Capítulo 29.
-Bienvenida, María-Dijo Airmid a la mujer que se encargaba del cuidado de los niños del orfanato, tan pronto ella y su recién pareja abandonaron la habitación del hospital tras la declaración de amor.
-Agradezco su recibimiento, Airmid-Sama-Respondió la mujer en cuestión, inclinándose ligeramente hacia adelante en señal de reverencia.
-No es necesario agradecerme, además, evite el "Sama" al final de mi nombre, es incómodo escucharlo viniendo de usted porque al fin y al cabo tenemos la misma posición dentro del harem de Bell-Comentó la peliplateada, sintiéndose avergonzada por la increíble cantidad de respeto que ella le mostraba.
-De ninguna manera, Airmid-Sama. Por mucho que insista es imposible que lo haga. Usted es la primera novia y futura primera esposa, así que debe aceptar su lugar privilegiado-Contestó María, explicando los motivos que la orillaban a darle el puesto que según ella merecía y el por qué no eran iguales.
Una ligera sonrisa se dibujó en Airmid quien, sonrojada, dejó que su ego se llenara por lo dicho con anterioridad. Normalmente Shakti guardaba cierta actitud hacia ella, por lo que estaba en parte acostumbrada, pero Riveria y Tiona en cambio distaban mucho de esto. Riveria era una mujer que si bien entendía que llegó después, buscaba acaparar la atención de Bell sin medida alguna cada vez que la oportunidad se presentaba, ya ni hablar de Tiona que prácticamente no conoce los límites.
-Fufufu. Si lo dices así entonces supongo que no hay de otra, lo permitiré-Declaró, inflando su pecho.
-Eto...-Bell, quien durante todo este breve intercambio entre sus dos hermosas novias, se hallaba en medio, escuchando en silencio lo que tenían que decir. Su actitud ante esto era simplemente comportarse de manera nerviosa porque de cierto modo hablaban de él. Eso sí, no pudo negar que, definitivamente, Airmid es la novia principal, la reina del harem. Incluso afirmaba que ella tenía más control de la relación que él, quien solo se dedicaba a agregar más chicas a diestra y siniestra.
-¡Oh! ¡Perdón, Bell-Sama! Pasé por alto que se encontraba con nosotras-María se disculpó.
-No hay problema. Me alegra que se estén llevando bien-Respondió el peliblanco.
La cuidadora suspiró, aliviada por la falta de molestia de su amado. Aunque era una exageración siquiera creer que algo como eso lo molestaría.
-Todavía debes de informarles a las demás sobre la unión de María, yo no seré quien lo haga porque sinceramente me estoy cansando un poco de lo reiterada que esta situación se ha vuelto. Así que sé un hombre y encárgate de tus problemas, amor-Informó la peliplateada, dándole una palmada en la espalda a su hombre a la vez que le susurraba aquello al oído, recordándole que no solo ella era a quien le debía rendir cuentas e informarle.
Un frío recorrió la espalda del muchacho, provocando que cada pelo de su cuerpo se erizara.
"Definitivamente Shakti y Tiona lo tomarán bien, es Riveria quien me preocupa..." Pensó, tragando saliva.
-Supongo que te percataste del verdadero problema, muy bien. Sin embargo, que esta vez no haya estado en contra, no significa que vaya a estar de acuerdo con cualquier chica que traigas. Sin embargo, ya me voy haciendo una idea de quiénes más se unirán...-Dijo la sanadora, su voz se apagaba conforme su diálogo transcurría completamente natural.
-¡N-No tengo la intención de meter a nadie más! Además... ¿Qué fue eso último? No pude escucharte-Respondió inmediatamente el conejo, negando la posibilidad de aumentar el número de chicas en su harem.
María y Airmid se miraron a los ojos momentáneamente, poniendo cara de póker ante lo dicho por su novio. Luego regresaron su atención a él.
Era como si dijeran "No importa cuánto lo niegues, sabemos de sobra que tarde o temprano eso quedará en nada y habrán más chicas acompañándonos como tus novias". Y sí que tenían razón.
-Cómo sea. Iré a llenar los papeles del alta de María. Debido a que tus heridas, a comparación con el resto de los afectados por el ataque, fueron mínimas, ya estas en perfectas condicionas para abandonar el hospital. Estaré manteniéndolos al tanto de la evolución de los niños, Cassandra y Daphne. No obstante, estas últimas ya han de estar próximas a despertar, por lo que recomiendo visitarlas pronto, ahora mismo de ser posible-Informó la curandera, cambiando de tema abruptamente y retomando su actitud profesional, esa que salía a relucir cada que se centraba en su trabajo, que por cierto, es de las mejores en lo que hace por lo diligente y sería que es respecto a su labor como enfermera de la familia Dian Cecht.
-Está bien, iré ahora mismo. Por cierto, en el tiempo que me fui ¿Hay algún avance sobre lo de Rye?-Preguntó Bell, despertando la curiosidad en la cuidadora del orfanato, quien era la encargada tanto del susodicho niño como del resto de ellos.
Airmid suspiró, cerrando sus ojos y ondeando sus largas y plateadas pestañas con cierto desdén.
-Es difícil dar un diagnóstico tan pronto. Todavía no despierta y las pruebas que se realizarán después de eso dictaminarán qué tan grave fue el daño. Recomiendo guardar la calma por ahora. Pero el panorama luce alentador. Si bien sigue dormido, no se han presentado ningunas secuelas a parte de la que te mencioné anteriormente. Ha respondido bien al tratamiento, como se esperaba. Visítalos antes de ir a por Cassandra y Daphne, Fina y Roux deben estar ligeramente asustados por ver a su amigo tendido en cama-Explicó, dándole un panorama completo de la situación del niño castaño a la vez que daba cierta sugerencia sobre la Chienthrope y el/la elfo.
Bell asintió, tomando a consideración lo dicho.
-Disculpen... Airmid-Sama, Bell-Sama... ¿A qué se refieren con "Secuelas"?-Interrogó María. Su respiración se alteraba al ser presa del miedo ante lo desconocido.
A consecuencia de haber sido la primera en caer en el ataque de la familia Apolo, no pudo presenciar todo lo que transcurrió entre Rye y Jacinto. La brutalidad en la que el aventurero hirió, golpeó y casi mató al infante. Por lo que hace sentido que no conozca los problemas que esto acarreó.
El ánimo en Bell decayó. Su cabello le cubrió parcialmente el rostro e instintivamente enterró sus uñas en la palma de su mano al cerrar el puño, enojado, recordando el instante en que recibió la noticia.
-Es... es muy probable que Rye quede parcialmente sordo. Sus tímpanos fueron destrozados por la presión que Jacinto ejerció en su cuello al intentar matarlo. La presión en los vasos sanguíneos hizo que varios de estos reventaran, perdiendo mucha sangre-Informó, claramente triste.
-Fue... fue mi culpa. Fui demasiado tonto al suponer que el asunto de Apolo terminaría al solo amenazarlo. Jamás consideré que la maldad de las personas y la furia tienden a ser más fuertes que el propio miedo. Y a consecuencia de no terminar como correspondía este problema, ustedes sufrieron-Expresó, soltando pequeñas lágrimas conforme continuaba.
De pronto un par de cálidas manos se posaron a los lados de sus mejillas. Con la llena del dedo pulgar las lágrimas eran retiradas.
Bell levantó la cabeza ligeramente, encontrándose cara a cara a María.
-No es culpa suya, Bell-Sama. Usted vio en la joven Cassandra y Daphne dos mujeres que pedían ayuda. Desde que lo conozco busca hacer el bien sin mirar a quien, es una característica que admiro mucho y que se robó mi corazón. Es por eso que no hay razón para arrepentirse de lo que sucedió ni buscar a un culpable entre quienes meramente trataron de ayudar al desprotegido. Los únicos responsables de estos actos crueles son los que lo realizaron, la familia Apolo. Así que, Bell, no agaches la cabeza, mantenla al frente, mirando hacia adelante-Respondió la bella mujer.
-No hay modo en que me arrepienta de haberlo conocido, eso no ha cruzado ni cursará por mi cabeza. Yo acepto las consecuencias que acarrean estar a su lado porque...-Soltó el rostro de su pareja para sostenerlo de las manos.
-Porque sé que el Bell que yo conozco es el hombre más bueno del mundo. Tu bondad, alegría contagiosa, la confianza que le transmites a quienes te rodean, el esfuerzo que inviertes en darles una vida digna a los niños que salvaste en ese callejón hace casi un mes... a pesar de que eran ajenos a ti... que no era tu responsabilidad... no los abandonaste. Así que ¿Cómo podría desear alejarme de ti, mi héroe?-Adicionó, sonriéndole tiernamente.
El corazón de Bell pegó un salto. Sus mejillas se sonrojaron en demasía y las palabras de la cuidadora penetraban en él.
Y... correspondió al gesto.
-En serio, muchas gracias, María...-Fue su respuesta.
Al costado de donde se desenvolvía esa melosa y tierna escena de amor entre los dos amantes, cierta sanadora de cabello plateado inflaba su mejilla, celosa de la cercanía entre ambos. Si bien aceptó abiertamente la unión de María al harem, no era capaz de contener su propio sentir ni mucho menos sus celos. También es novia del conejo al fin y al cabo, por lo que no ha de estar de acuerdo del todo ni causarle gracia que su novio sea así de cariñoso con otra mujer, así esta igual sea novia suya.
-¡Ujum! Por favor, soy consciente de nuestra situación, pero pido encarecidamente que al menos esperen a que no esté con ustedes, es incómodo ver a mi novio junto a su otra novia de ese modo. Además... llaman la atención-Pidió Airmid, aclarando la garganta para llamarles la atención y, al terminar de hablar, dio aviso de que estaban siendo el foco de miradas indeseadas dentro del hospital, incluyéndola a ella por decir literalmente "mi novio". Obviamente no todo Orario estaba al tanto de esa relación, por lo que para los que desconocían dicho dato era una sorpresa gigante.
Las miradas de los presentes en la sede de la familia Dian Cecht eran realmente incómodas, sin embargo, una en especial, repleta de odio e intenciones asesinas, le quemaba la nuca al conejo, provocándole cierto terror de voltear ante la persona que lo producía.
Lentamente se giró, erráticamente y temblando, e hizo contacto visual con la responsable.
Se trataba de Martha, la compañera de Airmid, quien sostenía una tabla de notas fuertemente, agrietándola.
