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Capítulo 30.

La mañana había llegado a la ciudad calabozo de Orario.

Los rayos del sol se filtraban por la ventana de una habitación en particular y el cantar de los pájaros parados en esta producía una melodía armoniosa pero lo suficientemente alta como para ser escuchada por los presentes ahí.

Era un día tranquilo, algo a destacar porque no siempre se es posible vivir días como esos en tan problemático sitio.

El sonido de un cuerpo moviéndose encima del colchón al interior del cuarto daba hincapié a creer que las horas de sueño del individuo finalizaron tan pronto el sol se asomó, como si de un reloj biológico se tratara.

Se arrastró hasta el reposacabezas de la cama y se impulsó con los brazos para de ese modo levantar la parte superior de su cuerpo, sentándose ahí mismo.

Los mechones blancos de su cabello estaban revueltos. Sus párpados todavía no se abrían por completo y fruncía el ceño cuando la luz exterior le impactaba directamente al rostro.

Enderezó la espalda y estiró los brazos, levantándolos por encima de su cabeza.

Un bostezo fue seguido de esto.

Poco a poco abría los ojos, la visión era borrosa, como era de esperarse de alguien que recién se despierta.

Al hacerlo, esos ojos color escarlata se asomaron entre los pequeños resquicios de sus párpados al separase.

-¿Mmm? ¿Dónde estoy?-Se cuestionó al verse en un sitio extraño que no reconocía.

Él se ha acostumbrado a que lo primero que ve en el día es el techo de madera de la habitación que comparte con los niños del orfanato de María, por lo que no hallarse ahí lo incomodaba.

Viendo fijamente hacia adelante, como si estuviese en trance, enfocó la vista y se topó con un color blanco que teñía a toda la habitación.

La suave cama en la que yacía sentado también le llamó la atención, bajando la cabeza y viendo que la parte debajo de su torso era cubierta por una manta del mismo color que el cuarto.

Lo demás dentro de ahí no era nada del otro mundo.

Había un ropero grande semi abierto. Un escritorio con una lámpara de piedra mágica encima de la mesa.

Volteó a la izquierda y notó un cajón en el que encima fueron puestas las dos espadas del peliblanco al igual que su bufanda de piel de goliath.

-No recuerdo haber venido a este lugar, solo sé que luego de ayudar a Asfi regresé a la sede de la familia Dian Cecht y...-Mientras recapitulaba lo ocurrido la tarde anterior, buscando el momento en que terminó en esa extraña habitación, algo lo interrumpió.

-Mmm~-Un quejido provino de su costado, alertándolo.

La silueta de un cuerpo se apreciaba debajo de las sábanas.

Él sujetó el borde de ellas y las alzó lentamente.

Fue ahí donde se topó con el cuerpo tranquilo y dormido de su novia Airmid Teasanare, el cual permanecía inerte en su posición aunque fruncía el ceño de vez en cuando por el movimiento de aquello que la cobijaba.

-Ah... es cierto, dormí con Airmid...-Murmuró Bell cuando el panorama se aclaró.

En vez de que reaccionara como el conejo nervioso e impulsivo que normalmente es, permaneció en calma, sonriendo dulcemente sin apartarle el ojo a la expresión relajada de su pareja, que en su opinión era extremadamente tierna.

Dirigió su mano al cabello plateado de la mujer y lo acarician delicadamente, evitando que sus dedos se enredaran entre las hebras y como consecuencia jalárselo por error, perturbando así su sueño.

El rostro de Airmid se relajó y de repente le agarró la mano con las suyas y la dirigió a su mejilla, usándola como almohada y sonriendo, sintiéndose aparentemente feliz y realizada por aquello.

Bell no opuso resistencia, permitiéndoselo.

"Cierto... como el orfanato fue destruido nos quedamos sin lugar donde pasar la noche. Airmid fue tan amable como para permitirles a María, los niños, Daphne y a Cassandra dormir en las habitaciones del hospital sin cobrar ni un valis. Sin embargo, cuando me recosté junto a Rye, Fina y Roux, ella me despertó y dijo que dormiría con ella" Recapituló los hechos que lo guiaron hasta la cama de la sanadora.

La noche anterior, en la habitación de Airmid.

-En serio, no tengo problema en dormir junto a ellos. No quisiera molestarte-Dijo Bell mientras era guiado por su novia a la zona de habitaciones de las trabajadoras y miembros de la familia Dian Cecht, que se ubicaba en la última planta de la sede, lejos del ruido de los pacientes.

Ella lo sostenía de la mano, emocionada a al arrastrarlo hasta su cuarto e ignorando cualquier comentario proveniente de su pareja que estuviese en contra de su plan.

Más pronto que tarde llegaron y la puerta se abrió, permitiendo se ambos pasaran.

-Puedes dejar tus cosas ahí. Yo iré a cambiarme-Dijo la peliplateada, señalándole la mesita de noche adyacente a la cama sin arrugas y bien hecha.

-H-Hai...-Bell aceptó, retirándose la bufanda de piel de goliath que rodeaba su cuello y desenfundando sus espadas.

Era de las pocas pertenencias que le quedaban tras regalarle sus libros a Tiona y Aiz, aunado a todo lo que se quemó en el orfanato.

Airmid abrió su ropero y sacó un par de prendas de este.

-Iré al baño, por favor no me espíes... mucho-Avisó, guiñándole el ojo pícaramente y moviendo de lado a lado su dedo índice.

-¡N-No lo haré!-Respondió el conejo, sonrojándose.

-Fufufufu eres adorable amor-Comentó la chica, yendo hacia la puerta aledaña al escritorio mientras daba pequeños saltos. Claramente estaba feliz de que compartiría la cama con su pareja, tanto que no disimulaba o ni siquiera le interesaba ocultarlo.

Bell se sentó al borde del colchón, suspirando pesadamente y visiblemente inquieto.

La última vez que compartió el mismo sitio de descanso fue en Melen, durmiendo junto a Airmid y Shakti.

Como eran dos, la primera de ellas no actuó con la intención de atacarlo y devorarlo, como lo ha intentado desde hace ya semanas.

Ahora que estaban completamente solos, esa probabilidad aumentaba drásticamente.

"Vamos Bell. Dudo que esa haya sido su intención al invitarme aquí. Supongo que solo desea ayudarme a dormir bien para que a la mañana siguiente descanse como se debe y así partir a la mansión crepúsculo para entrenar. Sí, seguramente ese es su objetivo. ¡Qué amable y benevolente es mi hermosa santa!" Pensó, cerrando el puño con orgullo e imaginándose a su novia vestida como una diosa bendecida y pura.

Mientras esto ocurría, la puerta del baño se abrió, saliendo de este la susodicha y provocando que nuestro conejo protagonista volteara hacia esa dirección instintivamente.

Las mejillas del conejo se sonrojaron en demasía cuando su vista enfocó a la hermosa mujer delante suyo.

Airmid vestía un camisón color púrpura que llegaba hasta la mitad de sus muslos, permitiendo que el resto de ellos estuviesen al aire.

La luz de las lámparas mágicas causaban que brillaran en una escena realmente envidiable para el protagonista de esa fantasía.

Sus brazos estaban al descubierto, incluidos sus hombros en los que solo se hallaban los tirantes del camisón.

El joven tragó saliva. El ritmo cardíaco se le aceleraba y la respiración se le agitaba en demasía, como si estuviese sufriendo de asma, pero nada más alejado de la realidad.

-¿C-Cómo me veo...? Lo compré por ti luego de regrese de Melen y no es como si hubiésemos tenido muchas oportunidades para enseñártelo...-Preguntó la sanadora, permitiendo que él la viese fijamente y enseñándole las curvas de su figura a pesar de que se avergonzaba. No obstante, realmente deseaba que le diesen su cumplido, por lo que se trataba dicha pena.

Completamente rojo como un tomate y pidiéndole un minuto a su pareja para acomodar sus ideas, al igual que para elegir qué decir, Bell se concentró sin siquiera parpadear.

Tras un breve tiempo, por fin habló.

-N-Nunca imaginé que te vería de ese modo, creo que lo más cercano que estuve de hacerlo fue cuando vestías tu pijama ayer en la madrugada. Pero... ahora que me fijo bien y soy capaz de admirarte por completo, he de decir que... mi novia es muy hermosa, tan hermosa que me cuesta dejar de mirarte, así que me disculpo si te incomodo-Dijo, dándole una pequeña reverencia tras el cumplido en el que le confesaba su opinión más sincera.

Los labios temblorosos de la mujer dibujaron una sonrisa irregular producida por la felicidad que le provee tan dulces palabras provenientes de su novio. No era capaz de ocultar su alegría a raíz de esto.

-N-No hay forma en que me incomodaras... soy tuya ahora ¿Acaso lo olvidas?-Ella, continuando con su personalidad coqueta, caminó a su dirección y...

-A-Airmid...-Bell la nombró cuando un peso se le puso encima de las piernas.

-¿Sí?-Preguntó la peliplateada, sentada en sus piernas.

-¿N-No crees que esto es demasiado...?-Interrogó el chico.

-Para nada... solo abrázame y guarda silencio. Yo también merezco ser mimada ¿sabes?-Fue el pedido de la curandera, sin prestarle atención a la inquietud de su pareja.

Resignado, el joven cedió y la rodeó con sus brazos, transmitiéndole calor y pegando su piel a la de ella, acelerándole el corazón aún más.

Pasaban los segundos, donde ninguno expresaba palabra alguna.

Solo se mantuvieron así, pegados el uno al otro sin moverse ni hablar, solo disfrutando del calor que el otro le proporcionaba y deleitándose con la suavidad en la piel del otro, sobre todo en la de Airmid.

"Ahora comprendo... por qué los hombres desean proteger a las mujeres..." Pensó el peliblanco, a quien el nerviosismo del comienzo se le desapareció conforme el tiempo transcurrió.

Recordó las palabras de su abuelo que se centraban en el motivo que impulsaba a los hombres a la hora de cuidar a esas bellas flores, las mujeres.

El tiempo siguió su curso natural hasta que Airmid se levantó, diciendo que era hora de dormir.

Bell asintió.

La chica fue la primera en acostarse mientras Bell se retiraba los pantalones y la chaqueta.

Cuando se dio la vuelta, ella ya lo esperaba.

-Ven...-Dijo, abriendo los brazos y pidiéndole que se le encimara para abrazarlo.

El peliblanco retrocedió un par de pasos tras la impresión.

No obstante... No se negó.

Puso las rodillas sobre el borde de la cama y, gateando, se acercó a ella, posándose arriba de su delgado y frágil cuerpo.

Ella puso sus brazos detrás del cuello del chico y... lo jaló hacia su pecho lentamente.

Él no opuso, permitiéndolo.

Su cara fue recibida por dos suaves montañas.

El olor dulce impregnado en su pareja era realmente delicioso.

Si bien estaba a punto de sacar humo de la cabeza y sangre de la nariz, pudo controlarse y cumplir el deseo de su amada.

Ella jugó con su cabello delicadamente, presionándolo a sus pechos de vez en cuando cada que él se separaba aunque sea un centímetro.

Lo quería solo para ella, anhelaba que permanecieran así de unidos.

Los rápidos latidos en el corazón de la fémina eran el único sonido que los oídos del muchacho recibían.

Era armonioso, como una melodía tranquila que cualquiera disfrutaría. Sin embargo, solo uno podría oírla, el único que poseía ese derecho era Bell Cranel.

-¿Estás cómodo?-Preguntó la joven sanadora.

-Podría dormir aquí por el resto de mi vida...-Respondió sin siquiera abrir los ojos, era tal su relajación que era difícil no caer dormido.

Ella continuó acariciándolo delicadamente.

-¿Sabes...? Tuve miedo de que el hombre del que me enamoré desapareciera... se esfumara...-Declaró, cesando en sus caricias.

Su ritmo cardíaco se volvió irregular, arrebatándole el sueño al peliblanco, quien levantó la cabeza para mirarla fijamente.

Sus ojos estaban rojos, a punto de llorar.

-Airmid...-Fue nombrada por su pareja.

