Capítulo 25.
En el capítulo anterior.
-De acuerdo. En marcha, señorita Cassandra-Caminó Bell animadamente. La peliazul lo seguía desde atrás.
"El conejo que iluminará mi voz..." Pensó. Simples disparates o... un sueño que esto extraña chica tuvo esa mañana.
Vio fijamente a quien le prestó la ayuda.
"Cabello blanco... ojos rojos... ¿Será él el conejo?".
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En el capítulo actual.
-¿E-En serio no quiere que yo sostenga algunas bolsas? Al fin y al cabo fue la tarea que me encomendaron y es injusto que solo usted lo haga-Preguntó Cassandra al ver que las compras que Bell sostenía formaban una torre que le cubría el rostro y debido a ello caminaba lentamente para no tropezar o chocar con alguien.
-No te preocupes, no es nada. Yo me ofrecía ayudarte y es lo que haré ¿Qué clase de hombre sería si no cumpliera mi palabra? Más aún si se trata de una linda chica-Respondió el peliblanco involuntariamente. Las líneas que su abuelo le enseñó en sus años de infancia se le han pegado tanto que ya le salen naturalmente.
-¿L-Linda chica?-Murmuró la peliazul, sonrojándose.
-¿Eh? ¡Oh! Lamento si fue repentino. A veces se me sale lo que pienso. Me disculpo si te molestó mi atrevimientos. Solamente dije lo que pienso-Comunicó el conejo, asomándose al lado de la montaña de bolsas para ver a la chica.
Ella sonreía apenada mientras la parte de su rostro cubierta por su largo cabello impedía visualizar el grado de vergüenza que sentía ahora mismo a consecuencia de las palabras tan directas del joven que recién conoce.
-Agradezco el halago... no tiendo a recibir muchos-Contestó, viéndolo fijamente mientras juntaba sus manos y ladeaba la cabeza, regalándole un gesto tierno que causó un revuelo en el corazón del aventurero.
-N-Normalmente soy regañada o insultada porque tiendo a ser muy torpe y descuidada...-Adicionó, cabizbaja y recordando la relación que lleva con el resto de miembros dentro de su familia.
Cassandra Ilion es una chica amable dentro de un nido de personas egoístas y malas. Una luciérnaga que brilla con luz propia rodeada de oscuridad tétrica que le resta luminosidad.
Y ella era consciente de ello, aceptando el cruel destino que le tocó vivir.
-No tiene nada de malo ser torpe ¿Sabes?-Declaró Bell, acercándosele.
-¿Uh?-Cassandra elevó el rostro, viéndolo fijamente.
-Muchos de los héroes que admiro fueron torpes e hipócritas. El Argonauta fue conocido como el héroe tonto, pero aún así... fue valiente, leal y nunca se rendía. Yo lo respeto y admiro, gracias a ello, yo no tomo la palabra "Tonto" como un insulto. Al final del día, eso no es lo que determina qué somos o cuán lejos llegamos. Lo que la gente diga debe tenernos sin cuidado. Lo importante es creer en uno mismo aunque...-Explicaba el muchacho, riendo nerviosamente cuando intentaba unir correctamente su oración.
-Que alguien crea en ti también ayuda. Así que, Cassandra, ten más valor en ti misma. Tal vez no significa mucho viniendo de un extraño que recién te conoce como yo. No obstante, yo confío en ti-Agregó, guiñándole el ojo al mismo tiempo que le acariciaba la cabeza como a un cachorro triste luego de pasar todas las bolsas a su brazo derecho para así poder liberar el izquierdo.
Los labios de la peliazul temblaron y le salió humo de las orejas al igual que vapor de esa zona donde la acariciaban.
"Se equivoca... no tiene idea de cuánto se equivoca... en verdad significan mucho esas palabras... más de lo que siquiera puede imaginarse..." Pensó, sonriendo de la nada. Aunque no pasado mucho tiempo desde que sintió realmente feliz, esta vez era real, no un mero sueño como la noche anterior a este encuentro "Predestinado".
¿Sueño? Se preguntarán. Sí, sueño.
El individuo llamado Cassandra Ilion tiene una habilidad única y especial que a primera instancia muchos envidiarían. No obstante, ella la considera una maldición. Y esa es... tener visiones extrañas y visiblemente alteradas de posibles futuros que hasta ahora, cada una de estas, se ha vuelto realidad. Como se mencionó anteriormente, suena genial... a menos que nadie crea en ellas... nadie "Ilumine" tu voz y prefieran simplemente ignorarla o tomarla como delirios estúpidos de alguien a quien se le safó un par de tornillos.
No importaba que trágicas o beneficiosas fueses sus visiones. Tampoco lo mucho que se esforzará para ser considerada y escuchada. Nunca conseguía que le creyeran. Sus intenciones eran puras y amables al querer advertirle a las personas que le importan sobre riesgos venideros, pero a pesar de ello se le hacía a un lado. Ha vivido muchas tragedias que se pudieron haber evitado si hubiese insistido un poco más, a palabras suyas. O sea, ella se culpaba de que los males sucedieran aunque se haya esforzado en demasía para que no ocurrieran.
A raíz de eso fue que cada noche, antes de dormir, cierra los ojos, temerosa de que esas "Pesadillas" surjan y profeticen algo que no podrá evitar.
Miedo a dormir...
Terror a soñar...
El momento en el que se supone que las personas deben descansar y vivir en el mundo de los sueños sus más anhelados deseos era una cárcel para la hermosa chica de cabellera azul.
