Reveló.

-¿Regresar? ¿A dónde se fue?-Cuestionó la joven.

-Bien sabes la regla en el intercambio de información. No indagues en cómo se obtuvo y...-.

-Sí, ya sé. Tampoco hagas dos preguntas el mismo día. Entiendo-Ella interrumpió el dicho de Hermes.

Retiró el brazo de su dios de su hombro y se dirigió a la puerta.

-Asfi...-Él la nombró.

-¿Hmm?-Atendió la muchacha.

-Cuando regrese, dale un fuerte abrazo. Tú y el resto de las chicas-Pidió.

-¿Eh?-.

-Solo hazlo-Ordenó el castaño, completamente serio.

-H-Hai...-Dubitativa, Asfi accedió, yéndose de ahí.

Cuando la puerta detrás suyo se cerró, Hermes por fin pudo revelar el por qué de tan extraña solicitud.

-Porque no es fácil superar ese dolor... y debe saber que no está solo...-Murmuró.

La capitana de la familia Hermes surcó los cielos en busca del resto de mujeres que se unieron a la tarea de encontrar al conejo.

Aterrizaba enfrente de ellas y las citaba en la sede de la familia Ganesha.

Una a una se iban uniendo, yendo a dicha locación hasta que por fin todas se reunieron.

-¿Estás segura de lo que Hermes-Sama te dijo? Alicia y yo llamamos a Shakti pero Ganesha-Sama no nos lo permitió. Según se siente mal y no ha salido de su habitación, pero no me convencía del todo-Preguntó Riveria, junto a la joven elfo castaña.

-Confiemos en él, Riveria-Sama...-Dijo Alicia.

-Bell, por favor, regresa-Ella juntó sus manos en el pecho, rogando para que esto último se hiciese realidad.

"Sí que cambió..." Pensó Riveria, riendo nerviosamente.

-Créame Rivera-Sama. Mi dios podrá ser muchas cosas, pero él nunca jugaría con la preocupación de los demás. Así que, solo nos queda esperar-Respondió Asfi.

-¿Y no te dijo a dónde fue? ¿Cómo es que se enteró?-Airmid atacó con dos cuestionamientos.

-No reveló ningún otro detalle, lo lamento-Contestó la bella mujer de cabellera celeste.

-¿Qué puede ser tan importante como para irse a pocas horas del juego de guerra?-Interrogó Eina.

-En eso mismo pienso. No obstante, no consigo llegar a una respuesta satisfactoria-Comentó Daphne.

Todas suspiraron. Lo único que podían hacer era confiar en la palabra del dios viajero y aguardar.

Las horas transcurrieron. El aburrimiento no cesaba. Las chicas conversaban entre sí para ponerse al día.

Aiz le pidió consejos a Tiona sobre cómo ir a por Bell en la cita que le pedirá como recompensa por entrenar a Eina. La amazona no supo exactamente qué decirle. Ella solo lo vio, le gustó y se le declaró, por lo que no hubo algo en medio que la rubia pudiera tomar como ejemplo.

Riveria y Airmid platicaban sobre sus teorías respecto a la desaparición repentina del albino, sin embargo, solo quedó en eso.

Alicia les decía a Daphne y Cassandra lo mucho que ama a Bell y que no dudará en declararle su amor cuando el ambiente sea el adecuado. Ambas lucían incómodas y solo reían.

Asfi y Eina en cambio, solo negaban con la cabeza. Les divertía lo extremadamente sincera que era la elfo castaña, contrario a lo que la raza dictamina.

"No hay manera de que yo esté enamorada de él..." Pensaron al mismo tiempo.

El cielo se tornaba naranja. El sol se ocultaba, abriéndole paso a la luna y junto a ella al anochecer.

Fue hasta que una corriente de viento al norte las impactó, que salieron de ese estado pasivo y tranquilo.

Una mancha en lo alto se acercaba a su dirección.

-Oigan, eso es...-Murmuró Airmid, señalando con su báculo.

-Un dragón...-Adicionó Aiz, frunciendo el ceño y afianzando el agarre en el mango de su estoque.

-No cometas ninguna tontería-Advirtió Riveria, posando la mano encima de la de ella.

Todas agudizaron la mirada para visualizar de mejor manera a lo que se enfrentaban.