-Cuando vi el odio y la tristeza que había dentro de ti luego de que la familia Apolo lastimara a tu familia... me preocupé...-Habló Airmid. Las lágrimas se le desplazaban por pómulos y mejillas.

Bell la escuchaba atentamente, empatizando con su dolor.

-Sí... yo también sentí que... me perdería...-Concordó.

-Pero... no lo hiciste y estoy feliz por eso. El hombre amable, justo y alegre del que me enamoré sigue aquí, conmigo. Tuve que fingir que estaba bien para que no te preocupara, sin embargo, en el fondo, era la que más se asustó...-Ella reveló, aferrándose a él.

-Lo sé... siempre tratas de ser madura y serena ante situaciones de esa índole, a pesar de que tú también te asustas, te entristeces... lloras...-El muchacho la apoyaba con sus palabras, comprendiéndola.

-Pude recapacitar y alejarme del camino de la venganza. Mis padres no desearían que me guiara por tan mundano deseo. Así que... continuaré persiguiendo mi meta sin traicionar mis ideales, enorgulleciéndolos a ellos... al igual que a ti y al resto...-Adicionó, moviéndose de su posición y posando ambas brazos al costado de la cabeza de su hermosa novia.

Los ojos de Airmid se abrieron en demasía, reflejando su sorpresa.

Bell empleó la yema de su dedo pulgar para limpiar las lágrimas que no dejaban de brotar.

La peliplateada le agarró la mano y presionó la palma a su mejilla.

-Gracias por existir, Bell-Dijo, sonriéndole tiernamente.

-Sin ti... no sé cómo sería mi vida, pero contigo... es muy feliz y maravillosa-Agregó.

El corazón del chico pegó un brinco.

Ese momento en el que ambos se abrieron concluyó.

Ahora Bell se acostó a su costado.

Ambos se miraban de frente, recostados de lado.

-S-Sé que quieres que "Eso" suceda, así que... prometo que seré menos denso contigo y el resto. Procuraré tener mayor decisión y determinación a la hora de estar con ustedes, al fin y al cabo, ya somos novios-Prometió Bell.

Esto causó la risita de Airmid.

-Fufufu. Me agradaría comprobarlo... con tu permiso...-Dijo, levantándose de su sitio y posándose encima de él, en la misma posición que antes pero con los papeles invertidos.

-¿Q-Qué haces?-Le cuestionaron.

-Shh... pongamos a prueba tu promesa...-Ella lo silencio, posando su dedo índice sobre los labios del peliblanco.

Luego lo separó y poco a poco sus manos bajaron, sosteniendo desde la muñeca las de él y manejándolas a su antojo.

Hasta que...

Una suave y redonda sensación fue percibida por las palmas de Bell, quien dio un pequeño salto desde su posición.

-¿A-Airmid?-La nombró.

-Dije que sería la primera en todo, así que dime... ¿Te gusta la forma de mi trasero?-Le cuestiona la susodicha, revelando la zona que su novio agarraba.

Ella le permitía tocar su cuerpo sin culpa ni miramientos.

Los dedos del joven se hunden en el carnosas y bien formando trasero, avergonzándolo.

Él desvió la mirada.

-S-Sí en verdad quieres que crucemos esa línea ahora, n-no me negaré. Estoy consciente de las múltiples oportunidades que hemos dejado pasar por malentendidos, así que... cumpliré tu solicitud-Expresó.

-Fufufufu...-Airmid solo se reía.

Sus delgadas manos se posaron en las mejillas de su querido novio, sujetándola para que se viesen de frente.

-Bésame...-Pidió.

Bell asintió y acercó sus labios.

Ambas bocas chocaron, fundiéndose en un apasionado beso que progresivamente subió de tono, incluso introduciendo sus lenguas en la boca del otro.

Nuestro conejo protagonista, guiado por la acalorada escena, apretó el trasero de la curandera y...

-¡Mmm~!-Ella soltó ese gemido.

El beso se rompió y sus respiraciones se agitaron.

Podían sentir el aliento del contrario impactándoles en la cara.

-Así que no mentías... me alegro...-Comentó la fémina, completamente metida en el acto y jadeando de a ratos, deseando que por fin "eso" llegara.

-Sin embargo... nos detendremos aquí...-Agregó, apartando las manos del chico de su trasero.

-¿E-Eh?-Se notó la decepción en el susodicho tan pronto esto sucedió.

Pasmado y balbuceando, Bell habló.

-¿C-Cómo que nos detendremos aquí? ¿A qué te refieres? ¿No era esto lo que querías?-Cuestionó.

-Por supuesto. Pero la gracia de esto es dejarte con las ganas, querido-Respondió.

-¿Qué?-Bell no entendió.

La boca de la chica se acerco al oído derecho de su pareja, se despegaron y...

-De ese modo, cuando la situación se repita, tú me devorarás sin dudarlo. Y yo... estaré lista para eso... es como darle una pequeña probadita de carne a un animal y dejarlo sin comer por varios días, de ese modo el alimento sabrá mejor tras la incertidumbre de saber si volverá a comer...-Le susurró de manera coqueta, guiñándole el ojo, para luego bajar y recostar su cabeza en el pecho del aventurero.

-Supongo que me lo merezco. La suerte hoy no me ha acompañado...-Él se rascó el costado de la cabeza, resignándose.

Acurrucados, la noche prosiguió.

-Es mi venganza porque varias veces me quedé con las ganas. Es tu turno de sufrir esa penitencia...-Adicionó Airmid.

La lámpara de piedra mágica que iluminaba el cuarto se apagó, dejándolos en completa oscuridad y silencio.

La chica aprovecho y se durmió.

Lamentablemente no fue el caso con Bell, quien veía el techo arriba suyo completamente sumergido en sus pensamientos.

"Jeje... ¿Ahora que hago con esto?" Dijo mentalmente, estando incómodo mientras enterraba la pelvis en el colchón para que "Bell jr" no tocara el vientre de su pareja.

"¿Por qué creo que no dormiré mucho hoy?" Se cuestionó.

Y... tuvo razón, no descansó como se debía, preocupado de que su aparato rozara con el cuerpo de su novia. Tampoco ayudaba que los grandes y redondos senos de Airmid se aplastaran encima de su propio vientre, sintiendo como sus pezones se frotaban en su piel a pesar del camisón que ella vestía y la camiseta que él tenía encima suyo.

En la actualidad.

-¿Ya te irás amor?-Preguntó Airmid, frotándose los ojos para reintegrarse al mundo tras su descanso, a la vez que cubría su cuerpo con la manta blanca de antes.

Su novio yacía de piel, dándole la espalda, mientras se vestía.

-Sí, así es. Entre más temprano, mejor-Contestó, tomando la bufanda de piel de Goliath puesta en la mesa de noche.

-Cuídate mucho. No dudo de la capacidad de Asfi para enseñar, pero por favor no te metas en muchos riesgos. Aunque, de salir herido, estaré aquí esperándote para tratarte-Dijo, preocupada por la salud de su amado, sin embargo, también veía el lado positivo de que fuese lastimado.

Bell enfundó sus dos espadas en la espalda y rodeó cuidadosamente su cuello con la bufanda antes mencionada.

-Ah... qué bueno que no se quemó ni arruinó...-Mencionó.

Esa prenda, al igual que el par de espadas dobles que Hefesto le construyó, estaban manchadas con cenizas, pero sin ningún daño.

Esto fue notado por Airmid, quien se interesó por ello.

-Prometo que regresaré en una pieza-Contestó, seguido de esto, despreocupándola.

-¿Ah? Está bien...-Ella no le quitó el ojo a esa tela negra.

Curiosa, externó su duda.

-Bell... ¿Esa prenda tiene un valor sentimental a parte del que posee como seguridad y protección? Cada que la ves suspiras y sonríes nostálgicamente-Preguntó.

Calmado, él respondió.

-Fue un regalo de mi madrastra cuando cumplí 8 años. La guardo con cariño porque es de los pocos recuerdos que tengo de ella-Pasó los dedos por la bufanda y rememorando aquel día como si hubiese sido a penas ayer.

Si bien las heridas de su muerte no han sanado, ha podido calmar el dolor. Las últimas palabras que ella le dijo todavía resuenan en su cabeza, siendo ese su motor.

-¿Cómo la consiguió? Es extraño dado que la piel de goliath solo se puede conseguir en Orario dedo que no hay registro de zonas fuera de aquí que tengan un calabozo tan profundo como para generar jefes de piso. Y tú me dijiste que creciste a las afueras, por lo que es difícil de comprar. A menos que un intermediario la haya transportado-La barbilla de la capitana de enfermeras de la familia Dian Cech fue sujetada, impresionada y considerando las opciones para que la madrastra de su novio lograra comprar la bufanda y así regalársela.

"No se me ocurre otra alternativa que no fuese esa..." Pensó.

-La verdad desconozco el medio por el cual la consiguió, pero no estoy muy interesado en ello ya que me he concentrado en guardarla y protegerla con mi vida. Es el vínculo con mi madrastra y si lo perdiera me pondría muy triste...-Dijo Bell, riendo nerviosamente y rascando el costado de su cabeza.

-Ya veo...-Expresó la peliplateada, olvidándose del tema.

-Aunque... solo recuerdo que ella mencionó haberla buscado en persona, arrancando la piel del monstruo sin ayuda y retirarse sin matarlo, regresando al pueblo y haciendo la bufanda con la piel por sí misma. Se jactaba junto a mí tío que fue extremadamente sencillo. Él le pedía que no se esforzara en demasía por su enfermedad-Despreocupado y sin darle la suficiente importancia, el chico informó.

Los ojos de la sanadora se abrieron en demasía, al igual que su boca, sin dar crédito a lo que escuchó y retomando ese asunto que según abandonaría.

-Es I-Imposible... para derrotar un Goliath en solitario se necesita ser al menos nivel 5... ¿Qué sentido tiene lo que dices...?-Pasmada, explicó.

-Sinceramente desconozco los detalles detrás de su obtención. Solo sé que me protegió desde niño cuando mamá me hacía entrenar y me tiraba a cuevas repletas de goblin y kobold, así que le estoy agradecida por dármela. Me ha salvado la vida incluso ahora-Expresó Bell, sin cuestionarse absolutamente nada.

-E-Esto no suena a lo que una buena madre haría-Criticó Airmid, el sudor le bajaba de la frente.

-Ella siempre decía que las zonas de mayor importancia para proteger durante un combate, era el cuello y la cabeza. Por eso jamás la apartó de aquí-Adicionó, señalando la ubicación de la bufanda y pasando por alto el comentario de antes.

Él se acercó hacia la cama, para despedirse de una vez y retirarse.

-Nos vemos al anochecer. Por favor no te exijas demasiado en el trabajo-Dijo.

-¿Ah? S-Sí, cuídate mucho, Bell. Cuando regreses te esperaré en la recepción de la sede-Contestó la peliplateada, rompiendo el hilo de pensamiento.

Los dedos del peliblanco apartaron los mechones de cabello platinado de la chica, despejándole así la frente y, redujo la distancia entre ella y sus labios.

*Mua*

La besó tiernamente en dicho lugar.

-Paso a retirarme, adiós-Se separó y abandonó la habitación, abandonando a la sanadora que no dejaba de realizarse preguntas en la cabeza.

Ya en la soledad y el silencio de su habitación, pudo pensar claramente y sin interrupciones.

"La madrastra de Bell derrotó sola a un Goliath. Y si no fuese suficiente, lo hizo sonar sencillo. También ha mencionado repetidamente que era propensa a enfermarse y de la vivía postrada en cama la mayoría del tiempo sin siquiera abrir los ojos porque le cansaba mucho... ¿Y aún así era tan fuerte? Repito... ¿Qué sentido tiene eso?" Pensó, cuestionándose la veracidad de esa historia.

No obstante, una pregunta de mayor importancia surgió.

-¿Quién era su madrastra...? Jamás he oído que mencione su nombre...-Murmuró, mordiéndose la uña del dedo pulgar, frustrada.

Le asusta lo poco que conoce del pasado de su novio.