-H-Hola...-Bell saludó, mientras sudor le bajaba de la frente y levantaba la mano.
De pronto los labios de Martha se movieron a una velocidad alarmante. Su nariz se arrugó y Bell juró que vio que los ojos de la enfermera brillaban de un color rojo casi tan intenso como los suyos.
"¿Ella también tendrá almas de héroes?" Pensó.
Pero por alguna razón varías voces resonaron en su cabeza y dijeron...
"No idiota, solo es una mujer que te odia desde la médula".
Entre las miles de cosas que parecía decir la chica, una pudo se interpretada por el peliblanco que no se especializa en la lectura de labios, pero es que ese mensaje fue tan claro que era difícil no entenderlo.
-... muérete conejo de mierda... mujeriego...-.
Su color de piel palideció y la sonrisa amistosa que mostró hacia ella se desvaneció poco a poco.
-H-Hai...-Respondió, comprendió que su amabilidad no sería correspondida y desistió en su intento de entablar un saludo.
Bajó la mano lentamente y prefirió evitarla. Esos constantes insultaos y ataques de la sanadora se volvían cada vez más directos, tanto así que la incomodidad se convertía en genuino miedo de que algún día despertara amarrado con cadenas y zapatos de cemento en sus pies, a la vez que era tirado al fondo de un algo mientas alguien en la superficie reía maniáticamente.
"Sí que me odia... y no la culpo, a sus ojos solo soy el hombre que manchó la pureza de su santa. Aunque si somos objetivos, es ella quien quiere manchar mi pureza..." Pensó, rememorando los constantes ataques de Airmid que tarde o temprano terminarían en aquel acto para el cual Bell aún no se siente listo.
"Princeso..." Dijeron las almas dentro del conejo, escuchándose un golpe en sus frentes.
-En fin...-Airmid estaba a punto de hablar hasta que una voz escandalosa y molestia, a la cual ya estaba acostumbrada por los muchos años que lleva escuchándola, apareció.
-¡Airmid! ¡Airmid!-Gritó cierto hombre de edad avanzada con cabello y barba blanca, al igual que su vestimenta, apareciendo desde la sala de descanso de la sede, armando un escándalo al llamar en reiteradas ocasiones a Dea Saint.
Ella suspiró, notándoselo visiblemente agotada, mientras frotaba sus párpados.
-¿Qué quiere, Dian-Sama?-Interrogó al abrir los ojos nuevamente.
Sí, efectivamente, se trataba del Dios patrón de la familia con su mismo nombre, Dian Cecht.
-¡Hay trabajo por hacer y estás aquí sin hacer nada! ¡No te pago por eso!-Regañó la deidad, irritado.
-Usted de cierto modo no me paga, Dian-Sama-Respondió la peliplateada, la ceja le temblaba y apretaba el mango de su báculo, conteniéndose de no golpearlo con él.
En un breve instante, de reojo, el dios se percató de la presencia de dos personas. Una mujer de pechos grandes, quien vestía una bata de hospital, por lo que supuso que era una paciente a la que se le dio de alta recientemente y...
-Tú...-Dijo, señalando con el dedo índice al joven que se asemejaba a los conejos de forma incriminatoria, agudizando la mirada y frunciendo el ceño.
-¿A-Are?-Bell sólo pudo decir eso antes de que, a gran velocidad, Dian le plantara cara, posándose a escasos centímetros de él.
"¿Por qué hoy me he topado a mucha gente que me odia? Estoy seguro de que he sido una buena persona..." Pensó el peliblanco, levantando las manos, simulando ser un criminal ante la presencia de la policía.
-Bell Cranel...-Lo nombró Dian, sujetándolo furiosamente del cuello de la camisa.
"Ahora que lo pienso, a pesar de ser novio de su hija, jamás me lo he topado ¿Qué le digo? ¿"¡Hola, suegro!" O algo así? Tampoco he conocido a los padres de Airmid así que supongo que no sería correcto" Poco o nada parecía interesarle al conejo la actitud amenazadora de la deidad, tanto así que comenzó a divagar puras tonterías sin sentido, siendo esto ya algo normal.
-Hola...-Saludó, despreocupado mientras una gota de sudor le bajaba de la frente.
-Tú... ¡¿Sabes cuánto dinero me costaste?! ¡Los días que se fue a Melen fueron los peores que este hospital ha visto! ¡No dejaban de llegar pacientes y tuvimos varios desmayos por el cansancio! ¡Estuvimos en números rojos entre pérdidas y las pocas ganancias! ¡No permitiré que te vuelvas a llevar a mi hija! ¡Sobre mi cadáver!-Gritó Dian entre dientes para que la peliplateada no lo escuchara amenazando al novio de ésta porque seguramente ella lo regañaría y golpearía, expresando su cólera y revelando lo terrible que había sido la ausencia de esta misma.
Atrás del par, Airmid y María ladeaban la cabeza y varios signos de interrogación les aparecía encima, no literalmente por obvias razones.
-E-En mi defensa yo no tenía ni la menor idea de que Airmid y Shakti irían a Melen. Me tomó por sorpresa cuando estaba a punto de partir junto a la familia Loki y ellas no aceptarían un no por respuesta-Contestó el peliblanco, excusándose. No mentía, él era libre de cualquier responsabilidad sobre los actos de sus novias ya que no se enteró del abandono de sus actividades.
-¿Shakti...? ¿Te refieres a Ankusha?-Dian interrogó, interesándose en el nombre de la segunda novia del conejo.
-¿Uh? Sí, supongo. He escuchado que Airmid y Riveria la llaman así, por lo que intuyo que es su apodo-Respondió Bell.
Los ojos del dios se abrieron en demasía, reflejando la sorpresa que lo abordaba.
-¿Qué relación sostienen tú y Ankusha?-Preguntó, indagando.
-¿Are? Es mi novia...-Reveló el muchacho, sin dudar. ¿Quién demonios se avergonzaría de decir que una mujer tan hermosa como Shakti es su novia? ¡Nadie!
El agarre de Dian se aferró aún más.
-Dos novias así de hermosas... ¡¿CÓMO ES QUE TÚ TIENES DOS NOVIAS ASÍ DE HERMOSAS?! ¡AHORA ENTIENDO POR QUÉ MUCHOS PACIENTES MASCULINOS DICEN ENVIDIARTE Y ODIARTE AL MISMO TIEMPO!-Sin temor a la peliplateada, expresó su duda a todo pulmón, irritado.
-Jeje... de hecho no son sólo dos...-Informó el muchacho, mirando de reojo a María detrás suyo.
Dian lo siguió con la mirada.
-Tres...-Su voz se apagó.
-Tampoco...-Aclaró el conejo.
-Son 5, aunque no sé si en realidad debería decir 6...-Adicionó, sujetándose de la barbilla al recordar a Bache, a quien no se le pudo declarar correctamente ni viceversa, así que no sabía si considerarlo como una de sus novias.
Una gota de sangre cayó de la nariz de Dian, como si de un viejo sumido en la lujuria de su imaginación se tratara. Por un momento la imagen de Zeus apareció en la memoria del joven.
"Se parecen... cuando mi abuelo veía a mi madrastra en paños menores reaccionaba igual. Después recibía un Gospel pero a él no le importaba" Dijo mentalmente.
-¿Q-Quiénes son...?-Indagó para enterarse de las mujeres en el harem de ese maldito suertudo.
-Airmid...-Bell las nombraría en orden.
Dian asintió. Eso lo sabía.
-Shakti...-.
Se enteró segundos atrás, así que el dios lo pasó por alto.
-R-Riveria...-.
El nombre de la princesa de los elfos fue pronunciado por los labios del muchacho, provocando que los ojos de la deidad casi se salieran de sus cuencas.
-Humm... ¿Bache? Es una amazona de Melen, pero es difícil catalogarla como mi novia, por ahora...-Explicó.
Dian seguía procesando que él fuera novio de Riveria Ljos Alf, así que ignoró lo anterior. Hasta que...
-Tiona...-.
Otro nombre conocido en Orario fue expresado.
Un shock recorrió al anciano.
-Amazon...-La llamó por su apodo.
-Y reciéntenme María... jeje...-Finalizó Bell, rascándose la nuca y riendo nerviosamente.
-Ara~ Ara~-La susodicha se ruborizó y posó su mano encima de su mejilla, sonriendo.
Las manos, temblorosas, del dios soltaron al chico, despegándose de él.
-¿Dian-Sama?-El peliblanco lo llama y...
El brazo del antes mencionado rodea su cuello y lo inclina para abajo.
-¡Idiota! ¡¿Cómo carajo te convertiste en novio de Nine Hell?! ¡¿Sabes lo que eso significa?!-Le dijo al oído, gritándole entre susurros.
-¿Uh? No ¿Por qué?-Bell desconocía en la posición que se encontraba.
*¡Plaz!*
El dios estrelló la mano en su cara.
-Es una importante princesa de los elfos, una figura con peso entre la raza élfica. Si ellos se enteran que un humano como tú tomó su mano y de no ser suficiente, que este formó un harem en el que ella está ¡Serás cazado como conejo en temporada!-Informó sobre los peligros que podría afrontar.
-Princesa... cierto...-Murmuró el joven.
"-¿Cuántas veces te he dicho que esa vida quedó atrás desde el momento que decidí huir, Lefiya? Hoy por hoy soy una aventurera. Ya no una princesa élfica-".
Aquel regaño de Riveria a Lefiya en Rivira fue rememorado por él.
"Lo olvidé... jamás le he preguntado sobre eso ni siquiera me lo planteé a detalle" Dijo, riéndose de incomodidad ante lo poco que sabe de la alta elfo.
*¡PAM!*
-¡Ugh!-Un golpe seco impactó en la cabeza de Dian Cecht, provocando que se mordiera la lengua.
Se trataba de Airmid, quien sostenía su báculo el cual emanaba vapor de la punta.
-Deje de molestarlo y asustarlo-Advirtió.
-¡Edo dolió! ¡Me modi la lengua pod tu culpa! ¡Soy tu dios! ¡Medezco despeto!-Reclamó la deidad, sangrando de la lengua y dificultándose el habla gracias a ello.
-El respeto se gana, no se exige, y le falta mucho para obtener el mío. Ademas si no le tuviera aunque sea un poco, le habría pegado más fuerte, así que deje de quejarse, por favor-Replicó la sanadora, frunciendo el ceño y asustándolo.
