
4#: Conociendo al Coyote
Benjamín
Charles tomó mi brazo y me arrastró hasta su cama de nuevo. Mi erección aún no se detenía. Me acostó a la fuerza de nuevo, y se puso sobre mí, colocando sus rodillas sobre mis piernas y tomando mis dos manos sobre mi cabeza, con una. El hijo de perra... me dejo inmóvil.
—¿QUÉ RAYOS HACES?, ¡DÉJAME IR IDIOTA!
—Noooooope.
—POR FAVOR, DÉJAME IR AL ESTÚPIDO BAÑO.
—¿Para que manches mi baño?, no, gracias. Te ayudaré a terminar.
—DÉJAAAAAME IR —supliqué, aún tratando de escaparme.
Charles empezó a besar mi cuello, haciendo mi erección aún más dolorosa.
—Déjame ir... Nnh...
¡Maldición! ¡Otro gemido! ¡No quería gemir! ¡No, no, no! ¡Se supone que no era su presa!
—Dime. —Me mordió mi oreja—. ¿Con quién soñabas?
Era obvio que no podía decirle que soñé con él... Que soñaba que él me tocaba como lo hacía ahora. ¡ERA UNA ESTUPIDEZ! SOLO LO HE SOÑADO, NADA REAL, PUNTO FINAL.
—¿Acaso no quieres hablar? —preguntó, a modo que me sonrojé—. Vamos, no te sonrojes. Dime... —Me soltó, pero al querer intentar escapar, me puso boca abajo, sin dejarme escapatoria. NO DIOS, POR FAVOR, ¡HELP! ¡Mi trasero estaba muy expuesto!
—¡SUÉLTAME! IDIOTA! —grité tratando de salir, pero era imposible. Yo estaba acostado boca abajo, moviéndome para todas partes, mientras que él estaba sentado sobre mí.
—¿Con quién soñaste? —La pregunta de nuevo... vamos, no puedo decirle que con él.
—¡CON UNA CHICA! SOÑÉ QUE UNA CHICA ME TOCABA —Esperaba que me creyera.
—¿Ah? —dijo solamente—. No me importa —agregó entre carcajadas. Mi ira subió hasta tal nivel de quererlo estrangular y quemarlo vivo.
Charles salió de arriba mío, e intentando levantarme, me senté en la cama y di un suspiro. Qué suerte que me creyó.
Cuando miré de nuevo a Charles, estaba con la mirada gacha.
¡JA! Me valía tres vergas lo que le pasara. Me sentía tan libre que una sonrisa de oreja a oreja apareció en mi rostro, pero luego vi gotas de agua caerse del rostro de Charles y aquella desapareció. Él estaba a dos metros mío, llorando y tratando de guardar sus lágrimas sin éxito.
Mierda que la culpa me carcomía.
—¿Estás bien? —Me acerqué y toqué su cabello.
Mi erección dolía más que nada, pero no quería ser egoísta.
—Sólo... —Charles miró para otro lado—. Ben, te amo.
Sorprendido, di un paso hacia atrás, sabiendo que no había peligro. Aunque no era sorpresa, ya que era obvio. Bah, puede ser que solo me hubiera utilizado como un juguete. Pero esas palabras apenas las he escuchado de mis padres... Así que, era normal que me sorprendiera por que un acosador pedófilo me dijera eso.
Apenas abrí la boca para responder, él me abrazó demasiado fuerte para mi gusto. Podía sentir su calor, y sus latidos. Me sentía... feliz. Como cuando ganaba algo que esperaba hace mucho.
Correspondí el abrazo. Quería más, mucho más. Abrí la boca de nuevo para hablar, pero él posó uno de sus dedos en mi labio inferior. Se quedó mirando mis labios, cada vez acercándose más. Me iba a besar y lo sabía, pero no quería evitarlo. Me sentía cómodo, seguro... ¿enamorado? ¿Pero por qué? Apenas lo conocía...
Y en un segundo, nuestros labios se unieron. No fue ningún beso salvaje como los anteriores, sino que fue uno cálido y apasionado, como aquellos que ocurren en las bodas —o algo por el estilo—, el los aeropuertos... ¡Era un jodido beso de verdad!
Así lentamente, Charles me fue empujando hacía su cama. Dimos uno, hasta dos pasos, y caí sobre ella. Quedando boca arriba, y Charles sobre mí. Mientras me besaba, coloqué los brazos alrededor de su cuello, poniendo más presión en nuestros labios. Él debió notar que lo quería, ya que me tomó de la cadera y empezó a empujarme hacia él, quedando más cerca. Ya me sentía unido con él, solo que quería más, mucho más. Quería que seamos... ¿uno? Oh, dioses.
El idiota rubio movió su lengua dentro de mi boca, para todos lados. Ambas rozaban de arriba a abajo y de izquierda a derecha. Lentamente, colocó su mano sobre abajo del pantalón que llevaba puesto, rozando mi entrada y acariciando casi toda parte, evitando mi entrepierna. ¿Acaso me quería hacer sufrir el hijo de perra?
—Ahh, pa..., para —gruñí, pero lo único que conseguí fue que él hiciera una sonrisa malévola.
Con un poco de salvajismo, colocó su mano dentro del bóxer, tomando mi entrepierna con sus suaves dedos. Nuestro beso actual paró, para que tomáramos aire. Sin embargo, cinco segundos después, colocó su boca de nuevo sobre la mía, y empezó a tocarme allí abajo. Subía y bajaba, utilizando su pulgar hábilmente.
—Espe..., espera, ya es...está —gemí en su boca, y era verdad, ya me venía. Si él seguía, iba a manchar su torso, junto con su remera.
El movimiento de su mano no se aceleró ni se bajó. Mantuvo aquel bastante tiempo, haciendo imposible que pensara en otra cosa o que me aburriera.
—V-voy a man..., manchar...te —tartamudeé. Un escalofrío recorrió mi espina dorsal y, sin querer, me corrí manchando su camiseta.
—Eso ha sido divino —comentó, lamiendo parte de mi... ¿semilla? ¡Oh, por favor! ¡No se puede ser más asqueroso!
—¿Divino?, te he manchado, ¡idiota!
Lamenté haber dejado que me tocara.
—No es problema, yo también haría lo mismo. —Me guiñó el ojo y me dio otro cálido beso, solo que corto.
—Vamos a ducharnos. —Charles parecía emocionado, pero realmente no quería que me viera desnudo, como la otra vez, así que negué con la cabeza, pareciendo desesperado por no hacer aquel acto indebido.
—¿Ah?, ¿no quieres? —preguntó, haciendo un pequeño pucherito y haciendo ojos tristes. Yo negué con la cabeza—. ¿Por qué?
—No hagas cara de perro abandonado —soné casi sarcástico, pero me molestaba que hicieran eso.
—Entonces bañémonos juntos, la ducha es tan grande como para tres personas. —Sonrió de oreja a oreja, y me arrastró hasta el baño.
Nos sacamos la ropa mientras yo no despegaba la mirada del suelo todo el maldito tiempo. NO QUERÍA VER NADA. Es decir, si solo con un sueño me ponía así, ¿qué pasará con la realidad?
Tomé aire, y entré a la ducha. Nuestras rodillas rozaron una y otra vez. Sin poder evitarlo, me puse tenso y a la vez rojo como tomate. Él me miraba tanto que coloqué mis manos en mi cuerpo tratando de taparme.
—¿Enserio te vas a tapar? —preguntó entre risitas sin humor.
—¿Algún problema? —gruñó con la garganta seca, mirando hacia los azulejos.
Se movió unos segundos y se colocó a mi lado, quedando hombro con hombro. Movió su cabeza y la apoyó sobre mi hombro mientras observaba nuestros pies.
—¿Sabes? —empezó—. Nunca me he enamorado de nadie, sólo de ti... Esperé mucho tiempo para decirte... que te amo.
Me volví rígido. Eso era... era, era raro. ¿Cómo puede decir sus sentimientos con tanta naturalidad mientras yo... no podía decir nada? Aparte, ¿a qué se refería con mucho tiempo? Solo habían pasado unos días de que nos habíamos conocido. ¿No le parecía sumamente extraño aquello?
Coloqué mi cabeza sobre la suya, y tomé su mano. Él cerró los ojos y sonrío. Se veía que el carnívoro era herbívoro...
Salí de la ducha, aún tapándome. No quería que viera nada, aunque ya lo haya visto. Minutos después, lo seguí hasta la habitación, donde me dio unos jeans y una camisa. Estuvimos bastante tiempo en silencio.
Ya que era domingo, desayunamos sin más. Me senté en su sofá mirando su perfecto cuerpo, mientras me miraba vacilante. Se acercó centímetro a centímetro hasta que se colocó encima mío, sentado.
Mis mejillas se volvieron rojas. ¿Por qué se comportaba como una chica? ¡Ya había pasado el momento cursi!
—¿Y ahora que haces? —le pregunté nervioso.
—Sólo quiero conocerte mejor. —Él se inclinó y nos quedamos viendo directamente a los ojos, rozando nuestras narices. Definitivamente, retiré la mirada hacia el suelo, sintiendo el calor de mis mejillas subiendo aún más.
—Deja de ponerte rojo o te violaré. —Me amenazó tomando mi mentón y besándome de nuevo, abriendo mi boca. Con nuestras lenguas unidas, sabíamos que los dos queríamos más que eso.
Tocó mi entrepierna, y yo me sonrojé más de lo normal, hasta las orejas.
—Parece que te sonrojas a propósito —comentó Charles con una leve sonrisa—. ¿Acaso quieres que te viole?
—¡YO NO MANEJO EL SONROJARME! —grité. Maldición, ahí va de nuevo. Es odioso.
—¿Qué tal si vamos por un café? —Su pregunta me tomó por sorpresa.
—Estaría bien. —Sonreí y besé su nariz.
No sé de dónde rayos saqué ese movimiento. Solamente quería hacer algo tierno, algo que le hiciera sonrojar —al menos— un poco como yo.
—Como una cita —aclaró, y no me negué.
Era de tarde cuando salimos, así que fuimos a un bar. Estaba medio vacío, por lo que nos sentamos en una mesa para dos personas junto al lado de una pared.
Me recosté sobre la pared de la parte de mi espalda. Charles estaba pidiendo nuestras bebidas, lo único que escuché fue "agrega el especial".
—¿Qué es el especial? —pregunté con curiosidad luego de que la mesera se fuera.
—Tú solo espera. Aunque, bien, si esto es una cita, tenemos que conocernos el uno al otro, ¿no? —Asentí—. ¿Qué tal si yo pregunto algo y ambos respondemos a la vez?
—Estaría bien.
—¿Color favorito?
—Verde —respondí.
—Rojo.
—¿Animal favorito?
—Perro —agregué sin más.
—Gato —contradijo.
—¿Edad?
—17 —dije en alerta.
—23. —Era adulto, sí. Pero no me llevaba tanta edad, eso era bueno.
—¿Comida favorita?
—Pastas.
—Carnes —respondió—. Bueno, no era de esperarse que fuéramos diferentes... Ya sabes, los polos opuestos se atraen, como un imán.
Tenía razón, al parecer. Ambos éramos muy diferentes y nos atraíamos, como un... jodido imán. ¿Quién era el positivo y quién el negativo?
—Ya sé qué tenemos en común aparte de nuestra enseñanza en la cocina —comentó de la nada.
—¿Qué co...? —Quise terminar la frase, pero el corrió el menú hacia nuestros rostros para taparlos, inclinándose hacia adelante para darme un leve beso.
—Nos amamos el uno al otro, ¿no?.
Me sonrojé de vuelta sin querer. ¿Qué rayos pasaba conmigo hoy?, ¿es enserio?
—Jhm... —me quejé. ¿Había sacado esa idea de alguna película romántica?
A los dos minutos, nadie había dicho una palabra. Yo me concentré en la ventana que había a 4 metros de nosotros y él en el menú. Luego llegó la mesera, dejando dos porciones de pastel de chocolate y dos vasos con limonada.
—Espero que te guste el chocolate —susurró Charles con una sonrisa, no tan grande como mostrar los dientes, pero sí lo suficiente como para mostrar sus cachetes redondeándose.
—Me encanta. —admití. Y no me refería a sus mejillas. Sentí como mis ojos brillaban al ver el chocolate.
Me comí todo en dos bocados y la limonada en sorbos. Charles estaba sorprendido por mi comportamiento. De seguro pensó que era el nerd educado. Qué decepcionante, era una lástima.
—Estuvo... rico. —Rompí el silencio cuando Charles terminó su porción, 1 minuto después que yo. Sí que era lento... o yo demasiado rápido.
—Supongo que amas el chocolate. —Sus ojos estaban blancos.
Reí a modo de respuesta.
Habían pasado dos horas desde que habíamos salido. Estábamos dando una vuelta a la calle, hasta que recordé que tenía que llamar a mi padre.
—Necesito llamar a mi papá. —Charles asintió.
—Toma mi teléfono. —Él extendió su mano dándome su móvil. El cual utilicé para llamar y le avisarle a mi padre que estaría allí antes de la medianoche, a la vez que me disculpé por no haber llamado antes.
Ésta vez habían pasado tres horas desde que habíamos salido y aún seguíamos en la calle viendo vidrieras de ropa y probándonos cada jean que veíamos. A Charles sí que le gustaba probarse ropa... y desfilar. ¿En verdad era tan... gay?
Cuando salimos de una tienda llamada Cheeky's Boy, con 5 bolsas más (14 en total), ya que Charles amaba insoportablemente la ropa —incluyendo que casi todo eran regalos de él hacía mí, criticando mi forma "vaga" de vestirme—, empezó a llover con toda la fuerza. Para cubrirnos, corrimos hacia un lado en la calle, entrando a un bar-billar. Nos sentamos y pedimos unas bebidas.
—¿Que quieren pedir? —preguntó el hombre en la barra.
—Dos cervezas por favor —pidió.
—Oh no, yo no bebo. —Le negué, pero Charles sólo coloco un dedo en mi labio, haciendo señal de silencio.
El camarero nos trajo las bebidas, tomé una, y sentí el amargo gusto quemando mi garganta.
—Esto es un asco —comenté agarrándome la garganta y haciendo una mueca.
—Ya te acostumbrarás. —Movió la mano como símbolo de despreocupación y tomó otro sorbo.
***
—Pídeme otra, maldición, tengo sed —le dije a Charles.
—Ya has bebido 4 latas, estás borracho.
—Sólo una más, idiota, tengo sed.
—Toma agua.
—Quiero cervezaaaa.
—No.
—Porfis.
—No.
—PAAAAAAAAARFAVAAAAAAAAAAR.
—No, vamos a casa.
—Agh, eres un aguafiestas. Si no me pides otra, te denunciaré de abusador de animales. —Me levanté de mi asiento, pero empecé a ver todo raro. Había... ¿dos Charles?
Casi me caigo tropezándome, pero él me agarró del brazo.
—Te llevaré a mi casa, mañana temprano llamarás a tu padre. No creo que vayas al colegio.
—¿Qué? ¡Estamos en Diciembre! A cuatro días de terminar las clases y tú, insignificante insecto, ¿quieres hacerme faltar?
—Une tus brazos y haz un círculo con ellos. —Ignoró mi pregunta.
Lo hice, y él pasó su cabeza a través de ellos, y me levantó. Yo llevaba las bolsas en la mano. Ahora tenían color blanco... ¿que no eran rojas, verdes y tubervioleta? ¿Ah?... Tal vez sí estoy borracho. Charles me está... ¿llevando en sus brazos?