-Y... ¿Qué pasó con su madre y padre? Cada que habla de su pasado solo resalta la figura de su madrastra, tío y abuelo...-Agregó.

-Catorce años...-Musitó la edad del joven.

Los recuerdos de aquella época aparecieron en su cabeza.

Ella visitaba el hospital de Dian en aquellos tiempos con tan solo cinco años de edad antes de siquiera cuestionarse trabajar ahí.

Al igual que la madrastra de Bell, su mamá tendía a enfermarse recurrentemente, hasta que por fin falleció.

Airmid visitaba el hospital junto a su padre para cuidarla y tratarla, de ahí nació el deseo de la peliplateada de cuidar de los demás y evitar que estos perdieran la vida. Todo a raíz de su propia pérdida...

Dos mujeres de apariencia parecida también llegaban a la sede de la familia Dian Cecht.

Una de ellas era intimidante y aterradora. Emanaba un aura que solo los aventureros más fuertes podrían poseer. Indagando en sus recuerdos no encontró ninguna imagen en la que ella abriera los ojos.

La segunda en cambio, siendo todo lo contrario a la anterior. Siempre iba en silla de ruedas, la cual empujaba la otra mujer extremadamente parecida a ella.

A pesar de su apariencia débil y delgada, a tal punto que temerías romperla de un solo toque, portaba una sonrisa cálida y amistosa en el rostro.

En varias ocasiones se toparon ese par de hermanas y la joven Airmid, recibiendo muchos dulces cuando la segunda de ellas indagaba sobre la madre de la infante, tomando apuntes de lo que se le respondía.

"-Perdón si te molesto, es que... pronto yo también lo seré...-".

Fue la justificación que esa mujer le daba tras bombardearla de preguntas, sosteniéndose el vientre ligeramente hinchado de modo maternal.

Esa amabilidad y tacto de la mujer la tranquilizaba. No la consideraba una molestia, al contrario, era una agradable compañía.

Los miembros que antecedieron a Airmid como miembro de la familia Dian Cecht la atendían amablemente, siendo recompensadas con dulces por parte suya.

"¿Será posible...?" Inevitablemente asoció esa figura con Bell.

Incluso recordó un momento en el que se produjeron muchos ruidos en la entrada del hospital, originados por un hombre de cabellera negra y ojos rojos, quien exigía entrar.

Pero la hermana de la embarazada en silla de ruedas decía una palabra y lo mandaba a volar, frunciendo el ceño como si lo odiara.

"Y si... ¿Bell es hijo de esa amable mujer?" Interrogó.

Las dudas brotaron peor que antes.

Inmediatamente se puso de pie y vistió.

Hallaría respuestas.

Tal vez lo mejor sería preguntarle a él directamente, sin embargo, sí lo ocultado hasta ahora es porque no le es fácil abrirse respecto a ese tema.

Solo una persona podría aclararle las dudas.

Esa deidad que ha vivido décadas en Orario y que seguramente conoció a las hermanas al ser el dueño de la sede.

Habitación de Cassandra y Daphne.

-¡Tch! Ese idiota de Jacinto rompió la única ropa que tengo-Se quejó la humana de cabellera roja que se extendía por encima de sus hombros, chasqueando la lengua y estirando su blusa blanca abotonada, que tenía un agujero en la parte debajo del pecho.

-Los bordes de mi túnica se quemaron. Pero no importa, todavía conservo mi báculo. Bell lo encontró en los escombros de la mansión-Contestó la hermosa chica de cabellera azul alegremente, levantando su herramienta.

-Sí. Me sorprende que no lo robaran. Al menos mi estoque también está intacto, por lo que será menos problemático entrenar-Expresó Daphne, señalando el arma en su funda al lado izquierdo de su cintura.

El par se sentó al borde de la cama, aguardando a que el conejo blanco apareciera.

-Daphne ¿Quiénes serán los que nos instruyan? Bell lucía confiado en recibir la ayuda de esas personas-Comunicó Cassandra su inquietud sobre esa identidad de los instructores en magia, combate y estrategia.

Ambas desconocían quienes fungirían como maestros, aunado a que tampoco estaban al tanto de que eran personas cercanas al conejo, incluso una de ellas era novia suya, cosa de la que tampoco se enteraron.

La pelirroja se sostuvo la barbilla, pensando.

-Mmmm ¡Ni idea! Pero si él confía en ellos, seguramente son personas fuertes ¡Aliados poderosos!-Respondió, mostrando su bíceps para remarcar la parte de "Fuertes" en su oración.

-Fufufufu. Daphne, jamás imaginé que tú fueses así de despreocupada-Comentó la peliazul, soltando una risita, cubriéndose la boca.

La susodicha sonrió.

-Es porque, después de esto, por fin podré tener una vida pacífica...-Expresó, estirándose y confesando la causa de su calma.

-Sin que me opriman y menosprecien...-Adicionó.

-Vida pacífica...-Repitió Cassandra, rememorando al visión del conejo y la llama.

-Si eso incluye unirme a mi alma predestinada... lo aceptaré...-Agregó.

-Fufufu. Quien te viera tan sincera-Se mofó Daphne, dándole golpecitos en el costado con su codo.

La chica se sonrojó ante esto.

-Aunque... suena tentador, tal vez te lo robe-.

-¡N-No lo hagas!-.

-Solo bromeaba, tranquila-.

La pelirroja continuó molestándola, mofándose de sus reacciones exageradas cada que el romance se tornaba el tema de conversación.

"Alma predestinada... qué tonto" Repitió lo dicho por su amiga, restándole valor, como si para ella no fuese otra cosa que cuentos de princesas que aguardan en una torre al príncipe que las rescate.

Permanecieron en silencio un par de minutos, a la espera de la llegada del peliblanco, hasta que por fin este se presentó.

La puerta de entrada crujió y la perilla se giró. Las bisagras rechinaron, avisando de la presencia del visitante.

Ambas voltearon a dicha dirección, parándose.

-Hola...-Saludó el conejo, asomándose lentamente y levantando la mano amablemente.

Él vestía aquella armadura ligera, la bufanda sucia y sus espadas dobles.

-Buenos días, Bell-Cassandra lo saludó amablemente, ligeramente roja por verlo ahí. Tras reconocieron abiertamente que iría a por el de modo romántico, no es capaz de mirarlo fijamente sin sentir que su corazón se acelera.

-¡Hola, hola!-También Daphne lo saludó animadamente, contraria a la primera impresión que tuvieron al conocerse en la mansión del sol hace ya dos días.

El joven entró a la habitación, dejando la puerta abierta.

-Lamento la tardanza. Fui a visitar la habitación de Maria y los niños y me retrasé-Dijo, limpiándose la boca por algún motivo que los lectores seguramente sabrán.

O sea, porque María lo besó.

-¿Están listas? Porque les aseguro que el entrenamiento será de todo menos sencillo-Expresó seguido de aquello.

-¿Uh? Suponemos que sí ¿O por qué lo dices?-La pelirroja ladeó la cabeza al notar el nerviosismo en el chico delante suyo.

Bell se comenzó a reír incómodamente.

-El entrenamiento se llevará acabo en la mansión crepúsculo. Por lo que un par de miembros de la familia Loki serán quienes nos instruyan, al menos a Cassandra y a Eina-Reveló, rascándose la nuca.

Esto dejó boquiabiertas a las ex hijas de Apolo a penas él finalizó la oración.

-¿F-Familia Loki?-Interrogaron al unísono, titubeando.

-¡Hai!-Confirmó el peliblanco.

-P-Pero... ¿Cómo? La familia Loki es la segunda más fuerte de Orario ¿Cómo lograste que nos prestaran a aventureros de esta, al igual que su sede, para entrenarnos?-Le cuestionó Daphne, Cassandra solo asentía, siguiéndole el juego.

-Fue sencillo la verdad. Digamos que tengo cierta relación cercana con varios de los miembros de allá y no dudaron ni un segundo en darnos una mano al pedírselos-Contestó el muchacho, evitando el detalle más importante, que dos de sus novias forman parte de esa familia y otro detalle extra que él desconocía o ignoraba, que varias chicas pertenecientes a esta estaban enamoradas de él.

-De hecho, Riveria será quien te enseñe a manejar de mejor manera tu magia y así explotar tu potencial. También Alicia se ofreció para darte clases de tiro con arco, es muy genial en eso-Informó, señalando a la nerviosa chica y nombrando a las dos elfos irrespetuosamente según los estándares de dicha raza. Esto fue notado por el par, pero es que, como se mencionó antes, no eran conscientes de la situación sentimental que ellas dos y el conejo sostenían.

-Riveria Ljos Alf... "Nine Hells"... aventurera de nivel 6 y la maga más fuerte de Orario... ¿M-Me entrenará? Y si no fuese poco... Alicia Foreslight, que recibe el apodo de "Elleaf", siendo de las mejores arqueras de la ciudad, también...-Cassandra no daba crédito a lo que escuchaba.

Dos elfas de Loki que figuran entre los grandes estandartes del potencial militar de Orario emplearían su tiempo para entrenarla.

Lo consideraba un gigantesco honor que sentía no merecer.

-¡Sí, ellas!-Posando las manos en la cintura, Bell contestó animadamente.

-¡Aguarda un segundo!-Daphne dio un paso al frente, posando el dedo índice arriba.

-Si dos figuras importantes de la familia Loki la entrenará... ¿Eso significa que a ti y a mí nos instruirá Finn Deimne "El valiente"?-Preguntó la emocionada aventurera, de quien brotaba unas ansias indescriptibles, no por nada la figura de dicho hobbit es reconocida y admirada en Orario y al rededor del mismo. Un líder innato que ha acumulado cientos de logros y mejorado la opinión de las distintas razas respecto a los hobbit.

-¡¿Es él?!-Los ojos de la pelirroja se encendieron, reduciendo la distancia entre ella y Bell.

Este último se inclinó hacia atrás por la cercanía entre sus rostros.

-L-Lamento romper tus ilusiones, p-pero no será él...-Respondió.

-¿Eh? ¿Entonces quién?-Cuestionó la chica, visiblemente decepcionada.

-A-Asfi Al Andromeda...-Confesó el conejo.

El júbilo de la aventurera revivió.

-¡¿H-Hablas de Perseus?! ¡Ella es una increíble estratega!-Opinó.

A pesar de que la figura de Finn imponía respeto y poseía un rango de mayor altura que la chica de cabellera celeste, esto no significaba que se menospreciara lo que Asfi, una de las mayores mentes de la ciudad, podría aportar y los logros que cosechó desde joven.

Perseus fue vital en la edad oscura! ¡El flujo de información y desenmascarar los planes de Evilus no se hubiese logrado sin ella a pesar de su corta edad y el resto de la familia Hermes! Si no fuese suficiente... ¡Es reconocida como la mejor inventora de la actualidad! ¡¿Hablas de esa Asfi?!-Daphne sujetó a Bell desde su peto, jaloneándolo.

-¡No creo que haya otra!-Contestaba al ser agitado vehementemente.

-¡D-Daphne! ¡Contrólate!-Cassandra los separó, interponiéndose en medio y separando las manos de la armadura.

Percatándose de la actitud infantil y enérgica que tomó, la antes mencionada se avergonzó.

-Perdón... es que, ser entrenada por una figura tan importante es el sueño de cualquier aventurero del montón-Se disculpó.

-No te preocupes. Entiendo tu punto-Bell empatizó con ella.

La peliazul observa a su amiga, quien está completamente sonrojada. Le da un par de palmadas, tranquilizándola.

En el fondo se divertía, esta nueva cara le sentaba bien. Se acostumbró a verla seria y poco expresiva casi todos los días, que le alegraba saber que también ella podía actuar de ese modo tan impulsivo.

-Estoy sorprendido. Sinceramente desconozco los méritos de Asfi porque nos amistamos a penas ayer. Pero Hermes-Sama habló muy bien de ella. Es más, fue él quien la ofreció-Comunicó el peliblanco.

