Capítulo 7
El movimiento de Leo me despertó segundos antes de que sonara el golpe en la puerta. Tuve que espabilarme un poco para terminar de despertar, así que para cuando fui a abrir la ya habían tocado otras dos veces.
N entró a la casa, divertido por mi apariencia aún dormida.
—¡Ja! Sabía que tendría que despertarte, ya no falta mucho para que el sol se ponga y tú no estás listo.
—No me culpes, tú fuiste el que me mandó a dormir.
—Lo sé, justo por eso vine a despertarte.
Me lanzó entonces una botella con bebida energética, hice el movimiento para atraparla pero Leo lo hizo por mí justo a la mitad del camino, utilizando solo una mano. A esto siguió un silencio incómodo y algo tenso pues Leo miraba atentamente a N y viceversa.
Pasaron así algunos segundos antes de que por fin Leo se diera la vuelta, su rostro mostraba la misma inocencia de siempre mientras me tendía la bebida por lo que me pregunté qué cara había puesto para que HakYeon se quedara callado así.
Tomé la botella y Leo fue a situarse de nuevo a mi lado, con un suspiro de resignación la abrí y bebí un largo trago; sabía bastante bien.
—Supongo que él irá con nosotros ¿verdad? No podemos dejarlo solo aquí.
—Sí, Leo irá. Además, ya viste la fuerza y los reflejos que tiene, será de utilidad, ¿verdad? —Leo asintió—. Así que, iré a cambiarme rápido ya para irnos, ¿no se mataran entre ustedes mientras no estoy verdad?
—Tranquilo, protegeré a tu novio cyborg hasta que regreses, —se burló N
—No es él el que me preocupa. —le arrojé la botella vacía para molestarlo y corrí al cuarto antes de que me la regresara.
Tomé una de las playeras creadas con una tela especial que ocultaba nuestro calor corporal, esta vez la abroche firmemente e incluso me puse otra playera de licra encima, no quería de nuevo terminar enredado con metales rotos, aunque dichos metales pertenecieran a bellos cyborgs de cabello castaño y ojos oscuros.
Sin entender muy bien el sentido de mis pensamientos terminé de vestirme con un pantalón negro de la misma tela y grandes botas que me ayudarían tanto a moverme por terrenos difíciles como a patear robots en caso de ser necesario.
Cuando salí del cuarto HakYeon ayudaba a Leo con la gruesa sudadera negra, intentando que no se atorara con las partes de metal afiladas.
—De todas formas estará oscuro, pero debemos ir primero por algunas herramientas al centro de control.
En cuanto me vio Leo se apresuró a mi lado e intentó de nuevo tomar mi playera, pero esa vez sus dedos se resbalaron sobre la licra, haciéndome cosquillas. Reí tanto a causa de ellas como del ceño fruncido de Leo.
—Tranquilo, pensé en ti —dije mientras sacaba una pequeña cinta de tela atada a uno de los broches traseros de la playera térmica, Leo la sujetó por dos segundos, asintió y la soltó—. ¿Feliz así?
De nuevo asintió, lo que ocasionó una risa baja en N. Luego de algunos instantes Leo lo señaló para luego hacer lo mismo con él mismo y conmigo.
—Sí, iremos los tres a buscar esa comida. Pasaremos primero por la base de control, necesitamos algunas armas para poder defendernos en el peor de los casos, y de allí nos iremos.
Leo se acercó más a mí, se señaló de nuevo a sí mismo para luego poner la mano abierta sobre mi pecho.
—Lo sé, sé que dijiste que me protegerías, o bueno lo insinuaste, pero aún así necesito algo con que defenderme por cualquier cosa. Digamos que aunque tú serás mi escudo necesito un arma también.
Se cruzó de brazos pero asintió, no parecía muy convencido. Salimos por fin de mis habitaciones y de nuevo Leo se sujetó a la tira de tela que le había indicado.
—¿Cómo haces para entenderle? —Me preguntó N mientras avanzábamos.
—No lo sé, supongo que solo pongo atención a sus gestos, —me encogí de hombros.
—Cuando te estábamos esperando hice lo mismo, también cuando le hice aquellas preguntas la primera vez, pero es muy difícil entender lo que quiere decir.
—No es tan complicado. —Me encogí de hombros, mirando por el rabillo del ojo a Leo.
—Hay otra cosa que me llama la atención, —la sonrisa burlona con la que lo dijo no auguraba nada bueno.
—Suéltalo.
—Hace rato, cuando bromeé sobre tu "novio cyborg", no lo negaste.
Esta vez sí que le solté un par de golpes, no quería decirlo en voz alta pero temía que si negaba de manera tajante aquella afirmación estando Leo presente eso lo pondría triste, era mejor ignorar la pregunta. Afortunadamente pude hacerlo pues justo en ese momento llegamos a la base.
—Al fin ¿Cuánto tiempo más pensaban tardar? —Nos recibió Hyuk, guardando unas últimas dagas de estática en el cinturón especial para ello. N y yo lo miramos sorprendido.
—La pregunta es ¿qué haces tú aquí, mocoso? —Pregunté.
—Es obvio, voy con ustedes. ¡Y no soy un mocoso! Sólo tienes tres años más que yo —me sacó la lengua la terminar de hablar.
—Sí lo eres.
—Que no lo soy...
Íbamos a empezar a discutir como siempre pero N nos interrumpió.
—¿Por qué habríamos de dejarte venir Hyuk?— Le cuestionó.
—Uno, porque necesito ir a buscar el disipador de energía para analizar a Leo, —comenzó a enumerar con los dedos—, dos, porque siempre es mejor ir en grupos pares por si surge la necesidad de separarnos será mejor hacerlo de dos en dos y no que uno termine solo; y tres, ¿por qué llevarían a un cyborg con ustedes pero no a su tierno hermanito?
—Porque ese cyborg es más útil que tú, —volví a molestarlo, ahora fui yo el que le sacó la lengua.
Antes de que Hyuk pudiera contestarme, Leo me dio un pequeño empujón en el hombro, cuando volteé a verlo sorprendido él solo negó con la cabeza.
—¡Ja! ¿Los ves? Hasta tu novio cyborg me defiende, —se burló.
—¿Tú también? —Al quejarme solo logré que tanto HakYeon como Hyuk se rieran.
—Bueno ya, de acuerdo Hyuk vendrás con nosotros. Pero lo primordial es la misión de la comida, tu cosa esa friki es solo un plus ¿entendido?
—¡Sí!
Era inútil discutir ya, así que en lugar de decir nada fui a buscar mis propias armas: una serie des seis dagas hechas de acero puro, yo mismo había pasado largo tiempo limando el filo hasta que quedó mortalmente agudo; el acero además ayudaba a crear un corto entre los elementos eléctricos de los robots, protegiéndome de él con el grueso mango de cuero con que los había equipado.
Puse cuatro de ellos en el cinturón dedicado específicamente para ello, los otros dos los coloqué uno al lado de mi pantorrilla derecha y el otro en el antebrazo izquierdo, ocultando ambos con la ropa. Añadí también dos especímenes de nuestra mejor arma contra ellos: una granada que liberaba una gran cantidad de energía estática, lo cual normalmente confundía si no es que fulminaba a los robots cercanos a la explosión.
N y Hyuk ya se habían armado de igual manera, aunque en lugar de las dagas Hyuk prefería las armas de fuego, portando dos pistolas con balines parecidos a nuestras granadas aunque de menor potencia; por su parte los cuchillos de N eran más grandes y pesados que mis dagas, por lo cual solo llevaba dos.
Al terminar volteé a ver a Leo, quien solo miraba cómo nos preparábamos, le tendí una de las dagas extra por el mango pero él la rechazó con la mano.
—Podrías necesitarla —insistí—, es mejor estar preparado.
Leo volvió la vista hacia todos lados, luego se dirigió a la mesa donde reposaban algunos utensilios y restos de lo que al parecer alguien había estado comiendo. Tomó una cuchara de metal y comenzó a retorcerla entre sus manos, cuando terminó solo quedaba un despojo informe de fierro.
—De acuerdo, entiendo, pero ¿estás seguro que no quieres llevar algo, aunque sea como último recurso?
Leo negó varias veces con la cabeza, para luego señalarme de nuevo.
—¿Tu último recurso será Ravi? —Le cuestionó Hyuk, a lo que Leo asintió—. Interesante, bueno, si es lo que deseas.
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