-M-Mejod me voy...-Viéndose superado, decidió emplear la conocida "Retirada estratégica".
-Es la mejor idea que ha tenido en días-Comentó Airmid, permitiéndole el paso al decaído Dios que perdía su orgullo ante ella.
Bell y María se acercaron, posándose a su lado.
-Ahora entiendo lo mucho que te quejas de él. Sin embargo, fuiste un poco cruel ¿No crees?-Opinó el novio.
-Eso sólo te da una idea de lo que soy capaz si me haces enojar, así que evítalo a toda costa ¿Sí?-La enfermera lo miró y, guiñándole el ojo, emitió lo que era sin dudas una advertencia.
Bell tragó saliva.
-¡Airmid! ¡Te necesitamos! ¡El paciente que llegó hace unas horas por un golpe en la cara sigue sin reaccionar! Sus compañeros informan que fue un objeto invisible lo que le pegó-Martha interrumpió, alertando a su compañera de familia y trabajo sobre el estado de uno de los pacientes a los que ambas atendían.
-¿Invisible? ¿Qué sentido tiene eso? No existe algo así. El golpe fue tan fuerte que es físicamente imposible no hacerse sin una aceleración muy alta que permitiera tomar impulso, semejante a la de una bala a máxima velocidad. De ser ese el caso es entendible que ese pobre aventurero no haya visto de qué se trató-Airmid dio su diagnóstico, sujetándose el mentón y considerando los posibles escenarios.
-Los compañeros comentan que estaban mirando a unas chicas con trajes de camareras y que de repente, antes de que él dijese palabra alguna, lo golpeó esa fuerza invisible, dejándolo fuera de combate y estrellándolo en varios puestos callejeros-Agregó Martha, dándole el contexto completo del suceso.
-Hummm debo ir a verlo-Concluyó la peliplateada, suspirando de cansancio y regresándose a donde María y Bell escuchaban la conversación entre las dos trabajadoras.
-Es mi trabajo atender esta emergencia. Lamento que nuestra charla termine aquí, María. Si desean visitar a Rye, Roux y Fina vayan a la primera habitación de este pasillo. Daphne y Cassandra están en la última habitación del segundo piso-Indicó, despidiéndose.
-Hasta luego, Airmid-Sama. Tal vez después podamos hablar-María hizo una reverencia.
-Mucha suerte, da lo mejor de ti, amor-Dijo Bell, levantándole el pulgar y guiñándole el ojo.
-Sabes de sobra que es así, querido-Respondió la sanadora, acercándose a él.
Lentamente posó sus brazos detrás del cuello de su amado, reduciendo la distancia entre sus rostros y...
*Mua*
Se besaron.
Esto ya era una costumbre en ambos. Bell, cada que iba a la sede de la familia Dian Cecht, cuando ella debía retirarse, la besaba. Era su forma de expresarle su amor a pesar del poco tiempo que se podían dedicar al día por sus responsabilidades.
-¡Grrrrrr! ¡No sean exhibicionistas!-Gruñó Martha, separándolos.
-Déjame disfrutar de mi romance...-Contestó Airmid, inflando su mejilla tiernamente.
El peliblanco soltó una risita ante la actitud de la humana, siendo empujado por esta misma para que se aleje de su novia.
-¡Vámonos!-Martha empujó a su compañera, acrecentando la distancia.
-¡Adiós!-Dijo, dejándose llevar por la extrañamente odiosa enfermera, quien volteó para ver a Bell y...
-... mujeriego...-Comenzó el recital de insultos del cual se estaban una o dos palabras, el resto permanecían dentro de su boca.
Ya solos, María dio su opinión.
-Sí que lo odia esa chica, Bell-Sama-.
-Sí, antes le temía porque jamás recibí tanto odio, ahora hasta me causa gracia. He de admitir que es algo nuevo para mí. Desde que arribé a Orario, las chicas han sido de dos tipos, las que no les intereso o las que se enamoran de mí. Ver que existe una que me odia desde el fondo de su ser es interesante, un cambio de vez en cuando no viene mal-Comentó, sonriendo irónicamente.
-Fufufufu. Le cedo la razón. Aunque, sinceramente, dudo ser la última novia. Le aseguro que no tardará mucho antes de que yo baje de puesto como la novia más reciente-Opinó la cuidadora.
-No digas eso por favor, si lo haces se hará realidad. No es que me desagrade estar con ustedes, pero cada vez se complica el prestarla la debida atención a todas, ni hablar sobre complacerlas. Es difícil adaptarse a la manera tan única que tienen de amar, expresar ese amor y el modo en que quieren que se les corresponda o trate por el hombre que quieren, o sea yo-El cansancio mental de Bell era reducido a una simple oración. Varios creen que la parte difícil es armar el harem y la verdad es que no, la parte difícil recae en complacer las demandas de las chicas para que ese enamoramiento dure y perdure, sin embargo... ellas jamás amarían a otro hombre que no fuese él, no obstante, eso no significaba abandonar los intentos de cortejo. Bell quería que... sus novias se sintieran amadas todos los días de su vida.
-Fufufufu. De acuerdo, guardaré silencio, solo le informo que sostengo lo que pienso-María volvió a burlarse.
-¿Te les vas unir al juego de "Molestar al novio"?-Interrogó el muchacho, cediendo ante las risas de su novia. Ya se acostumbró a ser objeto de burla, dicho sea de paso es consciente de que solo es un acto cómico más que una realidad.
-Ara~ suena interesante...-Comentó la mujer, tomándolo de la mano.
Bell correspondió a esto.
Ambos caminaron, yéndose de la sala principal del hospital.
-Por cierto, Bell-Sama, debo informarle del tipo de trato que espero de usted como mi futuro esposo-Declaró.
-¿Eh?-Solo ese sonido salió de la boca de nuestro héroe.
A lo lejos, una persona observaba atentamente la escena. Llevaba varios minutos escuchando y analizando lo que salía del trío, espiándolos.
¿Cuáles eran sus motivos? ¿Para qué lo hizo? Ni idea...
-Me corresponde informarle sobre esto... el juego de guerra en contra de Apolo y las relaciones que él posee...-.
Musitó.
-Además... ¡¿CÓMO ES POSIBLE QUE RIVERIA-SAMA SEA NOVIA DE ESE SUJETO?!-Se cuestionó airadamente, rompiendo con la primera regla de un espía, pasar desapercibido.
-¡Shhhhhhh!-Los presentes la silenciaron.
La chica en cuestión se avergonzó y retiró de ahí.
Habitación de los niños del orfanato.
Un cuarto blanco y tranquilo, sin ninguna clase de movimiento. Esa era la mejor forma de describir la habitación en la que los tres niños del orfanato de María se encontraban.
Dos de las tres camas se hallaban intactas, tal vez porque nadie durmió ahí. Sin embargo, la tercera, la de Rye, era ocupada tan por el susodicho infante, como por Fina y Roux, quienes posaron dos sillas, cada una a los lados de la cama.
Tanto la Chienthrope, como el/la elfo, acostaron la parte superior de su cuerpo, incluyendo la cabeza, en los bordes del colchón. Ellos acompañaban en su sueño a su amigo, ese muchacho que, en el ataque de la familia Apolo, se comportó de manera heroica para defender a sus seres queridos.
Acompañarlo al dormir, aguardando a que por fin abriera los ojos, saliendo de su coma, era lo mejor que se les ocurría de apoyarlo en este difícil percance.
Fina, en especial, era quien más se aferraba a Rye, al sostenerlo de la mano y recostando la mejilla en su antebrazo. Pequeñas lágrimas se derramaban de estas, cayendo en la piel del castaño y empapando las sábanas de la cama.
-Rye...-La rubia lo nombró, al parecer en su sueño, o mejor dicho pesadilla, él era el protagonista.
Con su mano libre arrugaba las sábanas al sostenerlas firmemente mientras cada fibra de su cuerpo temblaba.
-Rye... perdón... perdón...-Se disculpaba repetidamente, sufriendo de hiperventilación.
Su respiración se volvía irregular a medida que, lo que sea que estuviese soñando, avanzaba.
-Es mi culpa... por mi culpa... no despiertas...-Decía, revelando que lo que le preocupaba era haber sido la responsable de la condición del joven castaño, quien la defendió cuando el techo del orfanato le caía encima.
Ella recordaba perfectamente el olor a sangre que la cubría, las gotas de líquido rojo que caía encima de su rostro cuando Rye se posó encima suyo, reteniendo las enormes rocas que buscaban aplastarlos. Tampoco olvidaba el crujir de los huesos, los quejidos de dolor y... la enorme decisión en él, quien en ningún segundo se rindió o dejó de luchar en contra del sufrimiento.
Si podía salvar a la chica... nada más importaba.
-Por favor... levántate... despierta... y dime que todo está bien... que tú estás bien... sonríeme... como siempre lo haces...-Declaró, aumentando su llanto y derramando las lágrimas que continuaban cayendo en la piel llena de raspones del castaño desde hace horas.
A consecuencia de los constantes diálogos de la Chienthrope, Roux se despertó.
Levantó su cuerpo, estirándolo para reintegrarse al mundo real. También frotó sus párpados con los puños. Su vista estaba difuminada hasta que, luego de algunos segundos, recuperó su visión normal.
Lo primero que notó fue...
-Tiembla...-Murmuró, impresionado/a.
Sí... la palma que la niña de cabellera rubia sostenía se movía erráticamente, como si estuviese respondiendo a las súplicas de la infante.
-¡Fi-Fina! ¡Fina!-Roux corrió al otro lado de la cama y sacudió a su amiga, tratando de que abandonara el mundo de los sueños.
-¡Despierta! ¡Despierta! ¡Rye! ¡Rye se mueve!-Gritaba y gritaba.
-¿Uh? ¿Mmm? ¿Q-Qué sucede, Roux?-Interrogó la Chienthrope, mareada, ruborizada y con el rostro hinchado por el tiempo prolongado de su llanto que continuó aún dormida.
-¡Observa!-Respondió el/la elfo, señalando la mano que la niña sostenía. Está bajo la cabeza, dándose cuenta de ello y... sus ojos brillaron, esperanzada de que lo que pedía se volviera realidad.
-Reaccionó a mis palabras...-Fue la hipótesis de Fina.
-¡Háblale! ¡Hazlo!-Sugería Roux, pensando que también las súplicas de su amiga fueron las que estaban haciendo reaccionar al joven.