"Si le tienen en tan alta estima, sin dudas estaremos en buenas manos. Supongo que ese Oricalco será empleado de buena manera si es Asfi quien lo posee" Pensó, sonriendo y recordando aquel encuentro de la tarde anterior y cómo desembolsó casi un tercio de millón de valis en ese pedacito de Oricalco.

"-M-Muchas gracias, Bell-" El agradecimiento de la hermosa mujer de cabellera azul se repitió en su cabeza.

"Sin duda alguna hacer feliz a una chica linda es uno de los mayores placeres de la vida" Declaró mentalmente, ruborizándose y cerrando los ojos mientras levantaba el puño, orgulloso de su consigna.

Sacudió la cabeza, deshaciéndose de esa forma de pensar que sin dudas le fue instruida por su abuelo Zeus.

-Hay que partir. Nos están esperando en la Mansión crepúsculo y afuera, Asfi irá junto a nosotros-Avisó, dando a entender que debían retirarse y finalizar esa conversación.

-¡Hai!-Como si de soldadas se tratasen, ambas se pusieron firmes, acatando la orden.

Fue ahí donde los tres abandonaron la habitación, dirigiéndose a la entrada principal del hospital, donde la capitana de la familia Hermes aguardaba a su salida.

Hablando de ella...

"¡¿C-Cómo se supone que lo vea después de la estupidez que hizo Hermes-Sama?!".

Digamos que actuaba diferente a lo que acostumbra.

"P-Pero... ¿Por qué me avergüenza? Solo entrenaremos. Además, se trató de una broma tonta que no tendría por qué avergonzarme. Vamos Asfi, respira hondo. Estarás junto a él por casi una semana entrenándolo... una semana... con él... juntos... ¡AHHHHHHH!".

Era increíble lo rápido que perdía la calma y lo mucho que les costaba obtenerla.

Ella yacía de pie en las enormes puertas de la sede de la familia Dian Cecht, acomodándose las gafas repetidamente sin cesar. Era su método para afrontar la pena o tal vez se trataba solamente de un tic nervioso.

"-Si necesitas ayuda, no dudes en pedírmela. Siempre me hace feliz que las buenas personas alcancen sus objetivos y metas, ese es mi propio sueño, crear un mundo donde los demás cumplan los suyos-".

Aquellas dulces palabras de aliento provenientes de Bell no dejaban de repetirse en su cabeza.

Aquel gesto amistoso, amable y sincero que la cautivó.

"¡Únicamente reconoció mis logros! ¡Nada más! ¡¿Por qué estoy tan sonrojada con la cara caliente?!" Se cuestionó internamente.

Se hallaba ansiosa y temerosa de toparse cara a cara con ese muchacho que hasta a penas ayer le era indiferente.

"-Lo lamento mi bella Asfi, simplemente me siento realizado y orgulloso, cuando te enamores de alguien entenderás lo maravilloso que es compartir cada momento con esa persona-"

"-No podemos estar seguros, a veces el amor está más cerca de lo que piensas y tocará a tu puerta cuando menos te lo esperes-"

Rememoró lo dicho por su Dios en ese lejano día donde visitaron las aguas termales de la familia Dian.

-¿Por qué siento que usted está manejando los hilos de mi vida, Hermes-Sama?-Se cuestionó. Los labios le temblaban y los ojos le lloraban a consecuencia de la vergüenza.

Ese pensar fue interrumpido cuando...

-¡Asfi!-El llamado animado de esa voz que no se detenía en su cabeza resonó en el mundo real.

Rápidamente volteó.

Ahí estaba él, el responsable de sus sonrojos.

Caminaba y sacudía la mano amistosamente, sonriéndole como ya parecía ser costumbre.

Ella se acomodó los lentes por millones a vez y devolvió el gesto, aunque menos eufórico que el muchacho.

Los pocos metros que los separaban se redujeron.

-Perdón por hacerte esperar mucho, Asfi-Se disculpó el peliblanco.

-N-No hay problema. Acabo de llegar...-Respondió la peliceleste, evitando el contacto visual a toda costa, aunque el color rojo no abandonaba sus mejillas.

Esto fue notado por las dos hijas de Apolo, confundiéndolas.

"No parece que se hayan conocido ayer..." Pensaron al mismo tiempo, concordando sus puntos de vista.

-Buen día, Perseus-Cassandra se inclinó ligeramente hacia adelante en señal de respeto.

-Es un gusto conocerte en persona, Mirabilis-Asfi correspondió a la amabilidad y el respeto que se le dirigió, nombrándola por su apodo.

-Como se esperaba de Perseus, conoces a muchas personas en Orario. Daphne Lauros ¡Es realmente un gusto!-Declaró la susodicha, extendiéndole la mano amistosamente.

-El gusto es mío, Laurus Fuga-Asfi también conocía el apodo de la pelirroja, aceptando el apretón.

-¡Q-Quisiera decir que admiro mucho lo que hiciste en la edad oscura! ¡Eres sin dudas un modelo a seguir y me honra que alguien tan increíble como tú se haya tomado la molestia de entrenarme!-Expresó Daphne.

Perseus se acomodó las gafas, sintiendo su ego subir por aquel reconocimiento y admiración.

-Fufufu. ¿Es así? Espero poder cumplir las expectativas-Contestó.

Ella en verdad disfrutaba que se le respete por sus logros. No por eso se comportaría arrogante, pero sin dudas le es grato recibir ese tipo de halagos de vez en cuando.

Habiéndose presentado, fue hora ir hacia la mansión crepúsculo.

La plática entre la pelirroja y peliceleste permitió que esta última olvidara momentáneamente la pena causada a raíz de la compañía de Bell.

Sin embargo, respecto a él...

-¡!-Sintió otra alerta detrás suyo. Un ardor en la espalda que quemaba fuertemente.

Se detuvo de golpe, volteando hacia atrás en busca del o los responsables.

"De nuevo... son esas dos personas..." Asoció las miradas de ayer con la reacción de su cuerpo.

Sudaba frío y temblaba.

Esas miradas imbuidas en odio e intenciones asesinas lo incomodaban en demasía.

-¿Estás bien, Bell?-Preguntó Cassandra, siendo la única en darse cuenta de su estado porque el otro par hablaba largo y tendido.

-S-Sí... vámonos-Respondió, retomando el camino.

Era la segunda vez que se producía esa alerta.

Como si algo dentro suyo le avisara que cosas malas pasarían.

De reojo alcanzó a visualizar nuevamente las dos presencias de antes.

Un sujeto de cabellera rubia acompañado de una elfo de cabellera negra, quienes caminaban a lo profundo de un callejón, en el que también se hallaban otros sujetos extraños.

Decidió ignorarlo.

Estos sujetos se reunieron en ese callejón, donde varias jaulas de gran tamaño cubiertas por mantas eran transportadas a un destino desconocido.

Sin embargo, el rubio, sostenía una caja de mucho menor tamaño en la mano derecha.

-Filvis, avísale a Aura que prepare el transporte. Al anochecer partiremos-Habló.

-Sí, Dionysus-Sama-Respondió la elfo, asintiendo y separándose de él.

"Supongo que tu odio es tan grande como para dejarte manipular, Apolo. A penas se enteren de que te relacionaste con Evilus, te encarcelarán. Pero... mientras ese mocoso muera, no me importa el destino que sufras" Pensó Dionysus.

Elevó la caja a la altura de su cara, abriéndola h sacando el contenido de la misma, el cual estaba envuelto en un trapo blanco.

Se trataba de un objeto esférico de color verde transparente, similar al del cristal.

-Vamos amiguito, no causes problemas y vincúlate a él-Pidió.

Minutos después. En la mansión crepúsculo.

-¿Vienen por lo del entrenamiento?-Interrogó uno de los guardias que custodiaba las rejas de la sede, hogar de la familia Loki cuando cuatro personas se dirigieron a su ubicación, tratando de entrar.

-¡Sí! Soy Bell Cranel, tuvimos un acuerdo entre Loki-Sama, varios de sus hijas y yo para que se nos permitiera entrenar aquí-Informó el peliblanco, aclarando el motivo de la visita.

-¿Bell Cranel? Pero Loki-Sama nos ordenó que no te permitiéramos pasar-Declaró el segundo de los guardias, levantando la ceja.

Bell pudo cada de póker ante esto.

"Definitivamente me odia Loki-Sama. Cuando vine a la mansión a entregarle rosas a Tiona, Riveria y de paso a Alicia, hizo lo mismo" Pensó.

Aquella diosa lo despreciaba por haberle robado a dos de sus hijas. Y de no ser suficiente, una de sus favoritas, Riveria, que jamás ha podido ser manoseada por la pelirroja sin antes recibir un ataque de fuego, hielo u ocasionalmente ambos.

-Jejeje... ¿Podrían llamar a Riveria, Alicia, Tiona o Aiz? Ellas podrán aclarar este malentendido-Pidió, riendo apenado.

El par de guardias intercambiaron miradas.

-¿Por qué Loki-Sama no quiere que entres pero sus hijas sí?-Le cuestionó Asfi al peliblanco, susurrándole al oído.

-Es una larga historia que sinceramente no deseo contar por la actitud tan ridícula que ella tomó. Según yo, no hice nada malo-Respondió el conejo, suspirando por lo cansado que era repetir esta escena cada que visita a sus novias.

-¡Déjenlos pasar!-Avisó desde la ventana cierto joven de cabello negro con armadura.

Ambos voltearon.

-¿Uh? ¿Raúl?-Lo nombraron.

Sí, aquel miembro de la familia dueña de la mansión apareció.

Abrió la puerta, caminando por el jardín hasta llegar a las rejas.

-Riveria-Sama me ordenó venir a recibirlos. Ah, y aconseja que ignoren los pedidos de Loki-Sama y que luego le dará una reprimenda-Comunicó el pelinegro, abriéndole las puertas al cuarteto.

-Bueno, si usted lo dice...-Los guardias se apartaron de en medio, permitiéndoles entrar.

-Muchas gracias, Raúl-Bell le agradeció al joven adulto, con quien se llevaba relativamente bien tras esa conversación en Melen mientras se cambiaban antes de salir a la playa.

-Despreocúpate. Sé lo molesta que mi diosa puede llegar a ser-Él le restó importancia.

Caminaban a la par mientras conversaban.

-La mansión crepúsculo es mucho más grande que la del sol-Opinó Cassandra, asombrada y mirando a los alrededores.

-Y por mucho. A pesar de ello, son menor en número sí se compara con la de Apolo-Concordó Daphne, comportándose como si fuese una turista.

La tercera chica en ese grupo lucía normal, contraria a ellas.

-Si bien la familia Loki no posee tantos aventureros como la de Apolo, decidieron ampliar la estructura en caso de que recibieran más. Sin embargo, últimamente no están aceptando a muchos porque están concentrando sus esfuerzos en una misión y temen involucrar a novatos-Explicó Asfi seriamente. No reveló tantos detalles sobre la información que poseía, pero sí lo suficiente para aclarar las dudas de las jóvenes.

-Entiendo. Eso tiene sentido-La pelirroja sostuvo su barbilla, siendo convencida por lo anterior.

"Y esa misión es... subyugar a los remanentes de Evilus. Desde la edad oscura... no... desde lo ocurrido con la familia Astrea en el calabozo por culpa de la familia Rudra no veía tanto movimiento de esa maldita facción. Todos creímos que si la mayoría de sus fuerzas caían, se rendirían. Nos equivocamos..." Pensó, mordiéndose el labio, visiblemente frustrada por aquello.

Los recuerdos de esa maldita época sombría donde sobrevivir día a día era de agradecer regresaron a la mente de la joven.

Tan solo tenía 14 años, la misma edad que Bell, durante esos sucesos.

Sacudió la cabeza ligeramente, deshaciéndose de ese hilo de pensamiento.

"Es ineficiente concentrarse en eso. Por ahora mi misión es entrenarlos y derrotar a la familia Apolo. También... evitar que Evilus haga su movimiento en el juego de guerra..." Se dijo a sí misma. Esa noche en la que fue acompañada por Bell en él área comercial, al regresar a la Posada del viajero, se le dio a saber lo que Lulune investigó.

Evilus y la familia Apolo se relacionaron. ¿Los motivos? Todavía eran desconocidos en su totalidad, pero una cosa era segura, iban tras aquel joven de cabellera blanca que caminaba delante de Asfi, sonriendo amistosamente sin esperárselo.

"Hermes-Sama pidió que lo preparara para el peor escenario posible... ¿Por qué no mejor avisarle a la familia Ganesha y encarcelar a Apolo? No tiene sentido, solo lo mete en esta peligrosa situación para comprobar su fuerza... él... no merece sufrir, mucho menos morir...".

Fruncía el ceño, enojada con su estúpida e incoherente deidad.

Las indicaciones del dios fueron claras, no revelar esa información y solamente entrenarlo lo mejor que se pueda. A pesar del riesgo potencial que esto representaba en la vida del conejo.

Exhaló, sacando toda esa incertidumbre acumulada.

-¿La arena de combate? ¿Qué hacen ahí?-Preguntó Bell a su guía por el interior de la mansión.

Si bien el chico ya ha entrado a la misma, no conoce gran parte de la sede.

-Sí. Digamos que el entrenamiento dio inicio hace un par de horas. Ya sabes lo diligente que puede llegar a ser cuando se propone algo-Contestó Raúl.

-¿Uh? ¿Qué clase de entrenamiento está dándole Aiz?-Curioso, indagó.

-Ni idea. La ha golpeado tantas veces y la ha tirado al suelo unas cuantas más que sinceramente pareciera que Aiz la usa como saco de boxeo. Ahora seguramente siguen peleando, si no es que Eina se desmayó-Respondió el pelinegro, bajándole sudor de la frente al rememorar las peleas de la rubia y la castaña.

-E-Entiendo...-Contestó el peliblanco.

"Nota mental, Aiz Wallenstein es una pésima maestra y solo dolor me esperaría si pelearemos juntos" Escribió ese recordatorio, almacenándolo en lo profundo de su cerebro.

Sin detenerse, se dirigían a la arena de combate, área en la que los miembros de la familia Loki entrenaban sus habilidades.

Paso a paso, solo una pregunta resonaba en la cabeza de nuestro protagonista.

"Eina es una asesora, y como tal es increíble. No obstante... ¿Qué tan fuerte será como aventurera?".

Las ansias de conocer la fuerza de esa mujer que intimida a quien sea tan solo vistiendo su uniforme del gremio lo consumían.

Algunos segundos pasaron, atravesando varias puertas y bajando una cantidad considerable de escalones, llegando a una habitación gigantesca debajo de la mansión.

Enormes pilares sostenían la estructura encima de sus cabezas y cientos de gradas rodeaban el área central, como si de un coliseo se tratase. Aunque es probable que en esencia sea eso.

Asfi, Daphne, Cassandra y Bell lo observaban, impresionados.

La primera de ellos, ni siquiera sabía que este cuarto subterráneo existía. Tampoco es como si frecuentara la mansión, por lo que era obvio que desconociera de su existencia.

Se dirigieron hasta la primera fila de las bancas, en el ala este, donde un puñado de aventureros se reunían, observando el combate que se desenvolvía enfrente de sus narices.

Entre ellos estaban Riveria, Tiona, Alicia, Finn y Loki.

Instintivamente, Bell y las chicas dirigieron la mirada a lo que estos veían totalmente atentos, deteniéndose, cosa que Raúl no hizo.

-¿Q-Qué es eso...?-El muchacho señaló, abriendo los ojos en demasía.

Se trataba de Eina, sosteniendo su estoque, quien le plantaba cara a Aiz, la cual empleaba la funda de su propia espada Desperate para enfrentar a la semi elfo y no demostraba expresión alguna, siendo esto normal en ella.

La "Asesora" fruncía el ceño y apretaba los dientes. Su ropa estaba rasgada y las manos le temblaban, dificultándoselo sostener firmemente su arma.

Vestía un traje blanco con líneas rojas, que le permitía mayor movilidad que esa incómoda ropa de asesora.

Contrario a su contrincante, la Princesa de la espada no había recibido ninguna clase de daño. Ni siquiera un rayón en su armadura o mancha en sus prendas.

Sin embargo, esto no fue lo que impresionaba tanto a Bell.

Si no que... el viento alrededor de Eina daba vueltas, como un remolino a punto de originarse.

Ella cerró los ojos, concentrándose.

Respiró hondo para luego exhalar ese aire.

Era como si se preparara para dar un...

-Ataque final...-Murmuró el chico.

El viento al rededor de la semi elfo fue mayor, levantando una nube de polvo.

Abrió los ojos, extremadamente preocupada, como si no confiara en que su ataque surtiría efecto.

Reforzó el agarre al mango de su espada, dando a entender que sería un golpe de alta potencia.

A pesar de esto, Aiz ni se inmutaba. Parecía que quería recibirlo de frente y así comprobar la fuerza de su rival.

Los labios de la bella castaña se separaron lentamente y... habló.

-Pétalos danzantes, magia despertada-.

El viento se acumulaba en el estoque.

-¿Magia? ¿Un cántico?-Musitó Asfi, incrédula.

-Magia...-Repitió el peliblanco.

-Mis palabras florecen, transformándose en rosa veloz-.

Eina continuó, sin apartar la vista de la ubicación de su contrincante.

Chispas que se desvanecían en segundos se producían a su alrededor, como si se estuviese tratando de producir partículas pequeñas de color rosado.

-Con el viento como cómplice, aliado leal, que vuele, que embista, con fuerza sin igual-.

El cántico no se detenía y esas chispas tomaban forma definida. La de pétalos de rosas, envolviendo en un remolino color rosado a la responsable de invocar esa magia.

Eran docenas de partículas que giraban a gran velocidad.

-De jardines mágicos, en esplendor se elevará-.

Esos "pétalos" de energía abandonaron el cuerpo de la semi elfo y se acumularon en su arma cuando pronunció otro verso de su canto.

Los guijarros en el campo de batalla vibraban y la nube de polvo aumentaba en densidad.

-Es como si un torbellino de hojas recubriera su espada...-Cassandra hizo aquella comparación, maravillada por lo bellos que lucían esos colores.

-Parece que pronto terminará...-Avisó Daphne.

-Dispara el encanto, con rapidez sin par por el vínculo inmortal, entre cerezo y hechizo-.

La velocidad a la que ese tornado giraba se elevó exponencialmente.

-Es...-Susurró Asfi.

-¡Mil pétalos!-Gritó Eina, bajando de repente la punta de su espada, apuntando a Aiz.

-Hermoso...-Esa palabra se escapó del joven conejo.

-¿Eh?-Esto fue escuchado por la castaña, rompiéndole la concentración.

Como si de proyectiles se tratase, los pétalos salieron disparados rápidamente a direcciones diferentes.

La rubia se preparó para recibirlo, empleando ambas manos para sujetar la funda de su espada.

*¡SLASH!*

*¡BOM!*

Golpeó el primero, haciéndolo estallar.

A pesar de que no fue una explosión muy potente, de recibir varios a la vez podrían causar un daño significativo.

-¡C-Cuidado!-Gritó Eina, siendo empujada hacia atrás por la potencia.

Los proyectiles volaban sin rumbo.

Aiz se movió rápidamente para detenerlos.

Bell cerró los ojos un segundo, saliendo de su trance y brillando de color blanco.

En menos de un segundo, desenfundó sus espadas y...

*¡SLASH!*

*¡BOM!*

*¡SLASH!*

*¡BOM!*

*¡SLASH!*

*¡BOM!*

Cortó varios pétalos antes de que estos impactarán en una superficie sólida o en alguno de los presentes.

*¡SLASH!*

*¡BOM!*

*¡SLASH!*

*¡BOM!*

*¡SLASH!*

*¡BOM!*

La princesa de la espada hizo lo propio, siguiéndole el ritmo.

Finn, Riveria, Alicia y Tiona no parecían preocupadas, tampoco Asfi, quien era usada como escudo humano por Daphne y Cassandra.

-Esto es humillante...-Comentó la peliceleste.

*¡SLASH!*

*¡BOM!*

*¡SLASH!*

*¡BOM!*

*¡SLASH!*

*¡BOM!*

*¡SLASH!*

*¡BOM!*

Las explosiones no cesaban.

-¿P-Por qué no te cubres?-Cuestionó la pelirroja a su maestra.

-No tiene sentido hacerlo. Como todos se dispersaron, muy difícilmente causarían un daño significativo. A lo mucho 2 o 3 podrían mancharte la ropa o quemarla, y si acaso hacerte retroceder, pero tampoco es muy grande la potencia-Explicó la capitana de la familia Hermes, muy a su estilo. Analizó la magia de Eina y le dio un estimado al potencial destructivo de este.

Esas explosiones diminutas no lastimarían a aventureros de nivel 3 o 4 para arriba. Como mencionó, a lo mucho quemaría parte de sus prendas o enrojecería su piel, pero no representaban un riesgo real.

-La única forma de que sea capaz de herirme, es si todos al mismo tiempo estallaran-Agregó.

*¡SLASH!*

*¡BOM!*

*¡SLASH!*

*¡BOM!*

*¡SLASH!*

*¡BOM!*

*¡SLASH!*

*¡BOM!*

Los proyectiles se iban desvaneciendo hasta reducirse a la nada.

El humo y el olor a quemado fueron residuos de estos.

Sin heridos, ni quemaduras y mucho menos muertos, el ataque mágico de la bella asesora finalizó.

-Ay...-Se quejó, sobándose el trasero a consecuencia de la caída.

-¿Estás bien?-Preguntó Bell, posándose delante suyo y extendiéndole la mano.

El brillo blanco alrededor de su cuerpo se desvaneció y sus espadas dobles regresaron a su espalda.

La semi elfo levantó la cabeza, se acomodó los lentes y lo miró.

De pronto arrugó las cejas y frunció el ceño, completamente enojada.

-¡Idiota! ¡No debes interrumpirme antes de lanzar magia! ¡Si pierdo la concentración, el hechizo se descontrola y podría rebotar! ¡No tengo la habilidad de canto concurrente! ¡Es peligroso interrumpirme siendo ese el caso! ¡Tonto! ¡Tonto! ¡Tonto!-Gritó la castaña, irritada, golpeándole la mano y poniente de pie para que, seguido de esto, pegarle sin cesar.

-¡P-Perdón! ¡Y-Yo no lo sabía...! ¡Duele! ¡Duele!-El chico se disculpó, siendo golpeado en reiteradas ocasiones sin oponer resistencia y quejándose airadamente.

-¡Por favor deténganse!-El par de bellas elfo declararon.

A la distancia, desde las gradas, Riveria y Alicia fueron a su auxilio.

-¡Tch! Ya vino ese mocoso...-Con odio y desprecio, habló Loki.

-Al menos disimula tu cólera-Pidió Finn, blanqueando los ojos por la actitud infantil y celosa que adopta su diosa cada que ve a Bell.

Ignorando la escena entre diosa y capitán de familia...

-Eina. No pierdas el control de tus emociones. No hubo heridos ni pérdidas grandes, solo relájate y perdónalo-Pidió Riveria a la semi elfo, interponiéndose entre ella y Bell.

-Sí-A espalda de la alta elfo, se asomó Alicia, asintiendo y concordando.

-¡Hmph!-Eina desvió la mirada, enojada.

-Jejeje...-Bell se rió incómodamente.

La peliverde junto a la castaña suspiraron y voltearon hacia el joven.

-En fin ¿Cómo estás? Llegas tarde querido...-Dijo la primera de estas, caminando a su dirección.

-Buen día, Bell. ¿Cómo te sientes? ¿Necesitas hablar? Estoy aquí para escucharte-Alicia saludó de forma cálida y amable, casi servicial.

-¿Eh?-El susodicho ladeó la cabeza, dubitativo.

-¡Vamos, vamos! ¡No te avergüences! S-Sabes que puedes contar conmigo para lo que sea, así que siéntete libre de p-pedírmelo-Continuó ella, luciendo apenada, pero sin cesar en su intento. Jugaba con su cabello al enrollarlo en el dedo índice de la mano y evitaba verlo directamente.

"De acuerdo, estoy muy confundido ahora. ¿Quién es ella y qué hizo con la Alicia que conozco?" Se cuestionó mentalmente, algo contrariado por la nueva actitud que la elfo adoptó.

No hace mucho lo amenazó o gritó. Aunque, tras regalarle las flores, ha sido más dócil, incluso aceptando darle una mano en los entrenamientos.

-A-Agradezco tu ofrecimiento, pero he de declinar la propuesta por el momento-Respondió el conejo, dándole una pequeña reverencia al inclinar la espalda a adelante.

-Fufufufu. Tómate tu tiempo-La hermosa hada, en vez de deprimirse, solo soltó una pícara risita y le guiñó el ojo.

Él tragó saliva, ruborizándose.

-Alicia...-Riveria nombró a su aprendiz.

-¡Oh! Perdón Riveria-Sama, le cedo el lugar-Ella se alejó del chico, dándole camino libre a la peliverde, quien lo celaba.

-Gracias...-Agradeció.

"Sé que por fin identificaste tus verdaderos sentimientos. Sin embargo, eso no significa que permitiré que interrumpas mi tiempo junto a Bell" Pensó, volteando a su dirección. Esta solo silbó, fingiendo que no se daba cuenta.

-Lamento la tardanza. Digamos que se me pegaron las sábanas y... ¿Mmm?-La respuesta de Bell se detuvo abruptamente cuando una suave sensación e posó en sus labios antecedida del cálido toque de las manos de la elfo a los lados de su rostro.

-¡¿FUUUUUEEEEEEEH?! ¡L-LO BESÓ!-El grito de tres chicas no dudó en presentarse, absortas en la escena y sin darle crédito.

Obviamente hablábamos de Asfi, Daphne y Cassandra, quienes desconocían la cercanía entre la princesa de los elfo y el muchacho.

-¡HEY! ¡NADA DE METERLE LA LENG...! ¡¿HMMMM?! ¡HMMMMM!-Loki reclamaba airadamente, roja de la ira, hasta que Finn le tapó la boca, cerrando los ojos y sonriendo, orgulloso del amorío de su amiga.

Alicia se reía, cubriéndose la boca.

Aiz inflaba su mejilla, envidiándola.

Eina se sentía incómoda.

Los labios de la pareja se separaron e hicieron contacto visual brevemente.

-Claro que lo besé... ¿Por qué no besaría a mi novio? Lo extrañé las horas que no estuvimos juntos...-Expresó la peliverde enamorada.

Un gesto calmado, pero feliz, se dibujó en la expresión del chico.

-¿N-Novio...?-Boquiabiertas, repitieron las tres chicas que no estaban enteradas del noviazgo tras esa revelación.

-Fufufufu, a mi madre le agradaría oírla decir esas cosas, Riveria-Obasan. Ella la describía como una mujer alejada del romance, seria y amargada que antes congelaría el infierno que contraer matrimonio con un hombre-Se burló la semi elfo, hija de una íntima amiga de la alta elfo.

-Eina, por favor, que esté feliz al lado de Bell en este instante no significa que no te congelaría por esa falta de respeto...-Amenazó Riveria, sin girar y todavía junto a su amado.

Si bien los presentes estaban impresionados y casi pasmados, cierta enérgica amazona causaría estragos.

-¡Es mi turno!-Gritó Tiona, saltando desde su asiento y...

*¡PAM!*

-¡PUAH!-La espalda del conejo golpeó con el suelo tras ser tacleado por la morena.

*Mua, mua, mua, mua, mua, mua*

Tiona lo besó con desenfreno en todo el rostro.

-¡A-Aguarda, por favor!-Pedía el chico, sin que se le prestara atención.

La amazona, siguiendo el consejo de Bache sobre el no dudar en obtener lo que desean.

Y ahora ella deseaba comerse a besos a su novio.

-¡HMMMMMMMMM! ¡HMMMM! ¡HMMMMMM!-Los gritos ahogados de Loki resonaban a pesar de que la mano del hobbit le tapaba la boca.

-¡YA NO TE RETUERZAS! ¡TE GUSTE O NO DEBES PERMITIRLES SER FELIZ!-Reclamaba Finn la falta de autocontrol de su diosa.

-¡¿P-POR QUÉ TAMBIÉN LO ESTÁ BESANDO?!-Grito el trío de féminas.

-¡I-Inmoral!-Asfi alzó la voz.

-¡N-No me digas que...!-Daphne los señaló.

-B-Bell es... ¿Un gígolo?-Cassandra empleó ese adjetivo al referirse al conejo.

Eina se posó en medio de ellas.

-También es su novia. Y no son las únicas, varias lo son de hecho-Comunicó entre susurros, para que no les impresione que de la nada llegue otra chica y también lo bese.

-¿Tú igual, Eina?-Le cuestiona la dama de cabellera celeste.

-¡¿Eh?! ¡D-De ninguna manera!-La semi elfo negó, haciendo una equis con las manos.

"¿Por qué no me convence...?" Se preguntaron las tres.

Luego dirigieron su atención al acto de la pareja.

"¿Quién se hubiese imaginado que con esa apariencia inocente tendría un harem? Sinceramente no me lo esperaba" Pensaron. Se percibía cierta decepción en ellas.

Mientras tanto, Alicia separaba a Tiona y a Bell, quien se rindió y permitió que se le besara hasta que la amazona se cansara.

-¡Jeje...! ¡Que bueno que viniste, Bell!-Declaró la morena, abrazándolo del brazo.

-S-Sí, me alegra estar aquí...-Bell, mareado, contestó.

-Oye Bell ¿A quién entrenaremos Riveria-Sama y yo?-Interrogó la elfo castaña, picándole la mejilla para llamarlo.

-A Cassandra-Responde sin que el dedo índice de la elfo se quite de su cachete, señalando a la peliazul.

La susodicha, abrazando su báculo, pasa al frente.

-B-Buenos días. Soy Cassandra Ilion, le agradezco por su ayuda, espero que podamos llevarnos bien-Se presentó la nerviosa chica, inclinándose hacia adelante, reverenciándola.

La actitud inquieta proveniente de ella le pareció tierna a Alicia, quien caminó hacia donde yacía de pie.

-Soy Alicia Foreslight, estoy segura de que así será-Le extendió la mano.

Cassandra correspondió.

-Yo soy Riveria Ljos Alf, seré la encargada de enseñarte sobre el control de magia, mente, y el ahorro de la misma. Es un gusto conocerte-La elfo de cabello verde jade también hizo su introducción.

-¡L-Le agradezco mucho, Nine Hells!-Contestó la joven.

-Fufufufu. Solo dime Riveria-Pidió la alta elfo, riéndose por la temerosa respuesta.

-H-Hai...-Asintió Cassandra.

-Pasamos a retirarnos, querido. Estaremos en la segunda arena, por lo que pueden sentirse libres de usar esta-Declaró Riveria, hablándole a Bell.

El momento de separarse en grupos llegó, por lo que ella se despidió.

-Adiós, mucha suerte-Les deseó el peliblanco, sonriéndoles y agitando la mano hacia las tres féminas.

Se giraron y alejaron.

No obstante, Alicia se detuvo y caminó a las prisas hacia él.

-¿Eh? ¿Algo anda mal?-Preguntó Bell.

Ella niega.

-Espero mi pago por ayudarte-Susurró, guiñándole el ojo.

Él se sonroja debido a esto.

-C-Claro. Te lo compensaré y cumpliré cualquiera de tus solicitudes-Respondió.

Aquella ex elfo tsundere sonrió, satisfecha, y volvió a donde Riveria y Cassandra se iban.

-¡Mou~!-Aiz hizo un puchero. Escuchó la conversación "Secreta" entre el par.

-P-Prometo que también te compensaré-Le dijo el peliblanco a la rubia.

-¡¿Fueh?! ¡¿Y yo?!-Tiona se señaló.

-M-Mismo caso...-Dijo.

-¡YEI!-La amazona celebró.

"A este paso no tendré tiempo ni para dormir..." Pensó el peliblanco a consecuencia de la agenda ocupada que poseía.

-Igual se los compensaré, Daphne, Cassandra, Asfi, Eina-Declaró al cuarteto de hermosas chicas.

-¡¿Eh?! ¡No es necesario!-La primera se negó, adoptando en su piel el color de su cabello.

-¡!-La segunda se limitó a dibujar una sonrisa temblorosa con sus labios.

-N-No era ese mi objetivo...-La tercera se acomodó los lentes, evitándolo a pesar de que le agradaba la idea.

-Riveria-Obasan me mataría. Además, no quiero, así que paso-La cuarta y última negó, pensando en la amiga de su madre antes que ella.

Tras esto, Loki por fin fue soltada.

Lucía derrotada.

-Me voy... no deseo seguir viendo como ese mocoso se rodea de hermosas mujeres, me hierve la sangre de sólo pensarlo. A lo mejor "La señora de la abundancia" ya abrió. Iré a embrutecerme con alcohol...-Dijo la deidad de cabello rojo, decaída y caminando hacia la salida.

-Yo tengo un compromiso, mucho éxito en el entrenamiento-Finn la siguió, externando sus mejores deseos a los visitantes.

De ese modo, se quedaron solos.

-¡Aiz y yo nos encargaremos de Eina!-Expresó la amazona, separándose del peliblanco y yendo a donde la semi elfo y la humana se reunieron.

-Ojalá seas mejor maestra que la princesa de la espada y no actúe de forma tan severa conmigo. Solo fui apaleada la última media hora, jejeje...-El color verde en los ojos de la asesora perdió su brillo, riendo para no llorar.

-¡Ugh! Perdón...-Esto caló hondo en la rubia, quien se disculpó.

-No es culpa tuya. Jamás has instruido a alguien, es lógico que se te dificulte por la falta de experiencia ¡Esforcémonos juntas!-Tiona le levantó el ánimo.

La morena se puso en medio de ambas y las rodeó con sus brazos.

Al igual que Riveria, Alicia y Cassandra, se irían.

Conversaban plácidamente gracias a la amazona dado a su facilidad de hablar con quien sea sin problemas. Su espíritu enérgico, amable y parlanchín era todo lo contraería a lo de Aiz y, todavía así, congeniaban bien. Un claro caso de que los opuestos se agradan.

No obstante...

-Disculpen-Asfi habló.

Se detuvieron en seco.

-¿Qué sucede?-Preguntaron.

-Quisiera hacerles una petición antes de que partan-Dijo la peliceleste.

-¿Are? ¿De qué se trata?-Contestó la amazona.

-Hermes-Sama me comentó que la fuerza de Bell depende en demasía de sus habilidades, por lo que quiero comprobar el alcance de estas en contra de una aventurera de primera clase. Así sabré tus limitaciones su fortalezas en combate-Informó su intención. Era meramente un combate amistoso para determinar el potencial del peliblanco, que para ella era desconocido.

-¿Puedo hacerlo...?-Aiz miró a Tiona, emocionada y con los ojos brillantes, producto de ese sentimiento.

Tiona se lo pensó, pero esa sería una oportunidad buena para que su amiga tuviese su momento.

-Está bien ¡Aiz lo hará!-Externó.

La rubia celebró internamente.

-¿Estás segura de ello? Tampoco conozco el alcance de su poder, pero... ¿Pelear contra una primera clase?-Murmuró Daphne a la capitana de la familia Hermes.

-Confía en mi. Bell depende en demasía de sus habilidades. Seguramente hay limitantes para estas y entre antes sepa de ellas, mejor-Contestó Asfi, revelando el verdadero objetivo de este enfrentamiento sugerido.

-Tratas de ponerle los pies en la tierra, mostearle la realidad... en verdad eres una de las mentes más increíbles de Orario...-La admiración de la pelirroja hacia la peliceleste era alta.

Eina, Daphne, Tiona y Asfi tomaron asiento, despejando la arena.

-¡Será solamente un round! ¡Por favor luchen en serio aunque sin herirse, no traigo pociones!-Asfi alzó la voz, aclarando las condiciones de este duelo amistoso.

Aiz sostuvo su estoque, apuntando a Bell.

Él, por su parte, desenfundó ambas espadas.

A la espera de la señal de inicio, tensaron los músculos.

-Y... ¡Comiencen!-Avisó la hermosa dama de cabellera celeste.

*¡PUM!*

*¡CLANG!*

Aiz se impulsó, lanzándose al ataque, dejando un cráter en donde antes yacía de pie.

Una única campanada provino de Bell, quien activó argonauta. Pero...

-¡Tch!-Chasqueó la lengua, perdiendo la concentración.

*¡CLANK!*

Bloqueó la estocada de la rubia, posando sus espadas en medio.

*¡CLANK!*

*¡CLANK!*

*¡CLANK!*

Ella seguía arremetiendo sin cesar, complicándole la situación al conejo, quien se concentraba en evitar ser alcanzado por la punta del estoque.

*¡CLANK!*

*¡CLANK!*

*¡CLANK!*

"¡Demonios, no puedo activar argonauta! Es demasiado rápida..." Pensó, centrando toda la capacidad de sus sentidos en controlar los cortes que iban en ráfaga hacia él.

*¡CLANK!*

*¡CLANK!*

Bell retrocedía, sus pies derrapaban en la tierra.

La diferencia entre las fuerzas era clara.

La velocidad a la que la princesa lo atacaba no le permitía igualar el combate activando su habilidad.

"No tengo el tiempo suficiente para acumular energía, si doy un paso en falso me herirá de gravedad..." Se dijo a sí mismo, buscando cualquier resquicio de tiempo para concentrarse.

Sus músculos se tensaron, cerró los ojos y...

*¡CLANG!*

*¡SLASH!*

-¡Maldita sea!-Se quejó al ser interrumpido nuevamente.

*¡CLANK!*

Bloqueó la estocada.

*¡CLANK!*

*¡CLANK!*

*¡CLANK!*

*¡CLANK!*

La ferocidad y precisión de Aiz era clara. Si no se contenía podría matarlo. Aunque claramente peleaba en serio, esa no era ni una fracción alta de su verdadero poder.

Si activara Ariel... la pelea concluiría.

*¡CLANK!*

*¡SLASH!*

-¡Cerca!-La punta de la espada pasó al lado de su cabeza, rozándole la mejilla y dejando salir un hilo rojo de sangre.

*¡CLANK!*

*¡CLANK!*

*¡CLANK!*

"¡Tomaré distancia!" Fue la opción que halló.

*¡CLANK!*

-¡AHHHH!-Golpeó con ambas manos la hoja del arma, desviándola y alejándolo lo suficiente.

*¡PAM!*

Saltó de espaldas.

Confiado de que podría activar argonauta de una vez por todas, bajó lentamente sus párpados.

Aunque...

-¡Ugh!-Antes de que se cerrarán completamente, la figura de la espadachín acortó la poca distancia que los separaba.

Bell tuvo que, nuevamente, interrumpir su concentración.

*¡CLANK!*

*¡CLANK!*

*¡CLANK!*

Detenía cada incesante embate de su contrincante, quien no se tentaba el corazón.

A pesar de que Aiz comprendía que era un entrenamiento, deseaba conocer los límites de la fuerza del conejo.

Las manos de este último temblaban. El choque de metales causaba vibraciones que le recorrían el cuerpo.

El entumecimiento en las extremidades superiores era consecuencia de ello.

*¡CLANK!*

*¡CLANK!*

*¡CLANK!*

Él presionó los dientes, aferrándose a su defensa.

*¡CLANK!*

*¡CLANK!*

*¡SLASH!*

*¡CLANK!*

Uno de los cortes que se dirigió a su hombro como un torpedo sin alterar esa línea perfecta entre el inicio del recorrido y el choque al objetivo.

Bell fue capaz de reaccionar, cruzando el brazo contrario y desviando el estoque.

-¡AHHHHHH!-

Dio una vuelta en su propio eje tan pronto Aiz dejó una apertura.

Su pierna derecha se elevó y...

*¡PUM!*

Una sólida patada fue asestada.

O eso era lo que él creía...

La rubia lo bloqueó con su antebrazo y, como si de una calca del ataque de su contrincante se tratase...

*¡PUUUUUUM!*

-¡PUAH!-.

Le devolvió el golpe, pero, a diferencia del chico, ella sí lo acertó.

*¡CRASH!*

El cuerpo del muchacho rodó por la terracería, ensuciándole el cuerpo y la ropa.

*¡CLANK!*

Una de sus espadas cayó en la arena.

*¡CRACK!*

Frenó su avance al enterrar la segunda en el suelo.

"Esto debe ser suficiente..." Pensó, limpiándose la saliva que se le desbordaba de la boca por la patada en el vientre.

Cerró los ojos y...

*¡CLANG!*

La campanada resonó.

*¡PUM!*

Aiz corrió hacia él, tratando de evitarlo.

"Ese era su plan... intuyó que no me daría y prefirió que lo mande a volar para que que aproveche la distancia entre nosotros y tener la oportunidad de activar esa rara habilidad...".

Ella reconoció la estrategia.

Los metros se volvían centímetros y estos último en milímetros.

*¡ZOOM!*

La máxima velocidad de la princesa de la espada se presentó cuando dos palabras al airaron de su boca.

-¡Tempestad! ¡Ariel!-.

Un torbellino esmeralda la rodeó, potenciando sus capacidades físicas.

En menos de un milisegundo, le plantó cara.

Bell abrió nuevamente los ojos y...

*¡CLANK!*

*¡BOOOOOOOOOOM!*

Su espada chocó con la de Aiz.

La fricción produjo un mar de chispas.

La fuerza de ambos ataques al impactar emitió un chirrido ensordecedor a su vez que forcejeaban para ver quién ganaría.

El brillo blanco en el cuerpo del conejo se desvaneció tras ese ataque y quiso recuperarlo.

"¡Rápido!" Se gritó.

*¡CLANG!*

La campanada resonó y...

*¡SLASH!*

Hizo un corte vertical.

Pero... ella no estaba ahí...

Bajó la mirada lentamente y vió la bota azul de la aventurera cerca de contactar con sus piernas.

"Perdí..." Fue en ese momento que lo supo.

*¡PAM!*

Sus pies perdieron el suelo, siendo empujados a un lado y gracias a esto su torso y cabeza cayeron al costado contrario.

*¡PUM!*

-¡Ugh...!-Emitió ese quejido de dolor.

La nube de polvo se disipaba.

El dolor ya no le impedía fruncir el ceño a raíz de la incomodidad.

Y...

-Gané...-Declaró Aiz, apuntando su estoque a escasos centímetros de Bell.

Imponente y de pie, con una casi imperceptible sonrisa en sus labios, la ganadora se decidió.

-Buen combate, Bell-Dijo la rubia, bajando la espada y agachándose.

-Jaja... supongo que perdí. Eres muy fuerte, en mi enfrentamiento contra Gareth pude evitar sus golpes y darle uno. Pero contigo no... eres genial-Contestó, halagándola.

Las mejillas de la chica brillaron en tonalidades rojas.

-Tú también. Supe que en el momento en que te diera la oportunidad de concéntrate, sería mi fin-Reveló su estrategia, ofreciéndole la mano para que se pusiese de pie otra vez.

Él la aceptó y fue jalado.

-Sí... lo intuía. No me diste ni un segundo de descanso-Respondió.

-Esto es porque un segundo es clave para un aventurero. De eso depende la supervivencia o la muerte...-Comentó Aiz.

Si tu contrincante te supera en fuerza y velocidad, un solo instante de desconcentración representaría el fin.

-¡Así es, princesa de la espada!-Habló Asfi, concordando a la distancia y metiéndose a la arena.

-Te has acostumbrado al poder de esa habilidad que potencia tu fuerza y velocidad. Sin embargo, las condiciones para su uso te limitan tan pronto esta pierde efecto. Si no la cargas el suficiente tiempo antes del combate y no consigues derrotarlo antes de que eso llegue, te meterás en serios problemas. Entre la pérdida de la carga y la obtención de otra hay un tiempo muere que cualquier aventurero de primera clase sería capaz de identificar y explotar. Ese breve periodo es el instante en que más vulnerable te vuelves-La peliceleste se explayó en sus observaciones, detallando las observaciones que hizo durante el desarrollo del mismo.

-¿Es así? Las veces que la usé terminé todo de un golpe...-Declaró Bell, recordando su combate en contra del minotauro en Babel. El choque de fuerzas entre él y el Goliath al igual que la derrota del Barbarian a las afueras del coliseo durante su cita con Shakti y la de Argana en Melen.

Ninguna de esas se extendió de más, finalizaron tan pronto "Argonauta" se activó.

En este caso fue diferente, solo pudo usarla en el último choque de espadas, pero Aiz igualó la fuerza gracias a su magia.

-La pelea que tuviste contra Gareth no se alargó porque fuese débil. Lo hizo porque él no fue propositiva como si lo fue la princesa de la espada. Solo esperó a que tú lo golpearas. De haber sido ese el anterior, te derrotaban antes de que pestañearas-Informó Asfi, hablando con la pura y cruda verdad.

Él sostuvo su barbilla...

"También sucedió con Bache... ella es nivel 6 y pide igualarla. No obstante... solo jugaba conmigo".

-Ya te diste cuenta ¿No es así? Si bien es un recurso muy bueno, no es invencible-La capitana de la familia Hermes se acomodó los lentes, comentando aquello.

-Esto es todo. Pueden retirarse. A partir de aquí me encargaré-Dirigió esto hacia Aiz, quien se limitó a asentir e ir a por Eina y Tiona.

-Adiós, Bell. Esperare mi compensación...-Declaró, tocando sus dedos índices, apenada y corriendo lejos de ahí.

Asfi levantó la ceja, blanqueó los ojos y prosiguió.

-¡Daphne, aquí!-Ordenó a la humana.

Ella siguió la instrucción y se puso de pie delante de la "Maestra", al costado del otro estudiante.

-Dime... ¿Pudiste leer los movimientos?-Preguntó Asfi.

-¿Uh?-Dubitativa, la pelirroja emitió ese sonido.

-Sus ataques, bloqueos y reacciones ¿Los leíste? ¿O se te dificultó seguirles el ritmo?-Insistió, describiendo a groso modo la interrogante.

-Fue difícil. Iban muy rápido y a penas entendí lo que pasaba-Respondió, avergonzada.

-Hummm...-Perseus sostuvo su barbilla.

-Si tuviese que darle un estimado a tu fuerza sin habilidades, rondarías la fuerza de un nivel 3 a finales en cuestión de fuerza, pero en velocidad sin problemas igualarías a un aventurero de nivel 4 a mediados. Estoy segura de que incluso yo, sin especializarme en combate cuerpo a cuerpo, puedo derrotarte, pero se me complicaría...-Comentó.

Analizó la declaración de la aventurera nivel 2, comparándolo con sus propias impresiones.

-De 100 combates, al menos 75 yo los ganaría-Agregó, dando un estimado.

-Esto significa que prácticamente es un nivel 3 que corre como nivel 4-Concluyó Daphne.

-Sí. Lo suficiente para derrotar a Jacinto. Pero, lo mejor en situaciones como esta es entrenar tu estado base, así no te volverás dependiente a las habilidades, pudiendo enfrentar riesgos menores que no las requieran-Opinó Asfi, concordando con lo dicho por la aventurera y sugiriendo el entrenamiento adecuado.

-De acuerdo. Si eso me permite mejorar como aventurero, no hay problema-Bell aceptó sin rechistar. Incluso él consideraba que, efectivamente, se ha enfocado mucho en librarse de problemas con Argonauta. Un cambio de estrategia no vendría mal.

-Respecto a la planificación para el juego de guerra, se trata den su mayoría de temas teóricos que de prácticos. Lo principal es conocer tus limitantes y las de tu equipo. Aunque... no hay mucho tiempo para eso-Comentó la peliceleste.

-Es por eso que, ustedes dos serán la columna vertebral del equipo-Adicionó.

-¿Are?-Ambos ladearon la cabeza al mismo tiempo, sin entender a qué se refiere.

