↬Cᴀᴘɪ́ᴛᴜʟᴏ 08↫
Cuéntale
sobre
el contrato
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J. Jung Kook
Tras una hermosa velada en un fino restaurante volvimos a casa, justo como le había dicho a mi esposa: siempre estaba en casa después del almuerzo. Dejé que ella subiera a nuestra habitación, mientras nana me miraba desde la entrada de la cocina con los brazos cruzados, algo me decía que no estaba muy contenta de verme o algo le había hecho molestar.
—¿Pasa algo, nana?
Ella alzó una ceja e hizo el ademán de hablar, pero sus palabras fueron calladas al ver a Ian ingresando a mi casa. Tenía su semblante serio como siempre y claro que lo tendría, justo porque mi esposa no estaba presente para que él mirara su busto disimuladamente.
—¿Me buscaba, Señor Jeon?
Asentí viéndolo a la cara.
—Bianca, hablaremos en mi oficina, en cinco minutos estoy allí —le ordené amablemente y ella hizo un vaga reverencia.
—Como usted lo ordene, Señor Jeon —Y como si de una bruja se tratase, desapareció en el acto, dejándome a solas con Ian.
Tomé el control de mi silla de ruedas y la enderecé un poco para quedar de frente al caballero que le gustaba mirar de más a mi esposa.
Baboso e irrespetuoso.
No quiero llegar a imaginarme lo que mi empleado hace cuando llega a su habitación después de un largo día de trabajo, además de retener las perfectas imágenes de las partes más voluptuosas de Soora en sus retinas, ¡Era imperdonable!
—Estás despedido —solté sin más, solo quería pasar de su cara para ir a mi oficina y hablar con Bianca.
—No lo entiendo, Señor Jeon, ¿Por qué me está despidiendo?
Me detuve en seco, tampoco era un mago y me levantaría del asiento para encararlo.
—Te he pillado mirando a mi esposa y no sé en qué otras oportunidades lo has hecho —alcé los hombros y puse a andar mi silla de ruedas.
—Pero Señor Jeon, solo ha estado dos días en casa, debo saber sus medidas por... cualquier situación de confusión —soltó el pobre chico.
Solté varias carcajadas y vaya que el chico tenía un gran sentido del humor, ¿Cómo podía confundir a mi esposa? No hay un rostro tan precioso como el de ella.
—No quiero que te masturbes pensando en mi esposa, eso es depravado y muy sucio, una dama como ella se merece respeto y más cuando está casada, por ende lo despedido —solté firme nuevamente, mientras arrancaba la silla de ruedas en dirección al ascensor.
—Señor Jeon, se lo pido —Ian me perseguía con voz de arrepentimiento—. Debo llevar dinero a mi casa.
Alcé los hombros, ese no era mi problema.
—Lo siento, alguien más te contratará —Ignorar al chico era lo que me quedaba por hacer.
Pero aquel plan quedó en el olvido al escuchar como los tacones de Soora resonaban en toda la casa y más cuando bajaba las escaleras, también fue inevitable no girar mi silla para ver su elegante andar.
Se había quitado aquel vestido para ponerse cómoda y vaya que exageró, tenía un short negro rasgado corto, junto a un suéter de lana gris holgado y era de marca, al igual que los tacones bajos con plataforma negros, pero haciendo memoria, yo no había comprado nada tan revelador para ella, eso solo tenía un nombre.
Jeon Bianca.
—¿Qué está pasando? —preguntó viéndome con el ceño fruncido a cuatro escalones del suelo.
Ella había escuchado toda la conversación.
—Señora Jeon, no deje que me despida —pidió Ian como un cachorro arrepentido.
Yo sabía que él deseaba a mi esposa y no podía permitirlo.
—Tengo mis motivos, Soora. Te agradecería que no te metieras en mis decisiones —pedí amablemente, pero ella alzó una ceja no muy convencida.
—¿Ahora soy Soora? —soltó con una risa burlona—. Porque recuerdo muy bien que delante de tus amigos era cielo, no veo porque el cambio radical y además, soy tu esposa y por lo mismo puedo meterme en tus decisiones. Eso dijiste, ¿Recuerdas?—hizo una pausa acercandose a mí, terminando de bajar las escaleras— y si digo que Ian se queda, se queda, Jeon —relamió sus labios, dedicándole una sonrisa victoriosa a Ian.
—¿Quieres tener sexo con él? —lo señalé—. Bien, haz lo que quieras, es tu cuerpo, pero no quiero sorpresas que claramente no justificaré —dí la vuelta en mi silla de ruedas y seguí mi camino hacia el ascensor.
Subí al ascensor dejando a Soora con miles de preguntas en su cabeza y marqué el segundo piso, ¿Me arrepentía?, Había sonado como un celoso imbécil, pero era cierto, ¿Por qué Soora lo quería en casa?, ¿Por que ahora tiene ese aire de superioridad delante de mis empleados? Bajé del ascensor y apresuré mi silla de ruedas para llegar a mi oficina, notando como Bianca veía con orgullo una foto que tenía cuando era alguien en la vida y no un inválido sin vida.
—Amaba cuando tenías aquel brillo en tus ojos, tus ganas de vivir la vida sin temerle al fracaso y cuando creías que la familia era lo más importante. No te importaba que tus padres no te apoyaran, solo importaba lo orgullosa que yo podía estar de tí, pero todo eso cambió y duele, Jung Kook —dejó aquella foto encima de mi escritorio y se dió la vuelta para encararme.
Todo lo que había dicho era cierto, claramente yo no era el mismo, pero no debía decírmelo, lo podía ver en el reflejo del espejo.
—No debiste gritarle a Soora, ella no tiene la culpa de tu inseguridad.
Rodé los ojos.
—¿Por qué debería quedarse un hombre que la desea? —era ilógico o quería verme muy enojado.
—Por lo menos él ve lo que tú no puedes ver —soltó Bianca como si fuese la solución.
—¡Él tiene sus piernas y puede hacerla disfrutar de muchas maneras, posiciones y en diferentes lugares! —exploté.
—¿Ves a lo que me refiero? Él sólo busca sexo, llegando a su propio placer y tú buscas que ella experimente el acto sexual, llegando al éxtasis —se acercó a mí y acarició mi rostro con sus suaves manos—. Tú puedes lograr que ella disfrute de su estadía en ésta casa, solo asoma tu lado creativo y vive la vida como mi Jungkookie lo haría.
Negué, ese chico ya no existía.
—Ese chico que tanto recuerdas con anhelo, ya no existe, Bianca —le dediqué una vaga sonrisa, viendo como ella se sentaba en uno de los sillones de cuero que tenía.
El silencio reinó. No sabía que más decir, ni siquiera que pensar al respecto y dolía que Bianca tuviese razón, no exactamente porque ella la tuviera, sino porque había lastimado a la mujer que estaba a mi lado.
—Contéstame algo, Jung Kook, ¿Por qué la elegiste a ella sabiendo que era virgen?
Suspiré girando mi silla en su dirección.
—Porque no podría juzgarme al hacerlo, ella no sabría lo que se estaría perdiendo —alcé los hombros y ella comenzó a aplaudir—. Es igual cuando le describes a un ciego un paisaje, creerá que es lo más hermoso a su imaginación, cuando jamás ha visto la belleza que realmente hay afuera.
Ella dejó de aplaudir y tomó de una mesita que tenía al lado del sillón un tarro de gomitas ácidas.
Sus favoritas.
—¿Cuándo le dirás sobre el contrato de tu padre? —su vista estaba perdida en una de las gomitas que había sacado y de inmediato metió en su boca, haciendo una expresión de placer absoluta.
—Aún no lo sé, pero lo sabrá pronto, todavía nos queda un año —sonreí falsamente y recordé algo importante.
La estúpida fiesta que afirmó Soora que iríamos, además a mi esposa le faltaba ropa interior de encaje, lencería y ligueros.
—Nana, por favor llama a Amanda, necesito que lleve a mi esposa de compras.
Ella asintió sin más y tomó el teléfono de mi oficina.
—Ahora si es tu esposa, ¿No, Jeon? —soltó una carcajada, pero se salvó de mi contestación, porque ya había emprendido mi rumbo al ascensor.
Ni el rayo McQueen iba más rápido que yo.
—¿En dónde está mi esposa, Marissa?
Marissa era una de las chicas que se encargaban de la limpieza.
—Está en la cocina hablando con la Señora HyeLin, Señor Jeon.
Asentí dirigiéndome a la cocina, usualmente yo no me la pasaba por ese lugar de la casa.
Tres pares de ojos me vieron sorprendidos, incluyendo al par de Soora y ella susurró algo nada audible para mis oídos, pasé de aquello y las empleadas hicieron una reverencia al verme andar en mi silla de ruedas en dirección a la Señora Jeon.
—Debemos hablar.
Ella dejó de verme y se acomodó mejor en la silla del mesón de la cocina.
—No hay nada de que hablar.
Acaricié su pierna desnuda y me vió con cierta cara de desconcierto.
—¿Ahora tengo toda tu atención?
Ella tragó saliva y les dediqué unas miradas a las empleadas, indicandoles que me dejaran a solas con mi esposa.
—Con permiso, Señores Jeon —Dijeron al unísodo, dejándonos solos en el interior de la cocina.
