Capítulo 6
Llegamos por fin a mi casa, hasta que estuvimos dentro Leo se soltó por fin de mi playera, mirando alrededor.
—Bueno, este es mi hogar ¿qué te parece? —Leo dio una vuelta sobre sí mismo, analizando todo.
Al quedar de nuevo frente a mí asintió; le gustaba el lugar. Me siguió hasta la pequeña cocina donde saqué una barra de alimento.
Nosotros mismos las fabricamos y son bastante útiles, además el sabor no era malo. Están hechas a base de trigo y con varias verduras dependiendo el sabor que deseabas, a mí personalmente siempre me han encantado las de zanahoria. Le tendí una a Leo pero la rechazó con un gesto.
—¿No necesitas comer? —negación—. ¿Ni dormir? —Otra negación.
Terminé la barra de dos bocados y tomé otras dos para llevarlas hasta la habitación en la que dormía.
—Así que no comes ni duermes, entonces ¿Cómo te mantienes con energía?
Leo se encogió de hombros ante mi pregunta para luego ir a sentarse en mi cama. Me le quedé mirando unos instantes, pensando en lo que haría durante la misión por la comida.
—Supongo que, aunque te diga que me esperes esta noche mientras salgo no lo harás ¿verdad?
Negó varias veces con la cabeza de manera enérgica, ya me lo imaginaba. Pero viéndolo por el lado positivo, a pesar de su actitud aparentemente inocente Leo no era un niño ni nada parecido, era un cyborg con bastante fuerza y que los otros robot no podían identificar.
—Si te dejo venir conmigo ¿Me ayudarás y harás todo lo que te diga? —Había estado a punto de decir "me protegerás" pero iba a sonar raro.
Leo asintió enfáticamente, logrando que soltara otro suspiro. Pensaba en las diferentes posibilidades que habría durante la misión mientras me terminaba las barritas comestibles. Como fuera no había mucho qué hacer de momento, así que me levanté y me quité la playera para ir al baño.
—Espera aquí dos minutos, me daré un baño rápido y salgo, —Leo se puso de pie rápidamente pero no me siguió—. No iré a ningún lado, solo me voy a bañar ¿de acuerdo?
Señalé hacia el cuarto de baño para que Leo viera que no había otra salida. Él observó por algunos momentos el cuarto, luego de lo cual fue a sentarse en el mismo lugar que había estado antes.
Aun riendo por su reacción fui a bañarme, mi opinión sobre él no dejaba de fluctuar entre la ternura causada por su aparente inocencia, la preocupación de que fuera realmente un robot malvado infiltrándose en nuestra comuna por mi culpa, y el deseo de querer no solo ayudarlo sino de descubrir los secretos de su historia.
Pero había otro sentimiento que él despertaba, revuelto y oculto entre los demás, y estaba relacionado con lo que había hecho cuando lo encontré así como con lo bello que me parecía. En este último sentimiento me negaba a ahondar más so riesgo de terminar aún más confuso. Así que en lugar de analizarlo me centré en la ducha y en revisar que no hubiera terminado herido luego de la misión. Afortunadamente más allá de algunos moretones y raspones no había nada grave.
Salí una vez que tuve el cuerpo relajado gracias al agua tibia, aún secándome el cabello llegué hasta mi habitación... donde solté una maldición, Leo no estaba.
Agudice el oído hasta escuchar algunos ruidos provenientes de la cocina, aunque eran bastante bajos me apresuré en esa dirección, al llegar me topé con una escena tan extraña como tierna:
Leo estaba acuclillado justo a la mitad de la cocina, al acercarme un poco más me di cuenta que intentaba acariciar a un enorme gato blanco.
—Así que aquí estás, me asustaste, —dije riendo.
Leo volteó a verme solo un par de segundos antes de volver su atención al minino, intentaba acariciarlo pero en cuanto acercaba un poco la mano el gato se alejaba de golpe para luego volver lentamente. Observé cómo lo intentó varias veces mientras servía un platito con leche de almendras.
—De seguro siente la estática que desprendes amigo, aunque parece que aún así le agradas, —le tendí el plato para que fuera él quien se lo diera.
Leo dejó el platito en el suelo y lo empujó hacia el pequeño animal, que de inmediato se lanzó a alimentarse.
—Pequeño glotón. No sé de dónde sea pero seguido viene por comida.
También me agaché a su lado para acariciar la esponjosa cabecita el gato, que ni siquiera se dignó a mirarme mientras bebía la leche. Cuando terminó levantó la mirada altivamente antes de ir a restregarse contra la pierna de Leo, que gracias al pantalón no transmitía nada.
Iba a quejarme al respecto pero al voltear noté que Leo sonreía mientras miraba al pequeño animal, era solamente una pequeña sonrisa sutil pero podía apreciarla. Debió percatarse de que o estaba mirando pues volteó de nuevo hacia mí sin quitar esa sonrisa etérea.
El gato blanco aprovechó la distracción para huir por donde había llegado, lo que ocasionó que Leo hiciera un puchero con los labios bastante tierno.
—No te preocupes, volverá pronto, ya te dije que viene a comer seguido. Y si para entonces ya pudimos arreglar el detalle de la electricidad, podrás acariciarlo.
Parecía feliz mientras asentía y volvía a levantarse sin aparente dificultad, lo seguí de regreso hasta mi cuarto pero al llegar solo me quedé de pie, sin estar muy seguro de qué hacer, Leo se mantuvo a mi lado. Me quedé pensándolo algunos momentos antes de tomar una de las antiguas consolas portátiles que tenía guardadas.
—Bueno, como te dije debo dormir un rato para recuperar fuerzas, pero tal vez con esto puedas entretenerte en lo que despierto ¿sí? —Le tendí la consola.
Leo la tomó, le dedicó dos minutos de su atención antes de dejarlo a un lado y quedarse mirándome de nuevo.
—¿Entonces? ¿Qué quieres hacer mientras duermo?
Leo se señaló a sí mismo y luego señaló a la cama, repitió el gesto dos veces.
—Ok, de acuerdo, entiendo que quieras ocupar la cama, —suspiré pesadamente, mirando hacia la sala—. Supongo que puedo dormir en uno de los sillones.
Iba a dirigirme hacia allí pero él me detuvo del brazo, agradecí estar ya seco pues la electricidad golpeó mi piel con su chispeante sensación.
—¿Qué? —Leo señaló mi pecho y luego hacia la cama—. Pensé que tú querías acostarte ahí.
Negó con la cabeza para repetir el gesto, aunque esta vez se señaló a sí mismo, luego a mí y luego a la cama, todo sin soltarme del brazo con la otra mano. Lo miré extrañado, intentando analizar lo que intentaba decirme.
—¿Quieres... que nos acostemos? ¿Los dos? —Leo asintió—. Pero si lo hacemos no podré dormir, por la electricidad me refiero.
Sentí que me había sonrojado un poco aunque Leo sólo me miró con a cabeza ladeada, de nuevo aquel puchero había aparecido en sus labios agrandando un poco el inferior, ¿qué podía yo hacer contra aquello?
Me rasque la nuca intentando pensar qué hacer, volteé hacia todos lados hasta encontrar justo lo que buscaba.
—¡Ya sé! Acuéstate tú y espera,
Por fin me soltó y, mientras hacía lo que le pedí, fui a recoger una de las sábanas extra que tenía dobladas junto al resto de la ropa limpia. Al regresar vi a Leo recostado en la orilla de la cama que estaba pegada a la pared, él estaba boca arriba y parecía inerte aunque en cuanto me acerqué giró el rostro hacia mí.
—Date la vuelta, —le dije, a lo que él me obedeció quedando así viendo hacia la pared.
Lo cubrí con la larga tela de algodón, enrollado los bordes a su alrededor hasta que quedó completamente arropado de los hombros para abajo. Solo entonces me acosté a su espalda, pasando mi brazo derecho por sobre la tela y la izquierda debajo de la almohada que sostenía su cabeza; de esa manera terminé "abrazado" a él aunque sin tocarlo directamente.
—Listo, ¿era esto lo que querías?
Leo asintió y se arrellanó más contra mi pecho, estaba tan cerca que, al momento de reír a causa de su actitud, mi risa revolvió su cabello castaño.
—Eres como un niño ¿lo sabías? Ni siquiera entiendo por qué quieres acostarte así, si ni siquiera duermes.
Lo sentí encogerse de hombros. Debía confesar que la posición era cómoda y su tibieza arrulladora; aunque no me había dado cuenta de lo cansado que estaba realmente mi cuerpo y no pasó mucho tiempo antes de que me quedara profundamente dormido.
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Bonitos lectores ¡Mueran de ternura con esa última escena!
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