-Piénsenlo. Cassandra y Eina entrenan por separado, potenciándose. A ellas se les complicará el estar en sinergia con ustedes dos, por lo que tendrán el deber de guiarlas-Explicó.

-Mientras peleen como uno solo, estoy segura de que vencerán. No mencionaré la confianza que deben tenerse porque es obvio que la hay. Por lo que, solo para estar seguros... ¿Qué planean hacer en el juego de guerra? ¿Cómo enfrentarán a la enorme cantidad de aventureros que la familia Apolo posee? Al ser él el retado, eligió que el juego de guerra fuese un asalto en las Ruinas del Antiguo Castillo Shreme, que ellos custodiarán, por lo que tendrán de tarea evitar los ataques de larga distancia a lo alto de las murallas. Magos, arqueros, bombarderos, peleadores, etc. Sería un suicidio no tener un plan para reducir los combates antes de llegar a Jacinto. Evitar las murallas sería lo idóneo, infiltrar a alguien sería una opción-Les cuestionó, describiendo los detalles del evento.

-No lo sé... sinceramente planeaba meterme a la fuerza y destruir todo lo que haya a mi paso, jeje...-Bell respondió, rascándose la nuca y riendo.

-La mejor forma de hacerlo es que uno de nosotros nos ayude desde adentro, de ese modo, sin ser detectado, podrá abrir las puertas y de ese modo solo huimos de la protección de las murallas-Daphne lo analizó y su juicio fue emitido con rapidez.

-¿Huir?-.

-Sí. El juego de guerra termina cuando el capitán de una de las familias es derrotado, por lo que no es necesario pelear contra todos-.

La duda del conejo fue resulta por Daphne.

Asfi sonríe.

-No mentías. Sin dudas piensa como una estratega-Declaró.

-Sí. Efectivamente, esa es la opción de mayor viabilidad para reducir los daños y evitar el desgaste-Dijo a la pelirroja, cediéndole la razón.

-Y tú, deja de ser tan bárbaro y piensa con el cerebro en vez de con el músculo. De seguir ese estúpido plan te desgastarías antes de siquiera luchar contra Jacinto-Regañó al peliblanco.

-P-Perdón...-Él se disculpó por su impulsiva forma de pensar.

Pasado el enojo, retomó el habla.

-Estoy en deuda contigo, por lo que te proveeré de lo que necesites. Solo házmelo saber. No hay regla que prohíba el uso de artefactos. Por lo pronto...-Dijo, ofreciendo sus servicios como inventora a la vez que sacaba del bolsillo un papel cuidadosamente doblado.

-Esto les servirá. Son los planos de esas ruinas. En esta zona se hallarán ustedes, por lo que recomiendo ser veloces a la hora de dirigirse a la entrada principal-Sacó el mapa del lugar, señalándoles donde iniciarían.

Ambos, abriendo los ojos en demasía, solo pudieron decir una cosa.

-Realmente eres genial, Asfi...-.

Ella sonrió, empujando sus gafas.

-Fufufu...-Se rió.

De pronto dio un par de pasos atrás.

-Por ahora solo haremos una cosa...-Avisó.

Abrió su túnica, dejando al descubierto el contenido dentro de esta.

-Peleen contra mi. Daphne, no te contengas. Tú, sin tu habilidad-Dijo, poniendo condiciones y sacando agujas de su bolso.

-De hecho tengo dos...-Reveló el conejo.

-¿Uh? ¿Cuál es la segunda? No la usaste contra Aiz ¿O sí?-Preguntó Asfi, confundida.

-No tuve oportunidad. Como se basa en acumulación de energía hacia un objeto, no fui capaz de emplearla-Respondió.

La curiosidad de Perseus fue despertada.

-¿Me permites una de tus agujas?-Pidió

Ella sin pensarlo se la dio.

Él la sostuvo.

Un flujo de energía originada en su pecho rodeaba de un aura blanca parecía a una llama al objeto metálico.

Tras esto... lo arrojó.

*¡ZOOM!*

Esa aguja del tamaño de un dedo salió disparada a gran velocidad.

*¡BOOM!*

Se estrenó en una de las paredes, destruyendo parte de la estructura y solamente quedando un enorme cráter en ella.

Daphne y Asfi pusieron cara de póker.

-Eres una caja llena de sorpresas. ¿Qué sigue? ¿Copiar cualquier magia? En fin, puede servirnos luego-Dijo sarcásticamente, concluyendo en que esa habilidad era útil.

-D-Dudo que pueda hacer algo como eso...-Comentó el chico.

-Contigo no se sabe-Daphne habló.

-¡En fin! ¡Peleen contra mí! Prometo no herirlos... mucho-Confiada y arrogante, la peliceleste declaró, guiñándoles el ojo.

Los dos aventureros intercambiaron miradas. Daphne le sonrió.

Regresaron la vista a su rival y...

-¡Hai!-.

Y, en ese instante, ambos corrieron al ataque.

Un aventurero sin falna que iguala la fuerza de los niveles tres...

Una aventurera a toda regla de nivel dos...

Ambos en contra de Asfi Al Andromeda de nivel cuatro.

En el papel no serían capaces de derrotarla.

Pero, si son inteligentes, pelean en conjunto y se protegen las espaldas... tal vez haya una oportunidad.

Mientras esto sucedía, Cassandra meditaba en conjunto con Riveria y Alicia.

Y Eina escuchaba los consejos de Tiona, quien se limitaba a decir "¡Pow! ¡Pam! ¡Pum!" En vez de emplear terminología entendible.

Los cuatro miembros de la familia Cranel iniciaron sus entrenamientos.

¿Será necesario? Como Bell ha expresado en infinidad de ocasiones, pudo humillar al capitán de la familia Apolo sin esforzarse... ¿Por qué debería ser diferente en el juego de guerra?

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En las Ruinas del Antiguo Castillo Shreme, al anochecer.

La figura del dios del sol yacía de pie en lo alto de las murallas de ese sitio tan lúgubre y desolador.

A su costado, un Dios cubierto por una túnica y ocultando su rostro con una máscara lo acompañaba.

La actividad en donde el juego de guerra se desenvolvería era alta.

Carrozas entraban y salían sin cesar, descargando enormes jaulas y transportándolas hasta las cárceles subterráneas del antiguo castillo.

En Apolo se dibujaba una sonrisa repleta de confianza.

-Las jaulas han sido abiertas. Las bestias se mantendrán resguardadas en la planta baja-Una mujer de cabello rojo y corto habló, interrumpiendo el silencio.

-Tch. Es muy problemático tratar con esas cosas-Acompañándola, otra mujer apareció. Esta tenía cabello rosado aún más corto que el de la pelirroja.

-Me sorprende que haya tomado tantas medidas para detener a ese mocoso, Enyo. Casi muere contra el goliath-Adicionó.

-Revis... Valleta... no lo subestimaría su fuese ustedes. No tienen ni idea de lo fuerte que se volvió desde su último encuentro-Enyo las nombró, externando su preocupación y reprendiéndolas por su extrema arrogancia.

-¿A qué te refieres?-Le cuestionaron.

-¿Quién creen que estuvo involucrado en la muerte del Kraken en Melen junto a la familia Loki y liberó a las amazonas del yugo de Kali?-Contestó.

El ceño de Valleta se frunció.

-¿Qué mierda? No es posible... ¡Ese estúpido niño fue detenido por las violas en Rivira!-Se quejó.

-Esto significa que es fuerte... quisiera enfrentarlo...-Revis externó su deseo.

-Todo a su momento. Todavía me sangran los oídos al recordar el sonido de esas malditas campanadas...-Frustrado, el enmascarado externó su descontento.

-Campanadas...-Murmuró la pelirroja.

El recuerdo del combate contra el minotauro y en Rivira contra el goliath resurgió en su memoria.

"Logró todo sin falna... es verdaderamente un monstruo..." Pensó.

De repente un fuerte dolor de cabeza la asaltó.

Las campanadas resonaron en su mente.

Y entre toda la estática en el interior de la misma, visualizó la figura de una mujer de cabellera plateada y los ojos cerrados que jamás conoció.

O tal vez si...

"-¡Gospel!-".

Esa palabra salió de la extraña en sus recuerdos, seguido de una campanada idéntica a la del peliblanco.

Como si viese todo en primera persona, dos personas más acompañaron ese recuerdo.

Una mujer de cabellera negra y vestida con Kimono que blandía su espada en contra de lo plateada, quien la frenaba sin despeinarse.

Y detrás de ellas una hobbit pelirrosa, aterrorizada.

-Revis... ¿Está lista nuestra nueva adquisición?-Enyo interrumpió el hilo de pensamiento, sacándola de ese dolor.

Ella se limitó a asentir y, desde las sombras emergió una figura alta.

Se trataba de Jacinto.

-Hacer lo que sea necesario para asesinarlo ¿No es así, Apolo?-Murmuró el dios a su semejante.

-Efectivamente. Aunque no negaré que me apena el destino que sufrió Jacinto. Pero sin dudas mostró su lealtad hasta el último respiro, eso lo valoraré eternamente-Declaró el dios del sol.

Cuando la luz de la luna iluminó al susodicho, una joya de color rojo brilló en su cabeza.

Con los ojos vacíos y perdidos, se posó al costado de quien antes fuera su Dios.

"Pagarás con sangre, maldito engreído..." Pensó Apolo.

-¡Aquí se pondrá fin a la vida de ese maldito héroe falso!-Enyo levantó las manos, mirando la edificación con júbilo.

El suelo debajo suyo se agrieta. Las bestias en el subterráneo se retuercen sin control.

Raíces se filtran entre las grietas.

¿Qué tan lejos puedes llegar por una venganza? Bell no quiso averiguarlo.

Pero... el odio en Apolo era tal que no dudó en corromperse por este, al igual que a su familia, aliándose a Evilus con tal de acabar con la vida de ese aspirante a héroe.

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Bueno, hasta aquí el capítulo de hoy, espero que sea de su agrado y dejen su apoyo como ya es costumbre.

En fin, déjenme sus opiniones.

¿Cómo estuvo el capítulo? ¿Sí les gustó?

Buzón de sugerencias/opiniones/comentarios.

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Si desean leer más de mis fic pueden entrar a mi perfil y ahí encontrarán desde...

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Un One Shot en el que se nos relata lo que hubiera sucedido si Bell era cuidado por Alfia, Zald y Zeus ¿Será un futuro feliz? ¿Bell se convertirá en el último héroe como se lo prometió a su madre? ¡Averigüémoslo!
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Otro One Shot sobre una bella historia de amor entre una diosa y un mortal, que toma como punto de partida la película de "Danmachi: la flecha de Orión". Veamos la aventura en la que se embarca nuestro carismático protagonista después de haber perdido a esa diosa que tocó su corazón en muy poco tiempo, de la cual, se tuvo que despedir prematuramente.
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La hermosa Lefiya nos acompañará en este One Shot junto al conejo en una aventura que tendrá de todo. Amor, drama, todo lo que engloba a esta pareja tan dispareja.
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La historia de amor entra una hermosa hada y un conejo con dudas nacientes en su corazón tras un suceso inesperado.
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Un fic con un cuarteto amoroso muy raro, BellxTionaxFreyaxHelun.
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Una hermosa historia de amor entre una asesora y el aventurero a su cargo, BellxEina. ¿Su amor podrá superar el consejo que le dan a las asesoras sobre no enamorarse de los aventureros a su cargo? ¡Averigüémoslo!
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¡Una aventura de un héroe sin Falna le espera a nuestro protagonista! ¿Qué pruebas y dificultades habrán en su camino sin la bendición de un dios? ¡Descubrámoslo!
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Y mi primer y ya finalizado Fic, que va de la pareja de BellxSyr o Freya, el cual parte desde el rechazo de esta misma en el volumen 16 de la novela original, aunque claro... en este fic sabremos lo que hubiera pasado si Bell no la rechazaba, como el título indica.
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Sin más que agregar, yo me despido, espero que se echen una pasada a mi perfil y les agraden las demás historias en caso de no haberlas leído, eso es todo, hasta la próxima mis lectores.

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