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Capítulo 24.

-Bell-Nii-.

La mejilla de cierto muchacho fue picada con la punta de tres dedos indice seguido de este nombramiento.

-Hehe... n-no toques ahí Airmid...-Susurró el antes mencionado, sonriendo tontamente mientras baba le caía de la boca y se escurría hasta caer a la almohada.

La cara de confusión de los tres infantes en la habitación, agachados al ras de suelo donde la "Cama" improvisada del conejo se hallaba fue mayúscula.

¿Qué es lo que estaba soñando? Ni idea alguna.

-Bell-Nii llegó cansado de su viaje. Ya casi es mediodía del día siguiente al que regresó y no muestra señales de querer despertar-Declaró una pequeña niña con orejas y cola de perro, ladeando la cabeza y meneando esta última, formando un signo de interrogación.

-Fina, Rye. Si le pico así se retuerce muy gracioso-Comentó Roux, un/una elfo de cara seria en la que difícilmente se podía identificar lo que pensaba o sentía mientras agarraba un palo de madera y picaba en reiteradas ocasiones el costado del peliblanco.

-Jeje... Shakti... eres muy tranquila... te amo...-Murmuró Bell, abrazando su almohada.

-Bell-Nii ama mucho a sus novias-Opinó Rye, riendo nerviosamente. El sudor le bajaba de la frente, demostrando la vergüenza que lo azotaba.

-Sí. Pero es extraño. Antes de que dijera el nombre de ellas dos mencionó a una tal Tiona. Decía que quiera leer cuentos a su lado toda la noche hasta que amaneciera. Fue ligeramente meloso pero romántico-Comunicó Fina. Rememorando aquel diálogo salido de Bell en ese profundo sueño.

-Sí, sí. También a alguien llamada "Riveria". Habló de algo extraño. Como "A Alfia le decía mamá. A ti te diré mami". No supe a qué se refería, tal vez se relaciona con su familia en el pasado-Encima de la cabeza de Roux aparecían cientos de signos de interrogación imaginarios a consecuencia de las dudas que emergían de ella.

Para un infante de diez años, incluso menos, era complicado imaginarse la clase de contexto que ese balbuceo, debido a la somnolencia y cansancio, poseía. Solo las mentes pervertidas lo comprenderían.

-Si no estoy mal. Igual el nombre "Bache" fue dicho. Aunque solo fue eso-Rye confirmó que hubo una tercera chica desconocida en los sueños del héroe dormilón.

-¿Bell-Nii consiguió más novias en el viaje a Melen? Sinceramente no me sorprendería de ser ese el caso-Cuestionó Fina, posando la yema del dedo encima del labio.

-¡Esperen! Riveria... ¡Es la princesa Riveria Ljos Alf!-Exclamó el o la pequeño/pequeña elfo, saltando mientras el foco se le encendía tras identificar donde escuchó anteriormente el nombre.

¿Cómo olvidar a la princesa de cabellera jade, la cual confirma su relación con la realeza, siendo de la misma raza que ella?

-¿Princesa?-El humano castaño repitió.

-¡¿Princesa?!-Mismo caso con Fina, solo que los sentimientos que motivaban esa intención de confirmar lo dicho por Roux distaba al de Rye.

-¡Sí! Mi madre siempre me contaba que eran elfos de la realeza, distintos al resto y eran adorados incluso por quienes no vivían en el árbol de origen de esa familia. Yo no estuve muy interesado en ese tema pero es imposible pasar de alto ese nombre. ¿Será posible que Bell-Nii enamoró a la princesa Riveria?-El/La infante interrogó.

-¡Sin dudas!-Respondieron los otros dos chicos.

-Un héroe siempre debe tener a una princesa en su harem. Argonauta tuvo a Ariadna y a Olna-Indicó Rye, mostrando una sonrisa confiada y alegre al revelar la información que poseía tras las noches en que leía el libro del mismo nombre junto al peliblanco antes de ir a dormir.

Los tres niños discutían entre susurros, evitando levantar la voz y gracias a ello despertar al agotado héroe del harem.

Sin embargo no contaban con que cierta mujer en la flor de su juventud apareciera desde sus espaldas.

-Dejen de molestar al señor Bell. Ha vuelto de un largo viaje...-Dijo. El tono amenazador en esa orden erizó cada pelo en el cuerpo del trío, provocándoles piel de gallina y que saltaran desde donde yacían de pie.

-¡Hiiii!-Ese sonido emergió desde lo profundo de sus gargantas, conteniendo el grito de terror.

Se trataba de la hermana María, la cuidadora del orfanato, quien sonreía de forma tétrica.

Ella siempre pretende proteger la salud de quien fue el salvador de este viejo orfanato. Permitir que descanse correctamente y evitar que perturben las horas de sueño de este entraban dentro de su labor como cuidadora.

Jamás sería capaz de agradecerle lo suficiente y, proveerle una agradable estancia ahí, es la mejor manera que hallaba de devolverle aunque sea una milésima parte de esa amabilidad.

-N-No lo molestábamos. Es que cuando vino dijo que lo despertáramos en la tarde porque quería visitar a sus novias. No obstante, llevamos casi dos horas intentándolo sin éxito-Explicó Fina, temblando y con la cola erizada. El resto de ellos le sostenían la mano y asentían a cada palabra que la Chienthrope de cabello dorado soltaba con el objetivo de no ser castigados ni regalados infundadamente.

-Oh. Ya veo. Entonces fue pedido del señor Bell. No hay problema de ser así. Déjenme ayudarlos a despertarlo-El cambio de ánimo en María fue repentino, tanto que nadie tuvo tiempo de acostumbrarse a él. El miedo ni abandonaba los delgados cuerpos de los huérfanos.

Los labios de la mujer se acercaron a la oreja de Bell, quien dormía de lado, abrazando fuertemente la almohada y riendo tontamente, como antes de que entrara a la habitación la responsable del lugar.

-Bell-Sama... es hora de levantarse...-Musitó de modo delicado y suave.

El joven aventurero paró de reírse y prestó atención al llamado.

-Ha dormido lo suficiente, Bell-Sama. Esas chicas lo esperan-Adicionó la hermana María.

-Airmid... Shakti... Riveria... Tiona...-Nombró a sus cuatro parejas, despegando los párpados poco a poco.

-¿Ara? ¿Dos más?-La mujer no se había enterado de las nuevas integraciones al Harem.

Los ojos de Bell se abrieron de repente.

-¡Cierto! ¡No he visitado a mis novias!-Se levantó rápidamente y, de no ser porque la cuidadora se apartó, casi golpean las cabezas.

-¿C-Cuánto tiempo dormí?-Preguntó, limpiándose la saliva seca de la mejilla con el antebrazo aunque no completamente.

-Un día completo. Fue pesado el viaje ¿Verdad, Bell-Nii?-Dijo Rye, apoyándose en el hombro del aventurero, quien yacía sentado en la cama. Solo la mitad superior del cuerpo se inclinó.

-¿Completo? Sí que dormí mucho. Normalmente acostumbro a despertar poco después de conciliar el sueño porque...-El ceño de Bell se frunció.

Sacudió la cabeza, se golpeó los cachetes al palmearlos y desechó el pensamiento que le rondaba la mente.

-En fin. ¡Hora de pararse!-Expresó, poniéndose de pie velozmente.

Inspeccionaba en el cuarto, buscando sus botas y camisa. Acostumbraba a dormir sin ella. La única prenda que vestía en las noches eran esos pantalones viejos y rasgados. No le vendría mal comprar ropa de vez en cuando. Al fin y al cabo es millonario.

-Aquí tiene, Bell-Sama. Las lavé para usted-María acercó el par de zapatos y la playera negra de mangas largas, entregándoselas.

-Muchas gracias. Lamento los inconvenientes. No quiero ser una molestia-Bell aceptó la amabilidad de la mujer sin rechistar. Pero a pesar de ello le parecía injusto que él no se encargara de sus propias cosas.

No obstante, ella solo negó.

-Le debemos esta vida tan cómoda. Encargarme de estas mínimas necesidades es poco si se compara con lo que nos a proveído. Si hay algo que requiera no dude en avisarme y lo cumpliré-María sonrió y, juntando sus manos, externó el grado de agradecimiento que le tenía al muchacho enfrente suyo.

Desde la ventana de atrás los rayos del sol se filtraron al igual que la suave brisa de la tarde, elevando las cortinas e iluminando el cuarto, dejando el espacio de la silueta de la cuidadora brillando como si de una santa se tratara.

Bell debió la mirada y tapó su boca.

"¡Ella es un ángel!" Su imaginación le jugó en contra y le puso alas de este ser mitológico al pensar aquello.

-E-Entiendo. Hasta pronto, me voy yendo-Dijo, cambiando el tema abruptamente y retirándose de ahí. No se percató hasta ahora que compartía techo con esa bella mujer. Después de que se unió románticamente a Shakti y Riveria ha comenzado a fijarse más a detalle en las féminas mayores que le rodean. Aunque tampoco era muy difícil, prácticamente todas sus novias lo superan en edad. Riveria incluso rebasa con creces a Shakti en cuestión de años, la cual es la segunda mayor.

Sin alargar la explicación, él partió del orfanato, corriendo a través de las calles de dédalo y yendo al primer destino, abandonando a las cuatro personas que irrumpieron en su habitación.

La hermana María se sonrojó mientras sacudía la mano de derecha a izquierda, despidiéndolo sin que le prestaran un ápice de atención. Se ha resignado a este papel. Los personajes secundarios no obtienen el mismo grado de importancia.

-Riveria-Sama... es increíble que conquistara a la princesa Riveria. Pero sí lo creo viniendo de él. No hay ningún hombre que se le compare-Murmuró, apretando la tela del vestido marrón.

Los infantes la observaban en silencio. No alcanzaron a oír la conversación que se desenvolvía entre la propia María. Sin embargo, eran conscientes de que algo andaba rondándole la cabeza y a consecuencia de ello su expresión cambió.

-Le iba decir a Bell-Nii que entrenáramos. No tuve oportunidad hoy. ¡Mañana será!-Rye levantó el puño al cielo. No pretendía indagar en el romance de su maestro. Él también se interesaba en su propio objetivo.

-¡María! ¿Podemos cocinar bocadillos mañana para Bell-Nii y Rye?-Preguntó Fina, tirando suavemente de la ropa de la cuidadora.

-Ara~ Ara~ Claro que sí. No existen hombres fuertes si no hay estómagos llenos-La castaña aceptó sin dudar ni un segundo al pedido de la Chienthrope.

-Ahora ¡Manos a la obra! La limpieza no se hará sola ¡En marcha!-Tras la breve atención a la solicitud, aplaudió y comunicó las labores del día.

-¡Hai!-Ninguno la cuestionó y fueron en busca de las escobas y recogedores.

En la sede de la familia Dian Cecht. Primera parada.

-Haz vuelto. Es extraño que tomes vacaciones. Sin dudas ese muchacho te tiene muy enamorada-Dijo una recepcionista que trabajaba junto a Airmid, burlándose de la situación romántica.

Contrario a lo que se esperaba. La peliplateada no entró en pánico ni reaccionó negativamente a la mofa de la compañera.

-Sí. En serio lo amo. Esas vacaciones, aunque no salieron como esperaba y tal vez el tiempo que pase con él disminuya, fueron las mejores que he tenido-Respondió. Esos ojos color violeta brillaron llenos de vida, ilusión y felicidad tras unir sus manos de igual forma que se hace cuando oras.

-¿Cómo no van a ser las mejores si son las únicas?-Martha puso cara de póker, rompiendo el estado de ánimo meloso que tanto odiaba. No porque le incomodara la felicidad de su amiga, al contrario, le alegra que esa chica seria que nunca se interesó en otra cosa que no fuese trabajo al fin entronara a su ansiada media naranja. Lo que no soportaba era que justo se tratara de un mujeriego con apariencia de conejo el cual no deja de agregar chicas a su harem.

"Tú mereces algo mejor..." Pensó, posándole la palma en el hombro y negando con la cabeza.

La peliplateada no comprendió aquel gesto y solo aceptó el contacto.

-Si no te apenas no sirve molestarte. Le quitas la diversión a este trabajo tan aburrido-Se quejó la compañera de familia de antes, recostándose en el respaldo de la silla.

-No se supone que sea divertido. Te recuerdo que nuestra labor marca la línea entre la vida y la muerte...-Explicaba Airmid hasta ser interrumpida.

-Sí, sí. El sermón lo he escuchado miles de veces. Ya hasta me lo sé de memoria-Se quejó.

La ceja de la sanadora tembló y cerró el puño. Esa actitud tan despreocupada la odiaba aunque le recordaba ligeramente a ese estúpido conejo que tiene de novio.

-Por cierto. Tu príncipe azul, o blanco, ya tardó ¿No iba a venir a visitarte? Ya pasó el mediodía-Le recordó.

-Supongo que está cansado. Casi no durmió. En la noche cuando nos acostamos juntos temblaba y se despertaba en medio de la madrugada. Fingía no notarlo pero... fue preocupante-Comentó la peliplateada, cabizbaja y pensativa.

El silencio abundó en la sala.

-Repítelo-Exigieron las dos trabajadoras.

-¿Eh? Que fue preocupante-.

-No eso idiota. Lo primero-.

-¿Uh? Que casi no durmió-.

-¡LO QUE SIGUE DESPUÉS DE ESO TONTA!-.

Ambas indagaban en la frase que Airmid dijo sin miramientos. Reveló un detalle de suma importancia que ninguna esperaba.

Las mejillas se le sonrojaron. No, toda el fino y hermoso rostro de la bella chica se tornó de color rojo, a tal punto que brillaba y emitía calor.

-Q-Que nos acostamos juntos...-Unió la punta de los dedos y apartó la vista.

-¡Eso! ¡Eso! ¡¿CÓMO ESTÁ ESO DE QUE COMPARTIERON CAMA?!-Azotaron las manos en el escritorio, tirando tablas, plumas y demás papeles que fueron puestos ahí.

Airmid retrocedió, viéndose acorralada por las dos mujeres hambrientas de chisme.

-A-Aguarden...-Mantuvo la separación al extender los brazos y posarlos enfrente.

-No. Habla...-Ordenaron al unísono. Era aterradora la perfecta sincronización.

Pequeñas gotas de sudor bajaban de la sanadora, quien se sentía nerviosa.

-¡Ujum!-Alguien aclaró la garganta desde el otro lado de la recepción, provocando que el trío volteara a dicha dirección, atendiendo al visitante.

-¡H-Hai!-Se trataba de Bell, quien saludó nerviosamente al ser fulminado por las miradas de las médicos.

De repente el cuello de su camisa fue sujetado fuertemente y jalado hacia adelante.

-¿Are?-Salió de la boca del conejo ante dicha violencia de parte de la compañera de Airmid.

-¡¿QUÉ LE HICISTE A NUESTRA SANTA?! ¡MUJERIEGO! ¡PERVERTIDO!-Cuestionó Martha, sacudiéndolo en repetidas ocasiones mientras le escupía insultos a diestra y siniestra.

-Jeje... yo también te extrañé Martha-Respondió el peliblanco, ignorando a la chica. Ya se ha acostumbrado a esta clase de ataques con los que es recibido cada día al aparecer en la sede de la familia Dian Cecht.

-Hay cosas que no cambian sin importar el tiempo-Declaró la tercera chica en la "Reunión", cruzándose de brazos, burlándose.

Mientras tanto, Airmid apartaba a la furiosa muchacha, soltando el agarre que esta tenía en la ropa de su novio.

-En serio. Abandona esas ganas de pelearle y discutirle, no tiene casi y comienza a estresarme. Ojalá así fueses de insistente en el trabajo-Le reprocha, frunciendo el ceño y emanando esa aura oscura que muchas veces a dirigido a ese tonto héroe  con quien sostiene esa relación múltiple de la cual Martha se queja. Y eso que todavía no conoce a las dos nuevas integrantes.

-P-Perdón...-Se disculpó la miembro de la familia Dian, cabizbaja, como si de un perro regañado se tratase.

-Cómo sea. Si me permiten, haré uso de mi permiso para descansar. Les encargo el resto, no maten a nadie-Vociferó la peliplateada, abrazando el brazo de su novio y dándoles la espalda, despidiéndose de ellas sin siquiera aceptar replica alguna.

Ese era su momento a solas con Bell. Nada ni nadie se lo arruinaría.

El cuarto detrás de la recepción fue abierto, permitiendo la entrada de los tórtolos enamorados. La sanadora empujó ligeramente al muchacho, metiéndolo casi a la fuerza ahí, cerró la puerta detrás suyo y se aseguró de que sea imposible abrirla desde el lado contrario. ¿Qué planeaba? Ni idea pero el conejo podrá tener un final o muy bueno o muy malo. Con ella ya no se sabe el desenlace de sus acciones.

-¿Eh? ¿Por qué pusiste el seguro?-Le preguntó Bell al escuchar el sonido que hizo la puerta.

-No permitiré que eso se repita. Así nadie nos interrumpirá-El flequillo platinado de la chica cubría gran parte de la parte superior de su cara, tapándole esos ojos color violeta que brillaban intensamente mientras una sonrisa se le dibujaba, siendo el único rasgo visible para el conejo.

Él tragó saliva, ateniéndose a lo que estaba apunto de suceder.

-Tú prometiste cumplirnos cualquier capricho ¿Recuerdas?-Avisó la curandera, repitiendo con sus propias palabras lo dicho el día de ayer, tras el rescate en la isla de las amazonas y la finalización de la misión, donde hacía referencia a recompensarles por las molestias que les hizo pasar a consecuencia de los actos desvergonzados de Bache.

-Creo haber dicho que si estaba dentro de mis posibilidades...-Agregó él, remarcando aquella aclaración en la promesa.

-Fufufu. Lo que te pediré es realizable. Es más, solo requieres tus manos extremidades-La peliplateada se relamió los labios y posó el dedo índice encima del labio inferior, mostrando aquellos ojos antes mencionados los cuales, en las iris, se formaba una figura que se asemejaba a corazones.

-A-Airmid... ¿Qué te sucede?-Le interrogó Bell, retrocediendo de espaldas cuando ella inició el andar a su dirección, aproximando las manos y moviendo los dedos de forma extraña.

-Cumplirás tu palabra. Yo no quiero a un novio mentiroso-Amenazó, riéndose.

"¡Es igual al día del masaje! ¡Pero ahora nadie intervendrá!" Gritó internamente. Esta situación se repetía. Y en el mismo lugar donde se dieron a cabo los hechos con los que se comparaba.

Bell fue arrinconado en las bancas, cayendo sentado en en ellas y apoyando la espalda en el respaldo.

No era capaz de huir. El tamaño de la habitación no era los suficientemente amplio para esquivar a la delirante mujer.

Además, cierto Zeus chiquito apareció en su hombro derecho, levantando los pulgares y guiñándole el ojo. También gritaba "¡ROMANCEEEEEEEEE!" No obstante, no le tomaban importancia a ese hecho gracias a que sí se descuidaba la fiera atacaría.

-Así que...-Airmid de repente desabrochó sus botones uno a uno.

-¡¿QUÉ HACES AIRMID?!-Gritó, aterrado.

-S-Sé que quieres la primera en todo y lo acepto. S-Sin embargo... e-es muy pronto para dar un paso tan grande...-Él miró a su hombro, desviando la vista de la chica desnudándose aunque mirando de reojo por el rabillo del ojo.

-Quiero se me masajees...-Susurró la peliplateada, expresando su orden y deseo.

-¡Tengo 14 años todavía!-Replicó en conejo al mismo tiempo que ella hablaba.

Hubo silencio en la salía tras esto.

Bell ladeó la cabeza y puso cara de póker. Rápidamente volteó a donde la sanadora y ella vestía de ropa ligera, la cual usaba debajo del uniforme de enfermera.

-Okey... repíteme lo que dijiste. Por favor-Pidió, limpiándose los oídos por sí estos le fallaron a la hora de oír la solicitud.

-Lo que quiere es que me des otro masaje. Por eso entramos aquí. La privacidad es importante y así no creamos malentendidos-Explicó Airmid, habiéndose clamado y bajado los humos.

En la mesa de centro reposaban las prendas superiores y su báculo. Solo traía puesto, como prenda superior, una blusa blanca y delgada que se medio trasparentaba si la luz le golpeaba. También se deshizo de las botas, dejando solo las largas medias blancas cubriéndole las piernas. Y claro, la falda que se prolongaba hasta encima de las rodillas, tapándole los muslos.

A pesar de que no era lo que Bell se imaginó, tuve efectos similares en él.

*¡PLAZ!*

Se abofeteó fuertemente.

-¡Bell!-La sanadora corrió a su auxilio, espantada.

-Perdón. Era necesario o no recuperaría el control de mi cuerpo-Se justificó. Sangre le bajaba del labio, el cual se le partió.