Charles
Ben se había dormido en mis brazos. Al ser más alto que él, ni siquiera llegaba al peso de una silla de madera.
Abrí la puerta de mi casa, y coloqué las bolsas en el piso.
Cuando quise colocar a Ben en el sillón, el me tomó del brazo y murmuró "no te vayas". Al sorprenderme por ello, me quedé quieto, pero como él me estaba tomando del brazo, me arrastró hasta él, y me besó bruscamente hasta me dolió. Oh, mierda. El olor y gusto a alcohol era insoportable.
Lo empujé, pero el me abrazó. Sí que era insoportable cuando se emborrachaba...
—Si quieres esto, por lo menos enjuágate la boca, apestoso —le murmuré.
Él se inclinó y me miró a los ojos, me acarició el cabello.
—Que suaaaaaaave... —Rió sin sentido.
Sus cachetes se inflaron y se veía de un color diferente.
—¿Te ocurre al...? —No pude terminar, su vómito había respondido por él. Suerte mía que no había caído sobre mí—. Recuérdame, nunca más llevarte a tomar alcohol. Ya veo porque no bebes, ni te invitan a beber...
Él se limpió la boca con la mano.
—Quiero agua —me ordenó. Bueno, está bien. Ordenar no sería la palabra correcta.
Fui a la cocina en busca de agua, y también fui al baño en busca de enjuague bucal, si el quería estar aquí, por lo menos que se lavara la boca. Mañana limpiaré el piso.
Eché desodorante al suelo, y le di el agua y el enjuague bucal. Él se enjuago, y luego me miro a los ojos de nuevo.
Yo estaba sentado en el sillón, al frente de él. Cuando cerré los ojos para pensar, sentí algo en mi pierna. Al abrir los ojos, Ben estaba sentado arriba mío, como yo hoy a la mañana sobre él, solo que de una manera mucho más tierna y adorable.
De nuevo, él me besó. Sólo que esta vez no lo corrí, ya que su sabor era menta, unos de los más frescos.
—Deja de hacer eso o te violaré aquí mismo, borracho o no.
—Ooooooooooooh —gritó moviendo la cabeza—. Qué atrevido eres, incluso hasta en mis sueños eres así. En ellos me tocaste mucho e hiciste que tuviera una muuy durito aquí. —Señaló su entrepierna.
Pero, espera, ¿lo de la mañana fue por mi?
—¿No habías dicho que soñaste con una chica? —pregunté.
—-¿Waaaat?, naa. Mentí, era obveo, ¿na?. Say tímido, quiero sexo contigo porque estay enamorado de ti. —Dicho eso, Ben me abrazo y mordisqueó mi cuello causándome un dolor raro.
De alguna manera eso me hacía feliz, pero él estaba borracho. No podía aprovecharme de él... ¿o si? No, no soy de esas personas.
Tomé a Ben y lo hice dormir en mi cama. Como él no me dejaba ir, dormí a su lado, como ayer a la noche. Ambos dormimos juntos.
***
Benjamín
Me desperté con un dolor de cabeza terrible, sólo recordaba que... Charles me llevó a un bar y tomamos cerveza. Esperen... ¿me emborraché?.
Miré hacia los lados. Coloqué las manos a mis lados tratando de levantarme, pero me caí. El dolor de cabeza era terrible.
—Quédate quieto, tienes resaca. —Charles estaba a mi lado observándome, veía medio borroso, pero, note una mancha como un moretón en su cuello
—¿Hubo una pelea anoche en el bar? —pregunté señalando su cuello y tomando mi cabeza para calmar el dolor.
—Ah, ¿ésta cosa? —señaló su cuello. Yo asentí—. Me lo hiciste tú, anoche, mordiéndome.
—¿Qué?
¿Él y yo lo hicimos?
¿Qué día es hoy?
¿Sigo en su cama?
¿Por qué sigo aquí?
¡¿ES ENSERIO?!
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro