
Especial#: Día de San Valentín
B e n j a m í n
—¿Estás segura que esto va a hacer que mi marido quede cómo yo quiera?—No sé como terminé aquí, escondido detrás de un millón de dulces escuchando la conversación de dos mujeres de gran edad (aproximada a los cuarenta años). Pero cómo el dicho dice, la curiosidad mató al gato.
Salí a la mañana mientras Jules dormía para comprarle algunas cosas—con mi sueldo, claro—para el día de los enamorados. Sé que es cursi y todas esas cosas pero... Bueno, en algún momento aparte del día de mi boda lo tendría que ser, ¿verdad?.
Comencé a escuchar a estas mujeres a escondidas cuando entré a una tienda a comprarle unos chocolates. Ellas no se veían sospechosas, pero cuando fui a ver a los peluches, vi por reojo que se pasaron una caja de bombones como si fuera droga. Los únicos en la tienda éramos ellas y yo. Claro que una de aquellas era la dueña de la tienda.
—Claro que funcionará, yo siempre lo uso cuando él no quiere hacerlo.—Sonrió maliciosamente. ¿Estaban vendiendo armas o qué carajos?.
La "compradora" asintió lentamente mirando aquella caja, que según el empaque, era de chocolates, o eso creo... ¿Para qué servirán esas cosas?
Me arrinconé más contra la pila de chocolates. Las dos estaban riendo.
—Va a ser una linda venganza por lo de la otra vez...—Rieron. ¿¡Iban a matar a sus propios maridos!?
Empujé un poco la pila de chocolates para escuchar más fuerte, pero fue un gran error. Toda la pila—o mejor dicho pirámide— cayó, dejándome al descubierto.
La dueña de la tienda me miró fijamente. Tenía cabello castaño con canas y ojos muy pequeños detrás de unos lentes sin marco.
—¿Qué quieres jovencillo?—La compradora río y se acercó a mi. Me tomó de la oreja como si me estuviera regañando.
—¿A caso no te enseñaron a no escuchar conversaciones ajenas?—Me tiró de la oreja haciéndome quejar del dolor. Luego me soltó y me miró con mirada desafiante. Yo le devolví la mirada.
—No es mi culpa que vendan drogas para matar a sus maridos... en el día de San Valentín.—Me encogí de hombros.—Eso es cruel, ¿saben?.
Ellas rieron como si mis palabras fueran un chiste. ¿No les llegó la indirecta de "voy a llamar a la policía"?. Dios.
La compradora movió la mano en desdén.
—Es una droga, es verdad. Pero, no los mata.—Mi curiosidad aumentó, rebalsando el vaso.
—¿Qué hace?—Pregunté.
—Oh, ¿te interesa?, mira. Eres muy joven, de seguro estás de novio con una joven dama y no sé si pensar si eres drogado.—Negó con la cabeza. Ah, ya veo, no me iban a dar información.
—Soy casado.—Mostré mi anillo.—Y soy gay.—Sonreí con orgullo.
Ellas sonrieron.
—¿Eres uke o seme?—Sonrió maliciosamente la compradora. ¿¡Ella también era de esas mujeres!?
Moví las manos nervioso.
—¿Usted también ve esas c-cosas?...—Ella asintió felizmente.
—¿Habla del yaoi?—Preguntó sin preocupación alguna.
Asentí mirando el suelo tratando de guardarme un poco de dignidad.
—Pero por supuesto, es muy famosa esas cosas.—Rió.—No contestaste mi pregunta, ¿qué tipo eres?.
Me relamí los labios que estaban completamente secos y respiré hondo. Era un poco extraño que diga mi vida sexual a personas que no conozco, pero si era por conseguir información que mi cerebro pide a gritos...
—Uke.
Me sentí con cinco kilos menos.
—Oh, ahora entiendo tu sonrojo.—Rió. La observé fijamente tratando de que escupa la información.—Bien, bien. Puedo decírtelo. Esta cosa.—Señaló los bombones de la compradora que nos mirada como un partido de ping pong.—Es una droga llamada polavebina. Es una droga que no es ilegal ni legal—Se encogió de hombros y suspiró.—Inmoviliza y hace tener una gran erección al que la consuma.
Me sonrojé de golpe. ¡Estas mujeres son de lo peor!
—Creo que un uke como tú, sabe que feo es que nunca puedas ir arriba, ¿verdad?—Bueno, para ser exactos tenía razón. Siempre era yo el que iba abajo y recibiendo el dolor de caderas por días.
Suspiré.
—Entiendo.—Respondí.—¿Cuánto cobra?.
Sonrió mostrando todos sus dientes completamente blancos.
—Oh, puedo hacer una oferta para ti.—Sacó una caja de bombones debajo de la caja registradora.—Cincuenta dólares es suficiente.—¿Tan barato? Deben ser bombones normales.
Ella notó mi preocupación.
—Oh, si no confías está bien. Clara...—Se dirigió a la compradora.—¿Puedes darle esa caja y te doy otra?.—Esta vez confíe. Ella me entregó su caja y le di los cincuenta dólares a la mujer.