Ella rápidamente acercó su rostro al de él para que puedes ser escuchada claramente.
-Perdón por haberte orillado a hacer lo que hiciste...-Comenzó.
-Sé que sufriste mucho por culpa mía, arriesgaste tu vida por mí sin que lo dudaras ni un segundo...-.
-En ese momento en que saltaste a mi auxilio mientras ese hombre malo de la familia Apolo se acercaba a donde estaba... tú corriste a auxiliarme...-.
-Lo enfrentaste valientemente con tal de protegerme...-.
-Y dijiste... que protegerías mi sonrisa...-.
Ella sonreía mientras las lágrimas se le derramaban.
-Eso... ¡Eso me hizo muy feliz!-Confesó.
El ceño de Rye se frunció.
-¡C-Continúa!-Expresó Roux.
Fina asintió.
-No esperaba que hicieses eso...-.
-Jamás me imaginé que tú plantarías cara al peligro por rescatarme...-.
-Pero lo hiciste...-.
-Todavía recuerdo el primer día en que llegamos al orfanato...-.
-Tú huías de mí y jamás supe el por qué...-.
-Tuve que pedirle a Roux que me ayudara a amistarme contigo...-.
-Y... esa fue la mejor decisión que he tomado en mi trágica vida...-.
-Porque... a partir de ese día, no hubo tristeza... te mantuviste a mi lado sin importar qué...-.
-¡Incluso nos salvaste en el callejón cuando ese hombre malo quiso secuestrarnos!-.
El evento en que Bell y los tres niños se conocieron fue rememorado.
-Tú dijiste que no saliera de la calle dédalo sin la compañía de María, pero yo no hice caso y abandoné el orfanato...-.
-Fuiste detrás de mí junto a Roux para prevenir que provocara algún accidente y resultase herida...-.
-Cuando ese hombre malo estiró la mano para agarrarme desde las sombras, fuiste tú quien me empujó y lo distrajo para que huyéramos...-.
La expresión del muchacho cambiaba.
-Antes de eso... yo te veía como a un hermano y que nunca cruzo por mi cabeza el considerarte como un hombre, un miembro del sexo opuesto...-.
Reveló.
Varios recuerdos cruzaron por la cabeza de la Chienthrope.
Todas esas veces en las que Rye le subía el ánimo, la cuidaba, se encargaba de encubrir sus travesuras.
-Pero... desde ese día... eso cambió... y la madrugada de hoy... lo confirmé-Reveló, abriendo su corazón.
Sus mejillas sonrojadas, típico del rostro de una doncella enamorada, brillaban como una lámpara de piedra mágica.
-Desde antes de llegar al orfanato... mi madre me contaba historias de princesas siendo rescatadas por su príncipe... su héroe...-.
-Me aferré al sueño de que algún día aparecería uno que me sacara de la tristeza y... desde el minuto uno... fuiste tú...-.
-Gracias a que te convertiste en una presencia recurrente en mi día a día... lo ignoré por completo, por eso jamás me percaté de que... ya lo tenía conmigo...-.
Se tomó un tiempo, respirando hondo y dándose la confianza necesaria para declarar lo siguiente.
Apretó fuertemente la mano de Rye.
De nuevo se potenciaba su llanto.
-Rye... tú... ¡Fuiste mi héroe! ¡Lo haz sido desde antes de que siquiera lo considerara!-.
Reveló.
-Bell... es uno a nuestros ojos... sin embargo... ¡Tú eres el mío! ¡El único héroe que quiero conmigo!-.
Los brazos de la rubia rodearon el cuerpo del muchacho, su rostro se enterró en el pecho de este.
-Así que... por favor... despierta... no mueras... sigue cuidando de mi... sigue siendo mi héroe... si lo haces... te entregaré mi vida como un acto de correspondencia a tus sentimientos y tu heroísmo... te daré mi corazón... mi amor...-La voz de Fina se fue ahogando al transcurrir la súplica.
Ella lo suelta por un momento, sus labios escalaron lentamente hacia la frente de Rye y...
*Mua*
Lo besó...
Sintiendo el aliento de la niña sobre su rostro, como si de un milagro se tratara, los párpados del castaño se despegaron y la miró fijamente.
Acercó ambas manos a la enrojecida cada de esa Chienthrope que le robó el corazón desde el primer día que la conoció y le limpió las lágrimas.
-R-Rye...-El brillo en los ojos de Fina no se hizo esperar, incluso Roux lucía emocionado/a.
-Supongo que... no tengo opción... te protegeré el resto de mi vida...-Respondió con dificultad debido al cansancio físico y mental.
-Lamento haberte orillado a esto... se supone que el chico sea quien confiese su amor ¿Cierto?-.
Declaró ante la mirada atónita de su amada.
-Así que... si bien el orden no es el correcto... debo preguntarte...-.
-Fina... te he amado desde que te vi por vez primera... ¿Me permitirías quedarme contigo hasta el fin de nuestros días?-Interrogó.
La chica sonrió de alegría y... lo abrazó nuevamente.
Se aferró a él con la fuerza de sus delgados brazos.
-¡Sí!-Respondió, aceptando los sentimientos de Rye, correspondiéndolos.
-¡F-Fina! ¡E-El cuerpo todavía me duele!-Se quejó, sintiendo que los huesos le tronaban y el cuerpo le ardía.
-Estoy contenta de que hayas vuelto...-Musitó la rubia, ignorando el lloriqueo de su pareja.
-Gracias por no abandonarnos-Roux expresó su alivio, uniéndose al abrazo grupal.
-Perdón por preocuparlos...-Respondió.
A lo lejos, desde un pequeño resquicio que separaba el marco de la puerta de esta misma, María y Bell, quienes llegaron al escuchar los gritos y lloriqueos provenientes de la habitación, observaban cómo la escena enfrente suyo se desarrollaba, siendo grata su sorpresa al ver que concluyó de manera satisfactoria.
"Jeje... es igual que yo..." Pensó el peliblanco, recordando todas las veces en que, apaleado, herido y roto, sus novias se abalanzaron hacia él, causándole más daño.
La sonrisa en la cuidadora y el conejo expresaba tantos sentimientos, el principal era el alivio.
-Al parecer... tuvimos suerte, las secuelas no se manifestaron...-La calma abordó el cuerpo del muchacho, las piernas le temblaban cuando la preocupación lo abandonó.
Era obvio que la sordera jamás se originó.
-Sí... él escuchó fuerte y claro a Fina... yo sabía desde que hablaron pro primera vez que era cuestión de tiempo que sus destinos se entrelazaran...-Comentó María, sosteniendo la mano de su amado.
Lo volteó a ver, como si dijera "Al igual que nosotros"
*Mua*
Bell la beso en la frente y la rodeó con su brazo izquierdo.
-Sí... felicidades, Rye-Las sinceras felicitaciones de Bell salieron desde el fondo de su corazón.
Sujetó la perilla de la puerta y la cerró lentamente.
-Hay que darles su espacio, no deseo interrumpirlos-Informó a su pareja.
-Lo comprendo-Contestó.
-Iré a por Daphne y Cassandra, luego vendré a verlos. Entre los hombres debemos proteger el romance-Explicó.
-Fufufufu. Lo entiendo, yo me quedaré aquí, Bell-Sama-Respondió María.
El peliblanco asiente y le da la espalda. No obstante, ella lo sujeta de la mano.
Él voltea y...
*Mua*
Lo besa en la mejilla, poniéndose de puntas para alcanzarlo.
Bell se sonroja, aunque menos intenso que antes. Sabe que no puede mantener esa actitud de conejo asustado por siempre.
-Ya puede irse, Bell-Sama, obtuve lo que quería. Suerte con esas dos chicas, espero gustosamente recibirlas en la familia Cranel-Dijo, inclinándose ligeramente a adelante a manera de reverencia.
Bell niega con la cabeza y manos.
-¡N-No creo que ellas tengan esa intención!-Externó, apenado.
-Fufufu. No comprende el corazón de una dama, Bell-Sama-Comentó la cuidadora, burlándose de él y abandonándolo en la sala del hospital.
El joven conejo permaneció de pie, en silencio.
Dio un largo suspiro.
"Por favor María, no te unas al grupo de "Buscadoras de novias" que Shakti y Tiona están inaugurando. Ya te dije que es difícil satisfacerlas y entre más sean, la dificultad será mayor..." Pensó, relacionando esa actitud de su nueva novia con la de la capitana de la familia Ganesha, la segunda chica en unirse al harem, y la amazona perteneciente a la familia Loki, siendo la cuarta novia oficial.
-Supongo que no puedo escapar de mi destino. A ver cuántas chicas me depararán en el futuro-Él empezaba a rendirse, que sea lo que dios, Zeus probablemente, quiera.
Se alejó del primer piso, subiendo las escaleras para llegar al segundo.
Por alguna razón, entre menos era la distancia entre las dos chicas de la familia Apolo y él, la voz de su abuelo repetía rápidamente...
"¡Harem! ¡Harem! ¡Harem! ¡Pelirrojas malhumoradas! ¡Tímidas sexys! ¡Es un dos por uno nieto mío! ¡Vamos a la carga!".
Muchos fetiches eran confesados en un solo pensamiento, y lo peor de todo es que, como sucede en la mente de Bell, estos eran meramente el reflejo de lo que él quería, claro que eso fue inculcado por su abuelo desde pequeño, no podemos culparlo por todo.
Última habitación del segundo piso. Lugar de descanso y recuperación de Daphne y Cassandra.
-Ugh... todavía me duele el pecho. Al menos no hay cicatriz-Comentó la pelirroja, levantando su camisa y enseñando la zona debajo de sus pechos donde la espada de Jacinto fue incrustada hace unas pocas horas.
A quien se le dirigieron esas palabras guardó silencio, llevaba así varias horas, mirando al suelo con una expresión apagada, casi sin vida, como si se sumiera en sus pensamientos sin aparente intención de abandonarlos.
Esto fue notado por Daphne, quien trataba de hacerla reaccionar al actuar de forma familiar con ella y así promover un diálogo para poder saber qué le sucedía, sacándola primero de ese trance, claramente.
-Supongo que regresar a la familia Apolo ya no es una opción. Me pregunto... ¿Qué haremos ahora?-Lanzó la pregunta al aire, moviendo sus piernas de adelante a atrás y mirando al techo.
