Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

5#: Hermoso día, horrible

Benjamín

El techo aquí se ve más... grande. 

Me giro en mi cama y quedo boca abajo.  Mi almohada no me gusta. No me gusta mi cama, no me gusta el aire, no me gusta el techo. ¡NO ME GUSTA NADA!

Maldición, antes amaba mi habitación, y ahora la odio y no se por qué. Parezco una mujer que le haya venido la regla, debe ser con muchas desventajas ser mujer. Por suerte me encuentro aquí, en mi cama, mirando los hilos de mi almohada. Luego de que me despertara y Charles me diera la "noticia" de que yo lo mordí y lo besé bruscamente, me desmayé. Bah, colapsé. Supongo que es un poco irreal, pero no quería saber nada de nada.

Me imagino que él me trajo aquí, cuando estaba desmayado. Aunque mi padre me tiene enjaulado por todo un mes, nada de salidas. Y todo porque el estúpido me dejo emborracharme... y me tocó y me hizo sentir... ¿raro?

¡Buaaaah! ¡A la mierda todo! Quiero rodar, saltar y salir. Es lo que estoy haciendo pero sin la parte de salir.

—¿Qué está pasando aquí? —Mi papá entró a la habitación. Sin querer, había mordido la almohada por el susto. Él largó a carcajadas al verme—. ¿Está rica?

Escupo mi almohada y me pongo boca abajo de nuevo.

—Tienes que descansar, la resaca se va a ir mañana y vas a ir a la escuela, quieras o no. Y cuidado con comerte las cosas, eso no saca las mariposas del estómago.

—¿Mariposas? —pregunté.

—Ajá, así solo actúa una niña enamorada en su período —respondió, riendo—. Aunque creo que lo tuyo son gases. Trata de no cagarte encima, ¿si? 

No sentía nada de eso, la verdad sentía rinocerontes más que cualquier otra cosa. Sentía que iba  a vomitar mis órganos.

—¡BRUAGH!  —Vomité mis sábanas, sintiendo una sensación de vacío en mi abdomen. Quizás eso era lo que necesitaba.

—Uh, vomitaste las mariposas. 

JAJA, que papá chistoso.

—Quiero irmeeeee —me quejé.

—¿A dónde?.

—No lo sé.

—¿Y para qué quieres salir?

—Para respirar.

—¿No respiras ahora?

—¿Por qué respondes todo con una pregunta, father?

—Me hace ver más sexy —respondió con una sonrisa coqueta. Parecía un viejo tratando de verse bien en el espejo. Pobre de él.

—Ni lo creas.

—Llamé a tu trabajo, hoy te darán el día libre.

—Qué bien, otro momento más aquí —me quejé por segunda vez.

—Vaaaaaamos, mariposita, sin quejas.

Cerró la puerta y se fue. Saqué mis asquerosas sábanas llenas de mariposas con vómito y carne podrida, sin olvidar los ácidos raros.

Me fui a bañar, hace mucho que no sentía el agua, desde que... estuve en su casa. Sentí como mis mejillas se calentaban. ¡Mierda! No de nuevo.

Salí de la ducha, y fui a mi cama de nuevo, me acosté y me puse cómodo... aún sin el acolchado, ni las sábanas, ni el cubrecama. De verdad, no tengo ganas ni de respirar, así que si muero asfixiado, ya saben el porqué.

Miro mi reloj... las 17:30 hs, bueno, no es tan tarde, pero mi cabeza todavía da vueltas. Miro mis paredes, color verde... todavía recuerdo cuando mi papá me preguntó de que color quería mi habitación.

Yo estaba jugando a los cochecitos, de pronto mi papá llega y me pregunta "¿De qué color querrías tu habitación? "Hhmm, no lo se", "Oh vamos, un color". "Verde". "¿Qué verde?". "Manzana".

Al mes siguiente, nos mudamos aquí y... ¡BAAAAAAM! Está la habitación pintada de color verde manzana. Nunca supuse que era tan en serio eso. Ahora que lo pienso, el verde parece de chica... Agh, qué más da. Sigue siendo mi favorito. 

Al techo de nuevo. Blanco. Ese color... te hipnotiza. Miro 2 minutos más el techo, y caigo en el sueño.

***

Me despierto abriendo ojo por ojo por un ruido en mi ventana. Qué mierda de día. Veo el reloj, las 20:00 pm. Dormí 3 horas, eso es bastante, supongo.

