Error #19: ritmo inadecuado
¿Alguna vez te ha pasado que estás leyendo una historia y, aunque está interesante, te cansa? El conflicto está bien construido, los personajes son verosímiles, el tema te atrae, pero de igual modo, no puedes leer por largos períodos de tiempo.
Cuando esto ocurre, puede que se deba al estilo.
EL ERROR
Hay muchas formas de terminar con una historia que no tiene un buen ritmo. Por lo general, se debe a un problema con el conflicto o la estructura, temas que ya tratamos en las entradas 8 y 16. Sin embargo, hay una tercera forma de caer en este error, mucho más sutil: equivocarse con la longitud de las oraciones.
Los signos de puntuación marcan pausas entre las oraciones, lo cual a su vez marca la cadencia de lectura. Si todas tus oraciones tienen una longitud similar, creas un ritmo que es tan cansino que resulta difícil de seguir.
Desafortunadamente, no puedo dar ejemplos en esta entrada porque se trata de un error que abarca una longitud considerable.
LA SOLUCIÓN
Si tienes una trama bien elaborada, tienes un esqueleto sólido sobre lo que construir lo demás. El argumento marca la dirección de la historia y el ritmo de su avance, por lo que podría decirse que es un tambor. Si bien es cierto que se pueden crear música increíble con un tambor y un buen percusionista puede sacudir nuestros huesos, la mayoría de nosotros prefiere la variedad de varios instrumentos.
Ahí es cuando entran en juego elementos como la longitud de las oraciones: refuerzan la estructura subyacente de la trama y añaden variedad a la narrativa. Por ejemplo, las escenas de acción se leen más rápidas que las introspectivas. Por lo tanto, sería muy raro que en una escena de acción nos encontráramos con palabras súper complicadas y oraciones largas porque estas ralentizan la lectura.
Si quieres, busca una escena de acción o de miedo en uno de tus libros favoritos y compárala con cualquier otra escena. Lo más probable es que la longitud promedio no sea la misma. Si te da flojera o no tienes ningún libro a mano, ve a Youtube y busca "Sherlock Holmes pelea". Hay un momento en el que Holmes comienza a narrar. Fíjate que está narrando de forma muy mecanizada, en parte porque se supone que Holmes es un genio, en parte porque está describiendo lo que va a hacer en la pelea y no hay necesidad de adornar la narrativa.
La solución es simple: varía la longitud de tus oraciones. Si ves que en un párrafo todas tus oraciones tienen más o menos el mismo número de palabras, restructúralo; une algunas oraciones, corta otras.
Por lo general, es beneficioso usar más oraciones cortas que largas en las escenas de acción y miedo, sobre todo en los momentos de máxima actividad. Si lees Eso de Stephen King, verás que a medida que se va acercando a ese momento espantoso que promete dejarte traumatizado, King va acortando un poco las oraciones. En la cúspide del terror, incluso llega a violar las reglas gramaticales para reflejar el estado mental del personaje.
Así que la clave está en la variedad. Mezcla las cosas y tendrás un ritmo que refuerce el argumento en el que tanto trabajaste.
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