Grata fue la sorpresa al toparse con algo encima de la bestia alada. O mejor dicho... a alguien.

Sin mediar palabra, Airmid fue la primera en entrar a la sede de la familia Ganesha.

Le siguió el resto de féminas, arrollando a los guardas en la entrada, quienes poco o nada pudieron hacer para evitarlo.

El dragón quien era guiado por el conejo, redujo su velocidad, planeando sobre el techo de la sede hasta que por fin tocó tierra.

En la azotea, esperando a su llegada, estaban Shakti y Ganesha.

La domadora observaba la situación en caso de que tuviese que intervenir para controlar al monstruo.

-Tardaste menos de lo que esperaba-Comentó cuando su amado bajó.

-¡Yo soy Ganesha! ¡Fue difícil mantener a esas chicas afuera! ¡Dea saint hubiese interrogado a Shakti hasta sacarle la verdad si no les decía que enfermo!-El dios elefante declaró en voz alta, confesando el por qué de la mentira a las novias del conejo a su muy particular estilo.

-Lamento haberlos metido en este embrollo. No me siento bien ocultándoles esto. Sin embargo... en verdad necesitaba hacer este viaje y gracias a su ayuda pude hacerlo sin retrasos-Respondió Bell.

Sus palabras desprendían tristeza y cierta melancolía.

Shakti sonrió y se acercó a su novio. Posó la mano en su mejilla y la acarició.

-Amor, sabes que no te negaría nada, al contrario, me honra que me pidas cosas. Aunque quisiese que me contaras el motivo de tu viaje y a dónde fuiste-Comunicó la capitana de la familia Ganesha. Ni siquiera ella conocía el lugar que él visitó.

El albino agachó la cabeza.

-Fui a...-Dijo, pausando su relato.

Flashback.

Un pueblo repleto de vegetación, trigo en su mayoría, se vio desde lo alto. Bell supo que había llegado a su destino.

Le pidió a su medio de transporte que bajara, jalando las riendas que se instalaron a los lados de su hocico.

El aleteo de la bestia se redujo al igual que la altura a la que volaba.

La corriente de viento que producía cada movimiento de las alas sacudía el trigal.

Al pie de piso, un hombre ligeramente mayor, como de cincuenta años aproximadamente, lo esperaba.

A pesar de que se asustó al principio cuando un jodido dragón apareció cerca de su casa, rápidamente se percató de quién lo controlaba.

-¡Oh! ¡Callum-Sama!-Bell saludó, sacudiendo la mano de un lado a otro.

-Muchacho, casi matas a este viejo de un infarto ¿No pudiste venir en un carruaje como una persona normal?-Preguntó el canoso, quien en su mayoría tenía un cabello color rojo.

Bell por fin tocó tierra, abandonando el asiento en la espalda del dragón.

-Me disculpo, Callum-Sama. Este era el medio más rápido para llegar. Digamos que no he tenido mucho tiempo libre y embarcarme en un viaje de casi tres días de ida y otros tres de vuelta era un lujo que no podía darme-Respondió el joven.

Como si estuviese buscando a alguien, volteó a todas partes.

-Callum-Sama... ¿Y Alana-Sama?-Interrogó.

-Fue a Orario por un asunto importante a palabras suyas. No entró en detalles, pero ha de regresar pronto-Respondió quien parecía ser el esposo de dicha mujer.

El par de hombres caminaba por un sendero cubierto de trigo y árboles.

-¿Alana-Sama fue a Orario? ¿No se supone que huyó de ahí porque le desagradaba el ruido de ciudad y las multitudes?-Cuestionó el chico.

-Ya ves. El dinero mueve al mundo muchacho. Según recibiría una remuneración por ir, de otro modo no pisaría esa ciudad-Informó Callum.

-Es una mujer muy codiciosa ¿Verdad?-Adicionó, riéndose tras esto.

-Jeje...-Bell se ahorró los comentarios respecto a ella, rascándose el costado de la cabeza y sudando frío.

En el horizonte, conforme avanzaban, una casa se asomaba.

-He cuidado de ella como tú y tu abuelo me pidieron. Corté la hierba mala, coseché los cultivos y se los regalé a los habitantes del pueblo al pie de la montaña-Avisó.

-Gracias-El joven aventurero, con las manos al interior de los bolsillos, agradeció.

El hombre negó.

