
Capítulo 13. No siempre se puede ganar
La habían liado, Isa lo sabía. Decenas de pensamientos catastrofistas se apoderaron de su mente. Podía salir muy mal, la gente podría comenzar a votar a lo loco y provocar una cadena de pérdidas que podrían lamentar. Su hermana, Iván... Ella misma. Todos podrían sufrir las consecuencias de ello sin poder hacer nada. Ese era justo el problema de un juego como aquel: el destino de uno mismo dependía de los demás.
En el bullicio que sonaba desde los altavoces pudo reconocer una frase que la sacó del trance.
—¡Es que no sé para qué le hacemos caso a la jugadora 004! —dijo alguien con un notable enfado.
—¡Eh! —respondió Isa, casi bramando— ¿¡Qué culpa tiene ella de que Iván haya escogido el cero, si puede saberse!?
—¡Calma todo el mundo, coño ya! —era la primera vez en todo el juego que Isa oía gritar a 016— Cuanto más nerviosos estemos, peor va a ser el final del juego, ¿sí?
El silencio se hizo por fin.
—Sí, entiendo —murmuró alguien.
—Lo... Lo siento. Solo quería que nadie muriese —dijo Lidia con un tono cabizbajo.
—No tienes que sentirlo, no es tu culpa —respondió 016. Quizá había más personas buenas en Cryptica de lo que Isa creía.
—Sigamos con el plan, ¿sí? —propuso la ingeniera—. Iván ya lo ha pillado seguro.
—¿¡Y si sale mal!? —dijo la misma voz que estaba en contra de Lidia. 042, si Isa no recordaba mal.
—¿Cómo va a salir mal? Es sordomudo, no gilipollas. Venga, por favor. Votad todos al cero.
Isa cruzó los dedos para que todo saliese como debía.
Afortunadamente, esa vez no ocurrió nada raro. Iván escogió el número 1 y la noria se movió una posición, liberando a 055. Isa suspiró de alivio: la próxima era Lidia y la siguiente era ella. Era un pensamiento egoísta pero... Le daba igual lo que pasase con el resto. Solo quería el bienestar de los suyos, y eso era normal en una situación como aquella, ¿verdad? Isa no había olvidado que solo podía haber un ganador.
—¿Veis? —respondió— Todo bajo control, Iván lo ha pillado. Podemos seguir así, ¿no?
Nadie objetó. La ronda fue rápida y todos volvieron a escoger el cero. En la siguiente, más de lo mismo. Isa no podía quedarse tranquila hasta verse con su hermana fuera, pero estaba muy cerca de eso: a una sola posición. Una leve sonrisa se dibujó en su rostro mientras pulsaba el botón cero y volvía a su asiento, dando palmadas nerviosas en sus muslos.
La noria se movió de nuevo. El problema vino cuando la cabina de Isa pasó de largo la posición inferior. No solo la suya, sino también la de su hermana: alguien más había pulsado el botón, liberando a 092.
—Posiciones totales: cinco —informó el altavoz.
—¿Qué...? ¡¿Qué ha pasado?! —exclamó, histérica.
—Tu estrategia era una mierda, 003 —la voz del maldito jugador 042 volvió a escucharse—. Claro que iba a darme cuenta de que solo querías hacer eso porque tú y tu hermana saldríais antes de Iván. He pulsado el botón dos, aunque parece que no he sido el único —dijo con un tono vacilón.
—¿¡Te das cuenta de que por tu culpa ahora Iván no va a entender la estrategia y no vamos a poder sacarlo de aquí!?
—¡Me da igual! ¡Relájate un poco antes de seguir, solo sabes mandar y gritar!
—Si te tuviera delante...
—¡Isa, para! —respondió Lidia— ¡Cálmate, no pasa nada!
—Pero...
—Por favor. Buscaremos otra estrategia.
—¿Cuál? —intervino 016— Lo tenemos crudo hasta que salga Iván, chicos. Creo que más de uno no es consciente de lo que acaba de hacer. Aunque calculemos el número de posiciones que necesitamos votar para sacar a Iván, no sabremos lo que él escogerá ahora.
—Vamos, que esta ronda... —Isa tragó saliva.
—Va a ser azar, sí —la joven de pecas terminó la frase.
—No —interrumpió Lidia. Su hermana no quería rendirse aún. Podemos volver a intentarlo, ¿sí? Iván está ahora mismo a diez posiciones de la meta. Cuatro de nosotros pulsamos el dos, otro que pulse el uno, y esperamos a que Iván escoja otro uno. Dudo que pulse el cero después de lo que pasó en la segunda ronda.
—Tienes razón —016 parecía, de nuevo, convencida.
—¿No veis que quiere salir ella? —042 de nuevo— ¿Y si no es sordomudo? Si es una estrategia y realmente está escuchando todo, podría pulsar el cero y salir ella.
Isa quería tirarse de los pelos. Antes de que pudiese responder, Lidia se le adelantó.
