Error #18: metáforas inefectivas
En el error # 15 vimos la definición de símil y exploramos brevemente el concepto de convertir algunos en metáforas. Sin embargo, aún no hemos estudiado lo que es una metáfora. Solo sabemos que es la prima del símil.
¿QUÉ ES UNA METÁFORA?
Como un símil, una metáfora es una comparación. Pero mientras que el símil señala similitudes entre dos cosas, la metáfora traza un paralelo, desplaza los significados y declara que son lo mismo.
En el error #15 vimos el siguiente ejemplo:
El miedo es como una sombra que se cierne sobre el corazón
Este ejemplo es un símil clásico: compara el miedo con una sombra. Cumple su trabajo, pero el efecto sería más poderoso si, en lugar de comparar, declarara que son lo mismo:
El miedo es una sombra que se cierne sobre el corazón.
Las metáforas tienden a ser más cortas, concisas, y versátiles. Puedo decir “El miedo es una sombra que se cierne sobre el corazón” o “La sombra del miedo se cernió sobre su corazón” y ambas calificarán como metáforas que puedo usar según me convenga.
EL ERROR
Hay muchas formas en las que una metáfora puede fallar, demasiadas para enumerarlas aquí. Tendremos que contentarnos con lo básico. Una buena metáfora toma dos conceptos que no tienen nada en común y los presenta como iguales, de manera tal que logra crear una imagen que refuerza el mensaje. Una mala no consigue unir los dos conceptos en uno, ya sea porque el autor escribe una metáfora demasiado complicada, usa conceptos que no son tan diferentes o la imagen creada no va con el tono de la escena. Por ejemplo:
Sus ojos eran dos círculos marrones con dos círculos negros dentro.
Bueno, sí, así son los ojos. Tienen irises y pupilas… que son círculos. Este es un ejemplo de una metáfora que usa conceptos demasiado cercanos entre sí, con un resultado indeseable.
Me encanta su risa. Me recuerda a las campanas de un camión de basura.
En este caso, la imagen creada no tiene nada que ver con algo encantador.
CÓMO EVITAR ESTE ERROR
Tienes que recordar que las metáforas son imágenes y que las más efectivas son aquellas que logran ser inesperadas y simples. Cuando tienes esto presente, es fácil buscar dos conceptos y relacionarlos sin mayores problemas.
Aquí les dejo dos ejemplos de Noyes y Shakespeare. Si bien ambos son poemas, estas obras tienen doscientos años de diferencia; verán que el principio no ha cambiado nada:
«El viento era un oscuro torrente entre los atormentados árboles, la luna era un galeón fantasmal navegando sobre mares de nubes…» (El salteador, Noyes)
«El mundo es un gran teatro, y los hombres y mujeres son actores. Todos hacen sus entradas y sus mutis*» (Como gustéis, Shakespeare) *Mutis es el acto de salir del escenario.
Es común que los poetas usen más metáforas que aquellos que escribimos en prosa, pero aunque la cantidad aumenta, su complejidad sigue siendo la misma. Son dos conceptos que son comparados para crear una imagen.
Veamos un ejemplo de alguien que escribe en prosa:
«Desperté de un sobresalto al escuchar un chillido aterrador. Mi corazón galopó raudo, lleno de energía, y observé a mi hermana que también se despertaba, con el rostro blanco como el papel». (Memorias de Alhanna, @Kilgor3 … sí, es un usuario de Wattpad; vayan a revisar esa novela).
Me gustó mucho esa metáfora. No creo que sea la primera vez que un escritor construye un vínculo entre un corazón y un caballo (después de todo, existe la expresión “latir desbocado”). Sin embargo, es la primera vez que veo que un escritor usa la palabra “galopar”, la cual le aporta una cualidad sonora a la imagen. Me pareció excelente.
Ahora otro ejemplo, esta vez mío. Se trata de una persecución en la que la víctima está en el tejado:
«Logró saltar antes de que la construcción se viniera abajo, pero el impulso fue insuficiente y, en lugar de llegar al siguiente tejado, cayó sobre el capó de un viejo automóvil; un relámpago de dolor le subió por las piernas». (Cazador y presa, Ana Katzen)
Lo admito: me siento un poco orgullosa de esa metáfora. Dudo que sea la más original del planeta y seguro que ya la han usado antes, pero es efectiva. ¿Quién no ha saltado de un columpio y ha sentido esa familiar descarga subiéndole por las piernas? Creo que casi todo el mundo puede entender esa imagen.
EXCEPCIONES
Cuando estamos narrando desde el punto de vista de un personaje excéntrico, puede que convenga usar metáforas y símiles que, en otro caso, serían inefectivos porque no tienen sentido. Pondré el ejemplo de Rin, de la novela visual Katawa Shoujo. Esto es lo que pasa cuando el protagonista, Hisao, la ve merodeando por la calle a altas horas de la noche:
—¿Qué haces aquí tan tarde?
—Yo… me estaba preguntando eso mismo. Justo ahora. Unos tipos me preguntaron eso hace un momento. Asumo que se estaban preguntando lo mismo. Yo no sabía. Ellos tampoco sabían. Les pregunté. Y por eso ahora me lo pregunto. Eso fue lo que pasó, más o menos. Es un misterioso caso de asesinato sin asesinato… Por cierto, se fueron por allá.
Esa metáfora no funcionaría bien en ningún caso, salvo en el de Rin. Los fans de la serie han dicho que la única forma de entender lo frustrante que debe ser para Hisao entender a Rin es agarrar un teléfono, marcar un número cualquiera, hacer preguntas aleatorias al interlocutor y esperar respuestas; si la conversación parece tener sentido, cuelga, marca otro número y prueba de nuevo. En casos así, una metáfora rara podría funcionar muy bien.
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