—Perfecto. ¡Déjale doliendo mucho el trasero!—Gritó cuando salí de la tienda.
Me dirigí a la casa de Jules lo más rápido que pude para cocinar el almuerzo. Cuando llegué, él ya lo estaba cocinando.
—Hola cariño.—Me sonrojé cuando me saludó. Aún no estaba acostumbrado a esto... Bostezó y dejó el plato que secaba en la mesa—¿Dónde fuiste?—Preguntó con una sonrisa maliciosa. Dejé la caja de regalo en la mesa a su alcance.
—Feliz día.—Sonreí. Iba a ser un gran, pero gran día para mi.
Jules observó la caja y la tarjeta que coloqué, bueno era cualquier cosa, sólo coloqué "Feliz día te amo", pero cuando volvió a verme, saqué el brazo que tenía escondido detrás de mi espalda un ramo de flores de cien rosas.
Sí, costó caro, pero para mi nada era caro si era para Jules.
Él sonrió con alegría y me abrazó tan fuerte que sonaron mis huesos—espero que no se hallan quebrado—luego me tomó del mentón y me besó enredando nuestras lenguas.
—Ya vas a ver mi regalo.—Prometió. ¿Un regalo?, yo o veía uno... Pero bueno, no estaba decepcionado. Con sus besos y que no me viole era suficiente para mi. Hoy me auto regalaría algo a mi mismo.
Luego de almorzar miramos una de las películas que estaban pasando en la televisión, obvio, que era de romance. Ahora las de acción y ciencia ficción no existían debido al gran cupido que inventó este día para que se usaran más condones, flores y chocolates que nunca.
—¿Quieres uno?—Jules estaba comiendo los bombones que le había regalado.
Negué con la cabeza. Si no quería quedar inmóvil y con una gran erección no debía consumir nada de esos chocolates. Por dentro reía como maniático.
—Voy al baño.—Le advertí. Necesitaba sonreír fuertemente al menos una vez si no, no iba a aguantar las ganas de estallar de risa malvada.
Me miré al espejo luego de cerrar la puerta y vi mis labios convertirse en la sonrisa del guasón. Iba a ser perfecto. Si yo no lo disfrutaba, seguro que él lo haría como lo hago yo...
Me sonrojé de golpe. Y negué con la cabeza para sacar esos pensamientos.
Vuelvo a la sala y veo que Jules se comió todos los bombones. Cayó en mi trampa. Según la mujer de la tienda, para que haga efecto tendría que hacerlo excitar.
Que suerte que ya me había duchado antes de ir a la tienda.
Voy hacia el sillón mientras Jules mira la película interesado. Me siento en sus piernas tapándole la televisión. Lo abrazo y le hablo por el oído.
—¿Quieres otro regalo?—Pregunté mordiendo su oreja. Él gimió y sentí su sonrisa agrandarse.
Saqué mi lengua y comencé a lamer su cuello lentamente tratando de que se excitara lo más posible. Hasta que Jules me tomó del trasero, me levantó y me llevó a la televisión. "No quiero ensuciar el sofá", me había dicho, lo que le seguí la corriente.
Cuando llegamos a la cama, seguimos en la misma posición. Sólo que Jules toqueteaba mi torso mientras yo jugaba con su cuello haciendo estremecer.
Mordí, succioné y lamí tantas veces cómo podía hasta que Jules paró de repente.—Funcionó—Pensé.
—¿Ben?—Preguntó. Sonreí cuando escuché mi nombre.—Creo que no puedo moverme.
Lo ignoré y seguí jugueteando con su cuello hasta que sentí un gran bulto debajo mío. Bajé mis manos por su camisa y luego se la quité. Él sólo emitía gemidos una y otra vez.
Lo empujé hasta que quedamos acostados yo arriba de él.
—B-ben.. algo m-me pasa...—Me mordí el labio.
—Lo sé.—Respondí como un gato.
Si tenía una pizca de orgullo, se me había ido.
—¿Q-qué tenían los bombones?—Su rostro estaba rojo y parecía como si tuviera cuarenta grados. Su rostro era de completa excitación.
—Sólo disfruta...—Le recordé. Mis manos viajaron hasta su pantalón y lo desabroché dejándolo al desnudo. Luego me saqué los jeans (ya que Jules ya me había sacado la camisa) y quedé en bóxers.
Me acerqué a su rostro completamente rojo y con sudor y comencé a besarlo primero lento y luego más fuerte, desesperante, cómo si lo necesitara todo de él.
Dejé mi saliva en su boca y recordé lo que él me hacía cuando me encantaba.
Baje mis labios por su torso dejando rastros de saliva y mordidas, mientras con mi mano masajeaba su miembro completamente duro. Mi mano se movía de arriba a abajo y en círculos mientras que mi lengua bailaba contra su pezón.
Seguí con los mismos movimientos; también, de vez en cuando subía a dejarle un gran beso en sus labios mientras escuchaba más y más gemidos de su parte.
Yo también estaba excitado. Y sabía que no podría controlarme.
Cuando Jules se vino, tomé su semen entre sus manos, momentos después, bajé la mano—manchada—hacia su entrada, metiendo primero un dedo. Luego dos, y por último tres. En cada uno, claro que él daba un salto. Notaba que sus manos se sostenían fuertemente de las sábanas mientras yo masajeaba su miembro y a la vez, colocaba los dedos moviéndolos en círculos.
—Agh... B-ben no...—Mascullaba.
Me acerqué a su rostro y con voz sensualmente jodida le respondí.
—Sólo disfruta.
Cerraba los ojos para aguantar el dolor y placer que le brindaba, no podía evitarlo, era obvio.
Abrí lo más que pude sus piernas y acerqué mi miembro erecto a su entrada. Lo metí suavemente para no causarle mucho dolor. Cuando lo metí completo, dio un grito fuerte.
—D-duele...—Sus mejillas sonrojadas me daban ganas de devorarlo. Ahora entiendo por que siempre quería hacer esto.—B-ben...
Con mi miembro dentro suyo.—Sentía que se estaba achicando ese espacio caliente—me acerqué a su rostro a besarlo. Me comencé a moverme despacio mientras lo besaba. Dejaba a cada rato un gemido o dos en mi boca.
Esto era genial. Pero por alguna razón me sentía terrible.
Cada vez me movía más rápido mientras Jules desviaba la vista.
Llegué a un punto en que él gritó más fuerte. Así que seguí ese punto y ritmo. Su propio rostro delataba el placer que le daba, y así seguí hasta que me vine dentro suyo.
Un gran grito y sobresalto invadió la habitación.
Sus piernas temblaban y mi cabeza también. Me sentía terrible, pero no sabía por que.
Hasta que lo supe; yo había...
Había..
¿Abusado de él?
Era un estúpido. Un idiota. Un imbécil.
Me dejé llevar por todo, y así terminé.
Me senté en la orilla de la cama mientras Jules se sentaba con, seguro, punzadas de dolor en la cadera.
—Lo siento...—Murmuré. Negué con la cabeza.—Me dejé llevar, lo siento.
Lágrimas salían de mis ojos, me sentía muy culpable. No merecía estar con él, era una persona completamente estúpida y terrible, ¿qué clase de persona era yo?.
Sentí unos grandes brazos envolviéndome.
—¿Qué ocurre?—Preguntó.
—Lo siento...—Repetí.—He abusado de ti y... lo siento.—Más lágrimas recorrían mis mejillas. Era un marido desastroso, imbécil y estúpido.
Jules se ¿rió?. Me abrazó más fuerte y mordió mi cuello.
Hasta que recordé los bombones. ¿No era que lo inmovilizaba?
—¿C-cómo?—Pregunté entre sollozos.
—Feliz día.—Dijo él.
Mi mente estaba exhausta y no podía completar los hechos. ¿Los bombones no habían funcionado?, ¿o sea qué...?
—¿Qué?—Estaba aturdido.
—Feliz día. ¿A caso pensaste que era tan idiota?, este es mi regalo. Pero sólo fue este día. Ser uke es doloroso...—Se miró el trasero. Luego me miró a mi y plantó un beso largo en mi boca. Mis pensamientos me mareaban.—Descubrí lo de los bombones al tercero que comí.
¿O sea, que él... se había dejado?.
—Sé que tu querías esto, así que dejé que lo hagas...—Sonrió.—No hacia falta que me drogues para eso, idiota.—Rió.—Aún así te amo.—Me dio otro beso.
—Pero...—Empecé. Él me interrumpió.
—Pero nada. A mi me gustó y a ti también. Todos felices... Sólo que...
—¿Qué?—Pregunté.
Su sonrisa malévola contestó por él.
Me tiró hacia atrás y se colocó encima mío.
—Todavía me quedan energías. Y...—Se acercó a mi oído.—Es mi turno.
—Feliz día, te amo.—Le recordé.
—Yo también.—Respondió besándome una y otra vez.
Hi guys! *sacchy se esconde detrás de un vidrio antibalas* perdón por la espera... Ya saben, la imaginación tarda (?? perdón si es muy corto pero SABEN LA VERGUENZA QUE TUVE?!
Nunca escribí mucho como seme pero creo que es más vergonzoso eso que uke DDD:
Estoy como tomate tratando de que mi hermano no lea ni vea nada DDDDDD: dios, dios y más dios!
Bueno, Jules uke... Ben tomó su venganza sdasdasdsa
MUAJAJAJAJJAJA
(?)
Los amo y perdón por la tardanza y bla, bla. Gracias por leer :DD
Y con lo de la segunda temporada, voy a publicarla la semana que viene. Estén atentos! y acuérdense; si quieren saber cuando sale no borren la historia de la biblioteca porque voy a dar un aviso cuando la publique :DDD
Y una preguntita...
¿Cómo quieren que escriba la segunda temporada?
O sea, la sigo escribiendo en primera persona como ahora (cuenta Ben), o en tercera?
Bueno, espero que les haya gustado el especial hard *derrame nasal* y bechos a todos!
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