-No hay nada qué agradecer chico. Tú saber perfectamente que para Alana y para mí, siempre serás como de nuestra familia-Expresó.

-Familia...-Bell repitió lo último.

El ánimo decayó.

-No te detengo más. Ve a verla...-Callum le dio una palmada en el hombro, retornando.

-Le agradezco-Murmuró el joven.

Retomó el andar.

Mientras avanzaba lentamente, cientos de sentimientos se originaban en el interior de su pecho.

Su ritmo cardíaco se aceleraba y practicaba mentalmente lo que diría cuando estuviese enfrente de "Ella".

Recolectaba flores que se encontraba al pie del camino, formando un ramo de tamaño considerable.

Flores de color blanco y azul...

Esas que... su madrastra tanto amó...

El día en que ella falleció, él se dedicó a plantarlas en casi todo el terreno que les pertenecía, para recordar por quién luchaba y de ese modo, cuando se viese decaído o tuviese ganas de rendirse... rememorara la imagen de quien tanto amó.

Cruzó al costado de la casa, viéndola de reojo sin adentrarse en ella.

Lo que trataba de alcanzar no era su viejo hogar, no.

Era esa pequeña montaña a espaldas de la misma, en la que, en lo alto, un árbol de cerezo fue plantado.

Atravesó el trigal, empujando las ramas sin romperlas.

En la cabeza de Callum-Sama, quien lo veía desde lejos, cruzó una imagen.

Eran Bell y Alfia. Esta última sujetaba la mano de su amado hijo, quien no rebasaba los cinco años.

Se le formo un nudo en la garganta.

Parpadeó y...

La peliplateada desapareció. Ahora solo era el albino quien se presentaba.

Al escalar la montaña, los ojos de Bell chocaron con tres lápidas.

-He vuelto, abuelo...-Asentó una de las flores en la primera.

-Es un gusto regresar, tío Zald-Puso otra en la segunda.

A pesar de que debajo de la lápida no había un cuerpo debido a que Zald falleció en Orario, esta era la manera en la que Zeus y Bell decidieron rendirle tributo.

Y...

Con la voz rota y con dificultad al hablar, dio su último saludo.

-Volví a casa... mamá. Estoy aquí como te lo prometí-Declaró.

Se hincó y puso el ramo completo sobre el suelo, de frente a la lápida.

-Hoy se cumple un año más en el que nos separamos...-Murmuró.

-Hoy es el aniversario de tu muerte...-Adicionó.

En la piedra, un nombre, una fecha y una leyenda fueron grabadas.

Dicha fecha coincidía con la de ese día. Sin embargo, la diferencia recaía en el año.

-No hay día en el que no piense en ti...-.

-Cuando cierro los ojos, estás tú...-.

-Cuando estoy asustado, aparece tu imagen para motivarme a continuar, a no rendirme-.

-Ha sido muy difícil vivir sin ti...-.

-Perdón por no haber venido a saludar desde hace unos días, es que he estado muy ocupado en el Orario-.

-Pero ¡Hey! Te veo en mis sueños... siempre te veo en ellos-

-Aunque no solo en ellos-

-Cada sonido melodioso me recuerda a ti-

-Cada dulce aroma hace que tu imagen pase por mi mente-

-Cada hermoso día se ve opacado cuando en las noches te veo en mis sueños y en los días recuerdo tu voz-

Se detuvo por un momento.

-Realmente te extraño...-Finalizó su saludo con una mirada triste.

-A pesar de que tu partida me sigue doliendo... ¡Me las he podido arreglar!-Confesó, retomando su ánimo.

Buscaba cómo continuar la conversación.

-Conocí a mamá. O al menos la vi en mis recuerdos cuando Argo me reveló la verdad respecto a mi nacimiento. Es tal y como me la describiste. Una mujer muy hermosa que me amó mucho. Hubiese querido conocerla tanto como tú-.

-Pero, en ningún momento cruzó por mi cabeza la pregunta sobre cómo hubiese dio mi vida si ella me criaba. Porque para mí, tú hiciste un trabajo genial. Nunca me faltó tu amor, calidez y cuidados. Desde mi punto de vista, si bien no fuiste mi madre de sangre... fuiste la mejor que pude haber deseado-.

Tragó saliva. Sus lagrimales se desbordaban y el llanto daba inicio.

