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Capítulo 27.

Antes de empezar el capítulo quiero darle las gracias a mi compañero el buen memo-sanMX quien hizo las imágenes una noche antes de la fecha de publicación, todos alábenlo.
Aquí les dejo su Twitter para que lo sigan, hace imágenes muy geniales.

Sin más preámbulos, comencemos con este capítulo...
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Momentos antes.

-¿Eh? ¿A dónde irás? Ya es más de medianoche-Le cuestionaron los infantes.

-Dejé los frijoles en la estufa, ya regreso-Contestó.

-¿Eh? Pero si María es quien cocina...-.

*¡PAM!*

La puerta fue cerrada y varios pasos avanzando rápidamente se escucharon seguido de esto.

-¿Hay pociones?-Preguntó Rye.

-Sí, ¿Por qué?-Respondió Roux.

-Bell-Nii las va necesitar al regresar-Contestó el castaño, temiendo lo peor.

El par de niños salió de su habitación, observando a su "Hermano mayor" huir a toda prisa en pijama, abandonando el orfanato al que todos los habitantes de este mismo llamaban hogar.

Tanto Rye como Roux abandonaron de igual manera su habitación, cerrando cuidadosamente la puerta de la misma para evitar despertar al resto de niños en el orfanato, al igual que a Maria, Cassandra y Daphne.

Se dirigieron a la sala de estar, esculcando entre un gran baúl donde Bell almacenaba todo lo relacionado a sus aventuras. Ahí estaban sus dos espadas, su armadura, una bufanda de piel de Goliath que se veía muy antigua, y varias cosas más.

-¿Las encontraste?-El/La pequeño/a elfo se asomó desde detrás de Rye, cuestionándole lo anterior.

-Nada. Supongo que se las acabó. Aunque si tenemos en cuenta que siempre que regresa de una aventura está herido y con la ropa casi deshecha no me sorprende que se haya terminado todas sus pociones de curación. Además ¿Quién las necesitaría si tienes a la mejor curandera de la ciudad como novia?-El humano de pelo castaño cerró el baúl mientras respondía.

-Supongo que quedará rezar por el bienestar de Bell-Nii, sus novias son muy hermosas pero varias dan miedo, sobretodo Airmid-Nee, desprende un aura aterradora cada que escucha el nombre de una chica a la que nuestro hermano mayor conoció-Opinó Roux, temblando ligeramente a la vez que la figura de la peliplateada cruzaba por su mente a manera de recuerdo.

-Sí... tienes razón...-Esos mismos síntomas se presentaron en Rye, el cual sintió un escalofrío recorrerle la espalda.

El par conversaba sobre aquel tema, regresando a su habitación y superando que Bell no las necesitaría al retornar al orfanato, sin embargo, un ruido les llamó la atención.

*Toc, toc, toc*

La puerta principal fue golpeada un total de tres veces de manera delicada y con tacto.

Esto causó confusión en los infantes, quienes no daban crédito a una visita a alta hora de la noche.

Tras intercambiar brevemente miradas, el silencio entre ellos se rompió.

-¿Será Bell-Nii? No han pasado ni 5 minutos desde que se fue-Preguntó Roux, abriendo paso a dicha posibilidad aunque, a pesar de ello, se le hacía extraño.

Rye se sujetó la barbilla, pensativo.

-Hmm, no podría ser nadie más. Probablemente se olvidó de algo. A lo mejor se percató de que iba en pijama a ver a sus novias, se avergonzó y volvió para vestirse de una forma más idónea-Contestó, soltando una risita al imaginarse dicha escena.

Asintieron, considerando que esa era la opción más viable y caminaron a la puerta, evitando, nuevamente, despertar a los demás. El crujir de las maderas que pisaban paso a paso era minúsculo a comparación con el golpeteo repetido de la entrada.

-Ya vamos Bell-Nii, no tienes por qué insistir tanto-Se quejó Roux, suspirando ante la desesperación de su hermano mayor.

El humano de cabellera castaña posó su pequeña mano encima de la perilla y la giró. El rechinar de las bisagras no se hizo esperar tan pronto estas se extendieron para abrir.

Mientras la luz de la luna se filtraba por la apertura que cada vez se hacía más grande, una figura alta y delgada era visible, y la sombra del mismo cubría gran parte del suelo a su espalda.

Cuando iba a la mitad, la detuvo abruptamente. El corazón de los niños comenzó a latir desesperadamente y esa sonrisa que antes se dibujó en sus rostros fue cambiando progresivamente, resultando en una expresión de terror que se dibujó en todo su rostro cuando identificaron la identidad de aquel visitante nocturno.

Se trataba de aquel dios del cual las dos chicas de antes huyeron. El cual no poseía esa sonrisa burlona característica en él ni emanaba esa aura de pervertido que varias veces lo han descrito. No... él estaba completamente serio y varias venas en su frente se marcaban, siendo reflejo de la gran ira que lo abordaba.

-T-Tú no eres Bell-Nii...-Roux tragó saliva y dio un paso atrás.

Rye, como medida desesperada, trató de cerrar la puerta de golpe para que aquel dios no entrara. No obstante, algo se lo impidió.

Una enorme fuerza frenaba la trayectoria de la puerta tanto arriba como abajo de la superficie de la misma.

"No puedo cerrarla..." Pensó el castaño, aterrado.

Al costado de Apolo, un hombre de altura considerable, y un cabello largo que era amarrado con una liga, hizo acto de presencia. Al igual que su Dios, él irradiaba enojo. Se trataba del capitán de la familia.

-Es de mala educación cerrarle la puerta a alguien en la cara, pequeños-Declaró la deidad, dándole una señal a Jacinto.

Roux ayudó a empujar la puerta, tal vez el esfuerzo combinado lograría frenar el avance del aventurero. Esa fue una conjetura errónea...

Antes de que sus manos se posaran en la madera, al igual que su compañero, una increíble fuerza empujó a su dirección.

*¡PAM!*

El sólido golpe desprendió las bisagras y seguidamente la madera de la puerta.

El cuerpo del par de infantes salió volando junto con ella, sus pies perdieron el suelo y se proyectaron varios metros hacia atrás, hasta que la pared a sus espaldas frenaron el avance.

*¡PAM!*

El sólido impacto lastimó la cabeza y los huesos traseros de los niños.

-¡Gah!-Rye sintió el aire de sus pulmones siendo expulsado en un parpadeo.

Antes de siquiera ser capaz de quejarse del dolor, la madera se estrelló en su rostro.

*¡CRASH!*

Ambos cayeron al suelo, tratando de levantarse.

Varias gotas de sangre se deslizaron desde su nuca, frente y caras.

Roux tenía los ojos cerrados, siendo presa del dolor.

Rye, por su parte, luchaba para reintegrarse.

El ruido producto de aquella declaración de guerra hacia el orfanato de la calle dédalo despertó a sus inquilinos, quienes, ni cortos ni perezosos salieron de sus habitaciones.

María, Daphne, Cassandra, Fina y el resto de niños, tan pronto abandonaron los cuartos, se toparon con la escena y sus respiraciones se alteraron.

-Rye... Roux...-La Chienthrope, ignorando la presencia de Apolo, observó a sus amigos cubiertos de sangre y tirados en el suelo.

-Los niños de aquí tienen muy mala educación. Supongo que usted es la encargada. Debería enseñarle que es incorrecto cerrarle la puerta en la cara a un visitante. Más teniendo en cuenta que no se trata de cualquier mortal, si no de mi, el dios Apolo-Declaró la deidad, dando un par de pasos adelante y adentrándose al edificio.

La cuidadora tragó saliva, tratando de mantener la compostura. Estaba enojada, sí, pero un movimiento en falso y está situación podría escalar a niveles inimaginables, lo cual no le convenía y no deseaba alcanzar debido a que hay niños a su cargo. Una batalla en estas condiciones o una discusión airada podría desembocar en sus muertes.

-Apolo-Sama...-Cassandra abrazaba su brazo y lo presionaba al pecho, aterrada por la presencia de aquel individuo.

El ceño de Cassandra se frunció cuando hizo contacto visual con Jacinto.

Fina quiso correr a auxiliar a sus amigos pero una mano se posó en su hombro.

-¡Ugh!-Una fuerte presión fue puesta en dicho sitio, causando que la rubia cayera de rodillas por el dolor.

-¡Fina!-María, al percatarse de eso, se dio la vuelta y trató de ir a por ella.

No obstante...

-Te recomiendo mantenerte en silencio y no hacer ningún movimiento estúpido-Una hoja afilada se posó en su cuello.

-Bien hecho Luan, no hay nada que odie más que una mocosa llorona-Apolo felicitó al hobbit por silenciar a la Chienthrope.

-Y usted... no ha respondido a mi consejo. Ahora veo por qué son tan groseros esos muchachos-La mirada se dirigió a la cuidadora, quien evitaba siquiera tragar saliva ya que ese diminuto movimiento podría resultar en un corte en su garganta por el filo de la espada que la apuntaba.

Un elfo de la familia Apolo se encargaba de retenerla.

-Hable-Ordenó, rosando su cuello. Ante esto una línea roja apareció. Solamente hizo falta un breve contacto para cortarle la piel.

-M-Me disculpo, Apolo-Sama...-Dijo, agachando la cabeza mientras temblaba de miedo y rabia por la humillación recibida.

-Fufufu-Él se limitó a reír.

-No he venido de visita ni nada que se le asemeje. Supongo que eso lo saben-Dijo tan pronto la sonrisa en su boca desapareció, siendo reemplazada por un rostro inexpresivo.

-Bell Cranel, ese idiota que se creyó más de lo que en realidad es cometió una grosería hacia mi persona y he venido a vengarme-Los puños de Apolo se cerraron, temblando por la fuerza infundida.

-Es por eso que... destruiré todo lo que ama...-Agregó.

Un vacío se sintió en el estómago de los presentes.

-Y desgraciadamente...-Jacinto dio un paso al frente.

Su objetivo era claro. Apuntaba a Rye y Roux, a quienes les guardaba rencor por el acto grosero hacia su dios.

El primero de ellos tomó la mano de el/la elfo y lo jaló a su lado, abrazándolo y retrocediendo con él para alargar la distancia.

"¿Protegerás lo que el conejo ama?" Esa pregunta resonó en la mente de Cassandra, quien era presa del miedo y se congelaba en donde estaba parada.

Cada crujir de las tablas tras el andar del capitán de la familia Apolo era escuchado por ella, los segundos pasaban y la separación se reducía.

-Ellos dos serán los primeros en pagar la grosería. Pero no se preocupen... a todos les llegará su turno-La sonrisa volvió al pelirrojo.