A veces no dormía... Pero a la larga el cansancio le ganaba y los párpados caían. En ocasiones las bolsas grises debajo de los ojos estaban a la orden del día, reflejando el gran agotamiento que sufría.
Un alma sin lugar seguro.
Si ni dentro de tu mente estás segura... ¿Cómo serás capaz de afrontar el mundo real?
Y es por eso que, después de conocer la triste y poco envidiable vida de Cassandra, nace la interrogante de... ¿Qué fue lo que soñó una noche antes que la hizo feliz? Si tenemos en cuenta que ella misma teme que la oscuridad caiga y su cabeza divague.
La respuesta es más simple de lo que se piensa más no sencilla de explicar. Y la mejor forma de decirla es relatando el sueño tal y como fue.
Cassandra se hallaba en un bosque lúgubre y sombrío. Los árboles y las ramas de estos estaban torcidos, rodeando un camino que no parecía tener fin.
Ella caminaba en medio del tétrico escenario, iluminando tenuemente lo que se hallaba a su alrededor.
No sabía por qué, pero un presentimiento le rogaba caminar hacia adelante y detenerse. Entre mayor era la distancia recorrida, el miedo en el corazón de la chica aumentaba.
En ese bosque tenebroso se escuchaban susurros inaudibles si no se tomaba la molestia de escucharlos atentamente. Era como oír a millones de personas hablando al unísono y diciendo cosas que distaban mucho la una de las otras.
La cabeza le dolía y daba vueltas.
Sangre se derramaba de su nariz y oídos debido al ruido que progresivamente aumentaba.
No obstante... no desistió...
Evitó los gritos e insultos que flotaban en el aire y creaban brisas que azotaban a su débil cuerpo, causando olas de frío y escalofríos en su espalda.
A pesar de eso... no estaba asustada en lo más mínimo.
Su corazón le decía que sí se detenía se arrepentiría. Quedaría atrapada en la espesa oscuridad acompañada de la niebla que impedía observar el destino final.
Tras varias horas caminando, casi arrastrando los pies a consecuencia del cansancio y casi sorda por los gritos desgarradores que herían sus tímpanos, por fin pudo mirar una señal de lo que buscaba sin saberlo.
Su luz se fue apagando... no... comenzó a ser disminuida gracias a que una fuente mayor de iluminación se hallaba a escasos metros de su posición.
Era una luz hermosa...
Blanca y pura...
Sin contaminaciones...
El frío antes sufrido fue disipándose y en su lugar apareció un cálido sentimiento que la envolvía.
El zumbido en los oídos se mitigaba...
La sangre derramaba se evaporaba...
El dolor desaparecía...
Caminó y caminó hasta la fuente que originaba tan bello sentir.
Su pecho le apretaba porque el corazón le latía fuertemente, emocionada de lo que encontraría si continuaba el camino que tiempo atrás parecía no tener final.
¿Qué le aguarda allá?
¿Por qué disfruta de un sueño por primera vez desde que tiene memoria?
¿Dónde quedaron las pesadillas?
¿Cómo es que... está ansiosa del futuro que esta profecía le revelará?
Los árboles que antes envolvían el denso bosque fueron escaseando. Siendo el preámbulo de que pronto abandonaría ese sitio. Por lo que se sentía... feliz...
Cabe recalcar que... esa fuente de luz le restaba la apariencia terrorífica al lugar. De esto se percató Cassandra cuando, valerosamente, miró de reojo.
Flores brotaban de los arbustos.
Frutos dulces y brillantes de los árboles.
La completan oscuridad de antes le impidió deleitarse con la belleza que la naturaleza le proveía. También influía que su mente ya no pensaba que este sueño no tendría una resolución fatídica.
El tiempo transcurría lentamente. El viento soplaba de forma suave y cálida, contraria al principio del recorrido que fue fría y fuerte, semejante a una tempestad que arrasaba con todo a su paso.
Mientras el calor acrecentaba, las inseguridades decrecían. Llegando al punto de que el cabello que cubría parcialmente el rostro de la peliazul se movió, revelando su hermoso rostro plenamente sin ninguna clase de interferencia.
Ella sonreía.
Y cuando por fin llegó a su meta. Al final del tardado camino... lo vio.
Enfrente suyo había una pequeña fogata, en la cual cientos de animalitos obtenían calor.
Sin embargo, había uno en especial que sobresalía del resto.
Eran un conejo blanco de ojos rojos.
Este, al notar la presencia de la humana, levantó las orejas y volteó a su dirección.
Cassandra posó la mano encima de su pecho, arriba de donde su corazón bombeaba sangre a ritmo alarmante.
La pequeña criatura comenzó a caminar hacia ella.
El resto de fauna silvestre le abrió paso, formando un pasillo en donde, a los costados, permanecieron de pie, permitiéndole que avanzara.
El lindo conejito dio saltos laterales hasta llegar a la peliazul, la cual seguía maravillada por la hermosa escena que presenciaba.
La miró momentáneamente y luego dirigió su atención a la fogata blanca. Esto se repitió en varias ocasiones, dándole a entender a Cassandra que la criaturita deseaba que caminara hacia allá.
Cassandra hizo caso, yendo detrás de él.
El conejo le inspiraba confianza. No había intenciones maliciosas en el animal. Esos ojos rojos escarlata la tranquilizaban, le daban la paz que mucho tiempo añoró y que por fin, al menos en el mundo de los sueños, consiguió.
Estando frente a las avivadas llamas de la fogata pudo percibir de mejor manera la temperatura de esta.
No quemaba.
No lastimaba.
Solo irradiaba calor.
El conejo blanco estiró sus patitas delanteras, queriendo meterlas en el fuego.
"¡Cuidado!" Trató de gritar Cassandra, temiendo que este se dañara y quemara.
Pero... su voz no salió.
No hubo sonido.
Abrió la boca y tensó las cuerdas bocales pero no funcionó.
Era como si... se hubiese quedado sin voz.
Quejidos, gemidos, gritos. Nada salía. La única prueba de que lo intentaba desesperadamente era la apertura de la boca, el movimiento de la lengua y la respiración agitada.
¿Qué sucedía?
¿Por qué era incapaz de hablar? O siquiera expresar ruido alguno.
Su temperatura corporal bajó drásticamente a raíz del miedo.
El resto de animales la rodeó, frotándose en sus piernas, apaciguando el terror, diciéndole "Todo estará bien".
Ella suspiró largo y tendido, recuperando la calma.
Confiaría en esos pequeños.
Una porción de la fogata fue arrancada por las patitas del conejo blanco de ojos rojos.
Eso sorprendió a la peliazul.
Con las patas traseras el animalito salto a su dirección.
Cassandra se agachó para estar a la misma altura que él. No sabía por qué lo hizo, solamente dedujo que era lo que debía pasar.
La voz de su subconsciente resonó. Eso significaba que... la profecía estaba por ser dicha.
"El conejo iluminará tu voz".
Seguido de esto, la llama le fue entregada.
"Te entregará su luz... te entregará su fe".
"En ti estará aceptarla... es ti estará cuidarla...".
El fuego levitó, queriendo alcanzar la garganta de la peliazul.
"No obstante... una prueba deberás de cursar...".
La chica tragó saliva y una sensación semejante a la de tomar té caliente se le deslizó por la garganta.
"¿Es posible obtener sin perder?".
"¿Vale la pena entregar todo por quien sólo una cosa te dará?".
"¿Protegerás lo que el conejo ama?".
"¿Lucharás por lo que el conejo lucha?".
"¿Te unirás a su causa?".
"¿O permitirás que su llama blanca sea contaminada?".
"Una decisión...".
"Dos caminos...".
"¿Es fuerte tu voluntad...?".
"¿Es tan grande el deseo de que te puedan escuchar...?".
Miles de preguntas eran dichas mientras Cassandra dudaba.
Hasta que...
Una resolución fue alcanzada.
-Sí le dará luz a mi voz...-Por fin pudo hablar.
-Si iluminará esta oscura existencia...-.
-Entonces...-.
Acarició al conejo blanco y este se dejó, frotándose en su palma.
-Le daré todo de mi...-Concluyó.
Y... seguido de esto... despertó.
Al abrir sus ojos, los rayos del sol se filtraban por su ventana. Ella abrazaba su almohada favorita mientras se frotaba los párpados y bostezaba.
Se puso de pie rápidamente, queriendo darle inicio a su día.
Por primera vez en mucho tiempo le emocionaba vivir.
Se vistió y se preparó para un día en el que, de ser posible, su vida de un giro de 180 grados.
"El conejo que iluminará mi voz..." Pensó, saliendo a toda prisa de su habitación.
Pero, volviendo a la actualidad.
Cassandra continuaba siendo acariciada en la cabeza por Bell, el cual disfrutaba hacerlo. No sabía por qué aunque si la chica no se quejaba él podría permanecer así por varias horas.
"Es idéntico a mi sueño... solo que esta vez el conejo es quien me acaricia a mi en vez de yo a él" Se dijo a sí misma, relacionando los sucesos del mundo de los sueños a los que ocurrían actualmente en la realidad.
-Muchas gracias, Bell-Agradeció, posando su mano encima de la de él y deslizándola de su cabeza hacia su mejilla derecha, donde el calor corporal del peliblanco se transmitía a ella y vice versa.
Aquella actitud desvergonzada, digna de una doncella enamorada, era inimaginable para la peliazul días atrás. De no ser por su premonición sólo se limitaría a morir de vergüenza ah no expresar palabra alguna porque jamás fue objeto de tal cariño.
El corazón de Bell saltó ante esto.
-N-No es nada... luces como una chica amable y sincera. Eres el tipo de persona a la cual deseo proteger. También me inspiras confianza y siendo ese el caso dudo que seas alguien mala. Esa es la razón por la cual estoy siendo demasiado directo. Si te molesta házmelo saber, por favor-Respondió, informando el por qué de sus actos.
Cassandra negó, cerrando los ojos y disfrutando el contacto piel y piel.
-No me molesta en lo absoluto. Al contrario, es agradable. Gracias, Bell-Contestó, abriéndolos lentamente.
Sus ojos brillaron, repletos de ilusión y deleite.
-¡Hey! ¡Quítense de en medio!-Gritaron a espaldas del par que estaban tan sumergidos en su propio mundo que olvidaron donde se hallaban.
Una carroza se acercó a ellos y rápidamente se quitaron del camino.
-¡Tch! ¡Estos jóvenes enamorados de ahora!-Reclamó el amargado comerciante al cruzar al lado de ambos.
-¡P-Perdón!-Gritaron Bell y Cassandra al unísono, disculpándose con el hombre.
Se voltearon a ver gracias a que sus voces sonaron al mismo tiempo.
-Fufufufu-La peliazul se rió.
-Jejeje... creo que nos parecemos en eso-El joven aventurero se rascó la nuca, riéndose también.
-¿En qué?-Preguntó la chica.
-En pedir disculpas por todo-Respondió Bell. Sudor le bajaba de la frente al recordar que la misma Airmid le ha reclamado varías veces que debe dejar de disculparse por cosas sin sentido.
-Tienes razón...-Concordó la muchacha.
-Bueno. Recomiendo que continuemos con nuestro andar. La mansión del sol está lejos y las calles comienzan a llenarse de gente-Declaró Bell, recordando el objetivo original de su interacción con la hermosa chica a su costado.
-¡S-Sí! Y-Yo te guío-Cassandra lo agarró de la mano, llevándolo con ella.
-¡¿E-Eh?!-Esto tomó desprevenido al conejo, quien fue jalado.
-E-Es para que... no te tropieces... aunque no soy la más capacitada para eso...-Dijo la peliazul, justificando el repentino agarre de manos.
-S-Siendo ese el caso... supongo que está bien...-Bell no se negó ¿Quién diablos no quisiera que una hermosa chica lo sujetara de la mano?
"Jeje... Mis novias me matarían si me vieran ahora..." Pensó, sintiendo que un escalofrío le recorría la espalda, subiéndola por la médula.
Siguió a Cassandra hasta la mansión, cruzando las docenas de puestos y cientos de personas que iniciaban sus labores en la noche. Orario está más viva en las noches y es algo que nadie es capaz de negar.
Desde atrás pudo notar que las orejas de la muchacha estaban completamente rojas. Pero no le dio importancia el estúpido peliblanco.
"Estoy sosteniendo su mano... es igual de cálida que la llama que el conejo me entregó en mi sueño... me encanta... me encanta mucho" Declaró en su subconsciente, sonriendo a pesar de que le costaba dibujar dicho gesto en su rostro porque los labios le temblaban de la vergüenza y los ojos se le volvieron remolinos.
-Si Daphne me viera ahora se burlaría de mi...-Susurró, recordando a su mejor amiga y compañera de familia, Daphne Lauros. Una hermosa chica de cabellera roja de corta longitud, quien solía regañarla y burlarse de ella de vez en cuando, casi siempre cuando decía disparates disfrazados de profecías. No obstante, así sea mala ocasionalmente con ella, normalmente la cuida y protege de los deseos de su dios y los malos tratos del resto de los miembros de la familia. En pocas palabras, era de las pocas personas en las que confiaba en ese nido de escoria llamado "Familia Apolo".
Y, a pesar de ello y la relación amistosa que sostenía, la pelirroja no creía en las visiones de Cassandra. Por eso se sentía sola la mayoría del tiempo.
En la mansión del sol, sede de la familia Apolo. Minutos después.
-Wow... realmente es gigante...-El peliblanco admiraba el tamaño del hogar donde la familia antes mencionada residía. Él la había visto a lo lejos Garfias veces dado que se dio a la tarea de conocer la ciudad. Pero jamás se imaginó que fuese así de enorme.
-S-Supongo que aquí termina nuestro viaje, Bell. Gracias por la ayuda-Cassandra se inclinó ante él como agradecimiento, estirando los brazos y pidiendo de regreso las bolsas, no sin antes abrir la enorme reja de la entrada. El rechinar de la misma fue mínimo a consecuencia del lento movimiento a la hora de su apertura. Esto fue hecho de ese modo para evitar llamar la atención.
Parte de ella quería terminar rápidamente este encuentro. No porque le desagradara el chico ni mucho menos. Si no porque... Apolo se interesaría en Bell en caso de topárselo. Ella no permitiría que ese dios pervertido y malvado viese al joven. Debido a que, cuando Apolo quiere algo, nada lo detendrá para conseguirlo.
-Hai hai. Fue un gusto conocerte, Cassandra-Declaró Bell, cediéndole los víveres a la joven.
Ella los tomó y la montaña de bolsas le tapó la cara.
-E-El gusto fue mío-Respondió, sonrojada. Aunque esto no fue percibido por el conejo protagonista.
Esta pequeña parte de su vida. Los pocos minutos que pasó junto a él fueron momentos que se grabarían en su corazón y mente. El primer encuentro con "Quien iluminaría su voz".
-B-Bell...-Lo nombró, frenando en seco su andar.
-¿Sí?-Contestó el peliblanco, quien seguía de pie a su lado. No se iría hasta asegurarse de que la muchacha entrara a la sede sin inconvenientes. Si caía, él la ayudaría a levantar nuevamente.
Cassandra agachó la cabeza, avergonzada. Buscaba las palabras que expresaran la solicitud y deseo que le rondaba.
-S-Si no es molestia... quisiera saber si... podríamos volver a...-La oración se pausaba a medida que avanzaba. El tartamudeo aumentaba y los nervios también.
Bell se limitaba a ladear la cabeza, a la espera del final. El idiota no comprendía a dónde iba la cosa a pesar de que sus novias actuaron así en algún punto luego de conocerlo.
-¡Si podríamos volver a ver...!-Antes de revelar su pedido...
-¡Al fin regresas, Cassandra!-Una voz interrumpió la conversación del par.
-¡¿D-Daphne?!-La peliazul nombró a la chica que arruinó el momento.
Bell volteó a donde ella se acercaba a paso acelerado. Se trataba de una hermosa pelirroja con el uniforme de la familia Apolo y con el ceño fruncido, reflejando furia. A términos generales le recordaba a su madre Alfia porque había cierto parecido en sus expresiones faciales, las cuales daban a entender que se la vivían enojadas.
"Debo huir de aquí..." Pensó, tragando saliva. Si apenas sobrevivió a la Alfia original, quien era su madrastra, no quería imaginarse lo que esta persona con la cual sostiene una relación de meros extraños le haría.
-¿Bell? ¿Por qué tiemblas?-Interrogó la apenada chica.
-T-Traumas de la niñez... lo normal-Respondió. La garganta le temblaba, provocando el ligero tartamudeo.
-¡¿Por qué tardaste tanto?! ¡Apolo-Sama no dejaba de molestarme e insistir en que vaya a buscarte! ¡Ya no eres una niña pequeña para que te esté cuidando!-Regañó Daphne, apretándole la mejilla a su amiga.
-¡L-Lo shiento!-Decía Cassandra mientras le jaloneaban las mejillas y pequeñas lágrimas se salían de sus ojos por el dolor, aunque éste fuese mínimo.
Ella era consciente de que, a pesar de la actitud dura y fiera de la pelirroja, la quería y protegía. Tal vez porque la veía como un animalito débil e indefenso o porque en verdad la consideraba un igual. Daba lo mismo, al final del día era la única a la que podía llamar amiga.
-E-Eto...-Bell interrumpió la divertida escena semejante al regaño de una madre a su hijo/hija. ¿Quién mejor para entenderlo que el mocoso que siempre se metía en problemas aún siendo consciente de que su madre lo castigaría de las peores formas posibles?
-¿Uh? ¿Tú quién eres?-Daphne se percató de la presencia del peliblanco, la cual ignoró al concentrarse en reprender a su amiga.
-B-Bell Cranel, mucho gusto-Se presentó el conejo, extendiendo la mano, pidiendo un apretón formal. Contrario al caso de Cassandra, ella sí le asustaba. Aunque la mujer de carácter más fuerte que conoce en Orario sea su novia. Obviamente nos referimos a Airmid Teasanare, la primera novia del harem del conejo. O familia Cranel, como sea que decidan nombrarlo.
"Si la tendencia es la misma posiblemente ella también termine uniéndose al harem. Parece que atraigo a las mujeres de carácter fuerte. ¿Soy un masoquista que disfruta el sentimiento de sumisión? Comienzo a creer que sí" Pensó, sudando frío y desviando la mirada al imaginarse eso. No estaba muy lejos de la realidad sinceramente.
La pelirroja lo inspeccionó de pies a cabeza. Su mirada de desagrado fue reduciéndose progresivamente.
-¿H-Hay algo malo en mi?-Preguntó Bell, dubitativo ante la negativa de la chica a estrecharle la mano y la atención fija que esta tenía a su persona.
De repente suspiró.
-No luces como una persona mala. Daphne Lauros, el gusto es mío-Tras varios segundos en silencio correspondió al gesto.
-¿Qué te trae por aquí? ¿Acaso quieres unirte a la familia Apolo?-Cuestionó, posando su brazo alrededor de él, guiñándole el ojo. La desconfianza desapareció tan pronto no percibió hostilidad en él.
-¡N-No!-Gritó Cassandra.
Ambos la vieron, sorprendidos por el repentino grito.
-¿Qué te pasa?-Le interrogó Daphne.
-Emm. No, no vengo a unirme a la familia Apolo. Es solo que por accidente choqué con Cassandra y al verla en complicaciones quise ayudarla. Sé que no me concierte pero deberían ayudarla cuando la tarea sea muy grande-Explicó el conejo, despejando las dudas.
-¿Te dio problemas? ¿Cuántas veces te he dicho que no seas tan tonta, Cassandra?-La pelirroja se frotó los párpados, claramente candada.
-¡Y-Yo no...!-Respondió la peliazul, o al menos eso intentó.
-De hecho fue al revés, señorita Lauros-Bell tomó la palabra.
-¿Uh?-Ese sonido salió de ella.
-Yo fui quien causó este embrollo. No me fijé por donde iba y accidentalmente golpeé con ella y los víveres se cayeron en la calle. Así que, si alguien le causó problemas al otro, fui yo-Relató, culpándose del incidente.
-Raro. Normalmente es ella quien se mete en embrollos. Tal vez por fin ha madurado-Murmuró Daphne, sosteniéndose la barbilla.
-Tenga más confianza en Cassandra. Sé que no la conozco al mismo grado que usted. Pero es una buena chica que quiere ayudar a quienes quiere-Aconsejó el peliblanco.
-Bell...-Cassandra lo nombró, posando el puño encima de su pecho mientras las mejillas le brillaban por el sonrojo.
Daphne, impresionada por lo directo que el conejo antropomormo le decía, se limitó a asentir sin más.
-Eres extraño. Supongo que hay gente igual de amable que ella aquí en Orario. Normalmente intento protegerla en nuestra familia porque esa misma amabilidad es aprovechada por el resto o la miran como una debilidad. Gracias por tu ayuda, Bell Cranel-La pelirroja le sonrió, agradecida por comprender a quien tanto desea proteger.
La luz de la luna que brillaba detrás suyo iluminó la sonrisa de oreja a oreja que ella dibujó en sus bellos y rojizos labios, rojos como su hermoso cabello.
"-Las pelirrojas son peligrosas Bell. ¡Pero vale la pena porque son hermosas! ¡El color de su cabello refleja el fuego de la pasión!-" La voz de su abuelo resonó en su mente.