-Quisiera que estuvieses aquí, presenciando lo que he logrado en tan poco tiempo...-.

El viento sopló.

Suspiró y prosiguió.

-Mamá, conocí a una chica...-Reveló.

Por algún motivo sintió un escalofrío recorrerle la espalda al decirlo y el aire a su alrededor se volvió más denso.

-C-Como decía... conocí a una chica en mis primeros días en Orario. Su nombre es Airmid-.

-Ella es... realmente hermosa... amable, pero no consentidora. Sería más no recatada y cortante. Cuando estamos solos actúa muy tierno y me da ganas de mimarla. C-Creo que con eso ya te doy una idea de el tipo de relación que tenemos-.

Se rascó la nuca y rió nerviosamente.

-A-Aunque... no es la única...-.

El viento sopló más fuerte.

-¡S-Sé que dijiste que no fuese como mi abuelo! ¡Pero en serio no pude evitarlo! ¡Mis novias son las chicas más buenas, amables y lindas del mundo por lo que fui incapaz de rechazarlas!-Vociferó, completamente sonrojado.

-A Airmid la conocí cuando rescate a unos niños que ahora son mi nueva familia-.

-Shakti fue la primera persona que me recibió en la ciudad...-.

-Riveria me visitó en donde Airmid trabaja, junto a Shakti, cuando derroté a un minotauro que atacó Babel-.

-¡Derroté al minotauro! ¡Tus enseñanzas sirvieron! ¡Su piedra mágica estaba justo donde me indicaste!-Alzó la voz, emocionado.

-Aunque también he de mencionar que me dio una paliza. Fue ahí donde se manifestó mi poder...-.

-Ahora entiendo por qué mi abuelo y tú discutieron en mi cumpleaños...-.

-Te juro que no me volveré arrogante y dependiente de ese poder que me fue conferido seguiré entrenando para hacerlo mío, y así cumplir las metas que nos trazamos-.

Pausó su conversación momentáneamente.

-Después de derrotar al minotauro, fui de aventuras con nuevos amigos. Se llaman Welf, Ouka, Lili, Chigusa y Mikoto a quienes... no he ido a ver en semanas-Recordó, avergonzado por tal descuido.

"Nota mental, visitarlos" Dijo mentalmente.

-El primer día en que exploramos el calabozo, nos topamos a un Goliath en los pisos intermedios. Gracias a los dioses pude salvarlos y matarlo-.

-A-Aunque antes salí en una cita con Airmid, la cual culminó cuando me besó. A la mañana siguiente la visité y... nos hicimos novios...-.

Ruborizado hasta las orejas, respiró hondo.

-Luego, entre la calma de la zona segura del piso dieciocho, emergió otro Goliath, solo que en esta ocasión era diferente al anterior. Finn lo nombró como un "Irregular"-.

-La adrenalina de rescatar a Riveria de un daño fatal permitió que manifestara mi segunda habilidad, de ese modo salvándola... protegiéndola...-.

-¡Luego derroté al monstruo de un golpe!-Celebró.

Los minutos transcurrían, se convertían en horas.

-Al abandonar el calabozo, en la Monsterphilia, un par de Barbiarian escaparon, creando caos en la ciudad. Shakti y yo los detuvimos y... me confesó su amor...-.

-¡Como dije, no pude negarme!-.

-Después visitamos Melen. Fuimos atacado por un Kraken, sin embargo, Riveria lo derrotó. Entre el júbilo y el festejo... s-se me confesó...-.

-Se nos informó que el ataque de aquella bestia fue planeado y visitamos Telskyura. Ahí salvamos a las amazonas del régimen de Kali. T-También fui besado por una de ellas, quien creyó que era el Argonauta y sinceramente no estoy seguro de sí contarla como mi novia o no-.

-Y, al regresar a Melen, antes de partir de vuelta a Orario... T-Tiona dijo que me amaba... algo dentro de mí me motivó a aceptarla y... se convirtió en mi novia...-.

El relato de sus aventuras y como cada una concluía con un "Se convirtió en mi novia" no cesó.

Hasta que por fin llegaron a lo más reciente...

-María se me declaró cuando rescaté a mis hermanitos del ataque de la familia Apolo. Yo... los reté a un juego de guerra. No puedo permitir que esto quede así...-.

