↬Cᴀᴘɪ́ᴛᴜʟᴏ 12↫
Molestarse
debería ser
ilegal.
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Y. Han Soora
No podía quejarme, la fiesta estaba siendo todo un éxito y más aún cuando no había tomado ni una gota de alcohol, tan solo unos cuantos vasos de jugo de naranja. Me sentía feliz y estaba riendo a montones por las ocurrencias de los mejores amigos de Jung Kook.
Estaba muy agradecida con ellos por dejarme conocerlos.
—Deberían ir a mi casa, Jimin hará una exquisita parrillada y sabemos que les gusta la carne —la señora Park recostó su cabeza en el hombro de su esposo— ¿Qué dicen?
Jung Kook me miró antes de dar cualquier respuesta y asentí levemente sin ser tan evidente, me agradaba la idea de ir a su casa y pasar un rato diferente, algo más familiar con el círculo social de mi esposo.
—Nos encantaría ir, Hye Ri —Jung Kook confirmó nuestra presencia en aquella parrillada y siendo sincera, sonaba divertido.
Sonreí tomando la mano de Jung Kook delicadamente, justo después de escuchar su respuesta.
—Será un gran almuerzo, nuestra hija estará feliz de verte, Jung Kook y de conocerte a tí, Soora, aunque sé que dentro de poco ustedes tendrán sus propios hijos y podrán jugar con mi pequeña —comentó muy animada.
Tragué saliva, ¿Acaso Jeon quería hijos? ¿Por qué yo no lo sabía?, Es decir, estamos casados y hablar era algo que hacían todas las parejas, ¿O no?
Ver Katy Keene no ayudó ni un poco en mi relación, por eso ella y K.O. terminaron y se fue con el diseñador guapo.
Un silencio se hizo presente, solo la música intentaba disipar aquel silencio, pero era imposible, algo incómodo se creó en el ambiente.
—Claro, serán los mejores amigos como sus padres lo son—hablé rompiendo el silencio y le aseguré que su hija jugaría con ¿Nuestros hijos?
—¡Estoy segura de que tendrán muchos! —chilló emocionada—. Jeon siempre ha sido muy activo sexualmente y contigo creo que lo será aún más.
Tragué saliva incómoda, habían cosas que no quería saber y menos que mi esposo tenía sexo como si su vida dependiera de ello, como si fuese el aire que respira.
—Creo que ya has tomado suficiente, cariño —Jimin le intentó quitar la copa que tenía entre sus manos.
—No, déjame —dijo la señora Park alejando una de sus manos con la copa a medio tomar— ¿Y tú, Taehyung? Puedes traer a tu hermano si gustas —ella le guiñó un ojo y tomó todo el contenido de la copa, para luego dársela a Jimin, complaciendolo para que dejara la insistencia.
—Claro, Hye Ri, jamás me perdería una parrillada en tu casa y menos hecha por el enano—le guiñó un ojo de vuelta, Taehyung.
Quiero pensar que era su forma de comunicarse o método de confirmación hacia la invitación de la parrillada...
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Llegamos a casa muy agotados, nos tuvimos que quedar hasta que se fueran los últimos invitados y era un martirio, porque aquellas personas no querían irse, querían beber todo el vino tinto antes de irse a su casa, parecía más importante que irse a descansar.
Nana nos recibió y me dió una pastilla para un gran dolor de cabeza que estaba matandome, en cambio Jung Kook pidió que lo llevaran de inmediato a su habitación y lo cambiaran para dormir.
Cambié el vestido por una lencería de encaje negro, eran muy cómodas para dormir, sobre todo, me hacía sentir sensual, aunque sea solo para mí y pasé por todo el frente de la cama, claramente, también frente a Jeon que me veía con sus ojos bien abiertos. Ignoré su vista en mi cuerpo y levanté la colcha para meterme dentro de ella, apagué la lámpara de mi mesita de noche y cerré los ojos para soñar cosas que jamás me pasarían o tal vez no por ahora.
—Soora —llamó Jung Kook y una de sus manos acariciaba mi cintura, ¿Qué demonios?
Abrí mis ojos con fuerza y miré hacia un lado, Jeon me estaba tocando bajo las sábanas y una corriente eléctrica recorrió mi cuerpo cuando subió su mano a uno de mis senos, ¿Qué sensación era esta? Me gustaba, pero no quería hacerlo con él y menos cuando no habíamos hablado sobre el futuro, debíamos protegernos si no queríamos tener hijos aún.
—Basta, Jung Kook —posé mi mano encima de la suya y la retire de mi cuerpo.
—¿Por qué? Te deseo tanto.
Suspiré de forma pesada, de seguro el alcohol tenía la culpa de esto.
—Pero yo no, así que déjame dormir —pedí, pero la luz de su lámpara se encendió y me dí cuenta que discutiríamos... de nuevo.
Era nuestro pan de cada día.
—¿Por qué no quieres? —preguntó neutro.
Sentí la necesidad de sentarme y verlo a los ojos.
Dejé a la vista la parte de arriba de la lencería y presté toda mi atención en él, aunque sabía que no recibiría la misma atención de su parte.
—No puedo verte en la cama y no imaginarme a esa mujer encima de tí —admití en voz alta sin desviar la mirada.
Sabía que debía perdonar de corazón, pero había pasado muy poco tiempo como para hacerlo tan rápido.
—Pero deberías olvidarlo, es hora de que lo hagas —se cruzó de brazos por encima de su pecho, pero aún así no dejaba de verme a los ojos.
—No puedo, entiéndeme, por favor —pedí de forma amable, pero por su rostro, sería en vano.
—Inténtalo —siguió insistiendo.
—No insistas —no solo me molestaba por recordar aquel suceso, también me asustaba que yo no fuese suficiente para él.
—Por favor —sobaba mi pierna por encima de la sábana y no pude evitar subir el tono de mi voz.
Tenía miedo de no saber que hacer.
—¡Te dije que no, nadie te mandó a engañarme! —sabía que era dramática, pero era lo que sentía y nadie podía recriminarme por ello— ¡¿Y si fuese yo la que te hubiese engañado?, ¿Te hubiese gustado?! —alcé más la voz. Él me miró con los ojos bien abiertos y negó con culpa— ¡Entonces, déjame en paz! —pedí no tan amable y una vena empezó a sobresalir de su frente.
Tenías que abrir tu bocota, Soora.
—¿Por qué sigues tan molesta? ¡Han pasado dos semanas desde que tuve sexo con aquella mujer! —recordó como si fuese necesario.
—¡Me engañaste! —le restregué en la cara, como si no fuese suficiente.
—¡Agradece que use condón!
¿Aquello debería dejarme mas tranquila?, Ya sabía que él se había acostado con cualquier mujer y ella era una de las que no debería preocuparme.
—Agradece que no me he ido a la otra habitación o de ésta casa, porque estoy a nada de hacerlo, Jeon Jung Kook —no salió como una amenaza, más bien una advertencia.
—No serías capaz de dejarme —él estaba seguro de que no lo haría, pero preferiría estar en la calle a estar con un mentiroso.
—¿Me estás retando? —alcé una ceja y me crucé de brazos.
—No, claro que no, cielo —soltó un suspiro y bajó el tono de su voz a uno más dulce—. Solo quería algo más de intimidad con mi esposa, eso era todo. Lo siento —me dedicó una mirada de perrito regañado, pero no caería en su juego, no, otra vez no.
—Mejor duérmete o traeré agua helada y la dejaré caer encima de tu pene —advertí y me acosté de golpe en la cama.
Estaba molesta y tenía mucho sueño, ambas eran una muy mala combinación.
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Abrí mis ojos con toda la flojera del mundo, estaba cómoda en mi cama y con el aire acondicionado funcionando a la perfección, además estaba en la mejor parte de mi sueño, pero la alarma de la mesita de noche de mi esposo había sonado, eliminando cualquier rastro del hermoso sueño.
Príncipe Eric, luego iré por tí. No juzgar, el príncipe de la sirenita era el hombre de mis sueños.
Me arrastré por la cama en busca de apagarlo y al lograrlo me percaté que estaba sola en la cama, sin pensarlo me senté de golpe y solo ví una caja que tenía una nota encima de ella. Lo que hice después fue maldecir y echarme la culpa de todo, yo había iniciado la pelea de ayer y de cierto modo lo había amenazado.
Era estúpida, estaba aquí gracias a él.
Me acerqué a la caja que había a los pies de su lado de la cama, estaba forrada con un papel decorativo dorado y un lazo blanco, lo tomé entre mis manos y leí la tarjeta con detenimiento:
“Sé que he sido el peor esposo del mundo, muy lejos de ser el esposo de tu sueños o el que te mereces y solo quería pedirte mis más sinceras disculpas.
No sé que quería demostrarte ese día o que quería comprobarme a mí mismo, pero mi día a día ha dejado de ser aburrido porque te tengo en mi vida y sé que debo darte un valor más grande, respetarte y hacerte sentir orgullosa por llevar mi apellido, y es lo menos que he hecho.
Lo que hay en la caja era algo que te había prometido y no te lo había dado por miedo a que me dejaras.
Con amor, tu esposo.”
Terminé de leer la nota y abrí la caja con sumo cuidado, no sabía que objeto de valor había en ella y solo me sorprendí al terminar de sacar la tapa de la caja, era el teléfono que me había prometido que tendría y cinco tarjetas, todas estaban a mi nombre e incluso estaban las claves de cada una de ellas.
Me paré de la cama, importandome poco como estaba vestida y cepillé mis dientes a la velocidad de la luz, así mismo hice con mi rostro, recogí mi cabello en una coleta alta y salí corriendo hacia la primera planta con la caja en la mano, olvidando que estaba en una lencería muy sensual.
No estaba en el comedor y menos en la cocina, ni en la sala, ni en el maldito baño, ¿En dónde se había metido?, ¿Se habrá ido con otra mujer?
—¿A quién buscas? —esa voz eliminó cualquier pensamiento que tenía en mi cabeza y giré molesta.
—¿Acaso quieres comprarme, Jeon Jung Kook? —le pregunté firmemente. No podía aceptar esos regalos tan fácilmente.
—Ya pague por tí, Soora. Básicamente, te compré.
Eso era cierto, él había dado una gran fortuna por mí.
—No lo quiero —le extendí la caja y sonreí.
—¿Estás segura? Esta oportunidad no volverá a pasar —alzó los hombros y me sonrió de la misma forma, burlesca—. Tómalo como una simple recompensa, una reconciliación.
—No.
—Si lo tomo, no podrás tenerlo nuevamente, cariño, piénsalo bien —advirtió nuevamente.
Sabía que hacer, pero tenía tiempo que no hablaba con mis hermanas y quería verlas, abrazarlas y conversar con ellas.
—Lo aceptaré, pero no olvidaré que me engañaste, Jeon Jung Kook —me acerqué la caja y la apreté contra mi pecho.
—Quiero mejorar, no reemplazar mis errores con regalos caros.
Gracias, Jeon Jung Kook.
¡Holaaaaaa!
Sé que ha estado aburrido, pero se vienen cosas muy interesantes.
¡Esperen el siguiente capítulo!
No sé ustedes, pero ésta pareja parece bipolar.
Gracias por leer💕
Corregido: 17/10/2023
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