"¡¿POR QUÉ SOLO APARECES CUANDO HAY CHICAS HERMOSAS?!" Reclamó Bell al Zeus imaginario mientras se tapaba la boca y apartaba la cabeza para que su sonrojo no sea notado por Daphne.
"Airmid me matará, Airmid me matará, Airmid me matará" Repetía mentalmente, evitando cometer la tontería de tratar de conquistarlas. ¡Los malditos genes Cranel están siguiendo sus instintos más primitivos que pasaron de generación en generación!
-¡Mouuu!-Cassandra infló sus mejillas, celosa de la reacción que Bell tuvo al ver a su mejor amiga.
-¿Por qué este niño parece que habla con alguien? ¿Está mal de la cabeza?-Susurró Daphne a la peliazul, acercándosele al oído por la palabrería que el, hasta hace minutos, extraño murmuraba.
-¡Hmph!-La celosa chica que normalmente era reservada se cruzó de brazos.
-Daphne...-La llamó, asomándose a su costado.
-¿Y a ti que te pasa?-Le cuestionó la pelirroja, mirándole por encima del hombro y levantando la ceja. Nunca había conocido ese lado de la chica a su lado.
-No es nada...-Contestó.
-¡Ujum!-Bell aclaró su garganta, captando la atención de las bellezas enfrente suyo.
-En verdad no es necesario que me agradezcan. Si ser buena persona fuese algo digno de alabar, entonces estamos fallando como sociedad y seres humanos-Respondió, retomando la cordura.
-En fin. No les quitaré más su tiempo. Cassandra, Daphne, fue un gusto conocerlas. Espero que nos volvamos a encontrar en otra ocasión-Adicionó, sonriéndoles dulcemente.
Mientras se daba la vuelta, Cassandra lo sujetó de la manga de su camisa.
-¿Are?-Él giró de regreso.
-Eso es lo que yo quería pedirte...-Dijo la peliazul, apretando el puño sobre el pecho.
-Me encantaría volver a hablar contigo, Bell-Declaró, externando su sentir.
Daphne abrió los ojos en demasía ante la valentía y decisión de su mejor amiga. Dos características que rara o nula vez se han presentado en ella.
"No me digas que..." Pensó. Pero ese hilo de pensamiento fue cortado antes de siquiera formular la hipótesis.
-¿Qué tenemos aquí?-Una voz bien conocida por ambas miembros de la familia Apolo entró por sus oídos.
Un escalofrío recorrió sus espaldas.
-¿A-Apolo-Sama...?-Cassandra lo nombró, temerosa de la presencia de la deidad.
Caminando a donde sus hijas y un invitado inesperado se hallaban, un hombre de cabellera roja y sonrisa un tanto extraña se aproximaba. A su lado lo acompañaba un adulto joven con el rostro fruncido y cabello largo, amarrado con una coleta, el cual tenía una espada en la cintura.
-Es muy tarde... fui una tonta...-Musitó la peliazul, temblando. Esto fue notado por Bell dado que ella todavía lo sostenía.
-¡Bienvenido, Apolo-Sama, Jacinto-Sama!-Daphne saludó a su dios y al capitán de la familia de este.
"Estos sujetos me dan mala espina. Todo lo contrario a Cassandra y Daphne" Se dijo a sí mismo el conejo, cambiando su actitud amistosa a una seria.
-¿Es un regalo para mi, Cassandra? Espero que así sea porque tu retardo en el cumplimiento de esa simple misión que se te encargó no será perdonado fácilmente-El dios sonrió tétricamente a la joven, quien agachó la cabeza y se aferró más a Bell.
-No sé a qué se refiere con "Regalo" Apolo-Sama. Pero no soy de propiedad de nadie-Respondió el peliblanco, encarándolo.
Esto tomó desprevenido al Dios del sol, quien no esperaba la respuesta.
Jacinto lo observaba fijamente.
-Y si me disculpa, debo retirarme-Agregó. La tensión era tal que el ambiente se sentía pesado. La expresión del conejo emanaba cierto repudio a quien yacía de pie enfrente suyo.
-¿Seguro? No me molestaría invitarte a pasar...-Apolo habló, ignorando todo lo anterior y queriendo conocer el nombre del extraño.
-Me llamo Bell. Supongo que usted es Apolo-Sama por lo que he escuchado de sus hijas-Contestó el muchacho, revelando su nombre.
-Sí, así es. Soy uno de los dioses que posee una de las familias más numerosas en Orario-Presumió el pelirrojo con ese gesto desagradable en el rostro, incomodado al conejo.
-Ya veo-Bell le restó importancia. No quería continuar con la conversación.
-Y respondiendo al ofrecimiento. Debo negarme. Hay un hogar al que debo regresar-Comunicó, cortando la habladuría.
-¿Are? ¿Ya tienes una familia? Es una lástima. Eres un chico interesante...-Expresó la deidad, fingiendo tristeza.
-No, se equivoca. No tengo familia-Confesó.
Todos los presentes abrieron los ojos. ¿No tenía familia? ¿Cómo es eso posible? Más teniendo en cuenta que... emanaba un aura peligrosa que aterraría a los niveles 1. Ellos estaban seguros de una cosa, él no era débil.
-Fufufu ¿En serio?-La mirada de Apolo cambió a una repleta de curiosidad. Se relamió los labios y Cassandra tembló, segura de lo que estaba apunto de suceder.
