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Es el destino de una maldición II

Ahora veo por mi ventana y el día está nublado, hace mucho frío, y la nieve hace que sienta que no merece la pena levantarse.

Mi departamento es tan grande, ¿siempre fue así? Si antes yo quería conseguir un departamento más grande, mejor,  ya no, es grande, vacío, que da miedo.

A veces me gustaría solamente ya no estar aquí, ser única, estando sola, que todo a mi alrededor desapareciera. O que, bueno, al menos que yo desaparezca, si, eso sería realmente agradable, que la tierra poco a poco me consumiera, devorada por completo.

¡¡Bzzz!! ¡¡Bzzz!!

Observo mi mesita de noche que se encuentra junto a mi cama, mi celular se encuentra está vibrando. Me acerco para ver de quién se trata.

Entonces salto de la cama, estando totalmente sorprendida.

A continuación contestó — Ho-hola... — rayos sueno como una idiota.

Suena una dulce risa del otro lado del celular.

— Tranquila señorita, no debe ponerse tan inquieta conmigo, tan solo actúa tan natural como siempre, sabes me gusta de usted cuando sonríe — (¡¿Eh?!), su tierna risa, la escucho de nuevo del otro lado —. Es tan linda, aún cuando se emociona.

— Por favor no te burles por favor.

— Discúlpeme no fue mi intención — es realmente raro, que hable así conmigo, en vez de hablarme de "tú" me habla de "usted" me desconcierta totalmente lo correcto que llega ser. Por otro lado, eso me resulta muy tierno.

Eres maravilloso, esa noche no paso a nada más que un apasionado, dulce y húmedo beso, sólo tú intensa mirada y tú grave voz hicieron que te correspondiera tan rápido y a tus fuertes y cálidos brazos me hizo querer estar más tiempo contigo.

Desesperadamente, desde que leí una y otra vez cuentos e historias de amor, anhelando con un día encontrarte, nunca creí que me obsesionaria tanto contigo con tan solo un beso; sin embargo tengo miedo, estos pensamientos negativos me siguen atormentando como loca, me invaden, duelen, antes eran simples rocas que me golpeaban por todas partes, pero ahora son dagas, y se entierran en mi pecho, duele, duele tanto, que necesito de tí, de ti solamente, que odio está abrumadora y horrible soledad.

— Quiero verte...— termino soltando.

Si, él es mi nueva droga, esto es grave lo sé, ¿quién realmente me puede culpar? ¿Acaso no es tan lindo, agradable y hasta satisfactorio, que alguien te hablé bonito o por lo menos te preste algo de atención. 

Antes no era así, el amor te vuelve débil, un corazón roto que no desea ser nuevamente destrozado y se vuelva polvo.

(•••)

Era atento, dulce, algo torpe. Y lo sé porque la primera vez que me choque con él, fue por culpa de una de sus agujetas de sus zapatos que no estaban atadas correctamente y su saco lo tenía puesto al revés, ya que la costura de este ya se hallaba a plena vista.

— Hola — dijimos al unísono seguido de una sonrisa tonta.

Yo siempre tuve un ideal de mi chico perfecto, alto, moreno, alguien que fuera realmente seguro, divertido y algo extrovertido; sin embargo me terminé enamorando de un chico completamente diferente, torpe, algo delgado y pálido, cabello color miel, con algunas manchas de pecas en su rostro con una pésima vista y con algo de mala suerte, pues de alguna u otra forma rompía sus gafas, tierno, dulce, caballeroso, gracioso, pero por sobretodo con un gran corazón.

Cada vez hacía que viera más virtudes que defectos en él, así con pequeños detalles y tratos lindos que tenía conmigo, fue que así que caí rendida a él.

Entonces, un día, en una charla natural se me salio decir que el sería mi pareja ideal, grata fue mi sorpresa cuando el dijo que le gustaría una novia como yo, fue un momento que me hizo llorar de alegría, y saltar de alegría cuando regrese a casa.

A veces era tan solitario volver, tiempo después de que mi amor entro a trabajar conmigo, mi abuela se fue, y por consiguiente nos dejó solas, nuevamente éramos unas huérfanas.

— ¡Ya llegué! — escuchó una voz femenina de repente, para luego escuchar la puerta cerrarse. 

La princesa de la casa, mi hermana había llegado a casa.

— ¡Oh, nenita! — la recibo con una gran sonrisa. Siempre anda afuera con sus amigos, solo había terminado un semestre de su carrera en la universidad, ahora dedicaba su vida a las compras, fiestas y disfrutar de su juventud, algo que tristemente tuve que yo renunciar antes de tan siquiera haber comenzado —. ¿Quieres que te prepare la cena?