—Tío, ¿eres tonto o qué? ¿No viste que antes nos movimos cinco posiciones? Dos de vosotros escogieron el número dos bajo el mismo pensamiento, pero eso suma cuatro. Iván cumplió y escogió el número uno.
—Claro, porque os convenía a los tres —respondió.
—Dios mío... ¿Puedes hacer lo que el grupo te pide y ya? Si salgo de aquí en esta ronda, haz lo que te dé la gana de ahí en adelante. Pero, por favor, vamos a intentarlo otra vez.
042 suspiró.
—Solo una más.
Isa cruzó los dedos mientras la noria rotaba. Una... y dos.
No había manera.
—No puedo más... —Isa se llevó las manos a la cabeza.
—Menos mal que saldría bien.
—Era un cincuenta cincuenta, 042 —respondió Lidia. No soy adivina.
El grupo volvió a intentar dicha estrategia. La paciencia de todos se estaba agotando, pero era la mejor opción.
Y, por fin, la cabina de Iván se abrió. Todos celebraron con euforia, todos menos Isa. Ella estaba ahí, sentada, sabiendo lo que pasaría a continuación. Al menos Iván estaba a salvo, pero ahora estaba lejos, muy lejos de la meta.
—Uno de nosotros va a morir —dijo 016—. Siento recordarlo, pero es así. Tenemos que ponernos de acuerdo o serán dos.
—O más —dijo 055.
—Bueno, no nos pongamos en situaciones que no han pasado —respondió 042.
—Ahora sí estás tranquilo, ¿no? —intervino Lidia, a lo que su compañero respondió con un refunfuño.
—Lo estaré cuando salga de aquí. El problema es que no podemos sacrificar a nadie.
—Si lo hacemos esa persona saboteará la ronda votando lo que le de la gana, sí.
—Podemos hacerlo al revés... —propuso 055—. En cada ronda, elegimos a quién sacar.
—A la larga será lo mismo —dijo 016—. Cuantos menos queden, mayores serán las probabilidades.
La discusión sobre qué hacer a continuación prosiguió lo suficiente como para que el tiempo límite se echase encima del grupo.
—Nos queda poco tiempo, hay que hacer algo cuanto antes —intervino Isa.
—Eh, las dos hermanas. Elegid el uno —042 parecía serio.
Nadie dijo nada.
—¿Por qué? —cuestionó Lidia.
—¡Vosotras votad, quedan segundos!
Con los nervios a flor de piel Isa pulsó, pero no el uno. El botón con el número dos se iluminó y la noria comenzó a rotar. Frenó en 016.
—¿Gané? —fue lo último que pudo oírse desde la cabina de la joven de pecas.
—Veo que el resto lo habéis pillado. No podemos seguir dando vueltas a la noria como locos —explicó—. Si nuestra cabina se pasa una sola vez... Es prácticamente una muerte asegurada.
—Qué... ¿Qué insinúas? —Isa no parecía entenderlo, pero estaba perdiendo los nervios.
—Quizá no te has dado cuenta, pero se han formado dos "islas" en la noria. A un lado estamos tres jugadores juntos mientras que en el extremo contrario estáis vosotras dos. La probabilidad de que, si no nos ponemos de acuerdo, la noria caiga en una cabina entre esas dos islas, es alta. Por como están las cosas ahora mismo, creo que es de sentido común que hagamos una cadena, ¿no? El jugador 021, yo y por último el 055.
—Pero...
Isa no podía formular palabra.
—¡¿Nos quieres vender, gilipollas?!
—Vosotras os apañáis luego, sí. Si intentáis algo raro, nos aseguraremos de que no salgáis ninguna de las dos.
—Eh... —021 se incorporó— No lo veo mal. Ha sido suerte, ¿no? Las cosas han salido así y no es justo que otros paguen.
—¡Es fácil decirlo cuando no estás en peligro! —bramó Lidia— Isa... ¿Qué hacemos?
Su hermana estaba paralizada.
—Yo... No... No lo sé, Lidia.
—Joder.
Isa analizó todas las posibilidades. Eran mayoría y 042 tenía razón, estaban en extremos contrarios. Tan alejados que podrían asegurarse una venganza en cualquier situación. Si ahora ambas votaban por el dos, en la siguiente ronda ellos harían lo mismo para evitar que ellas salgan vivas. Sería un ciclo en el que ninguno de los cinco saldría beneficiado.
Pero alguien así, alguien tan sucio como 042... ¿Merecía salir?
No, la venganza tenía que esperar. Lo primero era Lidia.
—042, ¿qué propones que hagamos entonces? —preguntó la hermana menor.
—No, Lidia —interrumpió Isa—. Escojamos el dos.
—¿Qué dices tú? —cuestionó el rival con un tono de ira creciente.
—¿¡Confías en mí¡? —repitió.
Lidia se lo pensó por unos instantes.
—Confío en ti.
Con decisión, Isa escogió el botón número dos y esperó.
—¡Los otros dos, pulsad el cero! —ordenó 042— Nos la están intentando colar.
Pero la noria, efectivamente, se movió cinco espacios. Una persona menos volvería a ver la luz del día.
—Isa...
—Tranquila.
—Os dije que no hicieseis nada raro. Votad todos dos, ¡no dejéis que salgan! ¡Escoged el número dos!
—Lidia, ¿sabes qué hacer ahora?
—Creo... —hubo un pequeño silencio— Creo que sí.
La ronda terminó y la noria se movió diez espacios. Los cinco jugadores restantes escogieron el número dos. Isa sonrió al ver su plan ejecutarse correctamente.
—¿Os salió mal o qué? —cuestionó 042 mientras observaba a su compañero salir sano y salvo.
—Yo creo que el problema es que tú eres imbécil —respondió Lidia con un tono orgulloso—. Ahora que solo sois dos, dime como vas a evitar al cien por cien que mi hermana o yo salgamos de aquí. Analiza mentalmente las posiciones en las que estamos, si es que tu cerebro te lo permite.
—No solo eso —añadió Isa—, sino que da igual lo que hagas, tu final ahora depende tanto de nosotras como de ti. Espero que la próxima vez te pienses dos veces a quién amenazas en medio de un juego mortal.
—¿Lo echamos a suertes o qué? —preguntó Lidia con tono jocoso.
—Me parece genial —intervino 042—, pero os recuerdo algo. Solo quedan dos rondas. Puede que una de vosotras salga, pero la otra se quedará aquí con nosotros.
Era cierto. Isa se había olvidado: las rondas eran limitadas y habían pasado más rápido de lo que creía. No podía ser cierto. La ansiedad volvió a apoderarse de ella, una ansiedad tan poderosa que le impedía incluso sentir el miedo que tenía.
Su hermana debía salir de allí, pasase lo que pasase. Era su culpa que Lidia estuviese en Cryptica, subida a una noria mortal. Era su culpa si moría, solo suya. No quedaba tiempo, no el suficiente para analizar todas las posibilidades.
—Isa...
La ingeniera salió del trance.
—No, Lidia, está todo bien. Déjamelo a mí, escoge el cero.
—Pero...
—¡HAZLO, JODER!
Lágrimas se derramaron por la mejilla de Isa. El tiempo se acabó y la noria rotó. Uno, dos, tres, cuatro y cinco. La joven pudo ver la salida pasar de largo de su cabina y frenar en seco una tras ella.
Había salido bien.
—¡Isa! ¡¡ISA!!
Sabía que no podría escucharla, pero aun así se acercó al cristal de la cabina y la sonrió desde ahí.
—Por favor, sal de este infierno por mí.
El ambiente no era tenso. Isa lo había aceptado, sabía que no había nada que hacer y justo por eso estaba tranquila. ¿Cómo se sentiría la muerte?
—No te daré el lujo de salir de aquí, 042. Suerte intentando salir con mi cero.
Isa lo sabía: 042 estaba a cuatro casillas de la meta. Sin su ayuda, no iba a poder salir.
—Pero... ¿Qué...? ¿Qué más te da? ¡¿Quieres ser una asesina?! ¡Tu hermana ha salido, ¿qué más quieres, joder?!
—Me da igual, voy a morir en tres minutos. Y tú también. A menos jugadores, más probabilidades para mi hermana. Sería estúpido sacarla de aquí y echarla con animales como tú.
—¡CÁLLATE! Eres... —las palabras no salieron de su boca— Tu hermana morirá. Lo hará como todos aquí. Es una cría, se la comerán, ¿lo sabes?
—No lo harán. Es lista, más que tú por lo menos, porque ella está fuera y tú no.
Isa agachó la cabeza, tratando de silenciar su llanto.
—Hazme el favor de darme una muerte silenciosa.
El contador llegó a cero y la noria se movió cuatro posiciones. 042 miró la meta a unos metros de su cabina.
—El juego ha concluido, jugadores —anunció la voz que explicó las normas del juego. Los que quedáis en el interior de la noria, seréis eliminados. ¡Fin del juego!
Isa pudo verlo al otro lado del cristal. Sus amigos la observaban en la distancia mientras trataban de evitar que Lidia observase lo que iba a pasar. Desde —casi— lo más alto de la noria podía ver toda la feria con claridad: al menos no se iría con un último mal recuerdo visual y, lo más importante, lo haría sola.
—Mucha suerte, Lidia.
Josemi le estaba tapando los ojos a Lidia mientras el resto trataba de no mirar, pero esperar el momento en el que la noria explotaba era extraño. No querían verlo, pero no ocurría y eso les hacía esperar a ver qué sucedía. Entonces las cabinas comenzaron a explotar una a una, dejando un rastro de fuego y humo emanando de ellas.
Celia lloraba, Jaime apartaba la vista y Josemi simplemente observaba el "espectáculo" de las doce bolas de fuego girando lentamente alrededor de una atracción que acabó derrumbándose no mucho después, a unos metros de los presentes.
Lo que más perturbó a Josemi, irónicamente, no fue lo crudo de ver a una de sus mejores amigas morir frente a él en una noria, sino notar como su hermana pequeña no mostraba un ápice de emoción por lo ocurrido.
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