-Siendo se el caso... ¿Qué tal si...?-El ofrecimiento del Dios fue frenado en seco.
-No gracias-.
El lugar permaneció en silencio.
-¿Disculpa?-Preguntó.
-No deseo unirme a su familia. Eso es lo que quería pedirme ¿Cierto? La respuesta es no. No busco unirme a ninguna familia ni ahora ni nunca. Agradezco el interés-Informó Bell, inclinándose ligeramente al Dios por cortesía más que por respeto.
Las venas en la frente de Jacinto se marcaron debido al enojo por la falta de respeto del mocoso que no permitió que Apolo terminara de hablar.
-¿Es así...?-Cuestionó, apretando lo dientes.
-Sí. Si me permite...-Ahora fue al peliblanco a quien interrumpieron.
-Entonces... ¿Qué haces aquí?-Los ojos vacíos y sin color daban a entender el enojo del pelirrojo.
-Le expliqué a la señorita Daphne. Tuve un encuentro con Cassandra y resultó en un accidente. Solamente la ayudé a regresar, nada más-Explicó nuevamente.
Apolo sostuvo su barbilla y asintió.
-Entiendo, entiendo-Susurró.
-De acuerdo, puedes retirarte-Declaró, sin mediar palabra.
Cassandra soltó la manga de Bell y suspiró, aliviada.
-Hasta luego. Fue un gusto-Dijo el conejo, sonriéndole a las dos chicas y sacudiendo la mano de lado a lado, despidiéndose y dando la vuelta para retirarse de ahí.
-¡Lamento si mi inútil hija te causó problemas, Bell!-Gritó Apolo cuando él se alejaba.
-Jacinto... asegúrate de que el castigo sea fuerte ahora...-Adicionó, dándole esa orden al capitán de su familia.
-Sí, Apolo-Sama-Asintió Jacinto.
Bell frenó en seco ante esto.
-Ella no me dio ningún problema. Al contrario, yo fui quien la metió en aprietos y quise devolverle mi gratitud-Externó.
-Así que...-Giró, posándose de frente a ellos.
-No hay motivo para un castigo-Complementó.
-No es asunto tuyo lo que haga con los miembros de mi familia ¿Verdad?-Comentó el dios, retándolo.
Los puños del chico se cierran.
-Esperaba más de alguien con el título de Dios. Creo que no todos son buenos y benevolentes como nos quieren hacer creer...-Bell dio un paso al frente, insultando a Apolo. Chispas salían de sus ojos.
-B-Bell, b-basta, no tienes por qué defenderme...-Cassandra quiso detenerlo, pero su brazo fue apretado.
-¡¿CÓMO TE ATREVES A INSULTAR A APOLO-SAMA CON TAL DE DEFENDER A ESTA BASURA?!-Gritó Jacinto, realmente enojado mientras alzaba a la chica.
-¡D-Duele!-Se quejó la peliazul.
-¡Jacinto! ¡Ya basta!-Daphne quiso reclamarle.
-¡CÁLLATE!-El capitán la silenció.
-Yo solo veo dos escorias ahora mismo y están enfrente de mi-Respondió Bell, acercándose lentamente a ellos mientras se tronaba los nudillos.
-Y... ¡SUÉLTALA!-Vociferó.
Su cuerpo emanó una luz blanca y, en menos de un abrir y cerrar de ojos.
*¡PAM!*
-¡PUAH!-El estómago de Jacinto fue impactado por el sólido puño de Bell.
*¡CRASH!*
Su cuerpo se estrelló en las rejas de la mansión, rompiéndolas y rodando en el suelo.
-¿Qué acaba de...?-Apolo no pudo ver en qué momento sucedió aquello.
-¿Bell...?-La llorosa chica miraba al conejo desde arriba. Sus piernas habían perdido el suelo.
-¿Estás bien?-Preguntó Bell. Cuando las mangas de su ropa se levantaron por el viento, se percató de las múltiples heridas y moretones que tenía en su blanca y pálida piel, lo cual irritó en la mayor medida al "héroe" dado que le daba a entender que no era la primera vez que se le "Castigada".
Ella bajó la mirada y... ¡Estaba siendo cargada por él como una princesa!
-¡Maldito...!-Jacinto se agarraba el abdomen mientras se levantaba lentamente.
-No te pares... te lo advierto...-Los ojos vacíos del muchacho infundieron miedo en el aventurero de nivel 3.
-¡¿Tú me lo adviertes?! ¡No me hagas reír!-Ignoró ese sentimiento y corrió a atacarlo, desenfundando su espada.
Bell lanzó a Cassandra por los cielos.
-¡¿Fueh?!-Gritó, del susto.
*¡PAAAAAAAM!*
-¡GAH!-El mentón de Jacinto fue golpeado...
*¡PUUUUUUUUM!*
Estrellándose en la puerta de la mansión. Esta vez fue mandado a volar más lejos que antes.
Los miembros de la familia salieron de la sede debido el ruido. Uno a uno se percataban de que su capitán fue noqueado de dos simples golpes.
-¡Te tengo!-Dijo el conejo, atrapando a la muchacha nuevamente.
-¿Cómo hiciste...?-Daphne, detrás de ellos, estaba pasmada.
¿Quién diablos es él? ¿Cómo es que derrotó a Jacinto, siendo este un nivel 3 y Bell un aventurero sin falna?
Apolo no se movió en lo absoluto.
Bell, con Cassandra en brazos, giró y caminó, cruzando al lado de él.