El sonido de nuevo... viene de afuera, obviamente. Miro hacia ella, y veo ¿algodones? Me acerco a ella y la abro, una piedra cae en mi cabeza.

—¡Maldición! —Me tomo de la cabeza, soltando un quejido. Escucho una risa masculina desde abajo.

Veo hacia allí y veo una sombra negra, no logro descifrarla hasta que veo un cabello rubio.

—¿Charles? 

—Amor mío, deja caer tu cabello —susurró.

—Vete a la mierda.

Comencé a cerrar la ventana, pero él me detuvo saltando y haciendo señas.

—¿Qué quieres? Ya me metiste en un gran problema hoy.

—Quiero darte algo —respondió.

—¿Qué cosa?

—No puedo decirte, sólo ábreme la puerta y lo verás.

—¿Por qué presiento que cuando la abra van a salir un millón de ninjas en una emboscada y me matarán? —pregunté con ironía.

—¿Quizás por qué me amas? —Me sonrojé. ¿Y eso qué demonios tenía que ver—. Vamos, solo será un segundo. Lo prometo.

—Está bien, pero nada de violaciones.

Bajé las escaleras, y cuando estoy por abrir la puerta, encuentro una nota de mi papá.

"Voy a lo de Mario, tu primo se lesionó la pierna jugando rugby, voy a visitarlo al hospital de Coldwater, volveré mañana antes de la medianoche, no hagas lío, confío en ti."

—Maldición —susurré mientras abría la puerta. Ahora no tendría testigos si a alguien se le ocurría quitarme los órganos.

—Que linda invitación —señaló Charles, señalando mi entrepierna. Al darme cuenta, estaba en bóxers.

Mis mejillas se volvieron rojas y traté de respirar hondo para controlar mi respiración. Debía mantenerme calmado, más aún cuando él ya me vio desnudo.

—¿Qué quieres?

Cerré la puerta dejándola dos centímetros abierta, para que pueda ver solo mi rostro.

—Te traje algo. Toma —contestó. Me forzó a abrir la puerta y colocó una bolsa en mis manos.

—¿Y esto?

—Tu ropa. La lavé. Me debes mi ropa también. 

Lo había olvidado, su ropa era la que tenía puesta cuando vomité sobre mi cama, se está lavando.

—¿Te la puedo devolver mañana?, se está lavando en el lavarropa.

—Un lavarropa dura entre 2 y 4 horas. ¿Puedo esperar dentro de tu casa?, olvidé las llaves en el trabajo, y el martes solo abren al mediodía —se excusó. Hice una mueca ante ello.

—Llama a Sony y dile que te las regrese. 

Traté de cerrar la puerta, pero el colocó el pie, y entró como si nada.

Se sentó en el sillón, con los codos en las rodillas y su rostro en sus manos.

—¿Quién te invitó a entrar? —gruñí.

—Tu sonrojo.

—No estoy rojo —mentí, desviando la mirada.

—Ahora que lo pienso... siempre lo estás cuando estoy contigo. ¿Por qué será...?

—Es mi color natural.

—Oh claro... tu color natural. Eres un tomate cherry. ¿Acaso tu mamá se folló a un tomate cherry y naciste tú?

—Qué gracioso.

Me senté en la punta del sillón,  lo más lejos de él.

—¿Piensas quedarte todo este tiempo para llevarte tu ropa mojada? —dudé.

—Esperaré que se seque.

—Eres paciente.

—Mucho. Cuando estoy contigo las horas me parecen segundos, y si pudiera parar el tiempo para ver tus ojos, lo haría —dijo cursi. Bufé y rodeé los ojos ante ello. Él se inclinó un poco hacia mí. ¿Por qué era así?—. Pero mis dudas van y vienen. Y... yo quiero saber si tú me amas.

—¿Pe..., pero de qué hablas? 

Lo empujé, siento mis mejillas arder más por su comentario y pregunta. ¿En verdad estaba tan loco? Gruñí al oír su estúpida sonrisa.

—¿Por qué estás tan obsesionado conmigo? No tengo nada de atractivo ni admito ser gay. Aparte, mi actitud es aparentemente complicada con respecto a las chicas o chicos fáciles que encuentras en bares. ¿Me tomas como un juego  o te gusta lo difícil?

Su risa se había detenido. Suspiró y miró el suelo unos segundos. Parecía pensativo.

—¿Por qué aún no lo recuerdas? —Su pregunta me vino por sorpresa.