-"Protege lo que amas con dientes y garras" decías. Y es exactamente lo que haré-.

Apretó su pecho y las lágrimas caían una a una en la lápida.

-No pude protegerte... esa enfermedad te aparto de mi lado... es por eso que solo puedo proteger lo que todavía permanece junto a mí-.

-Cumpliré nuestro sueño... traeré la paz que tanto anhelabas. Seré el último héroe, mamá...-.

Esa promesa que ha permanecido intacta con el pasar de los años fue pronunciada.

El llanto aumentó.

-Para que... cuando reencarnes... vivas en un mundo perfecto y libre de maldad. Uno que sea merecedor de ti. Uno en el que seas feliz... uno en el que estés conmigo...-.

Los brazos al igual que la voz le temblaba.

Pasaron los minutos en que su lágrimas salían sin aparente fin hasta que ya no hubo más que sacar. Llegado a ese punto, se puso de pie.

-Es hora de que regrese. He de cumplir mi palabra-Declaró.

-Derrotaré a la familia Apolo-Juró.

Antes de retirarse, dedicó unas últimas palabras a la lápida de Alfia.

-Gracias por haber sido mi madre. Gracias por haber decidido quedarte-Concluyó.

Una ola de emociones lo azotó conforme se alejaba.

Pasaba la mano entre el trigo. Una cálida sensación se originó en su palma.

Y recordó que... Alfia y él recorrían ese sendero tomados de las manos todos los días, yendo a la punta de la montaña donde ahora mismo descansa en Paz para que descansaran con la brisa del campo.

-Serás el mayor héroe que el mundo haya visto...-

El viento sopló aquellas palabras dichas por Alfia antes de fallecer.

Bell sonrió.

Las luciérnagas iluminaron el camino en una escena completamente bella.

Digna de la hermosa madre del conejo.

Aquel lejano recuerdo y dolor permanecerán dentro de él...

Como prueba de que ella vivió...

Como prueba de que... Ella jamás lo abandonó...

Como prueba de que ella lo amó...

De regreso a la actualidad.

-Fui a... cumplir una promesa-Respondió el joven albino sin revelar más información.

La falta de intención de profundizar en ese tema fue captada por Shakti, quien no insistió.

De repente...

*¡PAAAAAAAAAAM!*

La puerta que conectaba las escaleras con la azotea fue despedazada.

-¿Que demonios fue eso?-Bell se asomó, asustado.

Cuando la nube de polvo se disipó... las figuras de varias mujeres aparecieron, siendo lideradas por Airmid.

-¡BELL!-Gritaron al unísono cuando hicieron contacto visual.

-¿A-Are? ¿Qué hace aquí...? ¡PUAH!-Iba a preguntar hasta que el grupo de féminas lo tacleó.

-¡D-Duele! ¡No puedo respirar!-Se quejó el conejo.

-¡¿A donde fuiste?!-.

-¡¿Tienes idea de lo preocupadas que estábamos?!-.

-¡No le dijiste a nadie a donde te dirigías! ¡Pensamos que nos abandonaste!-.

-¡Por favor no te vayas de mi lado!-.

-No nos asustes de ese modo...-.

-¡Hey! ¡Argonauta-Kun! ¡No vuelvas a hacer eso!-.

-¡No me hagas pasar por estos sustos, idiota!-.

-Bell... No te irás ¿Verdad? ¡Quiero cumplir mis profecías contigo!-.

-Si vuelves a irte sin avisarnos me enojare mucho...-.

Airmid, Riveria, Asfi, Alicia, Aiz, Tiona, Daphne, Cassandra y Eina, en ese orden, le reclamaron.

-C-Chicas.... ¡Puah!-Bell, anonadado por los gritos de las mujeres, las llamó, pero otro cuerpo cayó encima.

-¡¿S-Shakti?!-La nombró.

-No quería quedarme atrás-Respondió la peliazul, sonriéndole.

-M-Me aplastan...-Advirtió el conejo. El aire no llegaba a sus pulmones.

Bajó la mirada momentáneamente y...

Todas lloraban.

No había ninguna que no estuviese preocupada.

Sus novias y quienes aún no lo eran compartían esa característica.

Un potente zumbido le impidió escuchar lo que se desenvolvía sobre su pecho, finándose a detalle en ellas.

Fue ahí donde... la voz de Alfia resonó. Sin interferencias, sin impedimentos, dejando un mensaje.

"-Eres idéntico a tu madre. Ella tenía una habilidad... la habilidad de escoger a las mejores personas para que la acompañaran en su vida. Siempre vio lo mejor en todos, incluyéndome. Es por eso que, cuando Zald, Zeus y yo abandonemos este mundo, no me preocuparé porque estaré segura de que no estarás solo por mucho tiempo-".

Bell sonrió y rápidamente extendió los brazos para después...

-¡¿Fueh?!-Gritaron las mujeres al ser rodeadas en un abrazo. Aunque claro, la longitud de las extremidades superiores del conejo no era suficiente para envolver a diez personas.

-¿B-Bell...?-Airmid lo nombró.

-Jamás me iré de lado. Me quedaré con ustedes hasta el fin de mis días-Expreso el chico.

El corazón de cada chica saltó ante esto.

-Así que... ¡Seamos felices juntos!-Concluyó.

Las expresiones de todas se iluminaron y, sin dudar, le respondieron...

-¡Sí!-.

Al unísono.

Mientras compartían este momento de calidez, amor y apertura del corazón, en la mente de Bell se formulaba un agradecimiento.

"Tenías razón, mamá Alfia... ya no estoy solo. Me he rodeado de gente que me ama, quiere y estima. Ellos no me abandonarán y cuidarán de mí. Formó parte de otra familia y la protegeré con mi vida. No permite que nada ni nadie me la arrebate" Declaró, aumentando la fuerza del abrazo.

-Bell... gracias por existir-Le dijo la peliplateada y...

*Mua*

Lo besó.

-¡O-Oye! ¡No es justo! ¡Yo también quiero besarlo!-Riveria, Shakti y Tiona se quejaron. Las demás se apenaron aunque muy en el fondo también deseaba probar los labios del albino.

-Fufufu... la primera en todo-Finalizó Airmid, provocando al resto de las chicas del harem con una risita repleta de arrogancia y narcisismo mientras se relamía los labios.

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Bueno, hasta aquí el capítulo de hoy, espero que sea de su agrado y dejen su apoyo como ya es costumbre.

En fin, déjenme sus opiniones.

¿Cómo estuvo el capítulo? ¿Sí les gustó?

Buzón de sugerencias/opiniones/comentarios.

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Si desean leer más de mis fic pueden entrar a mi perfil y ahí encontrarán desde...

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Un One Shot en el que se nos relata lo que hubiera sucedido si Bell era cuidado por Alfia, Zald y Zeus ¿Será un futuro feliz? ¿Bell se convertirá en el último héroe como se lo prometió a su madre? ¡Averigüémoslo!
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Otro One Shot sobre la historia de amor entre una diosa y un mortal, que toma como punto de partida la película de "Danmachi: la flecha de Orión". Veamos la aventura en la que se embarca nuestro carismático protagonista después de haber perdido a esa diosa que tocó su corazón en poco tiempo
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La hermosa Lefiya nos acompañará en este One Shot junto al conejo en una aventura que tendrá de todo. Amor, drama, todo lo que engloba a esta pareja tan dispareja.
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La historia de amor entra una hermosa hada y un conejo con dudas nacientes en su corazón tras un suceso inesperado.
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Un fic con un cuarteto amoroso muy raro, BellxTionaxFreyaxHelun.
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Una hermosa historia de amor entre una asesora y el aventurero a su cargo, BellxEina. ¿Su amor podrá superar el consejo que le dan a las asesoras sobre no enamorarse de los aventureros a su cargo? ¡Averigüémoslo!
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¡Una aventura de un héroe sin Falna le espera a nuestro protagonista! ¿Qué pruebas y dificultades habrán en su camino sin la bendición de un dios? ¡Descubrámoslo!
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Y mi primer y ya finalizado Fic, que va de la pareja de BellxSyr o Freya, el cual parte desde el rechazo de esta misma en el volumen 16 de la novela original, aunque claro... en este fic sabremos lo que hubiera pasado si Bell no la rechazaba, como el título indica.
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Sin más que agregar, yo me despido, espero que se echen una pasada a mi perfil y les agraden las demás historias en caso de no haberlas leído, eso es todo, hasta la próxima mis lectores.

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