—No pienso perdonarte, lo que dijiste afuera fue horrible y pienso que no lo merezco.
Asentí, ella estaba en lo cierto.
—¿Qué puedo hacer para enmendarlo?
Ella tocó su mentón burlona, pensando.
—Le subirás el sueldo a Ian y lo convertirás en mi chófer.
Abrí mis ojos como platos.
Necesito una cita urgente con el otorrinolaringólogo¹, algo debe de estar mal.
—Estás bromeando, ¿Cierto?
Ella negó.
—Hablo muy en serio.
Si eso quería, yo la complacería.
—Bien, tienes veinte minutos para cambiarte, la señorita Kwin vendrá para llevarte de compras, necesitas lencería y un lindo vestido para la fiesta a la que prácticamente estoy obligado a ir por tí —le dediqué una sonrisa y me dí la vuelta para desaparecer.
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Y. Han Soora
¡No podía más! De pasar a ser el lindo Kook, pasó a ser el ogro y ni siquiera Shrek, porque él por lo menos amaba a Fiona. Iba en el auto furiosa y de brazos cruzados al lado de una super modelo, podía jurar que ésta mujer ha tenido algo más que sólo una relación de empleada y jefe con Jung Kook, porque la mirada que le echaba esa mujer a Jeon era más que fuego en sus retinas.
—Debes hacerle un buen sexo oral como para que soporte tus rabietas de niña malcriada.
La miré y rodé los ojos.
Ian me veía por el retrovisor, literalmente diciendome que mantuviese la calma.
—Si supieras que ni lo he tocado y creo que por eso hace lo que digo, no soy así de fácil como todas las mujeres que lo rodean —solté, no podía aguantarla ni un minuto más.
—Jeon perdió el toque —comentó como si fuese importante. Rodé de nuevo los ojos y abrí la puerta tiempo después de que Ian estacionara el auto—. Espérame, mi opinión es la que cuenta.
Como era ella la que iba a ponerse esa ropa.
Entré en la primera tienda que visualicé de lencería, literalmente tomé todo lo que fuese de mi talla y mi tarjeta andante pagó todo, no dejé que observara lo que llevaba, ni en que colores lo escogía, solo quería salir de ello.
Ian junto a otro hombre cuyo nombre desconocía cargaban las bolsas de las compras que hacía, era increíble no tener límites y poder gastar lo que quisiera. Seguimos recorriendo sin orden alguno, hasta llegar a una tienda de vestidos caros y formales, con lentejuelas y esas hermosas piedrerías, brillaría en aquella reunión.
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Recorrer tiendas fue maravilloso, compré cada cosa que llamara mi atención, ignorando los malos comentarios de la señorita Kwin e incluso compré un vestido con piedrería sumamente costoso y sabía que ella se moría de envidia, porque ni con el sueldo de un año podría costear ese hermoso vestido azul eléctrico ceñido al cuerpo, estilo sirena y en escote de corazón.
En tu cara, perra.
Ian fue muy amable en abrirme la puerta, pero lo siguiente que ocurrió no fue precisamente lo que quería presenciar, Jung Kook lanzaba dagas con sus ojos, como si estuviese tan mal de la cabeza como para engañarlo con uno de sus empleados ¿Acaso me consideraba fácil como cada una de sus conquistas?, Yo no tenía comparación.
Al menos, eso creía.
—¿Cómo te fue, cielo?
Me acerqué a él con una sonrisa fingida.
—Bien, aunque a tu conquista de media noche le iba dando un infarto por todo el dinero que había gastado, que triste por ella —fingí que me afectaba, pero realmente no lo hacía.
—Quizás debería subirle el sueldo —dijo él alzando los hombros, mostrando que no le afectaba darle dinero extra cada mes.
—O despedirla —ahora yo alcé los hombros sin importancia.
—No, eso no pasará, yo decido quien se queda y quien se va.
Rodé los ojos.
¿Acaso él se había casado consigo mismo?, Porque parecía.
—Claro, es difícil para tí reemplazar a tus conquistas, ¿No es cierto, Jeon Jung Kook?
Él se aproximó en su silla de ruedas y con una sonrisa tajante soltó:
—No tienes ni la menor idea, Young Han Soora.
¡Nuevo capítulo!
Sé que me tardé, pero aquí lo tienen y si ven un error, por favor dejarme un comentario, lo había corregido pero el Wattpad me friega la paciencia y no guardó los cambios.
Gracias por leer💕
Corregido: 03/04/2021.
1) Otorrinolaringólogo: Es un médico entrenado en el manejo y tratamiento, tanto médico como quirúrgico, de pacientes con enfermedades y alteraciones del oído, nariz, garganta y estructuras relacionadas de la cabeza y del cuello.
Corregido: 31/07/2023.
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