—¿Recordar qué? —me quejé. A veces me desesperaba un poco el no recordar. Eran como los exámenes. Tenía claro que sabía la respuesta, pero no me venía a la cabeza aquella.

—Charles es mi segundo nombre. Mi primer nombre es Jules —respondió. Parpadeé ante eso—. Ahora, dime. ¿No hay ningún Jules en tu tonta memoria?

Y ¡BAAAAM! Un ladrillo en mi cabeza y más 100 patadas en el estómago me volvieron como una piedra; rígida y sólida con cara de "khé". Ahora entendía. Él era Jules, mi mejor amigo de la infancia... Ahora lo recordaba todo. Fui un estúpido, ¿cómo no pude recordarlo? Cabello rubio, sonrisa coqueta y ojos celestes casi azules, como las piedras recién sacadas de los ríos helados.

—¿Tú... eres Jules? ¿Mi mejor amigo de la infancia? —pregunté perplejo.

—¡Por fin lo recuerdas! 

—Tú... ¡TE ODIO! —grité, lleno de rencor.

Ahora recuerdo todo, justo él... mi primer enamoramiento, él que me dejó a cuestas. El que me olvidó, se fue... ¡Y solo cuando era un jodido niño malcriado!

Corrí a mi habitación, cerrando la puerta atrás de mí. Ahora recordaba todo, cada uno de mis sentimientos, todo lo que trataba de olvidar para vivir bien.

*FLASHBACK*

Narrador omnisciente.  

Allí estaban los dos niños de cinco y once años de edad, jugando a las escondidas. Ellos se conocían desde que tenían memoria, ya que sus madres siempre fueron mejores amigas desde la universidad. Y ellos, siempre estaban juntos cuando sus madres se veían.

—¡Te encontré! —exclamó el rubio, sonriendo hacia a su compañero de las escondidas.

—Auh, es trampa, no me diste tiempo —se quejó el otro, más pequeño, haciendo un pequeño puchero.

—Vamos, si me encuentras, te daré un premio.

—Esta bien... sólo por el premio.

Él de ojos celestes y cabello rubio, buscó un lugar para esconderse. Al ser más alto, tenía un grave problema, pero no fue uno para su astucia. Encontró un armario, y se escondió allí, esperando al más pequeño.

El niño de cinco años, buscó por cada lado hasta llegar al pasillo, donde escuchaba una respiración. Sabía que él estaba en el armario, por lo que lo abrió con rapidez, haciendo asustar al que se escondía dentro.

—¡Buh! —gritó el rubio, tratando de asustarlo.

—¡No me asustaste, Jules! —le dijo el moreno, riendo—. ¡Ahora, dame mi premio!

Jules, el de ojos celestes, no se quejó y empezó a contar. Dándole un abrazo a su amigo antes de hacer esta acción.

—1...2, 3, 4...

—¡Chicoos! —Sus madres los llamaron, arruinando el juego. Como niños obedientes, fueron a donde ambas estaban, acomodándose unas carteras en los hombros.

—Iremos a comprar, Jules y su mamá se quedarán a cenar —dijo la de cabello más oscuro, despeinando a su hijo mientras que su amiga prendía la televisión en el canal infantil.

—Volveremos en dos horas, no se peleen. —Ambas abrieron la puerta y la cerraron tras sí.

—Juguemos a la pelea —comentó el más pequeño.

—Con gusto —aceptó el mayor.

Ellos dos comenzaron a jugar a la lucha, sin lastimarse. Todo juego, claro, inventando técnicas de karate, kun-fu o lucha.

—¡Prepárate para mi patada ninja!

—¡Ya lo veremos!

Estos comenzaron a hacerse cosquillas, quedando sobre el sillón, donde se encontraba el control.

El mayor empujó al menor sobre este y, sin darse cuenta, cambiaron el canal. En este, dos chicos se estaban besando. Era una película para mayores; nada de lo que estos dos niños inocentes conocieran. Y así, ellos se quedaron pegados a la televisión, sin saber qué hacer ante lo desconocido e inesperado.

—No sabía que dos chicos podían besarse —comentó el mayor.

—Yo tampoco, pensé que era extraño...

Y así, se quedaron más de una hora viendo aquella película... de gays. Hasta que cuando terminó, el mayor cambió el canal, poniendo el canal infantil de nuevo.

—¿Nuestras mamás sabrán de que dos chicos pueden besarse? —preguntó el menor, parpadeando.

—¿Qué tal si mantendremos nuestro secreto? —respondió el otro.