Como sugería la tendencia ultimada, Cassandra seguía sin expresar palabra alguna.
Sin embargo... de una cosa estaba segura la pelirroja y es que... seguramente esa actitud se relaciona con alguno de sus sueños premonitorios. Esa personalidad decaída que aparta a los demás se ha presentado tantas veces que poco a poco se fue acostumbrando, no obstante, hasta a penas ayer comenzó a tomarla en serio. Es por eso que se interesaba en lo que la peliazul soñó porque, tal vez, solo tal vez, daría una pista del futuro venidero.
"El sol... el sol se extinguirá..." Pensó la chica, sintiendo un escalofrío recorriéndole la espalda.
Su miedo recaía, no en la muerte de Apolo, si no en que Bell Cranel sea el responsable.
Esa llama blanca de esperanza manchando con sangre sus manos, llenando de corrupción y negrura lo que significaba para la humanidad, yendo contra de los ideales que forman a los héroes y los convierten en símbolos de esperanza, en metas a alcanzar, en modelos a seguir.
Durante su sueño el conejo blanco que la guió a la llama en su premonición anterior, preguntándole si protegería lo que ama, apareció.
Este era sostenido por una extraña figura difuminada de color gris platinado, quien lo abrazaba y cubría, evitando que este actuara.
La silueta del color antes mencionado infundía terror en el corazón de Cassandra, paso a paso caminaba hacia una vela en el centro de la habitación, la cual era la única fuente de luz. Se inclinó, acercando sus delicados labios a la llama y, tomando aire brevemente... sopló...
La vela se apagó, entre los chillidos del conejo que, sí bien era difícil saberlo con exactitud, lloraba para evitarlo.
No era capaz de identificar lo que esa criatura platinada era, solo aseguraba que el conejo era Bell y... la llama era Apolo.
Y es por eso que, llego a la conclusión de que...
-El sol se apagará... su muerte está escrita y nada ni nadie lo evitará... ¿Al conejo se le culpará?-Interrogó, murmurándolo en un tono de voz extremadamente bajo para que su compañera no la escuchase.
Aunque... a pesar de centrar su atención en eso... olvidó un detalle importante...
"La llama formaba la silueta de una máscara... la cual se convirtió en un craneo conforme esta se extinguía..." Recordó, cuestionándose el significado de esto.
Eran demasiadas interrogantes que apresaban la consciencia de la joven.
De algo estaba segura... ¡No permitiría que Bell Cranel sea corrompido por el odio y la venganza!
-Sinceramente no me molestaría pertenecer a otra familia, tal vez empezar de nuevo en una de bajo rango para recordar lo que es la libertad y disfrutar las aventuras como antes de unirnos a Apolo. He olvidado la emoción de ser aventurera, esa que abundaba en mí cuando arribé a Orario hace años-Comentó Daphne, considerando el 100% de sus posibilidades ahora que era virtualmente imposible que Apolo las aceptara de nuevo, aunque tampoco era como que ellas se muriesen de ganas de que eso ocurriera.
-Poseer libertad... mantenerla intacta... menos responsabilidades-Agregó, extendiendo la mano como si tratara de alcanzar ese ideal.
-Suena realmente tentador-Agregó, sonriendo y volteando hacia su amiga.
-N-No podemos unirnos a otra familia, todavía está el falna de Apolo-Sama en nuestras espaldas... y dudo mucho que él acepte amablemente retirárnoslos-Respondió Cassandra, abandonando el silencio.
-Vaya, creí que nunca volverías a cruzar palabra conmigo-Dijo de manera irónica su compañera.
-P-Perdón...-Contestó la peliazul.
Daphne estiró sus brazos y se dirigió hacia ella, sentándose a su costado para acompañarla.
-Honestamente, a mí no me molestaría permanecer como nivel 2 si eso significa que nos alejemos de Apolo-Sama. Es un pequeño precio que estoy dispuesto a pagar. Además, eso no significa un problema, incluso como niveles dos podemos formar grupo con otros aventureros y obtener jugosas ganancias. De ese modo, en unos años, viviremos plácidamente sin preocuparnos por el dinero-Expresó la pelirroja. El símbolo de Valis se manifestó en sus ojos mientras formaba sus dedos para hacer alusión al dinero. Las metas de esta chica eran fundamentadas, ser un aventurero no es un trabajo que te permita vivir una vida larga y plena, por lo que retirarse joven era verdaderamente tentador.
Cassandra, durante este intercambio unilateral, no quitaba la atención de la puerta, aguardando a que esta se abriera y los mechones blancos del conejo se asomaran, alertando de su llegada.
-Él estuvo en tu sueño ¿Cierto?-Preguntó Daphne.
-¿Eh?-La otra chica rompió el contacto visual y la atendió.
-Bell, tuviste otra premonición en la que un suceso aparentemente malo pasaría-Declaró.
Cassandra, cabizbaja, asintió.
-Entiendo, eso explica tu depresión-Respondió su amiga.
-Es que... no deseo que por culpa de nuestro encuentro... como si del karma se tratara diciéndome que no merezco ser feliz... se dé entrada al fin del héroe y la muerte del sol... por más que le guarde rencor a Apolo-Sama... no le deseo la muerte-Explicó.
Daphne posó su mano en la cabeza de la chica y le revolvió el cabello amistosamente.
-Eres demasiado amable, siempre ha sido así y dudo que eso cambie algún día porque... es un rasgo que muchos deberían tener-Opinó.
-Comprendo tu preocupación, el ataque al orfanato representaría motivo suficiente para masacrar a la familia Apolo... si de un aventurero fuerte común se tratase...-Declaró.
-¿Cómo...?-La última parte de aquello sembró duda en la peliazul.
La chica pelirroja sonrió y, preparándose a hablar, se explayó en su respuesta para dejar en claro a lo que se refería.
-He de admitir que a primera vista ese chico es llamativo, pero entre los múltiples adjetivos para describirlo es imposible que entre ellos se halle "vengativo". Desde que cruzamos palabra pude comprender que... hay una chispa en él que inspira confianza y calidez a los demás, sucedió conmigo. En otras condiciones hubiese permanecido del lado de Apolo-Sama para no abandonar mi posición que tantos años de trabajo me costó, mucho menos me arriesgaría por un incierto futuro ofrecido por un extraño. Sin embargo... no sé por qué, pero antes de saberlo, ya caminaba al lado de él, siguiéndolos lejos de la mansión del sol. Dudo que un hombre que contagie a los que lo rodean de esa manera con sentimientos puros, pueda siquiera pensar en dañar a los demás. Él buscaría otra solución y no recurriría al asesinato. O al menos es el modo en que percibo las cosas...-Explicó lo que cruzo por su mente ese día en la sede del dios del sol, la impresión que ese muchacho peliblanco le dio.
Cassandra se quedó sin palabras, no se imaginaba que esa fuese la razón por la cual ella la acompañó esa noche.
Asombrada, lanzó el siguiente cuestionamiento.
-Tú... ¿No lo odias ni me odias? Al actuar imprudentemente estuvimos al borde de la muerte... lo normal sería que nos guardaras rencor y...-.
*pub*
-Deja de decir tonterías-Pidió Daphne, pinchándole la mejilla con el dedo índice y silenciándola.
-¿Qué no escuchaste lo que dije? No hablaría tan bien de él si le guardara rencor o estuviese enojada. En serio, en ocasiones hacer preguntas muy tontas-Dijo, blanqueando los ojos.
-P-Pero...-Cassandra quiso replicar, sin embargo...
-Cada quien es responsable de sus decisiones, así tengas resultados beneficiosos o catastróficos. La mía fue seguirlos y tomar la mano de Bell, nadie me obligó ni amenazó para hacerlo, yo y solo yo soy la culpable del daño que sufrí y las consecuencias que acarreó esa elección-Justificó, quitándole un peso de encima.
-A parte, como te comenté... Bell me inspiro confianza de que, si lo acompañaba, podría ver el amanecer de un día mejor... eso fue lo que me hizo creer en su ideal y tomar su mano-A medida que respondía, las mejillas adoptaban el color de su cabello.
Una pequeña risita fue emitida por la peliazul.
-¿Eh? ¿Qué es tan gracioso?-El objeto de burla ladeó la cabeza en confusión.
-Fufufu. Sonó a lo que una novia diría para contar por qué decidió unirse a un hombre-Contestó.
Un quejido provino de la "novia" según la comparación, sonrojándose en gran medida y convirtiéndose en un manojo de nervios.
-¡¿AHHHHHHH?! ¡DE NINGUNA MANERA! ¡JAMÁS EN LA VIDA! ¡NI EN UN MILLÓN DE AÑOS! ¡DICES PURAS TONTERÍAS!-Replicó a los gritos, agitando los brazos desesperadamente.
-¿Por qué son "puras tonterías"? Es... lindo que hayan personas que hablen tan bien de ti así como hiciste con Bell... y... estoy segura de que él sería la pareja ideal para cualquier chica-Comentó Cassandra, opinando sobre Bell como novio a la vez que se ruboriza.
Los labios le temblaban a la compañera y, cerró sus ojos para tratar de calmarse, a ella y a su alborotado corazón.
-Yo... no me visualizo en el futuro siendo la novia de alguien... ese tipo de cursilerías jamás han cruzado por mi mente ni me han interesado... aunque he de admitir que, al ser rescatadas del incendio del orfanato, por un breve instante, recobre la consciencia y presencié el esfuerzo de Bell para salvar a sus seres queridos, sin recibir nada a cambio, sin siquiera dudar... es... increíble que pueda alcanzar tales extremos con tal de salvar a quienes ama, arriesgar tanto, incluso la vida, por todos... incluyéndome... fue... reconfortante y me sentí realmente protegida... me alegra conocerlo, un individuo tan bondadoso, y es gracias a ti, Cassandra-Relató Daphne, concluyendo la travesía de su cuento en un sincero agradecimiento hacia su compañera, ya que fue quien trajo a Bell a la mansión del sol y pudo entrelazar su camino al de él.
Instintivamente juntó las manos delante de la nariz y sonrió al rememorar la escena y los detalles de la misma. Ese actuar es semejante al de las doncellas enamoradas que abundan en las historias de ficción al conocer a su alma gemela. Solo que... en la vida real.
Un gesto amable se presentó en la peliazul, feliz de que pudiese entregarle al menos un poco de lo mucho que ella le ha dado. Por primera vez se le agradecía y no se le culpaba, esa era una nueva sensación para nuestra amada chica tímida que perdió las ganas de morir cuando el rayo de esperanza posó su luz sobre su herido y temeroso cuerpo.
Una sonrisa sincera se dibujó en sus labios por primera vez desde que Daphne la conoció hace unos ayeres.
-A mi... me encantaría tener ese tipo de relación con Bell...-Se sinceró.
-¿Eh?-El acto de dulzura extrema de la amiga se desvaneció para sembrar duda y sorpresa.
-Sé que... de estar juntos de ese modo... te aseguro que me esperará un futuro feliz... eso que tanto añoré... en mis visiones vi... que si me quedo a su lado... él le daría luz a mi voz... por eso protegí lo que ama... para que salga de este pesar... para que... las pesadillas que tanto me atormentan sean reemplazas por dulces sueños en los que él y yo seamos protagonistas...-Agregó, sacando humo de la cabeza conforme finalizaba su respuesta.
-¿A-Are? ¿Quién eres tú y qué hiciste con la Cassandra que conozco? ¡Esa chica tímida y callada no hablaría abiertamente de un tema tan vergonzoso como lo es este!-Reclama Daphne, palideciendo y gritando vehementemente.
-¡E-Estoy ofendida de esa percepción tan mala que tienes de mí!-Recriminó la peliazul, tapándose la cara a consecuencia de su pena.
-¡Ujum! Me disculpo, es solo que me tomó desprevenida. A pesar de que somos amigas, no hablas de tus sentimientos y tiendo a intuirlos. Es... reconfortante que eso vaya cambiando-Explicó la pelirroja.
-Y dime... ¿Es por eso que lo quieres? No mencionaré el amor porque es un sentimientos más profundo, pero... "querer" es un buen inicio-Agregó, preguntándole si es por eso que los sentimientos hacia Bell Cranel se originaron.
-Fufufu ¿Por qué necesitaría otro motivo? Bell creyó en mí cuando nadie lo hacía... me defendió al igual que tú lo hacías... sin siquiera saber las condiciones... ni conocernos... si así fue ahora... más adelante solo puede ser mejor y... estoy dispuesta a caminar hacia ese futuro así tuviera los ojos vendados porque sé que la felicidad me esperará...-La mirada repleta de ilusión en Cassandra brillaba como nunca antes.
Pero... esto cambió de repente, nublándose a los pocos segundos.
-Y-Y tengo miedo... ¡Jamás me le he confesado a un hombre! ¡Ni siquiera he cruzado palabra con uno por más de 1 minutos! ¿C-Cómo debería afrontar mis sentimientos? ¿Cómo hacérselo saber? ¡No lo sé!-Entró en pánico. A la amiga le causaba gracia lo bipolar que actuaba.
-Fufufufu. Te ayudaré en lo que sea necesario para que caiga en tus encantos. Eres muy hermosa, dudo que sea capaz de resistirse a ti, solo tente confianza y verás que lo conquistarás en un pestañeo-Daphne le mostró su apoyo, guiñándole el ojo y levantándole el pulgar. No mentía, ella sabía que detrás de esa barrera de inseguridades se escondía una hermosa chica en busca de florecer.
-Daphne-Chan...-Emocionada, la peliazul la nombró.
-A-Aunque te recomiendo que no me eches toda la responsabilidad, como te dije, el amor no es un tema en que esté especializada-Recordó la compañera, bajándole sudor de la frente y deteniendo los ánimos producidos por su declaración inicial.
Mientras la conversación entre las dos chicas se desenvolvía con naturalidad, la puerta de entrada crujió, avisando de la entrada de un visitante.
Ambas voltearon para ver de quién se trataba y... ¿Quién más podría ser?
-Hola...-Saludó el conejo, asomándose lentamente y levantando la mano amablemente.
Ya enterándose de que se despertaron, entró por completo a la habitación, cerrando la puerta detrás suyo.
-¿C-Cómo están? ¿Se sienten mejor? ¿Necesitan algo? Si es ese el caso háganmelo saber, por favor-Dijo, mostrándose servicial ante las féminas.
Daphne negó.
-No creo que...-Antes de siquiera responder, una brisa le empujó el cabello e impactó en su rostro.
Y...
-¡PUAH!-.
*¡PAM!*
Un golpe sólido hizo eco en el cuarto de hospital, interrumpiéndola.
-E-Esto dolió...-Dijo el peliblanco, abriendo los ojos lentamente y sintiendo un dolor fuerte en la nuca, también un peso encima suyo.
-¡¿C-Cassandra?! ¡¿Qué haces?! ¡Está bien que quieras conquistarlo, pero eso no justifica que actúes de forma tan desvergonzada e irracional! ¡Tonta!-Reclamó la pelirroja, hecha un tomate de lo sonrojada que se ponía. También le salía humo de orejas y cabeza, como si de un tren a vapor se tratase.
-¡Por favor! ¡Por favor no extingas al sol y embarres tus manos en inmundicia! ¡No permitas que la venganza envenene tu alma! ¡Así la llama sea tenue y manchada por el odio, no cedas! Por favor... mantén intacta tu pureza...-Rogaba la peliazul, entre lágrima, que caían una a una e impactaban en la cara del chico, quien la escuchaba atentamente a pesar de que no comprendía ni la mitad de lo que decía.
-E-Está bien... n-no lo haré...-Respondió lo primero que le vino a la mente.
-¡No luces convencido!-Le recriminaron.
-¡¿Entonces qué quieres que diga?!-Bell cayó en la desesperación lo exasperante que era la ex hija de Apolo.
-¡Ya déjalo!-Daphne jaló a la inestimable chica, quitándosela de encima al asustado conejo a quien le aumentaba la confusión a medida que pasaba en tiempo.
-¡Cálmate!-Le ordenó a Cassandra.
-P-Pero...-.
*¡Plaz!*
La pelirroja la abofeteó.
-¡Eso dolió!-Recibió la queja.
-¿Ya estás tranquila?-Preguntó.
-S-Sí-Respondió la peliazul, sobándose la mejilla roja e inflamada. Tal vez se le pasó la mano a su amiga a la hora de hacerla entrar en razón.
Bell se levantó, acariciándose la nuca que le dolía en demasía por el golpe.
-Al menos he de opinar que lucen completamente bien, esa energía no la tendría cualquiera-Comentó.
-No fue nada grave, pudo ser peor-Respondió Daphne, despreocupadamente.
-Estamos bien. Sin ninguna clase de secuela-Complementó Cassandra la respuesta anterior.
-Me alegra que no haya sido así...-Expresó el peliblanco, exhalando, aliviado de la buena salud del dúo.
Habiendo puesto de pie por completo, regreso al suelo, apoyando las rodillas en este e inclinando la espada hacia adelante, posando las manos sobre el piso en posición de dogeza ante la mirada de las hermosas mujeres enfrente suyo.
-Yo... ¡Pido perdón por provocar esto! ¡Es culpa mía que se metieran en este embrollo! Si no se relacionaban conmigo, tal vez...-Se disculpaba airadamente, bajando el volumen de su voz antes de concluir su discurso de arrepentimiento.
A pesar de que Maria le dijo que probablemente no lo odiaran, él consideraba idóneo abogar por su perdón para no dejar ninguna duda de que se siente mal debido a cómo se desarrollaron las cosas desde que las conoció, las robó y las llevó a su casa.
Las chicas intercambiaron miradas para después regresarlas al muchacho a sus doce.
-No te guardamos odio ni nada que se le asemeje, así que, por favor, levanta la cabeza-Dijo Daphne, agachándose para estar a la misma altura que él, dado que le incomodaba que estuviese a sus pies.
-Es que...-Quiso replicar.
-No hay nada que perdonar, Bell. No le cargamos la culpa de absolutamente nada-Esta vez Cassandra fue quien tomó la palabra.
-Solo deseo que... te alejes de Apolo-Sama. Nada bueno saldrá de tomar represalias en su contra-Adicionó, externando la incomodidad que le causaba imaginárselo cerca ese malévolo dios del sol.
El cuerpo del conejo sufrió de un espasmo.
-Jeje... ¿C-Cómo les explicó que eso estará difícil?-Dijo, despertando las alertas de las féminas, quienes acercaron en extremo sus caras a la de él, curioseando en el trasfondo de esa simple respuesta.
-¿A qué te refieres?-Interrogaron al unísono.
Bell tragó saliva, preparándose para dar el contexto completo de lo sucedido en el tiempo que pasaron en el hospital.
-V-Verán... es gracioso si no se lo toman tan en serio...-Se rascó el costado de la cabeza y vociferó ese terrible inicio.
Los cuatro ojos de enfrente no parpadeaban en lo absoluto.
-Yo... lo reté a un juego de guerra...-Confesó.
-¿Q-Qué...?-Salió de las bocas del par, sintiendo que la vista se les nublaba y las piernas les temblaban.
A ritmo semi lento cayeron de espalda al recibir esa noticia. No daban crédito al tamaño de estupidez que ese conejo impulsivo y descarado realizó.
En un rápido movimiento, el joven héroe las sostuvo antes de tocar el suelo, sujetándolas de la cintura.
-¡!-Daphne se convirtió en un manojo de nervios cuando sintió el contacto en su parte trasera, no tan abajo como para considerarse manoseo, pero si lo suficientemente cerca para alterarle el corazón.
-¡¿Fueeeeh?! ¡S-Suéltame! ¡Suéltame!-Vocifetaba vehementemente, retorciéndose para zafarse del agarre al ser presa de la vergüenza.
-¡Voy! ¡Voy! ¡Solo ten cuidado!-Respondía el peliblanco, siendo golpeado en varias ocasiones por los manoteos de la pelirroja.
Mientras tanto, del lado de Cassandra, si bien sufría los mismos síntomas que su compañera, ella no opuso resistencia.
-G-Gracias por evitar que nos desmayáramos...-Agradeció, recordando el por qué de eso.
-Un momento... ¡Bell! ¡¿Por qué lo retaste a ese juego de guerra?! ¡¿Cómo pudiste?! ¡No perteneces a ninguna familia!-Reclamó airadamente tan pronto recobró la consciencia.
-¡Concuerdo! ¡Fue una tontería! Además... ¡Apolo-Sama no aceptaría un reto que no ganaría!-El mar de reclamos lo continuó Daphne.
Las 4 manos lo jalonaban de la camisa como si se tratara de un muñeco de trapo.
-D-De hecho... él ya aceptó...-Reveló.
Durante la respuesta, sacó del bolsillo la hoja en que se avalaba la creación de la "Familia Cranel", enseñándoselos.
-Sé que suena a una mala broma, pero es la verdad. Oficialmente soy el responsable de una familia y a Apolo no le quedo de otra que aceptar el resto. Sobra decir que lo tuve que amenazar para que diera el sí-Informó.
La hoja de papel fue arrebatada de sus manos por Daphne, quien deseaba leer a detalle ese documento y el contenido.
-Esa clase de vacíos legales resultan beneficiosos si los sabes aprovechar...-Fue lo que opinó.
Su costado recibió el jalón de la peliazul, llamándola.
-Mira-La susodicha señaló en la parte de en medio del registro, donde el nombre "Eina Tulle" fue escrito en el apartado de "Miembros de la familia".
-Es la única forma de librarse de Apolo y recibir otro falna...-Comentó, sujetándose la barbilla y considerando seriamente la locura en la que se meterían.
Cassandra asintió.
-¿Qué pasa? ¿Dijeron algo?-Bell preguntó, acercándoseles.
-¿De casualidad tienes un lápiz?-Daphne respondió al cuestionamiento con una solicitud extraña.
Bell ladeó la cabeza.
-Eina me dio uno cuando puso su nombre, aquí lo he de tener...-Dijo, sacándolo de su bolsillo y siendo arrebatado tan pronto lo enseñó.
-¿Qué hacen...?-Preguntó cuando ambas escribían a gran velocidad sobre el papel.
De repente la hoja se posó a escasos centímetros de su nariz.
-¡Listo! ¡Oficialmente pertenecemos a la familia Cranel y lucharemos en el juego de guerra!-Declararon al unísono, inflando sus pechos repletos de confianza y sin la intención de recibir "No" por respuesta.
-¡De ninguna manera!-El conejo hizo una equis con las manos y movió al cabeza de lado a lado.
-Es muy peligroso y recién se les dio de alta, no permitiré que afronten ese peligro-Agregó, dando el por qué de su negativa.
-Es nuestra decisión unirnos a tu familia. ¡Así que no nos importan los riesgos! ¡Pelearemos!-Expresó la pelirroja, posando ambas manos en la cadera.
"¿Eh? Prácticamente nos unimos a la familia Cranel, eso no nos haría... ¿Familia? O... ¡¿NO ES COMO SI ESTUVIÉSEMOS CASÁNDONOS CON ÉL Y ADOPTANDO SU APELLIDO?" Se dio cuenta de ese detalle que no considero a la hora de firmar. Aunque era una idea bastante tonta ya que los dioses forman sus familias y no necesariamente el decir que perteneces a una significa directamente que te casas con ellos.
-El destino que añoro alcanzar está a la vuelta del camino. No permitiré que se me arrebate ni que dependa de otros. Yo igual actuaré a mi propio beneficio-Respondió Cassandra, sonriendo y enseñando en esa expresión, impropia de ella, confianza y deseos de luchar.
Ante la resolución de las ex hijas de Apolo, Bell cedió, cesando en sus intentos de convencerlas de abandonar esta batalla.
En cierta medida sintió alivio, entre más sean, el terreno a cubrir será reducido. Él procuraría luchar contra los oponentes de mayor fuerza al desconocer el potencial de sus compañeras en esta guerra de familias.
Sin embargo, eso también significaba que habría más piezas a considerar a la hora de planear la estrategia.
-Si te preocupa la sinergia entre nosotros, puedo ayudar. He sido capitana de escuadrón muchas veces en expediciones. Déjame la logística-Daphne sonrió y se señaló, informando de la experiencia que poseía en el liderato de grupos de batalla.
Un foco se encendió en la cabeza del conejo.
-Cassandra... ¿En qué te especializas?-Preguntó.
-¿Yo? En magia de apoyo, también puedo curar heridas y eliminar maldiciones. Aunque... soy buena con el arco, o eso creo...-Respondió, dando una visión general de sus habilidades como aventurera.
-Ya veo...-La maliciosa sonrisa en el peliblanco era producida por la formación de una idea en su cabeza.
"Cassandra puede ser ayudada por Riveria, en cuestión de magia no hay quien se le compare... y Daphne por Asfi, quien según Hermes-Sama es una excelente estratega, así entrenamos juntos. Aiz, si no mal recuerdo, se encargará del entrenamiento de Eina quien me dijo que era una espadachín... ¡Debo comentárselos!" Pensó, parándose de golpe.
-¡Me retiro! ¡Hay unas cosas que debo preguntar o favores que pedir! ¡Estoy seguro que mi novia Riveria y Asfi no se negaran! ¡A primera hora a mañana las buscaré para que se enteren de qué hablo! ¡Prepárense!-Dijo, retirándose a las prisas de la habitación. Sin siquiera permitir respuesta de las chicas, quienes lo observan yéndose.
"Pero antes... Rye, Roux y Fina merecen una disculpa..." Se dijo a sí mismo, tratando como objetivo la habitación de los infantes que abandonó minutos atrás.
Ellas suspiraron cuando al puerta por fin se cerró, sentándose al borde de la cama de hospital.
-Fufufu ¿Qué demonios fue eso? En verdad está loco-Comentó Daphne, riéndose de la actitud extraña del conejo que se fue saltando.
"Gracias por darle luz a mi voz..." Pensó Cassandra, ignorando los comentarios sarcásticos de su compañera.
Hablando de esta, ella se mordía el labio, cruzándose de brazos.
Todavía sentía la mano de Bell posándose a su costado y como el brazo de éste se envolvió n su cadera.
La temperatura de su cara aumentó drásticamente.
-¡DE NINGUNA MANERA!-Gritó, asustando a la peliazul y sacudiendo la cabeza fuertemente para borrar esa incomodidad y sentimiento que brotaba en su mente, pero el daño ya estaba hecho.
Primer cuarto del piso uno. Lugar de descanso de los niños del orfanato de María.
-No es necesario, Bell-Nii-Dijeron los infantes, mirando desde arriba a su "Hermano mayor", quien imploraba por su perdón.
-¡Claro que lo es! ¡Jamás repararé el daño que les causé y lo menos que puedo hacer es ofrecerles mis sinceras disculpas!-Respondió, sin despegar la frente del suelo.
Rye posó la mano en su hombro.
-No estamos molestos, Bell-Nii, ni te culpamos. En serio, no hay que rendir cuentas con nosotros-Dijo, dejándole en claro que, a pesar del dolor que sufrieron, no lo culpaban. ¿Por qué el hombre bueno se debe arrepentir y el malo burlarse?
-Yo... no seré capaz de verlos a la cara hasta que pueda expiar mis pecados... es por eso que, para que ese suceso no quede impune, reté a la familia Apolo a un juego de guerra, sé que no es lo mismo, que la muerte es el destino que deberían sufrir pero... no seré el responsable de eso, no he de actuar como verdugo... por más que desee hacerlos pasar por el mismo dolor que ellos les infundieron, no lo haré... porque eso mancharía la clase de héroe en la que me quiero convertir...-Respondió, llorando como si lo que dijese era algo que ellos no perdonarían.
"-¡Todo aquel que se relaciona contigo solo le espera la muerte!...-".
"-¿Cuánta gente debe de morir para que puedas ser el héroe que tanto deseas?...-".
"-Responde, Bell-Nii... ¿Cuánta gente debe sufrir para que alcances ese sueño? ¿No te bastó con tu tía, tu madre, tío, padre, abuelo? ¿Ahora también debemos pagar los platos rotos por tus actos?...-".
Las frases que Fina, Roux y Rye le dijeron cuando estaba inestable emocionalmente aparecieron en lo profundo de sus memorias.
-Bell-Nii...-Lo nombraron.
Ante esto, cerró los ojos, presionando sus párpados.
-Somos conscientes de ello, del ideal que deseas alcanzar. Por eso jamás te pediríamos algo así, no queremos ser los responsables de que abandones tu sueño, sería el mayor acto de egoísmo de nuestra parte hacia quien fuese nuestro salvador-Respondió Roux.
-La venganza y la sangre de esas personas mancharían todo lo que representas, no vale la pena-Fina concordó.
-Chicos...-Esas respuestas no eran las que preveía. Sin embargo... eso lo alegraba.
-Bell-Nii, sea cual sea la decisión que tomes, te apoyaremos-Dijo Rye. La confianza que le tenía no vaciló, ni ahora, ni antes ni nunca.
A Bell se le formó un nudo en la garganta y los abrazó.
*puf*
-En serio... son los mejores... me alegra que sean mi nueva familia... en serio agradezco que nos conociéramos...-Declaró, aferrándose a ellos y llorando a mares.
Los infantes correspondieron la muestra de afecto, dándole palmadas en la espalda.
María, quien presenciaba la reconciliación, le hacía feliz el resultado.
-Ara~ Ara~ me es grato que la relación entre ustedes y su padre se mantenga así de fuerte... esa unión será un fuerte vínculo que prevalecerá para siempre-Declaró, dando la bomba.
-¡Claro que sí, María! ¡Bell y nosotros somos inseparables! ¡Él siempre será nuestro...! ¿Padre?-La respuesta de Rye perdió la euforia, concluyendo en una pregunta.
Los pelos en la cola de Fina y las orejas de Roux se tensaron.
-¿Eh?-Salió de sus bocas.
Quedaron anonadados ante lo anterior.
Se limpiaron las orejas.
-M-María, no creo que...-Bell quiso razonar con ella.
-María... ¿A qué se refiere con que Bell-Nii es nuestro "Padre"?-Cuestionaron al unísono, frenando el diálogo del peliblanco.
La cuidadora se sonroja y, con la mano en la mejilla y emanando esa energía "Ara~Ara~" tan característica, se posó al lado del muchacho que consideraban un hermano y se tomaron de las manos.
-Resulta que... ahora soy novia de Bell-Sama-Confesó.
Un shock recorrió cada fibra en los niños.
La sala permaneció en un silencio aterrador.
Las bocas se abrieron de golpe, chocando el piso, como si de una caricatura se tratase.
-Pudiste darles la noticia en otro momento-Susurró el novio en cuestión a su pareja.
-El mejor era este. Entre antes lo supieran, menos problemas habrían-Contestó María.
Sin salir de la impresión, Rye habló.
-E-Esto significa que B-Bell-Nii ya no será Bell-Nii, si no...-.
Roux y Fina lo complementaron.
-¿Bell-Otosan...?-Usaron el honorífico de "Padre" al final del nombre del susodicho.
Les costaría digerir ese cambio.
"¿Eh? ¿Yo, padre? ¿Tan joven?" Pensó.
Por alguna razón, en la mansión crepúsculo, en la sede de la familia Ganesha, en ese mismo hospital de la familia Dian Cecht y en alguna parte de Telskyura hubieron varias féminas que se trazaron una meta.
"También quiero tener hijos con Bell..." Ese fue el pensar colectivo de Airmid, Shakti, Riveria, Tiona, Aiz y dos hermanas amazonas en una isla remota. Era como si su sexto sentido les avisara de que se les adelantaron, como si se presentara una perturbación en la fuerza.
-¡LA PRIMERA EN TODO!-Un grito resonó cerca de la habitación donde los niños, María y Bell se hallaban, seguido de el sonido de alguien acercándose.
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En la Torre de Babel, horas después de la visita de Bell al hospital.
La noche había caído en Orario y desde la habitación más alta de la imponente torre de la ciudad cierta Diosa de la belleza, que hacía honor a su título, vigilaba una ubicación en específico desde su enorme mirador.
A su derecha, un hombre grande e imponente yacía de pie. Se trataba de "El Rey" Ottar, la cúspide del poder en Orario en los tiempos recientes. Un boaz con cara de pocos amigos que era el capitán de la familia Freya, o sea, de la diosa sentada en el trono.
A la izquierda, una mujer realmente hermosa con cabello platinado, al igual que su Diosa, el cual le cubría la mayoría del rostro y que vestía un uniforme de color azabache, yacía parada. Su nombre era Helun, conocida como "La asistente de la Diosa". Ella se cruzaba de brazos, posando sus palmas una encima de la otra sobre su pelvis.
Freya, quien lucía pensativa y guardaba silencio, habló.
-Ottar... ¿Allen cumplió lo que le encomendé?-Le preguntó al boaz.
-Sí, cumplió su objetivo-Respondió a secas el capitán de la familia Freya, propio de él.
La Diosa cerró los ojos.
-Con esto seguramente Rye mejorará...-Susurró. La tensión la abandonó y pudo relajarse.
Helun participó en la conversación.
-Sí, la sangre de sirena surtió efecto-Comentó.
La deidad miró el rostro calmado y dormido de Bell Cranel, quien dormía plácidamente junto a los tres niños que cuidaba.
"De no recibir el tratamiento adecuado, él perdería la audición, o eso dijiste ¿Verdad, mi Odr?" Pensó, rememorando lo que el peliblanco le dijo en la mañana cuando visitó la sede de la familia Dian Cecht al enterarse del ataque de Apolo al orfanato.
Cuando él mencionó las secuelas que sufriría Rye, no pudo evitar actuar para minimizar el riesgo.
Sacándola de su hilo de pensamiento, Ottar interrumpió.
-Freya-Sama... ¿Cómo actuaremos contra Apolo-Sama?-Interrogó.
-Nada por el momento. Ese asunto no nos incumbe gracias a esto-Respondió Freya, extendiendo una hoja de papel del gremio.
Helun y Ottar la leyeron y...
-Juego de guerra...-Murmuraron, sin ocultar su sorpresa.
Freya asintió.
-El reto fue aceptado y las condiciones del mismo también. La siguiente semana dará inicio. Si Apolo gana, se quedará con Bell. Si la "Familia Cranel" sale victoriosa, la familia Apolo se desmantelará y él será desterrado. Sea cual sea el resultado, actuaremos cuando el juego de guerra finalice. Lo único que cambia es ver de qué modo pondremos manos a la obra-Informó, completamente seria.
-Freya-Sama... ¿Por qué arriesga tanto por él...?-Interrogó Helun. Desde que su Diosa lo conoció, se convirtió en su obsesión.
Freya la volteó a ver, el semblante sombrío y sin emoción aparente aterró a la asistente.
-Esto ya no se trata solamente de él, Helun. Apolo hirió a las personas que quiero, gente inocente que no merecía sufrir, no dejaré que eso quede impune, le produciré una cantidad masiva de dolor que le hará implorar por abandonar este mundo y regresar a Tenkai-Respondió, perdiendo el brillo en sus ojos violetas, tornándose opacos y tétricos.
Ni Ottar ni Helun supieron cómo reaccionar. En muy contadas veces han presenciado a la Freya que se hallaba enfrente ellos, la que se molesta por algo ajeno a lo que capta su interés.
"Tal vez... está madurando..." Pensaron.
-Por cierto... ¿Por qué demonios Allen golpeó a ese aventurero?-Preguntó, recuperando su personalidad habitual.
El par se levantó de hombros, dando a entender que desconocían las motivaciones del hombre gato.
Esto provocó la risa de la deidad.
-Fufufufu. Supongo que sigue siendo un tsundere que se preocupa por su hermanita, no importa cuánto lo niegue-Opinó.
El capitán de la familia Freya y la asistente de esta misma ladearon la cabeza en confusión. Han escuchado a su diosa decir esa palabra muchas veces, pero siguen sin saber su significado. El lenguaje de los dioses es un enigma para los mortales.
-Olvídenlo. En fin, regresaré al bar. Mama Mia me mataría si me ausento por más de una hora en la hora pico y requerí de 20 minutos para llegar aquí-Dijo, parándose para abandonar el penthouse e ir a trabajar.
-¿La acompaño, Freya-Sama?-Preguntó Ottar.
La susodicha negó, descartando el ofrecimiento de su hijo.
-Deseo regresar sola. Caminar sin la compañía de nadie me ayuda a concentrarme-Contestó.
La puerta de la sala se cerró, dejando a la escolta en completa soledad.
Desde el mirador, Helun vigiló momentáneamente al joven que acapara la atención y el amor de su Diosa.
-Bell Cranel...-Lo nombró.
Por alguna razón, a pesar de querer odiarlo por hacer que su Diosa se rebaje al papel de una mortal, se le imposibilitaba.
-Eres... una existencia misteriosa...-Murmuró, concluyendo su monólogo interno.
De pronto la apariencia de la peliplateada cambió mientras se sentaba en el trono de la reina.
Ottar le dio la espalda.
Al caminar hacia afuera para volver a Folkvangr, una pregunta se repetía en su cabeza.
"¿Por qué... es tan parecido a él...?".
La imagen de Zald, el mayor rival al que El Rey se ha enfrentado apareció en sus memorias. Seguido de esta, como si los comparara, le siguió la de Bell Cranel, ese aventurero novato que captaba la atención de todo el mundo por todas las proezas que han logrado en poco tiempo y sin falna.
Cuando lo vio en el mar de llamas del Orfanato, le recordó a ese monstruo y su "Rea Ambrosia" infestando de fuego el campo de batalla.
Y la expresión de enojo que el peliblanco puso era idéntica a la de "Glotonería".
Ante los ojos del Boaz, ese muchacho reflejaba el heroísmo de las nuevas generaciones. Tal y como Zald dijo en su último enfrentamiento.
"-Pierda o gane... mi objetivo ha sido cumplido... aunque no lo creas... al igual que tú con tu diosa... yo también tengo a una persona que quiero proteger...-".
"-La nueva generación vencerá a la anterior...-".
"-Y la siguiente a esa a su predecesora...-".
"-Es así como surgen los héroes...-".
Rememoraba aquellos diálogos como si hubiesen dichos ayer.
-Una persona a la que quiere proteger...-Repitió.
Se froto los párpados y detuvo las comparaciones que no llegarían a ninguna parte.
-Lo he de estar imaginando. Él no tuvo descendencia...-Concluyó, dando por cerrado ese asunto y catalogándolo como una coincidencia.
"Sin embargo... ese cabello blanco... esa forma de pelear... es como si Silencio reviviera" Finalizó, recordando a Alfia.
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Sin imaginarse que... sus sospechas no eran del todo erróneas...
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Bueno, hasta aquí el capítulo de hoy, espero que sea de su agrado y dejen su apoyo como ya es costumbre.
Sé que esperan el juego de guerra, pero quiero darle un poco más de tiempo a este arco para llegar a la batalla final vs la familia Apolo. El siguiente capítulo será de entrenamiento y ya después de ese dará inicio el juego de guerra.
En fin, déjenme sus opiniones.
¿Cómo estuvo el capítulo? ¿Sí les gustó?
Buzón de sugerencias/opiniones/comentarios.
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Si desean leer más de mis fic pueden entrar a mi perfil y ahí encontrarán desde...
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Un One Shot en el que se nos relata lo que hubiera sucedido si Bell era cuidado por Alfia, Zald y Zeus ¿Será un futuro feliz? ¿Bell se convertirá en el último héroe como se lo prometió a su madre? ¡Averigüémoslo!
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Otro One Shot sobre una bella historia de amor entre una diosa y un mortal, que toma como punto de partida la película de "Danmachi: la flecha de Orión". Veamos la aventura en la que se embarca nuestro carismático protagonista después de haber perdido a esa diosa que tocó su corazón en muy poco tiempo, de la cual, se tuvo que despedir prematuramente.
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La hermosa Lefiya nos acompañará en este One Shot junto al conejo en una aventura que tendrá de todo. Amor, drama, todo lo que engloba a esta pareja tan dispareja.
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La historia de amor entra una hermosa hada y un conejo con dudas nacientes en su corazón tras un suceso inesperado.
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Un fic con un cuarteto amoroso muy raro, BellxTionaxFreyaxHelun.
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Una hermosa historia de amor entre una asesora y el aventurero a su cargo, BellxEina. ¿Su amor podrá superar el consejo que le dan a las asesoras sobre no enamorarse de los aventureros a su cargo? ¡Averigüémoslo!
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¡Una aventura de un héroe sin Falna le espera a nuestro protagonista! ¿Qué pruebas y dificultades habrán en su camino sin la bendición de un dios? ¡Descubrámoslo!
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Y mi primer y ya finalizado Fic, que va de la pareja de BellxSyr o Freya, el cual parte desde el rechazo de esta misma en el volumen 16 de la novela original, aunque claro... en este fic sabremos lo que hubiera pasado si Bell no la rechazaba, como el título indica.
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Sin más que agregar, yo me despido, espero que se echen una pasada a mi perfil y les agraden las demás historias en caso de no haberlas leído, eso es todo, hasta la próxima mis lectores.
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