Capítulo Único
Namjoon movía su cabeza arriba y abajo al ritmo de la melodía que escuchaba. Él y Yoongi llevaban rato en el Genius Lab haciéndole un par de arreglos al nuevo solo de Yoongi para el álbum, cuyo lanzamiento estaba próximo.
—Está genial, Hyung; la verdad me gusta mucho —comentó Namjoon con total honestidad—. Es algo nuevo y diferente pero se ajusta a tu estilo.
—¿Eso crees? ¿No sientes que le falta algo? —inquirió el peliplata—. Aún no estoy convencido, Joon.
El otro rapero pareció considerarlo por unos segundos y luego dijo:
—Tal vez podrías agregarle unos sintetizadores de voz, o un par de armonías más agudas que contrasten con tu voz grave.
Yoongi se mordió el labio pensativo; no sonaba mal la idea. Además, confiaba en el instinto de Namjoon para esas cosas.
—¿Crees que Jungkook...?
—Hmm, no, Hyung —negó Namjoon de pronto—. Creo que la mejor opción es Jimin.
Yoongi asintió, dándole la razón a su amigo.
»Estoy seguro de que te ayudará porque ya terminó de grabar su solo para este álbum —continuó el líder—. Prueba modificar un poco sus agudos y acomodarlos a lo largo de toda la canción, o durante el pre-estribillo, como prefieras. Así quedará más que perfecto.
Namjoon se levantó entonces, considerando su trabajo hecho, y le dio unas palmadas en el hombro al de cabellos plateados.
»Será todo un éxito, Suga Hyung, te lo aseguro.
El menor salió del estudio y dejó a Yoongi más pensativo que de costumbre. Su pierna daba saltitos en el lugar debido al estrés y al nerviosismo que sentía en ese momento. Suspiró profundo y tomó su móvil que descansaba sobre la consola; luego abrió su chat privado con el pelinegro y leyó los últimos mensajes.
«Hyung, ¿ya terminaste?».
«Todavía no».
«Te extraño ❤️».
Y así, sin más, lo había dejado en visto. Hacía cinco días. Joder. Su última conversación con su novio había sido cinco días atrás. «Bien hecho, Min Yoongi. Bien hecho», se reprendió lleno de sarcasmo.
Cerró el chat y abrió el de Jungkook. Sin embargo, una vocecita en su cabeza le decía que Namjoon tenía razón y los agudos que necesitaba para su solo eran los de Jimin. Un verdadero dilema.
Yoongi estaba frustrado. Llevaba semanas trabajando en ese solo. A veces se saltaba las comidas, dormía pocas horas y llegaba tarde a los ensayos. Al fin estaba todo listo, bueno, casi listo. Quería que Namjoon le diera el visto bueno y pues, ahora estaba en esa encrucijada.
No era su intención ignorar a Jimin; para nada. También lo extrañaba. Por eso se esforzó más en terminar todo lo antes posible para poder dedicarle más tiempo. No esperaba descuidar tanto su relación.
Mirando atrás, Jimin lo evitaba desde hacía un par de días. Pensó que el menor había entendido que él necesitaba tiempo para trabajar en su canción en solitario, pero ahora que lo pensaba bien lo más probable era que estuviese triste y dolido.
Lo había arruinado. Había metido la pata hasta el fondo. Y la ironía de todo era que ahora necesitaba del menor para salvar una canción que quizás había destruido su noviazgo.
El peliplata volvió a suspirar y se reclinó en su amplia silla negra. Dio un par de vueltas en ella al tiempo que su cerebro también giraba. Se detuvo en seco y observó el techo un minuto o dos. Luego, desbloqueó su teléfono otra vez y abrió el chat de Jimin.
«Hola, bebé. ¿Qué haces?», tecleó. De inmediato lo borró.
«Hey, Jiminie, ¿puedes venir a mi estudio un momento?». Volvió a borrarlo y maldijo por lo bajo.
¡Joder! ¿Por qué era tan difícil?
«Bebé, ¿podemos vernos?», decidió enviarlo. Cuando releyó el mensaje, murmuró para sí:
—Qué patético soy.
Estaba a punto de borrar el mensaje dentro del chat cuando las dos palomitas azules le advirtieron que era demasiado tarde; el pelinegro ya había leído el texto.
Yoongi miró al techo otra vez y limpió sus manos sudorosas en la tela de su pantalón deportivo negro. Dios, solo Jimin podía hacerle sentir mariposas en el estómago, de amor y de miedo.
La notificación llegó después de unos segundos.
«Ah, ¿ahora quieres verme? Creí que estabas demasiado ocupado 😒».
«Perdón, Jiminie; este nuevo solo consumió todo mi tiempo. De veras no pretendía ignorarte ni hacerte sentir mal. Hablemos, bebé. Por favor 😟».
Y solamente Jimin podía hacer que se rebajara y se arrastrara a sus pies si era preciso.
Un minuto entero pasó antes de que la respuesta del menor llegara.
«Iré a tu estudio; pero ni creas que estás perdonado, Yoongi. Una simple conversación no resolverá nada».
El peliplata suspiró aliviado; todavía podía albergar esperanzas.
Jimin sabía el código de acceso al Genius Lab, después de todo, era la fecha de su aniversario con Yoongi; ya llevaban juntos poco más de dos años. El mayor lo había puesto así para obligarse a recordarlo, ya que no era tan detallista en ese aspecto.
Un lindo y tierno rostro enojado, con unas cejas fruncidas y un adorable puchero en aquellos apetecibles labios fue lo primero que vio Yoongi cuando el menor entró finalmente y cerró la puerta tras de sí. Dios, había olvidado lo mucho que le gustaba Jimin. Llevaba puesto un pijama de ositos y sus cabellos lucían desordenados y rebeldes, pero solo le daban un aire más lindo y juvenil a pesar de sus 23 años.
—Gracias por venir, bebé.
—No me llames así. Estoy enojado contigo y eso solo lo empeora —replicó el otro mientras se cruzaba de brazos y se sentaba en el sofá negro a un lado de la consola.
—Jiminie... —musitó el mayor en tono lastimero—. Perdóname, amor, de verdad no era mi intención. El tiempo se me fue volando y creí que habían pasado solo un par de días.
—Dos semanas, Min. ¡Dos malditas semanas en las que has estado encerrado aquí en tu estudio por ese estúpido solo! —explotó el pelinegro—. Al menos dormías en nuestra cama al principio, luego ni siquiera contestabas mis mensajes y me ignorabas en los ensayos.
—No te ignoraba, bebé. Lo juro.
—Tch —Jimin chasqueó la lengua y volteó los ojos enojado.
—Bebé... —Yoongi se puso de pie y se sentó junto al menor en el sofá—. No podía pensar en mirarte o hablarte en ese momento porque lo único que haría sería besarte y abrazarte, y luego cargarte en brazos hasta nuestra habitación.
Jimin estiró más su puchero y no lo miró.
»Eras una distracción, Jiminie —continuó Yoongi—. Volvía al estudio lo más rápido que podía para terminar con esto y poder regresar a ti. Lo juro, amor. Creí que lo entendías y asumí que todo estaba bien. Te lastimé y lo lamento tanto. Soy un idiota, lo sé.
Entonces el pelinegro lo miró.
—Me sentí muy solo, Hyung...
—Puedo imaginarlo, bebé.
Jimin sorbió por la nariz porque sus ojitos se habían humedecido un poco. En verdad le había dolido muchísimo que su novio lo ignorara por una simple canción. Y como seguía enojado pero quería mimos, se incorporó en el sofá hasta pasar su pierna por encima de los muslos del mayor y sentarse a horcajadas sobre el peliplata.
Yoongi enseguida atrapó su rostro entre sus manos y secó unas lagrimitas que habían llegado a salir.
—Perdóname. No volveré a dejarte de lado.
—Una canción no puede ser más importante que yo, Hyung —Jimin se abrazó a él con fuerza y el mayor le correspondió.
Yoongi estaba jodido; muy jodido. Estaba convencido de que el menor nunca aceptaría ayudarlo con el solo.
»¿Dormirás conmigo hoy? —murmuró el pelinegro contra su cuello, lo que le erizó los vellos de la nuca al mayor.
—Sí, amor, claro —dijo derrotado—. Solo déjame apagar todo.