Signos de interrogación aparecieron en Airmid aunque no indagó en ello.

-¡Ujum! Si se trata de un masaje, no hay problema. P-Pensé en otra cosa y me alteré. Lo lamento enormemente-Respondió, informando del por qué de esa reacción tan exagerada.

-¿Otra cosa? ¿Qué pasó por tu pervertida mente, amor?-Airmid le cuestionó pícaramente, burlándose de él y haciéndose la tonta. En el fondo era consciente de a qué se refería. Solo lo molestaba.

-N-Nada. Olvídalo. Siéntate ahí, yo me encargo del resto. Te repito, no soy un profesional así que si llega a doler házmelo saber y me detendré-Habló el conejo, advirtiéndole nuevamente de su inexperiencia en esta clase de trabajos.

Ella negó.

-Sé que será maravilloso...-El tono empleado en ese comentario tras tomar asiento causó un shock en el peliblanco.

"A veces me cuestiono si en realidad yo soy el que controla el harem" El pobre idiota pensaba eso aún cuando ha recibido múltiples palizas de las cuatro chias con las que sostiene esa relación múltiple. Tal vez eso último provocó que divagara y el cerebro le dejara de funcionar de manera normal e idónea.

Suspiró pesadamente, preparándose.

Primero se tronó los dedos al unirlos y estirarlos.

Después le siguieron los hombros.

Y por último el cuello.

"Tranquilo. Solo hazlo del mismo modo que con Mamá Alfia. Ojalá no suba de tono otra vez" Pensó, sudando aunque parte de él imploraba que se repitiera.

Los tensados y duros hombros de Airmid, producto del estrés y el trabajo nacido de años al igual que del viaje a Melen, fueron contactados por las suaves manos de Bell, el cual frotaba en círculos con las yemas de los dedos los músculos encima de la clavícula y del Omóplato.

La chica se mordía el labio y cerraba los ojos, disfrutando del placer que se extendía desde aquel sitio al resto de su cansado cuerpo. Contenía los gemidos que antes salían por la sorpresa tras conocer la habilidad de su novio en este ámbito. Le avergonzaría que se repitiese eso y probablemente lo incomodaría a él y al igual que al resto de personas afuera de la habitación. En especial a Martha quien a lo mejor pegó la oreja en la puerta, escuchando lo que ocurría ahí dentro.

-Amor... ¿Cómo dormiste? No supe de ti todo el día de ayer-Preguntó, queriendo entablar una conversación que los distraiga. El silencio incomodaba al par y podría romper la concentración que a duras penas mantenía.

-Según los niños, muy bien. Caí como tronco al llegar al orfanato y a penas toqué la cama desfallecí. A penas minutos atrás desperté. Si te soy sincero muero de hambre pero en este instante tú eres mi prioridad-Contestó, agregando cierto romanticismo en la oración.

-Fufufu. Te conocí cuando llevabas tres días sin comer. Yo digo que eres capaz de soportar solo uno. Además, me siento halagada de que me des mi lugar. Por lo menos ahora-Comentó la peliplateada, inclinando a la derecha la cabeza, doblando el cuello, permitiendo que su mejilla contactara con la piel de la mano de su amado. Quería sentir su calor en el rostro y adoraba cuando él la acariciaba tan dulcemente.

La ropa delgada separaba a duras penas las pieles. El calor se transmitía.

Eso fue notado por Bell, quien sentía la temperatura subir en los músculos que poco a poco se suavizaban. La vascularización de esas zonas hace que la sangre fluya y, debido a ello, el calor aumente.

Infundió más fuerza. No tanta aunque sí al suficiente para que tuviese repercusiones en la sanadora.

-Ah~-El gemido salió entre dientes. El joven aventurero alcanzó a escucharlo. Sin embargo, se hallaba en calma. Luego de lo que ha vivido con sus novias era difícil alterarse por eso.

-Dormiste mucho. Sí que fue agotador el viaje a Melen-Airmid continuó la charla sin miramientos, ignorando ese desliz.

-No es necesario siquiera mencionarlo. Estuvimos juntos ahí-.

-Sí. Esa es la clase de aventuras que normalmente ven y viven los aventureros ¿Me equivoco?-.

-Que alguien que lleva menos de dos meses en Orario responda a ello no creo que sirva mucho de referencia-.

-Comprendo el punto. Aunque ya eres un aventurero. Estoy orgullosa de ti y de lo que haz logrado en este poco tiempo-Airmid declaró aquello, inclinando hacia atrás la cabeza para observar fijamente a su novio, el cual se sonrojó enormemente.

-Que lo digas tú... significa mucho para mi...-Correspondió al gesto, demostrando con palabras y gestos lo feliz que eso lo hizo.

-Fufufu. No eres el único que debe adularme. Mereces recibir cumplidos de vez en cuando y, mientras estemos juntos, yo me encargaré de dártelos-.

La sanadora encimó la palma en la del conejo.

-Te amo ¿Lo he dicho?-Confesó Bell, abrazándola desde la espalda. Su cabeza se asomó desde el hombro derecho de la muchacha.

-Cada día sin falta. En verdad sabes cómo alegrarme y llevar este relación. Nadie creería que fui la primera que tuviste-Respondió Airmid, girando la suya y...

*Mua*

Besándole la mejilla.

-Mi estúpido héroe...-Adicionó, dejando la marca de labial.

-Últimamente he sido nombrado de ese modo. ¿Se supone que debería ofenderme?-Interrogó Bell.

-En lo absoluto. Cualquiera que reciba el apodo de héroe se sentiría alagado. Sea lo que sea que preceda dicho título-La peliplateada resolvió la duda.

Bell se limitó a sonreír. Es increíble lo feliz que esa mujer lo hace sentir con su mera presencia.

-Te quitaste las botas porque también querías que te masajeara ahí ¿Cierto? Entonces iniciaré-Cambió el tema y se despegó de ella, pasándose al frente.

-S-Sí. Solo ten cuidado. En los hombros es diferente. No sé si reaccionaré de rara manera en las piernas-Avisó.

-Jaja... tranquila. Puedo manejarlo. Siendo honestos, no es la primera vez que lo hago. Mi madrastra era una mujer que se cansaba muy rápido así se esforzará poco. Lo menos que podía hacer era relajarla de este modo. Es poco pero... lograba mitigar el dolor-Declaró el muchacho, agachándose. Cierta nostalgia se desprendía palabra a palabra.

Miró las largas y bien formadas piernas cubiertas con las medias hasta la parte media de los muslos, los cuales se ensanchaban al llegar al final de la prenda interior. Era un paisaje simplemente maravilloso a la vista del hombre. No se considera fetichista pero era imposible no quedarse admirando esas bellezas. Aunque cada parte de su novia es hermosa desde su perspectiva. Para él, ella es un ángel sin ninguna clase de defecto. Si no consideramos el carácter celoso, tóxico y explosivo, claro.

Airmid bajó el extremo distal su falda, jalándolo hacia en medio de sus muslos e impidiendo que haya alguna clase de resquicio de lo había ahí. No quería que le viese la ropa interior. Al menos no tan pronto en la relación.

Le temblaban las piernas así que las extendió para que los músculos se tensaran y luego las regresó a su lugar, relajándolas.

-De acuerdo. No te muevas ¿Sí? Si lo haces existe la probabilidad de que presione un sitio que no deba y te lastime-Alertó Bell, cambiando el semblante a uno serio. Deseaba que cada segundo de masaje fuese disfrutado por su novia. Al fin y al cabo qué sentido tendría que ella pidiese eso como recompensa si al final no resultara tan placentero como se lo imaginaba.

Cumpliría las expectativas impuestas encima suyo.

Habiendo dicho eso, puso manos a la obra. Literalmente.

Sujetó los pequeños pies de Airmid con sumo tacto. La suavidad de ellos se confirmaba cuando los dedos del peliblanco se hundían en ellos hasta topar con los huesos tarsos de la planta.

Presionó sin mucha fuerza porque en los masajes lo mejor es que el inicio fuese de ese modo y progresivamente aumentara la intensidad.

La respiración de quien recibía el masaje se alteró, volviéndose irregular tan pronto las pieles chocaron a pesar de la separación de tela entre ellas.

Mordió ligeramente su dedo pulgar, conteniéndose. Temía que esos sonidos subidos de tono e impropios de la situación se le escaparan nuevamente.

"Contrólate..." Pensó, presionando los párpados, oscureciendo su mirada y sumergiéndose en el mundo de su propio subconsciente.

Como ya había sido antes, los dedos pulgares se encargarían del trabajo.

Apretó delicadamente la zona afectada, en este caso la planta de ambos pies, e hizo movimientos circulares, subiendo poco a poco hasta los dedos para así encargarse de toda la zona afectada.

Las delicadas pulsaciones, al igual que espasmos, provocados por la relajación y el flujo de sangre tras liberar la tensión en los músculos como el flexor de los dedos, los abductores, por mencionar algunos, eran percibidos por nuestro conejo protagonista el entrar en contacto cercano con su "Paciente".

Los dedos de ambos pies se contrajeron, tensando los músculos del empeine donde Bell reposaba el resto de los suyos. Aunque en su caso eran los de las manos, claramente.

-Airmid. Por favor no los tenses mucho-Repitió sin siquiera echarle un vistazo a la batalla interna por la cual la hermosa sanadora pasaba.

Ella se tapaba la boca con la mano, incluso metió el dedo índice dentro de su boca.

Las iris de sus ojos normalmente violetas se transformaron en corazones rosas que brillaban intensamente.

Presionaba sus muslos el uno con el otro, cruzándolos entre sí, evitando que "Algo" saliese de ahí.

El vapor que se desprendía desde sus orejas, cabeza y rostro irradiaba mucho calor.

Y si no fuese suficiente, su respiración era tan intensa que su pecho se inflaba y desinflaba en menos de un segundo. Y el aire exhalado era visible a simple vista.

En resumen... ¡ESA CHICA ESTÁ COMPLETAMENTE EXCITADA!

"Ah~ ¡Qué maravillosa recompensa!" Se dijo a sí misma, observando desde arriba al peliblanco, quien se tomaba realmente en serio este trabajo sin percatarse del efecto que tenía en ella.

"Bell... si me lo pidieses ahora no sería capaz de negarme..." Pensó, relamiéndose los labios y encimando sus muslos bien formados sin que él se diese cuenta porque la regañaría al estarse moviendo cuando específicamente le indicó lo contrario.

-¿Te gusta?-Preguntó el muchacho.