"¿Lucharás por lo que el conejo lucha?" Las palabras dichas en su sueño se repetían. El juramento que presenció.

"¿Te unirás a su causa?".

-¡TODO LO QUE HA CONSTRUIDO, CAERÁ! ¡TODO LO QUE AMA, MORIRÁ! ¡PERECERÁ!-Gritó Apolo.

"¿O permitirás que su llama blanca sea contaminada?".

-¡LAMENTARÁ LA HORA EN LA QUE SE ATREVIÓ A METERSE CONMIGO!-.

"Una decisión...".

"Dos caminos...".

"¿Es fuerte tu voluntad...?".

"¿Es tan grande el deseo de que te puedan escuchar...?".

-¡N-No te acerques!-El humano gritó, soltando lágrimas mientras se aferraba al cuerpo de Roux.

-Cassandra...-Daphne nombró a su amiga, quien yacía cabizbaja.

-Le daré todo de mi...-Susurró.

Otra pisada sonó al unísono a las de Jacinto.

-Protegeré lo que el conejo ama...-.

Se trataba de la peliazul, quien, ignorando la situación, avanzaba para interponerse en la trayectoria de su ex capitán.

-Protegeré lo que el conejo ama...-Repetía, en su intento de recolectar valor y no flaquear en su decisión.

Cuando por fin estuvo entre él y los niños, extendió los brazos, levantó la cabeza, arrugó las cejas y respiró profundamente, preparándose para hablar en voz alta, algo que casi nunca había hecho aquella callada y recatada muchacha que toda su vida vivió siendo esclava de sus visiones y silenciada por cada persona que la tomaba de loca a pesar de siempre intentar ayudar a los demás.

Esa amable mujer sería escuchada... no se acobardaría...

Si quería cumplir con su promesa, debía actuar.

-Yo...-.

-Yo...-.

Decía reiteradamente.

-¡PROTEGERÉ LO QUE EL CONEJO AMA!-.

-¡NO DEJARÉ QUE TOQUE A ESOS NIÑOS!-.

-¡NO PERMITIRÉ QUE NADIE ME ARREBATE EL DESTINO CON EL QUE TANTO SOÑÉ! ¡NI SIQUIERA USTED, APOLO-SAMA!-.


La sala quedó en silencio ante la nueva cara de la humana, una nunca antes vista ni por su mejor amiga.

El dios arrugó la frente.

-Admiro tu valor... pero no son más que palabras de una pobre muchacha antes de ser asesinada...-Comentó.

-¿Qué harás para detenerme? No tienes la fuerza, ni la voluntad, mucho menos la posibilidad de salir victoriosa. Únicamente pruebas mi punto... eres una maldita inútil en la cual jamás debí fijarme...-Adicionó, amenazando e hiriendo con sus palabras. Sin embargo, a la humana poco o nada le importaba lo que él le dijera.

-Estás sola...-Complementó.

-¡No lo está!-Daphne interrumpió.

Avanzó y se posó al lado de la peliazul.

-En serio espero que tengas razón esta vez, porque me la estoy jugando aquí...-Le dijo la pelirroja a su amiga.

-Yo creía que eras la más lista de las dos. Me acabas de confirmar que eres igual de estúpida que ella. Me decepcionas, Daphne...-Expresó Apolo.

-Su decepción por mí no significa nada...-Respondió, levantando los puños.

Sin armas.

Un nivel debajo de su rival.

Todo en contra...

Aunque... ninguna flaquearía.

-¡E-Esperen!-María quiso hablar, dialogar. Su espíritu amable y bondadoso no permitía que una batalla, o peor aún, muchas muertes, sucedieran en presencia suya. Quería intentar arreglarlo mediante el diálogo.

Pero... hay personas que no importa lo mucho que lo intentes, jamás aprenderán mediante palabras.

Cuando intentó frenar el conflicto venidero, soltándose de su captor al empujar la mano y zafarse del agarre alrededor de su cuello, algo sucedió...

Antes de interponerse...

*¡PUM!*

Un duro golpe contactó en el costado de su cara.

Sus pies perdieron el suelo, su cuerpo se elevó varios centímetros del mismo y se proyectó a la izquierda, al lugar contrario al que el puñetazo fue dado.

*¡CRASH!*

-¡MARÍA!-Rye gritó al ver a la cuidadora tirada en la cocina, lugar al que fue a parar tras el ataque.

No se movía...

Fue noqueada al instante, y con justa razón, ella no era más que una simple humana sin falna y por consecuencia, sin la fuerza, resistencia o los sentidos mejorados para reaccionar o aguantarse el dolor.

El llanto de los niños no se hizo esperar, mucho menos su miedo, al toparse con la escena.

La mujer que prácticamente ha sido su madre desde el primer momento que pisaron el orfanato se hallaba tirada y desfallecida sin señales de reaccionar.

Quisieron retroceder para regresar a sus habitaciones y ocultarse, pero más miembros de la familia Apolo les impidieron la entrada.

Cassandra y Daphne permanecían en silencio, sin dar crédito a lo sucedido.

Su nula reacción solo dejaba una opción para el responsable del daño.

-Jacinto...-Daphne apretó los dientes y los puños.

A pesar del corto periodo de tiempo, María le pareció una mujer agradable que por supuesto no merecía eso.

Hace menos de un segundo el capitán de la familia Apolo estaba enfrente del par de chicas ex miembros de dicha familia.

Y ahora se hallaba desenfundando su espada para terminar de una vez con la vida de la cuidadora.

-¡NO LO HARÁS!-La pelirroja se lanzó al ataque.

*¡Slash!*

Un corte a gran velocidad dejó una enorme línea escarlata de extremo a extremo en el torso de la aventurera de nivel 2.

-No te desesperes... tu castigo será peor por tu traición...-Amenazó.

-¡UGH!-Sin importarle, la pelirroja arremetió nuevamente, más con fuerza de voluntad que con fuerza física.

*¡Slash!*

*¡Slash!*

*¡Slash!*

Entre más intentaba acercarse, los cortes aumentaban de profundidad y la sangre se derramaba en mayores cantidades.

-¡Cassandra! ¡Llévate a los niños!-Daphne estaba consciente de que no ganaría, pero al menos quería darles tiempo a los demás al distraer al más peligroso de la familia Apolo por su nivel 3.

-¡Sí!-La peliazul corrió hacia donde Luan sostenía a Fina e intentó empujarlo. Ella no se caracterizaba por la fuerza física pero, en igualdad de condiciones, poseía más que el hobbit.

-¡AHHHH!-Antes de darle el puñetazo, una bola de magia la golpeó.

*¡BOM!*

Su costado fue quemado y su cabeza, por al velocidad de empuje, fue rota al chocar con la roca sólida de la pared.

Mientras la sangre se derramaba y el ardor de su lado izquierdo quemaba por el fuego, retomó su meta. Pero...

*¡Slash!*

Una lanza se clavó justo en medio de su abdomen, atravesándolo y enterrando la punta en la pared e impidiendo que se mueva.

-¡Cof!-Tosió sangre y cayó derrotada, desmayándose del dolor.

Mientras la pelea contra Jacinto se desarrollaba, Daphne regresó la mirada a donde su mejor amiga yacía empalada.

-Cassandra...-La nombró, asustada y preocupada.

Un muy grave error apartar la atención de tu rival.

*¡Slash!*

-¡Ughhhh!-La espada de Jacinto se enterró en el centro del pecho de la pelirroja..

-¡Gah!-Vomitó sangre.

Esa breve distracción le permitió a Jacinto herirla de gravedad.

-Siempre haz sido una estúpida. No sabes el placer que siento al hacerte esto...-El capitán de la familia Apolo le dedicó esas palabras y...

*¡PAAAAAAAAM!*

La pateó en el rostro, cayendo en el mismo sitio que María. Un fuerte crujido resonó cuando el pie contactó en el hueso lateral del cráneo. Era eso o tal vez el cuello de la fémina se quebró por el impacto.

-Lo único que lamento es no haberte hecho sufrir más-Agregó.

-¡AHHH!-El resto de huérfanos fueron tirados al centro de la sala.

Luan agarró del cabello a Fina, levantándola.

-¡D-Duele!-Se quejó la rubia ante la mirada atónita de Rye.

-F-Fina...-La nombró.

*¡Pam!*

El hobbit la tiró como si de un mero costal de papas se tratara.

Su cuerpo rodó hasta chocar con otro de los niños.

Apolo quería ver los rostros temerosos y repletos de desesperanza en ellos. Quería grabar esa expresión en sus recuerdos para comunicársela a Bell cuando se enterara de lo sucedido. No se escondería, enfrentaría al peliblanco y se mofaría de la muerte de los mocosos que tanto quería.

La rubia llamó su atención, acercándose a ella.

Los pelos de la cola de la Chienthrope se erizaron tan pronto se recuperó del dolor de la caída que tuvo. Presa de este mismo miedo, buscó huir, no obstante...

*¡SLASH!*

-¡AHHHHH!-En la cola de Fina fue clavada el estoque de Jacinto, quien la lanzó como si de una jabalina se tratara, impidiéndole moverse.

-¡Duele! ¡Duele!-Repetía la niña, queriendo sacar la espada pero sus palmas se cortaban al agarrar el filo de la espada y jalas hacia arriba.

-¡Fina!-Rye gritó.

Su corazón latía fuertemente. Roux no despertaba, el resto de los niños no reaccionaba por el miedo y las adultas yacían fuera de combate.

-Bell-Nii...-Susurró el nombre del conejo.

"¿Qué haría él? ¿Qué debo hacer...? Solo soy... un don nadie... no tengo la fuerza... ni la voluntad... estoy muerto de miedo..." Lágrimas se derramaba de sus ojos mientras abrazaba el cuerpo del elfo.

-Tengo miedo...-Repetía.

-La tuya es, por mucho, la mejor expresión de terror. Me iré con este recuerdo...-Apolo se relamió los labios al decirle aquello a la pobre niña, quien sangraba de las manos y su cola antes dorada se teñía de rojo.

Tras esta breve interacción, dio la espalda a la masacre que se avecinaba.

-Esta será mi venganza... Bell Cranel...-.

Miró al cielo tras abandonar el orfanato.

Le dio la señal a los magos encima de los edificios de que destruyeran todo.

-¡JAJAJAJAJAJAJA! ¡DESTRUYAN Y QUEMEN TODO EL LEGADO DE ESE MALDITO HÉROE DE PAPEL! ¡DESTRÚYANLO HASTA SUS CIMIENTOS! ¡QUE ESTE DÍA SEA RECORDADO POR TODOS! ¡QUE ESTO QUEDE GRABADO COMO UNA ADVERTENCIA DE QUE NO SE DEBEN METER CONMIGO!-Reía y gritaba a todo pulmón, celebrando su victoria.