Sus mamás llegaron y ellos siguieron jugando con sus juguetes, y luego comieron la cena.

Ellos se encontraban en el segundo piso, jugando con muñecos de plástico. Cuándo su mamá llamó al mayor para que se vayan. Ellos se levantaron del piso.

—¡Ya voy! —exclamó el rubio.

—¿Quieres que te acompa..? —El menor no logró terminar la frase. El mayor posó los labios sobre los suyos, colocando un beso como en la película que vieron a "escondidas" mientras su madres estaban de compras y sus padres trabajaban.

Sus emociones explotaron. Nunca había hecho eso, y no creyó que el mayor lo hubiera hecho, tampoco, era su primer beso, y él era cociente de ello. Toda su inocencia se desvanecía.

—Bye, bye —dijo el mayor con una sonrisa. 

Dejó que él menor quedara con su boca en forma de "O", y así, fue el primer beso de esta pareja.

A las despedidas siguientes, los besos eran normales. ya como cotidianos. Sólo lo hacían cuando nadie los miraba. En un momento, al principio, solo eran roces suaves. Sin embargo, luego empezaron a ser salvajes, inesperados. Habían hecho de sus acciones algo adictivo.

—¿Te acuerdas de esa película? 

—Perfectamente.

—Ellos en un momento, abrieron la boca y usaron las lenguas —señaló el mayor.

—Pues... sí...

—¿Lo intentamos?

El menor asintió hacia su petición, curioso por sentir más emociones como las que ya sentía por los besos robados que recibía por parte de su mejor amigo.

Y así, ellos se escondieron en aquel armario que sólo era un escondite para los juegos, pero que ahora solo eran para aquella pequeña adicción. El mayor tomó del mentón al menor, y acercó sus labios, abriendo la boca. Ellos unieron sus bocas, moviendo sus lenguas de un lado a otro. Para cuando se separaron, sólo un rastro de saliva mataba el espacio que había entre ellos.

—Es cálido —susurró el mayor; y el menor, estuvo de acuerdo.

Así, estos besos fueron más practicados que las palabras "hola" y "adiós"; hasta que un día, Jules llegó llorando a la casa de el menor, abrazándole y diciéndole que le perdonara.

Su única despedida fue un leve roces de labios, ya que cuando sus madres los vieron, los separaron para siempre. Semanas después, su madre le explicó al menor que ellos se iban a otro país, porque la madre del mayor se había hecho famosa por sus comidas, y la llamaron para un restaurante 5 estrellas en Europa.

El menor lamentó cada día que pasó con él, ya que sentía un leve sufrimiento en su corazón. Su primer beso, su primer amor, su primer roce: todo se había ido con aquel niño de ojos celestes, y él mismo juró que iba a olvidar todo... Al menos, para comenzar desde 0.

*FIN FLASHBACK*

Benjamín

Cada día que pasé, siempre quise olvidar y ahora, el jodido llega y arruina todo. Sabía que nunca tenía que ser sociable, o enamorarme de nuevo.

—Ben, por favor... Abre —susurró Charles. O mejor dicho, Jules. Estaba detrás de mi puerta, con la voz rota—. Sé que fue malo el dejarte e irme por muchos años pero estoy aquí para hacer todo por una oportunidad. ¿Me la podrías dar de nuevo? 

¿Por qué debía dársela? Es decir, ni siquiera tenía ganas de estar con alguien. Tampoco necesitaba alguna relación que arruinase mi vida. Aunque, sin embargo... ¿no me haría mal intentarlo, no? Él desde pequeño me había pedido perdón.

Abrí la puerta. Jules me abrazó con fuerza y empezó a llorar en mi hombro, sin razón alguna. Parpadeé ante eso, un poco sorprendido. ¿Era para tanto?

—Está bien, no fue tu culpa el irte —le dije en modo de... ánimo.

—Nunca pude olvidarte, Ben...

Bufé. Le limpié algunas lágrimas y ladeé la cabeza, pensativo. Luego de recordar cómo mi madre me repetía a cada rato que nunca debía estar solo, no me quedó otra alternativa:

—Te daré otra oportunidad.

Su sonrisa de oreja a oreja me dio escalofríos; no lo niego. Pero, pese a eso, cuando me tomó de mis mejillas y volvió a besarme con cariño, sentí calidez como la primera vez que intentábamos algo prohibido. 

Una calidez prohibida. ¿Suena bien, no?


Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro