Epítulo 2.1: ¡Lorue Nudarien! La Gran Ciudad
Muchos días antes de la llegada al Pueblo Gaumel...
Muy pocas noches se disfrutaban con tanta tranquilidad como aquella. Abrazando a Lorue Shaduwin junto al cielo azul estrellado, la luna disparaba sus rayos en los rincones más oscuros de la ciudad, y lograba entrar en las casas por las pocas ventanas sin cortinas de algunas casas. Entre ellas, la ventana de Mac, que dormía intranquilo en su habitación. Se revolcaba en su cama circular, teniendo una horrible pesadilla que lo hacía balbucear.
En un instante, entre balbuceos y gemidos cada vez más inquietantes, se levantó de golpe y con el sudor cayendo por su rostro. Agitado y con fuerte respiración, se mantuvo sentado en su cama sin entender su terrible sueño.
La puerta de su habitación, entreabierta, dejaba entrar un brillo verde. Una luz radiante que se alejaba por el pasillo como si alguien caminara y emanara dicho brillo. Mac se quedó atónito al ver esta luz. Con calma, se puso de pie y se dirigió hacia la puerta. El pequeño pasillo oscuro y las escaleras al final del mismo no mostraban signo alguno de luz verde. Bajó por las escaleras a la planta baja. Nada había.
Volvió a su cama y trató de dormir, pensando que aquello fue una simple ilusión.
Días más tarde, Mac se encontraba en el jardín de su hogar, en la parte trasera. La casa estaba rodeada de muchos árboles, senderos pavimentados adornados con farolas que pasaban por delante y detrás, y otras casas entre el bosque que pertenecían a la Zona Natural de Lorue Shaduwin. Lejos, por encima de las copas de los árboles, grandes y modernos edificios se elevaban mostrando el centro de la ciudad.
Cavando en una pequeña porción de tierra, Mac hacía un agujero para enterrar una pequeña caja metálica. Por el sendero detrás de la casa camina una anfeli y pasa por el cerco del jardín mirando a Mac como trabaja en ese pozo pequeño. La anfeli, también una joven de casi la misma edad que Mac y Noe(*), con larga cabellera castaña y flequillo recto, se detuvo un instante para observar mejor a Mac. Luego, cruzó la pequeña puerta del cerco y caminó hacia él.
NOTA: Mac ronda por los 18 años, Noe por los 17, y Ron, el más pequeño de todos, tiene 15 años.
—Hey, Mac —habla con voz suave y curiosa.
Mac levanta su cabeza y la ve. Luego sigue cavando sin darle mucha importancia.
—Sí. Noe está adentro —le dice.
—Gracias, pero, ¿qué estás haciendo?
—Estoy siguiendo el consejo de un conocido de la Academia. ¿Ves esa cajita? Ahí guardo muchos recuerdos de mis años en la Academia, así que la voy a enterrar aquí para cuando algún día sea más grande la desentierre. Es una estupidez, pero estoy aburrido y no hay nada interesante que hacer en el bosque, o alguna aventura fuera de la ciudad.
—Hace cinco años que saliste de la Academia, ¿justo ahora la vas a enterrar?
—Nunca es tarde para hacer algo estúpido.
El cabello de la muchacha comienza a cambiar lentamente de color, de un marrón a un rosa clarito. El cambio se da desde su cabeza hacia las puntas, como una onda de color rosa que va tiñendo el cabello.
Mac nota el cambio. Sin sorprenderse mucho, le pregunta.
—¿Rosa? ¿Por qué?
—Concuerdo en que es algo estúpido, pero me da ternura que lo hagas.
—Ay Magi. Si no era por tu cabello, nunca me iba a enterar que de podías sentir ternura también.
—Sé que no demuestro mucho mis sentimientos, y que mi cuerpo me juega en contra, pero soy una persona sensible aunque no lo creas.
Mac hace un gesto de afirmación y sigue cavando. Magi, por su parte, se dispone a entrar a la casa para encontrar a Noe. Pero antes, piensa un segundo, y agarra un pequeño cuchillo que Mac tenía entre las herramientas desparramadas por al lado del pozo. Se corta un trozo de cabello, éste vuelve a un color marrón oscuro, y le extiende el brazo a Mac.
—Tomá —el joven ve que en su mano hay un trozo de su cabellera—. Para que lo guardes en tu cajita. Por los viejos tiempos.
Mac no dice una palabra, mira a Magi a los ojos recordando todos los años que llevan conociéndose, todo lo que pasaron juntos, y todo lo que sintieron.
—Por los viejos tiempos.
Le contesta, y le agarra el trozo de cabello.
Magi, sin mirar atrás, fría y con su cabello cambiando a un rosa más intenso y oscuro, camina hacia la casa y entra, dejando a Mac con muchas sensaciones y sentimientos olvidados años atrás. Aprieta el trozo de cabello con fuerza, mientras su mirada hacia la nada se vuelve cada vez más triste.
Horas después, Mac termina de enterrar la caja metálica, guarda todas las herramientas, y entra a la casa. Ya dentro, en un living con sofá y varios cuadros, una pequeña chimenea, alfombra y un ventanal con cortinas rojas, Noe y Magi charlaban y reían, sentadas y cómodas en el sofá, mientras un pequeño dron recogía basura y polvo por la alfombra.
Noe ve pasar a Mac, sucio y lleno de tierra, que iba a subir las escaleras para darse un baño. Al instante que lo ve, le pregunta.
—Mac, ¿sabías lo que el Gobierno de Win está diciendo?
Se queda petrificado. No tenía idea de lo que Noe le estaba diciendo.
—No me enteré de nada.
—Acá Magi me cuenta que lanzaron una postulación a una especie de trabajo secreto, ¿no te parece loco?
—¿Un trabajo secreto?
—Sí —agrega Magi—. Toda la ciudad está hablando de eso. Vives tanto en tus aventuras que ni te enteras de lo que sucede afuera del bosque. Maxe piensa postularse, dice que no piden muchos requisitos. Solo los que se postulan pasaran a una especie de filtros y preguntas que tendrán que jurar no hablar nada acerca de eso luego. Pero la verdad es que no se conocen muchos detalles, solo la cúpula del Gobierno más cerrada los conoce, y hasta se dice que el mismo Líder del país te hará preguntas. Increíble, ¿no?, y Maxe piensa que si se hace bien ese trabajo secreto por ahí te dan un puesto importante en el gobierno. Pero la verdad es que pagan muy, muy bien. Yo pienso postularme, ¿ustedes?
Mac se queda pensativo unos instantes y recuerda el sueño de hace unos días atrás. Había algo que no encajaba. Algo extraño que le hacía sentir que ya había pasado por esto, como una especie de dejá vú que lo obligara a repetir la misma secuencia. Tratando de distraerse de sus pensamientos turbulentos, pregunta.
—¿Leon también se postulará? —pregunta Mac.
—Creo que si Maxe y yo nos postulamos, él también lo hará.
—Yo no lo sé —agrega Noe—, todo esto me trae malos presentimientos, ¿y qué tal si son una bandada de secuestradores o traficantes y nos engañan?
—El mismo gobierno salió a decir que ellos estaban propulsando la postulación de los ciudadanos interesados.
—Me postularía solo para saber de qué se trata —comenta Mac.
—¿Tendrá que ver con lo que sucedió hace unos días? —pregunta Noe preocupada.
—¿Con lo de...?
La puerta de la casa se abre y Ron entra un poco apurado junto a un amigo anfeli, interrumpiendo a Mac. Luego Ron se acerca a un mueble, lo abre con rapidez y comienza a revolver todo en su interior muy apurado.
—¡Hola! ¡Perdón que entro así pero no tenemos mucho tiempo! —dice mientras saca cosas del mueble y las tira al suelo. El dron se acerca para limpiarlas.
—¡Hola chicos! —saluda el amigo de Ron, pequeño, gordito, de grandes cachetes, ojos achinados y su cabellera lleno de rulos.
—Hola Criry, ¿por qué están tan apurados? —pregunta Noe.
—¡Eones! Ron, ¿le explicas tú o la dejamos ver?
—¡Estamos creando un ácido desinoborroneinuclear!
—¿Un qué carajos? —dice Mac sin poder entender la larga palabra.
—¡Si no encontramos azufre líquido se va a secar y va aumentar su temperatura a tres mil grados centígrados! ¡Y todos los esfuerzos por crearlo lo vamos a tirar a la basura!
—¿Y qué te hace pensar que hay azufre líquido en el mueble del living?
—Había guardado un poco después de que hicimos explotar el baño con la sustancia de Diximinol.
—¡Eones! Qué noche esa.
—¿Guardaste un líquido altamente inflamable al lado de la chimenea en un mueble de madera antiguo? —lo regaña Noe. Magi se ríe tímidamente.
—En teoría es inflamable solo en ciertos ambientes secos.
—¡Claro! ¡Pero para averiguarlo hay que probar si es inflamable! —agrega con alegría y entusiasmo Criry— ¡Así que si lo encontramos, luego de salvar nuestro ácido vamos a ver si la teoría de Ron es cierta! Eones, él es más de la teoría, yo soy más de la práctica, ¿o no, Ron?
—Criry, vos sos más de la práctica de comer —se burla Mac.
—Ay Mac, dejálo en paz —lo reta Magi.
—¡Acá está! —dice Ron con alegría con un pequeño sobre con un líquido amarillo, levantándolo como trofeo mientras vasijas, libros y pequeñas estatuillas estaban tiradas en el suelo alrededor del mueble.
—¡Eones, Ron! ¡Rápido vamos!
Los dos amigos se alejan corriendo hacia la puerta para salir de la casa.
—¡Escuchen! —los regaña Noe— ¡No hagan explotar nada! ¡Como esa vez que explotaron el baño de tu casa, Criry, y salió ese bicho raro de la explosión!
—¡Ja! Sí que Sonya se enojó ese día, y Sergi se lo quería fumar —dice Mac recordando con alegría.
—¡Eones! Sonya se enoja por todo. Una explosión en el baño de casa y ya se enoja, puf.
—La peor fue que ese bicho horrible terminó en nuestra bañera, ¿con qué mierda lo habían creado?
—Esa vez fue para los festejos del aniversario de la ciudad —recuerda Mac.
—¡No! —lo corrige Ron— Ese día explotó mi pieza.
—No, no, eso fue en el día que se inauguró el nuevo centro comercial.
—¿Qué ese día del centro comercial no explotaron el baño del señor Humit? Sí que nos odiaron los vecinos después—se ríe Mac.
—No, esa vez fue cuando...
—¡Vamos, Ron! —lo apura Criry.
—Ron —le habla Magi—, ¿escucháste acerca del trabajo secreto que el gobierno está impulsando?
El joven se detiene antes de cruzar la puerta al escuchar a Magi. La mira sorprendido. Incómodo, le da el sobre a Criry y le dice.
—Ve Criry, viértelo antes de que el ácido tome temperatura.
—¡Sí que sí!
—Emm... sí, escuché sobre ese supuesto trabajo secreto. La verdad es que me da curiosidad así que pensaba anotarme.
—¡Ves, yo también! —lo sigue Mac.
—Pero la realidad es que sospecho mucho acerca de qué se trate.
—¿Qué piensas? —le pregunta Magi.
—Es muy obvio que tiene que ver con lo que sucedió hace unos días en nuestra ciudad vecina de Lorue Dutowin y el hackeo tan bien hecho a la base de datos del gobierno.
—Sí. Desde el incidente en Lorue Dutowin con la desaparición de esos jóvenes de nuestra especie todo se volvió más extraño —comenta Noe—, y más ahora con esto del "trabajo secreto".
—El Gobierno no puede parar los disturbios en Lorue Dutowin por la desaparición súbita de esas personas. Y con este anuncio del trabajo secreto lo único que demuestran es que saben algo acerca de los desaparecidos y se lo ocultan al pueblo. Desde que se anunció dicho trabajo los disturbios en Lorue Dutowin no hicieron más que ascender. Sumado a que la seguridad virtual del gobierno demostró ser frágil y vulnerable, ya que alguien borró los datos y los archivos de los desaparecidos. Fotos, redes sociales, comentarios, incluso menciones, todo desapareció. Como si se los hubieran tragado a un pozo del cual nunca podrán salir y jamás se sabrá la verdad. Hasta las personas que los conocían están en custodia por temor y sus testimonios no han sido revelados al público. Imagínense el escándalo que es todo esto, ¡que no se encuentra otro igual en la historia de este país!
—Es verdad, es bastante intrigante todo lo que sucede —comenta Magi, mientras su cabello comienza a teñirse un verde clarito casi amarillento.
Mac y Noe se mantienen en silencio. Noe por temor, Mac por recordar su sueño que, al parecer, comenzó en aquellos días en que estos dutowincianos desaparecieron.
Sin nada más que decir, Mac sube las escaleras para ir al baño, y Ron sale de la casa para alcanzar a Criry.
* * *
Mirando fijo la fogata, Ron recuerda cuando con su amigo Criry lograron mantener su ácido a temperaturas estables. Mac y Noe duermen, y el silencioso bosque bajo el cielo violeta y estrellado de Nudarien. Faltando poco para llegar a Lorue Nudarien, las luces de la ciudad iluminan el horizonte tras los árboles, y el rocío de la madrugada caía en las hojas de los árboles y arbustos de aquella cima de la colina en la que se encontraban.
Ron, sin poder conciliar el sueño, se levanta y se acerca al borde del claro en donde se encuentra la fogata. Cuyo claro se encuentra al borde de un precipicio, y al fondo las luces y los grandes edificios de la ciudad iluminan la eterna noche.
Mirando Lorue Nudarien en todo su esplendor, siente ruidos que vienen detrás suyo y nota que Mac está teniendo pesadillas otra vez. Revolcándose sobre su manta, balbucea y agita su respiración. Ron, casi como acostumbrado, deja que suceda y sigue mirando la moderna ciudad con sus altas torres. Más allá, cerca del horizonte, comenzaba el extenso mar del este. Y detrás del mar, su lejano hogar.
Sacó su Sinnar y fotografió el paisaje urbano mezclado con bosque. Al instante, Mac se despertó.
Temblando, se miró las manos con guantes que no podían quedarse quietas, y trató de tranquilizar su respiración y calmar sus nervios. Cuando pudo recuperarse, se levantó y caminó hacia Ron que aún seguía viendo el paisaje sin preocuparse mucho por lo que sucedía detrás.
Mac llegó hasta él y juntos contemplaron los grandes edificios y brillantes luces de la ciudad a lo lejos.
—Qué increíble vista desde aquí.
—Mañana cuando bajemos la colina y lleguemos a la Zona Natural de Lorue Nudarien quiero comprar un suvenir —le dice Ron.
—¿Hace falta ir al Consulado de Especies a retirar el dinero? ¿Por qué simplemente no lo podemos sacar de nuestro Sinnar cuando nos lo depositan?
—Porque estamos en el extranjero y hay que hacer el trámite para habilitar todas las funciones de nuestra cuenta personalmente.
—Ash —se queja—. Nunca imaginé que íbamos a hacer trámites por tierras tan lejanas. Con lo que odio los trámites.
—¿Te arrepientes de haber aceptado este trabajo, Mac?
—No. Para nada, ¿y vos?
—Ahora no tanto. Pero tengo que admitir que al principio dude mucho de sí volver para atrás.
—¿Y por qué seguiste?
—Por la misma razón por la que los pájaros no pueden evitar volar. Nacieron con alas como las personas nacen con curiosidad —hace una pausa mientras mira la no tan lejana ciudad—. Me complace poder conocer todos estos lugares históricos, llenos de nuevos conocimientos y culturas diferentes. Y ahora confirmo que fue por esa razón que no me detuve cuando acepté venir aquí.
—Entiendo.
—¿Y tú, Mac, por qué aceptaste venir?
—Bueno... yo...
—¡Bah! Qué pregunta la mía —se reprocha—. Era obvio que cuando te enteraras de una nueva aventura no te ibas a resistir, ¡y menos una tan grande como ésta!
—¿La aventura?
—¿De qué estamos hablando? —lo mira extrañado.
—Emm... sí, en parte...
—¿Qué? ¿A caso hay otra cosa que te impulsó a tomar la decisión? ¿Tu raro sueño tal vez?
—Cuando supe del trabajo secreto estábamos en casa con Magi.
—Me estaba acordando de eso hace unos momentos.
—Y cuando ella habló, tuve la extraña sensación de que ya sabía lo que iba a pasar, como si lo hubiera vivido ya.
—¿Un dejá vú?
—No, no. No puedo explicarlo bien. De alguna forma, ya sabía que iba a aceptar venir a aquí, incluso si no me gustaba o si tenía un mal presentimiento.
—Pues claro, si te postulaste es porque querías venir, ¿o no?
—Ay, no me puedo explicar bien.
—¿A caso nunca te preguntaste acerca de tus sueños extraños?
—Claro que sí. Pero no tengo idea de lo que me sucede.
—Y si lo supieras tal vez sufrirías peor. A veces el conocimiento trae consigo la desilusión, uno de los mayores miedos que un individuo puede tener.
—¿Y sabes por qué ella aceptó venir aquí? —pregunta Mac inclinando su cabeza hacia Noe, que seguía dormida al lado de la fogata.
—No lo sé. No hablamos mucho de este tema desde que pisamos Nudarien.
—Es verdad. Pero yo creo que no quiso quedarse sola en casa. Al ver que nosotros aceptamos el trabajo, ella entonces también aceptó, incluso contra su voluntad.
—Pregúntale cuando se despierte.
—Mejor me voy a dormir otra vez aunque sea un rato más.
—Sí. Mañana bajar ésta pendiente va a ser interesante. En un rato tratare de dormir también, si se me pasa la ansiedad de saber de que estamos a metros de una de las ciudades históricas más importantes del mundo.
Mac vuelve a su manta circular y trata de dormir otra vez.
Del otro lado de la fogata, y de espaldas a la misma, Noe miraba despierta hacia el oscuro bosque.
* * *
Luego de un intenso amanecer rosado, los jóvenes bajaron la colina y se adentraron en la Zona Natural de Lorue Nudarien, con un paisaje bastante similar al del Pueblo Gaumel, pero mucho más detallista y con los edificios enormes de fondo. Los senderos de adoquines adornados con señales, flores, banquitos y farolas mucho más antiguas y detallistas, junto con las elegantes casas y cabañas entre los árboles, creaban un paisaje típico de las Zonas Naturales que pertenecen a las afueras de una gran ciudad.
La gente, diversa en cuanto a especies se refiere, caminaba tranquila por los caminos y se notaba una gran cantidad de personas entre el bosque, mucha mayor que la de un pequeño pueblo. Pronto, la distinción de Lorue Nudarien no se hizo esperar para aparecer: cristales pequeños y hasta del tamaño de un arbusto nacían desde el prolijo césped y adornaban los costados de los senderos.
El centro de Lorue Nudarien parecía muy lejos, aunque sus altos y modernos edificios eran tan grandes que lo hacía parecer cerca.
Mirando los enormes rascacielos pinchando el cielo blanco tras las copas de los árboles, los jóvenes llegan a una especie de feria en medio del bosque donde había muchas carpas, puestos de comida, juegos de quermes y, por supuesto, mucha gente de distintas especies. La mayor parte de la feria estaba montada sobre el césped en medio un gran claro, y lo que más llamó la atención de los anfeliem fue un aro metálico gigante puesto en vertical encima de una superficie blanca elevada.
—¡Miren! —se sorprende Ron al ver el aro metálico— ¡Un Portal!
—¿Conectará con el centro de la ciudad? —pregunta Mac dudoso.
—¡Pff! ¡Claro que sí! Estamos en Lorue Nudarien, ¡la ciudad más importante del mundo!
—Vamos a preguntar cuánto cuesta el transporte —dice Noe.
Mientras los jóvenes se acercaban a preguntar sobre el precio del viaje a través del Portal, los gritos de la feria, las risas, y los sonidos de los juegos inundaban al bosque en un ambiente alegre, festivo y cálido. Una isla de ruido entre tanto bosque tranquilo. De fondo, se escuchaba a los vendedores y comerciantes gritar:
—¡Lleve sus pociones químicas de la mejor tienda de magia!
—¡Pase, pase y vea las hermosas vestimentas para especies pequeñas y medianas! ¡Con varias habilidades y resistencias! ¡Pase, pase!
—¡La mejor tienda de tecnología de la feria! ¡Arme su dron o mejore el software de su Sinnar!
—¡Raros objetos conseguidos en los confines de horribles y oscuros bosques, profundas cuevas, o misteriosos valles! ¡Encuentre los tesoros del país y del extranjero aquí! ¡La vieja tienda del loco Momo!
—¡Comida al paso! ¡Riquísimos aperitivos y frescas ensaladas!
—¿Está listo para el desafío? ¡Venga, juegue y llévese un premio!
—Cambio. Cambio. Cambio. Cambio galdots. Cambio. Cambio...
Al llegar al Portal se encontraron con varios guardias grandes y corpulentos cuidando sus alrededores, de especies muy robustas, peludas, y no tan amistosas. Y cerca del Portal, frente a unas pantallas holográficas, había dos personas que parecían ser científicos o ingenieros que se encargaban del mantenimiento de cuya estación. Una era de especie lern, como el viajero al cual Ron le dio hojas de Helim, y el otro era un Leivorn –una especie pequeña que son parecidos a ositos parlantes, muy tiernos y abrazables.
Al lado de la escalera que permitía subir a la plataforma donde se ubicaba el Portal, había unos círculos metálicos incrustados en el césped. Ron se mete dentro de uno de éstos y levanta sus manos. Luego una luz amarillenta se proyecta desde los bordes de la plataforma circular, envolviendo a Ron en un cilindro holográfico con muchas palabras, carteles, pantallas, mapas e información.
—A ver... a ver... rutas, empresas, sitios de interés, precios, ¡acá está!
—¿Cuánto? —pregunta Noe.
—¡250 gots cada uno!
—¿¡250 gots hasta el centro!? Un robo a mano casi armada —comenta Mac.
—Es más barato que en Lorue Shaduwin —agrega Noe.
—La tecnología de Portales para su uso comercial es reciente, de hace unos pocos años. Supongo que por eso tiene este precio. Igual, las empresas pioneras en este uso están ganando mucho terreno, aunque sus portales no tengan tanto alcance de transporte y ni dejen pasar a mucha materia por ellos.
—A todo esto, ¿nos alcanza para los tres?
Mac y Noe estiran sus brazos para hacer aparecer sus Sinnars y fijarse sus finanzas. Descubriendo que están al límite, logran notar que sí pueden pagar para cruzar el Portal, pero eso sería lo último, luego sus cuentas quedarían en cero.
* * *
En medio de los grandes edificios modernos se ubicaba la Estación Central de Portales de Lorue Nudarien, todos puestos sobre plataformas blancas distanciadas unos metros unas de otras. En el centro de uno de todos aquellos aros metálicos, la luz comienza a desviarse y a formar una espiral hasta los bordes metálicos, deformando el espacio dentro del aro. Dentro de esta distorsión espacial se comenzó a formar una esfera de espacio plano, que no salía del aro metálico pero daba la sensación de ser un espacio esférico. Del otro lado se podían ver siluetas moviéndose y un paisaje muy diferente al del centro de la ciudad.
Luego, cinco personas con trajes blancos y cascos salen del espacio esférico, y los trabajadores de la Estación Central los reciben para sacarles dichos trajes. Al sacarse los cascos, Mac, Noe y Ron respiran y ven entusiasmados y con asombro la moderna ciudad que los rodea. Enormes edificios y rascacielos de concreto, de cristal, de metal; una zona extensa de baldosas uniformes rodeaba la Estación Central; vehículos aerodeslizadores formaban tránsito no muy lejos del suelo y avanzaban lentamente; y la cantidad de especies que jamás habían visto en la Isla Win caminaban de acá para allá, rápidos, lentos, en grupos, solitarios; especies grandes, chicas, muy grandes, y también muy pequeñas; diferentes colores, piernas, tentáculos; peludos o con piel escamosa, metálicos, robots; algunos vestidos, otros sin ropa; cuadrúpedos y bípedos; algunos podían volar por cortos períodos de tiempo, otros arrastrarse y dejar baba en su camino. A este último señor, de especie Olosinor –un grumo verde con un ojo en el centro–, que dejaba babosa las baldosas, dos miembros de la Lorugan de la ciudad lo detuvieron y le hicieron una multa por no llevar el accesorio para arrastrarse sin ensuciar el suelo que el mismo gobierno les da a los miembros de su especie. El señor comienza a protestar con su cuerpo y una muchedumbre se concentra en el lugar.
Interrumpiendo la contemplación del paisaje urbano, una de las otras dos personas que cruzaron el Portal con los jóvenes comenzó a tener convulsiones y cayó al suelo. Los trabajadores le sacaron el casco, dejando ver que era de especie leivorn, un osito azul pequeño, y Ron exclamó indignado y preocupado.
—¡No avisó a los empleados que era su primera vez al cruzar un Portal!
—Algunos no saben de la Confusión Espacial —le contesta el empleado que trataba de sostener al leivorn mientras gritaba en el suelo y temblaba—, y creen que cruzar un Portal por primera vez es como subirse a un tren sin que nada suceda.
—Pronto se recuperará —comenta el otro trabajador—. Todos pasamos por esto la primera vez. El cerebro tiene que acostumbrarse al cambio de espacio repentino.
—Ay sí, me acuerdo mi primera vez —comenta Ron vergonzoso—. Y en esos años no había salido el calmante neuronal que te dan ahora si nunca cruzaste un Portal.
—Pobrecito —agrega Noe con ternura.
Cuando el leivorn se recuperó y dejó de tener conexiones sensoriales con la feria del bosque y su cerebro comenzó a recibir los estímulos del exterior urbano, los empleados ayudaron a retirar el Traje de Portinos de quienes cruzaron el Portal –traje que evita morir desintegrado en medio de la radiación del Portal–, y se prepararon para recibir a la siguiente tanda en unos minutos. Los demás portales de la Estación Central también estaban recibiendo clientes y transportando a otros.
Los jóvenes anfeliem bajaron de la plataforma y comenzaron a caminar por las baldosas y a contemplar los detalles de la ciudad. Los altos rascacielos parecían formar una especie de "isla de edificios" en medio de la gran extensión de baldosas. También habían otros edificios altos esparcidos por esta Zona Abierta –nombre que se le da a las zonas de baldosas–, pero había más que nada senderos de concreto, banquitos, luces, carteles, parques, árboles, zonas de descanso, y algún que otro gran vehículo –camiones de transporte, de basura, de carga– que se movía lentamente al ras del suelo entre la muchedumbre que, debido a su tamaño, no podía subir con los vehículos aerodeslizadores.
Mientras los jóvenes avanzaban por la Zona Abierta, Ron siente un pequeño cosquilleo dentro suyo. Hace aparecer su Sinnar y se fija en su casilla de mensajes. Su amigo Criry lo estaba contactando.
>Criry—¡Hey, Ron! Mi Sinnar detectó el tuyo cerca, ¿estás en Lorue Nudarien?
>Ron—¿Sincronizaste tu Sinnar con el mío?
>Criry—Lo sincronizamos cuando llegamos a Nudarien, ¡Eones!, ¿no te acuerdas? ¿Y no tienes activada la notificación de mi Sinnar cerca?
>Ron—Me había olvidado de eso. En fin, creí que estarías lejos ya de esta ciudad, ¿qué hacen tú, Sonya y Sergi todavía por aquí?
>Criry—¡Estamos en las mazmorras de la ciudad! ¡Eones! ¡No tienes idea de lo increíbles y antiguas que son! ¡Encontramos un laboratorio militar abandonado que se usó durante la Última Guerra! ¡Y también un antiguo templo de hace más de mil años! Está lleno de vagabundos y grafitis, por cierto.
>Ron—¡Criry! Las mazmorras de una ciudad tan antigua como Lorue Nudarien deben ser hogar de criaturas tan horribles como peligrosas! Tienen que tener cuidado.
>Criry—¡Eones! Ya lo sabemos. Aquí los vagabundos y algunas especies subterráneas nos dicen que no pasemos más allá de la Zona Industrial bajo la ciudad, ya que allí comienzan a habitar horrendas bestias en cuevas muy oscuras. La Energía Negra de esas cuevas, y los desechos radiactivos que lanzan algunas fábricas no son muy buena combinación para meterse en esos lugares. ¡Pero dicen que hay tesoros muy antiguos en las profundidades de las mazmorras!
>Ron—No me digas que otra vez Sonya los arrastró a un lugar peligroso para subirlo a las redes y tener más fans. Ash, influencers.
>Criry—No, no, no. Bueno, un poco sí. Pero no estamos aquí por Sonya. Bueno, sí estamos por ella, pero no es por su popularidad en las redes. Nos cruzamos con un mercader que la estafó, así que lo estamos buscando. Cuando terminemos vamos a subir a la superficie y Sergi quiere ir a divertirse a un lugar bailable llamado Lorue, es bastante popular en una zona de la ciudad. Está convencido de que los anfeliem de esta ciudad son muy lindos. Y las anfeliem también.
>Ron—Salgan de ahí cuanto antes, Criry, ya las mazmorras de Lorue Shaduwin son peligrosas, ni me imagino las de esta ciudad... hey, ¿el templo al que llegaron tiene inscripciones en el idioma haundeano antiguo?
>Criry—¡Oh sí! Y también tiene...
>Sonya—Ron, estamos ocupados. Después hablan entre ustedes, ¡pero ahora vamos tras ese maldito infeliz! Cuando lo agarre le voy a sacar las tripas una por una.
>Mac—¡Ja! La estafada.
>Criry—¡Adiós, Ron!
>Sonya—Mac, no me molestes porque no estoy de humor. No vas a querer morir cuando te vea.
—Mac, ¿por qué te metiste en mi conversación? —le dice Ron indignado mientras hace desaparecer su Sinnar.
—Sonya se metió primero.
—¿Por qué no hacemos lo que vinimos a hacer? —dice Noe impaciente.
—¿Lo primero o lo segundo? —pregunta Ron.
—Lo primero. Necesitamos el dinero.
—Y luego lo segundo.
Noe, recordando la conversación que escuchó anoche entre Mac y Ron, siente cada vez más la necesidad de sacarse de encima el peso que la ahoga. Sus sentimientos comienzan a confrontarse entre la amargura y la nostalgia. Y sus pensamientos se detienen en seco al escuchar a Mac con seguridad.
—¡Bien! Aprendimos a sumar.
—Eso no es sumar, idiota.
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