-Me encanta...-Responde la sanadora, sonrojándose.

-Entiendo. Me alegra que lo disfrutes-Opinó Bell.

-¿Puedo subir de nivel?-Adicionó tras segundos de pausa.

Subió la cabeza y ahí su novia asintió. El brillo rojo y la luz que entraba por la ventana le impidieron notar el estado en el que se hallaba, ignorando esa excitación. No hay duda que no hay peor ciego que una alma pura e inocente. No obstante, comparando al conejo con el resto de la gente en Orario, sin dudas es solamente un niño infantil. Obvio, no olvidamos que un harem no es algo que un chico de esas características poseería pero ¿Quién dice que hay que ser un pervertido para lograr formarlo?

Los dedos pulgares traviesos, a pesar de que no contenía ni ápice de malicia, de Bell recorrieron cada resquicio de esos pies, partiendo desde la planta baja hasta subir al empeine.

-¡Mmm~!-Ese gemido contenido fue suscitado por el placer.

Rápidamente el masaje escaló al tobillo, donde el tendón de Aquiles fue presionado fuertemente por la rigidez de este.

-¡Ahh~!-.

Las orejas del peliblanco, semejante a como los conejos haces, se elevaron al oír esos gemidos ahogados.

"Debo mantenerme sereno para no caer en la locura" Pensó.

Prolongó el masaje hasta la pantorrilla. Repitió el proceso en la pierna derecha.

Los quejidos y resoples no fueron pasados por alto. Al contrario, Bell era perfectamente consciente de ellos. Solo evitaba prestarles mucha atención porque rompería la poca cordura que le quedaba, la cual mantenía al distraerse y sumir cada gota de interés y esmero en las delgadas, largas y fina piernas de Airmid.

-¡PUAH!-Se golpeó en la cara.

-¿B-Bell...?-Ella lo nombró, saliendo del trance.

-Perdón. Casi pierdo la concentración y cedo ante mis deseos más profundos. Fue peligroso-Se justificó, sonriendo mientras un hilo de sangre se deslizaba en su barbilla, originado en la cortada del labio inferior al ser partido por el puñetazo.

Sacudió la cabeza y retomó el masaje.

Ahora es momento de entrar a territorio peligroso... esos muslos bien formados que se ensanchan al final de la media, donde el elástico de las mismas los apretaba.

Él tragó saliva.

"Los muslos son un deleite para cualquier hombre. Gracias a todos los dioses por permitirme meterme en este clase de situación donde puedo admirarlos" Pensó, juntando las manos como si estuviese orando.

Posó la yema de los dedos en el derecho, apretándole.

-¡Kyaaaa!-Gritó Airmid de repente. Tan solo al sentir las tibias manos de su amado.

Se tapo la boca velozmente.

-P-Perdón... son muy sensibles...-Reveló, avergonzada.

-N-No hay problema. Tendré cuidado-Contestó el joven aventurero, ruborizado. A comparación de ella, él en verdad quería evitar a toda costa rebasar esa delgada línea entre masaje y manoseo.

Los dedos se hunden en los suaves muslos.

-¿Hay alguna parte tuya que no sea jodidamente suave?-Preguntó Bell para sí mismo, susurrándolo con tal de no ser escuchado.

No era queja ni mucho menos. Era la impresión sincera que él tenía. Cada resquicio conocido del cuerpo de su novia era realmente suave.

"Sería grandioso recibir una almohada de regazo de Airmid" Se imaginó el escenario.

Él acostado en el regazo de la peliplateada, durmiendo plácidamente. No existiría mejor almohada que esa. La comodidad lo dormiría casi al instante mientras ella lo mima y le juega el cabello, desenredándoselo, despegando las hebras.

Si mañana muriera y se le otorgara el permiso de pedir cualquier deseo. Probablemente elegiría dormir en el regazo de sus novias.

El monstruo del romance es tan sencillo de entender y complacer. A tal grado que aterra la falta de lujuria en él.

"Quisiese enterrar el rostro aquí" Declaró en su subconsciente.

¿Saben qué? Olviden lo anterior. Los años vividos con Zeus al final sí influyeron.

Los segundos transcurrieron. Se convirtieron en minutos.

Esos gemidos que tanto alteraban al par y complicaban que Bell se centrara en el masaje no se hicieron esperar.

Pero... al final todo salió a pedir de boca. Lo manejó como un campeón. A pesar de que casi se parte el labio inferior al morderlo para que el dolor lo mantuviera consciente, impidiendo que bajara la guarda porque sería fatal.

Detalles sin importancia al final del día.

-Terminé-Avisó, limpiándose el sudor de la frente y poniéndose de pie, posando las manos en la cadera e inflando su pecho, admirando el trabajo realizado.

Airmid se cubría el rostro con sus antebrazos.

Su pecho se inflaba y desinflaba en reiteradas ocasiones.

-¿Todo bien?-Le cuestionó el conejo, preocupado por la falta de respuesta y la respiración  acelerada en ella.

-Véte... haz cumplido tu promesa...-Contestó, sentada. No, desparramada en la silla.

-¿Okey...?-Bell ladeó la cabeza, acercándose a ella.

-Te veré mañana-Agregó, apartando los brazos de en medio e intentando besarla como despedida.

Ella tenía los ojos cerrados y la boca abierta parcialmente.

Los labios de ambos individuos unidos en aquella hermosa y extraña relación se unieron tras admirar brevemente las curveadas y bellas pestañas de la peliplateada.

*Mua*

Bell la besó tiernamente pero Airmid posó las extremidades superiores atrás de su cuello y acortó la ya de por sí reducida distancia entre ellos.

-¡¿Mmmm?!-Se quejó Bell sin poder hablar por el beso.

La lengua de la peliplateada se metió en la boca del muchacho, el cual abrió los ojos en demasía debido a la sorpresa.

La lengua de Airmid se envolvía en la de él y, después de varios segundos en que las emociones se desbordaban, concluyeron el beso, dejando solamente un hilo de saliva que unía las bocas pero que se rompió cuando se alejaron lo suficiente.

-¡Ahhh~!-Gimió Airmid, con la mirada perdida en el rostro enrojecido del muchacho, quien otra vez recibió el beso francés de la reina del harem.

-Dije... que... te vayas...-Repitió, sonriendo pícaramente con las iris de corazones, las cuales no cambiaron en lo absoluto durante la duración del masaje. He ahí la razón por la que no quería ser vista en ese estado tan inmoral.

-¡H-Hai!-Contrario a lo que en verdad quería, Bell decidió retirarse. Las cosas se saldrían de control y escalarían a pasos agigantados si le restaba importancia a esa advertencia. Ella trataba de protegerlo y protegerse. Aún soy muy jóvenes y la relación no ha madurado lo suficiente como para hacer "Aquello".

La puerta fue despojada del seguro y empujada.

*¡PAM!*

-¡Eso dolió!-Reclamó Martha, quien cayó de nalgas al suelo.

Bell hizo caso omiso a la quejumbrosa compañera de su novia y se largó de ahí.

-¿Qué le pasa a ese idiota? Además, no pude escuchar nada de lo que hicieron aquí adentro-Chasqueó la lengua, enojada de no conseguir su objetivo de espiar a la pareja de tórtolos.

Se adentró a la habitación y ahí yacía sentada todavía Airmid.

Se tapó la cara con las palmas.

-Casi... casi le digo que lo meta...-Susurró.

-¿Are? ¿Meter? ¿Qué?-Miles de preguntas provinieron de Martha quien no se enteró de lo sucedido.

En la sede de la familia Ganesha.

-Shakti, si sigues mirando fijamente a ese camino de rocas le saldrán patas y huirá. Asustas a las personas que pasan enfrente de tu rango de visión-Externó Ilta, sudando frío al ser víctima de esa tétrica expresión en la peliazul y capitana de su familia, la familia del dios elefante.

Cejas arrugadas. Cachetes inflados. Ojos afilados. Todo el paquete que se combinaba en aquella hermosa pero peligrosa expresión de Shakti, quien vigilaba la ruta por la cual normalmente su novio iba a visitarla.

-Él... no ha venido hoy. Que no lo hiciese ayer lo entiendo, sin embargo...-Cabizbaja, se quejó, haciendo un puchero y cruzándose de brazos.

A la amazona pelirroja ese gesto le apreció simplemente tierno. No es común que ese tipo de actitudes se presenten en una mujer de la edad de ella. A parte de que la consideraba seria, fría e imperturbable.

O eso fue antes de que se enamorara de ese conejo peliblanco, quien le correspondió, y que día a día conquistaba ese pobre corazón que tanto esperó por pertenecerle a alguien que lo cuidara y procurara, sanando las heridas producto de las dolorosas pérdidas que años atrás se dejaron en él. Específicamente durante la edad oscura y en el caso especial de Ardee, la hermana de la peliazul, la cual tuvo un triste final.

Que por fin fuese sincera con sus sentimientos y actúe según estos alegraba a la morena, a quien también le divertía presenciar las primeras reacciones de niña enamorada de su capitana.

-Jeje...-Se rió Ilta, rascándose la nuca.

"Adorable..." Pensó.

Mientras tanto, a lo lejos, varios mechones de cabello blanco aparecieron al final del camino, donde las calles se curvaban producto de la percepción y lo largo de estas.

-Tal vez debas actualizar tu estado. Creo que acabas de desarrollar una habilidad que te permite invocar a quienes nombras-Declaró la amazona, divirtiéndole lo curioso de la situación. Mira que presentarse justo cuando el nombre de aquel mocoso rompecorazones salió de la inquieta mujer es digno de resalta.

-¿Are?-Cuestionó Shakti, levantando poco a poco la cabeza antes decaída. Al voltear hacia su compañera, ella señalaba al camino donde antes vigilaba y ahí se topó con el hombre por el que tanto aguardó. Su hombre.

Él corría a la distancia y cuando hicieron contacto visual, ambos cambiaron radicalmente sus expresiones.

Bell sonrió, alzó el brazo derecho, lo sacudió en señal de saludo, y apresuró el paso hacia aquel sitio.

Shakti, por su parte, sintió que su ritmo cardíaco se aceleraba. Las mejillas se le ruborizaron y sus ojos recuperaron aquel brillo tan característico que se desprendía cuando se hallaban juntos. Sin importar la situación, tranquila o tensa, siempre disfrutaba la compañía de su pareja.

Que hermoso sentimiento es el amor ¿Verdad?

Ella también se apresuró hacia la ubicación del peliblanco, abandonando la posición de guardia en la sede de la familia.

"Ridículos... pasó 1 día, no 1 vida" Fue el pensar de Ilta. Quien lucía ciertamente incómoda por este acto de unión entre los novios que a penas ayer se separaron. Era semejante q cuando una mujer ve después de años a su amado. Solo que la escala de tiempo difería con ese caso hipotético.

La amazona decidió retirarse y darles el espacio que seguramente necesitarán.

Shakti le platicó casi todo el día de ayer lo que ella y su amado novio hicieron en Melen aunque parecía que se saltó partes de la historia, específicamente lo ocurrido en la isla de Telskyura pero no le dio importancia. De lo que más balbuceó fue sobre cierta "Recompensa" que cobraría el día de hoy. A saber a qué se refería y tampoco quiso indagar si la respuesta posiblemente no le iba agradar.

Vio a los tórtolos reuniéndose. Lucían nerviosos y a pesar de ello se saludaron como ya era costumbre, dándose un pequeño beso de corta duración en los labios. Ilta normalmente los espiaba. No obstante, ya le hartaba tan melosa escena así que les dio la espalda, no sin antes molestarlos con una inofensiva broma.

-¡Consigan una habitación!-Gritó, alejándose rápidamente mientras reía plácidamente. No se quedó a esperar la reacción de ambos primerizos en el amor pero sabía de sobremanera que tuvo el efecto deseado.

-P-Perdónala. Todavía no se acostumbra a que le ganara en conseguir pareja-Justificó Shakti el actuar de su compañera, mofándose un poco de quien tanto la molestó diciendo que no conquistaría un chico ni en un millón de años.

Las mejillas totalmente rojas, incluso las orejas, reflejaban la clara pena que la mujer sentía. No era para menos, están enfrente de mucha gente que seguramente los conocen.

La capitana de la policía de Orario.

El novato del momento.

Imposible no ser conscientes de ellos. Y eso que en Orario hay muchísima gente.

Los rumores de su relación corrían de esquina a esquina incluso antes de que Bell se le confesara.

Respecto al peliblanco, este se limitó a reír nerviosamente y rascarse la nuca.

-V-Vamos a mi habitación-Declaró la peliazul, tomándolo de la mano y arrastrándolo fuera de ahí.

-¡¿H-Habitación?!-Gritó el conejo. No es algo que se pueda decir a la ligera. Menos si la propuesta proviene de alguien que sostiene una relación romántica contigo. Eso se malinterpretará.

Los civiles detuvieron lo que realizaban en ese instante y abrieron la boca tan grande que casi sus barbillas tocan el suelo. La sorpresa fue mayúscula.

El par corrió lejos del centro de atención en un abrir y cerrar de ojos, adentrándose en la cede.

Alcanzaron a la morena que todavía reía a carcajadas y...

-¡Toma mi lugar en la vigilancia! ¡Muchas gracias! ¡Adiós!-Shakti habló a una velocidad anormal en el breve periodo de tiempo que le tomó cruzar e irse de ahí. Ni siquiera espero a recibir respuesta de su compañera, quien a duras penas escuchó la solicitud.

-¿E-Eh?-Soltó.

"Acaba de encargarme todo su trabajo solo para coquetear con su novio? ¡Esa maldita hija de...!" El pensamiento fue cortado por la regulación del lenguaje en esta inocente historia. No obstante, no es necesario ser un genio para completar la exclamación.

En fin. Bell seguía siendo jalado con mucha fuerza. Nada que no fuese capaz de soportar. Se inclinó a la derecha, tratando de observar a su novia pero lo único que identificó fueron esas orejas rojas, casi escarlatas, que emanaban calor. Y el humo desprendido de cabeza y mejillas.

"Sé que ya visité su habitación pero... después de lo de Airmid... no creo que mi corazón soporte otra aventura como esa..." Se dijo a sí mismo, apretándose el pecho.

Luego de escalar varias escaleras y toparse a Ganesha, el cual fue ignorado, llegaron a la antesala de la habitación.

Shakti giró la perilla y la puerta se abrió sin siquiera rechinar.

Entró. Y Bell seguido de ella.

Ya de pie en el centro del cuarto, Shakti habló.

-C-Cierra la puerta. Por favor-.

El conejo tragó saliva y, sin negarse, sus brazos y piernas se movieron solos, atendiendo el pedido.

Ya en la absoluta soledad, al darse la vuelta, la peliazul yacía sentada al borde de su cama.

Ella palmeó el sitio al lado del suyo, indicándole al peliblanco que tomara asiento junto a ella.

Él hizo caso y se dirigió ahí.

Ya habiéndose sentado, posó las manos en las rodillas.

La mujer posó la suya encima de la de él.

Entrelazaron sus dedos, fortificando el agarre y sintiendo el calor del otro tras el contacto de las pieles.

-Lamento haberme tardado. De no ser por los niños tal vez seguiría durmiendo. Al despertarme fui a visitar a Airmid y ahora estoy aquí contigo-Comentó Bell, explicando el motivo de su retardo.

La hermosa justiciera negó con la cabeza.

-No te preocupes. Lo entiendo. Lo importante es que estás aquí conmigo... y que puedo cobrar mi deseo...-Reveló.

El ya de por sí ruborizado muchacho empeoró su condición. Si antes moría de vergüenza, ahora mismo realmente está a un paso de la tumba.

-¿E-Es así? Lo dije así que... estoy a tus servicios... Shakti-Sama-Quiso aligerar el ambiente al tomar con gracia la situación. Muy mal.

Ella abrió los ojos enormemente ante esto último. Sin darle chance de reaccionar al conejo, acercó su rostro al de él mientras chispas aparecían en sus ojos.

-¡¿P-Puedes repetir eso?!-Preguntó.

-¿Eh?-Él ladeó la cabeza.

-¡Lo de Shakti-Sama! ¡R-Repítelo!-Respondió.

-Emm... estoy a tus servicios... Shakti-Sama...-Repitió Bell y...

-Hee~ Hee~-Shakti soltó una risita torpe, tapándose los cachetes mientras se movía de un lado a otro, encantada.

Segundos transcurrieron y recuperó la compostura.

-¡Ujum! Y-Ya decidí qué te pediré... lo consideré desde la vuelta de Melen pero... he cambiado de parecer al último momento-Declaró, aclarando la garganta.

-Escucho-Dijo Bell.

-Quiero que me mimes mucho y cada que termine digas "¿Le está gustando, Shakti-Sama?"-Confesó.

"¿Uh? Por el tono en el que lo dijo me imaginé algo más indecoroso" El peliblanco puso cara de póker.

-Sus deseos son órdenes, Shakti-Sama-Bell entró en el papel muy rápido.

-¡Kya!-.

Bell guardó silencio unos segundos ante el "Kya" de su novia. Pensaba en cómo mimarla.

-¡Ya sé!-El foco se le encendió.

Se puso de pie y fue por el peine, al lado del espejo, que la peliazul usaba para acomodar su hermoso y sedoso cabello de color semejante al azul rey de corta longitud a comparación de Airmid.

-Siéntese aquí por favor, Shakti-Sama-Como si de un sirviente se tratase, expresó su solicitud, reverenciándola y señalando el banco enfrente del espejo antes mencionado.

Ella siguió la instrucción. Las piernas le temblaban y su respiración se alteraba. Sin dudas disfrutaba del inicio de esta extraña situación.

-Hágame saber si la lastimo, Shakti-Sama-Habló el conejo, posándose a espaldas de su amada. Él peinaba a su madrastra ocasionalmente pero de eso a ser bueno en hacerlo hay mucha diferencia.

-S-Sí...-Contestó.

Su corto cabello fue sujetado delicadamente por las cuidadosas manos de Bell, quien juntó varios mechones con la mano izquierda y aproximó el cepillo con la dominante, o sea la derecha.

Los dientes pequeños del objeto rozaban su cuero cabelludo mientras desenredaban los cabellos al pasar entre ellos. Las hebras de este se alaciaban por cada pasada. El tacto del peliblanco fue mayúsculo. A tal grado que los tirones eras mínimos e indoloros.

En el bello rostro complacido de Shakti resaltaba una tierna sonrisa llena de ilusión, sin olvidar la deslumbrante belleza que posee, obviamente.

"La mejor recompensa de la vida" Fue la opinión que tuvo.

Los minutos pasaron y el normalmente ondulado cabello azul rey fue alaciado.

-¿Puedo preguntarle por su opinión, Shakti-Sama?-Interrogó, apuntando al espejo para que ella analizara su nuevo estilo.

-Es hermoso... ¿Tú qué opinas?-Respondió, no sin antes querer confirmarlo con él a la par que estiraba uno de los mechones de cabello azul rey.

-Si se me permite hablar. Pienso que usted es maravillosamente bella y sin importar el estilo de su corte, eso no cambiará en lo absoluto. Pero si tuviese que elegir... me quedaría con este, Shakti-Sama-Contestó Bell, abrazándola desde la espalda y apoyando la barbilla en el hombro de su novia.

El corazón de la capitana de la familia Ganesha, que no era del tipo de mujer que anduviese al pendiente de su apariencia, latió intensamente ante el cumplido sincero y directo que su pareja le regaló.

-Tú sí que sabes decir las palabras correctas en el momento más oportuno-Comentó, girando el asiento y posándose justo enfrente de él.

Sus respiraciones, al igual que el aire exhalado, se sincronizaban, golpeando al contrario.

-Oye... ¿Los besos están dentro de la categoría de mimos?-Cuestionó.

-Por supuesto-Bell le resolvió la duda.

-Olvidaste el "Shakti-Sama"-Avisó la justiciera, acercando los labios a los de él y viceversa.

Sus alientos chocaban entre sí.

El olor a menta se filtraba a las narices.

-La amo, Shakti-Sama...-El joven se dejaba llevar y...

*Mua*

Se besaron.

El beso fue corto. No obstante...

-No le dije que se detuviera... siga besándome-Exigió la peliazul, hablando en tercera persona por alguna extraña razón.

-Sus deseos son órdenes...-Bell se acercó al oído de la mujer y susurró el resto de la frase.

-Shakti-Sama...-.

Retomó el puesto al frente de ella y...

*Mua*

Se besaron.

Luego se separaron y...

*Mua*

Volvieron a besarse.

Esta constante se repitió varias veces sin detenerse. Casi 10 minutos pasaron besándose. No sería exagerado decir que se besaron al menos centenares de ocasiones sin descanso.

El grado de beso aumentaba tras cada intento. No al nivel récord que Airmid poseía pero sí más arriba de lo que ellos dos acostumbraban comúnmente. Cabe recalcar que el trato entre novias y novios era variado. Ninguna era igual a las otra y gracias a eso, el comportamiento y actuar del muchacho debía corresponder correctamente a cada una de ellas.

Nuestro protagonista, el monstruo del amor, debía adaptarse a múltiples facetas para cumplir su objetivo... ¡Hacer feliz a sus hermosas novias que quiere mucho mucho mucho mucho! (Referencia).

Después de que la sesión de besos cesara, el tercer mimo daría inicio.

-¿Q-Qué harás ahora?-Preguntó la delirante mujer, quien todavía estaba divagando por los besos.

-Lo averiguará pronto... Shakti-Sama-Contestó.

La palma de Bell se movió, enseñando la parte interna de la misma.

Se acercó a la barbilla de su novia y... la rascó.

La boca de la justiciera se formó como la de un gato cuando las puntas de los dedos comenzaron a frotarse en su piel.

-Prrrrrrrrr-Ronroneó, disfrutando ese placer y desconocida sensación hasta ese instante.

"Jeje... adorable... ¡Jodidamente adorable!" Gritó Bell en su subconsciente al presenciar esa memorable y tierna escena de la cual era participe.

El ronroneo no cesaba y permanecieron así mucho tiempo hasta que los párpados le pesaron a Shakti y poco a poco cabeceaba.

Bell notó esto y se detuvo.

El cuerpo de la dama cayó hacia enfrente y él la detuvo.

Se durmió.

Raro en una aventurera de primera clase que sucumba ante este tipo de actos.

El novio, como el hombre pulcro que es, la cargó, sujetando las piernas con uno de sus brazos y el resto de la mujer con el otro, como si de una princesa se tratara. Aunque, desde su perspectiva, sus novias eran sus princesas.

Continuando. Él la sostuvo en brazos y la acostó en la cama con delicadeza.

Ya estando ahí, la cubrió con la manta. A pesar de que era mediodía la dejaría descansar y tomar la siesta.

-Buenas noches... a Shakti-Sama-Le deseó a la bella durmiente.

*Mua*

Le besó la frente y las comisuras en los labios de la peliazul se curvearon, formando esa sonrisa que Bell alabó aquel día en el hospital tras la batalla contra el minotauro de Babel.

-En verdad eres increíblemente hermosa cuando sonríes...-Comentó antes de darle la espalda y salir de ahí.

Cerró la puerta, evitando que hiciese ruido o siquiera rechinara y... se fue, finalizando así la segunda recompensa del día y yendo en camino a la tercera y última.

Desde la cama, la somnolienta chica balbuceaba algo que nadie escucharía.

-Jejeje... te amo... mi lindo Bell...-.

Y qué bueno que nadie oiría tan melosas palabras. Se moriría de vergüenza si alguien ajeno a la relación se enterara de estas.

Mujer de casi 40 años actuando igual que lo haría una adolescente de la edad de Bell. En verdad era una escena digna de ver.

En la mansión crepúsculo.

-¡Dale mamá!-Rogaba Tiona, arrodillándose ante la elfo del cabellera color jade, a quien le tiroteaba su larga túnica.

-¡Y-Ya te dije que no! ¡Y deja de llamarme mamá!-Respondió Riveria, furiosa y hablando su vestido para apartarlo de las garras de la amazona llorona.

-¿Por qué discuten ahora?-A la distancia, Finn le preguntó a Tione, quien espiaba a ambas compañeras de familia escondida en un arbusto falso justo en medio del pasillo de la sede. Mal disfraz pero gracias a que las dos se concentraban en la discusión, no la descubrieron.

-Tiona quiere que la "Recompensa" que Bell le ofreció a Riveria sea cedido a ella porque se unió a la relación después de que la hiciese-Explicó la mayor de las hermanas Hiryute, sosteniendo dos ramas repletas de hojas con las manos, ocultando su rostro.

-E-Entiendo. Entonces pelean por meras tonterías. Pudiste resumirlo al decirlo así-Comentó el hobbit. Sudor le bajaba de la frente al poner cara de póker.

-No son tonterías capitán. Cuando una mujer se enamora quiere pasar el día entero al lado de su amado. Cada segundo, minuto, hora, día... la vida entera de ser posible...-Expresaba Tione, ilusionada. No era ignorante en ese aspecto porque compartía el sentir que su pequeña hermana experimentaba por primera vez.

Finn cambió su expresión en un santiamén.

-Sé que el comportamiento no es el adecuado. Mira que lo digo yo. No obstante... mentiría si dijese que no comprendo esa emoción. No buscamos molestar o incomodar a quien nos roba el corazón. Simple y sencillamente sucede que no podemos quedarnos quietas. Queremos transmitir ese amor que tanto revolotea en nuestro pecho...-Adicionó la amazona, sonrojándose y mirando de reojo al capitán.

Bueno, no tan de "reojo".

El rubio se mordió el labio, frustrado.

"Soy un tonto... ¿Verdad?" Pensó. Nunca se interesó en el enfoque de la mujer a su costado, al cual le profesaba un amor que desde su perspectiva era enfermizo e infundado.

Tal vez... lo malentendió y subestimó.

-¡Vas a romperla!-Gritó la elfo cuando escuchó que su túnica se rasgaba desde el borde inferior.

-¡¿DE QUÉ SE TRATA TODO ESTE ESCÁNDALO?!-Loki pateó la puerta de su habitación, la cual se hallaba metros adelante del pasillo donde la "Riña" se desenvolvía, abriéndola de golpe. Una enorme vena hinchada cubría la superficie de su frente y el crujir de los dientes se alcanzaba a oír desde Babel.

Ella era perfectamente consciente del por qué de la discusión. Si bien no al 100%, estaba segura de que se trataba de una problemática respecto a ese maldito conejo que se ha robado a dos de sus hijas.

Cuatro pechos menos que ella no masajearía...

Que ya no le pertenecen...

Aunque si consideramos la delantera de Tiona, tal vez sean en realidad dos, descartando el otro par.

¡Nah! ¡Detalles!

Continuando con la historia...

-¡Es culpa suya!-Riveria, impropio de ella, actuó apenada y señaló a la amazona, quien se limpiaba los mocos y las lágrimas con el antebrazo.

La morena se cruzó de brazos y se sentó en el pasillo, inflando las mejillas. Era la forma en que demostraba su enojo. Podrá ser infantil pero ¿Qué se puede esperar de la inocente y tierna Tiona?

-Ugh... ese maldito mocoso vino a sembrar la discordia en mi familia...-La pelirroja cerró el puño y un aura que gritaba "Muerte" emanaba desde lo profundo de su ser.

-¡NO LO PERDONARÉ!-Vociferó, llorando a mares y yéndose.

Así como vino se fue.

-Y la visita efímera de Loki finalizó, abandonando el servidor-Declaró Gareth, rascándose la barba mientras caminaba en dirección a las mujeres.

-¿Qué es un servidor?-Le cuestionó Tiona, curiosa.

-El guión me impide revelar detalles-Contestó el enano, sacando una montaña de hojas de las que desechó la mayoría en el bote de basura.

-Niña. No es bueno que le cortes el momento a Riveria. Ella, al igual que tú, ha esperado conseguir al amor de su vida-Regañó Gareth a la amazona, ofreciéndole la mano para que se pusiese de pie.

-Gareth...-Riveria lucía sorprendida ante el apoyo de aquel compañero que siempre la molestaba y burlaba.

-¡JAJA! ¡Además! ¡Esa anciana aguardó 99 años! Tú todavía eres joven-Y... la buena impresión se rompió tras la adición a lo anterior.

La alta elfo sujetó el báculo antes de hablar a un ritmo anormal sin que los agudos sentidos de oso aventureros de primera clase lo oyeran.

Era un cántico que activaría su magia de hielo. El motivo por el que eso se conocía era porque una brisa helada rodeaba a la pelijade antes de finalizar su cantar.

-¡Oh! Casi lo olvido. Hablando del mocoso, está allá afuera. Los guardias no le permiten el paso. Según Loki les pidió que a ningún sujeto de cabello blanco y ojos rojos se le dé permiso de entrar a la mansión-Reveló, pegándole a su palma al recordar el por qué de su intervención a la minúscula trifulca entre las novias del susodicho conejo.

El viento gélido se disipó tras formar cristales diminutos en el aire que flotaban. Estos cayeron al suelo.

La hermosa hada, como se les conoce a las elfo, corrió a la puerta principal de la mansión crepúsculo sin mediar palabra, tirando a un lado el báculo que potenciaba y dirigía su poder mágico.

La alegría de ver a su amado borraba el enojo que sentía por el enano al ser llamada vieja indirectamente.

Tiona la siguió a espaldas, también dirigiéndose al sitio pronunciado con anterioridad. Chocó con la maceta y el arbusto donde Tione, al igual que Finn, yacían escondidos sin preocuparse por haberla roto y casi taclear al par que se apartó del camino.

-Son todo un caso. Nunca vi a Riveria correr así de rápido, ni en el calabozo-Comentó el hobbit, posándose cerca del enano. Mismo caso que Tione.

-Fufufu... ¡No subestimen el poder del amor!-Externó la amazona a viva voz.

-Casi lo olvido ¿Dónde se metieron Aiz, Lefiya y Alicia? Quiero creer que les agradaría la visita de Bell. A unas más que otras-Preguntó Finn, haciendo clara referencia a que Lefiya y Alicia no son partidarias de toparse al conejo, o no lo aceptan para ser específicos.

-Alicia últimamente sale a la plaza del amor. Supongo que ha de estar allá. Lefiya se reunió con Filvis y Aiz debe haberse metido al calabozo. Dice que le ayuda a concentrarse y pensar en una estrategia-Respondió Tione, guiñándole el ojo al capitán ante esto último. La estrategia de la Princesa de la espada tenía como objetivo la conquista del corazón de su héroe.

-¿Es así? Okey. Supongo que es nuestro deber retirarnos. Riveria querrá privacidad. O a lo mejor lo lleva a su habitación...-Sonrió pícaramente el rubio al imaginarse el escenario.

-Lo dudo. Aún falta mucho en la relación para subir ese escalón-El enano desechó la posibilidad.

Hasta que...

-¡Ven, Bell! ¡Vamos a mi habitación! ¡Pondré en agua las flores que me regalaste!-La emocionada Riveria, sonrojada, cargaba un ramo de rosas rojas mientras jalaba la mano de su novio, arrastrándolo consigo. Era idéntica a las mocosas enamoradas que perseguían día y noche al capitán. Antes de que Tiona amenazara de muerte a todas y las ahuyentara.

-T-Te sigo...-Contestó el muchacho, sin oponer resistencia.

-¿Decías?-Dijeron la morena y el rubio al unísono a Gareth, a quien la boca se le abrió tanto por la impresión que su barbilla casi toca el suelo.

"Conejo maestro..." Pensó, admirando en mayor medida al muchacho. Como cualquier hombre que presencia al ser que yace en la cima de la especie.

-Esto significa que ya no es necesario irnos ¿Quieren apostar? Yo apuesto 25 mil valis a que Riveria es la primera en salir de esa habitación-Comentó Finn, sacando una bolsa repleta de monedas.

-Juega. 30 mil valis a que ellos no salen antes del anochecer-Gareth se unió.

*¡PAM!*

El aporreo asustó a los presentes.

-¡100 mil valis a que algo inesperado ocurrirá y al final nadie ganará!-Tione, animada y confiada, le entró al juego.

-¿De donde sacaste...?-La interrogante del par de hombres se interrumpió cuando la puerta del cuarto de la elfo se cerró.

Los tres aguardaron a que el resultado se presentara.

Mientras tanto Tiona regresaba a la mansión completamente embobada y feliz.

"Jeje... sabía que recibir con muchos besos a Argonauta-Kun se sentiría genial" Se Repetía mentalmente, rememorando la "Bienvenida" que le dio a su amado novio al llenarlo de besos en toda la cara hasta que Riveria la separó de él.

No consiguió ser recompensada del mismo modo que las primeras tres novias. Pero no significa que no haya obtenido beneficios el día de hoy.

En la habitación de Riveria.

"Demonios. He visitado el cuarto de dos chicas en menos de una hora" Pensó Bell, adentrándose a la colorida habitación, evitando husmear de más para no ser catalogado como un fisgón.

La alta elfo ignoraba esa cuestión. Es la primera vez que un hombre entra ahí consentimiento y no le preocupaba en lo más mínimo.

Buscó entre sus cosas un jarrón de decoración que le regalaron tiempo atrás por uno de sus cumpleaños y que solamente se quedaba ahí agarrando polvo.

A pesar de ser una princesa de la raza élfica y recibir cientos de presentes a lo largo de sus 99 años de existencia, nunca se había emocionado tanto por uno en específico.

-Aquí está-Dijo, encontrando el jarrón.

Lo agarró y, con el agua que normalmente pide en su habitación para beber en caso de sed a media noche, lo llenó.

-Veo que te gustaron. Me alegro de haberlas escogido correctamente-Comentó Bell, conforme con el resultado. Mientras venía a la mansión crepúsculo pasó por la plaza del amor y ahí había una familia de floristas que lo reconocieron. Se trataba de aquellos señores que días antes ayudaron, la familia de la chica cautiva en los casinos. Anna Claes.

También cierta elfo castaña estaba ahí.

Pero esos son detalles que se contarán después.

-Sí... son hermosas-Opinó la pelijade, metiendo los tallos del ramo a una fuente de agua y así no permitir que se marchiten pronto.

-No tanto si las comparamos contigo...-Habló el joven, alabando la belleza de su novia con tal halago.

Es la costumbre que poco a poco va aprendiendo. Tampoco es como si mintiera, al contrario, en verdad es el pensamiento que le ronda en la mente cada que está en presencia de alguna de ellas. Airmid, Shakti, Riveria, Tiona. Hermosas jóvenes y mujeres que maravillarían a cualquier hombre.

Ellas cuatro... saliendo con el mocoso de 14 años que llegó a Orario hace poco.

-Fufufu... eres muy bueno... ¿Debería recompensarte?-Dijo Riveria, echándole una mirada coqueta.

-Si no mal recuerdo es a mi a quien le corresponde-Respondió Bell, acortando la distancia entre ambos.

Él sujetó las manos de la bella mujer, entrelazando sus dedos con los de ella y afianzando el agarre.

La suave y blanca piel de la elfo disfrutaba el tacto y las mejillas, que se coloraban segundo a segundo de color carmesí, despedían altas temperaturas.

-Cierto. Imposible olvidarlo...-La hada de bosque apartó la mirada ligeramente. Le apenaba tener a su amado tan de cerca.

-Estoy a tus órdenes. Cumpliré cualquier deseo... cualquier capricho...-Expresó el acompañante, acariciándole la parte lateral del cabello y acomodando los mechones al pasarlos detrás de las largas, y puntiagudas, orejas.

Ella formó un puño encima de su pecho.

-¿C-Cualquier cosa?-Preguntó.

-Sí-Afirmó Bell.

-¿Sin importar lo rara que sea?-Interrogó.

-Claro-Bell confirmó, extrañado.

-Ya veo...-.

De pronto la pelijade se soltó de él y se sentó al borde de su cama.

-Bell... quisiera que me permitieras darte una... a-almohada de regazo...-Declaró, palmeando sus muslos cubiertos por la túnica que vestía.

Los ojos del joven se abrieron totalmente, casi saliéndose de los orbitales.

Permaneció estático y sin habla.

El silencio y la falta de reacción pusieron nerviosa a quien hizo la solicitud.

-¡Fueh! ¡Sabía que era muy raro!-Agarró su cabello y se tapó la cara con él.

-¡No, no, no, no! ¡Acepto gustosamente! ¡En verdad quiero recibir una almohada de regazo tuya!-Bell actuó desesperadamente, intentando que no se le vaya esta oportunidad tan única en la vida.

-¿E-En serio?-Riveria quiso confirmarlo. El cabello que antes cubría totalmente a la hada fue bajado, tapándolo parcialmente pero permitiendo que observara al emocionado e ilusionado novio apretando los puños y con las piernas temblándole.

-¡Claro que sí! N-No existe hombre en este mundo que rechazaría tal propuesta...-Respondió, pellizcándose repetidamente para asegurarse de que no fuese un sueño del que despertaría antes de llegar al momento deseado.

La pena se disipó.

-Entonces... eres libre de recostarte aquí... mi héroe...-Ella extendió los brazos, enseñando las piernas que fungirían de almohada.

En menos de un segundo ya habían sido ocupadas por la cabeza de Bell. Ni los agudos sentidos de Riveria captaron cuando él se recostó.

-¿Cómo se siente?-Preguntó la pelijade.

-Genial... es realmente suave...-Contestó la pareja, bajando los párpados y sonriendo.

La mujer pasaba los dedos entre el cabello de su amado, peinándolo delicadamente. Prácticamente le hacía lo que se conoce como "Piojito".

-Tú nos mimas mucho... quería que los papeles se invirtieran... mereces esta clase de trato de vez en cuando...-Explicó la razón de elegir esto.

-Es lo menos que puedo hacer...-Adicionó, acariciándole el mentón.

Bell no emitió ninguna clase de respuesta o sonido. Disfrutaba el fugaz instante.

Las almohadas de regazo son un regalo de los dioses. Pocos placeres en este vida se le asemejan.

-La última vez que recibí una... fue de mi madrastra...-Susurró. Parece que cayó dormido y hablaba en ese estado.

Madrastra... Riveria escuchó que la mencionó en múltiples ocasiones pero nunca indagó.

¿Sería bueno hacerlo?

Cada que hablaba de gente cercana a él... familia... no luce animado ni nada parecido.

-Cuando ella me entrenaba se le pasaba la mano y me noqueaba. Al despertar lo hacia acostado de ese mismo modo. Con un chichón en la frente. También cuando mi abuelo me hablaba de cosas pervertidas. Se enojaba y golpeaba a mi abuelo por enseñarme esas cosas y a mi por seguirle el juego...-Agregó, riéndose ante el divertido recuerdo.

El pecho le apretaba a la pelijade al oírlo.

-Y... mi tío... he de admitir que fue la mejor figura paterna que pude pedir... amable, atento, muy buen cocinero... me enseñó a luchar con espadas...-El regazo de Riveria fue humedecido.

Ella rápidamente identificó a qué se debía.

Era Bell... estaba llorando.

-Yo... en serio los extraño...-.

A ambos se les formó un nudo en la garganta. El más notable fue el de Bell quien se esforzaba en hablar.

Las lágrimas se derramaban y por la gravedad caían a las piernas de la elfo.

-Bell...-Ella limpió las de la mitad del rostro que no entraban en contacto con la almohada.

-No hay noches en las que... no me cuestione si... en verdad soy tan valioso... si merezco vivir...-.

-Mamá...-.

-Madrastra...-.

-Tío...-

-Abuela...-.

-Abuelo...-.

-Todos... murieron para protegerme y permitirme vivir...-.

El llanto aumentaba y el dolor a la par de él.

-¿Soy merecedor de... llamarme héroe...?-.

Riveria mordió su labio y se contagió de las lágrimas. Estaba llorando.

-Sí... sí eres merecedor... no hay nadie que equipare tu valía y valor... tu valentía y fuerza de voluntad...-Le susurró al oído.

-No sé si serás el héroe que salve el mundo... pero sí eres quien le dio sentido al mío...-.

-Así que... no llores... no dudes... sigue adelante... puedes tomarte pausas... desviarte... y aún así te acompañaré en esta travesía...-.

-Corrección. Te acompañaremos... ya no estás solo... mi héroe...-.

-Hay mucha gente que te quiere y estima. Quienes incluso te aman. Y me incluyo en esta última categoría-.

-¿Me aman...?-Preguntó el peliblanco, despertando. O a lo mejor nunca durmió.

-Sí... te amamos... te amo...-Dijo Riveria, besándole la frente.

Él levantó la espalda y, empleando las mangas de su camisa, secó las lágrimas.

-Lamento... mojar tu ropa...-Se disculpó.

Ella negó.

-Son detalles menores. Quiero que confíes en mi y en el rostro. Acude a nosotras cuando sientas que todo se derrumba o no puedes más. Nos quedaremos contigo hasta que superes cualquier dificultad-Contestó.

Bell sonrió.

-Ahora entiendo por qué te dicen así...-Murmuró.

-¿Uh? ¿A qué te refieres?-Interrogó.

-Te amo... mami Riveria...-Declaró, usando aquel apodo que la elfo tanto odiaba porque la hacía sentir vieja para referirse a ella.

Una vena se marcó en la frente de la pelijade.

-A-Amor... por favor nunca vuelvas a llamarme así-Pidió, ladeando la cabeza y sonriendo tétricamente.

-¿Por qué? Es lindo... mami Riveria-Bell jugaba con fuego, literalmente. Ella fácilmente lo incineraría si insistía en llamarla de ese modo.

-Segunda vez...-Advirtió la elfo.

Aquella tristeza era reemplazada por enojo.

Se puso de pie. El largo cabello le cubría la zona media superior de la cara.

-¿M-Mami...?-Y... el idiota lo hizo de nuevo.

-Tres...-Intervino Riveria, siguiendo el conteo.

-Las llamas se liberarán pronto. Guerra progresiva, destrucción inevitable. El cuerno de la batalla suena en voz alta, la crueldad del conflicto envolverá a todos. Acudan a mí, llamas carmesíes, infierno despiadado. Eres la encarnación del fuego del infierno. De un solo golpe, pon fin a la gran guerra. Incinéralos, Espada de Surtr - mi nombre es Al-El cántico fue dicho a una velocidad anormal. Digno de un trabalenguas.

-¡E-Espera! ¡Perdón!-Bell cayó de espaldas y se arrastró a la salida.

-Ni siquiera a ti te lo dejaré pasar-Susurró la hada.

El conejo tragó saliva.

La mujer respiró profundamente y...

-¡Rea Laevateinn!-.

El hechizo de destrucción fue minúsculo ya que no tuvo la intención de causar daño real.

Sin embargo... si el suficiente...

"Yo y mi bocata..." Pensó el conejo mientras las llamas lo hacían volar por los aires y...

*¡BOOOOOOOOOOOM!*

Rompió la puerta con su cuerpo y la onda expansiva.

-¡Pero qué carajos...!-Los tres miembros de la familia Loki que apostaron por el resultado de la visita recibieron la corriente de aire caliente y escombros.

De la nube de humo y trozos de madera salió Riveria.

-Perdón... no volverá a ocurrir...-Prometió Bell desde el suelo. Su ropa estaba ligeramente quemada y su cabello se prendió fuego.

La elfo mitigó el microincendio.

-Espero que cumplas tu palabra. Amor-Respondió, parándolo a la fuerza y quitándole las cenizas al sacudirle la ropa.

Todos observaban con cara de póker la situación.

-Pues... Tione ganó...-Gareth arrojó su bolsa de valis a la amazona, quien la atrapó. Le siguió Finn.

"Jeje... tengo 4 novias de las cuales 4 me dominan..." Pensó Bell, riendo nerviosamente mientras su amada pareja lo limpiaba.

Pero... no parecía arrepentido. Al contrario. Agradecía que esa fuese el caso.

"Muchas gracias por tus palabras Riveria... en verdad me ayudaron".

El molestar a la elfo fue plan suyo. Si se dejaba llevar por el estado de ánimo terminaría revelando más de lo debido.

¿Es incorrecto ocultarle información sobre ti a tus novias? Posiblemente. No obstante... no estaba listo para revelarles todo.

Más sabiendo que... su tío Zald murió en Orario como un villano.

Confesar a toda la ciudad que es su sobrino podría perjudicarlo al igual que a las personas cercanas a él.

No es que no confiara en Riveria y en que guardaría el secreto.

Sin embargo... en la edad oscura murió mucha gente y los familiares de estas no buscarían quienes lo hicieron, si no quien la pagara. A pesar de que él no tuvo absolutamente nada que ver.

Así de cambiante es el ser humano.

La admiración no es un sentimiento lo suficientemente fuerte como para ganarle al odio y al rencor.

"Debo proteger a quienes amo..." Pensó mientras Riveria lo regañaba. El cuerpo estaba ahí... la mente no.

Las personas que aparecieron en su cabeza al decir aquello en el subconsciente fueron los niños del orfanato, sus novias y las amistades que ha formado.

Sí... definitivamente no está solo.

Y... no lo estará nunca más...

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En las calles de Orario, casi al anochecer.

Bell caminaba hacia el orfanato en la calle dédalo. Bostezaba y estiraba los brazos hacia arriba. Fue un día cansado a pesar de no aventurarse al calabozo.

"Debo ir con Eina mañana en la mañana. Estudiaré el calabozo y entraré. Siento que han transcurrido años desde que entré. También visitaré a Welf en la sede de la familia Hefesto. Con suerte estará disponible y nos aventuraremos otra vez" Recapituló el plan a seguir el día de mañana en el ocaso del hoy.

La multitud de gente caminaba en distintos sentidos.

Varios puestos seguían abiertos y muchos más a penas iniciaban la jornada laboral.

-Que hermoso es Orario...-Susurró. Hasta que...

*¡PAM!*

Una extraña chocó con él.

-¡Kya!-

Ese quejido salió seguido de un golpe seco en el piso y el sonido de múltiples cosas cayendo ahí mismo.

-Esto dolió...-Se quejó una voz femenina desde el suelo.

Bell bajó la cabeza y una hermosa chica yacía sentada ahí, sobándose el trasero por el golpe.

Decir que era hermosa quedaba corto. Se trataba de una joven de cabello azul oscuro, más oscuro que el de la propia Shakti. el cual cubría casi todo su rostro gracias a la gran longitud con el que contaba. Solo se alcanzaba a ver uno de los ojos, la nariz y la boca.

Varias bolsas de papel cayeron, tirando el contenido que tenían.

-¡P-Perdón!-Ni corto ni perezoso, el peliblanco se agachó y recogió las cosas.

-Perdóneme señorita. No fue mi intención. Es culpa mía por quedarme de pie en medio de la calle-Se justificó, guardando manzanas, peras y gran variedad de frutas en las bolsas de papel.

-¡N-No te preocupes! Y-Yo no me fijé en donde caminaba... este tipo de accidentes siempre me ocurren. Mi mejor amiga dice que soy muy distraída y tonta...-La nerviosa joven, igual que Bell, se echó a culpa.

-Así que... no es necesario ayudarme-Adicionó, decaída.

-Fue error de ambos. Resolvámoslo juntos-Bell le sonrió, sin detener las manos en la recolección de la despensa.

-N-No es necesario que se moleste-Argumentó la muchacha.

-No es molestia. Ayudar a una hermosa chica es lo que haría un buen hombre. Eso decía mi abuelo-Declaró.

-¿H-Hermosa...?-La inseguridad abundaba en esa interrogante.

-Sí... listo-El conejo se puso de pie con las compras de la peliazul.

Con su mano libre le ofreció ayuda para pararse.

Ella dudó momentáneamente.

"Nadie había sido amable conmigo..." Pensó, sonriendo ligeramente. Era casi imperceptible.

Aceptó el gesto y fue alzada.

El calor y tacto que le daba sostener esa cálida mano era mayúsculo.

Se soltaron tan pronto recuperó el equilibrio.

Pegó aquella mano en su pecho y encimó la otra.

El corazón le latía muy rápido.

-G-Gracias. Es muy amable señor...-Agradeció la joven. Pero no sabía el nombre de a quien le daría las gracias.

-¡Oh! Bell Cranel. Es un gusto...-Se presentó.

-C-Cassandra Ilion. E-Es un placer-Ella igual reveló su nombre. Regalándole un gesto de alegría en aquella cara oculta que minutos atrás mostraba tristeza.

-Es un gusto conocerla, Cassandra-Dijo Bell, extendiéndole la mano nuevamente. Solo que ahora la diferencia era que intentaba estrechar la de la peliazul.

-Lo mismo digo... Bell...-Ella correspondió al gesto.

Se miraron unos cuantos segundos hasta que el joven rompió el hielo.

-S-Sí que son pesadas...-Declaró.

-S-Sí. Mis manos temblaban y casi las tiro al regresar a mi sede-Reveló.

-Hummm ¿Quiere que lo lleve por usted? Solo indíqueme dónde está su hogar-Sugirió Bell.

-¡Y-Ya lo he molestado los suficientes!-Cassandra negó.

-¡Vale! ¡Vale! ¡No es nada!-El animado peliblanco insistió.

Cassandra no tenía motivo para rechazarlo.

-S-Sí usted insiste...-Diciendo aquello, aceptó.

-M-Mi sede es aquella-Apuntó con su largo y delgado dedo una mansión iluminada que a lo lejos brillaba.

-¿La mansión del sol?-El conejo se sorprendió. Leyó el mapa de la ciudad y ese nombre recibía aquella hermosa sede.

-S-Sí...-La chica asintió.

-De acuerdo. En marcha, señorita Cassandra-Caminó Bell animadamente. La peliazul lo seguía desde atrás.

"El conejo que iluminará mi voz..." Pensó. Simples disparates o... un sueño que esto extraña chica tuvo esa mañana.

Vio fijamente a quien le prestó la ayuda.

"Cabello blanco... ojos rojos... ¿Será él el conejo?".

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Bueno, hasta aquí el capítulo de hoy, espero que sea de su agrado y dejen su apoyo como ya es costumbre.

En fin, déjenme sus opiniones.

¿Cómo estuvo el capítulo? ¿Sí les gustó?

Buzón de sugerencias/opiniones/comentarios.

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Un One Shot en el que se nos relata lo que hubiera sucedido si Bell era cuidado por Alfia, Zald y Zeus ¿Será un futuro feliz? ¿Bell se convertirá en el último héroe como se lo prometió a su madre? ¡Averigüémoslo!
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Otro One Shot sobre una bella historia de amor entre una diosa y un mortal, que toma como punto de partida la película de "Danmachi: la flecha de Orión". Veamos la aventura en la que se embarca nuestro carismático protagonista después de haber perdido a esa diosa que tocó su corazón en muy poco tiempo, de la cual, se tuvo que despedir prematuramente.
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La hermosa Lefiya nos acompañará en este One Shot junto al conejo en una aventura que tendrá de todo. Amor, drama, todo lo que engloba a esta pareja tan dispareja.
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La historia de amor entra una hermosa hada y un conejo con dudas nacientes en su corazón tras un suceso inesperado.
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Un fic con un cuarteto amoroso muy raro, BellxTionaxFreyaxHelun.
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Una hermosa historia de amor entre una asesora y el aventurero a su cargo, BellxEina.
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¡Una aventura sin Falna nos espera a nosotros y a nuestro protagonista!.
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Y mi primer y ya finalizado Fic, que va de la pareja de BellxSyr o Freya, el cual parte desde el rechazo de esta misma en el volumen 16 de la novela original, aunque claro... en este fic sabremos lo que hubiera pasado si Bell no la rechazaba, como el título indica.
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Sin más que agregar, yo me despido, espero que se echen una pasada a mi perfil y les agraden las demás historias en caso de no haberlas leído, eso es todo, hasta la próxima mis lectores.

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