-¡SUFRE, BELL CRANEL!-Agregó, nombrando nuevamente al muchacho presa de su odio que se atrevió a enfrentarlo y humillarlo.

-Bell...-.

-Bell...-.

El nombre del peliblanco resonaba en la mente de Rye, quien seguía atónito presenciando la escena de Apolo aproximándose a Fina.

Roux, quien se despertaba lentamente, visualizó lo mismo.

-F-Fina...-Murmuró.

*¡BOM!*

*¡BOM!*

*¡BOM!*

El orfanato recibía impactos de magia y varias de las ventanas eran rotas, permitiendo que bolsas de fuego entraran y encendieran los objetos de madera.

-Rye... ayuda a Fina...-Pidió débilmente el/la niño/a de la raza de los elfos.

-Por favor... ayúdala...-Adicionó, presa del llanto que se intensificaba.

Pero esas palabras no alcanzaban al castaño.

Un pitido resonaba en sus oídos con tal potencia que le impedía siquiera escuchar las explosiones y el implorar de Roux.

"-No tiene nada de malo quieres convertirte en un héroe para salvar a una chica...-" Recordó las palabras de Bell, el mayor héroe que él conoce... en quien desea convertirse.

No obstante, no fue lo único que vino a su mente.

"-Quiero hacer feliz a Fina...-" También su respuesta tras la pregunta del peliblanco, en la cual buscaba saber cuál era su meta.

Su atención se centró en la mirada aterrada de la Chienthrope, quien imploraba que Jacinto se alejara.

Las lágrimas que derramaba...

Las sangre en su pequeño pelaje...

Sus manos cortadas...

Cada detalle fue analizado por Rye.

-Hacerla feliz... protegerla...-Musitó.

*¡BOM!*

*¡BOM!*

*¡BOM!*

Tres explosiones seguidas destruyeron la pared frontal del orfanato, despedazando todo.

A pesar de ello, el castaño continuaba sin reaccionar.

El tiempo pasaba realmente lento para él. Las rocas se movían en cámara lenta, cada objeto o cuerpo alrededor suyo disminuyó su velocidad.

Su mente le decía que se rindiera.

Su corazón, que latía fuertemente, lo incitaba a actuar.

Así que tomó control de sus pensamientos y emociones.

-Debo protegerla...-Dijo.

-Rye...-Roux fue apartado.

-Tú merecer sonreír siempre... tú y todos nuestros amigos...-Agregó.

-Y yo debo ser el responsable de ello...-.

Apretó sus puños y se puso de pie.

-No puedo esperar a que Bell-Nii nos salve siempre...-.

-No puedo...-.

-No puedo...-.

Se agachó rápidamente y tomó del suelo dos objetos que llegaron ahí tras la explosión.

Caminaba lentamente hasta que...

-¡DÉJAME EN PAZ!-Gritó Fina.

Sus piernas se movieron solas...

"Mantener una postura de combate".

Sus pisadas eran fuertes y calculadas. No tropezaba con ningún escombro.

"Asegurarse de que la superficie de tus pies sea fija...".

Cada cosa que llegaba a su mente eran los consejos que Bell le dio el día que entrenaron.

Comprendía que si, deseaba salvar a la rubia, debía ser cuidadoso.

"Y... ¡NO RENDIRSE!" Concluyó.

De su mano derecha, una espada apareció, la cual había ocultado perfectamente detrás de una bufanda de piel de goliath.

Sí... esas cosas fueron aparecieron cuando el baúl se destruyó, regándose en el piso.

Rye no perdió de vista las armas. Antes de siquiera pararse, tenía un plan.

Los agudos sentidos de Jacinto permitieron escuchar los pasos del infante y el chillido de la espada deslizándose por la tela.

Aunque... estaba demasiado cerca como para reaccionar fácilmente, la punta afilada y metálica del arma ya estaba a escasos centímetros de su rostro, reduciendo la distancia peligrosamente.

-¡Ugh!-Tiro su cuerpo hacia atrás y...

*¡SLASH!*

Un corte fue dado.

Tan pronto tuvo la distancia suficiente de separación, abrió los ojos y miró fijamente al muchacho, quien apuntaba la espada hacia él.

Cierta punzada fue originada encima de su ceja y de repente... la visión en su ojo derecho, el mismo que sufría aquel dolor, se tiñó de rojo.

Un líquido se deslizaba desde donde se originó la incomodidad y bajó hacia el globo ocular.

Él tocó con sus dedos dicha zona y vio su sangre manchándolos.

Se trataba de una herida superficial, cosa de nada.

Pero hay que tener en cuenta que fue propinada por un niño de 10 años sin falna y que nunca había sostenido una espada en su vida.

-¡NO PERMITIRÉ QUE DAÑES A QUIENES AMO!-Gritó a todo pulmón Rye, envolviendo la bufanda de piel de goliath en su brazo derecho.

Por un corto y fugaz instante una luz tenue de color blanco se produjo en sus ojos, los cuales brillaban repletos de determinación.

Al mismo tiempo, tras esa frase y amenaza, una vena se marcó en la frente de Jacinto, rebosando de enojo y viendo la figura de Bell en ese maldito mocoso.

-¡¿QUIÉN MIERDA TE CREES?!-Levantó la voz y corrió a máxima velocidad hacia el castaño que, por alguna razón, sostenía una espada diferente a la que alcanzó a observar el capitán de la familia Apolo.

-¡RYE! ¡CUIDADO!-Dijeron Fina y Roux. Pero el muchacho no flaqueó.

Sin extrañarle, y con los gritos de ambos resonando en sus oídos, continuó su camino y extendió la punta de su espada al cuello de ese huérfano que se atrevió a humillarlo. Pero este no demostraba duda ni miedo. Se hallaba repleto de confianza extendiendo su espada a pesar de no ser capaz de verlo por la diferencia en sentidos y velocidad.

Cuando pisó nuevamente para impulsarse y así tener la suficiente velocidad para decapitarlo, algo sucedió...

-¿Qué demonios...?-Murmuró y...

*¡CRASH!*

Dio varias vueltas en el suelo hasta chocar con uno de los pilares que mantenían en pie el orfanato.

Él... había resbalado.

Cuando el humo de las llamas y el polvo de los escombros despejaron el terreno, vio lo que sucedió.

Era una espada. Había resbalado con la misma espada con la que Rye le cortó antes.

-Siempre debes asegurarte que la superficie en la que tus pies se posarán sea fija...-Declaró, sonriendo de manera arrogante.

Anonadados, el resto de los miembros de la familia Apolo no podían creer lo que presenciaban.

Un nivel tres siendo engañado por un mocoso herido y sin falna.

-¡DEJA DE JUGAR, JACINTO!-Le recriminaron.

-¡ACABA YA CON ÉL!-.

Jacinto se puso de pie, sus ojos eran ocultados por su cabello.

Tiró a un lado su espada y caminó lentamente hacia el niño.

-Quiero sentir... tu carne palpitar y tu sangre caliente manchando mis puños cuando te golpee hasta la muerte...-Declaró, apretando las manos y enterrando sus uñas en la palma.

No lo mataría de forma rápida.

No pasaría por alto tal humillación.

No permitiría que... ese idiota que tanto le recuerda a Bell Cranel muera así sin más.

De nuevo, aceleró.

No había forma de que fallara otra vez.

Y, sin contratiempos...

*¡CRACK!*

-¡GAH!-.

Llegó a su destino, apretando el cuello de Rye, al cual levantó con esa misma mano un metro desde el suelo.

-¡UGHHHHH!-La garganta del muchacho se cerraba por la presión y la respiración se dificultaba al tener una fuerte presión en el canal respiratorio superior.

En resumen, el aire no llegaba.

Los ojos inyectados en furia y sangre del capitán de la familia Apolo no se hicieron esperar, viéndolo fijamente a los ojos, apretó la tráquea con tal presión que está tronó aunque no lo suficiente para matarlo. Podía sentir como los vasos sanguíneos del cuello intentaban subir la sangre al cerebro pero por el agarre se impedía el paso del flujo sanguíneo.

-¡GAH!-Rye solamente emitía ruidos.

-¡D-DÉJALO EN PAZ! ¡LO VAS A MATAR!-Fina jaloneaba el pantalón del hombre desesperadamente, tratando de evitar la muerte del chico.

-Cállate...-Susurró y...

*¡PUUUUUUUM!*

La cabeza de la Chienthrope fue plateada. Debido a la fuerza, el pedazo de la cola que yacía clavada fue cortado, dejándolo incrustado en el suelo junto a la espada.

*¡CRASH!*

Los huesos de la rubia crujieron cuando se estrellaron en el mismo pilar donde Jacinto se impactó.

Una gigantesca grieta apareció en el techo, extendiéndose por toda la superficie del mismo y dejando caer cientos de guijarros y polvo.

-¡F-FI...! ¡GAH!-Rye trataba de nombrarla pero el aire se escapaba de sus pulmones y cada vez que intentaba hablar su garganta tronaba y pequeños vasos sanguíneos se reventaban.

-Tus pobres intentos de ser un héroe no sirvieron para nada, niño. Esos estúpidos deseos y la figura a la que aspiras solo envenenaron tu alma a tal punto de creer que podrías hacer algo contra mi. Tu maldita confianza creció cuando pudiste causarme un poco de daño. ¿Esto es lo que te ha causado juntarte con un maldito idioma como Bell Cranel? ¿Esta arrogancia y falta de temor a los peligros? Siento pena por ti... ahora perderás todo por culpa de él...-.

*¡CRACK!*

-¡AH... AHH...!-.

El color en la piel del muchacho se tornaba morado por la mayor fuerza en el agarre.

-Los niños que nacieron sin talento no tienen derecho a soñar. Sus inútiles vidas, la tuya, la de esa Chienthrope y la del resto de habitantes de esta pocilga no le importarán a nadie en lo absoluto dentro de Orario. Lo más que hará el gremio por este ataque y sus muertes es multarnos-Explicó Jacinto, haciendo uso de su otra mano para ahorcarlo.

El sabor de la sangre llegaba a la boca de Rye.

-¡RYE!-Gritaba Roux, queriendo levantarse pero...

*¡PAM!*

Luan lo pateó y su cabeza chocó con la mesa del comedor, quebrándola y dejándolo fuera de combate.

-Ustedes... sus vidas... sus futuros... ¡NO VALEN MÁS QUE UNOS CUANTOS VALIS!-Finalizó el capitán de la familia Apolo.