Sin embargo, cuando hizo ademán de zafarse del abrazo, Jimin se apretó más a él. Y al mayor no le quedó más remedio que levantarse con el pelinegro como si cargara a un perezoso gatito. Al no poder maniobrar bien con Jimin prendido de él, tuvo que sentarse en su silla reclinable para alcanzar los botones y las teclas que eran su objetivo.
No obstante, y para su sorpresa, cuando se sentó y acomodó al menor otra vez, este gimió bajito contra su hombro.
—¿Estás bien, bebé?
—S-Sí —siseó Jimin.
Yoongi entrecerró los ojos y decidió mover un poco su pelvis para comprobar lo que ya sospechaba.
Otro gemido ahogado escapó de los labios de Jimin, y otro más cuando las manos del mayor acariciaron sus redondas nalgas y tantearon su entrada por encima del pijama, solo para encontrarse con algo duro allí.
—Jimin... —dijo calmado el mayor—. ¿Estás usando un plug anal?
El menor permaneció en silencio y aun abrazándolo.
Entonces Yoongi hizo un poco de presión en la zona, contra ese pequeño diamante incrustado en la punta del juguete, y Jimin se removió sobre su regazo y gimió un poco más fuerte.
»¿Qué estaba haciendo mi travieso bebé, eh? —murmuró el mayor mientras volvía a hacer presión por encima de la tela y sentía la erección de Jimin crecer.
La suya, obviamente, no se quedaba atrás. Hacía tiempo había descubierto que no podía resistirse a los encantos de Park Jimin. Y sí, había extrañado a su bonito y dulce novio, pero también al diablillo pervertido que podía llegar a ser.
»¿Pensaste que no me daría cuenta, mi amor? —preguntó con sorna mientras levantaba un poco su muslo para rozar la zona—. ¿Qué hacías, mm?
—Yo... me sentía muy... solo y... ¡mngh! —Otro tembloroso gemido cortó su frase cuando el mayor volvió a mover su mano sobre el plug—. Tú me... interrumpiste en ese momento...
—Bueno, ahora me veo en la necesidad de ayudarte, bebé —Yoongi sonrió ladino y restregó su creciente erección contra la de Jimin un par de veces.
Entre suaves movimientos de su cadera y sus dedos, pronto tenía al menor jadeando y gimiendo cada vez más seguido. Jimin era alguien muy expresivo y a la hora del sexo, lo era aún más. Y Yoongi no podía negar que lo volvía loco.
Entonces, en una oscura parte de su mente nublada por el crudo deseo de follar al menor allí mismo, una retorcida idea fue tomando forma. «Los gemidos de Jimin no están tan lejos de sonar como una aguda melodía; parecen notas musicales muy altas. Tal vez...».
Con la mano que tenía libre, Yoongi, sin detenerse a pensar en la locura que estaba a punto de cometer, apretó con cuidado un par de teclas en la consola, y un bombillito rojo en una esquina indicó que la grabación de sonido estaba en proceso.
Sí, Min Yoongi iba a grabar los gemidos de su novio con fines estrictamente musicales.
Hizo a Jimin despojarse de su molesto, aunque tierno pijama; y una vez desnudo sobre él, se dedicó a recorrer su cuerpo con sus grandes manos. Primero las deslizó por su pecho, para darle especial atención a sus duros y pequeños pezones. Después acarició con suavidad el área de sus costillas y su abdomen, deteniéndose en el tatuaje que llevaba el nombre de una de sus canciones: Nevermind, y que amaba más de lo que estaba dispuesto a admitir. Recorrió con lentitud la estrecha cintura y la curva de las caderas del menor, para de nuevo terminar en sus nalgas. Apretó aquella carne con fervor, casi enterrando sus dedos allí, y el sensual gemido que soltó su novio fue atrapado por sus labios de inmediato.
Sus lenguas chocaron con desesperación, frotándose una a la otra en una guerra por dominar al otro. Yoongi, más experto con la suya, logró vencer al menor y terminó adentrándose en su boca para explorar. Al mismo tiempo, sus dedos se envolvieron alrededor de la base del plug y tiraron de este con gentileza.
Jimin se retorcía de gozo. Estaba muy sensible y caliente pues había jugado muchísimo en su habitación antes de recibir el mensaje del peliplata. Y a quién quería engañar, recibir un poquito de atención por parte de su novio y después de tanto tiempo, lo hizo olvidarse del pequeño juguete sexual que traía colado en el trasero. Y casi eufórico había salido al encuentro de su Hyung.
Ahora, todo roce le provocaba un mar de sensaciones. Sus labios siendo chupados y mordisqueados; sus pezones erectos rozando la camiseta del mayor; sus erecciones duras y chorreando pre-semen; y el plug entrando y saliendo despacio. Estaba al borde. Jimin estaba al borde y en cualquier momento caería por el abismo del placer.
—Hyung... ¡Mngh! —gemía descontrolado—. ¡Ah! ¡¡Aaahhh!!
Yoongi atrapó ambas erecciones y comenzó a frotarlas con avidez. Su mano se movía rápido; la otra, en el trasero del pelinegro seguía torturándolo con lentitud. Cuando sintió que el menor estaba a punto de correrse, se detuvo.
»Mmm —se quejó Jimin—. ¡Aah! —chilló cuando el juguete fue extraído por completo y su entrada se contrajo ante la necesidad de ser penetrada otra vez.
—Móntame, bebé —ordenó Yoongi dándole un apretón a sus exquisitas nalgas—. Y no pares de gemir; quiero escuchar tu preciosa voz.
Con un poco de esfuerzo, pues sentía que sus piernas se habían vuelto gelatina, Jimin se apoyó en los hombros contrarios y se levantó un poco para que el mayor terminara de bajarse su pantalón deportivo hasta las rodillas. Con una manito firme, masturbó el pene de Yoongi y rozó su rojiza punta contra su abertura. Sin previo aviso, se enterró por completo hasta el fondo.
—¡Mngh! ¡Ah, joder! —gimió sucio el menor.
—Eso es, Jimin-ah. Fóllate a ti mismo, bebé —gruñó el peliplata al sentirse dulcemente apretado.
Yoongi amaba la voz de Jimin, siempre había sido su favorita entre los vocales del grupo; pero también amaba las dotes de bailarín del menor. Y ahora mismo este lo demostraba con sus saltos y movimientos circulares sobre su dura verga.
—Ah, Hyung —lloriqueaba el pelinegro —. Esto me... ¡me encanta!
Yoongi se dedicó a besar y chupar su cuello y clavículas, asegurándose de que al día siguiente las marcas se verían. Aunque Jimin las cubriera con maquillaje, él sabría que estaban ahí.
»¡Mngh! Ya... Ya no puedo más —gimoteó el menor mientras se detenía—. Hyung, ya no puedo... Mis piernas...
—¿Estás cansado? ¿Quieres parar? —inquirió Yoongi preocupado.
—No. —Y Jimin lo miró con ojos entornados—. Quiero correrme...
Yoongi sonrió con ternura y algo de malicia mezcladas.
—Envuelve tus piernas en mi cintura —diciendo esto, se levantó de la silla sin salir del interior de Jimin.
Lo apoyó en el borde de la consola, con cuidado de no apretar ningún botón en el proceso. Y una vez que se cercioró de que el micrófono seguía grabando, llevó su boca hasta la de Jimin para iniciar otro intenso beso. Y así reanudó las embestidas. Primero suave, chocando su pelvis con el abultado culo del menor; y luego un rápido y lascivo golpeteo inundó el estudio.
Por fortuna, los programas avanzados que Yoongi usaba en su estudio le permitirían aislar cada sonido grabado y podría preservar así los dulces gemidos de su hermoso novio.
—Ah, Yoongi, sí, ¡así! —gemía el pelinegro mientras se aferraba al cuello del mayor con fuerza—. ¡Justo ahí! Mngh... Aaahhh. No pares, joder. ¡Qué rico!
El mayor gemía ronco al tiempo que aumentaba la velocidad y se dedicaba a destruir la próstata y el culo de su novio. Sus pieles calientes y sudadas contrastaban con el aire acondicionado del lugar.
—Grita más, Jiminie —pidió—. Aquí nadie puede escucharte. ¿Sabes lo duro que me pones con solo oírte gemir con tanto descaro?
Jimin puso los ojos en blanco y casi babeó al sentir las obscenas palabras del mayor cosquillear en su oído. Sintió una mano cubrir uno de sus pezones, torciéndolo a su antojo; mientras la gran verga del peliplata lo penetraba y lo abría sin descanso.
»Te encanta provocarme así, ¿verdad? Ponerme celoso de un maldito juguete sexual. Tch —se quejó el mayor—. Nadie te folla mejor que yo, Jiminie.
—Y ningún... ¡aah! culo... se traga tu ve-verga... ¡mngh! ¡como el mío!
Entre frases sucias y eróticos gemidos, Jimin se corrió con fuerza y enterró sus uñas en la espalda del mayor, quien siguió golpeando su punto dulce y dejando que su pene fuera apresado por las paredes contrarias.
—¡Joder! —exclamó Yoongi cuando sintió que se endurecía aún más y que escapaban chorros de semen hacia el interior del pelinegro.
Jimin solo atinó a aferrarse a Yoongi al tiempo que sus gemidos se hacían más bajos y las oleadas de placer disminuían.
El peliplata se detuvo al fin, y observó cómo un poco de su corrida escapaba por entre las nalgas del menor. Aquello era suficiente para querer follarlo duro otra vez, pero luego pensó en que ya habían causado bastante caos en el estudio.
Tomando unas servilletas, salió del interior de Jimin con gentileza y limpió el desastre en sus entrepiernas y abdómenes. Se acomodó su ropa y después de eso, cargó el cuerpecito de Jimin para llevarlo hasta el sofá y acostarlo allí. Lo vistió con calma mientras el chico permanecía adormilado.
—Hyung...
—¿Mmm?
—¿De verdad me extrañaste?
—Claro que sí, amor —admitió Yoongi mientras se arrodillaba frente al sofá para estar más cerca del pelinegro—. Fui un idiota por descuidarte. Lo siento.
—Bueno, tal vez yo estaba exagerando un poquito —comentó el menor—. Sé que tu música es importante, es tu sueño.
Yoongi sonrió mostrando sus encías.
—¿Eso significa que estoy perdonado?
Jimin lo besó con ternura y luego asintió.
»Sabes lo jodidamente enamorado que estoy de ti, ¿verdad? —dijo el mayor.
Una amplia sonrisa se dibujó en el rostro contrario.
—También te amo mucho, Yoongi Hyung.
—En el futuro, prometo encontrar un equilibrio entre tú y mis canciones. Los dos son muy importantes para mí.
Y con un beso, sellaron aquella promesa.
Un par de semanas después, el álbum Love Yourself: Answer vio la luz y la canción en solitario de Suga, Seesaw, fue un éxito rotundo. Pues no solo había rapeado como de costumbre, sino que había incursionado en el canto con más confianza y había hecho arreglos musicales para mejorar el background.
Los chicos se felicitaron entre sí porque el resultado final de sus canciones, al igual que cada uno de sus solos, fue muy bueno.
—Hey, Jiminie —llamó Namjoon luego de terminar la grabación del V Live por el lanzamiento del álbum—. Muy buen trabajo con esos agudos, ¿eh? Te felicito.
—¿Mm? ¿Agudos? ¿En Serendipity? —preguntó un poco perdido—. Pero si ya la habías escuchado, Namjoon Hyung.
—No, tontito. El solo de Suga Hyung. Me dijo que no le dijera a los chicos que le prestaste su voz para los arreglos de fondo, ya sabes, para que no se pusieran celosos. Le dije que tu voz sería perfecta para eso y quedó mejor de lo que creí. Felicidades a los dos.
Y el de hoyuelos le guiñó un ojo y salió de la habitación.
Por pura casualidad, Yoongi regresaba en ese momento y...
—¡¡¡Min Yoongiii!!!
El chillido de Jimin se escuchó, probablemente, en todo el edificio de Big Hit Entertainment.
*Nota*
Esto es lo que obtienes cuando mezclas a un Wolfram, su obsesión por Guns N' Roses y Rocket Queen, y la teoría ARMY de que Jimin es la voz femenina detrás de Seesaw.
Espero les haya gustado.
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