-Si así es como tratas a tus hijos... entonces no los mereces...-Susurró, llevándose a la miembro de su familia, quien le abrazaba el cuerpo, temblando.
-¡¿SABES LO QUE ESTO SIGNIFICA?! ¡ESTO ES LA GUERRA MALDITO MOCOSO!-Reclamó.
-Daphne... tú eres una buena persona ¿Quieres quedarte con él?-Bell ignoró el balbuceo del dios, hablándole directamente a la pelirroja.
-¿Qué...? ¿A qué te refieres?-Cuestionó.
-¡NO ME IGNORES!-.
-Cierra la boca, eres molesto-Dijo Bell, amenazándolo con la mirada.
-Ugh...-La deidad retrocedió.
-Me refiero a que ni tú ni Cassandra pertenecen aquí. Vengan conmigo-Le extendió la mano a la dubitativa chica, quien no sabía qué hacer, mientras le sonreía dulcemente, inspirándole confianza.
-Vamos, Daphne...-Insistió la peliazul.
-¡NO TE LLEVARÁS A MIS HIJAS! ¡PAGARÁS EL PRECIO POR RETARME!-Apolo le apretó el hombro y...
-No me toques...-Advirtió. El brillo rojo en la Iris fue suficiente para que la deidad temblara y soltara su agarre.
-Acompáñanos. Si tú no vas... yo tampoco, Daphne-Cassandra extendió su mano también.
No quería que su mejor amiga siguiese en ese nido de ratas. Tal vez su destino era incierto a partir de este punto. Sin embargo... dentro de su corazón sabía que era mejor que el presente que vivían y el pasado que vivieron.
-¡No te atrevas a irte, Daphne!-Apolo amenazó a su hija.
-Yo...-Tragó saliva la pelirroja.
¿Tirar a la basura todo lo vivido aquí por alguien que recién conoce o quedarse ahí? Era una apuesta arriesgada se le vea por donde se le vea.
No obstante... jamás vio a Cassandra tan decidida en algo.
"Confiaré en ti".
-¡Iré con ustedes!-Reveló su decisión, corriendo al costado del par.
-Vamos-Agregó el joven, yéndose de ese lugar e ignorando al furioso dios del sol.
-Por cierto, Apolo-El llamado de Bell fue dirigido al Dios, frenando en seco su avance.
-Cassandra no es un objeto... ella hará lo que desee, por lo cual, ya no te pertenece-Dijo el chico.
-Si vuelves a intentar algo en contra de Daphne o de ella...-Agregó con tono amenazador.
-Volveré...-Finalizó.
Se alejaron, perdiéndose en las oscuras calles de Orario. Cassandra continuaba siendo cargada en brazos de su salvador, sin quejarse y disfrutando del calor. Daphne los seguía caminando con miles de preguntas en la cabeza.
Dejaron de pie al Dios pelirrojo, quien rebosaba de furia y cólera.
-¿Quién se cree...?-Murmuró, apretando puños y dientes.
-¡¿QUIÉN SE CREE ESE MALDITO NIÑO?! ¡ESTO NO SE VA QUEDAR ASÍ! ¡HARÉ QUE TE ARREPIENTAS DE HABERTE METIDO CONMIGO, BELL!-Gritó a los 4 vientos, jurando que se vengaría de él.
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Bueno, hasta aquí el capítulo de hoy, espero que sea de su agrado y dejen su apoyo como ya es costumbre.
En fin, déjenme sus opiniones.
¿Cómo estuvo el capítulo? ¿Sí les gustó?
Buzón de sugerencias/opiniones/comentarios.
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¡Si gustan leer una novela original escrita por mi, pueden leer la que recién acabo de publicar!
"Objetivo frustrado por un amor inesperado"
Acompáñanos en al historia de Akiro Itō para cumplir su tan anhelado deseo... ¡Vengarse de quien rompió su corazón!.
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Un One Shot en el que se nos relata lo que hubiera sucedido si Bell era cuidado por Alfia, Zald y Zeus ¿Será un futuro feliz? ¿Bell se convertirá en el último héroe como se lo prometió a su madre? ¡Averigüémoslo!
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Otro One Shot sobre una bella historia de amor entre una diosa y un mortal, que toma como punto de partida la película de "Danmachi: la flecha de Orión". Veamos la aventura en la que se embarca nuestro carismático protagonista después de haber perdido a esa diosa que tocó su corazón en muy poco tiempo, de la cual, se tuvo que despedir prematuramente.
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La hermosa Lefiya nos acompañará en este One Shot junto al conejo en una aventura que tendrá de todo. Amor, drama, todo lo que engloba a esta pareja tan dispareja.
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La historia de amor entra una hermosa hada y un conejo con dudas nacientes en su corazón tras un suceso inesperado.
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Un fic con un cuarteto amoroso muy raro, BellxTionaxFreyaxHelun.
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Una hermosa historia de amor entre una asesora y el aventurero a su cargo, BellxEina.
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¡Una aventura sin Falna nos espera a nosotros y a nuestro protagonista!.
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Y mi primer y ya finalizado Fic, que va de la pareja de BellxSyr o Freya, el cual parte desde el rechazo de esta misma en el volumen 16 de la novela original, aunque claro... en este fic sabremos lo que hubiera pasado si Bell no la rechazaba, como el título indica.
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Sin más que agregar, yo me despido, espero que se echen una pasada a mi perfil y les agraden las demás historias en caso de no haberlas leído, eso es todo, hasta la próxima mis lectores.
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