-¡GAHHHH!-La boca del castaño se llenaba de sangre.

Las venas en sus oídos reventaron y no era capaz de escuchar nada. Pronto ocurriría lo mismo con el resto de su cabeza.

Estiró débilmente su brazo, levantándolo y apuntando a Fina, queriendo ayudarla.

Su consciencia se desvanecía.

-¡NO TE ATREVAS A IGNORAR LAS ÚLTIMAS PALABRAS QUE ESCUCHARÁS EN TU INÚTIL VIDA!-Recriminó el pelirrojo/castaño.

Los dientes del joven rechinaban, casi parecía que se quebrarían.

El líquido escarlata se derramaba de su boca...

Fina, quien poco a poco se ponía de pie tras ser herida, levantándose, no se percató de la situación en la que se hallaba.

Rocas de tamaño considerable se desprendían del techo y caían a escasos centímetros de la rubia.

Esto fue notado por Rye, quien recobró la consciencia casi perdida.

Apretó los puños, sacando fuerza de lo más profundo de su ser.

Sin saber cómo, decidió que se soltaría del agarre de Jacinto.

Comenzó a patalear desesperadamente pero esto no lograba ningún resultado. Al contrario, el movimiento irregular en el cuello provocaba mayor dolor en él.

-Muere...-Concluyó y...

-¡BUAHHH!-Con la sangre que se acumuló en la boca de Rye, fue manchado en la cara.

Sí... le vomitaron encima.

-¡UGH! ¡HIJO DE PUTA!-Irritado, lo soltó y se limpió con las mangas de su traje.

Rye cayó al suelo y respiró rápidamente.

Sujetó la espada de Bell y...

*¡SLASH!*

-¡AHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH!-El grito de Jacinto resonó en el orfanato. Fue apuñalado en su rodilla, dejando el arma clavada.

-¡MALDITO!-Quiso agarrarlo pero no le fue posible.

El niño aprovechó esto y corrió a salvar a la Chienthrope dado que el techo se le venía encima.

Tambaleándose, desangrándose y sordo, no se detuvo.

-¡ATRÁPENLO!-Ordenó Jacinto.

Luan y el elfo que amenazaba a María lo quisieron frenar pero él pudo esquivarlos para sorpresa de ambos.

Justo cuando el techo se caía... Rye consiguió llegar.

No obstante...

*¡BOOOOOM!*

Las rocas los sepultaron.

-¡AL DIABLO! ¡RETÍRENSE! ¡QUE EL FUEGO SE ENCARGUE DE MATARLOS!-Ordenó el capitán, sacando la espada de su pierna y tirándola a un lado.

-¡DAME UNA MALDITA POCIÓN!-Le exigió a Luan mientras salía cojeando del orfanato.

-¡V-Voy!-El Hobbit, al igual que el resto de la familia Apolo, abandonaron aquel sitio.

-Ardan en el fuego del infierno...-Los ojos sin brillo de Jacinto echaron un vistazo rápido antes de beber la poción.

*¡BOM!*

*¡BOM!*

*¡BOM!*

*¡BOM!*

*¡BOM!*

Cientos de impactos de magia en ráfaga destruían lo que una vez fue el hogar de esos niños.

El fuego consumía todo.

Las llamas alcanzaban a Roux.

Sin embargo, herida y arrastrándose, a pesar de que una lanza le atravesaba el abdomen, Cassandra se dirigió a donde se hallaba.

Lágrimas se derramaban desde sus ojos al desbordarse de los párpados.

Parte del rostro de Roux estaba roto por el ataque de Luan.

La peliazul lo abrazó y envolvió con su cuerpo.

-Protegeré lo que el conejo ama...-Susurró, cubriéndolo de las llamas, las cuales comenzaban a consumirla a ella.

Daphne hizo lo mismo con María.

-Alguien como tú... no debía vivir esto... no debe morir así...-Murmuró.

Y... debajo de los escombros.

Rye usaba su espalda para impedir que las rocas aplastaran a Fina, quien estaba debajo de él, llorando desesperadamente.

-¡Duele! ¡D-Duele!-Gritaba entre lágrimas al tener su brazo y cola sepultados, y probablemente rotos.

La sangre se escurría de la cabeza y la espalda del muchacho.

A pesar de no poder escuchar a quien ama, sabia que sufría.

-Te protegeré... no dejaré que mueras... no importa cuanto rompa de mi cuerpo... mi espíritu jamás se rendirá...-Declaró.

Su débil voz se apagaba poco a poco.

-Porque es lo que haría un héroe... es lo que haría Bell-Nii... proteger a la chica que ama...-Concluyó.

Los minutos pasaban y Rye, a pesar de haberse desmayado, no dejaba de infundir fuerza para evitar el derrumbe de las rocas.

La niña trataba de que el dolor la mantuviese consciente pero poco a poco le iba pasando factura. Aunado al humo del fuego que le dificultaba respirar.

-¡Cof! ¡Cof! ¡Cof!-La tos no se hizo esperar.

Los pulmones les ardían.

De repente, antes de que la Chienthrope perdiera la esperanza... un valido sentimiento la abordó.

Sus heridas comenzaron a cerrar pero se sentía cansada.

-¡Rye! ¡Fina!-La voz de Bell llegó a sus oídos.

Esta última comenzó a llorar.

-Llegaron por nosotros, Rye... no nos abandonó...-Avisó.

-Proteger a la chica... como Bell-Nii...-Susurró el muchacho.

Sus gritos ahogados tratando de revelar su posición se dificultaban debido a que tenía la garganta casi rota y sus pulmones ardían en demasía.

Las rocas eran apartadas y poco a poco vio la figura borrosa de un hombre quien intentaba desesperadamente salvarlos.

Rye, al no tener la presión encima, cayó encima de la niña, evitando lastimarla.

-¡Rye! ¡Fina!-Fueron nombrados.

El cuerpo del castaño fue tomado.

Con la visión borrada y sin estar seguro de sí verdaderamente su salvador era el conejo blanco, habló.

-Bell-Nii... protegí a la chica...-Viendo su tarea realizada, pudo desmayarse en paz.

Fina miró momentáneamente al peliblanco y sonrió, sintiéndose aliviada.

Para sorpresa de este último, la rubia fue la que menos heridas recibió.

Él la cargó.

"Rye... eres un héroe..." Pensó Bell mientras se enojaba por el daño que le hicieron.

Contuvo esa ira y fue a salvar al resto de niños presentes, al igual que a Cassandra, Roux, Daphne y María.

Sede de la familia Dian Cecht. Al amanecer, horas después del ataque de la familia Apolo al orfanato.

Bell se encontraba sentado con la mirada fija al suelo mientras posaba sus manos encima de su rostro formando un triángulo. Su expresión reflejaba preocupación, enojo... arrepentimientos. Era un cúmulo de sentimientos que era difícil de cuantificar cuántos eran exactamente.

Después de haber rescatado a los habitantes del orfanato, corrió rápidamente para llevarlos al lugar donde ahora mismo se hallaba. A pesar de que surgía un enorme odio dentro suyo, no permitió que eso lo dominara y centró su atención en los niños y las tres mujeres heridas, dejando ir a Apolo, el cual demostraba cierta arrogancia en su rostro cuando cruzaron mirada después del profundo miedo cuando supo que él estaba de novio con cuatro mujeres de 3 grandes familia de Orario.

Hermes y Ganesha tomaron el control de la situación, llevándose a Apolo antes de que cometiera una estupidez, debido que su arcanum se estaba activando cuando su objetivo fue interrumpido y su venganza incumplida.

Ahora mismo, la vida de todos pendía de un hilo, la de unos más que la de otros.

Muchas cosas inundaban la mente del conejo, tantas que no conseguía formar un hilo de pensamiento que durara por más de 10 palabras.

Pero había una frase que no dejaba de resonar entro de él.

"Todo... todo esto es mi culpa..." Se le forma a un nudo en la garganta y lo abordaban las ganas de llorar.

No había dolor físico porque sus heridas cerraron tan pronto recuperó la mente gracias a la habilidad dada por sus almas. Pero no podíamos decir lo mismo con el dolor psicológico y emocional.

A su lado lo acompañaban tres mujeres. La hermosa princesa de la raza de los elfos, Riveria Ljos Alf, una excéntrica y animada amazona, que ahora mismo no gozaba de esa actitud, Tiona Hiryute, y la capitana de la familia encargada de la seguridad se Orario, Shakti Varma, quienes eran novias del conejo.

Esta última posó su mano encima de la rodilla de su amado y la acarició suavemente.

-Tranquilo, Bell. Todo saldrá bien. No tardan en salir Airmid y el resto de las enfermeras de la operación para darnos el estado en el que se encuentran-La peliazul hizo el intento de tranquilizarlo con sus palabras, aunque los intentos fueron en vano dado que el joven no respondió, continuó en silencio. Solo se limitó a bajar la mano y encimarla a la de Shakti.

Mientras esto sucedía comenzaron a caer varias gotas desde sus ojos, deslizándose por sus enrojecidas mejillas hasta abandonar su rostro para caer en sus muslos y su mano.

Él presionaba sus dientes, frustrado y abatido.

-Argonauta-Kun...-Tiona habló, limpiándole la mejilla izquierda.

-No es tu culpa, Bell-Dijo Riveria, sacando un pañuelo y secándolo.

-Verás que todo saldrá bien-Adicionó, regalándole un gesto amable.

El chico agachó la cabeza al mismo tiempo que negaba.

-Quisiera... quisiera ser capaz de decir eso, de convencerme de que en verdad sea esa la realidad... pero estaría mintiéndome... todo es culpa mía...-Contestó, dejando caer más lágrimas. Su voz se entrecortaba por el nudo en su garganta.

-No es así. No había forma de que...-La capitana de la familia Ganesha quiso contestar pero fue interrumpida.

-¿De no saber que esto sucedería? Eso solo lo hace peor, Shakti-Declaró Bell con claro enojo.

Tomó aire profundamente.

-Todo es culpa mía... actúe imprudentemente creyendo que sería lo correcto. Si ese no hubiese sido el caso probablemente nada de esto se habría desarrollado y la vida de María, Daphne, Cassandra y los niños no pendería de un hilo-Comentó. Esos ojos rojos llenos de vida brillaban tenuemente.

Tragó saliva y apretó su rodilla, enterrándose las uñas, sometiéndose a la rabia.

-Hoy, por primera vez desde que llegué a Orario, me cuestiono mi forma de actuar. Siempre creí que era el modo correcto, luchar por lo que creía justo y salvar a quien necesitaba ser salvado sin considerar ni un segundo si eso afectaría a las personas que me rodearan. Y esta masacre y destrucción fue producto de eso...-Opinó.