Ella negó la cabeza — ¡Estás loca! — me contesto exaltada mientras se quitaba sus zapatos y chaleco, y los botaba al suelo, yo de inmediato fui a recogerlos —. ¡Hoy fui al centro comercial y había una de esas máquinas para medir el pesó!

— ¡¿Una báscula?! — pregunto mientras pongo sus zapatos en la zapatera que encontraba junto a la puerta, mientras ella iba a la cocina enfadada.

— ¡Ajá! ¡Pues resulta que estoy tres kilos de más de mi peso ideal! — alcanzó oírla gritar y después su llanto.

Me voy a nuestra pequeña habitación y pongo el chaleco en un gancho y lo guardo en el armario viejo.

— ¡Ay hermosa! ¡Si no se nota nada esos kilitos de más! — voy caminando a la cocina comedor, para consolar a mi pequeña princesa. Estaba llorando mientras en una mano tenía un vaso de leche —. Nena, la verdad es que eso no tiene importancia.

— ¡P-para mi si! ¡Haré una dieta extrema!

Era como una niña, algo berrinchuda, en su pequeño mundo, en donde le da importancia a cosas que realmente no son importantes, pero yo preferiría que fuera así siempre, antes que se convirtiera en alguien como yo, una mujer joven que perdió todo rastro bello de juventud a tan corta edad, porque el mundo la obligó a crecer tan rápido. Si, yo tenía ese brillo que hace que toda muchacha sea hermosa, la bella e inocente pureza, como el de mi hermana, por eso seguía siendo hermosísima.

— Tonta — le digo, mientras le doy un besito en su frente —. Eres tan preciosa así, aún así si tú quieres, ya no cenaremos tan pesado, y así solo con nuestro vasito de leche o un poco de té y luego nos iremos a dormir.

— ¡Hermana te adoro! — se lanzó para darme un gran beso en la mejilla.

Dos hermanas contra el mundo, un lazo que ingenuamente creí que existía entre nosotras dos. Pues hubiera sido capaz de todo, con tan solo verla feliz, ella no. Y tarde me di cuenta.

Un hombre maravilloso (al menos lo era para mí), con el que comencé una relación, que al principio creí que era increíble. Unos meses después creí que todo iba a pedir de boca, yo ya me hacía ilusiones con él a futuro. Y como una niña, yo había vuelto a soñar. Pues desde que tuve que dejar de estudiar para mantener mi hogar, la niña de mi interior fue consumida por la vida adulta, mientras me repetía una y otra vez, basta de soñar, ya se acabó tu tiempo, debes de entregar todo por tu hermana; él llegó a mi vida como un salvavidas.

Al menos por un buen rato fuí feliz.

Paseos, idas al cine, caminatas en el parque y una que otra cena en mi casa, me bastaba para dar brincos en la vida como una boba de camino a casa, mi hermana le agradaba, y yo estaría a punto de conocer a sus padres y él a los demás de mi familia. Entonces, fue un sábado que tuve que salir como siempre al desayunador para ayudar en aquel colegio que mi abuela había ayudado por tanto tiempo antes de mi, quería organizar una cena especial para él, estaba contenta pues el día mañana conocería a su madre.

Eso no pasó. Al llegar a mi hogar mi hermana y el estaban devorándose en la sala y sin ninguna prenda ya puesta.

Me quebró.

Al ver la escena, ellos se sorprendieron de verme aquí, en mi hogar. Yo sólo reí como tonta, me disculpé y como una estúpida salí de ahí. Salí corriendo de ahí, hasta llegar a la calle y me puse a llorar, luego de salir de mi shock. No lo podía creer, de todos hombres yo de algunos novios que he tenido en mi corta vida, ¿por qué él había hecho, lo que había hecho? ¡¿No lo entiendo?! ¡¿Con mi hermana?! ¡Que pasó!

¡DESDE HACE CUANDO ESTÉ IDIOTA SE ESTUVO BURLANDO DE MI!

Sí, mientras que me quejaba, se desgarraba mi corazón y lloraba como una niña con un rasguño que se hace al caer de la bici, lo culpaba a él, nunca me pasó por la mente que mi hermana podría tener la culpa, ¿de seguro la pudo haber engañado al igual a mí, no? Después de todo, éramos inseparables, yo hice todo por ella, yo sacrifique tanto solo por hacerla feliz y cumplí muchos de sus caprichos, pero por sobretodo, era mi hermana.

Esa maldad, de mujer a mujer solamente lo cometería tu peor enemiga, ¿verdad?

— ¡Deja lloriquear! — exclamó mi hermana, cruzada de brazos, estando de pie frente a mi, y yo en suelo hecha un desastre —. ¡Qué yo no tengo la culpa de nada! ¡Así es el amor! ¡¿Qué no?!

Esas palabras, jamás creí que saldrían de ella.

Después que él saliera a disculparse, no se lo permiti, porque a la mínima que me habló le solté la cachetada, lo calle y le dije que se largara. Después quería una explicación por parte de mi hermana, cuando entramos al departamento, pero simplemente salió de mi boca un débil <<¿Por qué?>>, seguido por desgarrador llanto.

— ¿Así es el amor? — le pregunté, el llanto se había calmado, pero volverse en un rabia —. ¡Así no es! ¡Tú el primer día que lo conociste, me dijiste que era un perdedor! ¡Tonto y sin ambición! — le solté, en reclamo —. ¡Y sólo cambió tu actitud con él cuando te enteraste DE TODO EL DINERO QUÉ TIENE SU FAMILIA!

Ella soltó una risa — Bueno, basta de la niña buena. Si, lo admito, solamente me he fijado en el por su dinero, ya estoy harta de tanta carencia, y de hambre, yo quiero ser y llegar a más cosas, odio la mediocridad de la conformidad. ¡La miseria es horrible hermana, horrible!

Yo negué con la cabeza sin creer lo que dijo — Eres... Eres...

— Puedes decirlo, ya lo dije basta de la niña buena, un gusto hermana mayor. Esta mujer, cínica y cruel que está frente a ti es tu linda "princesita" tu "hermanita dorada", al fin frente a ti, aunque te diré que te me adelantaste, tenía preparada la ocasión para decirte toda la verdad.

— Después de todo lo que hice por ti...

— Yo no te pedí que lo hicieras - me contestó indiferente —. ¿O sí? ¡Andá! La verdad eras una molestia que hicieras todo eso por mí, antes me hacías mucha competencia muchos de mis amigos querían salir contigo, — soltó otra sonora risa irritante mientras aplaudía —. ¡Y cuando se murió esa anciana y te fuiste a trabajar, te arruinó y te quitó toda tu juventud y la poca belleza que te traías encima!

Me levanto para darle una fuerte bofetada — ¡Eres una mala agradecida! ¡No sólo conmigo! ¡¿Por qué llamas así a la abuela?!

Ella se acaricio la mejilla — Por ese pensamiento tan mediocre que te transmitió a ti, aceptar está horrible realidad. Te diré algo, yo no soy igual que tú, me casaré con tu novio (ahora ex), me iré lejos y haré todo lo posible por ser feliz y obtener todo lo que quise.

No aguanté y me lance a ella. Una pelea entre jalones de cabello, patadas, rasguños y cachetadas, luego todo se calmó. Tiempo después, ella tomó una maleta con unas cuantas cosas y salió por la puerta del departamento para ya no volver.

Al día siguiente, una mujer rica llegó en un avión desde Nueva York para ver a la futura esposa de de su hijo, y claro que la conoció, una dama linda, encantadora, graciosa. Encontro en ella su sinceridad y el gran cariño que le tenía a su hijo, la chica de estar tanto tiempo siendo la humilde Cenicienta pronto se volvería en una princesa de cuento. Claramente esa niña, aquella afortunada mujer, no era yo, sino la zorra de mi hermana.

(•••)

¡Los odio! A pesar de que a mi ex lo están engañando, no puedo hallar el sentido de haberme hecho eso. Mi gran amor que sentía por ambos, se volvió en odio profundo, una rabia que explota en mi casa vez que recuerdo ese día. Y destrozó, plato tras plato, floreros, y hasta mi mesa, hasta irme al refrigerador y sacar una cerveza oscura, bien fría.

Olvidar, eso es de cobardes. Pero a la mierda todo, lo único que quiero es desparecer.

Que mi hermana sufra un accidente y le quite toda su belleza que eso sí le dolería y aquél que alguna vez besé con ternura acaricie con dulzura su cabello, deseaba que se enterará de la verdad de mi hermanita y que sufriera como yo lo hago ahora y luego se suicidará pensando en mí.

Vaya que he perdido la cabeza.

Estoy loca, todos mis anhelos ya murieron y tan sólo quiero desparecer y para siempre.

— ¿Señorita?

¿Eh? O es verdad, todavía estoy hablando por teléfono con él.

— Lo siento yo...— es la primera vez que me he quedado dormida con los ojos abiertos.

No se preocupe solo quería saber, ¿si le gustaría salir conmigo está noche?

Está droga, es un alivio, una calma.

Después de tanto dolor en mi corazón, al fin encuentro algo solo para mí.

— Si me gustaría.

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