Su respiración se agitaba.

-Fui demasiado estúpido... muy idealista... y para darme cuenta al fin tuvieron que sufrir las personas a las que quiero y estimo... así que también son un idiota...-Concluyó.

Las tres chicas tuvieron empatía y compartían ese dolor, no habían palabras que mejoraran el estado de ánimo del conejo, así que se limitaron a abrazarlo y consolarlo.

Shakti entrelazó sus dedos con los de él, Riveria se encargó de la mano libre y Tiona le acarició el cabello.

-Bell...-Alguien llamó al conejo, quien levantó la cabeza y observó de quién se trataba.

-¿Syr?-La reconoció.

Se trataba de la chica que trabajaba en "La señora de la abundancia" y que regularmente visitaban el orfanato de María para llevarle comida y ropa a los niños cada que tenía oportunidad y no quería presentarse a trabajar.

-Bell... ¿Qué fue lo que pasó?-Preguntó, con un tono de voz frío aunque reflejando cierta preocupación por él y el resto.

Las tres novias la miraron fijamente. Apareció ante ellas una posible candidata, o eso era lo que suponían.

-¿Fue Apolo quien hizo esto?-Impropio de una mortal, evitó usar el "Sama" cuando se refirió al dios.

El peliblanco asintió.

-Siéntate, te lo contaré-Respondió, ofreciéndole un asiento enfrente suyo.

Apartadas de la escena observaban Aiz, Lefiya y Alicia, las cuales compartían el sentir que abundaba en la atmósfera.

-Nunca... nunca lo había visto así de... decaído...-Expresó Lefiya.

-Desde que lo conocí ha sido alguien que, a pesar de la contrariedad y dificultades, afrontaba todo con una sonrisa... verlo así...-Alicia hablaba mientras posaba sus manos encima de su pecho, del lado donde su corazón latía fuertemente y una punzada lo incomodaba.

-Duele...-Agregó.

Aiz, para sorpresa de nadie y siendo su estado común, se mantuvo callada sin expresar nada mediante palabras. Sin embargo... su lenguaje físico era muy claro.

Su mano se posó encima de la empuñadura de su estoque. Las cejas se le arrugaron y sus músculos faciales se tensaron.

No era necesario escucharla para concluir que deseaba venganza por el daño que le hicieron a ese pobre chico que iluminó su mundo con unos pocos momentos y unas cuantas sonrisas.

"Nunca había sentido tantas ganas de asesinar a alguien que no fuese un monstruo..." Pensó. Esa llama oscura dentro de su corazón se avivaba aunque en esta ocasión no fue por su propio deseo.

-En serio es doloroso verlo así...-Adicionó la elfo castaña, agachando la cabeza.

-Tranquila... él podrá ser muchas cosas, pero alguien débil no. Estoy seguro de que no tardará mucho en recuperarse-Lefiya le dio un par de palmadas a su amiga, tranquilizándola.

"¿Desde cuándo tiene así de presente a ese humano?" Se cuestionó por la reacción de Alicia.

-Quisiera ayudarlo... ese maldito dios Apolo debe pagar por sus crimines... es tan desagradable, asqueroso... impropio de un dios y va en contra de todo lo que una deidad debería representar...-La tristeza desapareció y ahora hablaba el enojo.

-¿Alicia?-La pelinaranja se sorprendió y la nombró.

-Deseo clavarle una maldita flecha a Apolo en la frente, sacarle, y clavarla nuevamente con mis propias manos hasta que mi ira se sacie y su cerebro comience a escurrirse desde ese orificio y sus oídos mientras suplique que me detenga e implore la muerte...-Confesó, con aquellos ojos color avellana perdiendo completamente su brillo y un tono de voz amenazante, como si estuviese poseída por algún espíritu de la venganza.

-¡¿Alicia?!-Esto espantó a Lefiya.

-¡A-Aiz! ¡Dile que eso está mal...!-Buscó el apoyo de la rubia pero ella estaba sintiendo, confirmando y compartiendo ese deseo.

"¡¿QUÉ LES SUCEDIÓ?!" Interrogó la única de las tres que no se estaba comportando como una Yandere en potencia.

"¿La loca seré yo?" La duda se presentó.

A las afueras de la sede de la familia Dian Cecht esperaban 3 camareras a una de sus compañeras para poder recibir información sobre lo ocurrido y el estado de los afectados.

Claramente nos referimos a Ryuu, la elfo, Anya y Chloe, las catman, quienes aguardaban a la salida de Syr.

Debido a que la puerta era transparente, podían observar a la chica platicando con el joven, el cual no lograban reconocer por el cambio tan abrupto en su personalidad.

-Mataré a esos malditos hijos de Apolo-nya. Lastimaron a esos hermosos y verdes traseros de niños-nya... ¡Y ESO NO LO PUEDO PERDONAR-NYA!-Se quejó Chloe, reflejando inconformidad muy a su estilo. Su raro, fetichista y denunciable estilo.

-Creo que tu enojo-nya va a un lugar completamente diferente al que debería-nya... ¡¿No deberías enojarte por en panorama completo-nya?!-Le recriminó Anya a la vara pervertida, dándole un golpe en la cabeza por sacar a relucir esos mundanos deseos.

*¡PAM!*

-¡E-Eso hago-nya! S-Solo que tengo mis prioridades-nya...-Contestó la pelinegra, sobándose la la nuca mientras un chichón le crecía.

-Ustedes dos, guarden silencio por favor-Pidió Ryuu, quien por mucho era la más seria de las tres y claramente la que mayor preocupación guardaba en su corazón. Deseaba saber qué fue lo que provocó ese estado en Bell y, sobre todo...

Se veía a ella misma cuando miraba esos ojos incoloros sumergidos en la pérdida y desesperación.

Miedo nació dentro de su pecho.

"Por favor... él no... que no cometa los mismos errores que yo..." Rogaba.

No soportaría que la historia se repitiera en alguien tan puro como él.

El humano al que ella respeta...

Quien se mantiene alegre ante la adversidad y lucha por la justicia...

No como ella, que hace años perdió el derecho de llamarse "Justiciera".

Bell todavía podría salvarse, estaba a tiempo.

-Entraré...-Dijo, ignorando a las Catman, quienes discutían.

-¿Nya? ¡S-Syr dijo que se encargaba-nya!-Declararon, queriendo detenerla.

-Debo apoyarlo, decirle que todo estará bien. No puedo permitir que se manche, se corrompa ¡No puedo!-La elfo alzó la voz y cerró los ojos, siendo impropio de ella ya que se comportaba serena ante cualquier situación.

-No es necesario-Interrumpió Syr, dirigiéndose a la salida, donde ellas la esperaban.

-¿Syr-nya?-Anya la nombró.

-Retirémonos. A Mama Mia no le hará gracia que nos ausentemos todo el día-Dijo, sin siquiera verlas fijamente.

Limitaba sus palabras lo más que pudiera. Syr rara vez se comporta de esa forma.

-¿Cómo están todos?-Preguntó la peliverde.

-No les han dado un diagnóstico. Están a la espera de lo que Airmid les diga-Contestó la peliplateada, bajando las escaleras y pasando en medio del trío.

-Syr... ¿Te sientes bien?-Interrogó Ryuu, no obstante, sabía la respuesta.

La hermosa chica, a la cual se le cubría la mitad del rostro con el flequillo, negó lentamente y avanzó.

-María... Rye... Roux... Fina... ellos no merecían esto...-Susurró, cerrando los puños temblorosos y delgados, propios de una mujer común y corriente que nunca se ha inmiscuido en el difícil mundo de los aventureros.

Las tres camareras cabizbajas, posaron sus manos en el hombro de su compañera.

-La situación luce difícil-nya. Que alguien como Bell-nya sufra esto-La castaña fue la primera en hablar.

-¡Apalearé a ese dios-nya!-Declaro Chloe.

-Lo siento por esto, debe ser difícil para ti. Espero de todo corazón que nada malo les suceda y que los daños sean reparables-Ryuu, ya siendo costumbre, fue la única que dio una respuesta de apoyo sin combinarla con humor o excentricidades.

La chica se posó enfrente de ellas, dándose la vuelta en un delicado giro semejante al de una bailarina de ballet, ondeando la falda de su uniforme.

Esbozando su mejor sonrisa si se tiene en cuenta su sentir, habló.

-Agradezco los buenos deseos, si todas tenemos la esperanza de que sobrevivirán, estoy segura que los dioses nos escucharán-Dijo, aunque ese gesto que comúnmente debería ser tierno y transmitir positivismo, se sentía vacío. Sin embargo, no le dieron importancia.

-¡Bien-nya! ¡Regresemos-nya!-Anya sujetó la mano de la peliplateada y la jaló delicadamente, llevándola con ella para volver al Bar, donde la enana y jefa las esperaba.

-Esperemos que Mama Mía no nos reprenda y comprenda nuestra inquietud-Expresó sus suplicas la elfo, siendo perfectamente consciente del temperamento de la dueña y lo inflexible que tiene a ser cuando de trabajo se trata.

Las cuatro partieron, sin mediar palabra.

No obstante, en un breve momento, Syr volteó y miró a Bell, dándole un pequeño y último vistazo.

Sus ojos grises tuvieron un pequeño destello violeta.

"Por ahora no me concentraré en el hecho de que mi conejito tiene la enorme posibilidad de armar un harem de hermosas chicas y que varias de ellas pertenecen a la familia Loki. Hay algo que requiere absolutamente toda mi atención y es... hacer pagar a ese imbécil de Apolo por lo que le hizo a los niños y a María..." Pensó, enterándose que el muchacho en el que se ha interesado ya está relacionado con varias mujeres, las cuales tienen intenciones románticas con él, pero restándole la importancia que merece dado que su sed de venganza era mayor. Y sobretodo, sin saber que esas "Rivales" en realidad ya... ¡ESTÁN EN UN NOVIAZGO CON ÉL!

"Traeré el infierno a tu existencia, Apolo... no solo trataste de dañar a mi conejito, también heriste a quienes me importan y eso... ¡NO LO PUEDO PERDONAR!" Frunció el ceño y, curveando la comisura de sus labios tétricamente, se fue de ahí.

Mientras tanto, Shakti conversaba con Bell, quien continuaba con la mirada perdida.

La peliazul explicaba lo que sucedería a continuación tras esa "Declaración de guerra" hecha por el dios del sol.

-Ganesha-Sama y Hermes-Sama están en el gremio, junto a Apolo, discutiendo el castigo que le impondrán. El señor Royman fungirá como mediador. Esperemos que haya un juicio justo, merece ser desterrado de Orario por esos actos tan viles-Informó la justiciera, cruzada de brazos y esperanzada en que todo resulte como, en el papel debería.

-No importa... así sea desterrado o devuelto a Tenkai... yo no seré quien lo provoque y eso...-Respondía Bell. Las uñas se le enterraban en la palma y sangraban, pero la herida cerraba casi de inmediato.

-No seré quien le haga pasar el mismo dolor que ellos sufrieron...-Declaró, dejando que esa mancha negra creciera dentro suyo.

En el gremio. Lugar donde el castigo sería suscitado.

*¡PAM!*

Un par de manos azotaron el escritorio del elfo anciano encargado de toda la logística en aquel sitio de trabajo.

-¡¿CÓMO ES POSIBLE QUE SOLO LE DES UNA MALDITA SANCIÓN ECONÓMICA ANTE TAL ATROCIDAD, ROYMAN?! ¡DEBE SER UNA MALDITA BROMA!-Hermes recriminó el veredicto vehementemente.

-¡YO SOY GANESHA! ¡ESTUVIERON EN JUEGO LA VIDA DE PERSONAS! ¡DE NIÑOS! ¡APOLO MERECE MÍNIMO SER DESTERRADO!-El Dios elefante concordó con el viajero y la indignación era compartida.

-Ellos aportan mucho a Orario, tanto monetariamente como en recursos humanos. No podemos tirarlos a la basura así como así. ¿Qué pasaría en la ciudad si de la noche a la mañana desaparecen casi 100 aventureros? Nuestras fuerzas disminuirían y sería difícil recuperarlos-Explicó, justificando la poca severidad con la que castigó a la deidad.

*¡PAM!*

*¡PAM!*

*¡PAM!*

Hermes golpeó seguidamente el escritorio del elfo.

-¡DEJA DE HACER ESO O TE MULTARÉ!-Amenazó.

-¡ES LO ÚNICO QUE SABES HACER ANCIANO! ¡IMPONER MULTAS DE MIERDA!-Respondió el castaño, realmente irritado, contraria a su comportamiento burlón y despreocupado.

-Fufufu...-Una risita interrumpió el encare entre el jefe del gremio y el Dios.

Los tres presentes voltearon a quien originó aquello.

Era Apolo... se estaba riendo.

-¡JAJAJAJAJAJAJAJAJA!-Soltó una carcajada ya teniendo la atención que deseaba.

-¡NO HAY NADA QUE PUEDAS HACER! ¡ADMITO QUE DISTE MIEDO CUANDO LIBERASTE TU ARCANUM EN CONTRA DE MÍ, PERO ES INÚTIL! ¡PERDISTE!-Se mofó el dios del sol, señalándolo con el dedo índice.

Ganesha se acerca y lo jala del cuello de su túnica.

-¡Oye! ¡Suéltame!-Reclamó.

-¡Ganesha-Sama!-Royman trató de frenar cualquier acto violento.

-Escúchame bien... no importa cómo... ni cuándo... pero te prometo que hallaremos la forma de joderte...-Por primera vez desde que bajó a genkai, Apolo escuchó al Dios elefante no iniciar una frase con "Yo soy Ganesha".

Sudor frió bajó su espalda.

-S-Suéltame...-Dijo, dándole un manotazo y liberándose del agarre.

-Ya no tengo nada que hacer aquí... adiós-Declaró, dándoles la espalda y saliendo de la oficina.

El elfo anciano suspiró pesadamente, aliviado de que no llegara a mayores.

-A pesar de que un miembro de tu raza fue herido en el ataque... cediste...-Recriminó Hermes.

-¿Eh?-El jefe del gremio no comprendió el comentario.

-Los elfos presumen de estar orgullosos de sí mismos y de proteger a los suyos... pero a pesar de eso... no hiciste nada por Roux-Explicó.

Eso irritó a Royman.

-¿Ese mocoso? No es de raza pura-Se justificó.

-Al igual que esa tonta asesora...-Agregó.

-Y tú no perteneces a la raza noble, no tienes derecho a criticar a ninguno. Tu cabello no es verde... me pregunto qué pensará Riveria, novia de Bell Cranel y princesa de tu raza, sobre esto...-Una sonrisa amenazante apareció en Hermes.

-¡Ugh!-Ese sonido provino del elfo al enterarse de tal noticia.

-Nos retiramos-Concluyó, abandonando la sala.

-¡Ah! ¡Casi lo olvido!-Frenó en seco.

-Esa "Tonta asesora" es hija de una noble elfo, quien pasó decenas de años al lado de Riveria-Sama. Así que yo la trataría con más respeto-Guiñó el ojo y se fue, dejando casi blanco a Royman por el miedo.

La puerta fue abierta por una bella semi elfo de cabellera castaña de quien hacían alusión segundos atrás.

Hermes y Ganesha agradecieron pero... ella había escuchado todo.

Armándose de valor, entró a la oficina.

-¿Tú qué quieres?-Preguntó el jefe.

-¿Una multa económica? ¿Es todo lo que harás?-Sus ojos furiosos se enfocaron en él.

-¡¿CÓMO ES POSIBLE QUE ESE ACTO TAN SANGUINARIO SEA COMPENSADO SÓLO CON ESO?! ¡NO LO ENTIENDO!-Gritó Eina.

Esa fue la gota que derramó el vaso en Royman, poniéndose de pie.

-¡ESO NO TIENE NADA QUE VER CONTIGO! ¡SI NO TE CALLAS TE DESPEDIRÉ! ¡NO ME INTERESA EN LO ABSOLUTO QUIÉN SEA SU MADRE!-Le respondió, empujándola fuera de la oficina y cerrándola con seguro.

-¡ROYMAN! ¡NO ME EVITES!-Vociferaba la semi elfo, queriendo encararlo.

Su respiración estaba alterada y el pecho le dolía.

-¡Eina!-Misha se acerca a su compañera e intenta calmarla al notar que tenía la intención de azotar la puerta y seguir externando sin inconformidad.

-No lograrás nada-Dijo Rose, otra asesora del gremio.

-Pero...-Quiso replicar.

-Entendemos tu enojo... pero debes contenerte...-La pelirrosada le aconsejó.

Tragándose su cólera, asintió.

Las dos compañeras la llevaron a una de las salas de estudio para tener privacidad y bajarle los humos a la claramente inquieta asesora.

-¿Por qué le das tanta importancia a este asunto? No son cosas que podamos controlar y lo único que podemos hacer es aceptarlo-Preguntó Rose, dándole un vaso de agua.

Ella lo aceptó, dándole un trago antes de contestarle.

-No es justo... no es correcto... que a la vida de una persona, sin importar la raza, se le ponga un número... un precio...-Dijo.

-Esos pobres huérfanos... su único pecado fue no tener una vida normal... y el señor Royman solamente les resta importancia por no servirles al gremio... eso está mal... muy mal... ni una vida debería valer más que la otra...-Adicionó, retomando el llanto de frustración.

La mujer lobo suspira largo y tendido.

-Entiendo a lo que te refieres. Sin embargo, no hay nada que podamos hacer ni que los demás puedan hacer. A menos que sea posible que alguien sin familia o falna pueda retarlos a un juego de guerra, lo cual dudo-Comunicó, dándole palmadas a la semi elfo.

Eina retomó a postura y secó sus lágrimas con los guantes.

Parecía que un foco se encendió en su cabeza.

Sin mediar palabra, corrió a la gran repisa repleta de libros.

-¡¿E-EINA?!-La nombraron sorprendidas por el abrupto cambio de ánimo.

-¿Será posible?-Se preguntó, buscando entre el gran número de libros algo que pudiese resolver su duda.

De nuevo en la sede de la familia Dian Cecht.

-¡Airmid!-La peliplateada por fin había salido del cuarto de hospital, siendo recibida por Bell, el cual corrió hacia ella.

El resto de las féminas no se hicieron esperar y fueron detrás suyo.

La curandera lucía visiblemente agotada. Había gastado mucha mente en ese día y ya casi no le quedaban fuerzas para mantener una conversación extensa, así que hizo el intento de limitar el intercambio y la explicación de los hechos.

-Todos están bien. Fue difícil pero es poco probable que desarrollen secuelas. Yo recomiendo dejarlos descansando un par de días para que estén al 100. María y Fina son las que menos daños recibieron, es posible que en unas horas despierten, las deje descansando por cualquier cosa. Pero... Rye estuvo muy cerca de morir...-Informó.

La sangre de Bell se heló al recibir esa noticia como si de un balde de agua fría se tratara.

-¿C-Cómo?-.

-Sí. El daño fue múltiple, cuando lo traté con mi magia solo pude cerrar las heridas externas, las internas tuve que operarlas a mano, contrario al resto de los casos. Su garganta estaba casi destrozada, muchos de sus huesos se fisuraron y ni hablar de sus oídos...-A Airmid le asustaba recordar el estado en el que ese infante de no más de 10 años fue hallado.

-¿S-Sus oídos? ¿Q-Qué tienen?-Cuestionó.

-Tendrá suerte si al menos uno de ellos vuelve a funcionar correctamente. Todo dependerá de su evolución, de no ser así... quedará sordo permanentemente y requerirá un aparato auditivo que... excede tus fondos-Contestó la peliplateada, cabizbaja. No podía hacer mucho si la cantidad de dinero excedía sus posibilidades. Así quisiera dársela gratis, Dian Cecht no lo permitirá.

-No importa... no importa que tenga que meterme miles de días al calabozo para pagar la deuda. Tampoco me interesa luchar días sin descanso... no lo abandonaré... todo esto es culpa mía y no permitiré que los esfuerzos de Rye sean en vano-Respondió Bell, con una voz acentuada.

-Repondré... todo el daño y el dolor que les causé...-Concluyó, mostrando arrepentimiento.

-Comprendo. Esperemos que evolucione bien y no sea necesario el aparato. Pero hay que considerar la posibilidad-Dijo Airmid, posando la mano en la mejilla de su amado.

-Estoy contigo, amor. No trates de hacerte el fuerte conmigo-Dijo, posando la otra mano en la nuca del chico y jalándolo a su pecho.

Acaricio lentamente su cabello.

-No estás solo...-Complementó.

La cara de sorpresa del conejo ante el acto desapareció, limitándose a enterarse la cara en el pecho de su novia y llorar. En cualquier otra circunstancia se avergonzaría y sonrojaría, en cualquiera menos en esta.

Las lágrimas empapaban el uniforme de la chica, pero eso no le importaba.

El resto de las novias y mujeres presentes no sintieron celos, solo querían que él mejorara.

-No te contengas... déjalo salir... no reprimas tu dolor...-Le susurró Airmid al oído.

El cuerpo de Bell temblaba.

Fue una linda escena que, desgraciadamente, fue interrumpida por malas noticias.

La puerta de la sede fue abierta, alertando al resto de la llegada de dos personas, o mejor dicho, dioses.

-Ganesha-Sama... Hermes-Sama...-Dijo Shakti.

Bell rompió el abrazo y dirigió su atención a ambos.

-Niño, tenemos malas noticias-Declaró Hermes.

Eso fue otro balde de agua fría para el muchacho.

-¿Qué...?-Preguntó.

-Te juro que lo intentamos, Bell, no obstante... lo más que conseguimos fue que la familia Apolo recibiera una sanción económica y que se encargaran de reparar los daños al orfanato, nada más-Informó Ganesha, decepcionado.

Los ojos del joven se abrieron en demasía.

-¿Cómo es posible que solo eso sea el castigo?-Cuestionó Shakti.

El resto de las chicas no daban crédito a lo que escuchaban.

-No hay nada que podamos hacer...-Hermes se quitó el sombrero, inclinándose como disculpa ante Bell.

-¿Por qué...? No puedo creerlo... me niego a creerlo...-Él palideció.

-¿Una multa...? Dañaron a mis seres queridos... mi familia... ¿Y solo pagarán unos cuantos valis?-Bell avanzaba lentamente, caminaba sin rumbo y tambaleándose.

Su estado no era bueno.

-Bell...-Las chicas lo nombraron.

-Lo único que puedo hacer es ofrecerles techo cuando se recuperen, lo lamento enormemente-Habló Ganesha.

El peliblanco pasó de él, cruzó a su lado sin responder nada en lo absoluto.

Parecía un zombi.

Un cascarón vacío.

-Perdone, Ganesha-Sama... pero eso no es suficiente...-Susurró.

-No es... ¡SUFICIENTE!-Gritó, soltando todo el dolor dentro de sí.

Pacientes y trabajadoras del hospital se silenciaron ante el repentino grito.

Gotas cayeron al suelo.

-No es suficiente... para vengarlos...-Adicionó.

De repente salió corriendo, limpiando las lágrimas con la manga de su chaqueta quemada.

-¡Bell, espera!-Quisieron detenerlo, no obstante, los dos dioses frenaron en seco el avance de Shakti, Riveria, Tiona, Alicia, Lefiya y Aiz.

-¡Ganesha-Sama! ¡Déjenos pasar!-Gritó Riveria.

-Debe estar solo, agotar toda esa carga sobre su espalda, sobre su mente. Se fue porque teme desquitarse con alguna de ustedes. Les recomiendo respetar el esfuerzo que está haciendo para que no lo vean explotar y sufrir las consecuencias que eso acarrearía-El dios elefante justificó su interrupción.

-P-Pero...-Tiona quiso replicar.

-Ganesha-Sama tiene razón...-Airmid concordó con la deidad.

-Hay cosas que no se arreglan por mas apoyo que uno reciba. Asuntos que,.. debemos afrontar solos, desgraciadamente-Comentó, cruzándose de brazos y viendo a la distancia a su amado.

"Suelta esa carga... Bell" Pensó.

Todas aceptaron eso... todas excepto una.

*¡Zooom!*

A una gran velocidad, evadiendo a Ganesha, cierta rubia fue tras él.

-Aiz...-Lefiya, quien hasta hace unos segundos tenía a la espadachín a su lado, se sorprendió.

Ante la mirada atónita de todos, la princesa de la espada abandonó el hospital.

En el calabozo.

-¡AHHHHHHHHH!-Un grito resonó e hizo eco en el piso 11 de la dungeon, seguido de un fuerte golpe impactando en carne.

*¡PAM!*

Un Hard Armored fue atravesado con los puños desnudos de Bell, despedazando su duro caparazón.

La mano del chico irradiaba ese brillo blanco característico de su habilidad "Argonauta".

-¡MUERE!-Gritó y...

*¡PAM!*

*¡PAM!*

*¡PAM!*

Golpeó repetidamente a un Infant Dragon que intentó aproximarse detrás de él.

La carne de la bestia se despedazaba golpe a golpe.

Los huesos crujían y la sangre chorreaba a montones, manchando al muchacho.

*¡PAM!*

*¡PAM!*

*¡CRASH!*

Después de unos cuantos segundos alcanzó la piedra mágica del monstruo alado y la partió solamente usando fuerza bruta.

Esa era la forma en la que Bell afrontaba su rabia.

Desde el piso uno al once, donde se encuentra actualmente, asesinó a cualquier monstruo que se cruzara en su camino.

Su corazón latía en demasía y no pensaba claramente.

-¡GRRRRRRR!-Un Hellhound gruñó en su dirección.

Los ojos rojos y brillantes del conejo se fijaron en su presa. La bestia retrocedió, temerosa.

En un abrir y cerrar de ojos...

*¡PAM!*

*¡CRASH!*

La mano del peliblanco atravesó su abdomen y destruyó su piedra mágica sin tener la capacidad de reaccionar.

La respiración agitada del muchacho daba a entender que había asesinado ya a cientos de monstruos en menos de 10 minutos, un ritmo casi insostenible para alguien que claramente no está bien.

"-Nos dejaste a nuestra suerte...-" Esa frase se repetía en su cabeza.

Él volteó a donde según la escuchó venir, pero como era de esperarse, no se encontró nada.

-¡UGH!-Gruñó y continuó su camino.

Los sollozos de los monstruos y el camino de sangre se extendían a cada paso que daba.

Aiz, quien seguía aquel rastro, trataba de alcanzarlo.

-Esto...-Susurró.

Varios recuerdos regresaron a su cabeza.

-Es como nosotras...-La pequeña representación de ella que aparece en ocasiones respondió.

-Esa llama oscura está consumiéndolo...-Dijo, mientras la imagen de ambas de años atrás aparecía. Los ojos vacíos y rotos reflejaban en gran medida el modo en el que tomaban el mundo en ese entonces.

Rememorar la actitud que adoptó los primeros años en los que despertó de ese largo sueño le causó en la rubia un miedo indescriptible y retomó el andar.

No sabía qué hacer.

No sabía cómo actuar.

Pero algo le decía en su corazón que si no lo encontraba y lo detenía se arrepentiría.

-¡AHHHHHHHHHHHH!-.

*¡PAM!*

*¡PAM!*

*¡PAM!*

*¡PAM!*

-¡Es Bell!-Por fin pudo oír los sonidos emitidos por el muchacho, los cuales se asemejaban a los de un monstruo sin control ni raciocinio.

*¡CRASH!*

El cuerpo de un Lygerfang fue estrellado a la pared rocosa del calabozo, dejando un círculo de sangre rodeándolo.

*¡PAM!*

Estando clavado ahí, Bell lo atravesó y asesinó.

El humo resultante tras matarlo le impidió notar que se dropeó un botín. No obstante, eso no le interesaba.

"-Es tu culpa...-".

"-Es tu culpa...-".

"-Es tu culpa...-".

"-Es tu culpa...-".

"-Es tu culpa...-".

Las voces de Roux, Fina, María, Daphne, Cassandra, etc. Resonaban en su cabeza, repitiendo aquella acusación.

-Perdón...-Se disculpaba inconscientemente.

"-Es tu culpa...-".

"-Es tu culpa...-".

"-Es tu culpa...-".

"-Es tu culpa...-".

"-Es tu culpa...-".

"-Es tu culpa...-".

-¡PERDÓN!-Bell respondía pero el ruido no se detenía.

"-No te atrevas a regresar... fuiste la peor desgracia que pudo llegar al orfanato...-".

La cuidadora decía aquello.

Bell se detuvo en seco y la figura de la mujer se presentó delante suyo.

-M-María...-La nombró.

"-¡Todo aquel que se relaciona contigo solo le espera la muerte!...-".

Gritó Fina.

-N-No...-Él negaba, sacudiendo la cabeza.

"-Solo me guiaste a la muerte... Bell Cranel...-".

Cassandra también hizo acto de presencia.

"-¡Maldita la hora en la que nuestros caminos se cruzaron...-".

Daphne también le recriminó.

"-¿Cuánta gente debe de morir para que puedas ser el héroe que tanto deseas?...-".

Cada pelo en el conejo se erizó al oír eso.

-Roux...-.

"-Responde, Bell-Nii... ¿Cuánta gente debe sufrir para que alcances ese sueño? ¿No te bastó con tu tía, tu madre, tío, padre, abuelo? ¿Ahora también debemos pagar los platos rotos por tus actos?...-".

Ahora se trataba de Rye, quien apareció completamente ensangrentado.

-No... ¡No!-El peliblanco sujetó la cabeza y jaló su cabello.

Él caminó hacia el infante.

-Perdóname Rye... perdónenme todos... esto es culpa mía...-Susurraba esas débiles palabras.

-Bell...-Aiz, quien había llegado, se topó con la escena.

El muchacho caminaba deliberadamente hacia un minotauro que se preparaba para aplastarlo.

"-Es tu culpa...-".

"-Es tu culpa...-".

"-Es tu culpa...-".

"-Es tu culpa...-".

"-Es tu culpa...-".

"-Es tu culpa...-".

"-Es tu culpa...-".

Las 7 voces hablaron al unísono.

-Perdónenme...-Bell cayó de rodillas, indefenso.

"-Debes sufrir el mismo dolor que nosotros...-".

Rye, o el minotauro en el que Bell veía a Rye, dijo aquello.

"-Muere... ¡FALSO HÉROE!-".

Cuando esto fue pronunciado, los puños de la bestia bajaron sin que Bell opusiera resistencia.

-Yo... merezco esto...-Cerró los ojos, aceptando su destino.

Sin embargo...

*¡SLASH!*

Una espada atravesó el pecho del monstruo.

*¡Bom!*

El humo quedó y la piedra mágica cayó.

Bell levantó la cabeza...

-Aiz...-.

Antes de preguntarle que qué hacía ahí, fue interrumpido con...

*¡PLAF!*

Una bofetada.

-¡Tonto!-Gritó la rubia, ahogada en lágrimas.

Esto logró que el joven recuperara la cordura.

-¡No busques que te maten!-Reclamó la rubia.

Él se impresionó por verla de ese modo.

-Es lo que merezco... alguien debe pagar por el daño que sufrieron... quiero matar a toda la familia Apolo... devolverles todo... pero... nada de eso cambiarán o horrible que me siento...-Los ojos escarlatas de Bell perdían brillo mientras sus palabras transcurrían.

Aiz lo notó.

Cierto sentimiento de hipocresía se presentó dentro de ella.

-El Bell que conozco no diría eso...-Habló.

Su fuerte nunca ha sido el diálogo, pero si no actuaba ahora, se arrepentiría.

-El joven que apareció en mi vida hace unos meses jamás buscaría venganza...-.

Bell levantó la cabeza, mirando atentamente a la rubia.

-No mataría a nadie voluntariamente...-.

-El Bell que conozco es el humano más bondadoso y puro que he conocido...-.

-El que ha conseguido que piense en otra cosa que no sea en mi propia venganza...-.

-Quien ha estado salvándome de mi misma, aunque no sea consciente de ello...-.

Aiz no quería que él terminara como ella.

*¡puff!*

De repente el cuerpo tembloroso de Bell fue abrazado.

-Por favor...-.

-Por favor...-.

-No dejes que esa llama oscura te consuma...-.

Un shock recorrió la espalda del muchacho.

-No permitas que tome el control...-.

Su hombro se empapaba de las lágrimas de la princesa de la espada.

-No me quites... a mi héroe...-Concluyó.

Dos personas rotas apoyándose mutuamente.

Dos humanos que perdieron lo que amaban.

¿Quién podría comprender mejor el dolor de la pérdida?

Bell se rompió y también aplastó la cara en el hombro de Aiz.

Pasaron los minutos.

El corazón de nuestro héroe fue calmándose.

-Por favor... no cambies...-Pidió la rubia.

Él sonrió y asintió.

-Lo prometo...-Respondió.

Ella rompió el abrazo e hicieron contacto visual. La humedad en sus mejillas fue secada por la yema de los pulgares del peliblanco.

Aiz sonrió y sintió el calor en los dedos del chico, disfrutándolo.

Sin saberlo... salvó el alma de su tan anhelado héroe...

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Minutos después, afuera del calabozo.

-M-Muchas gracias...-.

-N-No es nada...-.

Ambos se sentían avergonzados por la escena que protagonizaron en el calabozo, tanto así que evitaban cualquier contacto físico o visual porque se sonrojarían en demasía.

-¿Te sientes mejor?-Pregunta la espadachín.

-Sí... mucho mejor. Pero, a pesar de ello, sí bien no tomaré represalias por mi cuenta, quisiera que Apolo recibiera lo que merece-Fue la respuesta del héroe.

-Me gustaría que fuese posible...-Comentó la rubia.

Se alejaron del calabozo, yendo a la sede de la familia Dian Cecht. Conversaban brevemente sobre asuntos triviales, hace rato que no hablaban sólo ellos dos. En todo momento la bella acompañante del héroe era feliz.

Aunque...

-¡Bell! ¡Bell!-Los llamados desesperados de una mujer interrumpieron el momento.

Tanto el susodicho como la princesa de la espada voltearon. Esta última infló sus mejillas por perderse su oportunidad de ser más cercana al hombre del que se enamoró.

-¿Eh? ¿Eina?-Efectivamente, la responsable era la semi elfo Eina Tulle, la asesora del gremio.

Ella corría hacia ellos, en su mano alzaba una hoja de papel, ondeándola como si de una bandera se tratara.

Tan pronto como llegó y se posó enfrente del par, tomó bocanadas de aire por el cansancio.

-¿Qué sucede?-Interroga el joven.

-¡Hay! ¡Hay una forma de hacer pagar a Apolo por lo que hizo! ¡Una forma legal!-Revela.

Bell y Aiz voltean el uno al otro y regresan la mirada a la asesora.

-Eina... cuéntamelo todo...-Una sonrisa esperanzadora apareció en él.

Mansión del sol. Sede de la familia Apolo.

*¡PUM!*

-¡Puah!-.

-¡¿CÓMO ES POSIBLE QUE NO FUESEN CAPAZ DE ASESINAR A ESOS ESTÚPIDOS NIÑOS?!-Apolo reclamó tras golpear a Jacinto.

-A-Apolo-Sama...-El capitán de la familia se levantó con el labio partido.

-Y si no fuese suficiente... ¡NO INVESTIGARON QUE ESE MALDITO IDIOTA TENÍA TANTOS CONTACTOS! ¡AHORA ESTOY EN EL OJO DE LA FAMILIA HERMES, GANESHA, LOKI Y DIAN CECHT!-.

-P-Pero Apolo-Sama... no tuvimos tiempo de hacerlo. El asalto al orfanato fue demasiado repentino que no fuimos capaz de recolectar información...-Luan se justificó, pero...

*¡PAM!*

-¡CÁLLATE! ¡TÚ HABLAS CUANDO TE ORDENE HABLAR!-Lo silenció el dios.

Se tiró a su trono y suspiró.

-Ahora será muy difícil asesinar a esos malditos niños... herir,os de gravedad no fue suficiente... ¡HAY QUE PLANEAR OTRO ATAQUE! ¡NO DEJAREMOS QUE NADIE SOBREVIVA DE NUEVO!-Azotó el puño en el reposabrazos del trono.

-¡LOS QUIERO MUERTOS! ¡MUERTOS!-La cordura abandonó a la deidad, tanto así que comenzó a arrancarse el cabello en señal de desesperación y estrés.

Mientras todo esto ocurría, un gran escándalo provenía en el patio de la mansión.

*¡SLASH!*

*¡BOM!*

*¡BOM!*

*¡BOM!*

*¡BOM!*

-¡AHHHHHHHHHH!-.

Explosiones y gritos alertaron a los presentes.

-¿Qué es lo que sucede?-Se cuestionó el dios.

-¡ESTAMOS BAJO ATAQUE!-Gritaron.

La sangre del pelirrojo se heló.

-¡PROTEJAN LA PUER...!-.

*¡BOM!*

Antes de que diera la orden, la entrada principal fue despedazada de un solo golpe.

-¿Q-Qué mierda...?-Todos salieron volando, incluso Apolo.

Entre los escombros y el polvo se asomó una figura que emanaba un brillo blanco desde su puño.

Se trataba de...

-Bell Cranel...-Jacinto fue quien dijo ese nombre, repleto de enojo.

Sin armas ni nada, solo con sus manos desnudas, apareció en la mansión para saldar las cuentas.

-¡HIIIII! ¡NO DEJEN QUE SE ME ACERQUE!-El dios se escondió detrás del trono de madera.

Todos los miembros de la familia Apolo atacaron al mismo tiempo. Aunque...

*¡SLASH!*

En un rápido movimiento, Aiz los dejó fuera de combate y cayó con gracia al costado del peliblanco, quien caminó ininterrumpidamente a su objetivo.

La luz blanca de antes se avivó.

Con su ceño fruncido y el puño cerrado, avanzó.

-¡HIIII! ¡ALÉJATE! ¡ALÉJATE! ¡NO PUEDES HACERME NADA! ¡SOY UN DIOS! ¡ES UN TABÚ MATAR A UN DIOS!-Presa del miedo, Apolo le reclamó, retrocediendo hasta que su espalda chocó con la pared.

-¡NO ME REGRESES A TENKAI!-Rogó.

*¡ZOOOOM!*

El sonido del puño cortando el aire y encaminándose a la cara de la deidad fue lo que llegó a los oídos del antes mencionado.

-¡AHHHHHHHHHHH!-.

Él grito, aterrado, y cerró los ojos.

No obstante...

El ataque nunca llegó.

Pasaron los segundos y no sentía ninguna clase de dolor.

Despegó lentamente los párpados y, a escasos centímetros de su rostro, estaba una hoja de papel extendida como varias arrugas.

-Apolo, yo, Bell Cranel...-Habló el peliblanco.

-¡LO RETO A UN JUEGO DE GUERRA! ¡TODA SU FAMILIA CONTRA MI SOLO!-Declaró, repleto de confianza y diversión por ver lo lejos que había llegado.

-¿Q-Qué?-Fue lo único que el dios pudo contestar.

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Bueno, hasta aquí el capítulo de hoy, espero que sea de su agrado y dejen su apoyo como ya es costumbre.

Sinceramente el arco de Apolo no es de mis favoritos pero he tratado de hacerlo lo más disfrutable posible al cambiar varias cosas y darle un enfoque muy distinto al del canon, por lo que quisiera saber si les está agradando el aire fresco.

Postdata: ¿Creen que pasé de ESENCIA con el ataque al orfanato?

Postdata2: ¿Conseguí que odiaran aún más a la familia Apolo?

En fin, déjenme sus opiniones.

¿Cómo estuvo el capítulo? ¿Sí les gustó?

Buzón de sugerencias/opiniones/comentarios.

Aquí dejen qué fic quieren que actualice la siguiente semana.

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Si desean leer más de mis fic pueden entrar a mi perfil y ahí encontrarán desde...

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Un One Shot en el que se nos relata lo que hubiera sucedido si Bell era cuidado por Alfia, Zald y Zeus ¿Será un futuro feliz? ¿Bell se convertirá en el último héroe como se lo prometió a su madre? ¡Averigüémoslo!
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Otro One Shot sobre una bella historia de amor entre una diosa y un mortal, que toma como punto de partida la película de "Danmachi: la flecha de Orión". Veamos la aventura en la que se embarca nuestro carismático protagonista después de haber perdido a esa diosa que tocó su corazón en muy poco tiempo, de la cual, se tuvo que despedir prematuramente.
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La hermosa Lefiya nos acompañará en este One Shot junto al conejo en una aventura que tendrá de todo. Amor, drama, todo lo que engloba a esta pareja tan dispareja.
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La historia de amor entra una hermosa hada y un conejo con dudas nacientes en su corazón tras un suceso inesperado.
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Un fic con un cuarteto amoroso muy raro, BellxTionaxFreyaxHelun.
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Una hermosa historia de amor entre una asesora y el aventurero a su cargo, BellxEina. ¿Su amor podrá superar el consejo que le dan a las asesoras sobre no enamorarse de los aventureros a su cargo? ¡Averigüémoslo!
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¡Una aventura de un héroe sin Falna le espera a nuestro protagonista! ¿Qué pruebas y dificultades habrán en su camino sin la bendición de un dios? ¡Descubrámoslo!
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Y mi primer y ya finalizado Fic, que va de la pareja de BellxSyr o Freya, el cual parte desde el rechazo de esta misma en el volumen 16 de la novela original, aunque claro... en este fic sabremos lo que hubiera pasado si Bell no la rechazaba, como el título indica.
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Sin más que agregar, yo me despido, espero que se echen una pasada a mi perfil y les agraden las demás historias en caso de no haberlas leído, eso es todo, hasta la próxima mis lectores.

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